DN 26 Cakkavatti Sutta – Discurso sobre el Monarca Universal

Al inicio y final de este sutta, Buda exhorta a los monjes a guardarse a sí mismos mediante la práctica de la atención consciente. Entre medio cuenta la historia del recto monarca universal, poseedor del Tesoro de la Rueda, quien es sucedido por un linaje de rectos reyes que, sin embargo, finalmente va degenerándose. Con esto la sociedad decae y se acorta el periodo de vida de sus miembros. El Buda profetiza que vendrán días en los cuales el sentido de la moralidad se perderá totalmente y la vida promedio no durará más de diez años, hasta que aparezca el próximo Buda de nombre Metteyya (en sánscrito, Maitreya).

[La numeración corresponde al sistema de Rhys Davids seguido por M. Walshe].


 

TABLA DE CONTENIDOS

1. Attadīpasaraṇatā – Siendo uno mismo su propio refugio

2. Daḷhanemicakkavattirājā – El Monarca Universal que hace rodar la Rueda

2.1. Cakkavattiariyavatta – Tarea del Monarca Universal

2.2. Cakkaratanapātubhāva – Aparición del tesoro del Monarca Universal

3. Dutiyādicakkavattikathā – Historia del segundo Monarca Universal

4. Āyuvaṇṇādiparihānikathā – Historia del decrecimiento del espacio vital y de la belleza de la gente

5. Dasavassāyukasamaya – Diez años del espacio vital

6. Āyuvaṇṇādivaḍḍhanakathā – Historia del incremento del espacio vital y de la belleza de la gente

7. Saṅkharājauppatti – El surgimiento del rey Sankha

8. Metteyyabuddhuppāda – Sobre el Buda Metteyya

9. Bhikkhunoāyuvaṇṇādivaḍḍhanakathā – Porción sobre el espacio vital, la belleza, la felicidad y la riqueza del monje


 [Leer en pali]

1. Attadīpasaraṇatā – Siendo uno mismo su propio refugio

[1] Esto he escuchado:

En una ocasión el Bienaventurado estaba morando entre los magadhas en Matula. Estando allí se dirigió a los monjes de esta forma: «Monjes». – «Sí, venerable señor», respondieron los monjes y el Bienaventurado continuó:

«Monjes, sed islas para vosotros mismos, sed refugio para vosotros mismos, sin tener otra clase de refugio. Tomad el Dhamma como una isla para vosotros mismos, tomad el Dhamma como un refugio para vosotros mismos, sin tener otra clase de refugio. Y, ¿cómo, monjes, el monje permanece como una isla para sí mismo, como refugio para sí mismo, sin tener otra clase de refugio, con el Dhamma como su isla, con el Dhamma como su refugio, sin tener otra clase de refugio? He aquí, monjes, el monje permanece contemplando el cuerpo como cuerpo, ardiente, con clara comprensión y atención consciente, habiendo dejado atrás la añoranza y la preocupación por el mundo. Además, permanece contemplando las sensaciones como sensaciones… contemplando la mente como mente… contemplando los objetos mentales como objetos mentales, ardiente, con clara comprensión y atención consciente, habiendo dejado atrás la añoranza y la preocupación por el mundo.

«Preservad, monjes, vuestros propios pastizales, vuestras guaridas ancestrales. Si lo hacéis de esta manera, el Mara no podrá encontrar el lugar de vuestra morada ni vuestro asidero. Es precisamente por el cultivo de los saludables estados mentales que el mérito incrementa.

2. Daḷhanemicakkavattirājā – El Monarca Universal Dalhanemi

[2] «Había una vez, monjes, un Monarca Universal de nombre Dalhanemi, un rey acorde a la ley, conquistador de los cuatro confines de la tierra, quien estableció seguridad en su reino y fue el poseedor de los siete tesoros. Los mismos eran: el tesoro de la rueda, el tesoro del elefante, el tesoro del caballo, el tesoro de la joya, el tesoro de la mujer, el tesoro del tesorero hogareño y, el séptimo, el tesoro del consejero. Tenía más de mil hijos que eran héroes, de la estatura de los héroes y conquistadores de bravos ejércitos. Y vivía habiendo conquistado las costas del mar sin palos ni espadas, solamente a través de la ley.

[3] «Después de cientos de miles de años, monjes, el rey Dalhanemi se dirigió a cierto hombre así: ‘Buen hombre, cuando veas que este divino tesoro de la rueda se esté deslizando de su posición, repórtamelo de inmediato’. — ‘Sí, señor’, respondió el hombre. Y después de cientos de miles de años este hombre visualizó que el divino tesoro de la rueda se deslizaba de su posición y, viendo eso, lo reportó al rey. Entonces el rey Dalhanemi mandó a llamar a su hijo mayor desde el Palacio de la Corona y le dijo: ‘Hijo mío, el divino tesoro de la rueda se deslizó de su posición. Y yo escuché decir que si esto sucede al monarca universal, entonces ya no le queda mucho tiempo por vivir. Yo me he llenado de placeres humanos y ahora es tiempo de mirar los placeres celestiales. Así que toma ahora tú, hijo mío, el control de estas tierras rodeadas por el gran océano. Mientras tanto, yo afeitaré mi cabeza y barba, me pondré el hábito amarillo y saldré de la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar’. Acto seguido, el rey Dalhanemi instaló en el tronó a su hijo mayor y afeitó su cabeza y barba, se puso el hábito amarillo y salió de la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar.

«Y siete días después de que el sabio rey se había ido, el divino tesoro de la rueda desapareció.

[4] «Entonces, monjes, un cierto hombre se fue junto al recién ungido rey Khattiya y le dijo: ‘Señor, usted debe saber que el divino tesoro de la rueda ha desaparecido’. Al escuchar esto, el rey se puso dolorido y triste. Entonces se fue junto al sabio rey y le contó la noticia. Pero el sabio rey le dio: ‘Hijo mío, no te pongas dolorido y triste por la desaparición del tesoro de la rueda. El tesoro de la rueda no es una reliquia familiar de tus ancestros. Más bien, mi hijo, ahora te toca poner en movimiento el noble tesoro de la rueda por ti mismo. Y entonces, si realizas esta tarea de la puesta en movimiento del noble tesoro de la rueda durante el día de ayuno del quince, en el cual te lavas la cabeza y subes a la veranda de tu palacio para el día de ayuno;  puede suceder que el divino tesoro de la rueda vuelva a aparecer para ti, con miles de radios, con el toque ligero, con su eje y todos sus accesorios’.

2.1 Cakkavattiariyavatta – La tarea del Monarca Universal

[5] «‘Pero, ¿cómo se realiza, señor, la tarea del Monarca Universal?’ – ‘Esto es así, hijo mío: dependiendo tú mismo del Dhamma, honrando el Dhamma, reverenciando el Dhamma, estimando el Dhamma, homenajeando y venerando el Dhamma, haciendo del Dhamma tu insignia y tu bandera, reconociendo al Dhamma como tu maestro, debes establecer tu resguardo, tu defensa y protección de acuerdo al Dhamma para tu propia casa, tus tropas, tus nobles y vasallos, para los brahmanes y hombres hogareños, para tus pueblos y ciudades, para los ascetas y brahmanes, para los animales y pájaros. Que no prevalezca el crimen dentro de tu reino y que los seres necesitados reciban bienes. Y cuando los ascetas y brahmanes de tu reino renuncien a la vida de los placeres sensuales, dedicándose al dominio de sí mismo y  la  gentileza —cada uno dominándose a sí mismo, cada uno tranquilizándose a sí mismo y cada uno esforzándose para poner fin a la avidez—, si de tanto en tanto se acercan a ti para consultarte sobre lo que es beneficioso y lo que es perjudicial, lo que es digno y lo que es vergonzoso, lo que debe ser seguido y lo que no, y sobre cuál acción a la larga conduce a la pena y el dolor, y cuál al bienestar y felicidad; debes escucharles y aconsejarles a que abandonen el mal y sigan el bien. Es así, hijo mío, cómo se realiza la tarea del Monarca Universal’.

2.2  Cakkaratanapātubhāva – La aparición del tesoro de la rueda del Monarca Universal

«‘Sí, señor’, dijo el rey y empezó a realizar la tarea del Monarca Universal. Y cuando estuvo haciendo eso, durante el día de ayuno del quince cuando se lavó la cabeza y subió a la veranda de su palacio para el día de ayuno,  volvió a aparecer el divino tesoro de la rueda para él, con miles de radios, con el toque ligero, con su eje y todos sus accesorios. Entonces, el rey pensó así: ‘Yo escuché que cuando un rey Khattiya debidamente ungido logra ver semejante rueda durante el día de ayuno del quince, entonces llegará a ser un Monarca Universal. ¡Ojalá llegue a ser ese monarca!’.

[6] «Entonces, monjes, levantándose de su asiento y cubriéndose uno de los hombros con su vestimenta, el rey tomó una vasija de oro con su mano izquierda, roció la rueda que sostuvo en su mano derecha y dijo: ‘Que el noble tesoro de la rueda ruede, que el noble tesoro de la rueda conquiste’. Y la rueda rodó hacia el este y el rey la siguió con su cuádruple ejército. En cualquier país, en el cual la rueda se detuvo, el rey tomó allí su residencia junto con su cuádruple ejército. Y aquellos que se le oponían en la región oriental, finalmente llegaron junto a él y le dijeron: ‘Venga, Su Majestad, sea bienvenido. Somos suyos, Su Majestad. Gobierne sobre nosotros, Su Majestad’. Y el rey les dijo: ‘No matéis a los seres vivos. No toméis lo que no os ha sido dado. No cometáis actos sexuales indebidos. No digáis mentiras. No toméis bebidas embriagantes. Sed moderados con la comida’. Y aquellos que se oponían a él en la región oriental, finalmente llegaron a ser sus súbditos.

[7] «Y luego, monjes, la rueda rodó hacia el sur… hacia el oeste… hacia el norte, y el rey la siguió con su cuádruple ejército. En cualquier país, en el cual la rueda se detuvo, el rey tomó allí su residencia junto con su cuádruple ejército. Y aquellos que se le oponían en la región norteña, finalmente llegaron junto a él y le dijeron: ‘Venga, Su Majestad, sea bienvenido. Somos suyos, Su Majestad. Gobierne sobre nosotros, Su Majestad’. Y el rey les dijo: ‘No matéis a los seres vivos. No toméis lo que no os ha sido dado. No cometáis actos sexuales indebidos. No digáis mentiras. No toméis bebidas embriagantes. Sed moderados con la comida’. Y aquellos que se oponían a él en la región norteña, finalmente llegaron a ser sus súbditos.

«Finalmente, monjes, el tesoro de la rueda, habiendo conquistado todas las tierras de mar a mar, retornó a la capital real y se detuvo frente al palacio del rey como si se tratara de una envoltura, como si fuera un adorno del palacio real.

3. Dutiyādicakkavattikathā – Historia del segundo Monarca Universal

[8] «Hubo luego,monjes, un segundo Rey Universal… un tercer Rey Universal… un cuarto Rey Universal… un quinto Rey Universal… un sexto Rey Universal… un séptimo Rey Universal. Después de cientos de miles de años este rey se dirigió a cierto hombre así: ‘Buen hombre, cuando veas que este divino tesoro de la rueda se esté deslizando de su posición, repórtamelo de inmediato’. — ‘Sí, señor’, respondió el hombre. Y después de cientos de miles de años este hombre visualizó que el divino tesoro de la rueda se deslizaba de su posición y, viendo eso, lo reportó al rey.

«Entonces, monjes, el rey mandó a llamar a su hijo mayor desde el Palacio de la Corona y le dijo: ‘Hijo mío, el divino tesoro de la rueda se deslizó de su posición. Y yo escuché decir que si esto sucede al monarca universal, entonces ya no le queda mucho tiempo por vivir. Yo me he llenado de placeres humanos y ahora es tiempo de mirar los placeres celestiales. Así que toma ahora tú, hijo mío, el control de estas tierras rodeadas por el gran océano. Mientras tanto, yo afeitaré mi cabeza y barba, me pondré el hábito amarillo y saldré de la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar’.

«Acto seguido, el rey instaló en el tronó a su hijo mayor y afeitó su cabeza y barba, se puso el hábito amarillo y salió de la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar.  Y siete días después de que el sabio rey se había ido, el divino tesoro de la rueda desapareció.

[9] «Entonces, monjes, cierto hombre se fue junto al recién ungido rey Khattiya y le dijo: ‘Señor, usted debe saber que el divino tesoro de la rueda ha desaparecido’. Al escuchar esto, el rey se puso dolorido y triste. Pero él no se fue junto al sabio rey para preguntarle acerca de la tarea del Rey Universal. En vez de eso, gobernó a la gente de acuerdo a sus propias ideas y la gente, siendo gobernada así, no prosperaba de la misma manera como en tiempos de los reyes anteriores, quienes sí realizaban la tarea del Monarca Universal.

«Entonces, monjes, los ministros, los consejeros, los oficiales del tesoro, los guardias y los conserjes, al igual que los cantores de los mantras, se fueron junto al rey y le dijeron: ‘Señor, desde que usted gobierna de acuerdo a sus propias ideas, de manera diferente de los Monarcas Universales que gobernaban antes de usted, la gente ya no prospera de la misma manera. He aquí, señor, en su reino hay ministros, consejeros, oficiales del tesoro, guardias y conserjes, también cantores de mantras, que —al igual que nosotros aquí reunidos— hemos preservado el conocimiento sobre cómo debe gobernar un Monarca Universal. Entonces, pregúntenos Su Majestad y se lo contaremos a usted’.

4. Āyuvaṇṇādiparihānikathā – Historia del decrecimiento del espacio vital y de la belleza de la gente

[10] «Entonces, monjes, el rey ordenó que se reunieran todos los ministros y los demás funcionarios, y los consultó. De modo que ellos le explicaron la tarea que debe ser realizada por el Monarca Universal. Al haberlos escuchado, el rey estableció la guardia y la protección, pero no ofreció bienes a los necesitados, razón por la cual hubo una gran pobreza. Y como la pobreza se extendió, la gente empezó a tomar lo que no les había sido dado, comportamiento que llegó a llamarse ‘robo’.  Y los que robaron fueron arrestados y la gente los llevaba a la presencia del rey y decía: ‘Su Majestad, este hombre tomó lo que no le había sido dado, lo que nosotros llamamos robo’.  Y el rey preguntaba a aquel hombre: ‘¿Es cierto que tomaste lo que no se te había dado, lo cual es llamado robo?’ – ‘Es así, Su Majestad.’ – ‘¿Por qué lo hiciste?’ – ‘Su Majestad, no tengo nada para seguir sobreviviendo’.  Entonces, el rey le daba algunos bienes y decía: ‘Con eso, buen hombre, vas a poder mantenerte a ti mismo, a tu madre y tu padre, mantener a tu esposa e hijos, llevar a cabo algún negocio y hacer dádivas a los ascetas y brahmanes, lo cual te traerá bienestar espiritual y te llevará a un feliz renacimiento en el plano celestial’. – ‘Muy bien’, respondía el hombre.

[11] «Y llevando a la presencia del rey a otro hombre, dijeron: ‘Su Majestad, este hombre tomó lo que no le había sido dado, lo que nosotros llamamos robo’… ‘Con eso, buen hombre, vas a poder mantenerte a ti mismo… lo cual te traerá bienestar espiritual y te llevará a un feliz renacimiento en el plano celestial’. – ‘Muy bien’, respondió el hombre.

[12] «Entonces, monjes, la gente escuchó que el rey está ofreciendo bienes a aquellos que tomaban lo que no les había sido dado y pensó: ‘¿Qué tal si hacemos lo mismo?’. Y otras personas empezaron a tomar lo que no les había sido dado, comportamiento que llegó a llamarse ‘robo’.  Y los que robaron fueron arrestados y la gente los llevaba a la presencia del rey y decía: ‘Su Majestad, este hombre tomó lo que no se le había dado, lo que nosotros llamamos robo’.  Y el rey preguntaba a aquel hombre: ‘¿Es cierto que tomaste lo que no te había sido dado, lo cual es llamado robo?’ – ‘Es así, Su Majestad.’ – ‘¿Por qué lo hiciste?’ – ‘Su Majestad, no tengo nada para seguir sobreviviendo’.  Entonces, el rey pensó así: ‘Si voy a ofrecer bienes a todos los que toman lo que no les ha sido dado, esta costumbre de robar se va a acrecentar más y más. Mejor voy a terminar con él, voy a ponerle fin cortándole la cabeza’. Acto seguido, ordenó con respecto a ese hombre lo siguiente: ‘Atad las manos de este hombre atrás con una fuerte cuerda, rapad su cabeza y llevadlo al son de tambores por las calles y las plazas hasta la puerta del sur y allí acabad con él infligiéndole la pena capital, cortándole la cabeza’. E hicieron así.

[13] «Cuando la gente escuchó sobre esto, monjes, pensó lo siguiente: ‘Vayamos ahora a afilar nuestras armas hechas por nosotros, para luego poder tomar de cualquiera lo que no nos ha sido dado, vamos a terminar con ellos de una vez, vamos a ponerles fin cortándoles las cabezas’. Acto seguido, produjeron afiladas armas y lanzaron sangrientos asaltos a pueblos, ciudades y campiñas; también asaltaron en las rutas, matando a sus víctimas cortándoles las cabezas.

[14] «De esta manera, monjes, al no ofrecer bienes a los necesitados se acrecentó la pobreza; al acrecentarse la pobreza, se acrecentó la toma de lo que no es dado; al acrecentarse el robo, se acrecentó el uso de las armas; al acrecentarse el uso de las armas, se acrecentó la toma de la vida; y a partir del incremento de las matanzas, decreció el espacio vital de la gente y su belleza; así que como resultado decreció el espacio vital de la gente y su belleza, y los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de ochenta mil años llegaron a vivir sólo cuarenta mil años.

«Y el hombre de aquella generación, monjes, que vivía cuarenta mil años y tomaba lo que no le había sido dado, cuando fue llevado a la presencia del rey y éste le preguntó: ‘¿Es cierto que has tomado lo que no te ha sido dado, lo cual se llama el robo?’, el hombre le respondió: ‘No, Su Majestad’, diciendo así deliberadamente una mentira.

[15] «De esta manera, monjes, al no ofrecer bienes a los necesitados se acrecentó la pobreza; al acrecentarse la pobreza, se acrecentó la toma de lo que no es dado; al acrecentarse el robo se acrecentó el uso de las armas; al acrecentarse el uso de las armas se acrecentó la toma de la vida; al acrecentarse la toma de la vida se acrecentó la mentira; y partir del incremento de las mentiras, decreció el espacio vital de la gente y su belleza; así que como resultado decreció el espacio vital de la gente y su belleza, y los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de cuarenta mil años, llegaron a vivir sólo veinte mil años.

«Y el hombre de aquella generación, monjes, que vivía veinte mil años, tomó lo que no le había sido dado. Entonces otro hombre lo vio y lo denunció frente al rey diciendo: ‘Este hombre de este nombre tomó lo que no le ha sido dado’, hablando mal del otro.

[16] «De esta manera, monjes, al no ofrecer bienes a los necesitados se acrecentó la pobreza; al acrecentarse la pobreza, se acrecentó la toma de lo que no es dado; al acrecentarse el robo se acrecentó el uso de las armas; al acrecentarse el uso de las armas se acrecentó la toma de la vida; al acrecentarse la toma de la vida se acrecentó la mentira; al acrecentarse la mentira se acrecentó el hablar mal del otro; y partir del incremento de hablar mal del otro, decreció el espacio vital de la gente y su belleza; así que como resultado decreció el espacio vital de la gente y su belleza, y los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de veinte mil años llegaron a vivir sólo diez mil años.

«Y algunos de los hombres de aquella generación, monjes, que vivía diez mil años, eran bellos, mientras otros eran feos. Entonces aquellos que eran feos, sintiendo envidia por los que eran bellos, cometían adulterios con las esposas de otros. 

[17] «De esta manera, monjes, al no ofrecer bienes a los necesitados… se acrecentó la conducta sexual inapropiada; y partir del incremento de la conducta sexual inapropiada… los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de diez mil años llegaron a vivir sólo cinco mil años.

«Y entre los hombres de aquella generación, monjes, que vivía cinco mil años, se incrementaron dos cosas: el lenguaje áspero y las charlas frívolas… como resultado, algunos de los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de cinco mil años llegaron a vivir dos mil años y medio, y otros solamente dos mil años.

«Y entre los hombres de aquella generación, monjes, que vivía dos mil años y medio, se incrementó la animadversión y el odio… como resultado, los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de dos mil años y medio llegaron a vivir solamente mil años.

«Y entre los hombres de aquella generación, monjes, que vivía mil años, se incrementaron los falsos puntos de vista… como resultado, los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de mil años llegaron a vivir solamente quinientos años.

«Y entre los hombres de aquella generación, monjes, que vivía quinientos años, se incrementaron tres cosas: el incesto, la avidez y las prácticas desviadas… como resultado, algunos de los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de quinientos años llegaron a vivir doscientos cincuenta años, y otros solamente doscientos años.

«Y entre los hombres de aquella generación, monjes, que vivía doscientos cincuenta años, se incrementaron estas cosas: la falta de respeto por la madre y el padre, por los ascetas, los brahmanes y por los jefes de clanes.

[18] «De esta manera, monjes, al no ofrecer bienes a los necesitados se incrementó la pobreza; al acrecentarse la pobreza, se incrementó la toma de lo que no es dado; al acrecentarse el robo se incrementó el uso de las armas; al acrecentarse el uso de las armas se incrementó la toma de la vida; al acrecentarse el asesinato se incrementó la mentira; al acrecentarse la mentira, se incrementó el hablar mal de los otro; al acrecentarse el hablar mal de los otros, se incrementó la conducta sexual inapropiada; al acrecentarse la conducta sexual inapropiada, se incrementó el lenguaje áspero y las charlas frívolas; al acrecentarse el lenguaje áspero y las charlas frívolas, se incrementó la animadversión y el odio; al acrecentarse la animadversión y el odio, se incrementaron los falsos puntos de vista; al acrecentarse los falsos puntos de vista, se incrementó el incesto, la avidez y las prácticas desviadas; al acrecentarse el incesto, la avidez y las prácticas desviadas, se incrementó la falta de respeto por la madre y el padre, por los ascetas, los brahmanes y por los jefes de clanes; y partir del incremento de la falta de respeto por la madre y el padre, por los ascetas, los brahmanes y por los jefes de clanes, decreció el espacio vital de la gente y su belleza; así que como resultado, decreció el espacio vital de la gente y su belleza, y los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de doscientos cincuenta años llegaron a vivir sólo cien años.

5. Dasavassāyukasamaya – Diez años de vida de espacio vital

[19] «Monjes, llegará el tiempo, en el cual los hijos de aquella gente tendrá el espacio vital de tan sólo diez años. Y con ello las muchachas serán capaces de casarse a los cinco años. Y desaparecerán los sabores de la crema, la mantequilla, el aceite de sésamo, la melaza y la sal. Y el grano de kudrusa será la comida principal, al igual que lo es hoy el arroz con curry. Y con ello desaparecerán por completo los diez cursos de la conducta moral, mientras que los diez cursos de acciones inmorales prevalecerán. Para aquellos con un espacio vital de diez años no existirá la palabra ‘moral’, ¿cómo entonces podría haber alguien que actuara con sentido moral? Aquella gente que no tiene respeto por sus madres y padres, por los ascetas y brahmanes, ni por las cabezas de los clanes, será la que disfrutará la honra y el prestigio. Al igual que hoy la gente que tiene respeto por sus madres y padres, por los ascetas y brahmanes, y por las cabezas de los clanes, disfruta la honra y el prestigio, así lo disfrutarán los que harán lo contrario.

[20] «Monjes, entre aquellos con espacio vital de diez años, no tendrán en cuenta a su propia madre o tía para tomarla, ni a la hermana de la madre, ni a la esposa del maestro, ni a una de las esposas de su padre, sino que todos serán promiscuos con todos en el mundo, como los machos cabríos y las ovejas, como las gallinas, los cerdos, o como los perros y los chacales.

«Monjes, entre aquellos con espacio vital de diez años, prevalecerá una feroz enemistad de uno contra el otro; un feroz odio y una feroz ira, con pensamientos de asesinato, por parte de la madre hacia el hijo, del hijo contra la madre, del padre hacia el hijo, del hijo contra el padre y del hermano hacia el hermano, como si fueran cazadores cazando a las bestias.

[21] «Monjes, para aquellos con espacio vital de diez años, llegará un intervalo de siete días durante los cuales cometerán un error tras otro confundiéndose con las bestias. Aparecerán armas en sus manos y pensarán: ‘Esta es una bestia’, entonces tomarán sus vidas entre ellos con esas armas. Pero habrán algunos que pensarán: ‘No nos matemos ni seamos matados unos por otros. Vayamos a los matorrales de hierba, a la jungla, a la cima de los árboles, a los ríos difícilmente accesibles, a las montañas y vivamos de las raíces y frutas del bosque’. Y harán esto por siete días.

6. Āyuvaṇṇādivaḍḍhanakathā – Historia del incremento del espacio vital y de la belleza de la gente

«Entonces pasados los siete días, monjes, salieron de sus escondites y se regocijaron unánimemente de estar juntos, diciendo: ‘¡Buenos hombres, veo que estáis vivos!’. Luego, este pensamiento se les ocurrió: ‘Es solamente porque hemos sido adictos a lo perjudicial que sufrimos ahora la pérdida de nuestros parientes, así que empecemos a hacer el bien. ¿Qué cosas buenas podemos hacer? Abstengámonos de quitar la vida de los seres vivientes. Ésta será una buena práctica’. Entonces se abstuvieron de quitar la vida de los seres vivientes, y habiéndose comprometido con esa buena acción, la practicaron. Y al haberse comprometido con semejante práctica beneficiosa, incrementaron su espacio vital y su belleza. Y los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de diez años llegaron a  vivir veinte años.

[22] «Entonces este pensamiento se les ocurrió: ‘Es solamente porque hemos realizado prácticas beneficiosas que hemos incrementado nuestro espacio vital y belleza, así que hagamos otras acciones beneficiosas. Abstengámonos de tomar lo que no nos ha sido dado, de relaciones sexuales indebidas, de decir mentiras, de las calumnias, del hablar áspero, de las charlas frívolas, de la avaricia, de la animadversión, de los falsos puntos de vista, del incesto, la avidez y las prácticas desviadas; presentemos nuestro respeto a nuestras madres y padres, a los ascetas y brahmanes, a los jefes de clanes. Preservémonos en estas saludables acciones’.

«Entonces, al haber realizado estas cosas, se incrementó su espacio vital y su belleza. Los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de veinte años llegaron a vivir cuarenta años… sus hijos vivieron ochenta años… sus hijos vivieron ciento sesenta años… sus hijos vivieron trescientos veinte años… seiscientos cuarenta años… sus hijos vivieron dos mil años… sus hijos vivieron cuatro mil años… sus hijos vivieron ocho mil años… sus hijos vivieron veinte mil años. Los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de veinte mil años llegaron a vivir cuarenta mil años. Y los hijos de aquellos cuyo espacio vital era de cuarenta mil años llegaron a vivir ochenta mil años.

7. Saṅkharājauppatti – El surgimiento del rey Sankha

[23] «Entre la gente cuyo espacio vital sea de ochenta mil años, las muchachas serán capaces de casarse a los quinientos años. Y esta gente conocerá solamente tres clases de afecciones: la codicia, la precipitación y la vejez. En el tiempo de aquella gente el continente Jambupida será poderoso y próspero, y sus pueblos, campiñas y ciudades serán como el vuelo de un ave. Este Jambupida, al igual que Avici, será espeso de gente, al igual que la jungla está espesa de cañas y juncos. En este tiempo, la actual Varanasi será la capital real y será llamada Ketumati; será poderosa y próspera, llena de gente y bien provista de todo. En Jambupida habrá ochenta y cuatro ciudades encabezadas por Ketumati, la capital real.

[24] «En este tiempo, cuando el espacio vital de la gente sea de ochenta mil años, surgirá en Ketumati el Monarca Universal de nombre Sankha, un rey acorde a la ley, conquistador de los cuatro confines de la tierra, quien establecerá la seguridad en su reino y será el poseedor de los siete tesoros: el tesoro de la rueda, el tesoro del elefante, el tesoro del caballo, el tesoro de la joya, el tesoro de la mujer, el tesoro del tesorero hogareño y, el séptimo, el tesoro del consejero. Tendrá más de mil hijos que serán héroes, de la estatura de los héroes y conquistadores de bravos ejércitos. Y vivirá habiendo conquistado las costas del mar sin palos ni espadas, sino solamente a través de la ley. 

8. Metteyyabuddhuppāda – Sobre el Buda Metteyya

[25] «Y en los días que la gente posea un espacio vital que sea de ochenta mil años, surgirá en el mundo el Bienaventurado Señor, un Arahant, un Buda plenamente Iluminado de nombre Metteyya, dotado de perfecta sabiduría y conducta impecable, el Sublime, Conocedor de los mundos, el incomparable líder de los que han de ser amansados, el Maestro de dioses y seres humanos, el Bendito, el Bienaventurado, igual que yo soy ahora. Y habiendo conocido exhaustivamente mediante su propio gran conocimiento, proclamará a este mundo con sus devas, Maras y Brahmas, con sus ascetas y brahmanes, a esta generación con sus príncipes y pueblo, al igual que yo ahora. Y enseñará el Dhamma agradable en el principio, agradable en la mitad y agradable al final, tanto en espíritu como en forma, y proclamará, al igual que lo proclamo yo ahora, la vida santa en su plenitud y su pureza. Y será atendido por una compañía de mil monjes, al igual que yo ahora estoy atendido por una compañía de cien monjes.

[26] «Entonces, monjes, el rey Sankha volvió a eregir el palacio construido alguna vez por el rey Maha Panada y, habiendo vivido en él, lo ofreció como presente a los ascetas y brahmanes, a los mendigos, caminantes e indigentes. Luego, afeitó su cabeza y barba, vistió los hábitos amarillos y, renunciando a su vida hogareña, salió para asumir un estilo de vida sin hogar bajo el supremo Buda Metteyya. Habiendo renunciado, al permanecer sólo en reclusión, ardiente, esforzado y resuelto, no mucho tiempo después alcanzó aquí y ahora, mediante su propio conocimiento, la inigualable meta de la vida santa, por la cual actuando correctamente el hombre hogareño abandona el hogar, asume el estilo de vida sin hogar y permanece en él.

[27] «Monjes, sed islas para vosotros mismos, sed refugio para vosotros mismos, sin tener otra clase de refugio. Tomad el Dhamma como una isla para vosotros mismos, tomad el Dhamma como un refugio para vosotros mismos, sin tener otra clase de refugio. Y, ¿cómo, monjes, el monje permanece como una isla para sí mismo, como refugio para sí mismo, sin tener otra clase de refugio, con el Dhamma como su isla, con el Dhamma como su refugio, sin tener otra clase de refugio? He aquí, monjes, el monje permanece contemplando el cuerpo como cuerpo, ardiente, con clara comprensión y atención consciente, habiendo dejado atrás la añoranza y preocupación por el mundo. Además, permanece contemplando las sensaciones como sensaciones… contemplando la mente como mente… contemplando los fenómenos mentales como fenómenos mentales, ardiente, con clara comprensión y atención consciente, habiendo dejado atrás la añoranza y preocupación por el mundo.

[28] «Preservad, monjes, vuestros propios pastizales, vuestras guaridas ancestrales. Si lo hacéis de esta manera, el Mara no podrá encontrar el lugar de vuestra morada ni vuestro asidero. Es precisamente por el cultivo de los saludables estados mentales que el mérito incrementa.

9. Bhikkhunoāyuvaṇṇādivaḍḍhanakathā – Porción sobre el espacio vital, la belleza, la felicidad y la riqueza del monje

[28] «Preservad, monjes, vuestros propios pastizales, vuestras guaridas ancestrales. Si lo hacéis de esta manera, vuestro espacio vital se va a incrementar, vuestra belleza se va a incrementar, vuestra felicidad se va a incrementar, vuestra riqueza se va a incrementar y vuestro poder se va a incrementar.

«Y, ¿qué es, monjes, el espacio vital del monje? He aquí, el monje desarrolla el camino del poder, el cual es la concentración de la intención acompañada por el esfuerzo de la voluntad; desarrolla el camino del poder, el cual es la concentración de la energía acompañada por el esfuerzo de la voluntad; desarrolla el camino del poder, el cual es la concentración de la conciencia acompañada por el esfuerzo de la voluntad; desarrolla el camino del poder, el cual es la concentración de la investigación acompañada por el esfuerzo de la voluntad. Practicando frecuentemente estos cuatro caminos del poder, puede si lo desea, vivir un siglo entero o permanecer una parte del siglo. Este es, monjes, el espacio vital del monje.

«Y, ¿qué es, monjes, la belleza del monje? He aquí, monjes, el monje practica la recta conducta, se restringe de acuerdo a la Disciplina, es perfecto en su moral y en sus hábitos, viendo el peligro en la más mínima falta, entrenándose en las reglas del entrenamiento y sometiéndose a ellas. Esta es, monjes, la belleza del monje.

«Y, ¿qué es, monjes, la felicidad del monje? He aquí, monjes, apartado completamente de los deseos sensoriales, el monje… entra y permanece en el primer jhana… entra y permanece en el segundo jhana… entra y permanece en el tercer jhana… entra y permanece en el cuatro jhana… Esta es, monjes, la felicidad del monje.

«Y, ¿qué es, monjes, la riqueza del monje? He aquí, monjes, el monje permanece impregnando un cuadrante con la mente imbuida de amor benevolente, al igual que el segundo, tercer y cuarto cuadrante [1]; tanto arriba como abajo, alrededor, por todas partes, a todo y a sí mismo. Mora impregnando el mundo entero con la mente imbuida de amor benevolente, abundante, excelso, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Además, permanece impregnando un cuadrante con la mente imbuida de compasión… de dicha altruista… de ecuanimidad, al igual que el segundo, tercer y cuarto cuadrante; tanto arriba como abajo, alrededor, por todas partes, a todo y a sí mismo. Mora impregnando el mundo entero con la mente imbuida de ecuanimidad, abundante, excelso, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Ésta es, monjes, la riqueza del monje.

«Y, ¿qué es, monjes, el poder del monje?  He aquí, monjes, el monje, a través de la destrucción de todas las contaminaciones, entra y permanece en la incomparable liberación de la mente,  la liberación mediante la sabiduría, la cual alcanza aquí y ahora por medio de su propio conocimiento y realización. Éste es, monjes, el poder del monje.

«Monjes, yo no veo otro poder alguno que sea tan fuerte y tan difícil de conquistar que el poder del Mara. Es precisamente por el cultivo de los saludables estados mentales que el mérito incrementa».

Esto es lo que dijo el Bienaventurado, y los monjes se deleitaron y regocijaron con las palabras del Bienaventurado.


NOTA:

[1] Los cuatro puntos cardinales.


FUENTES:

Walshe, M. (1995). Cakkavatti-Sihanda Sutta: The Lion’s Roar on the Turning of the Whell en The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the Digha Nikaya. Boston, EEUU: Wisdom Publications, pp. 395-405.

Cakkavattisutta en World Tipitaka Edition 


Traducción: Anton P. Baron

Edición: Anton P. Baron, Sabrina Pachón y Federico Angulo

Publicación de Bosque Theravada, 2011-2018.

 

 

DN 25 Udumbarikasihanada Sutta – Discurso con el rugido del león a los Udimbarika

Un asceta errante presume poseer el poder suficiente como para “hacer trizas al asceta Gotama” con una sola y simple pregunta. Sin embargo, finalmente, él mismo resulta derrotado y el Buda aprovecha la ocasión para ofrecer una enseñanza sobre el camino que va más allá de la auto-mortificación.

 


[Leer en pali]

[1] Esto he escuchado:

En una ocasión, el Bienaventurado estaba morando en el monte Pico de Buitre, cerca de Rajagaha. En ese tiempo, el asceta errante Nigrodha estaba en el parque de los ascetas errantes, Udimbarika, en compañía de un gran número de ascetas errantes, unos tres mil ascetas errantes en total. Entonces, una mañana temprano el hombre hogareño Sandhana llegó a Rajagaha con el fin de ver al Bienaventurado. Pero surgió en él este pensamiento: “Es todavía muy temprano como para ver al Bienaventurado, que todavía estará en su reclusión. No es apropiado ver a los monjes cuando practican la meditación en la reclusión. ¿Qué tal si voy primero al parque de Udimbarika para ver al asceta errante Nigrodha?”. E hizo así.

[2] En ese momento, el asceta errante Nigrodha estaba sentado en medio de una gran y ruidosa compañía de ascetas errantes, todos ellos charlando en voz alta, gritando y vociferando, haciendo un gran barullo, ocupados en diferentes clases de charlas frívolas, tales como los cuentos sobre los reyes, los ladrones, el estado y los ministros, los ejércitos, los peligros, la guerra, la comida y la bebida, los vestidos, las camas, las guirnaldas, los perfumes, los parientes, los carros, los pueblos, las ciudades y los poblados, los países, las mujeres, los héroes, chismes de las esquinas de las calles, charlas sobre los que ya se han ido, conversaciones sin hilo alguno, especulaciones sobre el mundo y el océano, sobre la existencia y la no-existencia.

[3]Entonces, Nigrodha visualizó al hombre hogareño Sandhana viniendo desde cierta distancia y dijo a sus seguidores: “Estad quietos, señores; no hagáis tanto ruido, señores. El hombre hogareño Sandhana, un discípulo del asceta Gotama se acerca aquí. Es uno de sus seguidores vestidos de blanco que vive en Rajagaha. Y esta buena gente aprecia la quietud, procuran estar quietos y hablan elogios sobre la quietud. Si ve que esta nuestra asamblea está quieta, a lo mejor nos visita”. Entonces los ascetas errantes guardaron silencio.

[4] Acto seguido, el hombre hogareño Sandhana se acercó al asceta errante Nigrodha e intercambió con él cordiales saludos. Cuando terminaron estas amables palabras de bienvenida y los cordiales saludos, se sentó a un lado y dijo: “Venerables señores, es diferente la manera de conducirse de los ascetas de los diferentes credos ―mientras están reunidos en asamblea― de lo que práctica el Bienaventurado: mientras ellos charlan en voz alta, gritan y vociferan, haciendo un gran barullo, ocupados en diferentes clases de charlas frívolas… el Bienaventurado busca moradas solitarias y remotas en el bosque, libres de ruido, con pocos sonidos, lugares ocultos de los ojos humanos, apropiados para la reclusión, donde sólo se escucha la brisa de los campos”.

[5] Cuando el hombre hogareño Sandhana dijo esto, le respondió el asceta errante Nigrodha: “¿Sabes tú, hombre hogareño, con quién charla el asceta Gotama? ¿Con quién conversa? ¿Mediante la conversación con quién, alcanza la lucidez de la sabiduría? La sabiduría del asceta Gotama está arruinada por culpa de esta vida solitaria. Él no conduce una asamblea, no puede sostener una conversación, está fuera del contacto. Al igual que un bisonte con un solo ojo se está yendo en círculos y siempre a la periferia, así también es el asceta Gotama. De hecho, hombre hogareño, si el asceta Gotama se acercase a esta asamblea, con una sola pregunta que pudiésemos hacerle, le haríamos trizas y él rodaría como una olla vacía”.

[6] Entonces, el Bienaventurado ―con su oído divino, que es purificado y sobrepasa el oído humano―, escuchó esta conversación entre el hombre hogareño Sandhana y el asceta errante Nigrodha, y descendiendo desde el monte Pico de Buitre al lugar donde se alimentan los pavos reales, a la orilla de Sumagadha, siguió caminando al aire libre. Y cuando Nigrodha visualizó al Bienaventurado viniendo desde cierta distancia, dijo a sus seguidores: “Estad quietos, señores; no hagáis tanto ruido, señores. El asceta Gotama se acerca aquí viniendo desde la orilla de Sumagadha. Él aprecia la quietud, procura estar quieto y habla elogios sobre la quietud. Si ve que esta nuestra asamblea está quieta, a lo mejor, nos visita. Así que cuando nos visite, le haremos esta pregunta: ‘Señor, ¿cuál es el Dhamma en el cual el Bienaventurado entrena a sus discípulos, los cuales, entrenados así, ganan el confort y lo reconocen como su principal soporte para la perfección en la vida santa?’”. Entonces los ascetas errantes guardaron silencio.

