MN 45 Culadhammasamadana Sutta – Discurso menor sobre la manera de emprender las cosas

El Buda explica las cuatro maneras de emprender las cosas, de acuerdo a si las mismas son placenteras o doloras en la actualidad, y si producirán pena o placer en el futuro.

 


[Leer en pali]

[1] Esto he escuchado. En una ocasión el Bienaventurado estaba viviendo en Savatthi, en la arboleda de Jeta del parque de Anathapindika. Allí se dirigió a los monjes así: «Monjes».

«Venerable Señor», respondieron los monjes, y el Bienaventurado continuó:

[2] «Monjes, hay cuatro maneras de emprender las cosas. ¿Cuáles cuatro? Hay una manera de emprender las cosas que es placentera en el presente y madura como dolor en el futuro. Hay una manera de emprender las cosas que es dolorosa en el presente y madura como dolor en el futuro. Hay una manera de emprender las cosas que es dolorosa en el presente y madura como placer en el futuro. Y hay una manera de emprender las cosas que es placentera en el presente y madura como placer en el futuro.

[3] «¿Y cuál es, monjes, la manera de emprender las cosas que es placentera en el presente y madura como dolor en el futuro? Monjes, hay ascetas y brahmanes cuya doctrina y visión es la siguiente: ‘No hay perjuicio en los placeres sensuales’. Entonces, atragantándose de placeres sensuales, se divierten con aquellas mujeres errantes que llevan el cabello atado en un moño, diciendo: ‘¿Qué temeroso futuro ven estos buenos ascetas y brahmanes en los placeres sensuales cuando hablan de abandonarlos y comprenderlos plenamente? ¡Placentero es el tierno roce del suave y pubescente brazo de la mujer errante!’. Así, se atragantan de placeres sensuales y, con la disolución del cuerpo, después de la muerte, reaparecen en un estado de privación, un destino infeliz, en la perdición, incluso en el infierno. Allí, mientras sienten dolor, tormento y desgarradores sentimientos, exclaman: ‘Este es el temeroso futuro que aquellos buenos ascetas y brahmanes veían en los placeres sensuales cuando hablaban de abandonarlos y comprenderlos plenamente. Porque es por esta razón y debido a estos placeres sensuales que, ahora, estamos sumidos en el dolor, tormento y desgarradores sentimientos’.

[4] «Monjes, supongamos que en el último mes de la temporada calurosa una vaina de enredadera maluva se abre de golpe y una de sus semilla cae a los pies de un árbol sala. Entonces, la deidad que vive en el árbol se llena de miedo, susto y perturbación. Sin embargo, sus amigos y compañeros, parientes y familiares —deidades de los jardines y de los parques, deidades de los árboles y las hierbas medicinales, deidades del pasto y de los árboles monarca del bosque—, reunidos juntos, tranquilizan a la deidad diciéndole: ‘No temas, señor, no tengas miedo. Tal vez un pavo real se trague la semilla de enredadera maluva, o un animal salvaje se la coma, o un incendio forestal la queme, o unos leñadores se la lleven, o las hormigas blancas la devoren o, incluso, puede que no sea fértil’. Pero acontece que ningún pavo real se traga la semilla, ni ningún animal salvaje se la come, ni ningún incendio forestal la quema, ni ningún leñador se la lleva, ni las hormigas blancas la devoran y, de hecho, resulta ser perfectamente fértil. Entonces, siendo mojada por la lluvia, de la semilla brota —a su debido tiempo— un suave, fino y tierno zarcillo de enredadera maluva que se enrosca alrededor del árbol sala. Entonces, la divinidad que habita el árbol sala piensa: ‘¿Qué temeroso futuro vieron mis amigos y compañeros, parientes y familiares…, en esta semilla de enredadera maluva cuando se reunieron y me tranquilizaron como lo hicieron? ¡Placentero es el tierno roce del suave y pubescente zarcillo de la enredadera maluva!’. Mas luego, cuando la enredadera rodeó al árbol sala, hizo un dosel sobre él y —cubriéndolo como una cortina todo alrededor— dividió sus principales ramas, la deidad que vivía en el árbol se dio cuenta: ‘Este es el temeroso futuro que veían en esa semilla de enredadera maluva. Y es debido a esa semilla que ahora estoy sumido en el dolor, tormento y desgarradores sentimientos’.

«Así también, monjes, hay ciertos ascetas y brahmanes cuya doctrina y visión es la siguiente: ‘No hay perjuicio en los placeres sensuales’… [y, con la disolución del cuerpo…] exclaman: ‘Este es el temeroso futuro que aquellos buenos ascetas y brahmanes veían en los placeres sensuales… y debido a estos placeres sensuales es que, ahora, estamos sumidos en el dolor, tormento y desgarradores sentimientos’. Esta es la forma de emprender las cosas que se conoce como placentera en el presente y que madura como dolor en el futuro.

[5] «¿Y cuál es, monjes, la manera de emprender las cosas que es dolorosa en el presente y madura como dolor en el futuro? He aquí, monjes, alguien que va desnudo, que rechaza las convenciones [sociales], se lame las manos, no acude ni detiene cuando se le pregunta; no acepta la comida que le traen, no acepta la comida que le preparan especialmente ni las invitaciones a comer; no recibe nada de la olla, del cuenco ni a través del umbral, de un palo, del machacador del mortero, ni entre dos que comen juntos; no acepta nada de una mujer embarazada o que está dando de mamar, ni de mujer que yazca con hombre; no recibe comida que se ha anunciado será distribuida, ni en un lugar donde un perro ha estado esperando o donde zumban las moscas; no acepta pescado ni carne, no toma licores, vinos ni infusiones fermentadas; se mantiene en una casa con un bocado… en dos casas con dos bocados… en siete casas con siete bocados; vive con un platillo al día… dos platillos al día… siete platillos al día; toma la comida una vez por día, una vez cada dos días… una vez cada siete días, incluso, cuando toma la comida quincenalmente, sigue la práctica de tomarla cada cierto tiempo, dentro de períodos previamente establecidos; come verduras, mijo, arroz silvestre, cáscaras y vainas, musgo, salvado de arroz, escoria de arroz, flor de sésamo, pasto o estiércol de vaca; vive de las raíces silvestres y frutos caídos, viste con cáñamo o cáñamo mezclado con telas, con sudarios, con harapos de la basura, viste con corteza de árboles, con piel de antílope o fajas de cuero de antílope, con tela del pasto kusa, con tela de corteza, tela de virutas de madera o de pelos de la cabeza, con lana de animales y alas de búho; es de los que sigue la práctica de arrancarse cabellos y barba, que rehúsa sentarse, permaneciendo de pie todo el tiempo o manteniéndose en cuclillas continuamente; es de los que utiliza colchones de púas como cama o sigue la práctica de bañarse tres veces al día, incluso al anochecer. De este modo, ejercita una variedad de distintas formas para atormentar y mortificar el cuerpo. Así, con la disolución de éste, después de la muerte, reaparece en un estado de privación, con un destino infeliz, en la perdición, incluso en el infierno. Esta es la forma de emprender las cosas que se conoce como dolorosa en el presente y que madura como dolor en el futuro.

[6] «¿Y cuál es, monjes, la manera de emprender las cosas que es dolorosa en el presente y madura como placer en el futuro? He aquí, monjes, alguien que por naturaleza es poseedor de una intensa lujuria y, debido a eso, constantemente experimenta el dolor y sufrimiento que origina la lujuria; por naturaleza es poseedor de un intenso odio y, debido a eso, constantemente experimenta el dolor y sufrimiento que origina el odio; por naturaleza es poseedor de una intensa ilusión y, debido a eso, constantemente experimenta el dolor y sufrimiento que origina la ilusión. A pesar de todo, en medio del dolor y la pena, con el rostro lleno de lágrimas, dirige su vida en perfecta y pura santidad. Así, con la disolución del cuerpo, después de la muerte, reaparece en un destino feliz, incluso en el mundo celestial. Esta es la forma de emprender las cosas que se conoce como dolorosa en el presente y que madura como placer en el futuro.

[7] «¿Y cuál es, monjes, la manera de emprender las cosas que es placentera en el presente y madura como placer en el futuro? He aquí, monjes, alguien que por naturaleza no es poseedor de una intensa lujuria y, debido a eso, no experimenta el dolor y sufrimiento que origina la lujuria; por naturaleza no es poseedor de un intenso odio y, debido a eso, no experimenta el dolor y sufrimiento que origina el odio; por naturaleza no es poseedor de una intensa ilusión y, debido a eso, no experimenta el dolor y sufrimiento que origina la ilusión. De este modo, apartado de los placeres sensuales, apartado de los perjudiciales estados mentales, él entra y permanece en el primer jhana, que consiste en arrobamiento y felicidad nacidos de la reclusión, acompañado por el pensamiento aplicado y sostenido. Al calmarse el pensamiento aplicado y sostenido, entra y permanece en el segundo jhana, el cual tiene la placidez interior y la unificación mental, consistente en arrobamiento y felicidad nacidos de la concentración, sin pensamiento aplicado ni sostenido. Al desaparecer el arrobamiento, permanece ecuánime, con atención consciente y clara comprensión, experimentando felicidad en su cuerpo, entonces, entra y permanece en el tercer jhana, del cual los nobles declararon: ‘Él es ecuánime, atentamente consciente, alguien que tiene una morada feliz’. Al abandonar la felicidad y la pena, con la previa desaparición de la alegría y el abatimiento, entra y permanece en el cuarto jhana, ni penoso ni placentero, el cual tiene la purificación de la atención consciente mediante la ecuanimidad. Así, con la disolución del cuerpo, después de la muerte, reaparece en un destino feliz, incluso en el mundo celestial. Esta es la forma de emprender las cosas que se conoce como placentera en el presente y que madura como placer en el futuro.

«Monjes, estas son las cuatro maneras de emprender las cosas».

Esto fue lo que dijo el Bienaventurado, entonces los monjes se mostraron satisfechos y deleitados con las palabras del Bienaventurado.



FUENTE:

Ñanamoli, B. y Bodhi, B. (2001). MN 45 – Culadhammasamadana Sutta – The Shorter Discourse on Ways of Undertaking Things, en The Middle Discourses of the Buddha: A Translation of the Majjhima Nikaya. Boston: Wisdom Publications. Pp. 405 – 407.

Traducción del inglés: Federico Angulo

Revisión y edición: Anton P. Baron y Federico Angulo

Publicación del Bosque Theravada 2013.