[7] Acto seguido el Bienaventurado se acercó a Nigrodha y este le dijo: “¡Que venga el Bienaventurado y sea bienvenido! Hace mucho tiempo que el Bienaventurado no viene por aquí. Tome el Bienaventurado el asiento que está preparado para él, por favor”.

Entonces, el Bienaventurado se sentó en el asiento que estaba preparado para él y Nigrodha, tomando un asiento más bajo, se sentó a un lado. Estando sentado allí, el Bienaventurado le dijo: “¿Cuál es el tema, Nigrodha, sobre el cual estabais charlando sentados aquí y qué conversación tuvisteis que he interrumpido?”.

“He aquí, Venerable Señor, visualizamos al Bienaventurado aproximándose desde cierta distancia cuando estuvo viniendo desde la orilla de Sumagadha y dijimos: ‘Si el Bienaventurado nos visita, le haremos esta pregunta: «Señor, ¿cuál es el Dhamma en el cual el Bienaventurado entrena a sus discípulos, los cuales, entrenados así, ganan el confort y lo reconocen como su principal soporte para la perfección en la vida santa?»’”.

“Es difícil para ti, Nigrodha, sosteniendo diferentes puntos de vista, teniendo diferentes inclinaciones, sujeto a diferentes influencias y siguiendo a otro maestro, entender este Dhamma en el cual entreno a mis discípulos, los cuales, entrenados así, ganan el confort y lo reconocen como su principal soporte para la perfección en la vida santa. Mejor hablemos sobre tu propio Dhamma, Nigrodha, acerca de tu extrema austeridad. ¿En qué consiste el cumplimiento y en qué, el no cumplimiento de esta auto-mortificación?”.

Entonces, los ascetas errantes hicieron una gran conmoción y un gran ruido, exclamando: “¡Maravilloso, señor! ¡Es asombroso cómo el asceta Gotama retrocede de su propio Dhamma e invita a discutir sobre el de los demás!”.

[8] Luego, silenciando a los ascetas errantes, Nigrodha dijo al Bienaventurado: “Nosotros, Venerable Señor, enseñamos la auto-mortificación y las austeridades porque las consideramos esenciales, nos adherimos a ellas. Siendo este el caso, ¿en qué puede consistir el cumplimiento y en qué el no cumplimiento de la auto-mortificación?”.

“Imagina, Nigrodha, a un asceta que va por ahí desnudo, rechazando las convenciones sociales, chupándose los dedos, sin acudir cuando se le llama ni deteniéndose cuando se le saluda. No acepta ofrendas de comida, ni la preparada especialmente para él ni las invitaciones para comer. No toma alimento que provenga directamente de una olla o sartén, ni en un umbral, ni entre leña y almireces, ni de dos que estén comiendo juntos, ni de una embarazada, ni de mujer que esté dando de mamar, ni de mujer que se amancebe con un hombre, ni de distribuciones públicas, ni de donde haya perros esperando o pululen moscas. No toma pescado ni carne, ni bebidas alcohólicas o fermentadas. Es hombre de una sola casa un solo bocado, o de dos, o de tres… o de siete casas siete bocados. Se sustenta con una ración, con dos… con siete raciones.Come una vez al día, o cada dos días, o una vez a la semana, o sigue la práctica de comer a intervalos de quince días. Se alimenta de verduras, mijo, arroz silvestre, pellejos, musgo, cáscaras de arroz, restos de arroz, harina de semillas, hierba, boñigas de vaca. Vive de raíces frutos silvestres, come frutas caídas. Se viste de arpillera, tela de estopa, mortajas, harapos, corteza de árbol, con piel de ciervo, con retazos de piel de ciervo, con tela hecha de la hierba kusa, de cortezas, de virutas, de pelo humano, de pelo animal o de plumas de lechuza. Se arranca el pelo de la cabeza de la barba, dedicándose a esta práctica. Permanece siempre de pie y se niega a sentarse. Permanece siempre en cuclillas y se dedica a estar continuamente en cuclillas. Se hace una cama de pinchos y duerme en ella. Vive dedicado a bañarse tres veces al día, una de ellas por la noche. ¿Qué opinas, Nigrodha? ¿Está realizada así la auto-mortificación o no?”.

“Ciertamente, está realizada, Venerable Señor”.

“Sin embargo, yo sostengo, Nigrodha, que esta auto-mortificación es aún defectuosa en varias maneras”.

[9] “¿De qué manera, Venerable Señor, sostiene usted que esta auto-mortificación es aún defectuosa en varias maneras?”.

“Imagina el caso, Nigrodha, de un asceta que practica la auto-mortificación y como resultado llega a estar satisfecho, alcanzando su meta. Este es el defecto, Nigrodha, del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación se exalta a sí mismo y desprecia a otros. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación, llega a embriagarse con la presunción e infatuarse, y se descuida de esta manera. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

[10] “Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación gana con esto las dádivas, la honra y la fama, y como resultado llega a estar satisfecho, alcanzando su meta. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación gana con esto las dádivas, la honra y la fama, y entonces se eleva a sí mismo y desprecia a otros. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación gana con esto las dádivas, la honra y la fama, y llega a embriagarse con la presunción e infatuarse, y se descuida de esta manera. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación llega a hacer distinción entre dos clases de comida: ‘Esto es adecuado para mí, esto no es adecuado para mí’. Entonces rechaza, deliberadamente, lo que no es adecuado para él, mientras lo que es adecuado lo come con avidez, con imprudencia, apasionada y temerariamente, sin discernir el peligro en ello ni pensar sobre las consecuencias. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación en aras de obtener ganancias, honra y fama, pensando: ‘Hasta los reyes y sus ministros nos honran, los khattiya, los brahmanes, los hombres hogareños y los maestros de diferentes credos’. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

[11] “Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación desacredita a ciertos ascetas y brahmanes, diciendo: ‘Mirad cómo vive él en abundancia, comiendo toda clase de comida. Sea que provenga de las raíces, de los tallos, de otras partes, lo que sea cortado o masticado, todo eso termina en su mandíbula; y aun así, ¡lo llaman un asceta!’. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación ve a ciertos ascetas y brahmanes que reciben honra, atención, reverencia y presentes de parte de los hombres hogareños. Y viendo eso, los desacredita, pensando: ‘Estos hombres hogareños honran, atienden, reverencian y ofrecen presentes a aquellos ascetas y brahmanes que viven en lujos, y no nos honran, atienden, reverencian ni nos ofrecen presentes a nosotros, que somos los ascetas de una vida realmente austera’. Y así, surge en ellos la envidia con respecto a esos hombres hogareños. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación ocupa lugares prominentes [en la sociedad]. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación, cuando hace su ronda en búsqueda de la comida de las limosnas, se escabulle ostentosamente entre las familias, como diciendo: ‘Mirad, esta es mi forma de renunciamiento’. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación se comporta de manera solapada. Cuando se le pregunta: ‘¿Apruebas esto?’, él, aunque no lo apruebe, responde “sí’; o, aprobándolo, responde ‘no’. De esta manera, conscientemente falta a la verdad. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

[12] “Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación, cuando el Tathagata o el discípulo del Tathagata presenta el Dhamma, de manera tal que el mismo requiere de asentimiento, no lo asiente. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación está sujeto a perder su temple y llenarse de ira… a ser rencoroso… a ser engañoso… a ser envidioso y reticente… a ser astuto y mañoso… a ser obstinado y vano… a entretenerse con malos deseos y ser cautivado por ellos… a entretenerse con incorrectos puntos de vista… a sostener opiniones extremas… a malinterpretar sus experiencias… a ser avaro y adverso al renunciamiento. Este es, Nigrodha, el [otro] defecto del que practica la auto-mortificación. ¿Qué opinas, Nigrodha? ¿Son todas esas cosas defectos de la auto-mortificación o no?”.

“Ciertamente sí, Venerable Señor, todas esas cosas son defectos de la auto-mortificación. Hasta es posible, que un asceta que practica la auto-mortificación, esté afectado incluso por todos estos defectos, y sin hablar que esté afectado por uno u otro”.

[13-15] “Ahora bien, Nigrodha, imagina a un asceta que practica la auto-mortificación pero, como resultado, no llega a estar satisfecho, alcanzando su meta. En este caso, Nigrodha, él está purificado respecto a eso.

“Además, Nigrodha, un asceta que practica la auto-mortificación, no se exalta a sí mismo ni desprecia a otros [sigue en forma paralela como los ejemplos del 9 al 12]. En este caso, Nigrodha, él está purificado respecto a eso.

“¿Qué opinas, Nigrodha? ¿Es la austeridad purificada en este caso o no?”.

“Ciertamente sí, Venerable Señor, la austeridad llega ser genuinamente pura en este caso y no impura; alcanza el tope, gana la esencia”.

“Pues no, Nigrodha, la austeridad en este caso no alcanza el tope, no gana [aún] la esencia. Solamente llega a alcanzar algunas astillas de afuera”.

[16] “Pero entonces, ¿de qué manera, Venerable Señor, la austeridad alcanza el tope y gana la esencia? Sería bueno, Venerable Señor, que el Bienaventurado hiciera que mi austeridad alcanzara el tope y ganara la esencia”.

“Toma el caso, Nigrodha, de un asceta que observa la cuádruple restricción. Y, ¿cuál es esta cuádruple restricción? He aquí, Nigrodha, un asceta no daña a los seres vivos, no causa nada que permita que un ser vivo pueda ser dañado, ni aprueba semejante daño. Además, no toma lo que no le ha sido dado, no causa nada que permita que se tome lo que a alguien no le ha sido dado ni aprueba que se tome lo que a alguien no le ha sido dado. No dice mentiras, no causa nada que permita que se digan mentiras ni aprueba que se digan mentiras. No ansía los placeres sensuales, no causa nada que permita que se ansíen los placeres sensuales ni aprueba que se ansíen los placeres sensuales. De esta manera, Nigrodha, un asceta observa la cuádruple restricción. Y a través de esta restricción, mediante esta austeridad que hace, avanza hacia adelante y no da vuelta atrás a las cosas inferiores.

“Entonces, Nigrodha, busca una morada solitaria —en el bosque, al pie de un árbol, en la cañada o cueva de una montaña, en el cementerio, en el montículo de paja o al aire libre—. Entonces, habiendo retornado de su ronda en búsqueda de la comida de las limosnas, después de haberse alimentado, se sienta con las piernas cruzadas, con su espalda recta, establece su atención consciente enfrente.

“Abandonado el anhelo por el mundo, mora libre de este anhelo y purifica su mente del anhelo por el mundo. Abandonando la animadversión, mora libre del odio, benevolente y compasivo hacia todos los seres vivos, buscando su bienestar, purifica su mente de la animadversión. Abandonando la pereza y la somnolencia, mora libre de ellas; mediante la percepción del signo de la luz, consciente y con clara comprensión, purifica su mente de la pereza y la somnolencia. Abandonando la preocupación y el remordimiento, mora libre de ellos; con su mente calmada interiormente, la purifica de la preocupación y el remordimiento. Abandonando la duda, mora como alguien que está más allá de la perplejidad, sin la incertidumbre con respecto a lo que es beneficioso, y purifica su mente de la duda.

[17] “Habiendo abandonado así estos cinco impedimentos que debilitan la visión y contaminan la mente, permanece impregnando un cuadrante con la mente imbuida de amor benevolente. De la misma forma, el segundo, tercero y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, permanece impregnando el mundo entero con la mente imbuida de amor benevolente; [mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Además, permanece impregnando un cuadrante con la mente imbuida de compasión… con la mente imbuida del gozo altruista… con la mente imbuida de ecuanimidad. De la misma forma, el segundo, tercero y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, permanece impregnando el mundo entero con la mente imbuida de ecuanimidad; [mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión.

¿Qué opinas, Nigrodha? ¿Es la austeridad purificada en este caso o no?”.

“Ciertamente sí, Venerable Señor, la austeridad llega ser genuinamente pura en este caso y no impura; alcanza el tope, gana la esencia”.

“Pues no, Nigrodha, la austeridad en este caso no alcanza el tope, no gana [aún] la esencia. Solamente llega a alcanzar algunas astillas de afuera”.

[18] “Pero entonces, ¿de qué manera, Venerable Señor, la austeridad alcanza el tope y gana la esencia? Sería bueno, Venerable Señor, que el Bienaventurado hiciera que mi austeridad alcanzara el tope y ganara la esencia”.

“Toma el caso, Nigrodha, de un asceta que observa la cuádruple restricción. Un asceta no daña a los seres vivos… [sigue igual que en los versos 16 y 17]… [mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Y entonces recuerda sus múltiples moradas pasadas, esto es, un nacimiento, dos nacimientos, cinco nacimientos, diez nacimientos, cincuenta nacimientos, cien nacimientos, mil nacimientos, cien mil nacimientos, muchos eones de contracción cósmica, muchos eones de expansión cósmica, muchos eones de contracción y expansión cósmica así: ‘Allí tuve tal nombre, pertenecí a tal clan, tuve tal apariencia. Tal fue mi alimento, tal mi experiencia de placer y dolor, tal el final de mi vida. Muriendo en este estado, renací allá. Ahí también tuve tal nombre, pertenecí a tal clan, tuve tal apariencia. Tal fue mi alimento, tal mi experiencia de placer y dolor, tal el final de mi vida. Muriendo en ese estado, renací aquí’. Así conoce sus múltiples moradas pasadas en con sus aspectos y detalles.

“¿Qué opinas, Nigrodha? ¿Es la austeridad purificada en este caso o no?”.

“Ciertamente sí, Venerable Señor, la austeridad llega ser genuinamente pura en este caso y no impura; alcanza el tope, gana la esencia”.

“Pues no, Nigrodha, la austeridad en este caso no alcanza el tope, no gana [aún] la esencia. Solamente llega a alcanzar algunas astillas de afuera”.

[19] “Pero entonces, ¿de qué manera, Venerable Señor, la austeridad alcanza el tope y gana la esencia? Sería bueno, Venerable Señor, que el Bienaventurado hiciera que mi austeridad alcanzara el tope y ganara la esencia”.

“Toma el caso, Nigrodha, de un asceta que observa la cuádruple restricción. Un asceta no daña a los seres vivos… [sigue igual que en los versos 16 y 17]… Entonces ve —por medio del ojo divino, purificado y que supera al humano— a los seres falleciendo y renaciendo, inferiores y superiores, hermosos y feos, afortunados y desafortunados según su kamma así: ‘Estos seres —involucrados con la mala conducta de cuerpo, palabra y mente, que injuriaron a los Nobles, que mantuvieron opiniones erróneas y realizaron acciones bajo la influencia de las opiniones erróneas— con la descomposición del cuerpo, tras la muerte, han renacido en el plano de la privación, en el destino malo, en los reinos inferiores, en el infierno. Pero estos seres —dotados de buena conducta de cuerpo, palabra y mente, que no injuriaron a los Nobles, que mantuvieron opiniones correctas y realizaron acciones bajo la influencia de las opiniones correctas— con la descomposición del cuerpo, tras la muerte, han reaparecido en los destinos buenos, en mundo celestial’. Así —por medio del ojo divino, purificado y que supera al humano—, ve seres falleciendo y reapareciendo, inferiores y superiores, hermosos y feos, afortunados y desafortunados según su kamma.

“¿Qué opinas, Nigrodha? ¿Es la austeridad purificada en este caso o no?”.

“Ciertamente sí, Venerable Señor, la austeridad llega ser genuinamente pura en este caso y no impura; alcanza el tope, gana la esencia”.

“Ciertamente sí, Nigrodha, aquella austeridad llega ser genuinamente pura y alcanza el tope, gana la esencia. Y cuando tú me preguntaste, Nigrodha, ‘señor, ¿cuál es el Dhamma, en el cual el Bienaventurado entrena a sus discípulos, los cuales, entrenados así, ganan el confort y lo reconocen como su principal soporte para la perfección en la vida santa?’, yo respondo que el Dhamma en el cual entreno a mis discípulos es algo de un alcance aún mayor y es algo más excelso”.

Entonces, los ascetas errantes hicieron una gran conmoción y un gran ruido, exclamando: “¡Nosotros y nuestros maestros estamos arruinados! ¡No conocemos nada más que vaya más allá de nuestras enseñanzas!”.

[20] Y cuando el hombre hogareño Sandhana se dio cuenta de esto: “Ciertamente estos ascetas errantes, por más que sostienen otros puntos de vista, escucharon y atendieron las palabras del Bienaventurado, e inclinaron su mente a la sabiduría superior”, dijo al asceta errante Nigrodha esto: “Venerable señor, usted me dijo: ‘¿Sabes tú, hombre hogareño, con quién charla el asceta Gotama? ¿Con quién conversa? ¿Mediante la conversación con quién, alcanza la lucidez de la sabiduría? La sabiduría del asceta Gotama está arruinada por culpa de esta vida solitaria. Él no conduce una asamblea, no puede sostener una conversación, está fuera del contacto. Al igual que un bisonte con un solo ojo se está yendo en círculos y siempre a la periferia, así también es el asceta Gotama. De hecho, hombre hogareño, si el asceta Gotama se acercase a esta asamblea, con una sola pregunta que pudiésemos hacerle, le haríamos trizas y él rodaría como una olla vacía’. Ahora pues, el Bienaventurado, el Arahant Plenamente Iluminado ha llegado junto a nosotros: muéstrale de qué manera él es un bisonte con un solo ojo que se está yendo en círculos y siempre a la periferia; muéstrale cómo, con una sola pregunta, le haces trizas de tal manera que ruede como una olla vacía”.

Cuando se dijo esto, el asceta errante Nigrodha se quedo callado y anonadado; bajó la cabeza, sintiéndose abatido y desconcertado.

[21] Viendo el estado en que se encontraba, el Bienaventurado le dijo: “¿Es eso cierto, Nigrodha, que dijiste semejantes cosas?”.

“Es cierto, Venerable Señor, yo dije aquello tonta, errónea y estúpidamente”.

“¿Qué opinas de esto, Nigrodha? ¿Escuchaste alguna vez que los ascetas errantes, aquellos que son venerables, ancianos, maestros de los maestros dijeran: ‘Aquellos que en el pasado fueron los Arahants, Budas plenamente Iluminados, cuando estaban sentados en medio de la asamblea, charlaban en voz alta, gritaban y vociferaban, haciendo un gran barullo, ocupados en diferentes clases de charlas frívolas, tales como los cuentos sobre los reyes, los ladrones, el estado y los ministros, los ejércitos, los peligros, la guerra, la comida y la bebida, los vestidos, las camas, las guirnaldas, los perfumes, los parientes, los carros, los pueblos, las ciudades y los poblados, los países, las mujeres, los héroes, chismes de las esquinas de las calles, charlas sobre los que ya se han ido, conversaciones sin hilo alguno, especulaciones sobre el mundo y el océano, sobre la existencia y la no-existencia’? ¿Lo dices tú y lo dicen tus maestros? O más bien, ¿escuchaste que dicen esto: ‘Aquellos Bienaventurados Señores buscaban moradas solitarias y remotas en el bosque, libres de ruido, con pocos sonidos, lugares ocultos de los ojos humanos, apropiados para la reclusión, donde sólo se escucha la brisa de los campos’, al igual que lo hago yo ahora?”.

“Yo escuché, Venerable Señor, que los ascetas errantes, aquellos que son venerables, ancianos, maestros de los maestros dijeron: ‘Aquellos que en el pasado fueron Arahants, Budas plenamente Iluminados, cuando estaban sentados en medio de la asamblea, no charlaban en voz alta, no gritaban ni vociferaban…, más bien, buscaban moradas solitarias y remotas en el bosque, libres de ruido, con pocos sonidos, lugares ocultos de los ojos humanos, apropiados para la reclusión, donde sólo se escucha la brisa de los campos’, al igual que el Bienaventurado lo hace ahora”.

“Siendo inteligente y avanzado en la edad, ¿no se te ocurrió, Nigrodha, esto: ‘El Bienaventurado es un Iluminado y enseña el Dhamma de la Iluminación; el Bienaventurado es auto-restringido y enseña el Dhamma de la auto-restricción; el Bienaventurado está en calma y enseña el Dhamma de la calma; el Bienaventurado ha ido más allá y enseña el Dhamma del más allá; el Bienaventurado alcanzó el Nibbana y enseña el Dhamma del Nibbana’?”.

[22] Cuando se dijo esto, el asceta errante Nigrodha dijo al Bienaventurado: “Una transgresión ha venido sobre mí, Venerable Señor. Tonto, ciego y malvado como fui, dije estas cosas sobre el Bienaventurado. Que el Bienaventurado acepte mi confesión de esta ofensa y mi promesa de restringirme en esto en el futuro”.

“Ciertamente, Nigrodha, la transgresión ha venido sobre ti. Tonto, ciego y malvado como fuiste, dijiste estas cosas sobre mí. Sin embargo, puesto que has reconocido esto como una ofensa, la confesaste como tal, nosotros aceptamos tu confesión. Por cuanto, Nigrodha, es una costumbre en esta Disciplina de los Nobles, reconocer la ofensa, confesarla y restringirse de ella en el futuro.

“Sin embargo, Nigrodha, te diré esto: que el hombre inteligente, que es sincero, honesto y recto, venga a mí y yo le enseñaré el Dhamma. Y luego, si practica conforme, dentro de siete años, aquí y ahora, va a descubrir por sí mismo y a permanecer en ella, en la insuperable meta de la vida santa, en aras de la cual un hombre de clan rectamente abandona la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar.

“Por no hablar de siete años, Nigrodha: que el hombre inteligente, que es sincero, honesto y recto, venga a mí y yo le enseñaré el Dhamma. Y luego, si practica conforme, dentro de seis años… cinco años… cuatro años… tres años… un año… siete meses… seis meses… cinco meses… cuatro meses… tres meses… dos meses… un mes… medio mes… dentro de siete días, aquí y ahora, va a descubrir por sí mismo y a permanecer en ella, en la insuperable meta de la vida santa, en aras de la cual un hombre de clan rectamente abandona la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar.

[23] “Tal vez, Nigrodha, tu pienses: ‘El asceta Gotama dijo esto con el deseo de ganarse esta orden de discípulos’, pero no deberías considerarlo de este modo; deja que quien es tu maestro lo siga siendo. O tal vez pienses: ‘El asceta Gotama dijo esto con el deseo de que dejemos nuestras reglas’, pero no deberías considerarlo de este modo; deja que lo que son tus reglas lo sigan siendo. O tal vez pienses: ‘El asceta Gotama dijo esto con el deseo de que dejemos nuestro modo de vida’, pero no deberías considerarlo de este modo; deja que lo que es tu modo de vida lo siga siendo. O tal vez pienses: ‘El asceta Gotama dijo esto con el deseo de convencernos de que estamos equivocados cuando consideramos algunas cosas como incorrectas’, pero no deberías considerarlo de este modo; deja que lo que consideras incorrecto, siga siendo incorrecto para ti. O tal vez pienses: ‘El asceta Gotama dijo esto con el deseo de convencernos de que estamos equivocados cuando consideramos algunas cosas como rectas’, pero no deberías considerarlo de este modo; deja que lo que consideras recto siga siendo recto para ti. Por eso, Nigrodha, nada de lo que dije, lo hice para ganarme esta orden de discípulos, ni para que dejes tus reglas ni tu modo de vida, para que dejes de considerar lo que crees incorrecto o recto.

“He aquí, Nigrodha, hay estados perjudiciales que no han sido abandonados aún, las contaminaciones que conducen a nuevos nacimientos que traen insatisfacción, producen resultados dolorosos y conducen al renacimiento, la vejez y la muerte. Es en aras de abandonar estas cosas que yo enseño el Dhamma. Si practicas conforme, estas contaminaciones serán abandonadas, y los estados beneficiosos se van a desarrollar y florecer, y tú, Nigrodha, descubrirás y morarás, ya en esta presente vida, en la inmaculada y perfecta sabiduría”.

[24] Cuando se dijo esto, los ascetas errantes quedaron callados y anonadados; con los hombros caídos y las cabezas agachadas, estaban sentados allí abatidos y desconcertados, porque sus mentes estaban poseídas por el Mara.

Entonces el Bienaventurado dijo: “A ninguno de esos hombres tontos, poseídos por el Malvado, se les ocurre pensar: ‘Vengan y sigamos ahora la vida santa proclamada por el asceta Gotama: ¡tal vez lo alcancemos en siete días!’”.

Acto seguido, el Bienaventurado, habiendo rugido el rugido del león en el parque de los ascetas errantes Udimbarika, se levantó de su asiento y se fue por el aire de retorno al monte Pico de Buitre, mientras que el hombre hogareño Sandhana retornó a Rajagaha.  

 


FUENTES:

Rhys Davids (1899). To Payasi: Rebirth and Karma en Dialogues of the Buddha, vol. IIRecuperado de https://suttacentral.net/en/dn23

Walshe, M. (1995). Udumbarika-Sihanada-Sutta: The Great Lion’s Roar to the Udumbarikas. Debate with Sceptic en The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the Digha Nikaya, pp. 385-320.

Udumbarikasuttam en World Tipitaka Edition


Traducción: Anton P. Baron

Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2015-2017. 

 

DN 24 Pathika Sutta – Discurso con Pathika

El Buda tiene un discípulo extraordinariamente tonto, de nombre Sunakkhatta, que finalmente lo abandona y se deja impresionar por un charlatán que hace de asceta desnudo y se llama Pathikaputta. Éste, pretende desafiar al Buda en una competición de milagros. El Buda lo espera, pero profetiza que Pathikaputta ni siquiera estará en condiciones de levantarse de su asiento para encontrarse con él, lo que realmente ocurre.

 


[Leer en pali]

[1.1] Esto he escuchado:

En una ocasión, el Bienaventurado estaba morando entre los malla, en una de sus ciudades de nombre Anupiya. Estando allí, una mañana temprano, el Bienaventurado se vistió, tomó su cuenco y hábito amarillo para entrar a Anupiya, en busca de la comida de las limosnas. Entonces, le surgió este pensamiento: “Es demasiado temprano todavía para entrar a Anupiya en busca de la comida de las limosnas. ¿Qué tal si visito antes el lugar donde moran los ascetas errantes [que practican] bajo Bhaggavagotta?”. Acto seguido, hizo esto.

[1.2] Entonces el asceta errante Bhaggavagotta dijo: “¡Que venga el Bienaventurado, sea bienvenido, Venerable Señor! Hace mucho tiempo desde que el Bienaventurado vino aquí. Tome asiento, Venerable Señor, en el asiento que está preparado para él”.

Entonces, el Bienaventurado se sentó en el asiento que estaba preparado para él, mientras que Bhaggavagotta tomó un asiento más bajo, se sentó a un lado y dijo: “Hace unos días, Venerable Señor, el licchavi Sunakkhatta se acercó a mí y me dijo: ‘He dejado al Bienaventurado, Venerable Bhaggava, no estoy más sujeto a sus reglas’. ¿Es esto cierto, Venerable Señor?”.

“Sí, es cierto, Bhaggava.

[1.3] “Hace unos día, Bhaggava, el licchavi Sunakkhatta se acercó a mí, me saludó, se sentó a un lado y me dijo: ‘Venerable Señor, estoy dejando al Bienaventurado, no estaré más sujeto a sus reglas’. Entonces le dije:

“’Pero, Sunakkhatta, ¿alguna vez te dije: «Bien, Sunakkhatta, ven y estate sujeto a mis reglas»?’. — ‘No, Venerable Señor’. — ‘O acaso tú, ¿alguna vez me dijiste: «Venerable Señor, voy a estar sujeto a sus reglas»?’. — ‘No, Venerable Señor’. — ‘Entonces, Sunakkhatta, puesto que ni yo te dije aquello ni tú me dijiste esto, ¿quién eres tú y quién soy yo, hombre tonto, para decirme que me estás dejando? Considera, hombre tonto, lo grande que es tu falta’.

[1.4] “’Bien, Venerable Señor, lo que pasa es que usted no realiza milagro alguno que sobrepase el poder de una persona común y corriente’. — ‘Pero, ¿alguna vez te dije: «—Ven, estate sujeto a mis reglas y voy a hacer milagros?’. — ‘No, Venerable Señor’. —‘O acaso tú, ¿alguna vez me dijiste: «Venerable Señor, voy a estar sujeto a sus reglas si es que realiza milagros»?’. — ‘No, Venerable Señor’. — ‘Entonces, Sunakkhatta, puesto que ni yo te di semejante promesa ni tú me pusiste semejante condición, ¿quién eres tú, hombre tonto, para decirme que me estás dejando?’.

“’¿Qué opinas, Sunakkhatta? Sea que los milagros se realicen o no, ¿es el propósito de mi Dhamma conducir a cualquiera que lo practique a la completa destrucción de la insatisfacción?’. — ‘Este es el propósito, Venerable Señor’. ‘Entonces, puesto que el propósito de mi Dhamma es conducir a cualquiera que lo practique a la completa destrucción de la insatisfacción, sea que los milagros se realicen o no, ¿qué propósito tendría realizar los milagros? Considera, hombre tonto, lo grande que es tu falta’.

[1.5] “’Bien, Venerable Señor, pero lo que pasa es que usted no enseña sobre el primer comienzo de todas las cosas’. — ‘Pero, ¿alguna vez te dije: «Ven, estate sujeto a mis reglas y voy a enseñarte sobre el primer comienzo de todas las cosas?’ — ‘No, Venerable Señor’. — ‘O acaso tú, ¿alguna vez me dijiste: «Venerable Señor, voy a estar sujeto a sus reglas si me enseña sobre el primer comienzo de todas las cosas»?’. — ‘No, Venerable Señor’. — ‘Entonces, Sunakkhatta, puesto que ni yo te di semejante promesa ni tú me pusiste semejante condición, ¿quién eres tú, hombre tonto, para decirme que me estés dejando?’.

[1.6] “’Sunakkhatta, de muchas maneras has hablado alabanzas de mí entre los vajjianes de esta manera: «El Bienaventurado es un Arahant perfectamente iluminado, consumado en el conocimiento verdadero y la conducta, afortunado, conocedor del mundo, insuperable preparador de personas que han de ser amansadas, maestro de los devas y seres humanos, un Iluminado, un Bendito». También, de muchas maneras has hablado alabanzas entre los vajjianes del Dhamma de esta manera: «El Dhamma está bien expuesto por el Bienaventurado, es directamente visible, inmediato e invita a uno a venir, es aplicable y personalmente experimentable por el sabio». También, de muchas maneras has hablado alabanzas del Sangha de los monjes entre los vajjianes de esta manera: «El Sangha de los discípulos del Bienaventurado practica de buena manera, practica de manera recta, practica de manera verdadera, practica de manera apropiada; es decir, los cuatro pares de personas, las ocho clases de individuos; este Sangha de los discípulos del Bienaventurado es digno de recibir ofrendas, digno de hospitalidad, digno de donativos, digno de reverenciales saludos y es un inigualable campo de méritos para el mundo».

“’De estas muchas maneras, Sunakkhatta, has hablado alabanzas de mí, del Dhamma y el Sangha entre los vajjianes, pero yo declaro de ti que habrá aquellos que dirán de ti: «El licchavi Sunakkhatta no fue capaz de mantener la vida santa bajo el asceta Gotama, abandonó el entrenamiento y regresó a la vida ordinaria»’. Entonces, Bhaggava, al escuchar mis palabras, Sunakkhatta dejó este Dhamma y Disciplina como alguien que se condena a sí mismo al infierno.

[1.7] “Una vez, Bhaggava, estuve morando entre los khulus, en una de sus ciudades de nombre Uttaraka. Un día me vestí por la mañana temprano, tomé mi cuenco y hábito exterior, y entré a Uttaraka con mi asistente Sunakkhatta en búsqueda de la comida de las limosnas. Entonces, el asceta desnudo Korakkhattiya, el ‘hombre perro’, se comportaba como un perro, caminando con las cuatro extremidades, acostándose en el suelo, tomando y comiendo solamente con su boca. Cuando Sunakkhatta lo vio, pensó así: ‘Qué admirable es este hombre, realmente este es un verdadero Arahant, que camina con las cuatro extremidades, se acuesta en el suelo, tomando y comiendo solamente con su boca’. Entonces yo, conociendo su pensamiento con mi propia mente, le dije:

“‘¡Qué hombre tonto eres! ¿Pretendes aún llamarte el seguidor de los sakias?’.

“‘¿Qué significa esta pregunta, Venerable Señor?’.

“’¿Acaso no pensaste, Sunakkhatta, cuando viste a aquel asceta desnudo Korakkhattiya, caminando con las cuatro extremidades, acostándose en el suelo, tomando y comiendo solamente con su boca: «Qué admirable es este hombre, realmente este es un verdadero Arahant»?’.

“’Sí, Venerable Señor, lo pensé. Pero, ¿acaso el Bienaventurado envidia el arahantado de otros?’.

“’¡No estoy envidiando el arahantado de otros, hombre tonto! Es sólo porque en ti surgió este pernicioso punto de vista. Abandónalo porque esto será para ti de dolor e infelicidad por mucho tiempo. Este asceta desnudo Korakkhattiya, a quien consideras un Arahant, va a morir en siete días de una indigestión y, cuando muera, reaparecerá entre los asuras kalakanjas, que es el más bajo estado de los asuras. Y una vez muerto, será echado al montículo de la hierba birana en el cementerio. Si quieres, puedes preguntarle si conoce su destino y a ver si te responde: «Sí, conozco mi destino, amigo Sunakkhatta, he aquí existen esos asuras kalakanjas, que es el estado más bajo de los asuras, ahí voy a renacer»’.

[1.8] “Entonces, Bhaggava, el licchavi Sunakkhatta se acercó al asceta desnudo Korakkhattiya y el dijo: ‘Amigo Korakkhattiya, he aquí el asceta Gotama dijo… [repite la predicción del Buda, agregando:] Por eso, amigo Korakkhattiya, ten mucho cuidado con lo que vas a comer o beber, porque las palabras del asceta Gotama apuntan a un mal’.

“’Pero Sunakkhatta no creyó en las palabras del Tathagata y contaba los siete días uno tras otro; pero sin embargo, en el séptimo día Korakkhattiya murió de una indigestión y, cuando murió, reapareció entre los asuras kalakanjas, que es el más bajo estado de los asuras. Y una vez muerto, fue echado al montículo de la hierba birana en el cementerio.

[1.9] “Y cuando Sunakkhatta lo escuchó, Bhaggava, fue al cementerio donde yacía el cuerpo de Korakkhattiya y lo golpeó tres veces con su mano, diciendo: ‘Amigo Korakkhattiya, ¿conoces ahora cuál ha sido tu destino?’. Entonces Korakkhattiya, frotándose su espalda con la mano, se sentó y dijo: ‘Sí, conozco, amigo Sunakkhatta, cuál es mi destino. He renacido entre los asuras kalakanja, el más bajo estado de los asuras’. Y diciendo esto, cayó de vuelta hacia atrás.

[1.10] “Acto seguido, Bhaggava, el licchavi Sunakkhatta se acercó a mí, me rindió homenaje y se sentó a un lado. Cuando estaba sentado allí, le dije: ‘¿Qué me dices, Sunakkhatta? ¿Ocurrió con el asceta desnudo Korakkhattiya lo que declaré de él o no?’.

“’Ocurrió lo que el Bienaventurado declaró de él’.

“’Y, ¿ qué opinas, Sunakkhata? Siendo así, ¿se produjo un milagro que va más allá del poder de una persona común y corriente?’.

“’Ciertamente, siendo así, se produjo un milagro que va más allá del poder de una persona común y corriente’.

“’Entonces, aún así, hombre tonto, después de haber realizado semejante milagro, ¡seguirás diciendo que no realizo milagro alguno que va más allá del poder de alguien común y corriente! Considera, hombre tonto, lo grande que es tu falta’. Entonces, Bhaggava, al escuchar mis palabras, Sunakkhatta dejó este Dhamma y Disciplina como alguien que se condena a sí mismo al infierno.

[1.11] “Una vez, Bhaggava, estuve morando en el salón con el techo de dos aguas, en el Gran Bosque, cerca de Vesali. En aquel tiempo vivía en Vesali un asceta desnudo, de nombre Kandaramasuka, que tenía muchas ganancias y una gran fama en la capital de los vajjianes. Él se sometía a las siete reglas de la práctica: ‘Mientras viva, seré un asceta desnudo y no voy a ponerme ropa alguna; mientras viva, seré devoto a la castidad y me abstendré de las relaciones sexuales; mientras viva, subsistiré mediante bebidas fuertes y la carne; mientras viva, no comeré arroz hervido ni leche cuajada; mientras viva, nunca cruzaré más allá del santuario de Udena, al este de Vesali, el santuario Gotamaka al sur, el santuario Sattamba al oeste y el santuario Bahaputta al norte’. Fue mediante el cumplimiento de estos siete votos, que tuvo muchas ganancias y mucha fama en la capital de los vajjianes.

[1.12] “Entonces, Bhaggava, el licchavi Sunakkhatta se fue junto a Kandaramasuka y le preguntó sobre este asunto. Pero Kandaramasuka no sólo no le respondió, sino que se mostró ofuscado, disgustado e irascible. Pero Sunakkhatta pensó: ‘He causado una ofensa a un verdadero asceta-Arahant; que no ocurra nada malo ni desafortunado para nosotros por eso’.

[1.13] “Acto seguido, Bhaggava, el licchavi Sunakkhatta se acercó a mí, me rindió homenaje y se sentó a un lado. Cuando estaba sentado allí, le dije: ‘¡Qué hombre tonto eres! ¿Pretendes llamarte aún el seguidor de los sakia?’.

“‘¿Qué significa esta pregunta, Venerable Señor?’.

“’¿Acaso no fuiste junto a Kandaramasuka… que se mostró ofuscado, disgustado e irascible y pensaste: «He causado una ofensa a un verdadero asceta-Arahant; que no ocurra nada malo ni desafortunado para nosotros por eso»?’.

“’Sí, Venerable Señor, así fue. Pero, ¿acaso el Bienaventurado envidia el arahantado de otros?’.

“’¡No estoy envidiando el arahantado de otros, hombre tonto! Es sólo porque en ti surgió este pernicioso punto de vista. Abandónalo porque esto será para ti de dolor e infelicidad por mucho tiempo. Este asceta desnudo Kandaramasuka, a quien consideras un Arahant, en poco tiempo estará vestido y casado, alimentándose del arroz hervido y leche cuajada. Se irá más allá de los límites de los santuarios de Vesali, y su fama y reputación se van a terminar por completo’.

“Y, efectivamente, no mucho tiempo después aquel asceta desnudo se vistió y se casó, se alimentaba de arroz hervido y leche cuajada. También iba más allá de los límites de los santuarios de Vesali, y su fama y reputación terminaron por completo.

[1.14] “Y cuando escuchó lo que pasó, Bhaggava, el licchavi Sunakkhatta se acercó a mí, me rindió homenaje y se sentó a un lado. Cuando estaba sentado allí, le dije: ‘¿Qué me dices, Sunakkhatta? ¿Ocurrió con el asceta desnudo Kandaramasuka lo que declaré de él o no?’.

“’Ocurrió lo que el Bienaventurado declaró de él’.

“’Y, ¿qué opinas, Sunakkhata? Siendo así, ¿se produjo un milagro que va más allá del poder de una persona común y corriente?’.

“’Ciertamente, siendo así, se produjo un milagro que va más allá del poder de una persona común y corriente’.

“’Entonces, aún así, hombre tonto, después de haber realizado semejante milagro, ¡seguirás diciendo que no realizo milagro alguno que va más allá del poder de alguien común y corriente! Considera, hombre tonto, lo grande que es tu falta’. Entonces, Bhaggava, al escuchar mis palabras, Sunakkhatta dejó este Dhamma y Disciplina como alguien que se condena a sí mismo al infierno.

[1.15] “Una vez, Bhaggava, estuve morando en el salón con el techo de dos aguas, en el Gran Bosque, cerca de Vesali. En ese tiempo vivía en Vesali un asceta desnudo, de nombre Pathikaputta, que tuvo muchas ganancias y una gran fama en la capital de los vajjianes. Entonces, él hizo esta declaración en medio de la asamblea en Vesali: ‘El asceta Gotama dice ser un hombre de gran conocimiento y yo proclamo lo mismo. Es correcto que el hombre de gran conocimiento lo demuestre haciendo milagros. Si el asceta Gotama viene a mi encuentro a la mitad del camino, yo haré lo propio. Entonces ambos podremos hacer milagros: si el asceta Gotama hace un milagro, yo haré dos; si el asceta Gotama hace dos milagros, yo haré cuatro; si el asceta Gotama hace cuatro milagros, yo haré ocho. Cualquier cantidad de milagros que haga el asceta Gotama, yo haré el doble’.

[1.16] “Entonces, Bhaggava, el licchavi Sunakkhatta se acercó a mí, me rindió homenaje y me reportó lo sucedido con el asceta desnudo Pathikaputta. Entonces le respondí: ‘El asceta desnudo Pathikaputta no es capaz de encontrarse conmigo, cara a cara, sin que renuncie a estas palabras, abandone este pensamiento y deje este punto de vista. Y si piensa de otra forma, su cabeza explotará en pedazos’.

[1.17] “’Venerable Señor, que el Bienaventurado tenga cuidado con lo que dice. Tenga cuidado, Venerable Señor, con lo que dice’.

“’¿Qué quieres decirme con eso, Sunakkhatta?’.

“’Qué el Bienaventurado tenga cuidado con lo que dice, que el Bendito tenga cuidado con lo que dice. Es que el Bienaventurado podría decir algo de una manera absoluta sobre lo que le sucedería a Pathikaputta y a él, sin embargo, podría sucederle otra cosa y falsaría de este modo las palabras del Bienaventurado’.

[1.18] “’Pero entonces, Sunakkhatta, ¿crees que el Tathagata podría tener una forma de hablar tan ambigua? ¿Podría alguien alterar su forma de tal manera que hiciera las palabras del Tathagata falsas?’.

“’Venerable Señor, ¿conoce el Bienaventurado la suerte de Pathikaputta con su propia mente o algún deva se lo ha revelado?’.

“’Sunakkhatta, yo lo conozco con mi propia mente, pero también me lo ha revelado un deva. Fue de parte de Ajita, el general de los licchavis, quien murió el otro día y renació en el cielo de los Treinta y Tres Dioses. Él llegó junto a mí y me dijo: ‘Venerable Señor, el asceta desnudo Pathikaputta es un impúdico mentiroso. Él declaró esto de mí en la capital de los vajjianes: ‘El general de los licchavis, Ajita, renació en el Gran Infierno. Pero yo no renací allí, Venerable Señor, renací en el cielo de los Treinta y Tres Dioses. El asceta desnudo Pathikaputta es un impúdico mentiroso. No es capaz de encontrarse con el asceta Gotama, cara a cara, sin que renuncie a estas palabras, abandone este pensamiento y deje este punto de vista. Y si piensa de otra forma, su cabeza explotará en pedazos’. De esta manera, Sunakkhatta, yo conozco esto con mi propia mente, pero también me lo ha revelado un deva: que el asceta desnudo Pathikaputta no es capaz de encontrarse conmigo, cara a cara, sin que renuncie a estas palabras, abandone este pensamiento y deje este punto de vista. Y si piensa de otra forma, su cabeza explotará en pedazos.

“’Ahora, Sunakkhatta, cuando me vaya a Vesali para buscar la comida de las limosnas, y después de volver y almorzar, iré al parque de Pathikaputta: entonces dile lo que mejor te parezca’.

[1.19] “Acto seguido, Bhaggava, me vestí por la mañana temprano, tomé mi cuenco y hábito exterior, y entré a Vesali en búsqueda de la comida de las limosnas. Y cuando retorné de esta mi habitual ronda en busca de la comida de las limosnas, almorcé y fui al parque de Pathikaputta, para pasar allí el tiempo de la siesta. Mientras tanto, el licchavi Sunakkhatta se apresuró a entrar a Vesali y visitar a todos los licchavi más distinguidos para decirles: ‘Amigos, el Bienaventurado ha entrado a Vesali en busca de la comida de las limosnas y luego de retornar de esta habitual ronda y almorzar, se fue al parque de Pathikaputta para pasar allí el tiempo de la siesta. ¡Venid pues también, amigos, que estos dos grandes ascetas van a hacer allí [una competencia de] milagros!’. Luego fue a visitar a otros eminentes y ricos brahmanes y hombres hogareños, y a aquellos que se volvieron ascetas y brahmanes de diferentes credos, y les dijo lo mismo. De modo que ellos también pensaron eso: ‘Los dos grandes ascetas van a hacer [una competencia de] milagros: vayamos a verlo’.

“Acto seguido, todos estos distinguidos licchavis y ricos brahmanes, los hombres hogareños y aquellos que se volvieron ascetas y brahmanes de diferentes credos, fueron al parque de Pathikaputta, de manera que se reunieron allí cientos de miles de personas.

[1.20] “Entonces, Bhaggava, Pathikaputta escuchó que todas estas personas irían a su parque y hasta el mismo asceta Gotama lo haría durante la siesta, y al escucharlo se llenó de miedo y temor, y sus cabellos se pusieron de punta. Y así, atemorizado y con miedo, salió hacia la morada de Tinduka, al parque de los ascetas errantes. Y cuando aquella asamblea escuchó que Pathikaputta se fue allí, instruyeron a cierto hombre para que fuera detrás de él y le dijera: ‘Preséntate aquí, Pathikaputta: todos los distinguidos licchavis y ricos brahmanes, los hombres hogareños y aquellos que se volvieron ascetas y brahmanes de diferentes credos, fueron a tu parque Pathikaputta, y hasta el mismo asceta Gotama llegó allí para pasar el tiempo de la siesta. Es que tú, amigo Pathikaputta, has declarado esto en medio de la asamblea en Vesali: «El asceta Gotama dice ser un hombre con gran conocimiento y yo proclamo lo mismo. Es correcto que el hombre de gran conocimiento lo demuestre haciendo milagros. Si el asceta Gotama viniese a mi encuentro a la mitad del camino, yo haré lo propio. Entonces, ambos podremos hacer milagros: si el asceta Gotama hace un milagro, yo haré dos; si el asceta Gotama hace dos milagros, yo haré cuatro; si el asceta Gotama hace cuatro milagros, yo haré ocho. Cualquier cantidad de milagros que haga el asceta Gotama, yo haré el doble». Haz ahora la mitad del camino que dijiste que harías, pues el asceta Gotama ya hizo su mitad y está sentado en tu parque para pasar allí el tiempo de la siesta’.

[1.21] “’Sí, señores’, respondió aquel hombre, Bhaggava, y fue a la morada de Tinduka, en el parque de los ascetas errantes, encontró al asceta desnudo Pathikaputta y le entregó el mensaje. Al escucharlo, Pathikaputta respondió: ‘Ya voy, ya voy’, retorciéndose en la silla de un lado a otro, pero sin poder levantarse de su asiento. Entonces aquel hombre le dijo: ‘¿Qué pasó, amigo Pathikaputta? ¿Tu trasero se ha pegado al asiento o el asiento se ha pegado a tu trasero? Dijiste: «Ya voy, ya voy», pero no haces más que retorcerte en la silla de un lado a otro’. Pero aún con todo lo que dijo aquel hombre, el asceta desnudo Pathikaputta solamente repetía ‘Ya voy, ya voy’, y seguía retorciéndose en la silla de un lado a otro, sin poder levantarse.

[1.22] “Entonces, Bhaggava, cuando aquel hombre se dio cuenta que Pathikaputta no podía ayudarse a sí mismo, al escuchar sus palabras y ver su desconcierto, regresó junto a la asamblea y les dijo: ‘El asceta desnudo Pathikaputta está desconcertado. Él dice: «Ya voy, ya voy», pero solo se retuerce en la silla de un lado a otro, sin poder levantarse de su asiento’.

“Entonces yo les dije esto: ‘El asceta desnudo Pathikaputta no es capaz de encontrarse conmigo, cara a cara, sin que renuncie a sus palabras, abandone su pensamiento [pernicioso] y deje este punto de vista. Y si hiciese lo contrario y viniese a encontrarse conmigo, su cabeza explotaría en pedazos’.

[Fin de la primera serie de recitación].

[2.1] “Entonces, Bhaggava, un cierto ministro de los licchavi se levantó de su asiento y dijo: ‘Bien, señores, esperadme un momento, mientras iré yo a ver si puedo traer a este asceta desnudo Pathikaputta a esta asamblea’.

“Acto seguido, fue a la morada de Tinduka, en el parque de los ascetas errantes, encontró al asceta desnudo Pathikaputta y le dijo: ‘Ven, Pathikaputta, es mejor para ti que vengas: todos los distinguidos licchavis y ricos brahmanes… y hasta el mismo asceta Gotama llegó allí para pasar el tiempo de la siesta. Es que tú, amigo Pathikaputta, has declarado esto en medio de la asamblea en Vesali: «El asceta Gotama dice ser un hombre con gran conocimiento y yo proclamo lo mismo… Cualquier cantidad de milagros que haga el asceta Gotama, yo haré el doble». Haz ahora la mitad del camino que dijiste que harías, pues el asceta Gotama ya hizo su mitad y está sentado en tu parque para la siesta. Si vienes, te haremos ganar y haremos que el asceta Gotama pierda’.

[2.2] Al escucharlo, Pathikaputta respondió: ‘Ya voy, ya voy’, retorciéndose en la silla de un lado a otro, pero sin poder levantarse de su asiento. Entonces aquel ministro le dijo: ‘¿Qué pasó, amigo Pathikaputta?…’.

[2.3] “Entonces, Bhaggava, cuando aquel ministro se dio cuenta que Pathikaputta no podía ayudarse a sí mismo, al escuchar sus palabras y ver su desconcierto, regresó junto a la asamblea… Entonces yo les dije esto: ‘El asceta desnudo Pathikaputta no es capaz de encontrarse conmigo, cara a cara, sin que renuncie a sus palabras, abandone su pensamiento [pernicioso] y deje este punto de vista. Y si hiciese lo contrario y viniese a encontrarse conmigo, su cabeza explotaría en pedazos’.

[2.4] “Entonces, Bhaggava, un discípulo con el cuenco de madera, de nombre Jaliya, se levantó de su asiento y dijo: ‘Bien, señores, esperadme un momento, mientras iré yo a ver si puedo traer a este asceta desnudo Pathikaputta a esta asamblea’. Acto seguido, fue a la morada de Tinduka… ‘Si vienes, te haremos ganar y haremos que el asceta Gotama pierda’.

[2.5] Al escucharlo, Pathikaputta respondió: ‘Ya voy, ya voy’, retorciéndose en la silla de un lado a otro, pero sin poder levantarse de su asiento. Entonces aquel discípulo le dijo: ‘¿Qué pasó, amigo Pathikaputta?…’.

[2.6] “Entonces, Bhaggava, cuando Jaliya, el discípulo con el cuenco de madera, se dio cuenta que Pathikaputta no podía ayudarse a sí mismo, al escuchar sus palabras y ver su desconcierto, le dijo: ‘Una vez, Pathikaputta, se le ocurrió este pensamientos al león, el rey de las bestias: «¿Qué tal si estableciera mi guarida cerca de una cierta selva? Entonces, podría emerger allí al anochecer, bostezar, examinar los cuatro puntos cardinales, rugir mi rugido de león tres veces e ir luego hacia los pastos del ganado. Luego, podría escoger la mejor presa, matarla y, después de haberme alimentado con la carne fresca, volver a mi guarida». Acto seguido, lo hizo así.

[2.7] “’Pero entonces, amigo Pathikaputta, había por allí un viejo chacal que continuamente se satisfacía de los restos de la comida que dejaba el león, que era fuerte y fornido, y que se le ocurrió este pensamiento: «¿Qué diferencia hay entre este león, el rey de las bestias, y yo? ¿Qué tal si yo también estableciera mi guarida cerca de una cierta selva? Entonces, podría emerger allí al anochecer… y, después de haberme alimentado con la carne fresca, volver a mi guarida». Acto seguido, lo hizo así: emergió allí al anochecer, bostezó, examinó los cuatro puntos cardinales, y pensó así: «Voy a rugir ahora el rugido de león tres veces», sin embargo, dio el grito propio de su especie, un aullido de chacal. ¿Qué tiene en común un aullido de chacal con el rugido de un león? De la misma manera tú, amigo Pathikaputta, viviendo sin alcanzar los logros de un Bienaventurado Señor, viviendo de las sobras de un Bienaventurado Señor, te imaginas que puedes ponerte al lado de los Tathagatas, Arahants, Budas Plenamente Iluminados. Pero, ¿qué tienen en común con ellos los miserables Pathikaputtas como tú?’.

[2.8] “Entonces, Bhaggava, ni siquiera con la ayuda de esta parábola, Pathikaputta fue capaz de levantarse de su asiento, por lo cual Jaliya pronunció este verso:

“‘Pensando que es un león, el chacal dice:

«¡Soy un león! ¡Soy el rey de las bestias!», Y trató de rugir

El rugido del león, pero sólo un aullido le salió.

El león es el león y el chacal sigue siendo chacal.

“’De la misma manera tú, amigo Pathikaputta, viviendo sin alcanzar los logros de un Bienaventurado Señor, viviendo de las sobras de un Bienaventurado Señor, te imaginas que puedes ponerte al lado de los Tathagatas, Arahants, Budas Plenamente Iluminados. Pero, ¿qué tienen en común con ellos los miserables Pathikaputtas como tú?’.

[2.9] “Entonces, Bhaggava, como ni siquiera con la ayuda de esta parábola, Pathikaputta fue capaz de levantarse de su asiento, Jaliya pronunció este [otro] verso:

“’Siguiendo las huellas de otros, alimentándose

De los restos, el chacal se olvida de su naturaleza,

Pensando: «Soy un tigre», trata de rugir

Un poderoso rugido, pero sólo un aullido sale en su lugar.

El león es el león y el chacal sigue siendo chacal.

“’De la misma manera tú, amigo Pathikaputta… ¿qué tienen en común con ellos los miserables Pathikaputtas como tú?’.

[2.10] “Entonces, Bhaggava, como ni siquiera con la ayuda de esta parábola, Pathikaputta fue capaz de levantarse de su asiento, Jaliya pronunció este [otro] verso:

“’Alimentado de ranas y ratas de granero,

De los cuerpos de al lado del cementerio,

Estando en soledad del gran bosque, el chacal pensó:

«Soy el rey de las bestias», y trató de rugir

El rugido del león, pero sólo un aullido salió en su lugar.

El león es el león y el chacal sigue siendo chacal.

De la misma manera tú, amigo Pathikaputta… ¿qué tienen en común con ellos los miserables Pathikaputtas como tú?’.

[2.11] “Entonces, Bhaggava, cuando Jaliya se dio cuenta de que Pathikaputta no podía ayudarse a sí mismo, ni siquiera al escuchar esta parábola, y vio su desconcierto, regresó junto a la asamblea y les dijo: ‘El asceta desnudo Pathikaputta está desconcertado. Él dice: «Ya voy, ya voy», pero solo se retuerce en la silla de un lado a otro, sin poder levantarse de su asiento’.

[2.12] “Entonces, yo les dije esto, Bhaggava: ‘El asceta desnudo Pathikaputta no es capaz de encontrarse conmigo, cara a cara, sin que renuncie a sus palabras, abandone su pensamiento y deje este punto de vista. Y si hiciese lo contrario y viniese a encontrarse conmigo, su cabeza explotaría en pedazos. Incluso si a los amigos licchavi se les ocurriese: «Tomemos las correas y arrastrémoslo hasta aquí, usando carros con yugos», el asceta desnudo Pathikaputta sería capaz de romper estas correas. El asceta desnudo Pathikaputta no es capaz de encontrarse conmigo, cara a cara, sin que renuncie a sus palabras, abandone su pensamiento y deje este punto de vista. Y si hiciese lo contrario y viniese a encontrarse conmigo, su cabeza explotaría en pedazos’.

[2.13] “Entonces, Bhaggava, instruí, inspiré, elevé y deleité a aquella asamblea, con una plática del Dhamma y, habiéndolo hecho, la dejé libre de la gran esclavitud, rescatando ochenta y cuatro mil seres del camino de la gran perdición. Entonces, entré en el elemento de la meditación del fuego y me elevé en el aire a la altura equivalente a unas siete palmeras, proyectando la flama del fuego a la altura equivalente a otras siete palmeras, brillando y resplandeciendo, para luego reaparecer en el salón con el techo de dos aguas, en el Gran Bosque.

“Acto seguido, se acercó a mí el licchavi Sunakkhatta, me rindió homenaje, se sentó a un lado y yo le dije: ‘¿Qué piensas de eso, Sunakkhatta? ¿Ocurrió con el asceta desnudo Katikaputta lo que declaré de él o no?’.

“’Ocurrió lo que el Bienaventurado declaró de él’.

“’¿Qué opinas, Sunakkhata? Siendo así, ¿se produjo un milagro que va más allá del poder de una persona común y corriente?’.

“’Ciertamente, siendo así, se produjo un milagro que va más allá del poder de una persona común y corriente’.

“’Entonces, aún así, hombre tonto, después de haber realizado semejante milagro, ¡seguirás diciendo que no realizo milagro alguno que va más allá del poder de alguien común y corriente! Considera, hombre tonto, lo grande que es tu falta’. Entonces, Bhaggava, al escuchar mis palabras, Sunakkhatta dejó este Dhamma y Disciplina como alguien que se condena a sí mismo al infierno.

[2.14] “Yo conozco, Bhaggava, el primer comienzo de las cosas y conozco no solamente eso, sino mucho más. Y, conociéndolo así, no lo pervierto. Y, no habiéndolo pervertido, conozco en mí esta paz mediante cuyo descubrimiento el Tathagata no cae en el error.

“He aquí, Bhaggava, algunos ascetas y brahmanes que declaran que, según su doctrina tradicional, aquel primer comienzo de las cosas fue obra de un poderoso señor, el Brahma. Y a ellos yo les pregunto: ‘¿Es cierto, venerables señores, que vosotros declaráis que, según vuestra doctrina tradicional, el primer comienzo de las cosas fue obra de un poderoso señor, el Brahma?’. A lo que ellos me responden: ‘Sí’.

“Entonces les pregunto: ‘En este caso, ¿cómo declaran los venerables señores que el poderoso señor Brahma lo produjo?’. Y cuando se les pregunta así, no son capaces de ofrecer una respuesta ni tampoco hacer una contra-pregunta.

[2.15] “Sin embargo, cuando a mí se me pregunta acerca de este asunto, yo respondo así: ‘Ahora viene el tiempo, señores, cuando tarde o temprano, después de un periodo muy largo, sucederá que el mundo se va a contraer. En este momento de la contracción del mundo, la mayoría de los seres renacerán en el Mundo Resplandeciente, donde aparecerán mentalmente, alimentándose de la dicha, emitiendo la luz de sí mismos, atravesando los aires y continuando en la gloria; y así permanecerán por muy largo tiempo.

“’Pero después, señores, vendrá tarde o temprano, el tiempo cuando después de un período muy largo, el mundo se volverá a expandir. En este mundo expandido aparecerá el vacío Palacio del Brahma. Entonces, algunos seres, exhaustos por haber pasado su tiempo de existencia —o gracias a sus méritos—, caerán del Mundo Resplandeciente al vacío Palacio del Brahma, donde aparecerán mentalmente, alimentándose de la dicha, emitiendo la luz de sí mismo, atravesando los aires y continuando en la gloria; y así permanecerán por muy largo tiempo.

[2.16] “’Entonces, señores, aquel ser que apareció ahí primero y estuvo sólo por largo tiempo, llegó a estar descontento y pensó: ‘¡Oh, si tan sólo los otros seres hubiesen llegado a este lugar!’. Entonces, los otros seres, exhaustos por haber pasado su tiempo de existencia —o gracias a sus méritos—, cayeron del Mundo Resplandeciente al vacío Palacio del Brahma, donde aparecieron como la compañía de aquel primer ser, después de lo cual moraron ahí mentalmente, alimentándose de la dicha, emitiendo luz de sí mismos, atravesando los aires y continuando en la gloria; y así permanecieron por muy largo tiempo.

“’Entonces, señores, aquel ser que renació primero ahí, pensó de esta manera: «Yo soy el Brahma, soy el Gran Brahma, el Supremo, el Omnisciente, Todopoderoso, el Gobernador, el Señor de todo, el Hacedor, el Creador, el Padre de todo lo que existe y lo que puede llegar a existir. Todos estos seres fueron creados por mí. ¿Por qué? Porque fui yo quien tuvo este pensamiento: ‘¡Oh, si tan sólo los otros seres hubiesen llegado a este lugar!’. Este fue mi deseo y luego todos estos seres llegaron a existir». Por otro lado, aquellos seres que llegaron después, pensaron lo siguiente: «Éste, amigos, es el Brahma, el Gran Brahma, el Supremo, el Omnisciente, Todopoderoso, el Gobernador, el Señor de todo, el Hacedor, el Creador, el Padre de todo lo que existe y lo que puede llegar a existir. ¿Por qué? Porque hemos visto que él estaba aquí primero y nosotros aparecimos después de él».

[2.17] “’Y este primer ser, señores, es más longevo, más hermoso y más poderoso de todos. Y podría suceder que algún ser cayera de aquel reino y apareciera en este mundo. Una vez renacido aquí, pudo haber renunciado a la vida hogareña y escogido el estilo de vida sin hogar. Entonces, a través del correcto esfuerzo, la aplicación, la diligencia y la recta reflexión, pudo haber alcanzado un cierto grado de concentración que permite recordar la última existencia pasada, pero nada más que esto. De ahí, que este ser habrá pensado: «Este Brahma, el Gran Brahma, el Supremo, el Omnisciente, Todopoderoso, el Gobernador, el Señor de todo, el Hacedor, el Creador, el Padre de todo lo que existe y lo que puede llegar a existir, nos creó a nosotros, y él es permanente, estable, eterno, no sujeto a cambio; es el mismo por toda la eternidad. Pero nosotros, que fuimos creados por este Brahma, no somos permanentes, ni estables y llegamos a este mundo con una duración limitada de vida». Así es cómo llegó a suceder lo que vosotros, venerables señores, declaráis como lo que ha sido creado por un poderoso señor, el Brahma’.

“Entonces, Bhaggava, me dicen: ‘Hemos escuchado, maestro Gotama, lo que nos has enseñado’. Pero yo conozco, Bhaggava, el primer comienzo de las cosas y conozco no solamente eso, sino mucho más. Y conociéndolo así, no lo pervierto. Y, no habiéndolo pervertido, conozco en mí esta paz mediante cuyo descubrimiento el Tathagata no cae en el error.

[2.18] “Además, Bhaggava, hay otros ascetas y brahmanes que declaran que, según su doctrina tradicional, aquel primer comienzo de las cosas se produjo a través de la corrupción del placer. Y a ellos yo les pregunto: ‘¿Es cierto, venerables señores, que vosotros declaráis que, según vuestra doctrina tradicional, el primer comienzo de las cosas se produjo a través de la corrupción del placer?’. A lo que ellos me responden: ‘Sí’.

“Entonces les pregunto: ‘En este caso, ¿cómo declaran los venerables señores que se produjo este primer comienzo de todas las cosas a través de la corrupción del placer?’. Y cuando se les pregunta así, no son capaces de ofrecer una respuesta ni tampoco hacer una contra-pregunta.

“Sin embargo, cuando a mí se me pregunta acerca de este asunto, yo respondo así: ‘Señores, existen algunos devas, llamados «Corrompidos por el Placer», los cuales dedican un excesivo tiempo al regocijo, al juego y al disfrute de los placeres, hasta el punto en que se vuelven adictos a ellos. Por esa razón, la atención consciente de estos devas se disipa y, a causa de la disipación de la atención consciente, caen de aquel mundo y renacen en éste.

“’Entonces, puede suceder que algún ser entre ellos, habiendo caído de aquel estado y habiendo renacido en este mundo pudo haber renunciado a la vida hogareña y escogido el estilo de vida sin hogar. De este modo, a través del correcto esfuerzo, la aplicación, la diligencia y la recta reflexión, pudo haber alcanzado el grado de concentración que permite recordar la última existencia pasada, pero nada más que esto.

“’De ahí, que este ser pensó: «Aquellos venerables devas que no son corrompidos por el placer, que no dedican un excesivo tiempo al regocijo, al juego y al disfrute de los placeros, y no son adictos a ellos, estos devas no tienen la atención consciente disipada y, a causa de la atención consciente no disipada, no caen de aquel mundo. Estos devas son permanentes, estables, eternos, no sujetos a cambio, son los mismos por toda la eternidad. Pero nosotros, que somos corrompidos por el placer, que dedicamos un excesivo tiempo al regocijo, al juego y al disfrute de los placeres, y somos adictos a ellos, nuestra atención consciente se disipó y, a causa de la disipación de nuestra atención consciente, caímos de aquel estado; no somos permanentes ni estables y llegamos a este mundo con una duración limitada de vida». Así es cómo llegó a suceder lo que vosotros, venerables señores, declaráis como lo que ha sido creado mediante la corrupción del placer’.

“Entonces, Bhaggava, me dicen: ‘Hemos escuchado, maestro Gotama, lo que nos has enseñado’. Pero yo conozco, Bhaggava, el primer comienzo de las cosas y conozco no solamente eso, sino mucho más. Y conociéndolo así, no lo pervierto. Y, no habiéndolo pervertido, conozco en mí esta paz mediante cuyo descubrimiento el Tathagata no cae en el error.

[2.19] “Además, Bhaggava, hay otros ascetas y brahmanes que declaran que, según su doctrina tradicional, aquel primer comienzo de las cosas se produjo a través de la corrupción de la mente. Y a ellos yo les pregunto: ‘¿Es cierto, venerables señores, que vosotros declaráis que, según vuestra doctrina tradicional, el primer comienzo de las cosas se produjo a través de la corrupción de la mente?’. A lo que ellos me responden: ‘Sí’.

“Entonces les pregunto: ‘En este caso, ¿cómo declaran los venerables señores que se produjo este primer comienzo de todas las cosas a través de la corrupción de la mente?’. Y cuando se les pregunta así, no son capaces de ofrecer una respuesta ni tampoco hacer una contra-pregunta.

“Sin embargo, cuando a mí se me pregunta acerca de este asunto, yo respondo así: ‘Señores, existen algunos devas, llamados «Corrompidos de la Mente», los cuales dedican un excesivo tiempo a considerarse uno al otro con envidia. Por esa razón, su mente se corrompe y, a causa de la mente corrompida, llegan a estar agotados y cansados corporal y mentalmente y, finalmente, caen de aquel mundo y renacen en éste.

“’Entonces, puede suceder que algún ser entre ellos, habiendo caído de aquel estado, habiendo renacido en este mundo pudo haber renunciado a la vida hogareña y escogido el estilo de vida sin hogar. De este modo, a través del correcto esfuerzo, la aplicación, la diligencia y la recta reflexión, alcanzó el grado de concentración que permite recordar la última existencia pasada, pero nada más que esto.

“’De ahí, que este ser pensó: «Aquellos venerables devas que no son corrompidos en su mente, que no dedican un excesivo tiempo a considerarse uno al otro con envidia, estos devas, al no tener una mente corrompida, no se agotan ni se cansan corporal ni mentalmente, por lo cual, no caen de aquel mundo. Estos devas son permanentes, estables, eternos, no sujetos a cambio, son los mismos por toda la eternidad. Pero nosotros, que somos corrompidos de la mente, dedicamos un excesivo tiempo a considerarnos los unos a los otros con envidia, siendo corrompida nuestra mente, llegamos a estar agotados y cansados corporal y mentalmente y, finalmente, caímos de aquel estado, no somos permanentes ni estables y llegamos a este mundo con una duración limitada de vida». Así es cómo llegó a suceder lo que vosotros, venerables señores, declaráis como lo que ha sido creado mediante la corrupción de la mente’.

“Entonces, Bhaggava, me dicen: ‘Hemos escuchado, maestro Gotama, lo que nos has enseñado’. Pero yo conozco, Bhaggava, el primer comienzo de las cosas y conozco no solamente eso, sino mucho más. Y conociéndolo así, no lo pervierto. Y, no habiéndolo pervertido, conozco en mí esta paz mediante cuyo descubrimiento el Tathagata no cae en el error.

[2.20] “Además, Bhaggava, hay otros ascetas y brahmanes que declaran que, según su doctrina tradicional, aquel primer comienzo de las cosas se produjo por casualidad. Y a ellos yo les pregunto: ‘¿Es cierto, venerables señores, que vosotros declaráis que, según vuestra doctrina tradicional, el primer comienzo de las cosas se produjo por casualidad?’. A lo que ellos me responden: ‘Sí’.

“Entonces les pregunto: ‘En este caso, ¿cómo declaran los venerables señores que se produjo este primer comienzo de todas las cosas por casualidad?’. Y cuando se les pregunta así, no son capaces de ofrecer una respuesta ni tampoco hacer una contra-pregunta.

“Sin embargo, cuando a mí se me pregunta acerca de este asunto, yo respondo así: ‘Existen, señores, ciertos devas llamados «No-perceptivos». Tan pronto les llega alguna percepción, estos devas caen de aquel plano de la existencia [y no recuerdan nada]. Entonces, puede suceder que alguno de estos seres que haya caído de aquel plano y apareció en este mundo, pudo haber renunciado a la vida hogareña y escogido el estilo de vida sin hogar. Entonces, a través del correcto esfuerzo, la aplicación, la diligencia y la recta reflexión, alcanzó el grado de concentración que permite recordar la última existencia pasada, pero nada más que esto. Entonces, pensaría lo siguiente: «El yo y el mundo han aparecido casualmente. ¿Por qué? Porque antes, no existía y ahora existo. Habiendo no existido, llegué a existir». Así es cómo llegó a suceder lo que vosotros, venerables señores, declaráis como lo que ha sido creado mediante la casualidad’.

“Entonces, Bhaggava, me dicen: ‘Hemos escuchado, maestro Gotama, lo que nos has enseñado’. Pero yo conozco, Bhaggava, el primer comienzo de las cosas y conozco no solamente eso, sino mucho más. Y conociéndolo así, no lo pervierto. Y, no habiéndolo pervertido, conozco en mí esta paz mediante cuyo descubrimiento el Tathagata no cae en el error.

[2.21] “Y entonces, Bhaggava, yo que enseño estas cosas, soy acusado por ciertos ascetas y brahmanes que —falsa, injustificada y maliciosamente— dicen de mí: ‘El asceta Gotama está equivocado y sus monjes también están equivocados. Él dice: «Cualquiera que haya alcanzado el estado de la liberación conocido como Lo Bello, considera todas las cosas como repulsivas»’. Pero yo, Bhaggava, nunca dije esto. Lo que yo dije es: ‘Cualquiera que haya alcanzado el estado de la liberación conocido como Lo Bello, es consciente que esto es bello’”.

“Pero entonces, Venerable Señor, están todos equivocados los que imputan al Bienaventurado y a sus monjes semejante error. Yo me he deleitado con el Venerable Señor y he pensado que el Bienaventurado es capaz de enseñarme a alcanzar el estado conocido como Lo Bello, y a permanecer en él”.

“Es difícil para ti, Bhaggava, que sostienes diferentes puntos de vista, que tienes diferentes inclinaciones, que estas sujeto a diferentes influencias, que sigues una diferente Disciplina y tienes a un diferente maestro, alcanzar el estado conocido como Lo Bello y permanecer en él. Para eso, Bhaggava, tienes que esforzarte mucho y poner tu confianza en mí”.

“Venerable Señor, por más que sostuve diferentes puntos de vista, que tuve diferentes inclinaciones, que estuve sujeto a diferentes influencias, que seguí una diferente Disciplina y tuve a un diferente maestro —y por eso me será difícil alcanzar el estado conocido como Lo Bello y permanecer en él—, aún así me esforzaré mucho y pondré mi confianza en el Bienaventurado”.

Esto es lo que dijo el Bienaventurado y el asceta errante, Bhaggavagotta, fue complacido y se deleitó en las palabras del Bienaventurado.

 


FUENTES:

Rhys Davids (1899). Mystic Wonders and the Origin of Things. Recuperado de http://www.leighb.com/dn24.htm

Walshe, M. (1995).Patika Sutta: About Patika. The Charlatan en The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the DighaNikaya, pp. 371-320.

Mahasamayasuttam en World Tipitaka Edition


Traducción: Anton P. Baron

Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2015-2017.    

 

DN 23 Payasi Sutta – Discurso con Payasi

El príncipe Payasi no cree en las vidas futuras, ni tampoco en las recompensas y castigos por las buenas o malas acciones. Entonces, el Venerable Kumara Kassapa, a través de una serie de inteligentes parábolas, le convence de que su punto de vista es erróneo. Finalmente, Payasi se convierte, pero no de manera profunda, por lo cual renace en los planos celestiales inferiores.

[Leer en pali]

[1] Esto he escuchado:

En cierta ocasión el Venerable Kumara Kassapa estaba haciendo un recorrido entre los kosala en compañía de un gran grupo de monjes, unos quinientos monjes en total, hasta que llegó a una ciudad de los kosala —de nombre Setavya—, donde estableció su morada al norte de esa ciudad, en la arboleda de los árboles simpsapa. En aquel tiempo el príncipe Payasi también residía en Setavya, pero en un lugar populoso lleno de hierba, bosques, agua y cereales, con los poderes reales que le otorgó el rey Pasenadi de Kosala.

[2] Entonces este pernicioso punto de vista surgió en el príncipe Payasi: “No existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones”.

Entonces, los brahmanes y hombres hogareños de Setavya escucharon estas noticias: “El asceta Kumara Kassapa, el discípulo del asceta Gotama, está haciendo un recorrido entre los kosala en compañía de un gran grupo de monjes, unos quinientos monjes en total, hasta que llegó a una ciudad de los kosala —de nombre Setavya—, donde estableció su morada al norte de esa ciudad, en la arboleda de los árboles simpsapa. Y en consideración al maestro Kassapa, se esparce este muy favorable informe: «Es un hombre sabio y experto, de gran conocimiento, elocuente y excelente en el debate, es un Señor Venerable, un Arahant». Y es bueno ver a semejantes Arahants”.  Acto seguido, los brahmanes y hombres hogareños de Setavya salieron de la ciudad en gran número, en compañía de representantes de cada distrito, y fueron a la arboleda de los árboles simpsapa.

[3] Al mismo tiempo, el príncipe Payasi salió a la terraza de su residencia para el descanso de la siesta y, viendo a todos estos brahmanes y hombres hogareños yendo hacia la arboleda de los árboles simpsapa, preguntó a su camarero: “¿Por qué todos estos brahmanes y hombres hogareños están yendo hacia la arboleda de los árboles simpsapa?”. Entonces el camarero le respondió: “Señor, el asceta Kumara Kassapa, el discípulo del asceta Gotama, está haciendo un recorrido… Y en consideración a este maestro Kassapa, se esparce este muy favorable informe… Es por eso que estos brahmanes y hombres hogareños salieron de la ciudad y van hacia la arboleda de los árboles simpsapa”.

“Entonces, buen camarero, ve junto a estos brahmanes y hombres hogareños de Setavya y diles: ‘Señores, Payasi os ruega que esperéis; él también quiere ir a ver al asceta Kumara Kassapa’. Aquel muchacho Kassapa vencerá en el debate a estos tontos e inexpertos brahmanes y hombres hogareños de Setavya, y les hará pensar: ‘Tanto el otro mundo, como los frutos y resultados de las buenas y las malas acciones existen’, sin embargo, mi buen camarero, esas cosas no existen”.

“Sí, señor”, respondió el camarero y entregó el mensaje.

[4] Entonces el príncipe Payasi, rodeado por los brahmanes y hombres hogareños de Setavya, fueron a la arboleda de los árboles simpsapa donde estaba morando el Venerable Kumara Kassapa, intercambiaron con él cordiales saludos y se sentaron a un lado. Algunos de estos brahmanes y hombres hogareños de Setavya rindieron homenaje al Venerable Kumara Kassapa y se sentaron a un lado. Otros intercambiaron con él cordiales saludos y, cuando terminaron estas amables charlas de bienvenida y cordiales saludos, se sentaron a un lado. Algunos lo saludaron con las palmas de sus manos juntas y se sentaron a un lado. Otros, pronunciando el nombre de sus clanes, se sentaron a un lado y otros simplemente se sentaron a un lado en silencio.

[5] Y, mientras estaba sentado allí, el príncipe Payasi dijo al Venerable Kumara Kassapa: “Maestro Kassapa, yo sostengo esta opinión y este punto de vista: ‘No existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones’”.

“Bien, príncipe, yo nunca vi ni escuché a alguien que sostuviera semejante opinión y punto de vista y, ¿cómo es que puede entonces sostener esto: ‘No existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones’? En cuanto a esto, le haré una repregunta, respóndala como mejor le parezca. ¿Qué piensa, príncipe? El sol y la luna, ¿son de este mundo o del otro mundo? ¿Son dioses o seres humanos?”.

“El sol y la luna, maestro Kassapa, son del otro mundo, no de este, y son dioses, no seres humanos”.

“Entonces, príncipe, debería más bien considerar esto: ‘Existe otro mundo y los seres nacen allí espontáneamente; también hay frutos y resultados de las buenas o malas acciones’”.

[6] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún pienso que no existe el otro mundo…”.

“¿Tiene alguna [otra] prueba para establecer esta afirmación?”.

“Sí, la tengo, maestro Kassapa”.

“Y, ¿cuál es, príncipe?”.

“He tenido amigos, maestro Kassapa, compañeros, parientes y familiares, que han tomado la vida, han tomado lo que no les ha sido dado, cometieron actos sexuales ilícitos, mintieron, calumniaron, usaron palabras abusivas y frívolas, fueron codiciosos, llenos de odio y sostuvieron falsos puntos de vista. Finalmente ellos caían en la enfermedad, en el sufrimiento mortal y el dolor. Y cuando yo comprendía que no iban a recuperarse más de estas enfermedades, me acercaba a ellos y les decía: ‘De acuerdo con la opinión de ciertos brahmanes y hombres hogareños, señores, aquel que rompe los preceptos de la moral, cuando se disuelve su cuerpo, después de la muerte, renace en un lugar desafortunado, en un mal destino, en el mundo bajo, incluso en el infierno. Ahora bien, señores, vosotros quebrantasteis los preceptos, y si estos venerables ascetas y brahmanes tienen la razón, os espera un mal destino. Y si estas cosas realmente os suceden, venid a mí para decirme: «Existe otro mundo y los seres que nacen allí espontáneamente; también hay frutos y resultados de las buenas o malas acciones». Vosotros señores sois para mi personas confiables y fidedignas, y si vosotros dijereis haber visto estas cosas, será como si yo mismo las hubiese visto’. Entonces, aunque ellos consentían diciendo: ‘Muy bien, señor’, ninguno todavía ha llegado a mí ni ha enviado mensajero alguno. Esta es la evidencia, maestro Kassapa, de que no existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; y que tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones”.

[7] “Entonces, príncipe, tengo una pregunta sobre esto, responda como mejor le parezca. ¿Qué opina, príncipe? Imagine que unos hombres atrapasen a un ladrón en flagrante y lo trajesen junto a usted diciendo: ‘Señor, este ladrón ha sido atrapado en flagrante, senténcialo a lo que le parezca’, y que usted respondiese: ‘Bien, atadle las manos atrás con una fuerte cuerda, rapad su cabeza y llevadlo al son de tambores de calle a calle, de un cruce a otro, y sacadlo de la ciudad por la puerta del sur, al sur de la ciudad, al lugar de la ejecución y allí cortadle la cabeza’.

“E imagine que, acto seguido, diciendo: ‘Muy bien, señor’, procedieran a cumplir la orden y lo llevaran al lugar de ejecución donde se le cortaría la cabeza. Y que entonces, sentado allí el ladrón les hiciera esta petición: ‘Señores ejecutores, esperad un momento, por favor, que tengo que ir primero a visitar a mis amigos y compañeros, a mis parientes y familiares de este pueblo o aquella ciudad; y después de visitarlos, voy a regresar’. ¿Cree, príncipe, que le otorgarían el permiso a este hablador o le cortarán la cabeza justo allí?”.

“No le otorgarían este permiso, maestro Kassapa, sino que le cortarían la cabeza justo allí mismo”.

“Pero si este ladrón, príncipe, no puede escaparse de sus ejecutores humanos, ¿cómo cree que sus amigos o compañeros, parientes o familiares, después de la muerte, estando en el mal destino, puedan ganar el permiso de parte de los guardianes del infiero, diciendo: ‘Permitidme, guardianes del infierno, ir junto al príncipe Payasi para decirle que existe otro mundo, que los seres nacen allí espontáneamente y que también hay frutos y resultados por las buenas o malas acciones’?

“Por eso, príncipe, debería más bien considerar esto: ‘Existe el otro mundo…”.

[8] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún pienso que no existe el otro mundo…”.

“¿Tiene alguna [otra] prueba para establecer esta afirmación?”.

“Sí, la tengo, maestro Kassapa”.

“Y, ¿cuál es, príncipe?”.

“He tenido amigos, maestro Kassapa, compañeros, parientes y familiares, que se abstuvieron de tomar la vida, de tomar lo que no les había sido dado, de cometer actos sexuales ilícitos, no mintieron, no calumniaron, no usaron palabras abusivas ni frívolas, no fueron codiciosos, no tuvieron pensamiento de odio y sostuvieron rectos puntos de vista. Finalmente ellos caían en la enfermedad, en el sufrimiento mortal y el dolor. Y cuando yo comprendía que no iban a recuperarse más de estas enfermedades, me acercaba a ellos y les decía: ‘De acuerdo con la opinión de ciertos brahmanes y hombres hogareños, señores, aquel que guarda los preceptos de la moral, cuando se disuelve su cuerpo, después de la muerte, renace en un buen destino, en el mundo celestial. Ahora bien, señores, vosotros habéis guardado los preceptos, y si estos venerables ascetas y brahmanes tienen razón, tendréis un buen destino. Y si estas cosas realmente os suceden, venid a mí para decirme: «Existe otro mundo y los seres nacen allí espontáneamente; también hay frutos y resultados de las buenas y malas acciones». Vosotros señores sois para mi personas confiables y fidedignas, y si vosotros dijereis haber visto estas cosas, será como si yo mismo las hubiese visto’. Entonces, aunque ellos consentían diciendo: ‘Muy bien, señor’, ninguno todavía ha llegado a mí ni ha enviado mensajero alguno. Esta es la evidencia, maestro Kassapa, de que no existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; y que tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones”.

[9] “Entonces, príncipe, voy a compartir con usted un símil; por medio de un símil, príncipe, una persona inteligente puede captar el significado de lo que se dice. Imagine que un hombre cayese en un pozo de cieno y usted dijera a sus hombres: ‘Sacad a aquel hombre de este pozo’; entonces sus hombres lo hiciesen así. Y luego usted les dijera: ‘Cepillad el fango que corre en el cuerpo de este hombre con los bambúes partidos’, y ellos lo hiciesen así. Y luego usted les dijera: ‘Aplicad ahora  champú al cuerpo de este hombre y hacedle el masaje con el polvo de champú amarillo’, y ellos lo hiciesen así. Y luego usted les dijera: ‘Frotadle ahora con aceite y bañadlo tres veces usando el jabón en polvo’, y ellos lo hiciesen así. Y luego usted les dijera: ‘Ahora arreglad su cabello’, y ellos lo hiciesen así. Y luego usted les dijeras: ‘Ahora cubridlo con costosas guirnaldas, con costosos ungüentos y con costosas vestimentas’, y ellos lo hiciesen así. Y luego usted les dijera: ‘Llevadlo ahora al palacio y distraedlo con los placeres de los cinco sentidos’, y ellos lo hiciesen así. ¿Qué opina, príncipe? Después estar bien bañado, afeitado y con el pelo arreglado, bien vestido, adornado con guirnaldas, vestido de blanco, llevado al palacio para disfrutar de los placeres sensuales, aquel hombre, ¿estaría deseoso de hundirse otra vez de cabeza en aquel mismo pozo de cieno?”.

“Ciertamente no, maestro Kassapa”. 

“Y, ¿por qué no?”.

“Porque un pozo de cieno, maestro Kassapa, es considerado como repulsivo, maloliente y hediondo”.

“De la misma manera, príncipe, los devas consideran a los seres humanos como repulsivos, malolientes y hediondos. El olor de los hombres repele a los devas desde más de cien leguas. ¿Cómo, entonces, cree que sus amigos y compañeros, sus parientes y familiares, habiendo guardado los preceptos y habiendo renacido por eso en un feliz destino, volverían a este otro mundo para decirle que existe el otro mundo y los seres que nacen allí espontáneamente; y que también hay frutos y resultados por las buenas o malas acciones?

“Por eso, príncipe, debería más bien considerar esto: ‘Existe el otro mundo…”.

[10]“A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún pienso que no existe el otro mundo…”.

“¿Tiene alguna [otra] prueba para establecer esta afirmación?”.

“Sí, la tengo, maestro Kassapa”.

“Y, ¿cuál es, príncipe?”.

“He tenido amigos, maestro Kassapa, compañeros, parientes y familiares, que se abstuvieron de tomar la vida, de tomar lo que no les había sido dado, de cometer actos sexuales indebidos, no mintieron ni tomaron fuertes bebidas embriagantes que son la base de la indulgencia. Finalmente ellos caían en la enfermedad, en el sufrimiento mortal y el dolor. Y cuando yo comprendía que ya no iban a recuperarse más de estas enfermedades, me acercaba a ellos y les decía: ‘De acuerdo con la opinión de ciertos brahmanes y hombres hogareños, señores, aquel que se abstiene de tomar fuertes bebidas embriagantes que son la base de la indulgencia, cuando se disuelve su cuerpo, después de la muerte, renace en un buen destino, entre los Treinta y Tres Dioses. Ahora bien, señores, vosotros os habéis abstenido de tomar fuertes bebidas embriagantes que son la base de la indulgencia, y si estos venerables ascetas y brahmanes tienen razón, tendréis un buen destino en el cielo de los Treinta y Tres Dioses. Y si estas cosas realmente os suceden, venid a mí para decirme: «Existe otro mundo y los seres que nacen allí espontáneamente; también hay frutos y resultados de las buenas o malas acciones». Vosotros señores sois para mi personas confiables y fidedignas, y si vosotros dijereis haber visto estas cosas, será como si yo mismo las hubiese visto’. Entonces, aunque ellos consentían diciendo: ‘Muy bien, señor’, ninguno todavía ha llegado a mí ni ha enviado mensajero alguno. Esta es la evidencia, maestro Kassapa, de que no existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; y que tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones”.

[11] “Entonces, príncipe, tengo una pregunta sobre esto, responda como mejor le parezca. ¿Qué opina, príncipe? Aquello que para los seres humanos es un siglo, para los Treinta y Tres Dioses es como un día y una noche. Treinta semejantes noches hacen un mes, y doce semejantes meses hacen un año; y el espacio vital de los Treinta y Tres Dioses es de mil de esos años. E imagine que aquellos a quienes habló y los que alcanzaron el renacimiento en el cielo de los Treinta y Tres Dioses, se les ocurriese esto: ‘Quedémonos dos o tres días aquí, para disfrutar de los placeres de los cinco sentidos y, luego, vayamos junto al príncipe Payasi para contarle que existe otro mundo y que los seres nacen allí espontáneamente; y que también hay frutos y resultados de las buenas o malas acciones’, ¿podrían ellos hacerlo así?”.

“Ciertamente no, maestro Kassapa, porque entonces ya no estaríamos con vida. Pero, ¿quién le dijo, maestro Kassapa, que existen estos Treinta y Tres Dioses, o que estos dioses viven tantos años? Nosotros no le creemos cuando dice estas cosas”.

“Imagine entonces, príncipe, a un hombre ciego que no puede ver objetos oscuros ni brillantes, azules, amarillos, rojos ni marrones, cosas que son lisas ni ásperas, no puede ver las estrellas, el sol ni la luna. Y si ese hombre dijera: ‘Estas cosas no existen, ni hay nadie que puede verlas. Yo no las conozco, no las puedo ver, luego estas cosas no existen’, ¿estaría hablando correctamente?”.

“Ciertamente no, maestro Kassapa, porque existen los objetos oscuros y brillantes… y si ese hombre dijera: ‘Estas cosas no existen…’, no estaría hablando correctamente”.

“Pero no obstante, usted, príncipe, habla de la misma manera como aquel hombre de la parábola: ‘Pero, ¿quién le dijo, maestro Kassapa, que existen estos Treinta y Tres Dioses, o que estos dioses viven tantos años? Nosotros no le creemos cuando dice estas cosas’. Este otro mundo, príncipe, no puede ser visto como usted se lo imagina: con los ojos carnales.

“Aquellos ascetas y brahmanes que se apartan a la soledad de los remotos bosques, donde es difícil escuchar ruidos y sonidos, que moran allí ardientes, esforzados, recluidos, purificando el ojo divino, mediante la purificación del ojo divino, que supera al ojo humano, ven ambos mundos: tanto este como el venidero. Es de esta manera, príncipe, que aquel otro mundo puede ser visto y aquellos seres renaciendo espontáneamente. De esta manera ha de ser visto el otro mundo y no como usted se lo imagina: con los ojos carnales. Por eso, príncipe, admita que hay otro mundo, al igual que el fruto y el resultado de las buenas o malas acciones”.

[12] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún pienso que no existe el otro mundo…”.

“¿Tiene alguna [otra] prueba para establecer esta afirmación?”.

“Sí, la tengo, maestro Kassapa”.

“Y, ¿cuál es, príncipe?”. 

“He aquí, maestro Kassapa, veo algunos ascetas y brahmanes que observan la moralidad y se conducen rectamente, que desean vivir y no morir, que buscan la felicidad y evitan el sufrimiento. Entonces pienso así: ‘Si estos buenos ascetas y brahmanes conociesen esto: «Después de la muerte estaremos mejor», entonces estos buenos amigos tomarían alguna poción venenosa, se apuñalarían a sí mismos, pondrían fin a sí mismos colgándose o se arrojarían al precipicio. Pero es porque no saben si después de la muerte estarían mejor, desean vivir y no morir, buscan la felicidad y evitan el sufrimiento. Esta es la evidencia, maestro Kassapa, de que no existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; y que tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones”.

[13] “Entonces, príncipe, voy a compartir con usted un símil; por medio de un símil, príncipe, una persona inteligente puede captar el significado de lo que se dice.

“Había una vez, príncipe, un brahmán que tenía dos esposas. De una, tuvo un hijo de unos diez a doce años, y la otra estaba embarazada, cerca de dar a luz, cuando este brahmán falleció. Entonces el muchacho dijo a su madrastra: ‘Cualquier tesoro que haya, señora, granos, oro o plata, todo esto es mío. No hay nada que sea tuyo, señora, que yo soy el heredero de mi padre’. Entonces la señora del brahmán respondió: ‘Espere, señorito, hasta que nazca el niño o la niña: si será varón, le pertenecerá una parte y, si naciera niña, te va a esperar para ser tuya’.

“Pero, por segunda vez el muchacho dijo a su madrastra: ‘Cualquier tesoro que haya, señora, granos, oro o plata, todo esto es mío…’, y por segunda vez ella le respondió: ‘Espere, señorito, hasta que nazca el niño… Y por tercera vez el muchacho dijo a su madrastra: ‘Cualquier tesoro que haya, señora, granos, oro o plata, todo esto es mío…’. Entonces, la mujer del brahmán tomó una espada, entró a su aposento y abrió su vientre diciendo: ‘Si esta es la única manera de ver si este es un varón o una niña’. Sin embargo, ella destruyó su propia vida y la vida del infante. Igualmente perdió las riquezas, de una manera tonta y necia: buscando la herencia, se encontró con la ruina y el desastre. De la misma manera, príncipe, sería tonto y necio aquel que buscase el otro mundo sin sabiduría. Aquellos ascetas que observan la moralidad y se conducen rectamente no fuerzan la madurez de aquello que aún está inmaduro; ellos, siendo sabios, esperan aquella madurez. La vida es provechosa para aquellos brahmanes, porque mientras más dura, pueden producir el mérito más abundante, para el bienestar y la felicidad de muchos, por la compasión por el mundo, para el bien, el bienestar y la felicidad de los devas y seres humanos. Por eso, príncipe, admita que hay otro mundo, al igual que el fruto y el resultado de las buenas o malas acciones”.

[14] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún pienso que no existe el otro mundo…”.

“¿Tiene alguna [otra] prueba para establecer esta afirmación?”.

“Sí, la tengo, maestro Kassapa”.

“Y, ¿cuál es, príncipe?”.

“He aquí, maestro Kassapa, tome el caso de unos hombres que apresasen en flagrante a un ladrón y lo trajesen delante de mí, diciendo: ‘Este ladrón, mi señor, ha sido capturado en flagrante, senténcielo a lo que le parezca’. E imagine que yo dijera: ‘Arrojadlo vivo en un recipiente, selladle la boca con una gruesa capa de barro líquido y colocadlo dentro de un horno a la luz del fuego’. Y que ellos respondiesen «Muy bien, señor», e hiciesen todo así. Ahora bien, una vez muerto, pudiésemos entrar en el recipiente, romper el barro líquido y abrir su boca para observarlo con la idea: ‘Quizá vamos a encontrar el alma saliendo de él’, pero nunca veríamos el alma saliendo de él. Esta es la evidencia, maestro Kassapa, de que no existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; y que tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones”.

[15] “Siendo así, príncipe, le voy a hacer un repregunta acerca de esto: contésteme como mejor le parezca. ¿Admite usted, príncipe, que cuando hace la siesta tiene sueños placenteros sobre jardines, arboledas, paisajes deleitosos y estanques con lotos?”.

“Lo admito, maestro Kassapa”.

“Y cuando esto, ¿hay gente que le vigila: las mujeres, los enanos y los jorobados, las doncellas y las niñas?”.

“Así es, maestro Kassapa”.

“Y ¿ellos entonces ven su alma entrando y saliendo?”.

“No, maestro Kassapa”.

“Si ellos no ven su alma entrando y saliendo de su cuerpo, aun cuando está con vida, ¿cómo cree que la verían saliendo de un hombre que ya está muerto? Por eso, príncipe, admita que hay otro mundo, al igual que el fruto y el resultado de las buenas y malas acciones”.

[16] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún pienso que no existe el otro mundo…”.

“¿Tiene alguna [otra] prueba para establecer esta afirmación?”.

“Sí, la tengo, maestro Kassapa”.

“Y, ¿cuál es, príncipe?”.

“He aquí, maestro Kassapa, tome el caso de unos hombres que apresasen en flagrante a un ladrón y lo trajesen delante de mí, diciendo: ‘Este ladrón, mi señor, ha sido capturado en flagrante, senténcielo a lo que le parezca’. E imagine que yo dijera: ‘Bien señores, tomad a este hombre y pesadlo en vida, luego estranguladlo con una cuerda y pesadlo de nuevo’. Y que ellos respondiesen «Muy bien, señor» e hiciesen todo así. Ahora bien, mientras estaba vivo, este hombre era más ligero, más suave y más flexible, pero una vez muerto es más pesado, más rígido e inflexible. Esta es la evidencia, maestro Kassapa, de que no existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; y que tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones”.

[17] “En este caso, príncipe, voy a compartir con usted un símil; por medio de un símil, príncipe, una persona inteligente puede captar el significado de lo que se dice. Imagine, príncipe, a un hombre que pesase en la balanza una bola de hierro que se había calentado durante todo el día, y que estaba ardiendo y brillando del calor; y luego la pesase otra vez cuando ya estuviese templada y fría. ¿En qué momento esta bola de hierro estaría más ligera, más suave y más flexible? ¿Cuándo estaba ardiendo y brillando del calor o cuando estaba templada y fría?”.

“Aquella bola de hierro, maestro Kassapa, estaría más ligera, más suave y más flexible con la influencia del elemento del fuego y el aire, cuando estuviera ardiendo y brillando del calor. Si estuviera sin estos elementos, sería más pesada, más rígida e inflexible.

“Y de la misma manera, príncipe sucede con el cuerpo: cuando tiene la vida, el calor y la conciencia es más ligero, más suave y más flexible, pero cuando se ve privado de la vida, del calor y de la conciencia, es más pesado, más rígido e inflexible. Por eso, príncipe, admita que hay otro mundo, al igual que el fruto y el resultado de las buenas o malas acciones”.

[18] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún pienso que no existe el otro mundo…”.

“¿Tiene alguna [otra] prueba para establecer esta afirmación?”.

“Sí, la tengo, maestro Kassapa”.

“Y, ¿cuál es, príncipe?”.

“He aquí, maestro Kassapa, tome el caso de unos hombres que apresasen en flagrante a un ladrón y lo trajesen delante de mí, diciendo: ‘Este ladrón, mi señor, ha sido capturado en flagrante, senténcielo a lo que le parezca’. E imagine que yo dijera: ‘Bien señores, matadlo pero no le quitéis la cutícula, la piel, la carne, los tendones, los huesos ni la médula’ y ellos los hiciesen así. Y cuando estuviera muerto, yo dijera: ‘Colocadlo ahora sobre este costado, tal vez podremos ver cómo sale de él el alma’. Y por más que ellos lo hiciesen así, no veríamos el alma saliendo de él. Y si yo dijera: ‘Colocadlo ahora boca abajo… en el otro costado… paradlo… colocadlo cabeza abajo… golpeadlo con los puños… con los terrones… con los palos… con las espadas… sacudidlo de un lado a otro, tal vez podremos ver cómo sale de él el alma’. Y por más que ellos lo hiciesen así, no veríamos el alma saliendo de él. Aunque tuviese ojos y hubiese formas, él no las podría ver; aunque tuviese oídos y hubiese sonidos, no los podría escuchar; aunque tuviese nariz y hubiese olores, no los podría oler; aunque tuviese lengua y hubiese sabores, no los podría saborear; aunque tuviese cuerpo y hubiese objetos tangibles, no los podría sentir. Esta es la evidencia, maestro Kassapa, de que no existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; y que tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones”.

[19] “En este caso, príncipe, voy a compartir con usted un símil; por medio de un símil, príncipe, una persona inteligente puede captar el significado de lo que se dice. Había una vez, príncipe, un cierto trompetista que, tocando su trompeta, fue hasta la frontera del país. Y cuando llegó a cierto pueblo, se paró en el centro, sopló su trompeta tres veces, la colocó en el suelo y se sentó a un lado. Entonces, aquella gente de la frontera se preguntó: ‘¿De dónde viene este sonido que es tan deleitoso, dulce y encantador?’. Acto seguido, se acercaron junto al trompetista y dijeron: ‘Esto es lo que la gente llama una trompeta, señores, es su sonido el que es tan deleitoso, dulce y encantador, tan irresistible y cautivador’. Entonces la colocaron de un lado y le dijeron: ‘¡Hable, señora trompeta, hable!’. Pero ningún sonido salió de la trompeta, de modo que la colocaron boca abajo… en el otro costado… la pararon… la colocaron cabeza abajo… la golpearon con los puños… con los terrones… con los palos… con las espadas… la sacudieron de un lado a otro y le dijeron: ‘¡Hable, señora trompeta, hable!’. Pero ningún sonido salió de la trompeta. Entonces el trompetista pensó eso: ‘¡Qué tonta es esa gente de la frontera! ¡De qué manera más tonta procura sacar el sonido de esta trompeta!’. Y mientras aquella gente lo miraba, tomó la trompeta, la sopló tres veces y se fue. Entonces aquella gente de la frontera pensó así: ‘Parece que cuando la trompeta está acompañada por un hombre, por el esfuerzo y el viento, entonces suena. Pero cuando carece de un hombre, del esfuerzo y el viento, no suena. Y de la misma manera, príncipe sucede con el cuerpo: cuando tiene la vida, el calor y la conciencia, entonces va y vuelve, se para, se sienta y se acuesta; ve las formas con el ojo, escucha los sonidos con el oído, huele los olores con la nariz, saborea los sabores con la lengua y siente los objetos tangibles con el cuerpo. Por eso, príncipe, admita que hay otro mundo, al igual que el fruto y el resultado de las buenas o malas acciones”.

[20] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, aún pienso que no existe el otro mundo…”.

“¿Tiene alguna [otra] prueba para establecer esta afirmación?”.

“Sí, la tengo, maestro Kassapa”.

“Y, ¿cuál es, príncipe?”.

“He aquí, maestro Kassapa, tome el caso de unos hombres que apresasen en flagrante a un ladrón y lo trajesen delante de mí, diciendo: ‘Este ladrón, mi señor, ha sido capturado en flagrante, senténcielo a lo que le parezca’. E imagine que yo dijera: ‘Bien señores, matadlo quitándole la cutícula, la piel, la carne, los tendones, los huesos y la médula’, y ellos los hiciesen así. Y cuando estuviera muerto, yo dijera: ‘Colocadlo ahora sobre este costado, tal vez podremos ver cómo sale de él el alma’. Y por más que ellos lo hiciesen así, no veríamos el alma saliendo de él. Y si yo dijera: ‘Colocadlo ahora boca abajo… en el otro costado… paradlo… colocadlo cabeza abajo… golpeadlo con los puños… con los terrones… con los palos… con las espadas… sacudidlo de un lado a otro, tal vez podremos ver cómo sale el alma de él’. Y por más que ellos lo hiciesen así, no veríamos el alma saliendo de él. Aunque tuviese ojos y hubiese formas, él no los podría ver; aunque tuviese oídos y hubiese sonidos, no los podría escuchar; aunque tuviese nariz y hubiese olores, no los podría oler; aunque tuviese lengua y hubiese sabores, no los podría saborear; aunque tuviese cuerpo y hubiese objetos tangibles, no los podría sentir. Esta es la evidencia, maestro Kassapa, de que no existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; y que tampoco hay frutos ni resultados de las buenas o malas acciones”.

[21] “En este caso, príncipe, voy a compartir con usted un símil; por medio de un símil, príncipe, una persona inteligente puede captar el significado de lo que se dice. Había una vez un asceta con pelo enmarañado, de nombre Jatila, cuidador del fuego sagrado que estaba morando en una choza cubierta de hojas en una arboleda. Entonces la gente de un cierto poblado se fue hacia ese lugar y su líder pasó una noche cerca de la ermita de Jatila, después de lo cual se fue. Entonces el asceta con el pelo enmarañado Jatila pensó esto: ‘Si me acercara a aquel líder de este poblado, quizá saldría de esto algo útil’. Acto seguido, de mañana temprano se levantó y fue a aquel lugar. Cuando llegó vio allí a un pequeño bebé abandonado acostado en su espalda. Y al verlo, pensó así: ‘No sería correcto mirar a un ser humano y dejarlo morir. ¿Qué tal si me encargo de este bebé, llevándolo a mi ermita, lo cuido, le doy de comer y le crío?’. Entonces llevó al bebé a su ermita, lo cuidó, le dio de comer y lo crió. Cuando el muchacho ya tuvo unos diez o doce años, sucedió una vez que el asceta con el pelo enmarañado Jatila tuvo algo que hacer en el campo. Así que dijo al muchacho: ‘Tengo algo que hacer, mi hijo: por favor, cuida del fuego y no salgas. Pero si debes salir, aquí hay palos, aquí hay maderos para encender, para que, cuando dejes el fuego, puedas luego reavivarlo’. Y habiéndole dado estas instrucciones, el asceta con el pelo enmarañado Jatila se fue al campo. Sin embargo, el muchacho absorto en sus juegos se olvidó del fuego. Y entonces pensó así: ‘El padre me dijo: «Tengo algo que hacer, mi hijo: por favor, cuida del fuego y no salgas…», mejor hago lo que me dijo’. Acto seguido, el muchacho picó con el hacha el madero para encender, pensando: ‘Tal vez así conseguiré el fuego’. Pero no consiguió fuego alguno. Después partió los maderos para encender en dos partes, en tres partes, cuatro partes, cinco partes, diez partes, cien partes, los machacó con el hacha, los golpeó en el mortero y los aventó con el viento, pensando: ‘Tal vez así conseguiré el fuego’. Pero no consiguió fuego alguno. Y cuando el asceta enmarañado Jatila volvió a la ermita, preguntó al muchacho: ‘¿Por qué, mi hijo, has dejado el fuego?’. Y el niño le relató lo sucedido. Entonces el asceta enmarañado Jatila pensó así: ‘¡Qué muchacho más tonto e insensato! ¡Qué manera más tonta de procurar reavivar el fuego!’. Y mientras el muchacho lo miraba, tomo el madero para encender, y reavivó con él el fuego. Acto seguido le dijo: ‘Así es cómo se reaviva el fuego, mi hijo, y no de una manera tan tonta e insensata como lo trataste de hacer tú’.

“De la misma manera usted, príncipe, busca el otro mundo de manera tonta e insensata. Renuncie a este pernicioso punto de vista. Que esto no le cause dolor y sufrimiento por mucho tiempo”.

[22] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún no puedo renunciar a este pernicioso punto de vista. El rey Pasenadi de Kosala me conoce, al igual que los otros reyes. Ellos saben que yo pienso que no existe otro mundo ni seres que nacen allí espontáneamente; tampoco que hay frutos ni resultados de las buenas ni malas acciones. Si yo renunciara a este punto de vista, maestro Kassapa, ellos dirían: ‘¡Qué tonto es este príncipe Payasi! ¡Qué tontamente maneja las cosas!’, y yo quedaría con una imagen de mí mismo de ira, desprecio y rencor”.

[23] “Entonces, príncipe, voy a compartir con usted un símil; por medio de un símil, príncipe, una persona inteligente puede captar el significado de lo que se dice. Había una vez una gran caravana de mil carros que se desplazaba del este al oeste. Entonces dondequiera que iban, consumían rápidamente el pasto, la madera, el agua y las verduras. Y esta caravana tenía dos líderes, cada uno de los cuales comandaba la mitad de los carros. Entonces se les ocurrió esto: ‘Esta caravana es de mil carros. Dondequiera que vamos, consumimos rápidamente el pasto, la madera, el agua y las verduras. Tal vez deberíamos dividir la caravana en dos grupos de quinientos carros cada grupo’. E hicieron así. Entonces uno de los líderes recolectó una gran cantidad de pasto, madera y agua, y partió de allí. Después de dos o tres días de viaje vio a un hombre moreno de ojos rojos llegando de la dirección opuesta, armado con un carcaj, llevando una corona de flores de loto, con sus ropas y pelos mojados, conduciendo un carro tirado por asnos, con ruedas salpicadas de barro. Cuando vio a aquel hombre, le dijo: ‘¿De dónde vienes, señor?’. ― ’De tal y tal parte’. ― ’Y, ¿adónde vas?’. ― ‘A tal y tal parte’. ― ‘¿Ha llovido mucho, señor, en la selva en aquella parte?’. ― ’Efectivamente, ha llovido mucho en aquella parte de la selva que está delante de ti, los caminos se inundaron, hay abundante pasto, madera y agua. Deseche el pasto, la madera y el agua que lleva, señor, así avanzarás rápidamente con los carros ligeramente cargados y no cansarás a tus bueyes’.

“Entonces el líder transmitió todo lo que le dijo aquel hombre a sus carreteros, y ellos desecharon el pasto, la madera y el agua que llevaban para avanzar rápidamente con los carros ligeramente cargados y no cansar a sus bueyes. Sin embargo, al llegar a su primer campamento no encontraron pasto, madera ni agua, tampoco en el segundo campamento, tercero, cuarto, quinto, sexto ni en el séptimo. Entonces, todos se encontraron con la ruina y destrucción. Y todo hombre y ganado que se encontró allí fue devorado por los yakkhas, de manera que solamente quedaron sus huesos.

“Por otro lado, el líder de la segunda caravana, cuando estaba seguro que la primera caravana se adelantó lo suficiente, recolectó una gran cantidad de pasto, madera y agua, y emprendió el viaje. Después de dos o tres días de viaje vio a un hombre moreno de ojos rojos llegando de la dirección opuesta… [se repite como anteriormente]. Entonces el líder transmitió todo lo que le dijo aquel hombre a sus carreteros, pero agregó: ‘Pero él no es uno de nuestros amigos ni parientes, de modo que, ¿cómo vamos a tenerle confianza? Así que no desechéis el pasto, la madera ni el agua que lleváis, señores; que la caravana continúe su ritmo con lo que hemos recolectado y no desechemos esto’. Y puesto que sus carreteros estaban de acuerdo con él, así lo hicieron. Entonces, al llegar a su primer campamento no encontraron pasto, madera ni agua, tampoco en el segundo campamento, tercero, cuarto, quinto, sexto ni en el séptimo, pero encontraron allí la caravana que se encontró con la ruina y destrucción, y vieron los huesos de los hombres y del ganado que fueron devorados por los yakkhas. Entonces el líder de la caravana dijo a los carreteros: ‘Aquella caravana se encontró con la ruina y la destrucción mediante la necedad de su líder. Así que desechemos aquí toda nuestra mercancía que es de poco valor y carguemos aquella que es valiosa de la otra caravana’. Y lo hicieron así, y pasaron a salvo a través de la selva con el líder sabio.

“De la misma manera, príncipe, usted encontrará la ruina y destrucción si busca el otro mundo tonta y neciamente, y de una manera incorrecta. Los que piensan que pueden confiar en todo lo que ven y oyen, se encaminan a la ruina y destrucción, al igual que aquellos carreteros. Renuncie a este pernicioso punto de vista. Que esto no le cause dolor y sufrimiento por mucho tiempo”.

[24] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún no puedo renunciar a este pernicioso punto de vista… yo quedaría con una imagen de mí mismo de ira, desprecio y rencor”.

[25] “Entonces, príncipe, voy a compartir con usted un símil; por medio de un símil, príncipe, una persona inteligente puede captar el significado de lo que se dice. Había una vez, príncipe, cierto porquero que recorría el país de un pueblo a otro. Una vez vio un montón de estiércol seco tirado afuera. Y viéndolo, pensó así: ‘Hay mucho estiércol seco con el cual puedo alimentar a mis cerdos. ¿Qué tal si lo llevo conmigo?’. Así que extendió su manto y recolectó el estiércol seco, lo colocó en un paquete, lo puso en su cabeza y se fue. Y al emprender su camino cayó una lluvia fuerte, fuera de la temporada de las lluvias. Y él seguía su camino salpicado de lodo, con las uñas de sus dedos llenas de lodo, llevando la secreción y goteando el estiércol que cargaba. Y la gente, mirándolo, le decía: ‘¡Debes estar loco! ¡Estás fuera de sí! ¿¡Cómo puedes llevar esa bolsa de secreción y dejar que el estiércol que cargas gotee sobre ti, y estar salpicado del lodo hasta las uñas de tus dedos!?’. ― ‘¡Sois vosotros los que estáis locos! ¡Los que estáis fuera de sí! ¡Gracias a ésto mis cerdos tendrán comida!’.

“Y usted, príncipe, habla igual que aquel hombre que porta el estiércol de mi símil. Renuncie a este pernicioso punto de vista. Que esto no le cause dolor y sufrimiento por mucho tiempo”.

[26] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún no puedo renunciar a este pernicioso punto de vista… yo quedaría con una imagen de mí mismo de ira, desprecio y rencor”.

[27] “Entonces, príncipe, voy a compartir con usted un símil; por medio de un símil, príncipe, una persona inteligente puede captar el significado de lo que se dice. Había una vez dos jugadores que estaban jugando a los dados. Uno de ellos, cada vez que los dados le salían adversos, se los tragaba. Y el otro jugador, al verlo, le dijo: ‘Bien, tú eres el verdadero ganador esta noche; dame los dados que haré una ofrenda con ellos’. Después de lo cual, tomó los dados, los manchó con veneno y propuso al otro que siguieran jugando. ‘Muy bien, amigo’, respondió el otro y nuevamente, cada vez que los dados le salían adversos, se los tragaba. Entonces el segundo jugador, al verlo, dijo:

“’Los dados están manchados con fuego

Aunque el que traga no lo sabe.

Trágalo, engaña y trágalo bien:

Amargo será para ti el infierno’.

“Y usted, príncipe, habla igual como aquel jugador de mi símil. Renuncie a este pernicioso punto de vista. Que esto no le cause dolor y sufrimiento por mucho tiempo”.

[28] “A pesar de todo lo que pueda decir al respecto, maestro Kassapa, yo aún no puedo renunciar a este pernicioso punto de vista… yo quedaría con una imagen de mí mismo de ira, desprecio y rencor”.

[29] “Entonces, príncipe, voy a compartir con usted un símil; por medio de un símil, príncipe, una persona inteligente puede captar el significado de lo que se dice. Había una vez, personas que migraron de su campiña. Uno de esos hombres dijo a su compañero: ‘Vamos a aquella campiña, amigo, tal vez encontremos algún tesoro’. ― ‘Bien, amigo’, respondió el otro y juntos fueron a aquella campiña donde estaba una cierta calle del pueblo. Entonces vieron allí un montón de cáñamo tirado, así que uno de ellos le dijo al otro: ‘He aquí cáñamo tirado, haz un paquete de él, yo haré otro y lo llevaremos’. El otro consintió e hicieron así.

“Acto seguido, fueron a otra calle de la campiña donde vieron un montón de trapos de cáñamo tirados, así que uno de ellos le dijo al otro: ‘He aquí que este montón de trapos de cáñamo es justo lo que hemos necesitado, cuando recogimos el cáñamo tirado. Bien amigo, desecha ese paquete de cáñamo y yo voy a desechar mi paquete de cáñamo, y ambos llevaremos estos trapos de cáñamo’. ― ‘Yo he traído esta carga de cáñamo que está bien atada, amigo, lo cual es suficiente para mí; tú haz lo que te parezca’. De modo que el primero de ellos tiró la carga con el paquete de cáñamo que portaba y cargó los trapos de cáñamo.

“Acto seguido, fueron a otra calle de la campiña donde vieron un montón de tela de cáñamo tirada, así que uno de ellos le dijo al otro: ‘He aquí que este montón de tela de cáñamo es justo lo que hemos necesitado, cuando recogimos el cáñamo o los trapos de cáñamos tirados. Bien amigo, desecha ese paquete de cáñamo y yo voy a desechar mi paquete de trapos de cáñamo y ambos llevaremos esta tela de cáñamo’. ― ‘Yo he traído esta carga de cáñamo que está bien atada, amigo, lo cual es suficiente para mí; tú haz lo que te parezca’. De modo que el primero de ellos tiró los trapos de cáñamo que portaba y cargó la tela de cáñamo.

“Acto seguido fueron a otra calle de la campiña donde vieron un montón de lino… un montón de hilo de lino… un montón de tela de lino… un montón de algodón… un montón de hilo de algodón… un montón de hierro… un montón de cobre… un montón de estaño… un montón de plomo… un montón de plata… un montón de oro, así que uno de ellos le dijo al otro: ‘He aquí que este montón de oro es justo lo que hemos necesitado cuando recogimos el cáñamo, los trapos de cáñamos, la tela de cáñamo, el lino, el hilo de lino, la tela de lino, el algodón, el hilo de algodón, el hierro, el cobre, el estaño, el plomo y la plata. Bien amigo, desecha ese paquete de cáñamo y yo voy a desechar mi carga de plata y ambos llevaremos este oro’. ― ‘Yo he traído esta carga de cáñamo que está bien atada, amigo, lo cual es suficiente para mí; tú haz lo que te parezca’. De modo que el primero de ellos tiró la carga de  plata que portaba y cargó el oro.

“Finalmente volvieron a su campiña de origen. Y aquel que llevó la carga de cáñamos no alegró a sus padres, ni a su mujer, ni a sus hijos ni amigos: no les dio placer ni felicidad. Pero el que llevó la carga de oro alegró tanto a sus padres, como a su mujer, hijos y amigos: les dio placer y felicidad. Y usted, príncipe, habla igual que aquel portador de cáñamo de mi símil. Renuncie a este pernicioso punto de vista. Que esto no le cause dolor y sufrimiento por mucho tiempo”.

[30] “Yo fui complacido y me deleité, maestro Kassapa, ya con su primer símil. Sin embargo, quise seguir escuchando sus agudas respuestas a mis preguntas, porque le reconozco como un digno oponente.

“¡Excelente, maestro Kassapa! ¡Excelente, maestro Kassapa! El maestro Kassapa esclareció el Dhamma de diferentes maneras, como si enderezara lo que estaba torcido, revelara lo que estaba oculto, mostrara el camino a los que estaban perdidos o sostuviera una lámpara en medio de la oscuridad, de manera tal que los de buena vista pudieran ver las formas. Ahora voy por refugio al Buda, al Dhamma y el Sangha de los monjes. Que el maestro Kassapa me considere como su discípulo laico a partir de ahora, que le ha tomado como su guía. Quisiera ofrecer un gran sacrificio: que el maestro Kassapa me instruya cómo hacerlo para que el mismo me sirva de bienestar y felicidad por mucho tiempo”.

[31] “Cuando se hace un sacrificio, príncipe, en el cual se degüellan bueyes, cabras, gallinas, cerdos u otras creaturas vivas, los que participan en semejante sacrificio tienen un incorrecto punto de vista, una incorrecta intención, una incorrecta forma de hablar, una incorrecta forma de actuar, una incorrecta forma de vida, un incorrecto esfuerzo, una incorrecta atención consciente y una incorrecta concentración, de modo que este sacrificio no es fructífero ni provechoso, no es notorio ni brillante.

“Imagine, príncipe, un labrador que entrase a un bosque con su arado y semillas, para sembrarlas allí en un suelo pobre, sin arrancar los tocones, con semillas rotas, podridas, estropeadas por el viento y el calor, sembrándolas cuando ya no están en buen estado y fuera de  temporada, sin labrar correctamente el suelo y además sin una lluvia apropiada de los devas. ¿Podrían estas semillas germinar, desarrollarse y crecer para que el labrador tuviera una gran cosecha?”.

“Ciertamente no, maestro Kassapa”.

“Pues lo mismo pasa con un sacrificio, príncipe, en el cual se degüellan bueyes… que no es notorio ni brillante. Pero cuando ninguna de estas criaturas vivas se sacrifica, los que participan en semejante sacrificio tienen un recto punto de vista, una recta intención, una recta forma de hablar, una recta forma de actuar, una recta forma de vida, un recto esfuerzo, una recta atención consciente y una recta concentración, de modo que este sacrificio es fructífero y provechoso, es notorio y brillante.

“Imagine, príncipe, a un labrador que entrase a un bosque con su arado y semillas, para sembrarlas allí en un suelo rico, bien arrancandos los tocones, con semillas no rotas, podridas ni estropeadas por el viento y el calor, sembrándolas cuando están en buen estado y dentro de la temporada, labrando correctamente el suelo y, además, con una lluvia apropiada de los devas. ¿Podrían estas semillas germinar, desarrollarse y crecer para que el labrador tuviera una gran cosecha?”.

“Ciertamente sí, maestro Kassapa”.

“Pues lo mismo pasa con un sacrificio, príncipe, en el cual no se degüellan bueyes… que es notorio y brillante”.

[32] Entonces el príncipe Payasi ofreció dádivas a los ascetas y brahmanes, a los pobres, mendigos y necesitados. Les ofreció comida como arroz partido, papilla agria y restos de comida, al igual que vestimentas toscas con flecos de bolas. Y el joven brahmán de nombre Uttara fue puesto a cargo de la distribución, al final de la cual, refiriéndose a esta distribución, se mofó, diciendo: “Mediante esta ‘generosidad’ conocí al príncipe Payasi en este mundo, pero ¿será así en el venidero?”. Y el príncipe Payasi escuchó de esto y mandó a preguntar a Uttara si era cierto, a lo cual respondió que sí.

“Pero, ¿por qué, amigo Uttara, dijiste semejante cosa? ¿No es que, deseando hacer méritos, podemos esperar recompensa por nuestras dádivas?”.

“Pero, señor, en estas dádivas que usted ofreció ―la comida como arroz partido, papilla agria y restos de comida, al igual que vestimentas toscas con flecos de bolas―, usted ni siquiera pondría sus pies y, menos, haría uso de ellas. Usted, príncipe, es amable y cordial con nosotros, entonces, ¿cómo podemos reconciliar esta su amabilidad y gentileza con semejante falta de amabilidad y aspereza?”.

“Entonces bien, Uttara, prepara esta comida de tal manera como si yo mismo me alimentara de ella y la ropa como si yo mismo la vistiera”.

“Muy bien, señor”, respondió Uttara y así lo hizo.

Entonces, porque el príncipe Payasi realizó los donativos a regañadientes ―no con sus propias manos, ni ocupándose de eso apropiadamente, sino como si tirara casualmente algo a un lado―, con la disolución del cuerpo, después de la muerte, renació en compañía de los Cuatro Grandes Reyes, en la vacía mansión de Serisaka. Sin embargo, Uttara, quien hizo los donativos de buena manera ―con sus propias manos, ocupándose de eso apropiadamente, no como si tirase casualmente algo a un lado―, con la disolución del cuerpo, después de la muerte, renació en compañía de los Treinta y Tres Dioses.

[33] En aquel tiempo, el Venerable Gavampati usaba frecuentemente la vacía mansión de Serisaka para su descanso de la siesta. Entonces Payasi, ahora uno de los devas, llegó a donde estaba el Venerable Gavampati, le saludó cordialmente y se quedó a un lado. Entonces, el Venerable Gavampati le preguntó: “¿Quién eres, amigo?”.

“Soy el príncipe Payasi, señor”.

“¿No es usted acaso aquel que solía decir: ‘No existe otro mundo ni los seres que nacen allí espontáneamente; tampoco hay frutos ni resultados de las buenas ni malas acciones’?”.

“Sí, señor, yo fui quien solía decir eso, pero fui convertido de este pernicioso punto de vista por el Venerable Kumara Kassapa”.

“Y, ¿dónde ha renacido el joven brahmán Uttara, que fue encargado de la distribución de sus donativos, señor?”.

“Señor, él hizo los donativos de buena manera ―con sus propias manos, ocupándose de eso apropiadamente, no como si tirase casualmente algo a un lado―, y con la disolución del cuerpo, después de la muerte, renació en compañía de los Treinta y Tres Dioses. Pero yo, que realicé los donativos a regañadientes ―no con mis propias manos, ni ocupándome de eso apropiadamente, y haciéndolo como si tirara casualmente algo a un lado―, con la disolución del cuerpo, después de la muerte, renací en compañía de los Cuatro Grandes Reyes, en la vacía mansión de Serisaka.

[34] “Por eso, Venerable Gavampati, al retornar al mundo, declare por favor esto: ‘Vosotros debéis hacer los donativos de buena manera, con vuestras propias manos, ocupándoos de eso apropiadamente, no como si se tirase casualmente algo a un lado; el príncipe Payasi no lo hizo de esta manera y, con la disolución del cuerpo, después de la muerte, renació en compañía de los Cuatros Grandes Reyes. Sin embargo, el joven brahmán Uttara, quien administraba sus dádivas, que lo hizo de la manera correcta, con la disolución del cuerpo, después de la muerte, renació en compañía de los Treinta y Tres Dioses”. 

 


FUENTES:

Rhys Davids (1899). To Payasi: Rebirth and Karma en Dialogues of the Buddha, vol. II. Recuperado de https://suttacentral.net/en/dn23

Walshe, M. (1995). Payasi Sutta: About Payasi. Debate with Sceptic en The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the DighaNikaya, pp. 316-320.

Payasisuttam en WorldTipitakaEdition 


Traducción: Anton P. Baron

Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2015-2017.  

 

DN 17 Mahasudassana Sutta – Discurso sobre el gran esplendor

El rey Mahasudassana ―que resulta ser el mismo Buda en una de sus vidas pasadas― vive rodeado de gran esplendor, poseyendo los siete grandes tesoros. Sin embargo, deja todo para retirarse al palacio del Dhamma y vivir una vida contemplativa.

 


[Leer en pali]

[1.1] Esto he escuchado:

En cierta ocasión —un poco antes de su paso al Nibbana final—, el Bienaventurado estaba morando entre los árboles sala gemelos de la arboleda malla de nombre Upavattana, cerca de Kusinara.

[1.2] Entonces, el Venerable Ananda acercándose al Bienaventurado, le rindió homenaje, se sentó a un lado y le dijo: “Que el Bienaventurado no pase a su Nibbana final en esta pequeña ciudad llena de zarzas y barro, esta ciudad en medio de la jungla, en esta sucursal de una localidad. He aquí, Venerable Señor, hay estas otras grandes ciudades como Campa, Rajagaha, Savatthi, Saketa, Kosambi y Benarés. Que el Bienaventurado escoja una de esas ciudades para pasar a su Nibbana final. Allí hay muchos nobles hombres hogareños y brahmanes ricos, jefes de clanes, seguidores del Tathagata que rendirán homenaje a los restos del Tathagata”.

[1.3] “¡No digas eso, Ananda, no hables así! No digas que esta es una pequeña ciudad llena de zarzas y barro, una ciudad en medio de la jungla y la sucursal de una localidad. Tiempo atrás, Ananda, había un rey de nombre Mahasudassana, un monarca que giraba la Rueda del Dhamma, un gobernante recto que reinó con rectitud y conquistó la tierra en sus cuatro direcciones, ofreciendo seguridad a la gente y poseyendo los siete tesoros reales. Y esta ciudad de Kusinara, Ananda, fue la capital real del rey Mahasudassana bajo el nombre de Kusavati; de este a oeste medía doce leguas de ancho, y de norte a sur, siete leguas de largo. Y la capital real de Kusavati, Ananda, fue poderosa, populosa y próspera, frecuentada por mucha gente y provista abundantemente de toda clase de comida. Al igual que una ciudad real de los devas, poderosa, populosa y próspera, llena de gente y provista abundantemente de toda clase de comida, así era también la capital real de Kusavati. En la ciudad de Kusavati resonaban incesantemente los diez sonidos: el barritar de los elefantes, el relinchar de los caballos, el traqueteo de los carros, el retumbar de los tambores, el sonido de los címbalos, la música de los laúdes y platillos, las canciones, las ovaciones, los aplausos y las aclamaciones de ‘comed, bebed y estad alegres’.

[1.4] “La capital real de Kusavati, Ananda, estaba rodeada de siete murallas, de las cuales una de oro, una de plata, una de berilo, una de cristal, una de ágata, una de coral y una de toda clase de piedras preciosas.

[1.5] “La capital real de Kusavati, Ananda, tenía cuatro puertas, de las cuales una era de oro, una de plata, una de jade y una de cristal. En cada puerta se colocaron siete pilares, tres o cuatro veces más altos que el tamaño de un hombre. De esos pilares uno era de oro, uno de plata, uno de berilo, uno de cristal, uno de ágata, uno de coral y uno de toda clase de piedras preciosas.

[1.6] “La capital real de Kusavati, Ananda, estaba rodeada por siete filas de palmeras, de las cuales una era de oro, una de plata, una de berilo, una de cristal, una de ágata, una de coral y una de toda clase de piedras preciosas. Y las palmeras de oro, tenían el tronco de oro y las hojas y los frutos de plata; las palmeras de plata, tenían el tronco de plata y las hojas y los frutos de oro; las palmeras de berilo, tenían el tronco de berilo y las hojas y los frutos de cristal; las palmeras de cristal, tenían el tronco de cristal y las hojas y los frutos de berilo; las palmeras de ágata, tenían el tronco de ágata y las hojas y los frutos de coral; las palmeras de coral, tenían el tronco de coral y las hojas y los frutos de ágata; y las palmeras de toda clase de piedras preciosas, tenían el tronco de toda clase de piedras preciosas y las hojas y los frutos también de toda clase de piedras preciosas.

“Y cuando estas filas de palmeras, Ananda, eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Al igual, Ananda, que cuando las siete clases de instrumentos son ejecutados por un virtuoso, emiten un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante, de la misma manera, cuando estas filas de palmeras eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Y si había algún tahúr en ese momento en la ciudad real de Kusavati, un ebrio o alguien dado a la bebida, empezaba a danzar al sonido de las palmeras movidas por el viento.

[1.7] “Y el gran rey Mahasudassana fue poseedor de los siete tesoros y las cuatro maravillosas dádivas. Y, ¿cuáles son esos siete?

“En primer lugar, Ananda, cuando el gran rey ―durante el día quince de Uposattha― se lavó la cabeza y subió a la terraza de su palacio, para el día de la observancia, se le apareció el divino tesoro de la rueda, con miles de radios, con el toque ligero, con su eje y todos sus accesorios. Al ver esto, el gran rey pensó así: ‘Escuché que cuando el rey, debidamente ungido durante el día quince de Uposattha, se lava la cabeza y sube a la terraza de su palacio para el día de ayuno y,  entonces, se le aparece el divino tesoro de la rueda, con miles de radios, con el toque ligero, con su eje y todos sus accesorios, quiere decir que aquel rey se convierte en el Monarca Universal. Ahora bien, ¡yo soy, entonces, un Monarca Universal!’.

[1.8] “Además, Ananda, levantándose de su asiento, el gran rey tomó una vasija de agua con su mano izquierda, roció la rueda que sostuvo en su mano derecha y dijo: ‘Que el noble tesoro de la rueda, ruede; que el noble tesoro de la rueda, conquiste’. Y la rueda rodó hacia el este y el rey Mahasudassana la siguió con su cuádruple ejército. En cada país, en el cual la rueda se detuvo, el rey tomó allí su residencia junto con su cuádruple ejército.

[1.9] Y aquellos reyes que se le oponían en la región oriental, finalmente llegaron junto a él y le dijeron: ‘Ven, oh gran rey, sé bienvenido. Somos tuyos, oh gran rey. Gobierna sobre nosotros, oh gran rey’. Y el rey les dijo: ‘No matéis a los seres vivos. No toméis lo que no os ha sido dado. No cometáis actos sexuales ilícitos. No digáis mentiras. No toméis bebidas embriagantes. Sed moderados con la comida’. Y aquellos que se oponían a él en la región oriental, finalmente llegaron a ser sus súbditos.

[1.10] “Y luego, Ananda, la rueda rodó hacia el oeste… hacia el sur… hacia el norte y el rey Mahasudassana la siguió con su cuádruple ejército. En cada país, en el cual la rueda se detuvo, el rey tomó allí su residencia junto con su cuádruple ejército. Y aquellos reyes que se le oponían en la región del norte, finalmente llegaron junto a él y le dijeron: ‘Ven, oh gran rey, sé bienvenido. Somos tuyos, oh gran rey. Gobierna sobre nosotros, oh gran rey’. Y el rey les dijo: ‘No matéis a los seres vivos. No toméis lo que no os ha sido dado. No cometáis actos sexuales ilícitos. No digáis mentiras. No toméis bebidas embriagantes. Sed moderados con la comida’. Y aquellos que se oponían a él en la región del norte, finalmente llegaron a ser sus súbditos.

[1.11] «Finalmente, Ananda, el tesoro de la rueda, habiendo conquistado todas las tierras de mar a mar, retornó a la capital real de Kusavati y se detuvo frente al palacio del gran rey como si se tratara de una envoltura, como si fuera un adorno del palacio real. Es así cómo el tesoro de la rueda apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.12] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del elefante blanco, de siete posturas, con poderes sobrenaturales, flotando en el aire, el rey de los elefantes de nombre Uposattha. Al verlo, la mente del gran rey se llenó de confianza en él, de esta manera: ‘Sería maravilloso montar a este elefante, si se dejara domar’. Entonces, el entrenador de los elefantes domesticó al elefante, al igual que se domestica a un elefante de pura raza, lo cual le llevó mucho tiempo. Y luego sucedió que, cuando el gran rey probó y montó al elefante por la mañana, atravesó con él toda la tierra hasta la extremidad del océano y regresó a la capital real de Kusavati, para tomar su comida de la mañana. Es así cómo el tesoro del elefante apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.13] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del caballo blanco, con cabeza de cuervo negro, con la melena como el pasto munja, con poderes sobrenaturales, flotando en el aire, el rey de los caballos de nombre Valahaka [Nube de Tormenta]. Al verlo, la mente del gran rey se llenó de confianza en él, de esta manera: ‘Sería maravilloso montar a este caballo, si se dejara domar’. Entonces, el entrenador de los caballos domesticó al caballo, al igual que se domestica a un caballo de pura raza, por mucho tiempo. Y luego sucedió que, cuando el Monarca Universal probó y montó al caballo por la mañana, atravesó con él toda la tierra hasta la extremidad del océano y regresó a la capital real de Kusavati para tomar su comida de la mañana. Es así cómo el tesoro del caballo apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.14] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro de la joya. La joya era un berilo fino de las aguas más puras, de ocho quilates, bien terminada. Y el resplandor del tesoro de la joya se propagó alrededor del largo de una legua entera. Y sucedió que cuando el gran rey probó el tesoro de la joya, ordenó a su cuádruple ejército para el combate y, colocando el tesoro de la joya en la punta de su bandera, se estableció en medio de la oscuridad y la penumbra de la noche. Entonces, todos los habitantes de los pueblos vecinos empezaron sus labores por causa de esa luz, pensando que ya era de día. Es así cómo el tesoro de la joya apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.15] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro de la mujer. Una mujer bellísima, guapa y agraciada; poseedora de un cutis de suprema belleza, no demasiado alta ni demasiado baja, no demasiado delgada ni demasiado fornida, no demasiado oscura ni demasiado blanca, que sobrepasaba la belleza humana sin alcanzar la belleza divina. El toque de esta mujer, que es ese tesoro, era como si fuera un copo de malva o un copo de algodón. Durante el tiempo fresco, sus miembros eran calientes, y cuando hacía calor, eran frescos. Su cuerpo expedía la fragancia del sándalo y su boca la fragancia del loto. Ella se levantaba antes de que el gran rey se levantase y se retiraba después de que él se retirase. Estaba ansiosa por servirle, agradable en la conducta y era dulce en la manera de hablar. Siendo que nunca le era infiel al gran rey con el pensamiento, ¿cómo podría serlo con el cuerpo? Es así cómo el tesoro de la mujer apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.16] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del mayordomo. Se manifestó en él, el ojo divino —despierto a partir de las acciones pasadas—, a través del cual veía la historia de los tesoros escondidos, tanto propios como de los que no tienen dueños. Y se acercó al gran rey para decirle: ‘Que el gran rey permanezca despreocupado, que yo tendré cuidado de sus asuntos monetarios’. Y sucedió que cuando el gran rey probó al mayordomo, que es ese tesoro, lo llevó en un bote al medio del río Ganges, en medio de la corriente, y estando allí le dijo: ‘Necesito lingotes de oro, mayordomo’. — ‘Entonces, gran rey, sólo dirijamos el bote hacia la orilla’. — ‘Mayordomo, es que es justamente aquí donde necesito los lingotes de oro’. Entonces, el mayordomo sumergió las dos manos en el agua y sacó una olla llena de  lingotes de oro, diciendo al gran rey: ‘¿Es esto suficiente, gran rey? ¿Es suficiente esta dádiva, esta ofrenda?’. — ‘Es suficiente, mayordomo, es suficiente la dádiva, la ofrenda’. Es así cómo el tesoro del mayordomo apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.17] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del consejero sabio, perspicaz y sagaz; capaz de promover en el gran rey aquello que es digno de ser promovido y desaconsejar lo que debería ser rechazado. Era capaz de establecerlo en lo que debe estar establecido. Se acercó al gran rey y le dijo: ‘Que el gran rey descanse, yo voy a ocuparme de las tareas del gobierno’. Es así cómo el tesoro del consejero apareció al gran rey Mahasudassana, y es así como el gran rey fue poseedor de los siete tesoros.

[1.18] «Y, ¿cuáles son, Ananda, las cuatro maravillosas dádivas de las que fue dotado el rey Mahasudassana? He aquí, Ananda, el gran rey era hermoso, guapo y agraciado; era poseedor de un cutis de suprema belleza y sobrepasaba, en ese aspecto, a otros seres humanos. Esta es la primera dádiva que poseía el gran rey.

[1.19] «Además, Ananda, el gran rey vivió mucho tiempo y perduró por mucho tiempo, y sobrepasó, en ese aspecto, a otros seres humanos. Esta es la segunda dadiva que poseía el gran rey.

[1.20] «Además, Ananda, el gran rey era libre de enfermedades y dolencias, fue poseedor de una buena digestión, que no era demasiado fría ni demasiado caliente, y sobrepasó, en ese aspecto, a otros seres humanos. Esta es la tercera dádiva que poseía el gran rey.

[1.21] «Además, Ananda, el gran rey era querido por los brahmanes y hombres hogareños, y fue agradable para ellos. Al igual que un padre es querido por sus hijos y es agradable para ellos, así también el gran rey era querido por los brahmanes y hombres hogareños, y fue agradable para ellos. De la misma manera, los brahmanes y hombres hogareños eran queridos por el gran rey, y fueron agradables para él. Al igual que para un padre sus hijos le son queridos y agradables, así también los brahmanes y hombres hogareños eran queridos por el gran rey. Una vez, cuando el gran rey estaba paseando en el carro, en el Parque de los Placeres con su cuádruple ejército, los brahmanes y hombres hogareños se acercaron a él y le dijeron: ‘Conduzca más despacio, oh gran rey, así podremos verle por más tiempo’. Y entonces, el gran rey dijo al auriga: ‘Conduzca más despacio, así podré ver a los brahmanes y hombres hogareños por más tiempo’. Esta es la cuarta dádiva que poseía el gran rey, y estas son las cuatro maravillosas dádivas de las que fue dotado el rey Mahasudassana.

[1.22] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al rey Mahasudassana: ‘¿Qué tal si hago cada cien leguas un estanque de agua, con flores de loto entre palmeras?’. Entonces, hizo un estanque de agua con flores de loto entre palmeras, cada cien leguas. Y estos estanques de agua, con flores de loto, tuvieron azulejos de cuatro diferentes clases. Una clase de azulejos era de oro, una clase era de plata, una clase de berilo y una de cristal. Y cada uno de estos estanques de agua, con flores de loto, conducía a una escalera de cuatro diferentes clases. Una clase de escalera tenía escalones de oro, una clase de escalera escalones de plata, una clase de escalera escalones de berilo y una clase de escalera escalones de cristal. La escalera de oro tenía postes de oro y barandillas de plata. La escalera de plata tenía postes de plata y barandillas de oro. La escalera de berilo tenía postes de berilo y barandillas de cristal. La escalera de cristal tenía postes de cristal y barandillas de berilo. Y alrededor de estos estanques de agua, con flores de loto, corrían dos barandillas, una barandilla de oro y otra de plata. La barandilla de oro tenía sus postes de oro, y sus barras transversales y capiteles de plata. Y la barandilla de plata tenía sus postes de plata, y sus barras transversales y capiteles de oro.

[1.23] “Entonces este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si proveo a estos estanques de agua, con flores de loto, flores de cada estación, plantadas allí para toda la gente: lirios acuáticos azules y flores de loto azules, flores de loto blancas y lirios acuáticos blancos?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

“Entonces este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si construyo a la orilla de estos estanques de agua, con flores de loto, los baños, de tal manera que la gente que vive allí pueda bañarse?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

“Entonces este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si establezco en la orilla de estos estanques de agua, con flores de loto, postes caritativos, de tal manera que haya allí comida para los hambrientos, bebida para los sedientos, vestimenta para los desnudos, medios de transporte para los que tengan necesidad de ellos, sofás para los cansados, mujeres para los que buscan esposas, oro para los pobres y dinero para los que necesitan dinero?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

[1.24] “Entonces, Ananda, los brahmanes y hombres hogareños, tomando grandes riquezas, fueron junto al gran rey y le dijeron: ‘Señor, estas son las riquezas que hemos reunido especialmente para el gran rey, acéptelas por favor’. — ‘Amigos, yo ya tengo suficientes riquezas que tengo para mí, que son producto de los justos impuestos. Guardadlo para vosotros y tomad más con vosotros’.

“Y siendo rechazada así [su ofrenda] por el gran rey, se fueron a un lado y lo consideraron así: ‘No es apropiado para nosotros tomar estas riquezas y volver a nuestras casas. ¿Qué tal si construimos una mansión para el rey Mahasudassana?’.

Entonces, volvieron junto al gran rey y le dijeron: ‘Señor, quisiéramos construir una mansión para el gran rey’. Y el gran rey aceptó en silencio.

[1.25] “Entonces Sakka, el gobernador de los devas, conociendo con su mente la mente del rey Mahasudassana, se dirigió a Vissakamma —su deva ayudante— así: ‘Ven, Vissakamma, y construye un palacio para el rey Mahasudassana llamado Dhamma’.

“’Bien, señor’, respondió el deva asistente Vissakamma a Sakka, el gobernante de los devas. Acto seguido, tan rápido como un hombre fuerte dobla su brazo extendido o extiende su brazo doblado, desapareció del cielo de los Treinta-y-Tres y apareció frente al rey Mahasudassana, y le dijo: ‘Señor, quisiera construir un palacio para el gran rey que se llamaría Dhamma’. Y el gran rey aceptó en silencio. Entonces, el deva ayudante Vissakamma construyó para el gran rey el palacio llamado Dhamma.

[1.26] “Y el palacio del Dhamma, Ananda, se extendía una yojana de este a oeste de ancho y media yojana de norte a sur de largo. La planta baja, del palacio del Dhamma, tenía una altura tres veces mayor que la altura de un hombre, y estaba construida de cuatro clases de ladrillos. Una clase de ladrillos era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. Y el palacio del Dhamma tenía ochenta y cuatro mil pilares de cuatro clases. Una clase de pilares era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. El palacio del Dhamma estaba amoblado con sillas de cuatro clases. Una clase de sillas era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. Y en el palacio del Dhamma había veinticuatro escaleras de cuatro clases. Una clase de escaleras era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. Las escaleras de oro tenían balaustres de oro, con las barras transversales y los mascarones de plata. Las escaleras de plata tenían balaustres de plata, con las barras transversales y los mascarones de oro. Las escaleras de berilo tenían balaustres de berilo, con las barras transversales y los mascarones de cristal. Las escaleras de cristal tenían balaustres de cristal, con las barras transversales y los mascarones de berilo.

“En el palacio del Dhamma, Ananda, había ochenta y cuatro mil aposentos de cuatro clases. Una clase de aposentos era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. En los aposentos de oro se extendían los sofás de plata; en los aposentos de plata se extendían los sofás de oro; en los aposentos de berilo se extendían los sofás de marfil; y en los aposentos de cristal se extendían los sofás de coral. En la puerta del aposento de oro había una palmera de plata, cuyo tronco era de plata y las hojas y frutos de oro. En la puerta del aposento de plata había una palmera de oro, cuyo tronco era de oro y las hojas y frutos de plata. En la puerta del aposento de berilo había una palmera de cristal, cuyo tronco era de cristal y las hojas y frutos de berilo. En la puerta del aposento de cristal había una palmera de berilo, cuyo tronco era de berilo y las hojas y frutos de cristal.

[1.27] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si hago una arboleda de palmeras, todas de oro, a la entrada del gran aposento [con el techo] de dos aguas, para establecer ahí mi morada diurna?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

[1.28] “El palacio del Dhamma estaba rodeado por una doble barandilla. Una barandilla era de oro y la otra de plata. La barandilla de oro tenía los postes de oro, y las barras transversales y los mascarones de plata. Y la barandilla de plata tenía los postes de plata, y las barras transversales y los mascarones de oro.

[1.29] “Y el palacio del Dhamma estaba rodeado por dos redes de campanas. Una red de campanas era de oro y la otra red de campanas era de plata. Y cuando estas redes de campanas, Ananda, eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Al igual que cuando las siete clases de instrumentos son ejecutados por un virtuoso emiten un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante, de la misma manera, cuando estas redes de campanas eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Y si había algún tahúr en ese momento en la ciudad real de Kusavati, un ebrio o alguien dado a la bebida, empezaba a danzar al sonido de las redes de campanas movidas por el viento.

[1.30] “Cuando el palacio del Dhamma se terminó de construir, Ananda, era difícil mirarlo, era deslumbrante a los ojos. Al igual, Ananda, como en el último mes de las Lluvias, cuando el cielo llega a estar claro y las nubes se desvanecen, y es difícil mirar al sol que emerge en el cielo, y es deslumbrante a los ojos, así también, cuando este palacio del Dhamma se terminó de construir, era difícil mirarlo, era deslumbrante a los ojos.

[1.31] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si hago, enfrente del palacio del Dhamma, un lago de lotos que lleve el nombre de Dhamma?’. Entonces, el gran rey lo hizo así. Y este lago del Dhamma tenía una yojana de ancho de este a oeste y media yojana de largo de norte a sur. El lago del Dhamma, además, tenía cuatro clases de azulejos; una clase de azulejos era de oro, una clase era de plata, una clase de berilo y una de cristal. Y a este lago del Dhamma, con flores de loto, conducían veinticuatro escaleras de cuatro diferentes clases; una clase de escalera con escalones de oro, una clase de escalera con escalones de plata, una clase de escalera con escalones de berilo y una clase de escalera con escalones de cristal. La escalera de oro tenía postes de oro y barandillas de plata. La escalera de plata tenía postes de plata y barandillas de oro. La escalera de berilo tenía postes de berilo y barandillas de cristal. La escalera de cristal tenía postes de cristal y barandillas de berilo. Y alrededor de estos estanques de agua, con flores de loto, corrían dos barandillas, una barandilla de oro y otra de plata. La barandilla de oro tenía sus postes de oro, y sus barras transversales y capiteles de plata. Y la barandilla de plata tenía sus postes de plata, y sus barras transversales y capiteles de oro.

[1.32] “Y el lago del Dhamma, Ananda, estaba rodeado por siete filas de palmeras, una de las cuales era de oro, una de plata, una de berilo, una de cristal, una de ágata, una de coral y una de toda clase de piedras preciosas. Y las palmeras de oro tenían el tronco de oro, y las hojas y  frutos de plata; las palmeras de plata tenían el tronco de plata, y las hojas y frutos de oro; las palmeras de berilo tenían el tronco de berilo, y las hojas y frutos de cristal; las palmeras de cristal tenían el tronco de cristal, y las hojas y frutos de berilo; las palmeras de ágata tenían el tronco de ágata, y las hojas y frutos de coral; las palmeras de coral tenían el tronco de coral, y las hojas y frutos de ágata; y las palmeras de toda clase de piedras preciosas, tenían el tronco de toda clase de piedras preciosas, y las hojas y frutos también de toda clase de piedras preciosas.

“Y cuando estas filas de palmeras, Ananda, eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Al igual, Ananda, que cuando las siete clases de instrumentos son ejecutados por un virtuoso emiten un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante, de la misma manera, cuando estas filas de palmeras eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Y si había algún tahúr en ese momento en la ciudad real de Kusavati, un ebrio o alguien dado a la bebida, empezaba a danzar al sonido de las palmeras movidas por el viento.

[1.33] “Y cuando el palacio del Dhamma hubo sido terminado, Ananda, junto con el lago de lotos del Dhamma, el  rey Mahasudassana introdujo allí todas las cosas buenas de los ascetas y brahmanes, por las cuales ellos tenían una gran estima. Finalmente, ascendió al palacio del Dhamma.

[Fin de la primera serie de recitación].

[2.1] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿De cuál previo kamma es este fruto, de cuál kamma es el resultado de que sea ahora tan majestuoso y poderoso?’. Entonces se le ocurrió este pensamiento: ‘Este es el fruto y resultado de tres clases de kamma: de dar, de auto-control y de la abstención’.

[2.2] Entonces, Ananda, el gran rey entró al gran aposento con el techo de dos aguas y, estando en la puerta, exclamó: ‘¡Que cesen los pensamientos de codicia! ¡Que cesen los pensamientos de  animadversión! ¡Que cesen los pensamientos de odio!’.

[2.3] Entonces, Ananda, el gran rey, estando dentro del gran aposento con el techo de dos aguas, se sentó en el diván de oro con las piernas cruzadas y, recluido de los placeres sensuales, recluido de los perjudiciales estados mentales, entró y permaneció en el primer jhana, que consiste en el arrobamiento y felicidad nacidos de la reclusión, acompañado por el pensamiento aplicado y sostenido. Al calmarse el pensamiento aplicado y sostenido, entró y permaneció en el segundo jhana, el cual tiene la placidez interior y la unificación mental y consiste en el arrobamiento y felicidad nacidos de la concentración, sin el pensamiento aplicado y sostenido. Al desaparecer el arrobamiento, permaneció ecuánime, con atención consciente y clara comprensión, y experimentó la felicidad en su cuerpo; entonces, entró y permaneció en el tercer jhana, del cual los nobles declararon: ‘Él es ecuánime, atentamente consciente y es alguien que tiene una morada feliz’. Al abandonar la felicidad y la pena, con la previa desaparición de la alegría y el abatimiento, entró y permaneció en el cuarto jhana, ni penoso ni placentero, el cual tiene la purificación de la atención consciente mediante la ecuanimidad.

[2.4] “Acto seguido, Ananda, el gran rey salió del gran aposento con el techo de dos aguas y fue al aposento dorado con el techo de dos aguas —donde se sentó con las piernas cruzadas en el diván de plata— y permaneció impregnando un cuadrante [1] con la mente imbuida de amor benevolente. De la misma forma, el segundo, tercero y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, permaneció impregnando el mundo entero con la mente imbuida de amor benevolente; [mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Además, permaneció impregnando un cuadrante con la mente imbuida de compasión… con la mente imbuida de gozo altruista… con la mente imbuida de ecuanimidad. De la misma forma, el segundo, tercero y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, permaneció impregnando el mundo entero con la mente imbuida de ecuanimidad; [mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión.

[2.5] “Y el rey Mahasudassana, Ananda, tenía ochenta y cuatro mil ciudades, de las cuales la principal era la ciudad de Kusavati. Ochenta y cuatro mil palacios, de los cuales el principal era el palacio del Dhamma. Ochenta y cuatro mil cámaras, de las cuales la principal era la cámara del gran aposento con el techo de dos aguas. Ochenta y cuatro mil divanes de oro, plata, marfil y sándalo, cubiertos con alfombras de pelo largo, paños bordados con flores y magníficas pieles de antílopes, cubiertos, además, con elevadas marquesinas y con ambos extremos provistos de cojines de color púrpura. Ochenta y cuatro mil elefantes con adornos de oro y banderas doradas, cubiertos con redes doradas, de los cuales el principal era el rey de los elefantes que se llamaba ‘Uposatha’. Ochenta y cuatro mil caballos con adornos de oro y banderas doradas, cubiertos con redes doradas, de los cuales el principal era el rey de los caballos que se llamaba ‘Nube de tormenta’. Ochenta y cuatro mil carros cubiertos con pieles de leones, tigres y panteras, de los cuales el carro principal se llamaba “La Bandera de la Victoria’. Ochenta y cuatro mil piedras preciosas, de las cuales la principal era la Piedra Maravillosa. Ochenta y cuatro mil esposas, de las cuales la principal era la Reina de la Gloria. Ochenta y cuatro mil hombres hogareños, de los cuales el principal era el Maravilloso Mayordomo. Ochenta y cuatro mil khattiyas, de los cuales el principal era el Maravilloso Consejero. Ochenta y cuatro mil cabezas de ganado con parafernalias de yute y la punta de los cuernos de bronce. Ochenta y cuatro mil prendas de vestir de texturas delicadas, hechas de lino, algodón, seda y lana. Ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se servía arroz de día y de noche.

[2.6] “En aquel entonces, Ananda, ochenta y cuatro mil elefantes estaban esperando todas las mañanas y todas las tardes, listos para ser usados por el rey Mahasudassana. Entonces, este pensamiento se le ocurrió: ‘Estos ochenta y cuatro mil elefantes están siempre esperando por las mañanas y por las tardes, listos para ser usados por mí’. Entonces dijo a su Maravilloso Consejero: ‘¿Qué tal si cuarenta y dos mil de esos elefantes se alternan y viene junto a mí cada siglo?’. Entonces se hizo así.

[2.7] “Después de mucho tiempo, Ananda, después de muchos cientos y miles de años, este pensamiento se le ocurrió a la reina Subhadda: ‘Ya transcurrió mucho tiempo sin que haya visto al rey Mahasudassana. ¿Qué tal si voy a visitar al gran rey?’. Acto seguido dijo a las mujeres: ‘Venid, lavaos vuestras cabezas y vestíos de ropa limpia, que vamos a visitar al rey Mahasudassana’. ― ‘Sí, Majestad’, respondieron las mujeres y así lo hicieron, después de lo cual regresaron junto a la reina.

“Entonces, la reina Subhadda dijo al Maravilloso Consejero: ‘Alista, Maravilloso Consejero, al cuádruple ejército, que ya transcurrió mucho tiempo sin que hayamos visto al rey Mahasudassana y vamos a visitarlo’. ― ‘Sí, Majestad’, respondió el Maravilloso Consejero y así lo hizo, después de lo cual retornó junto a la reina, reportándole que el cuádruple ejército estaba listo.

[2.8] “Entonces, Ananda, la reina Subhadda partió junto con el cuádruple ejército y con las mujeres hacia el palacio del Dhamma. Al llegar allí, fue al gran aposento con el techo de dos aguas y se paró al otro lado de la puerta. Y cuando el rey Mahasudassana escuchó este ruido pensó: ¿Qué significa este ruido, proveniente de la acumulación de tanta gente?’. Entonces salió y, al ver a la reina Subhadda al otro lado de la puerta, le dijo: ‘Quédate allí, reina, no entres’.

[2.9] “Entonces, Ananda, el rey Mahasudassana dijo a cierto hombre: ‘Ve, buen hombre, toma el diván de oro del gran aposento con el techo de dos aguas y, sacándolo de allí, ponlo debajo de las palmeras de oro’. ― ‘Muy bien, gran rey’, respondió aquel hombre y así lo hizo. Acto seguido, el rey Mahasudassana se recostó ahí adoptando la posición del león, con una pierna sobre la otra, con clara comprensión y atención consciente.

[2.10] “Entonces, Ananda, esto se le ocurrió a la reina Subhadda: ‘¡Qué calmos se ven todos los miembros del rey Mahasudassana! ¡Qué brillante es su apariencia! ¡Espero que el gran rey no esté muerto!’.

“Acto seguido dijo al gran rey: ‘Señor, de tus ochenta y cuatro mil ciudades, la principal es la ciudad de Kusavati. ¡Levántate, vuelve a despertar tu deseo por ellas! Señor, de tus ochenta y cuatro mil palacios… de tus ochenta y cuatro mil cámaras… de tus ochenta y cuatro mil divanes… de tus ochenta y cuatro mil elefantes… de tus ochenta y cuatro mil caballos… de tus ochenta y cuatro mil carros… de tus ochenta y cuatro mil piedras preciosas… de tus ochenta y cuatro mil esposas… de tus ochenta y cuatro mil hombres hogareños… de tus ochenta y cuatro mil khattiyas… de tus ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… de tus ochenta y cuatro mil prendas de vestir… de tus ochenta y cuatro mil platos, en las cuales se sirve arroz de día y de noche. ¡Levántate, vuelve a despertar tu deseo por ellos!’.

[2.11] “Cuando se dijo esto, Ananda, el rey Mahasudassana dijo a la reina: ‘Por mucho tiempo, reina, has hablado placentera y deleitosamente, de manera atractiva y dulce. Sin embargo, en este último tiempo tus palabras no me fueron placenteras, deleitosas ni deseables’.

“’Entonces, ¿cómo, señor, debo dirigirme a usted?’.

“’Así deberías hablarme: «Todas las cosas que son placenteras y atractivas son sujetas a cambio, a desaparición, a llegar otra cosa. No mueras, rey, lleno de ansia: morir lleno de ansia es penoso e indigno. Señor, de tus ochenta y cuatro mil ciudades, la principal es la ciudad de Kusavati. ¡Abandona el deseo por ellas, abandona el deseo de vivir allí! Señor, de tus ochenta y cuatro mil palacios… de tus ochenta y cuatro mil cámaras… de tus ochenta y cuatro mil divanes… de tus ochenta y cuatro mil elefantes… de tus ochenta y cuatro mil caballos… de tus ochenta y cuatro mil carros… de tus ochenta y cuatro mil piedras preciosas… de tus ochenta y cuatro mil esposas… de tus ochenta y cuatro mil hombres hogareños… de tus ochenta y cuatro mil khattiyas… de tus ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… de tus ochenta y cuatro mil prendas de vestir… de tus ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se sirve arroz de día y de noche. ¡Abandona el deseo por ellos, abandona el deseo de vivir con esto!»’.

[2.12] “Cuando se dijo esto, Ananda, la reina Subhadda se puso a llorar y derramar lágrimas. Entonces, llorando y derramando lágrimas, la reina dijo al gran rey: ‘Todas las cosas que son placenteras y atractivas son sujetas a cambio, a desaparición, a llegar otra cosa. No mueras, rey, lleno de ansia: morir lleno de ansia es penoso e indigno. Señor, de tus ochenta y cuatro mil ciudades, la principal es la ciudad de Kusavati. ¡Abandona el deseo por ellas, abandona el deseo de vivir allí! Señor, de tus ochenta y cuatro mil palacios… de tus ochenta y cuatro mil cámaras… de tus ochenta y cuatro mil divanes… de tus ochenta y cuatro mil elefantes… de tus ochenta y cuatro mil caballos… de tus ochenta y cuatro mil carros… de tus ochenta y cuatro mil piedras preciosas… de tus ochenta y cuatro mil esposas… de tus ochenta y cuatro mil hombres hogareños… de tus ochenta y cuatro mil khattiyas… de tus ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… de tus ochenta y cuatro mil prendas de vestir… de tus ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se sirve arroz de día y de noche. ¡Abandona el deseo por ellos, abandona el deseo de vivir con esto!’.

[2.13] “Entonces, no mucho después, Ananda, el rey Mahasudassana murió. Y así como un hombre hogareño, o su hijo, puede sentir somnolencia después de una buena comida, así también él tuvo esa sensación al fallecer y renació, luego, en un buen destino, en el mundo del Brahma.

“Por ochocientos cuarenta años el rey Mahasudassana vivió la vida feliz del príncipe; por ochocientos cuarenta años ejerció el vice-reinado; por ochocientos cuarenta años gobernó como rey; por ochocientos cuarenta años vivió como laico en el palacio del Dhamma. Y habiendo practicado las cuatro moradas divinas, con la disolución del cuerpo después de la muerte, renació en el mundo del Brahma.

[2.14] “Ahora bien, Ananda, tú podrías pensar esto: ‘El rey Mahasudassana, en aquel tiempo, era alguien más’. Sin embargo, no deberías interpretar esto así. En aquel tiempo, yo mismo era el rey Mahasudassana. Mías eran las ochenta y cuatro mil ciudades, de las cuales la principal era la ciudad de Kusavati. Míos eran los ochenta y cuatro mil palacios… ochenta y cuatro mil cámaras… ochenta y cuatro mil divanes… ochenta y cuatro mil elefantes… ochenta y cuatro mil caballos… ochenta y cuatro mil carros… ochenta y cuatro mil piedras preciosas… ochenta y cuatro mil esposas… ochenta y cuatro mil hombres hogareños… ochenta y cuatro mil khattiyas… ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… ochenta y cuatro mil prendas de vestir… Míos eran los ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se servía arroz de día y de noche’.

[2.15] “De estas ochenta y cuatro mil ciudades, Ananda, una era la que usaba en aquel tiempo para morar, la cual fue la ciudad principal de Kusavati. De estos ochenta y cuatro mil palacios, uno era el que usaba en aquel tiempo para morar, el cual fue el palacio del Dhamma. De estas ochenta y cuatro mil cámaras, una era la que usaba en aquel tiempo  para morar, la cual era la cámara del gran aposento con el techo de dos aguas. De estos ochenta y cuatro mil divanes, uno era el que usaba en aquel tiempo para ocuparlo, a veces el que era de oro, otras veces el que era de plata, otras el de marfil y otras el de sándalo. De estos ochenta y cuatro mil elefantes, uno era al que en aquel tiempo montaba, que era el rey de los elefantes que se llamaba ‘Uposatha’. De estos ochenta y cuatro mil caballos, uno era al que en aquel tiempo montaba, que era el rey de los caballos que se llamaba ‘Nube de tormenta’. De esos ochenta y cuatro mil carros, uno era el que usaba en aquel tiempo, que era el carro principal que se llamaba “La Bandera de la Victoria’. De estas ochenta y cuatro mil esposas, una era la que usaba para que me esperase, y era la señora noble que se llamaba Khattiyini o Velamikami. De estas ochenta y cuatro mil prendas de vestir, usaba en aquel tiempo una que era de textura delicada, o una hecha de lino, una hecha de algodón, una de seda o una de lana. Y de estos ochenta y cuatro mil platos, en aquel tiempo usé uno para comer una medida moderada de arroz con salsa de curry.

[2.16] “Mira, Ananda, cómo ahora todas estas cosas del pasado terminaron y se desvanecieron por completo. Así son de transitorias, Ananda, las cosas condicionadas, así de cambiantes y poco confiables son las cosas condicionadas. Por eso, Ananda, uno no debe regocijarse en los estados condicionados, debe apartarse de ellos y debe liberarse de todos los estados condicionados.

[2.17] “Yo recuerdo, Ananda, haber desechado el cuerpo seis veces en este lugar, y haberlo desechado por séptima vez como el Monarca que gira la Rueda, el gobernador justo que conquistó las cuatro regiones de la tierra y estableció firmemente su reinado, y que poseyó los siete tesoros. Por eso, Ananda, no veo mejor lugar en este mundo con sus devas, en el mundo del Mara y Brahma, en esta generación con sus ascetas y brahmanes, nobles y gente común, donde el Tathagata desechase por octava vez el cuerpo”.

Esto es lo que dijo el Bienaventurado y, habiéndolo dicho, agregó:

“Transitorias son todas las cosas condicionadas,

Propensas a surgir y desaparecer.

Al haber surgido, vuelven a destruirse,

Y su desaparición es la dicha”.

 


NOTA:

[1] Punto cardinal.

 


FUENTES:

Rhys Davids (1899). The Three Knowledges en Dialogues of the Buddha, vol. II, adaptación de Brasington, L. (sf). Tevijja Sutta: The Sutta (about those who have) the Knowledge of the Three (Vedas). Recuperado de http://www.leighb.com/dn13.htm

Walshe, M. (1995). Mahasudassanana Sutta. The Great Splendour: A King’s Renunciation. en The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the Digha Nikaya, pp. 279-290.

“Mahasudassananasuttam”, World Tipitaka Edition

Traducción: Anton P. Baron

Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2015-2017.

 

DN 18 Janavasabha Sutta – Discurso con Janavasabha

Un yakkha aparece junto al Buda para contarle que se llama Janavasabha y que en su anterior vida fue el rey Bimbisara de Maghada, asesinado por su hijo. También informa al Buda sobre algunas enseñanzas que el Brahma Sanankumara ofreció a los devas, en ocasión del día de Uposatha.

 


[Leer en pali]

[1] Esto he escuchado:

En una ocasión el Bienaventurado estaba en la Casa de Ladrillos, en Nadika. En aquel entonces el Bienaventurado estaba declarando los renacimientos de varios seguidores que fallecieron entre las familias del país, tales como los kasi y los kosala, los vajji y los malla, los ceti y los vamsa, los kuru y los pancala, los maccha y los surasena, diciendo: “Este ha renacido allí y aquel ha renacido allá. Y más de cincuenta devotos nadika, que fallecieron después de haber destruido completamente los cinco grilletes, llegaron a ser los que no-retornan y renacieron espontáneamente, sin retornar más a este mundo. Más de noventa devotos nadika, que fallecieron después de haber destruido completamente los tres grilletes y haber reducido la codicia, el odio y la falsa ilusión, llegaron a ser los que retornan-una-vez y retornarán una sola vez a este mundo, para poner fin a la insatisfacción. Más de quinientos adherentes nadika, que fallecieron después de haber destruido completamente los tres grilletes, llegaron a ser los que entran-en-la-corriente, incapaces de renacer en el mundo bajo, con un destino fijo, con la Iluminación como su destino”.

[2] Cuando los seguidores de Nadika escucharon estas noticias, fueron complacidos, se deleitaron y se llenaron de gozo al conocer semejante respuesta del Bienaventurado.

[3] Y también el Venerable Ananda, al escuchar estas noticias por parte del Bienaventurado, fue complacido y se deleitó por [la suerte de] los seguidores de Nadika.

[4] Entonces, se le ocurrió este pensamiento: “He aquí, hay también [otros] discípulos de larga trayectoria que fallecieron. Alguien podría pensar que Anga y Maghada carecen de discípulos que fallecieron. Pero ellos también tuvieron una gran fe en el Buda, el Dhamma y el Sangha, y fueron realizados en la virtud. Sin embargo, en cuanto a lo concerniente a ellos, nada ha sido declarado por el Bienaventurado. Sería bueno tener una declaración acerca de ellos, pues esto serviría a mucha gente para establecerse en la fe y alcanzar, de esta manera, un buen destino.

“Por otro lado, estaba también el rey Seniya Bimbisara, gobernante justo y recto, amigo de brahmanes y hombres hogareños, de moradores de ciudades y pueblos. La gente expandió su fama, diciendo: ‘¡Falleció nuestro recto rey, de justo gobierno, que nos hizo tan felices! ¡Qué gran bien tuvimos habiendo vivido en el reino de aquel rey justo!’. Él también tuvo una gran fe en el Buda, el Dhamma y el Sangha, y fue realizado en la virtud. Y la gente también decía: ‘El rey Seniya Bimbisara, que durante su vida fue elogiado por el Bienaventurado, ha muerto’. Sin embargo, en cuanto a lo concerniente a él, nada ha sido declarado por el Bienaventurado. Sería bueno tener una declaración acerca de él, pues esto serviría a mucha gente para establecerse en la fe y alcanzar, de esta manera, un buen destino. Además, el Bienaventurado alcanzó la suprema Iluminación en Maghada. ¿Cómo puede ser que los discípulos que fallecieron en este lugar, no tuvieran declaración alguna en este sentido? Si el Bienaventurado no declarase nada sobre ellos, se sentirían heridos, y puesto que se sentirían heridos, ¿cómo es que el Bienaventurado guarda silencio?”.

[5-6] Habiendo pensado esto sobre los discípulos de Maghada en la reclusión, el Venerable Ananda se levantó temprano de mañana y se acercó al Bienaventurado, le rindió homenaje y le dijo: “Venerable Señor, he escuchado que el Bienaventurado estaba en la Casa de Ladrillos, en Nadika, y que estaba declarando los renacimientos de varios seguidores que fallecieron entre las familias del país… Entonces se me ocurrió este pensamiento: ‘He aquí, hay también [otros] discípulos de larga trayectoria que fallecieron. Alguien podría pensar que Anga y Maghada carecen de discípulos que fallecieron…  ¿cómo es que el Bienaventurado guarda silencio?’”.

Habiendo dicho esto al Bienaventurado sobre los discípulos de Maghada, se levantó de su asiento, le rindió homenaje y se retiró de allí, cuidando que el Bienaventurado permaneciese siempre a su mano derecha.

[7] Tan pronto como el Venerable Ananda se hubo ido, el Bienaventurado se vistió temprano por la mañana, tomó su cuenco y hábito exterior, y entró a Nadika en busca de la comida de las limosnas. Cuando hizo este su habitual recorrido, después de haber comido y regresado, lavó sus pies y entró en la Casa de Ladrillos, donde se sentó en el asiento que estaba preparado para él. Acto seguido concentró su mente en los discípulos de Maghada considerando esto: “Voy a averiguar su futuro, su suerte después de esta vida, dónde estos buenos hombres están y cuál es su destino”. Entonces, el Bienaventurado vio dónde los discípulos de Maghada estaban y cuál era su destino. Así que por la tarde, cuando el Bienaventurado emergió de la reclusión, salió de la Casa de Ladrillos y se sentó afuera, en la sombra, en el asiento que estaba preparado para él.

[8] Entonces el Venerable Ananda se acercó al Bienaventurado, le rindió homenaje, se sentó a un lado y le dijo: “Venerable Señor, el Bienaventurado parece sereno, su tez luce resplandeciente y sus facultades tranquilas. ¿Ha tenido el Bienaventurado una morada placentera?”.

[9] “Después de haberme hablado, Ananda, sobre los discípulos de Maghada, cuando te fuiste me vestí temprano por la mañana, tomé mi cuenco y hábito exterior, y entré a Nadika en busca de la comida de las limosnas… y vi dónde los discípulos de Maghada estaban y cuál era su destino. Pero entonces escuché la voz de un yakkha que exclamó: ‘¡Soy Janavasabha, Venerable Señor, soy Janavasabha, oh Sublime!’. Ahora bien, Ananda, ¿conoces a alguien que previamente llevara ese nombre de Janavasabha?”.

“Tengo que confesar, Venerable Señor, que nunca escuché de alguien que, previamente, llevara ese nombre de Janavasabha. Además, Venerable Señor, al escuchar ahora este nombre de Janavasabha me siento encantado y emocionado, porque me imagino que ningún yakkha, común y corriente, puede llevar ese nombre de Janavasabha”.

[10] “Pues bien Ananda, después de haber escuchado estas palabras, el yakkha se apareció delante de mí con una espléndida presencia y pronunció la segunda exclamación: ‘¡Soy Bimbisara, Venerable Señor, soy Bimbisara, oh Sublime! Es por séptima vez, Venerable Señor, que renací dentro del séquito del gran rey Vessavana. Después de fallecer como un rey humano, llegué a ser un rey no humano.

            ‘Siete estados aquí y siete estados allá, catorce nacimientos,

            Este es el total de nacimientos que puedo recordar.

“’Por mucho tiempo, Venerable Señor, he sido destinado a no renacer en un estado de aflicción y, ahora, es mi deseo de llegar a ser alguien que una-vez-retorna’.

“’Esto es maravilloso, yakkha Janavasabha ―dije yo―, es asombroso que me digas esto: «Por mucho tiempo, Venerable Señor, he sido destinado a no renacer en un estado de aflicción y, ahora, es mi deseo  llegar a ser alguien que una-vez-retorna». ¿Por cuál motivo crees que has alcanzado estos logros, yakkha Janavasabha?’.

[11] “’Ningún otro, Venerable Señor, ningún otro, oh Sublime, sino mediante la enseñanza del Bienaventurado. Desde que obtuve una completa fe en el Bienaventurado, desde ese momento, Venerable Señor, he sido destinado a no renacer en un estado de aflicción y, ahora, es mi deseo llegar a ser alguien que una-vez-retorna. Una vez, Venerable Señor, se me envió a entregar un mensaje del rey Vessavana al rey Virulhaka —concerniente a un negocio— y vi por el camino al Bienaventurado entrando en la Casa de Ladrillos, sentándose en su asiento y concentrando luego la mente en los discípulos de Maghada y considerando esto: «Voy a averiguar su futuro, su suerte después de esta vida, dónde estos buenos hombres están y cuál es su destino». Y como, Venerable Señor, fue justo un rato antes cuando lo escuché de frente y lo comprendí de la boca del rey Vessavana, mientras contaba a la asamblea la suerte que tuvieron después de esta vida, dónde estos buenos hombres están y cuál es su destino, se me ocurrió visitar al Bienaventurado y anunciarle estas cosas. Estas son las dos razones, Venerable Señor, por las cuales, llegué a visitar al Bienaventurado.

[12] “’Pasó mucho tiempo atrás, Venerable Señor, en la noche de Uposatha de la quincena del mes que marca el inicio del retiro de las Lluvias, cuando los Treinta y Tres Dioses estaban sentados en una gran asamblea en el salón de Sudhamma. Y estaban rodeados por una gran compañía celestial, incluyendo a los Cuatro Grandes Reyes de los cuatro puntos cardinales. Estaba allí Dhatarattha, el rey del este, sentado en dirección al oeste. Vidhaka, el rey del sur, sentado en dirección al norte. Virupakkha, el rey del oeste, sentado en dirección al este. Y Vessavana, el rey del norte, sentado en dirección al sur. Este es el orden en cual estaban sentados estos reyes en aquella ocasión. Y, entonces, llegaron nuestros asientos. Y aquellos devas, Venerable Señor, que nacieron recientemente entre el séquito de los Treinta y Tres Dioses, por haber vivido sus vidas bajo el Bienaventurado, superaban a los otros devas por su apariencia y gloria. Y, por esa razón, los Treinta y Tres Dioses se mostraron complacidos y felices, se llenaron de deleite y gozo, y dijeron: «El séquito de los devas se incrementó, mientras el séquito de los asuras disminuyó».

[13] “’Entonces, Venerable Señor, Sakka, el gobernador de los devas, cuando vio la satisfacción de los Treinta y Tres Dioses por su séquito, expresó esta aprobación mediante una exclamación gozosa:

            “’«Los Treinta y Tres Dioses se regocijan, al igual que su gobernante,

            Alabando al Tathagata y el verdadero Dhamma,

            Viendo a los recién llegados devas, hermosos y brillantes,

            Que, viviendo la vida santa bajo el Bienaventurado,

            Superan al resto en fama y esplendor en su buen renacimiento,

            Los herederos del gran Maestro que han ganado la verdad sublime.

            Viendo esto, los Treinta y Tres Dioses se regocijan, al igual que su gobernante,

            Alabando al Tathagata y el verdadero Dhamma».

“’Al escuchar esto, Venerable Señor, los Treinta y Tres Dioses se regocijaron aún más y dijeron: «Realmente el séquito de los devas se incrementó, mientras el séquito de los asuras disminuyó».

[14] “’Entonces, Venerable Señor, los Treinta y Tres Dioses consultaron y deliberaron acerca del asunto que les reunió ahí, en el salón de Sudhamma, y con respecto a los Cuatro Grandes Reyes, les avisaron y los exhortaron, mientras estos permanecían allí a un lado.

            “’Los Reyes, instruidos, aceptaron las palabras pronunciadas,

            Calmos y serenos, estando al lado de sus asientos.

[15] “’Entonces, Venerable Señor, una portentosa y esplendorosa luz proveniente del norte, fue vista, y fue mayor que el esplendor de los devas. Entonces Sakka, el gobernador de los devas dijo al séquito de los Treinta y Tres Dioses: «Cuando aparecen semejantes signos, amigos, cuando se ve semejante luz portentosa y esplendorosa, es porque va a aparecer el Brahma. Esto es un signo que anuncia su cercana manifestación.

            “’«Cuando se ven estos signos, el Brahma está por aparecer;

            Este es el signo del Brahma: una luz portentosa y esplendorosa».

[16] “’Acto seguido, Venerable Señor, los Treinta y Tres Dioses se sentaron en sus asientos, diciendo: «Averigüemos lo que viene tras este gran esplendor y, cuando lo descubramos, acerquémonos a él». Y los Cuatro Grandes Reyes también se sentaron en sus asientos y dijeron lo mismo. Y cuando escuchamos que los devas de los Treinta y Tres Dioses estaban de acuerdo con esto, nosotros también decidimos averiguar lo que venía tras este gran esplendor y, al descubrirlo, acercarnos a él.

[17] “’Cuando el Brahma Sanankumara aparece frente a los Treinta y Tres Dioses, Venerable Señor, aparece asumiendo una forma sensorial, porque la apariencia natural de los Brahmas no suele ser perceptible a los ojos de los Treinta y Tres Dioses. Y entonces, cuando el Brahma Sanankumara aparece frente a los Treinta y Tres Dioses, eclipsa el resplandor y la gloria de los otros devas. Así como la figura hecha de oro eclipsa la figura humana, así, también, el resplandor y la gloria del Brahma es mayor que la de los otros devas. Además, cuando el Brahma Sanankumara aparece frente a los Treinta y Tres Dioses, ningún otro deva lo saluda, se levanta de su asiento ni le ofrece asiento; en cambio, todos permanecen en silencio con las palmas de sus manos juntas y con las piernas cruzadas, pensando esto: «Si de cualquiera de nosotros el Brahma Sanankumara necesitase algo, ahora, ahí se sentaría». Y aquel deva, en cuyo diván escogiese sentarse, sentiría una sublime satisfacción y felicidad, al igual que un recientemente ungido rey de los khattiya siente satisfacción y felicidad al asumir su real oficio.

[18] “’Entonces, Venerable Señor, el Brahma Sanankumara apareció frente a los Treinta y Tres Dioses, asumiendo una forma sensorial, manifestándose a sí mismo en forma de un dios del séquito de los Treinta y Tres. Apareció en los aires y se sentó en el cielo con las piernas cruzadas. Al igual que un hombre fuerte, con facilidad se sienta con las piernas cruzadas sobre un bien extendido diván, o sobre el suelo, así también apareció en los aires el Brahma Sanankumara y se sentó en el cielo con las piernas cruzadas. Y al observar la calma de los Treinta y Tres Dioses, expresó su deleite en versos:

            “’«Los Treinta y Tres Dioses con su gobernante se regocijan,

            Alabando al Tathagata y el verdadero Dhamma,

Viendo a los recién llegados devas, hermosos y brillantes,

            Que, viviendo la vida santa bajo el Bienaventurado,

            Superan al resto en fama y esplendor en su buen renacimiento,

            Los herederos del gran Maestro que han ganado la verdad sublime.

            Viendo esto, los Treinta y Tres Dioses se regocijan, al igual que su gobernante,

            Alabando al Tathagata y el verdadero Dhamma».

[19] “’Y en cuanto a cómo habla el Brahma Sanankumara, Venerable Señor, su voz tiene ocho características: tiene una voz distinguida, inteligible, placentera, atractiva, compacta, concisa, profunda y resonante. Y cuando habla con esta voz, en medio de la asamblea, su voz no penetra más allá de la asamblea. Cuando alguien tiene una voz así, se dice que tiene la voz de Brahma.

[20] “’Entonces, Venerable Señor, habiendo multiplicado sus formas a los Treinta y Tres, se sentó con las piernas cruzadas en el diván de cada uno de los Treinta y Tres Dioses, y se dirigió a ellos de esta manera: «¿Qué opináis señores? En la medida que el Bienaventurado, por la compasión por el mundo, por el bienestar y la felicidad de muchos, actuó a favor de los devas y los seres humanos, aquellos que tomaron el refugio en el Buda, el Dhamma y el Sangha, y han observado los preceptos morales, con la disolución del cuerpo después de la muerte, han renacido, algunos en compañía de los devas Vasavatthi-Paranimmita, otros en compañía de los devas Nimmkaratti, otros en compañía de los devas de Tusita, otros entre el séquito de Yama, otros entre el séquito de los Treinta y Tres Dioses, y otros entre el séquito de los Cuatro Grandes Reyes. O, por lo menos, llenaron el número de las huestes de los gandhabba».

[21] “’Esto es lo que dijo el Brahma Sanankumara. Y al decir esto, cada uno de los dioses pensó esto: «Él está sentado sobre mi diván y está hablando solamente a mí».

            “’Todas las formas asumieron una sola voz,

            Y habiendo hablado, todas permanecieron en silencio.

            Y así los Treinta y Tres con su gobernante,

            Asumieron: «Él sólo me habló a mí».

[22] “’Acto seguido, Venerable Señor, el Brahma Sanankumara asumió una forma singular, se sentó en el diván de Sakka, el gobernador de los devas y se dirigió a los Treinta y Tres Dioses así: «¿Qué opináis señores Treinta y Tres Dioses? El Bienaventurado, el Arahant Perfectamente Iluminado, ha conocido y revelado las cuatro bases del poder espiritual. Y, ¿cuáles son esas cuatro? Este es el caso del monje que desarrolla la base para el poder espiritual que posee la concentración a través del deseo y las formaciones volitivas del esfuerzo. Además, desarrolla la base para el poder espiritual que posee la concentración a través de la energía y las formaciones volitivas del esfuerzo. Además, desarrolla la base para el poder espiritual que posee la concentración a través de la mente y las formaciones volitivas del esfuerzo. Además, desarrolla la base para el poder espiritual que posee la concentración a través de la investigación y las formaciones volitivas del esfuerzo. Estas son las cuatro bases del poder espiritual que el Bienaventurado, el Arahant Perfectamente Iluminado, ha conocido y revelado.

“’«Aquellos ascetas y brahmanes que en el tiempo pasado realizaron estos poderes de diferentes maneras, todos ellos los desarrollaron y practicaron duramente de estas cuatro formas. Y aquellos ascetas y brahmanes que en el tiempo futuro vayan a realizar estos poderes de diferentes maneras, todos ellos los van a desarrollar y practicar duramente de estas cuatro formas. Y aquellos ascetas y brahmanes que en el tiempo presente realizan estos poderes de diferentes maneras, todos ellos los desarrollan y practican duramente de estas cuatro formas.

“’«¿Observáis vosotros, también, estos mismos poderes en mí?».

“’«Sí, oh Brahma».

“’«Bien, porque yo también desarrollé y practiqué duramente estas cuatro bases del poder espiritual de estas cuatro formas».

[23] “’Esto es lo que dijo el Brahma Sanankumara. Y habiendo dicho esto, continuó así: «¿Qué opináis señores Treinta y Tres Dioses? Hay estas tres entradas para alcanzar la dicha que fueron proclamadas por el Bienaventurado, quien sabe y ve, el Arahant Perfectamente Iluminado. Y, ¿cuáles son esas tres? Este es el caso de alguien que mora indulgente con los placeres sensoriales, con los estados perjudiciales. Y cuando en un momento dado escucha el noble Dhamma, le presta atención y practica conforme a él. Haciendo eso, se aparta de los deseos sensoriales y de los perjudiciales estados. Consecuentemente, surgen en él las sensaciones placenteras y hasta la felicidad. Al igual que a partir de una sensación placentera puede desarrollarse la felicidad, así, también, de las sensaciones placenteras, bajo estas circunstancias, puede nacer la  felicidad. Esta es, señores, la primera entrada para alcanzar la dicha que fue proclamada por el Bienaventurado, quien sabe y ve, el Arahant Perfectamente Iluminado.

[24] “’«¿Además, señores, es el caso de alguien, cuyas tendencias subyacentes de cuerpo, habla y mente no se han disipado. Y cuando en un momento dado escucha el noble Dhamma, le presta atención y practica conforme a él. Haciendo eso, las tendencias subyacentes de cuerpo, habla y mente se disipan. Consecuentemente, surgen en él las sensaciones placenteras y hasta la felicidad. Al igual que a partir de una sensación placentera puede desarrollarse la felicidad, así también de las sensaciones placenteras, bajo estas circunstancias, puede nacer la  felicidad. Esta es, señores, la segunda entrada para alcanzar la dicha que fue proclamada por el Bienaventurado, quien sabe y ve, el Arahant Perfectamente Iluminado.

[25] “’«¿Además, señores, es el caso de alguien que no sabe tal cómo realmente es: ‘esto es bueno’, ‘esto es malo’, ‘esto es reprochable’, ‘esto es irreprochable’, ‘esto ha de ser practicado’, ‘esto ha de ser evitado’, ‘esto es ordinario’, ‘esto es noble’, ‘esto tiene cualidades perjudiciales, esto beneficiosas y esto mixtas’. Y cuando en un momento dado escucha el noble Dhamma, le presta atención y practica conforme a él. Haciendo eso, llega a saber tal cómo realmente es: ‘esto es bueno’, ‘esto es malo’, ‘esto es reprochable’, ‘esto es irreprochable’, ‘esto ha de ser practicado’, ‘esto ha de ser evitado’, ‘esto es ordinario’, ‘esto es noble’, ‘esto tiene cualidades perjudiciales, esto beneficiosas y esto mixtas’. Consecuentemente, surgen en él las sensaciones placenteras y hasta la felicidad. Al igual que a partir de una sensación placentera puede desarrollarse la felicidad, así, también, de las sensaciones placenteras, bajo estas circunstancias, puede nacer la  felicidad. Esta es, señores, la tercera entrada para alcanzar la dicha que fue proclamada por el Bienaventurado, quien sabe y ve, el Arahant Perfectamente Iluminado.

“’«Y estas son, señores, las tres entradas para alcanzar la dicha que fueron proclamadas por el Bienaventurado, quien sabe y ve, el Arahant Perfectamente Iluminado».

[26] “’Esto es lo que dijo el Brahma Sanankumara. Y habiendo dicho esto, continuó así: «¿Qué opináis señores Treinta y Tres Dioses? ¡Qué bien explicó el Bienaventurado, el que conoce y ve, el Arahant Perfectamente Iluminado, los cuatro establecimientos de la atención consciente! Y, ¿cuáles son esos cuatro? He aquí, señores, el monje permanece contemplando el cuerpo en el cuerpo ―fervoroso, comprendiendo claramente y atentamente consciente―, habiendo abandonado la codicia y el desagrado por el mundo. Además, permanece contemplando las sensaciones en las sensaciones ― fervoroso, comprendiendo claramente y atentamente consciente―, habiendo abandonado la codicia y el desagrado por el mundo. Además, permanece contemplando la mente en la mente ― fervoroso, comprendiendo claramente y atentamente consciente―, habiendo abandonado la codicia y el desagrado por el mundo. Y permanece contemplando los fenómenos en los fenómenos ― fervoroso, comprendiendo claramente y atentamente consciente―, habiendo abandonado la codicia y el desagrado por el mundo. Y cuando mora contemplando de esta manera, llega a estar perfectamente concentrado y sereno. Estando así concentrado, calmado y sereno, gana el conocimiento y la visión externa de los fenómenos mentales de otros. Estos son, señores, los cuatro establecimientos de la atención consciente que explicó el Bienaventurado, que conoce y ve, el Arahant Perfectamente Iluminado».

[27] “’Esto es lo que dijo el Brahma Sanankumara. Y habiendo dicho esto, continuó así: «¿Qué opináis señores Treinta y Tres Dioses? ¡Qué bien explicó el Bienaventurado, el que conoce y ve, el Arahant Perfectamente Iluminado, los siete requisitos de la concentración, el desarrollo perfecto de la concentración y una concentración perfecta! Y, ¿cuáles son esos siete? El recto punto de vista, la recta intención, la recta forma de hablar, la recta acción, la recta forma de vida, el recto esfuerzo y la recta atención consciente. Esta unidireccionalidad de la mente, señores, que se produce mediante estos siete factores, se llama la noble recta concentración, con ellas como su base y requisitos. A partir del recto punto de vista surge la recta intención, de la recta intención surge la recta forma de hablar, de la recta forma de hablar surge la recta acción, de la recta acción surge la recta forma de vida, de la recta forma de vida surge el recto esfuerzo, del recto esfuerzo surge la recta atención consciente, de la recta atención consciente surge la recta concentración, de la recta concentración surge el recto conocimiento y del recto conocimiento surge la recta liberación.

“«Cualquiera que, proclamando verdaderamente ―‘este Dhamma está bien expuesto por el Bienaventurado, visible aquí y ahora, independiente del tiempo, que invita al sabio a venir y ver, y ser experimentado por uno mismo’―, dijese: ‘¡Abrid las puertas a lo Inmortal!’; estaría hablando la pura verdad. Porque realmente, señores, este Dhamma está bien expuesto por el Bienaventurado, visible aquí y ahora, independiente del tiempo, que invita al sabio a venir y ver, y ser experimentado por uno mismo, y también es una puerta hacia lo Inmortal.

“’«Aquellos que tienen una inconmovible fe en el Buda, el Dhamma y el Sangha, y están dotados de las virtudes que agradan a los Nobles, y que han surgido aquí en medio de nosotros mediante la práctica del Dhamma —más de doscientos cuarenta seguidores de Maghada—, todos ellos destruyeron los tres grilletes y se convirtieron en los que entraron-en-la-corriente, incapaces de caer en el mundo bajo, con un destino fijo: con la Iluminación como su destino. Y, además, hay aquí también los que retornan-una-vez.

            “’«Pero en cuanto a esa otra variación [de los seres Iluminados]

            Con el mérito aún mayor,

            A ellos no los puedo contar,

            Por temor de no decir la verdad».

[28] “’Esto es lo que dijo el Brahma Sanankumara y, concerniente a lo que se dijo, en la mente del gran rey Vessavana surgió esta reflexión: «¡Esto es maravilloso, es realmente asombroso que haya surgido semejante glorioso Maestro, que haya sido proclamado semejante glorioso Dhamma y que haya sido conocido tan glorioso y sublime sendero!». Acto seguido, el Brahma Sanankumara, habiendo discernido la reflexión en la mente del gran rey Vessavana, le dijo:

“’«¿Qué opinas, gran rey Vessavana? No ha habido en el pasado semejante glorioso Maestro, que haya proclamado semejante glorioso Dhamma ni haya dado a conocer tan glorioso y sublime sendero, tampoco lo habrá de nuevo en el futuro»’”.

[29] Esto es lo que el Brahma Sanankumara dijo a los Treinta y Tres Dioses. Y el gran rey Vessavana, habiéndolo escuchado por sí mismo, lo relató a sus seguidores. Y el yakkha Janavasabha, habiéndolo escuchado por sí mismo, lo relató al Bienaventurado. Y el Bienaventurado, habiéndolo escuchado por sí mismo y habiéndolo conocido también mediante su verdadero conocimiento, lo relató al Venerable Ananda. Y el Venerable Ananda, habiéndolo escuchado de parte del Bienaventurado, lo relató a los monjes y las monjas, a los seguidores y seguidoras laicos. De esta manera, la vida santa prosperó y se expandió ampliamente, y ha sido proclamada entre los seres humanos. 

 


FUENTES:

Rhys Davids (1899). With Janavasabha en Dialogues of the Buddha, vol. II. Recuperado de https://suttacentral.net/en/dn18

Walshe, M. (1995). Janavasabha Sutta: About Janavasabha. Brahma Adresses the Gods en The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the Digha Nikaya, pp. 291-300.

Janavasabhasuttam en World Tipitaka Edition


Traducción: Anton P. Baron

Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2015. 

 

DN 19 Mahagovinda Sutta – Discurso con Mahagovinda [el Gran Mayordomo]

Un gandhabba —de nombre Pancasikha— aparece junto al Buda, relatándole lo acontecido en el mundo de los devas, tal como aparece en el relato de Janavasabha en el sutta anterior. Luego, narra la historia de Mahagovinda, quien se encargaba de los asuntos de los siete reyes y, a pesar de la importancia de sus tareas, se retiró a la vida contemplativa, hecho que le permitió renacer en el reino del Brahma.

 


[Leer en pali]

[1] Esto he escuchado:

En cierta ocasión el Bienaventurado estaba morando en la montaña Pico de Buitre, cerca de Rajagaha. Entonces, cuando la noche estaba muy avanzada, un gandhabba —de nombre Pancasikha— se acercó al Bienaventurado iluminando todo el monte Pico de Buitre con un gran resplandor. Estando allí, rindió homenaje al Bienaventurado, se quedó a un lado y dijo: “Venerable Señor, quisiera contar al Bienaventurado lo que he visto y observado cuando estaba en la presencia de los Treinta y Tres Dioses”.

“Pues cuéntamelo, Pancasikha”, respondió el Bienaventurado.

[2] “Una vez, Venerable Señor, hace mucho tiempo atrás, la noche de Uposatha de la quincena del mes que marca el inicio del retiro de las Lluvias, los Treinta y Tres Dioses estaban sentados en una gran asamblea en el salón de Sudhamma. Y estaban rodeados por una gran compañía celestial, incluyendo a los Cuatro Grandes Reyes de los cuatro puntos cardinales. Estaba allí Dhatarattha, el rey del este, sentado en dirección al oeste. Vidhaka, el rey del sur, sentado en dirección al norte. Virupakkha, el rey del oeste, sentado en dirección al este. Y Vessavana, el rey del norte, sentado en dirección al sur. Este era el orden en el cual estaban sentados estos reyes, en aquella ocasión. Entonces llegaron nuestros asientos. Y aquellos devas, Venerable Señor, que nacieron recientemente entre el séquito de los Treinta y Tres Dioses, por haber vivido sus vidas bajo el Bienaventurado, superaban a los otros devas por su apariencia y gloria. Y por esa razón, los Treinta y Tres Dioses se mostraron complacidos y felices, se llenaron de deleite y gozo, y dijeron: ‘El séquito de los devas se incrementó, mientras el séquito de los asuras disminuyó’.

[3] “Entonces, Venerable Señor, Sakka —el gobernador de los devas—, cuando vio la satisfacción de los Treinta y Tres Dioses por su séquito, expresó esta aprobación mediante una exclamación gozosa:

            “’Los Treinta y Tres Dioses se regocijan, al igual que su gobernante,

            Alabando al Tathagata y el verdadero Dhamma,

            Viendo a los recién llegados devas, hermosos y brillantes,

            Que viviendo la vida santa bajo el Bienaventurado,

            Superan al resto en fama y esplendor en su buen renacimiento,

            Los herederos del gran Maestro que han ganado la verdad sublime.

            Viendo esto, los Treinta y Tres Dioses se regocijan, al igual que su gobernante,

            Alabando al Tathagata y el verdadero Dhamma’.

“Al escuchar esto, Venerable Señor, los Treinta y Tres Dioses se regocijaron aún más y dijeron: ‘Realmente el séquito de los devas se incrementó, mientras el séquito de los asuras disminuyó’.

[4] “Entonces Sakka, el gobernador de los devas, viendo la satisfacción de los Treinta y Tres Dioses, les dijo: ‘¿Os gustaría escuchar, señores, las ocho declaraciones verdaderas de elogio hacia el Bienaventurado?’.

“’Es nuestro deseo escucharlas, señor’.

“Entonces Sakka, Venerable Señor, el gobernador de los devas, hizo estas ocho declaraciones verdaderas de elogio hacia el Bienaventurado:

[5] “’¿Qué opináis, señores? En consideración a la manera en la que el Bienaventurado se esforzó por el bienestar y la felicidad de muchos, y actuó a favor de los devas y seres humanos, mediante su compasión por el mundo; no podemos encontrar a otro maestro alguno que estuviese dotado de semejantes cualidades —sea en el pasado o en el presente— como el Bienaventurado.

[6] “’Además, este Dhamma que ha sido bien expuesto por el Bienaventurado, visible aquí y ahora, independiente del tiempo, que invita al sabio a venir y ver, y ser experimentado por uno mismo; no podemos encontrar a otro maestro alguno que proclamase semejante Dhamma —sea en el pasado o en el presente— como el Bienaventurado.

[7] “’Además, el Bienaventurado explicó bien: ‘esto es bueno’, ‘esto es malo’, ‘esto es reprochable’, ‘esto es irreprochable’, ‘esto ha de ser practicado’, ‘esto ha de ser evitado’, ‘esto es ordinario’, ‘esto es noble’, ‘esto tiene cualidades perjudiciales, esto beneficiosas y esto mixtas’; no podemos encontrar a otro maestro alguno que explicase tan bien semejantes cosas —sea en el pasado o en el presente— como el Bienaventurado.

[8] “’Además, el Bienaventurado ha explicado a sus discípulos el sendero que conduce al Nibbana, de manera tal que ellos se fusionan uno con el otro: el Nibbana, con el sendero que conduce al Nibbana, y el sendero que conduce al Nibbana, con el Nibbana. Al igual que las aguas del río Ganges y el río Yamuna se fusionan y corren juntas, así, también, el Nibbana y el bien revelado sendero que conduce al Nibbana se fusionan y corren juntos; no podemos encontrar a otro maestro alguno, de estas características, que revelase semejante sendero que conduce al Nibbana —sea en el pasado o en el presente— como el Bienaventurado.

[9] “’Además, el Bienaventurado ha ganado a los compañeros de ambas clases: tanto a los aprendices que recorren el sendero, como a los Arahants que han vivido la vida santa; compañeros que no salen afuera, sino que permanecen en compañía de su mente enfocada en el objeto; no podemos encontrar a otro maestro alguno, de estas características, que morase de esta manera —sea en el pasado o en el presente— como el Bienaventurado.

[10] “’Además, las dádivas conferidas al Bienaventurado son bien conferidas, su fama ampliamente establecida, así que los khattiyas, como la gente común y corriente, siguen depositando su fe en él; con todo eso, el Bienaventurado toma estas dádivas con la mente libre de presunción; no podemos encontrar a otro maestro alguno de estas características —sea en el pasado o en el presente— como el Bienaventurado.

[11] “’Además, el Bienaventurado es coherente entre lo que dice y hace; no podemos encontrar a otro maestro alguno, de estas características, con su Dhamma y los detalles —sea en el pasado o en el presente— como el Bienaventurado. 

[12] “’Además, el Bienaventurado trasciende todos los «cómo» y «por qué», ya que al descubrir la meta suprema de la vida santa, se apartó de él toda duda; no podemos encontrar a otro maestro alguno, de estas características, que hiciese las mismas cosas —sea en el pasado o en el presente— como el Bienaventurado. 

“Estas son las ocho declaraciones verdaderas, de elogio hacia el Bienaventurado, Venerable Señor, que Sakka —el gobernador de los devas— hizo frente a los Treinta y Tres Dioses. Y entonces, los Treinta y Tres Dioses fueron aún más satisfechos y se llenaron de gozo, deleite y felicidad, al escuchar estos verdaderos elogios al Bienaventurado.

[13] “Entonces, Venerable Señor, ciertos dioses exclamaron: ‘¡Si tan sólo cuatro Budas, plenamente Iluminados, surgiesen en el mundo y enseñasen el Dhamma como el Bienaventurado! Esto sería beneficioso para el bienestar y la felicidad de muchos, por compasión al mundo, para el bien y la ganancia de los devas y seres humanos’.

“Mientras que algunos otros dioses dijeron esto: ‘Sería suficiente, señores, si tan sólo tres Budas, plenamente Iluminados, surgiesen en el mundo y enseñasen el Dhamma como el Bienaventurado. Esto sería beneficioso para el bienestar y la felicidad de muchos, por compasión al mundo, para el bien y la ganancia de los devas y seres humanos’.

[14] “Entonces, Venerable Señor, intervino Sakka —el gobernador de los devas— y dijo: ‘Ahora bien, señores, es imposible que en el mismo sistema mundial y al mismo tiempo, surjan dos Budas plenamente Iluminados: ni juntos ni uno tras otro. Esto no puede suceder. ¡Así que el Bienaventurado continúe con una larga vida, por muchos años más, libre de dolencias y enfermedades! ¡Que esto sea beneficioso para el bienestar y la felicidad de muchos, por compasión al mundo, para el bien y la ganancia de los devas y seres humanos!’.

“Entonces, Venerable Señor, los Treinta y Tres Dioses consultaron y deliberaron acerca del asunto que les reunió ahí, en el salón de Sudhamma, y con respecto a los Cuatro Grandes Reyes, les avisaron y los exhortaron, mientras estos permanecían allí a un lado. 

            “Los Reyes instruidos, aceptaron las palabras pronunciadas,

            Calmos y serenos, estando al lado de sus asientos.

[15] “Entonces, Venerable Señor, una portentosa y esplendorosa luz, proveniente del norte, fue vista y fue mayor que el esplendor de los devas. Entonces Sakka, el gobernador de los devas, dijo al séquito de los Treinta y Tres Dioses: ‘Cuando aparecen semejantes signos, amigos, cuando se ve semejante luz portentosa y esplendorosa, es porque va a aparecer el Brahma. Esto es un signo que anuncia su cercana manifestación.

            “’Cuando se ven estos signos, el Brahma está por aparecer;

            Este es el signo del Brahma: una luz portentosa y esplendorosa’.

“Acto seguido, Venerable Señor, los Treinta y Tres Dioses se sentaron en sus asientos, diciendo: ‘Averigüemos lo que viene tras este gran esplendor y, cuando lo descubramos, acerquémonos a él’. Y los Cuatro Grandes Reyes también se sentaron en sus asientos y dijeron lo mismo. Y cuando escuchamos que los devas de los Treinta y Tres Dioses estaban de acuerdo con esto, nosotros también decidimos averiguar lo que venía tras este gran esplendor y, al descubrirlo, acercarnos a él.

[16] “Cuando el Brahma Sanankumara aparece frente a los Treinta y Tres dioses, Venerable Señor, aparece asumiendo una forma sensorial, porque la apariencia natural de los Brahmas no suele ser perceptible a los ojos de los Treinta y Tres dioses. Y entonces cuando el Brahma Sanankumara aparece frente a los Treinta y Tres dioses, eclipsa el resplandor y la gloria de los otros devas. Así como la figura hecha de oro eclipsa la figura humana, así también el resplandor y la gloria del Brahma es mayor de los otros devas. Además, cuando el Brahma Sanankumara aparece frente a los Treinta y Tres dioses, ningún otro deva lo saluda, se levanta de su asiento ni le ofrece asiento; en cambio todos permanecen en silencio con las palmas de sus manos juntas y con las piernas cruzadas, pensando esto: ‘si de cualquiera de nosotros el Brahma Sanankumara necesitase algo ahora, ahí se sentaría.’ Y aquel deva, en cuyo diván escogiese sentarse, sentiría una sublime satisfacción y felicidad, al igual que un recientemente ungido rey de los khattiya siente satisfacción y felicidad al asumir su oficio real.

[17] “Entonces, Venerable Señor, el Brahma Sanankumara apareció frente a los Treinta y Tres dioses asumiendo una forma sensorial, manifestándose a sí mismo en forma de un dios del séquito de los Treinta y Tres. Apareció en los aires y se sentó en el cielo con las piernas cruzadas. Al igual que un hombre fuerte con facilidad se sienta con las piernas cruzadas sobre un bien extendido diván o sobre el suelo, así también apareció en los aires el Brahma Sanankumara y se sentó en el cielo con las piernas cruzadas. Y al observar la calma de los Treinta y Tres dioses expresó su deleite en versos:

            “’Los Treinta y Tres Dioses con su gobernante se regocijan,

            Alabando al Tathagata y el verdadero Dhamma,

Viendo a los recién llegados devas, hermosos y brillantes,

            Que viviendo la vida santa bajo el Bienaventurado,

            Superan al resto en fama y esplendor en su buen renacimiento,

            Los herederos del gran Maestro que han ganado la verdad sublime.

            Viendo esto, los Treinta y Tres Dioses se regocijan, al igual que su gobernante,

            Alabando al Tathagata y el verdadero Dhamma’.

[18] “Y en cuanto a cómo habla el Brahma Sanankumara, Venerable Señor, su voz tiene ocho características: tiene una voz distinguida, inteligible, placentera, atractiva, compacta, concisa, profunda y resonante. Y cuando habla con esta voz, en medio de la asamblea, su voz no penetra más allá de la asamblea. Cuando alguien tiene una voz así, se dice que tiene la voz de Brahma.

[19] “Entonces, Venerable Señor, los Treinta y Tres Dioses dijeron al Brahma Sanankumara: ‘¡Esto es muy bueno, oh Brahma! Nos hemos regocijado al escuchar cuando Sakka, el gobernador de los devas, proclamó las ocho declaraciones verdaderas de elogio hacia el Bienaventurado. Entonces, Brahma dijo a Sakka, el gobernador de los devas: ‘Nosotros también quisiéramos escuchar las ocho declaraciones verdaderas de elogio hacia el Bienaventurado’.

[20-27] “’Muy bien, oh Gran Brahma’, respondió Sakka, el gobernador de los devas y, acto seguido, le dijo: ’¿Qué opina, oh Gran Brahma? En consideración a la manera, en la que el Bienaventurado se esforzó gracias a su compasión por el mundo, por el bienestar y la felicidad de muchos, y actuó a favor de los devas y seres humanos; no podemos encontrar a otro maestro alguno que estuviese dotado de semejantes cualidades —sea en el pasado o en el presente— como el Bienaventurado… [sigue igual que en los párrafos 5 al 12].

“Y entonces, el Brahma Sanankumara fue satisfecho y se llenó de gozo, deleite y felicidad al escuchar estos verdaderos elogios al Bienaventurado. 

[28] “Entonces, Venerable Señor, el Brahma Sanankumara apareció frente a los Treinta y Tres Dioses, asumiendo una forma sensorial, manifestándose a sí mismo en forma de un dios del séquito de los Treinta y Tres. Apareció en los aires y se sentó en el cielo con las piernas cruzadas. Al igual que un hombre fuerte con facilidad se sienta con las piernas cruzadas sobre un bien extendido diván, o sobre el suelo, así también apareció en los aires el Brahma Sanankumara y se sentó en el cielo con las piernas cruzadas. Y se dirigió a los Treinta y Tres Dioses así: ‘Ahora bien, señores Treinta y Tres Dioses, ¿por cuánto tiempo creéis que el Bienaventurado ha tenido esta gran sabiduría?’.

[29] “’Una vez, hace mucho tiempo atrás, había un rey de nombre Disampati, que tenía un mayordomo que era un brahmán de nombre Govinda. Y el rey Disampati también tenía un hijo de nombre Renu, mientras que Govinda tenía un hijo de nombre Jotipada. Entonces, el príncipe Renu y el joven Jotipada, más otros seis jóvenes khattiyas, conformaron un grupo de amigos, ocho en total. Al transcurrir el tiempo, el mayordomo Govinda murió y el rey Disampati lloró por él diciendo: «¡Ay! ¡Justo cuando hemos transferido todas nuestras responsabilidades al mayordomo Govinda y, cuando abandonamos los cinco sentidos de los placeres sensuales, el mayordomo murió!».

[30] “’Al escuchar esto, el príncipe Renu dijo al rey: «No llores en exceso por la muerte del mayordomo Govinda, señor. Govinda tenía un hijo, el joven Jotipada, que es aún más sabio que su padre, más capaz para encontrar las ventajas que su padre. Encárguelo, señor, para que administre todos los negocios de los que se encargaba su padre». — «Así lo haré».

“’Entonces, el rey Disampati hizo llamar a cierto hombre y le dijo: «Ven, buen hombre, y ve junto al maestro Jotipada y dile: ‘¡Que el venerable Jotipada esté bien! Me manda el rey Disampati porque quiere verle’».  — «Bien, señor», respondió aquel hombre, luego fue junto al joven Jotipada y le entregó el mensaje.

“’Al recibir el mensaje, Jotipada respondió: «Muy bien, señor» y, acto seguido, fue a la presencia del rey. Al llegar allí, intercambió con él cordiales saludos. Cuando terminaron estos cordiales saludos y amables palabras de bienvenida, se sentó a un lado y el rey Disampati le dijo: «Quisiéramos tener al venerable Jotipada como administrador de nuestros bienes. Que no lo rehúse, por favor, pues yo lo colocaré como mi mayordomo en lugar de su padre». — «Muy bien, señor», respondió Jotipada y asintió.

[31] “’Entonces, el rey Disampati colocó a Jotipada como su mayordomo, en lugar de su padre. Y cuando Jotipada se instaló se hizo cargo de todos los asuntos que antes administraba su padre. Y de aquellos asuntos que su padre no se ocupaba, él tampoco se ocupó. Y realizaba todas las tareas que antes realizaba su padre y no otras. Entonces la gente decía: «¡Este brahmán realmente es un mayordomo! ¡Realmente es un gran mayordomo!». Y fue así cómo el joven brahmán Jotipada llegó a ser conocido como Mahagovinda [el Gran Camarero].

[32] “’Al pasar el tiempo, Mahagovinda fue una vez junto al grupo de los seis khattiyas y les dijo: «El rey Disampati ya es anciano, entrado en edad, decrépito y ha entrado en la última etapa de su vida. ¿Quién puede decir hasta cuándo vivirá el hombre? Cuando el rey Disampati muera, el príncipe Renu será ungido como rey. Sugiero, señores, que vayáis junto al príncipe Renu y le digáis: ‘Nosotros somos los queridos y apreciados amigos de nuestro señor Renu, y compartimos sus alegrías y penas. El rey Disampati, nuestro señor, ya es anciano, entrado en edad, decrépito y ha entrado en la última etapa de su vida. ¿Quién puede decir hasta cuándo vivirá el hombre? Cuando el rey Disampati muera, el príncipe Renu será ungido como rey. Si nuestro señor Renu quiere obtener la soberanía, compártala con nosotros’».

[33] “’«Muy bien, señor», respondieron los seis khattiyas, luego se acercaron al príncipe Renu y le dijeron lo que Mahagovinda les aconsejó. [Y el príncipe Renu respondió:]

“’«Bien señores, ¿quién debe prosperar en este reino, después de mí, si no sois vosotros? Si yo, señores, obtengo la soberanía, la compartiré con vosotros».

[34] “’Entonces, pasado cierto tiempo el rey Disampati murió y, después de su muerte, su hijo Renu fue ungido como rey. Sin embargo, al ser ungido como rey, Renu se abandonó a sí mismo, entregándose a los placeres sensuales. Por eso Mahagovinda se acercó a los seis khattiyas y les dijo: «Ahora, señores, que el rey Disampati ―mi señor― murió, Renu, que ha sido ungido rey en su lugar, se ha abandonado a sí mismo, entregándose a los placeres sensuales. ¿Quién sabe lo que esto puede acarrear? Los placeres sensuales son embriagantes. Sugiero, señores, que vayáis junto al príncipe Renu y le digáis: ‘El rey Disampati ―nuestro señor― murió y, Renu, ha sido ungido rey en su lugar, ¿no recuerda nuestro señor su promesa?’».

“’«Muy bien, señor», respondieron los seis khattiyas, luego se acercaron al príncipe Renu y le dijeron lo que Mahagovinda les aconsejó. [Y el príncipe Renu respondió:]

“’«Señores, recuerdo mis palabras. Ahora bien, ¿quién sería capaz de dividir esta enorme cantidad de la tierra de este reino, tan ancho en el norte y que se va estrechando hacia el sur, en siete partes iguales?». ― «¿Quién, si no el brahmán Mahagovinda?».

[35] “’Entonces, el rey Renu envió a un hombre junto a Mahagovinda para que le dijera: «Ven, mi señor, el rey te llama». Acto seguido, Mahagovinda, obedeciendo el llamado, fue a la presencia del rey e intercambió con él cordiales saludos. Cuando terminaron estas amables charlas de bienvenida y cordiales saludos, se sentó a un lado y el rey le dijo: «Ve, señor Mahagovinda y divide esta enorme cantidad de la tierra de este reino tan ancho en el norte y que se va estrechando hacia el sur, en siete partes iguales».

“’«Bien, señor», respondió Mahagovinda, y así lo hizo.

[36] “’Y el país del rey Renu estaba en el centro.

Dantapura de los kalinga, Potaka de los assaka,

Mahissati de los avanti, Roruka de los sovira.

            Mithila de los videha, luego Campa de los anga,

            Finalmente Benarés de los kasi:

            Así fue como dispuso Mahagovinda, según su sabio plan’.

“’Entonces, estos seis khattiyas, se complacieron cada uno con su ganancia y de lo exitoso que fue el plan. Por eso dijeron: «¡Lo que hemos querido, lo que hemos deseado, lo que hemos procurado y por lo que nos esforzamos, esto ha ocurrido!».

“’Sattabhu y Brahmadatta, Vessabhu y Bharata,

Renu y dos Dhataratthas;

Estos son los siete reyes bharata’.

[Termina la primera porción de recitación].

[37] “’Entonces, estos seis khattiyas se acercaron a Mahagovinda y le dijeron: «Al igual que Mahagovinda fue una compañía querida, apreciada y congenial del rey Renu, así, también, lo es para nosotros. Por eso quisiéramos que Mahagovinda administrase, también, nuestros asuntos; tenemos confianza en él, así que, por favor, no se rehúse».

“’«Bien, señores», respondió Mahagovinda y se encargó de administrar los reinos de los siete reyes ungidos; también enseñó mantras a siete eminentes y ricos brahmanes, y a setecientos jóvenes estudiantes brahmanes.

[38] “’Y, con el tiempo, se divulgó una muy buena referencia concerniente a Mahagovinda, de esta manera: «¡Mahagovinda puede ver al Brahma con sus propios ojos y puede conversar con él!». Entonces Mahagovinda pensó así: «Se está divulgando esta buena referencia concerniente a mí, según la cual tanto puedo ver al Brahma con mis propios ojos como conversar con él, sin embargo, yo no puedo verlo con mis propios ojos ni conversar con él tampoco. Sin embargo, he escuchado a los ancianos brahmanes, a los maestros y sus pupilos, decir: ‘Quien permanece, por cuatro meses en la época de las lluvias, en meditación y practica la absorción en la compasión, puede ver al Brahma cara a cara, hablar con él y consultarle cosas. ¿Qué tal si me pongo a cultivar estas cosas?».

[39] “’Acto seguido, Mahagovinda se acercó al rey Renu y le contó sobre la buena referencia que se divulgaba acerca de él, y sobre su deseo de practicar en reclusión [agregando:] «Deseo, señor, meditar durante cuatro meses de las lluvias, practicando la absorción en la compasión y que nadie pueda acercarse a mí, excepto para traerme la comida». ― «Que el Venerable Mahagovinda haga lo que le parezca».

[40] “’Después, Mahagovinda hizo un recorrido visitando a cada uno de los seis khattiyas y les dijo lo mismo. A lo que cada uno de ellos le respondió: «Que el Venerable Mahagovinda haga lo que le parezca».

[41] “’Entonces, Mahagovinda fue junto a los siete eminentes y ricos brahmanes y setecientos jóvenes estudiantes brahmanes, y les contó sobre la buena referencia que se divulgaba acerca de él y sobre su deseo de meditar, en reclusión, durante los cuatro meses de lluvias, practicando la absorción en la compasión, agregando esto: «Por eso, señores, seguid practicando los mantras que habéis escuchado, los cuales se os encomendó y enseñadlos a otros». ― «Que el Venerable Mahagovinda haga lo que le parezca».

[42] “’Acto seguido, fue junto a sus cuarenta mujeres ―todas ellas de igual rango― y les contó lo mismo. Y cada una de las mujeres le respondió: «Que el Venerable Mahagovinda haga lo que le parezca».

[43] “’Entonces, Mahagovinda se estableció en su nueva morada al oeste de la ciudad y, durante los cuatro meses de la época de las lluvias, meditó, practicando la absorción en la compasión. Y nadie podía acercarse a él, excepto para llevarle la comida. Pero, cuando terminó la época de las lluvias, no sintió nada más que la decepción y contrariedad, pensando así: «Yo escuché que quien permanece, por cuatro meses en la época de las lluvias, en meditación y practica la absorción en la compasión, puede ver al Brahma cara a cara, hablar con él y consultarle cosas; sin embargo yo ni veo al Brahma con mis propios ojos, ni tampoco puedo hablar con él, consultándole cosas».

[44] “’Entonces, el Brahma Sanankumara conoció en su mente los pensamientos de Mahagovinda y, tan pronto como un hombre fuerte dobla su brazo extendido o extiende su brazo doblado, desapareció del mundo del Brahma y apareció frente a Mahagovinda. Y Mahagovinda tuvo temor, empezó a temblar y se pararon sus pelos al ver algo que nunca antes había visto. Entonces, lleno de miedo y temor, temblando y con los pelos parados se dirigió al Brahma Sanankumara en verso:

“’«Oh, espléndida visión, gloriosa y divina,

¿Quién eres, señor? De buena gana quisiera conocer tu nombre».

            “’«En el más alto de los cielos soy conocido por todos:

            Brahma Sanankumara, así es como me conocen».

“’«Asiento, el agua para tus pies y pasteles,

Lo que es adecuado para un Brahma,

Que el señor acepte mi hospitalidad».

            “’«Aceptamos la dádiva que nos ofrendas:

            Y ahora declaramos que lo que desees de nosotros,

            La bendición, el favor que desees, sea en esta vida o en la venidera,

            Dinos, señor Mahagovinda, que te sea dado».

[45] “’Entonces, este pensamiento surgió en Mahagovinda: «El Brahma Sanankumara me ofrece un favor. ¿Qué debería pedirle ahora, algo beneficioso para esta vida o para la venidera?». Acto seguido, se le ocurrió este pensamiento: «Soy un experto en cuanto a lo que es beneficioso para esta vida, incluso otros me consultan en este sentido. Entonces, ¿por qué no le pido al Brahma Sanankumara algo que sea beneficioso para la vida venidera?». Y se dirigió al Brahma en verso:

“’«Pido al Brahma Sanankumara esto,

Pido, dudando, a alguien que no tiene dudas,

Algo que otros también quisieran saber, ¿haciendo qué cosa

Un mortal puede llegar al mundo del Brahma?».

            “’«Aquel hombre, brahmán, que desdeña

            Todo aquello que llama ‘yo’ o ‘mío’;

            En quien surge el pensamiento

            De la reclusión, la calma y [el pensamiento] lleno de compasión,

            Apartado de lo hediondo, libre de la codicia,

            Establecido de esta forma y entrenándose así,

            Puede un mortal alcanzar el mundo del Brahma». 

[46] “’«Lo que el señor dijo, referente a ‘desdeñar todo aquello que se llama “yo” o “mío”’, lo entiendo así: se trata de renunciar a toda propiedad, sea grande o pequeña, renunciar a la vida familiar, sea grande o pequeña, renunciar a los parientes, sean muchos o pocos y, con la cabeza y la barba afeitados, vestir el hábito amarillo, y salir de la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Así es cómo entiendo esto.

“’«Lo que el señor dijo, referente a ‘en quien surge el pensamiento de la reclusión y la calma’, lo entiendo así: se trata de escoger una morada solitaria, en el bosque, al pie de un árbol, en la cañada de una montaña, en una cueva rocosa, en el cementerio o en un montículo de paja al aire libre. Así es cómo entiendo esto.

“’«Lo que el señor dijo, referente a ‘lleno de compasión’, lo entiendo así: se trata de cuando uno permanece impregnando un cuadrante [1] con la mente imbuida de compasión. De la misma forma el segundo, tercer y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, se permanece impregnando el mundo entero con la mente imbuida de compasión; [con mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Así es cómo entiendo esto.

“’«Lo único que no entiendo, señor, es lo que dijo referente a ‘apartado de lo hediondo, libre de la codicia’:

“’«¿Qué significa estar ‘apartado de lo hediondo’ entre los hombres, oh Brahma?

Por favor ilumina mi ignorancia en este aspecto, oh sabio.

¿A causa de qué un hombre es hediondo y contaminado,

Dirigido hacia el infierno y cortado del mundo del Brahma?».

            “’«El odio y la mentira, el fraude y la traición,

            Avaricia, orgullo y celo,

            Avidez, duda y daño causado a otros,

            Codicia y odio, somnolencia y falsa ilusión:

            Atado a estas cosas el hombre se vuelve hediondo,

            Dirigiéndose hacia el infierno y cortado del mundo de Brahma?».

“’«Así es como entiendo lo que el señor dijo, referente a ‘hediondo’, no es fácil superarlo si uno lleva una vida hogareña. Por eso voy a abandonar la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar» . ― «Haz, señor Mahagovinda, de acuerdo con tu deseo».

[47] “’Entonces, el Gran Camarero se acercó al rey Renu y le dijo: «Que mi señor busque a otro ministro y lo encargue de administrar sus tareas, por favor. Yo deseo abandonar la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Después de lo que el Brahma me dijo acerca del hedor, el cual no es fácil de superar viviendo en el mundo».

“’«Oh rey Renu, señor de este reino, declaro

Que tú mismo tendrás que gobernar, no seré más tu consejero».

            «Si te falta algo, te lo voy a suplir,

            Si alguien te lastimó, mi ejército real te va a guardar.

            Eres mi padre, mi hijo:

            Quédate aquí, entre nosotros, no nos dejes».

«No necesito nada ni nadie me ha lastimado:

No era una voz humana la que escuché, no puedo permanecer más en el hogar».

            «¿Qué fue lo no-humano, qué es lo que escuchaste

            Que de golpe abandonas el hogar y a todos nosotros?».

“’«Antes de haber pasado, por este retiro, cuidaba altares y me ocupaba de rituales,

Cuidaba que el fuego sagrado flameara alimentándolo con hierba kusa,

Pero ahora el Brahma apareció ante mí, al dios eterno le pregunté,

Él me respondió y no puedo más permanecer aquí».

            «Venerable Mahagovinda, en tus palabras hay rectitud. Semejantes palabras,

            Una vez escuchadas, no permiten dar vuelta atrás.

            Nosotros vamos a seguirte, Mahagovinda, seas nuestro maestro.

            Como el berilo puro, pulido por el agua,

            Así purificados vamos a seguirte en tu vigilia.

“’«Si el Venerable Mahagovinda abandona la vida hogareña y asume el estilo de vida sin hogar, nosotros haremos lo mismo». 

[48] “’Acto seguido, Mahagovinda se acercó a los seis khattiyas y les dijo: «Que mis señores busquen a otro ministro y lo encarguen de administrar sus tareas, por favor. Yo deseo abandonar la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Después de lo que el Brahma me dijo acerca del hedor, el cual no es fácil de superar viviendo en el mundo».

“’Entonces, los seis khattiyas se fueron aparte para deliberar el asunto: «Estos brahmanes siempre desean más y más dinero. Tal vez podamos ganarlo por medio del dinero». De modo que, al volver junto a Mahagovinda, le dijeron: «He aquí que abundan las propiedades, señor, dentro de estos siete reinos. Por eso, señor, toma lo que te plazca para ti». ― «¡Suficiente, señores! Tengo abundantes posesiones que ya recibí de mis señores. Es justo a esos lujos que estoy renunciando cuando abandono la vida hogareña y asumo el estilo de vida sin hogar, como ya os he explicado».

[49] “’Entonces, los seis khattiyas se fueron aparte para deliberar el asunto: «Estos brahmanes siempre desean más y más mujeres. Tal vez podamos ganarlo por medio de las mujeres». De modo que, al volver junto a Mahagovinda, le dijeron: «He aquí que abundan las mujeres, señor, dentro de estos siete reinos. Por eso, señor, toma las que te plazcan para ti». ― «¡Suficiente, señores! Tengo cuarenta mujeres ya, todas ellas del mismo rango, y es justo a esas mujeres que estoy renunciando cuando abandono la vida hogareña y asumo el estilo de vida sin hogar, como ya os he explicado».

[50]“’«Si el Venerable Camarero abandona la vida hogareña y asume el estilo de vida sin hogar, nosotros haremos lo mismo. Dondequiera que vaya, le seguiremos».

“’«Si renunciáis a aquella codicia que enceguece a los hombres,

¡Ejercitaos a vosotros mismos, sed fuertes y pacientemente firmes!

Este es el sendero recto, un sendero puro,

El sendero verdadero reservado para los buenos,

Que conduce al reino del Brahma».

[51] “’«Entonces, señor Mahagovinda, espérenos tan sólo siete años, y cuando los mismos pasen, también abandonaremos la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Dondequiera que vaya, le seguiremos». ― «Siete años es demasiado tiempo, señores. ¿Quién nos puede decir cuánto dura la vida del hombre? Tenemos que caminar hacia la siguiente vida, tenemos que aprender a través de la sabiduría, tenemos que hacer lo que es bueno, tenemos que caminar en la rectitud, no hay escape para los que ya nacieron. Yo voy a abandonar la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar, después de lo que el Brahma me dijo acerca del hedor, el cual no es fácil de superar viviendo en el mundo».

[52] “’«Entonces, señor Mahagovinda, espérenos tan solo seis años… cinco años… cuatro años… tres años… dos años… un año y, cuando el mismo pase, también abandonaremos la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Dondequiera que vaya, le seguiremos».

[53] “’«Un año es demasiado tiempo, señores. ¿Quién nos puede decir cuánto dura la vida del hombre? Tenemos que caminar hacia la siguiente vida… Yo voy a abandonar la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar, después de lo que el Brahma me dijo acerca del hedor, el cual no es fácil de superar viviendo en el mundo».

[54] “’«Entonces, señor Camarero, espérenos tan solo siete meses… seis meses… cinco meses… cuatro meses… tres meses… dos meses… un mes… medio mes y, cuando el mismo  pase, también abandonaremos la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Dondequiera que vaya, le seguiremos».

[55] “’«Medio mes es demasiado tiempo, señores. ¿Quién nos puede decir cuánto dura la vida del hombre? Tenemos que caminar hacia la siguiente vida… Yo voy a abandonar la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar, después de lo que el Brahma me dijo acerca del hedor, el cual no es fácil de superar viviendo en el mundo».

“’«Entonces, señor Camarero, espérenos tan sólo siete días, hasta que pasemos nuestros reinos a nuestros hijos y hermanos. Y cuando pasen los siete días, también abandonaremos la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Dondequiera que vaya, le seguiremos». ― «Siete días no es mucho tiempo, señores, estoy de acuerdo a que esperemos los siete días».

[56] “’Acto seguido, Mahagovinda se acercó a los siete eminentes y ricos brahmanes, y a los setecientos jóvenes estudiantes brahmanes, y les dijo: «Buscad ahora a otro maestro, señores, que os enseñe los mantras, que yo deseo abandonar la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Después de lo que el Brahma me dijo acerca del hedor, el cual no es fácil de superar viviendo en el mundo».

“’«Venerable Mahagovinda, no haga esto, por favor. He aquí que hay muy poco poder y poco provecho en la vida sin hogar. Mucho más poder y provecho hay en la vida brahmánica». ― «No digáis esto, señores; en esa materia, ¿quién tiene poder más grande que yo? Yo soy como un rey de reyes, brahmán de brahmanes, como un deva para los hombres hogareños. Y, aún así, dejo todo esto en aras de abandonar la vida hogareña y asumir el estilo de vida sin hogar. Después de lo que el Brahma me dijo acerca del hedor, el cual no es fácil de superar viviendo en el mundo».

“’«Si el Venerable Mahagovinda abandona la vida hogareña y asume el estilo de vida sin hogar, nosotros haremos lo mismo. Dondequiera que vaya, le seguiremos».

[57] “’Acto seguido, Mahagovinda se acercó a sus cuarenta mujeres, todas ellas del mismo rango, y les dijo: «Si alguna de vosotras, señoras, desea volver a sus familias, o buscar a otro esposo, lo puede hacer, ya que yo, señoras, deseo abandonar la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Después de lo que el Brahma me dijo acerca del hedor, el cual no es fácil de superar viviendo en el mundo».

“’«Sólo Usted es el jefe de clan a quien deseamos, es el único esposo que queremos. Si el Venerable Mahagovinda abandona la vida hogareña y asume el estilo de vida sin hogar, nosotras haremos lo mismo. Dondequiera que vaya, le seguiremos».

[58] “’Y cuando transcurrieron siete días, Mahagovinda afeitó su cabeza y barba, se vistió con el hábito amarillo y abandonó la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Y con él también fueron los siete ungidos reyes khattiyas, los siete eminentes y ricos brahmanes, los setecientos jóvenes brahmanes estudiantes, las cuarenta esposas ―todas ellas del mismo rango―, varios miles de khattiyas, varios miles de brahmanes, varios miles de hombres hogareños, incluso muchas mujeres jóvenes de todas partes: todos ellos afeitaron sus cabezas y  barbas, se vistieron con los hábitos amarillos y abandonaron la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar.

“’Y seguido por esta compañía, Mahagovinda recorrió pueblos, ciudades y capitales. Y siempre que llegaba a algún pueblo o ciudad, fue recibido como un rey de reyes, brahmán de brahmanes o un deva para los hombres hogareños. Y, en aquellos días, cuando alguien estornudaba o se resbalaba, se solía decir: «¡Gloria a Mahagovinda, el brahmán! ¡Gloria al ministro de los Siete!».

[59] “’Y Mahagovinda permanecía impregnando un cuadrante con la mente imbuida de amor benevolente. De la misma forma, el segundo, tercero y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, permanecía impregnando el mundo entero con la mente imbuida de amor benevolente; [con mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Además, permanecía impregnando un cuadrante con la mente imbuida de compasión… con la mente imbuida de gozo altruista… con la mente imbuida de ecuanimidad. De la misma forma, el segundo, tercero y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, permanecía impregnando el mundo entero con la mente imbuida de ecuanimidad; [con mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión.

“’Y de esta manera enseñó a sus discípulos el camino hacia la unión con el mundo del Brahma.

[60] “’Y todos aquellos que, en aquella época, fueron discípulos del Gran Camarero y comprendieron plenamente sus enseñanzas, con la disolución del cuerpo, después de la muerte, renacieron en el buen destino, en el mundo del Brahma. Y aquellos que no comprendieron plenamente sus enseñanzas, después de la muerte renacieron en compañía de los devas de Paranamita-Vasavatti, otros en compañía de los devas de Nimannarati, otros entre los devas de Tusita, otros entre los devas de Yama, otros entre los Treinta y Tres Dioses, y otros entre los Cuatro Grandes Reyes. Y los que alcanzaron el nivel más bajo, fueron al reino de los gandhabba. De esta manera, el renunciamiento de todos aquellos jefes de clan no fue en vano ni infructuoso, sino que fue fructífero y provechoso’.

[61] “¿El Bienaventurado lo recuerda?”.

“Lo recuerdo, Pancasikha. Es más, en aquel tiempo, Pancasikha, yo era el brahmán Mahagovinda y enseñé a aquellos discípulos el sendero que conduce a la unión con el mundo del Brahma. Sin embargo, Pancasikha, aquella vida santa no conduce al desencanto, al desapasionamiento, al cese, a la paz, al conocimiento directo, a la Iluminación ni al Nibbana, sino solamente al renacimiento en el mundo del Brahma. Pero mi vida santa, Pancasikha, conduce infaliblemente al desencanto, al desapasionamiento, al cese, a la paz, al conocimiento directo, a la Iluminación y al Nibbana, es decir, este Óctuple Noble Sendero que consiste en el recto punto de vista, la recta intención, la recta forma de hablar, la recta forma de actuar, el recto modo de vida, el recto esfuerzo, la recta atención consciente y la recta concentración.

[62] “Y aquellos discípulos míos, Pancasikha, que comprenden plenamente mis enseñanzas, con la destrucción de las contaminaciones, descubren por sí mismos, en esta presente vida, mediante el conocimiento directo, la inmaculada liberación de la mente, liberación a través de la sabiduría. Y aquellos que no comprenden plenamente mis enseñanzas, algunos, mediante la destrucción de los cinco grilletes menores, renacen espontáneamente [en las Moradas Puras] y allí alcanzan el Nibbana final, sin tener que retornar nunca más a este mundo. Otros, con la destrucción de los grilletes y con la atenuación del ansia, el odio y la falsa ilusión, son los que retornan-una-vez, aquellos que retornarán una vez a este mundo para poner fin a la insatisfacción. Y otros, con la destrucción los tres grilletes, son los que entran-en-la-corriente, no más sujetos al mundo bajo, con un destino fijo: con la Iluminación como su destino. De esta manera, Pancasikha, el renunciamiento de toda esta gente no es en vano ni infructuoso, sino que es fructífero y provechoso”.

Esto es lo que el Bienaventurado dijo, y el gandhabba Pancasikha se deleitó y se regocijó en las palabras del Bienaventurado. Acto seguido le rindió homenaje y se desvaneció de allí, cuidando que el Bienaventurado quedase siempre a su mano derecha.

 


NOTA:

[1] Punto cardinal.

 


FUENTES:

Rhys Davids (1899). The Lord High Steward en Dialogues of the Buddha, vol. II. Recuperado de https://suttacentral.net/en/dn19

Walshe, M. (1995). Mahagovinda Sutta: The Great Steward. A Past Life of Gotama en The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the Digha Nikaya, pp. 301-313.

Mahagovindasuttam en World Tipitaka Edition


Traducción: Anton P. Baron

Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2015-2017.

 

DN 20 Mahasamaya Sutta – Discurso sobre la Gran Asamblea

Las deidades, de la cosmología budista temprana, se reúnen en una Gran Asamblea para rendirle homenaje al Buda. Los estudios de este interesante ejemplo del folklore budista ―que nos permite identificar “quién es quién” en esta cosmología―, indican que la parte del tributo al Buda es la más antigua, mientras que la introducción y los versos son de procedencia tardía. 

 


[Leer en pali]

[1] Esto he escuchado:

En cierta ocasión el Bienaventurado estaba morando entre los sakia, en el Gran Bosque, cerca de Kapilavatthu, con un gran grupo de monjes ―unos quinientos monjes en total―, todos ellos Arahants. Y la mayoría de las divinidades del milenario sistema mundial se reunió para ver al Bienaventurado y al Sangha de los monjes.

[2] Entonces este pensamiento surgió en los cuatro devas de las Moradas Puras: “El Bienaventurado está morando entre los sakia, en el Gran Bosque, cerca de Kapilavatthu, con un gran grupo de monjes ―unos quinientos monjes en total―, todos ellos Arahants; y casi todas las divinidades del milenario sistema mundial se han reunido para ver al Bienaventurado y al Sangha de los monjes. Acerquémonos también nosotros allí y, al llegar, cada uno recite sus versos”.

[3] Acto seguido, los cuatro devas, tan rápido como un hombre fuerte dobla su brazo extendido o extiende su brazo doblado, desaparecieron de las Moradas Puras y aparecieron delante del Bienaventurado. Estando allí le rindieron homenaje, se quedaron a un lado y uno de ellos recitó este verso:

“Una Gran Asamblea aquí en el bosque:

Las huestes celestiales se han reunido.

Hemos llegado a esta asamblea del Dhamma

Para el Sangha inquebrantable”.

Entonces otro deva recitó este verso en presencia del Bienaventurado:

“Los monjes aquí están concentrados,

Han esforzado sus mentes.

Como un auriga sostiene las riendas,

El sabio resguarda sus facultades”.      

Entonces otro deva recitó este verso en presencia del Bienaventurado:

“Habiendo cortado los impedimentos y los obstáculos,

Habiendo desarraigado la piedra de la codicia, inamovibles,

Inmaculados y puros,

Los jóvenes nagas están bien amansados por el Visionario”.

Entonces otro deva recitó este verso en presencia del Bienaventurado:

“Aquellos que han ido por refugio al Buda,

No van a los planos de miseria.

Habiendo descartado el cuerpo humano,

Gozan de las huestes celestiales”.

Entonces, el Bienaventurado se dirigió a los monjes así: “Monjes, ha pasado muchas veces que la mayoría de las divinidades del milenario sistema mundial se reunía para ver al Tathagata y al Sangha de los monjes. Aquellos que en el pasado fueron los Arahants, Perfectamente Iluminados, tuvieron una Gran Asamblea de las divinidades como la mía. Aquellos que en el futuro serán los Arahants, Perfectamente Iluminados, van a tener una Gran Asamblea de las divinidades como la mía. Y yo voy a detallar para vosotros los nombres de las huestes celestiales. Voy a describir para vosotros los nombres de las huestes celestiales. Voy a enseñaros los nombres de las huestes celestiales. Escuchad y prestad atención que voy a hablar”.

“Sí, Venerable Señor”, respondieron aquellos monjes y el Bienaventurado continuó:

[5] “Voy a recitar los versos famosos,

Los devas terrestres permanecen en su sitio,

Resueltos y concentrados,

Viven en las montañas y las cuevas.

            “Como leones agazapados,

            Que superaron el horror,

            Con las mentes limpias y purificadas,

            Son serenos e imperturbables”.

Sabiendo que más de quinientos de ellos

Llegaron al bosque de Kapilavatthu,

Por lo cual el Maestro se dirigió

A aquellos discípulos que se deleitan en su instrucción:

            “Las huestes de los devas se han acercado aquí,

            Debéis saber quiénes son, monjes”.

            Y los monjes se esforzaron para ver,

            Después de escuchar la enseñanza del Buda.

[6] Y se les manifestó el conocimiento,

La visión de estos seres no humanos,

Y algunos de ellos vieron a cien,

Otros a mil y algunos a setenta mil.

            Algunos de ellos vieron a cien mil

            De los seres no humanos,

            Y otros vieron una cantidad innumerable

            De los devas esparcidos en todas las direcciones.

Habiendo conocido todo esto,

El Visionario fue movido a hablar.

Entonces el Maestro de dirigió

A aquellos discípulos que se deleitan en su instrucción:

            “Las huestes de los devas se han acercado aquí,

            Debéis saber quiénes son, monjes.

            Voy a proclamar sus nombres para vosotros,

            Voy a hacerlo en verso y por turno.

[Los yakkha]

[7] “He aquí, hay siete mil yakkhas

Que habitan la tierra de Kapilavatthu,

Que son poderosos y refulgentes,

Hermosos y resplandecientes,

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

            “Del Himalaya hay seis mil

            Yakkhas de diversos colores,

            Que son poderosos y refulgentes,

Hermosos y resplandecientes,

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

“Del monte Sata hay tres mil

Yakkhas de diversos colores,

Que son poderosos y refulgentes,

Hermosos y resplandecientes,

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

            “Como ellos hay diecisiete mil

Yakkhas de diversos colores,

Que son poderosos y refulgentes,

Hermosos y resplandecientes,

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

[8] “De Vessamitta hay quinientos

Yakkhas de diversos colores,

Que son poderosos y refulgentes,

Hermosos y resplandecientes,

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

            “Kumbhira de Rajagaha

            Que mora en el monte Vepulla,

            Está atendido por más de cien mil

            Yakkhas que lo rodean

            —Kumbhira de Rajagaha―,

            Él también ha llegado a la reunión en el bosque.

[Los Cuatro Grandes Reyes]

[9] “En la dirección del oeste gobierna

El rey Dhatarattha allí,

El señor de los gandhabba,

Que es un gran rey resplandeciente.

            “Y también hay muchos de sus hijos,

            Que llevan el nombre de Indra y son de gran poder,

Que son poderosos y refulgentes,

Hermosos y resplandecientes,

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

“En la dirección del sur gobierna

El rey Virulha allí,

El señor de los kumbhanda,

Que es un gran rey resplandeciente.

            “Y también hay muchos de sus hijos,

            Que llevan el nombre de Indra y son de gran poder,

Que son poderosos y refulgentes,

Hermosos y resplandecientes,

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

“En la dirección del este gobierna

El rey Virupakkha allí,

El señor de los nagas,

Que es un gran rey resplandeciente.

            “Y también hay muchos de sus hijos,

            Que llevan el nombre de Indra y son de gran poder,

Que son poderosos y refulgentes,

Hermosos y resplandecientes,

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

“En la dirección del norte gobierna

El rey Kuvera allí,

El señor de los yakkha,

Que es un gran rey resplandeciente.

            “Y también hay muchos de sus hijos,

            Que llevan el nombre de Indra y son de gran poder,

Que son poderosos y refulgentes,

Hermosos y resplandecientes,

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

“Dhatarattha del oeste,

Virulhaka del sur,

Virupakkha de este

Y Kuvera del norte:

            “Esos son los Cuatro Grandes Reyes

            De todas las partes, de las cuatro direcciones,

            Que permanecen resplandecientes

            En el bosque de Kapilavatthu.

[10] “Llegaron sus engañosos sirvientes,

Fraudulentos y traicioneros:

Kutendu primero y luego Vetendu,

Vitucca y Vituda.

            “Candana y Kamasettha,

            Kinnughandu y Nighandu,

            Panada y Opamanna,

            Y Matali, el auriga de los devas.

“Los gandhabba Citta y Sena,

El rey Nala y Janesabha llegaron,

Y también Pancasikha,

Timbaru con su hija Suriyavaccasa.

            “Estos y también otros reyes,

            Y gandhabbas con sus reyes,

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

[Los naga y supanna]

[11] “Llegaron entonces los naga de Nabhasa,

De Vesali, y los tacchaka,

Los kambala y los assatara llegaron,

Y los naga de Payaga con su parentela.

            “Del río Yamuna llegó Dhataratattha,

            Un prestigioso naga,

            Y el gran naga Eravana

            También llegó a la reunión del bosque.

“Aquellos que abaten a los nagas con rapidez

―Garudas dos veces nacidos, devas con alas―

Aterrizaron desde el aire al bosque:

Citra y Supanna, son sus nombres.

            “Pero en esta ocasión los reyes naga no tuvieron miedo,

            El Buda los resguardó de los supanna.

            Dirigiéndose unos a otros con gentiles palabras,

            Los naga y los supanna tomaron refugio en el Buda.

[Los asura]

[12] “Derrotados por Vajirahattha,

Los asuras moran en el océano,

Son hermanos de Vasava,

Poderoso y resplandeciente.

            “Los muy atemorizados kalakanja,

            Los asuras Danaveghasa,

            Vepacitti y Sucitti,

            Paharada junto con Namuci.

“Además los cien hijos de Bali,

Todos ellos de nombre Veroca.

Habiéndose armado con las armas de Bali,

Llegaron junto al honrado Rahu y dijeron:

‘Ahora es el momento, Venerable Señor,

De reunirse con los monjes del bosque’.

[Los devas]

[13] “Los devas del agua y los devas de la tierra,

Los del fuego y el viento, llegaron allí,

Varuna y los devas de Varuna,

Soma seguido por Yasa,

Y llegaron las prestigiosas huestes de los devas compasivos.

Todas las diez clases de huestes, diez clases de devas

Que eran de diversos colores,

            “Poderosos, refulgentes,

            Hermosos y resplandecientes.

Que se regocijan al acerarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

[14] “Los devas Venhu [1], Sahali y Asama,

Y llegaron los dos devas Yama.

También llegaron los devas que dependen de la luna,

Los que rodean la luna llegaron.

            “Los devas que dependen del sol llegaron,

            Los que rodean el sol,

            Los que rodean las estrellas,

            También los espíritus de las nubes llegaron.

“Sakka, llamado Vasava, también,

El principal de los vasu y purindana.

Todas las diez clases de huestes, diez clases de devas

Que eran de diversos colores,

            “Poderosos, refulgentes,

            Hermosos y resplandecientes.

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

[15] “Entonces llegaron los devas sahabhu,

Ardiendo como crestas de fuego en llamas,

Y los aritthakas y los rojas,

Y los espléndidos devas de azul-aciano.

            “Los varuna y los sahadhamma,

            Los accuta y los anejaka,

            Los suleyya y los rucira llegaron;

            Y llegaron los devas vasavanesi.

“Todas las diez clases de huestes, diez clases de devas

Que eran de diversos colores,

Poderosos, refulgentes,

Hermosos y resplandecientes.

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

            [16] “Los samana y los mahasamana,

            Los manusa y los manusuttama,

            Ya llegaron los devas corrompidos por la diversión,

            Al igual que llegaron los devas corrompidos en la mente.

“Entonces llegaron los devas del color verde-dorado,

Y aquellos que visten de rojo.

Los paraga y los mahaparaga llegaron,

Devas prestigiosos.

            “Todas las diez clases de huestes, diez clases de devas

Que eran de diversos colores,

Poderosos, refulgentes,

Hermosos y resplandecientes.

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

[17] “Los sukka, los karumha, los aruna y llegaron los veghanasa

Seguidos por los devas vicakkhana, con Odatagayha en frente.

            “Los sadamatta, los haragaja

            Y los prestigiosos devas multicolores.

            Pajunn llegó tronando,

            El que esparce la lluvia en todas las direcciones.

“Todas las diez clases de huestes, diez clases de devas

Que eran de diversos colores,

Poderosos, refulgentes,

Hermosos y resplandecientes.

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

            [18] “Los khemiya, los tusita y los yama,

            Y llegaron los prestigiosos katthaka.

            Los lambitaka y los príncipes lama,

            Aquellos llamados jotis y los asava.

“Llegaron los nimmanarati,

Y luego los paranimitta.

Todas las diez clases de huestes, diez clases de devas

Que eran de diversos colores,

“Poderosos, refulgentes,

Hermosos y resplandecientes.

Que se regocijan al acercarse

Al encuentro con los monjes en el bosque.

[19] “Estas sesenta huestes celestiales,

Todas ellas de diversos colores,

Llegaron en conformidad con sus nombres,

Junto con otros similares, pensando:

            “’Veremos al que trascendió el nacimiento, libre de obstáculos,

            El que cruzó las inundaciones, libre de contaminaciones

            Atravesó la oscuridad de las nubes

            Como la luna’.

[Los Brahmas]

[20] “Luego Subrahma y, con él, Brahma Paramatta,

Con sus poderosos hijos

Sanakumara y Tissa:

Ellos también llegaron a la asamblea del bosque.

            “Y surgió el Gran Brahma

            Del milenario sistema mundial

            El destacado y prestigioso,

            Con su terrorífico cuerpo.

“Entonces llegaron los diez Brahmas Soberanos,

Cada uno de ellos, el señor de su propio reino,

Y en medio de ellos llegó

El Brahma Harita, rodeado por sus huestes”.

[Mara y su ejército]

[21] Cuando llegaron todos estos devas

Con los indras y los brahmanes,

Llegó también el ejército de Mara:

¡Mirad la necedad del Malvado!

            “¡Venid, aprovechémonos! ¡Atadlos!

            ¡Atadlos con la pasión!

            ¡Rodeadlos por todos lados!

            ¡No dejéis que nadie se escape!”.

De esta manera, en aquel lugar, el líder de la guerra

Enviaba su ejército oscuro

Al golpear el suelo con las manos

Y haciendo un horrendo ruido,

            Parecido a las nubes de la tormenta,

            Cuando truenan y destellan las luces;

            Pero luego retrocedió,

            Furioso e incapaz de controlarse.

[22] Y sabiendo lo que sucedía,

El Visionario quiso hablar.

Acto seguido el Maestro se dirigió

A aquellos discípulos que se deleitan en sus instrucciones:

            “El ejército de Mara se acercó aquí,

            Debéis saberlo, monjes”.

Entonces aquellos monjes llegaron a estar ardientes en su esfuerzo,

Después de escuchar la instrucción del Bienaventurado.

Y el ejército de Mara tuvo que retroceder,

Sin haber tocado ni siquiera un pelo de sus cuerpos.

[Dicho por Mara:]

“Ellos son los victoriosos en la batalla,

Prestigiosos y sin temor,

Aquellos discípulos, famosos entre la gente,

Se regocijan juntos todos los seres”. 

 


NOTA:

[1] Vishnu. 

 


FUENTES:

Anandajoti Bhikkhu (2008). The Discourse on the Great Convention. Recuperado de https://suttacentral.net/en/dn20

Piyadassi Thera (1999).  Maha-samaya Sutta: The Great Assemby. Recuperado de http://www.accesstoinsight.org/tipitaka/dn/dn.20.0.piya.html

Thanissaru Bhikkhu (1997). Maha-samaya Sutta: The Great Meeting. Recuperado de http://www.accesstoinsight.org/tipitaka/dn/dn.20.0.than.html

Walshe, M. (1995). Mahasamaya Sutta: The Mighty Gathering. Devas Come to See the Buddha en The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the Digha Nikaya, pp. 315-320.

Mahasamayasuttam en World Tipitaka Edition.


Traducción: Anton P. Baron

Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2015-2017. 

 

DN 17 Mahasudassana Sutta – Discurso sobre el gran esplendor

El rey Mahasudassana ―que resulta ser el mismo Buda en una de sus vidas pasadas― vive rodeado de gran esplendor, poseyendo los siete grandes tesoros. Sin embargo, deja todo para retirarse al palacio del Dhamma y vivir una vida contemplativa.

 


[Leer en pali]

[1.1] Esto he escuchado:

En cierta ocasión —un poco antes de su paso al Nibbana final—, el Bienaventurado estaba morando entre los árboles sala gemelos de la arboleda malla de nombre Upavattana, cerca de Kusinara.

[1.2] Entonces, el Venerable Ananda acercándose al Bienaventurado, le rindió homenaje, se sentó a un lado y le dijo: “Que el Bienaventurado no pase a su Nibbana final en esta pequeña ciudad llena de zarzas y barro, esta ciudad en medio de la jungla, en esta sucursal de una localidad. He aquí, Venerable Señor, hay estas otras grandes ciudades como Campa, Rajagaha, Savatthi, Saketa, Kosambi y Benarés. Que el Bienaventurado escoja una de esas ciudades para pasar a su Nibbana final. Allí hay muchos nobles hombres hogareños y brahmanes ricos, jefes de clanes, seguidores del Tathagata que rendirán homenaje a los restos del Tathagata”.

[1.3] “¡No digas eso, Ananda, no hables así! No digas que esta es una pequeña ciudad llena de zarzas y barro, una ciudad en medio de la jungla y la sucursal de una localidad. Tiempo atrás, Ananda, había un rey de nombre Mahasudassana, un monarca que giraba la Rueda del Dhamma, un gobernante recto que reinó con rectitud y conquistó la tierra en sus cuatro direcciones, ofreciendo seguridad a la gente y poseyendo los siete tesoros reales. Y esta ciudad de Kusinara, Ananda, fue la capital real del rey Mahasudassana bajo el nombre de Kusavati; de este a oeste medía doce leguas de ancho, y de norte a sur, siete leguas de largo. Y la capital real de Kusavati, Ananda, fue poderosa, populosa y próspera, frecuentada por mucha gente y provista abundantemente de toda clase de comida. Al igual que una ciudad real de los devas, poderosa, populosa y próspera, llena de gente y provista abundantemente de toda clase de comida, así era también la capital real de Kusavati. En la ciudad de Kusavati resonaban incesantemente los diez sonidos: el barritar de los elefantes, el relinchar de los caballos, el traqueteo de los carros, el retumbar de los tambores, el sonido de los címbalos, la música de los laúdes y platillos, las canciones, las ovaciones, los aplausos y las aclamaciones de ‘comed, bebed y estad alegres’.

[1.4] “La capital real de Kusavati, Ananda, estaba rodeada de siete murallas, de las cuales una de oro, una de plata, una de berilo, una de cristal, una de ágata, una de coral y una de toda clase de piedras preciosas.

[1.5] “La capital real de Kusavati, Ananda, tenía cuatro puertas, de las cuales una era de oro, una de plata, una de jade y una de cristal. En cada puerta se colocaron siete pilares, tres o cuatro veces más altos que el tamaño de un hombre. De esos pilares uno era de oro, uno de plata, uno de berilo, uno de cristal, uno de ágata, uno de coral y uno de toda clase de piedras preciosas.

[1.6] “La capital real de Kusavati, Ananda, estaba rodeada por siete filas de palmeras, de las cuales una era de oro, una de plata, una de berilo, una de cristal, una de ágata, una de coral y una de toda clase de piedras preciosas. Y las palmeras de oro, tenían el tronco de oro y las hojas y los frutos de plata; las palmeras de plata, tenían el tronco de plata y las hojas y los frutos de oro; las palmeras de berilo, tenían el tronco de berilo y las hojas y los frutos de cristal; las palmeras de cristal, tenían el tronco de cristal y las hojas y los frutos de berilo; las palmeras de ágata, tenían el tronco de ágata y las hojas y los frutos de coral; las palmeras de coral, tenían el tronco de coral y las hojas y los frutos de ágata; y las palmeras de toda clase de piedras preciosas, tenían el tronco de toda clase de piedras preciosas y las hojas y los frutos también de toda clase de piedras preciosas.

“Y cuando estas filas de palmeras, Ananda, eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Al igual, Ananda, que cuando las siete clases de instrumentos son ejecutados por un virtuoso, emiten un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante, de la misma manera, cuando estas filas de palmeras eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Y si había algún tahúr en ese momento en la ciudad real de Kusavati, un ebrio o alguien dado a la bebida, empezaba a danzar al sonido de las palmeras movidas por el viento.

[1.7] “Y el gran rey Mahasudassana fue poseedor de los siete tesoros y las cuatro maravillosas dádivas. Y, ¿cuáles son esos siete?

“En primer lugar, Ananda, cuando el gran rey ―durante el día quince de Uposattha― se lavó la cabeza y subió a la terraza de su palacio, para el día de la observancia, se le apareció el divino tesoro de la rueda, con miles de radios, con el toque ligero, con su eje y todos sus accesorios. Al ver esto, el gran rey pensó así: ‘Escuché que cuando el rey, debidamente ungido durante el día quince de Uposattha, se lava la cabeza y sube a la terraza de su palacio para el día de ayuno y,  entonces, se le aparece el divino tesoro de la rueda, con miles de radios, con el toque ligero, con su eje y todos sus accesorios, quiere decir que aquel rey se convierte en el Monarca Universal. Ahora bien, ¡yo soy, entonces, un Monarca Universal!’.

[1.8] “Además, Ananda, levantándose de su asiento, el gran rey tomó una vasija de agua con su mano izquierda, roció la rueda que sostuvo en su mano derecha y dijo: ‘Que el noble tesoro de la rueda, ruede; que el noble tesoro de la rueda, conquiste’. Y la rueda rodó hacia el este y el rey Mahasudassana la siguió con su cuádruple ejército. En cada país, en el cual la rueda se detuvo, el rey tomó allí su residencia junto con su cuádruple ejército.

[1.9] Y aquellos reyes que se le oponían en la región oriental, finalmente llegaron junto a él y le dijeron: ‘Ven, oh gran rey, sé bienvenido. Somos tuyos, oh gran rey. Gobierna sobre nosotros, oh gran rey’. Y el rey les dijo: ‘No matéis a los seres vivos. No toméis lo que no os ha sido dado. No cometáis actos sexuales ilícitos. No digáis mentiras. No toméis bebidas embriagantes. Sed moderados con la comida’. Y aquellos que se oponían a él en la región oriental, finalmente llegaron a ser sus súbditos.

[1.10] “Y luego, Ananda, la rueda rodó hacia el oeste… hacia el sur… hacia el norte y el rey Mahasudassana la siguió con su cuádruple ejército. En cada país, en el cual la rueda se detuvo, el rey tomó allí su residencia junto con su cuádruple ejército. Y aquellos reyes que se le oponían en la región del norte, finalmente llegaron junto a él y le dijeron: ‘Ven, oh gran rey, sé bienvenido. Somos tuyos, oh gran rey. Gobierna sobre nosotros, oh gran rey’. Y el rey les dijo: ‘No matéis a los seres vivos. No toméis lo que no os ha sido dado. No cometáis actos sexuales ilícitos. No digáis mentiras. No toméis bebidas embriagantes. Sed moderados con la comida’. Y aquellos que se oponían a él en la región del norte, finalmente llegaron a ser sus súbditos.

[1.11] «Finalmente, Ananda, el tesoro de la rueda, habiendo conquistado todas las tierras de mar a mar, retornó a la capital real de Kusavati y se detuvo frente al palacio del gran rey como si se tratara de una envoltura, como si fuera un adorno del palacio real. Es así cómo el tesoro de la rueda apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.12] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del elefante blanco, de siete posturas, con poderes sobrenaturales, flotando en el aire, el rey de los elefantes de nombre Uposattha. Al verlo, la mente del gran rey se llenó de confianza en él, de esta manera: ‘Sería maravilloso montar a este elefante, si se dejara domar’. Entonces, el entrenador de los elefantes domesticó al elefante, al igual que se domestica a un elefante de pura raza, lo cual le llevó mucho tiempo. Y luego sucedió que, cuando el gran rey probó y montó al elefante por la mañana, atravesó con él toda la tierra hasta la extremidad del océano y regresó a la capital real de Kusavati, para tomar su comida de la mañana. Es así cómo el tesoro del elefante apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.13] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del caballo blanco, con cabeza de cuervo negro, con la melena como el pasto munja, con poderes sobrenaturales, flotando en el aire, el rey de los caballos de nombre Valahaka [Nube de Tormenta]. Al verlo, la mente del gran rey se llenó de confianza en él, de esta manera: ‘Sería maravilloso montar a este caballo, si se dejara domar’. Entonces, el entrenador de los caballos domesticó al caballo, al igual que se domestica a un caballo de pura raza, por mucho tiempo. Y luego sucedió que, cuando el Monarca Universal probó y montó al caballo por la mañana, atravesó con él toda la tierra hasta la extremidad del océano y regresó a la capital real de Kusavati para tomar su comida de la mañana. Es así cómo el tesoro del caballo apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.14] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro de la joya. La joya era un berilo fino de las aguas más puras, de ocho quilates, bien terminada. Y el resplandor del tesoro de la joya se propagó alrededor del largo de una legua entera. Y sucedió que cuando el gran rey probó el tesoro de la joya, ordenó a su cuádruple ejército para el combate y, colocando el tesoro de la joya en la punta de su bandera, se estableció en medio de la oscuridad y la penumbra de la noche. Entonces, todos los habitantes de los pueblos vecinos empezaron sus labores por causa de esa luz, pensando que ya era de día. Es así cómo el tesoro de la joya apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.15] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro de la mujer. Una mujer bellísima, guapa y agraciada; poseedora de un cutis de suprema belleza, no demasiado alta ni demasiado baja, no demasiado delgada ni demasiado fornida, no demasiado oscura ni demasiado blanca, que sobrepasaba la belleza humana sin alcanzar la belleza divina. El toque de esta mujer, que es ese tesoro, era como si fuera un copo de malva o un copo de algodón. Durante el tiempo fresco, sus miembros eran calientes, y cuando hacía calor, eran frescos. Su cuerpo expedía la fragancia del sándalo y su boca la fragancia del loto. Ella se levantaba antes de que el gran rey se levantase y se retiraba después de que él se retirase. Estaba ansiosa por servirle, agradable en la conducta y era dulce en la manera de hablar. Siendo que nunca le era infiel al gran rey con el pensamiento, ¿cómo podría serlo con el cuerpo? Es así cómo el tesoro de la mujer apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.16] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del mayordomo. Se manifestó en él, el ojo divino —despierto a partir de las acciones pasadas—, a través del cual veía la historia de los tesoros escondidos, tanto propios como de los que no tienen dueños. Y se acercó al gran rey para decirle: ‘Que el gran rey permanezca despreocupado, que yo tendré cuidado de sus asuntos monetarios’. Y sucedió que cuando el gran rey probó al mayordomo, que es ese tesoro, lo llevó en un bote al medio del río Ganges, en medio de la corriente, y estando allí le dijo: ‘Necesito lingotes de oro, mayordomo’. — ‘Entonces, gran rey, sólo dirijamos el bote hacia la orilla’. — ‘Mayordomo, es que es justamente aquí donde necesito los lingotes de oro’. Entonces, el mayordomo sumergió las dos manos en el agua y sacó una olla llena de  lingotes de oro, diciendo al gran rey: ‘¿Es esto suficiente, gran rey? ¿Es suficiente esta dádiva, esta ofrenda?’. — ‘Es suficiente, mayordomo, es suficiente la dádiva, la ofrenda’. Es así cómo el tesoro del mayordomo apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.17] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del consejero sabio, perspicaz y sagaz; capaz de promover en el gran rey aquello que es digno de ser promovido y desaconsejar lo que debería ser rechazado. Era capaz de establecerlo en lo que debe estar establecido. Se acercó al gran rey y le dijo: ‘Que el gran rey descanse, yo voy a ocuparme de las tareas del gobierno’. Es así cómo el tesoro del consejero apareció al gran rey Mahasudassana, y es así como el gran rey fue poseedor de los siete tesoros.

[1.18] «Y, ¿cuáles son, Ananda, las cuatro maravillosas dádivas de las que fue dotado el rey Mahasudassana? He aquí, Ananda, el gran rey era hermoso, guapo y agraciado; era poseedor de un cutis de suprema belleza y sobrepasaba, en ese aspecto, a otros seres humanos. Esta es la primera dádiva que poseía el gran rey.

[1.19] «Además, Ananda, el gran rey vivió mucho tiempo y perduró por mucho tiempo, y sobrepasó, en ese aspecto, a otros seres humanos. Esta es la segunda dadiva que poseía el gran rey.

[1.20] «Además, Ananda, el gran rey era libre de enfermedades y dolencias, fue poseedor de una buena digestión, que no era demasiado fría ni demasiado caliente, y sobrepasó, en ese aspecto, a otros seres humanos. Esta es la tercera dádiva que poseía el gran rey.

[1.21] «Además, Ananda, el gran rey era querido por los brahmanes y hombres hogareños, y fue agradable para ellos. Al igual que un padre es querido por sus hijos y es agradable para ellos, así también el gran rey era querido por los brahmanes y hombres hogareños, y fue agradable para ellos. De la misma manera, los brahmanes y hombres hogareños eran queridos por el gran rey, y fueron agradables para él. Al igual que para un padre sus hijos le son queridos y agradables, así también los brahmanes y hombres hogareños eran queridos por el gran rey. Una vez, cuando el gran rey estaba paseando en el carro, en el Parque de los Placeres con su cuádruple ejército, los brahmanes y hombres hogareños se acercaron a él y le dijeron: ‘Conduzca más despacio, oh gran rey, así podremos verle por más tiempo’. Y entonces, el gran rey dijo al auriga: ‘Conduzca más despacio, así podré ver a los brahmanes y hombres hogareños por más tiempo’. Esta es la cuarta dádiva que poseía el gran rey, y estas son las cuatro maravillosas dádivas de las que fue dotado el rey Mahasudassana.

[1.22] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al rey Mahasudassana: ‘¿Qué tal si hago cada cien leguas un estanque de agua, con flores de loto entre palmeras?’. Entonces, hizo un estanque de agua con flores de loto entre palmeras, cada cien leguas. Y estos estanques de agua, con flores de loto, tuvieron azulejos de cuatro diferentes clases. Una clase de azulejos era de oro, una clase era de plata, una clase de berilo y una de cristal. Y cada uno de estos estanques de agua, con flores de loto, conducía a una escalera de cuatro diferentes clases. Una clase de escalera tenía escalones de oro, una clase de escalera escalones de plata, una clase de escalera escalones de berilo y una clase de escalera escalones de cristal. La escalera de oro tenía postes de oro y barandillas de plata. La escalera de plata tenía postes de plata y barandillas de oro. La escalera de berilo tenía postes de berilo y barandillas de cristal. La escalera de cristal tenía postes de cristal y barandillas de berilo. Y alrededor de estos estanques de agua, con flores de loto, corrían dos barandillas, una barandilla de oro y otra de plata. La barandilla de oro tenía sus postes de oro, y sus barras transversales y capiteles de plata. Y la barandilla de plata tenía sus postes de plata, y sus barras transversales y capiteles de oro.

[1.23] “Entonces este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si proveo a estos estanques de agua, con flores de loto, flores de cada estación, plantadas allí para toda la gente: lirios acuáticos azules y flores de loto azules, flores de loto blancas y lirios acuáticos blancos?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

“Entonces este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si construyo a la orilla de estos estanques de agua, con flores de loto, los baños, de tal manera que la gente que vive allí pueda bañarse?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

“Entonces este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si establezco en la orilla de estos estanques de agua, con flores de loto, postes caritativos, de tal manera que haya allí comida para los hambrientos, bebida para los sedientos, vestimenta para los desnudos, medios de transporte para los que tengan necesidad de ellos, sofás para los cansados, mujeres para los que buscan esposas, oro para los pobres y dinero para los que necesitan dinero?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

[1.24] “Entonces, Ananda, los brahmanes y hombres hogareños, tomando grandes riquezas, fueron junto al gran rey y le dijeron: ‘Señor, estas son las riquezas que hemos reunido especialmente para el gran rey, acéptelas por favor’. — ‘Amigos, yo ya tengo suficientes riquezas que tengo para mí, que son producto de los justos impuestos. Guardadlo para vosotros y tomad más con vosotros’.

“Y siendo rechazada así [su ofrenda] por el gran rey, se fueron a un lado y lo consideraron así: ‘No es apropiado para nosotros tomar estas riquezas y volver a nuestras casas. ¿Qué tal si construimos una mansión para el rey Mahasudassana?’.

Entonces, volvieron junto al gran rey y le dijeron: ‘Señor, quisiéramos construir una mansión para el gran rey’. Y el gran rey aceptó en silencio.

[1.25] “Entonces Sakka, el gobernador de los devas, conociendo con su mente la mente del rey Mahasudassana, se dirigió a Vissakamma —su deva ayudante— así: ‘Ven, Vissakamma, y construye un palacio para el rey Mahasudassana llamado Dhamma’.

“’Bien, señor’, respondió el deva asistente Vissakamma a Sakka, el gobernante de los devas. Acto seguido, tan rápido como un hombre fuerte dobla su brazo extendido o extiende su brazo doblado, desapareció del cielo de los Treinta-y-Tres y apareció frente al rey Mahasudassana, y le dijo: ‘Señor, quisiera construir un palacio para el gran rey que se llamaría Dhamma’. Y el gran rey aceptó en silencio. Entonces, el deva ayudante Vissakamma construyó para el gran rey el palacio llamado Dhamma.

[1.26] “Y el palacio del Dhamma, Ananda, se extendía una yojana de este a oeste de ancho y media yojana de norte a sur de largo. La planta baja, del palacio del Dhamma, tenía una altura tres veces mayor que la altura de un hombre, y estaba construida de cuatro clases de ladrillos. Una clase de ladrillos era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. Y el palacio del Dhamma tenía ochenta y cuatro mil pilares de cuatro clases. Una clase de pilares era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. El palacio del Dhamma estaba amoblado con sillas de cuatro clases. Una clase de sillas era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. Y en el palacio del Dhamma había veinticuatro escaleras de cuatro clases. Una clase de escaleras era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. Las escaleras de oro tenían balaustres de oro, con las barras transversales y los mascarones de plata. Las escaleras de plata tenían balaustres de plata, con las barras transversales y los mascarones de oro. Las escaleras de berilo tenían balaustres de berilo, con las barras transversales y los mascarones de cristal. Las escaleras de cristal tenían balaustres de cristal, con las barras transversales y los mascarones de berilo.

“En el palacio del Dhamma, Ananda, había ochenta y cuatro mil aposentos de cuatro clases. Una clase de aposentos era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. En los aposentos de oro se extendían los sofás de plata; en los aposentos de plata se extendían los sofás de oro; en los aposentos de berilo se extendían los sofás de marfil; y en los aposentos de cristal se extendían los sofás de coral. En la puerta del aposento de oro había una palmera de plata, cuyo tronco era de plata y las hojas y frutos de oro. En la puerta del aposento de plata había una palmera de oro, cuyo tronco era de oro y las hojas y frutos de plata. En la puerta del aposento de berilo había una palmera de cristal, cuyo tronco era de cristal y las hojas y frutos de berilo. En la puerta del aposento de cristal había una palmera de berilo, cuyo tronco era de berilo y las hojas y frutos de cristal.

[1.27] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si hago una arboleda de palmeras, todas de oro, a la entrada del gran aposento [con el techo] de dos aguas, para establecer ahí mi morada diurna?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

[1.28] “El palacio del Dhamma estaba rodeado por una doble barandilla. Una barandilla era de oro y la otra de plata. La barandilla de oro tenía los postes de oro, y las barras transversales y los mascarones de plata. Y la barandilla de plata tenía los postes de plata, y las barras transversales y los mascarones de oro.

[1.29] “Y el palacio del Dhamma estaba rodeado por dos redes de campanas. Una red de campanas era de oro y la otra red de campanas era de plata. Y cuando estas redes de campanas, Ananda, eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Al igual que cuando las siete clases de instrumentos son ejecutados por un virtuoso emiten un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante, de la misma manera, cuando estas redes de campanas eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Y si había algún tahúr en ese momento en la ciudad real de Kusavati, un ebrio o alguien dado a la bebida, empezaba a danzar al sonido de las redes de campanas movidas por el viento.

[1.30] “Cuando el palacio del Dhamma se terminó de construir, Ananda, era difícil mirarlo, era deslumbrante a los ojos. Al igual, Ananda, como en el último mes de las Lluvias, cuando el cielo llega a estar claro y las nubes se desvanecen, y es difícil mirar al sol que emerge en el cielo, y es deslumbrante a los ojos, así también, cuando este palacio del Dhamma se terminó de construir, era difícil mirarlo, era deslumbrante a los ojos.

[1.31] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si hago, enfrente del palacio del Dhamma, un lago de lotos que lleve el nombre de Dhamma?’. Entonces, el gran rey lo hizo así. Y este lago del Dhamma tenía una yojana de ancho de este a oeste y media yojana de largo de norte a sur. El lago del Dhamma, además, tenía cuatro clases de azulejos; una clase de azulejos era de oro, una clase era de plata, una clase de berilo y una de cristal. Y a este lago del Dhamma, con flores de loto, conducían veinticuatro escaleras de cuatro diferentes clases; una clase de escalera con escalones de oro, una clase de escalera con escalones de plata, una clase de escalera con escalones de berilo y una clase de escalera con escalones de cristal. La escalera de oro tenía postes de oro y barandillas de plata. La escalera de plata tenía postes de plata y barandillas de oro. La escalera de berilo tenía postes de berilo y barandillas de cristal. La escalera de cristal tenía postes de cristal y barandillas de berilo. Y alrededor de estos estanques de agua, con flores de loto, corrían dos barandillas, una barandilla de oro y otra de plata. La barandilla de oro tenía sus postes de oro, y sus barras transversales y capiteles de plata. Y la barandilla de plata tenía sus postes de plata, y sus barras transversales y capiteles de oro.

[1.32] “Y el lago del Dhamma, Ananda, estaba rodeado por siete filas de palmeras, una de las cuales era de oro, una de plata, una de berilo, una de cristal, una de ágata, una de coral y una de toda clase de piedras preciosas. Y las palmeras de oro tenían el tronco de oro, y las hojas y  frutos de plata; las palmeras de plata tenían el tronco de plata, y las hojas y frutos de oro; las palmeras de berilo tenían el tronco de berilo, y las hojas y frutos de cristal; las palmeras de cristal tenían el tronco de cristal, y las hojas y frutos de berilo; las palmeras de ágata tenían el tronco de ágata, y las hojas y frutos de coral; las palmeras de coral tenían el tronco de coral, y las hojas y frutos de ágata; y las palmeras de toda clase de piedras preciosas, tenían el tronco de toda clase de piedras preciosas, y las hojas y frutos también de toda clase de piedras preciosas.

“Y cuando estas filas de palmeras, Ananda, eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Al igual, Ananda, que cuando las siete clases de instrumentos son ejecutados por un virtuoso emiten un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante, de la misma manera, cuando estas filas de palmeras eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Y si había algún tahúr en ese momento en la ciudad real de Kusavati, un ebrio o alguien dado a la bebida, empezaba a danzar al sonido de las palmeras movidas por el viento.

[1.33] “Y cuando el palacio del Dhamma hubo sido terminado, Ananda, junto con el lago de lotos del Dhamma, el  rey Mahasudassana introdujo allí todas las cosas buenas de los ascetas y brahmanes, por las cuales ellos tenían una gran estima. Finalmente, ascendió al palacio del Dhamma.

[Fin de la primera serie de recitación].

[2.1] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿De cuál previo kamma es este fruto, de cuál kamma es el resultado de que sea ahora tan majestuoso y poderoso?’. Entonces se le ocurrió este pensamiento: ‘Este es el fruto y resultado de tres clases de kamma: de dar, de auto-control y de la abstención’.

[2.2] Entonces, Ananda, el gran rey entró al gran aposento con el techo de dos aguas y, estando en la puerta, exclamó: ‘¡Que cesen los pensamientos de codicia! ¡Que cesen los pensamientos de  animadversión! ¡Que cesen los pensamientos de odio!’.

[2.3] Entonces, Ananda, el gran rey, estando dentro del gran aposento con el techo de dos aguas, se sentó en el diván de oro con las piernas cruzadas y, recluido de los placeres sensuales, recluido de los perjudiciales estados mentales, entró y permaneció en el primer jhana, que consiste en el arrobamiento y felicidad nacidos de la reclusión, acompañado por el pensamiento aplicado y sostenido. Al calmarse el pensamiento aplicado y sostenido, entró y permaneció en el segundo jhana, el cual tiene la placidez interior y la unificación mental y consiste en el arrobamiento y felicidad nacidos de la concentración, sin el pensamiento aplicado y sostenido. Al desaparecer el arrobamiento, permaneció ecuánime, con atención consciente y clara comprensión, y experimentó la felicidad en su cuerpo; entonces, entró y permaneció en el tercer jhana, del cual los nobles declararon: ‘Él es ecuánime, atentamente consciente y es alguien que tiene una morada feliz’. Al abandonar la felicidad y la pena, con la previa desaparición de la alegría y el abatimiento, entró y permaneció en el cuarto jhana, ni penoso ni placentero, el cual tiene la purificación de la atención consciente mediante la ecuanimidad.

[2.4] “Acto seguido, Ananda, el gran rey salió del gran aposento con el techo de dos aguas y fue al aposento dorado con el techo de dos aguas —donde se sentó con las piernas cruzadas en el diván de plata— y permaneció impregnando un cuadrante [1] con la mente imbuida de amor benevolente. De la misma forma, el segundo, tercero y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, permaneció impregnando el mundo entero con la mente imbuida de amor benevolente; [mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Además, permaneció impregnando un cuadrante con la mente imbuida de compasión… con la mente imbuida de gozo altruista… con la mente imbuida de ecuanimidad. De la misma forma, el segundo, tercero y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, permaneció impregnando el mundo entero con la mente imbuida de ecuanimidad; [mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión.

[2.5] “Y el rey Mahasudassana, Ananda, tenía ochenta y cuatro mil ciudades, de las cuales la principal era la ciudad de Kusavati. Ochenta y cuatro mil palacios, de los cuales el principal era el palacio del Dhamma. Ochenta y cuatro mil cámaras, de las cuales la principal era la cámara del gran aposento con el techo de dos aguas. Ochenta y cuatro mil divanes de oro, plata, marfil y sándalo, cubiertos con alfombras de pelo largo, paños bordados con flores y magníficas pieles de antílopes, cubiertos, además, con elevadas marquesinas y con ambos extremos provistos de cojines de color púrpura. Ochenta y cuatro mil elefantes con adornos de oro y banderas doradas, cubiertos con redes doradas, de los cuales el principal era el rey de los elefantes que se llamaba ‘Uposatha’. Ochenta y cuatro mil caballos con adornos de oro y banderas doradas, cubiertos con redes doradas, de los cuales el principal era el rey de los caballos que se llamaba ‘Nube de tormenta’. Ochenta y cuatro mil carros cubiertos con pieles de leones, tigres y panteras, de los cuales el carro principal se llamaba “La Bandera de la Victoria’. Ochenta y cuatro mil piedras preciosas, de las cuales la principal era la Piedra Maravillosa. Ochenta y cuatro mil esposas, de las cuales la principal era la Reina de la Gloria. Ochenta y cuatro mil hombres hogareños, de los cuales el principal era el Maravilloso Mayordomo. Ochenta y cuatro mil khattiyas, de los cuales el principal era el Maravilloso Consejero. Ochenta y cuatro mil cabezas de ganado con parafernalias de yute y la punta de los cuernos de bronce. Ochenta y cuatro mil prendas de vestir de texturas delicadas, hechas de lino, algodón, seda y lana. Ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se servía arroz de día y de noche.

[2.6] “En aquel entonces, Ananda, ochenta y cuatro mil elefantes estaban esperando todas las mañanas y todas las tardes, listos para ser usados por el rey Mahasudassana. Entonces, este pensamiento se le ocurrió: ‘Estos ochenta y cuatro mil elefantes están siempre esperando por las mañanas y por las tardes, listos para ser usados por mí’. Entonces dijo a su Maravilloso Consejero: ‘¿Qué tal si cuarenta y dos mil de esos elefantes se alternan y viene junto a mí cada siglo?’. Entonces se hizo así.

[2.7] “Después de mucho tiempo, Ananda, después de muchos cientos y miles de años, este pensamiento se le ocurrió a la reina Subhadda: ‘Ya transcurrió mucho tiempo sin que haya visto al rey Mahasudassana. ¿Qué tal si voy a visitar al gran rey?’. Acto seguido dijo a las mujeres: ‘Venid, lavaos vuestras cabezas y vestíos de ropa limpia, que vamos a visitar al rey Mahasudassana’. ― ‘Sí, Majestad’, respondieron las mujeres y así lo hicieron, después de lo cual regresaron junto a la reina.

“Entonces, la reina Subhadda dijo al Maravilloso Consejero: ‘Alista, Maravilloso Consejero, al cuádruple ejército, que ya transcurrió mucho tiempo sin que hayamos visto al rey Mahasudassana y vamos a visitarlo’. ― ‘Sí, Majestad’, respondió el Maravilloso Consejero y así lo hizo, después de lo cual retornó junto a la reina, reportándole que el cuádruple ejército estaba listo.

[2.8] “Entonces, Ananda, la reina Subhadda partió junto con el cuádruple ejército y con las mujeres hacia el palacio del Dhamma. Al llegar allí, fue al gran aposento con el techo de dos aguas y se paró al otro lado de la puerta. Y cuando el rey Mahasudassana escuchó este ruido pensó: ¿Qué significa este ruido, proveniente de la acumulación de tanta gente?’. Entonces salió y, al ver a la reina Subhadda al otro lado de la puerta, le dijo: ‘Quédate allí, reina, no entres’.

[2.9] “Entonces, Ananda, el rey Mahasudassana dijo a cierto hombre: ‘Ve, buen hombre, toma el diván de oro del gran aposento con el techo de dos aguas y, sacándolo de allí, ponlo debajo de las palmeras de oro’. ― ‘Muy bien, gran rey’, respondió aquel hombre y así lo hizo. Acto seguido, el rey Mahasudassana se recostó ahí adoptando la posición del león, con una pierna sobre la otra, con clara comprensión y atención consciente.

[2.10] “Entonces, Ananda, esto se le ocurrió a la reina Subhadda: ‘¡Qué calmos se ven todos los miembros del rey Mahasudassana! ¡Qué brillante es su apariencia! ¡Espero que el gran rey no esté muerto!’.

“Acto seguido dijo al gran rey: ‘Señor, de tus ochenta y cuatro mil ciudades, la principal es la ciudad de Kusavati. ¡Levántate, vuelve a despertar tu deseo por ellas! Señor, de tus ochenta y cuatro mil palacios… de tus ochenta y cuatro mil cámaras… de tus ochenta y cuatro mil divanes… de tus ochenta y cuatro mil elefantes… de tus ochenta y cuatro mil caballos… de tus ochenta y cuatro mil carros… de tus ochenta y cuatro mil piedras preciosas… de tus ochenta y cuatro mil esposas… de tus ochenta y cuatro mil hombres hogareños… de tus ochenta y cuatro mil khattiyas… de tus ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… de tus ochenta y cuatro mil prendas de vestir… de tus ochenta y cuatro mil platos, en las cuales se sirve arroz de día y de noche. ¡Levántate, vuelve a despertar tu deseo por ellos!’.

[2.11] “Cuando se dijo esto, Ananda, el rey Mahasudassana dijo a la reina: ‘Por mucho tiempo, reina, has hablado placentera y deleitosamente, de manera atractiva y dulce. Sin embargo, en este último tiempo tus palabras no me fueron placenteras, deleitosas ni deseables’.

“’Entonces, ¿cómo, señor, debo dirigirme a usted?’.

“’Así deberías hablarme: «Todas las cosas que son placenteras y atractivas son sujetas a cambio, a desaparición, a llegar otra cosa. No mueras, rey, lleno de ansia: morir lleno de ansia es penoso e indigno. Señor, de tus ochenta y cuatro mil ciudades, la principal es la ciudad de Kusavati. ¡Abandona el deseo por ellas, abandona el deseo de vivir allí! Señor, de tus ochenta y cuatro mil palacios… de tus ochenta y cuatro mil cámaras… de tus ochenta y cuatro mil divanes… de tus ochenta y cuatro mil elefantes… de tus ochenta y cuatro mil caballos… de tus ochenta y cuatro mil carros… de tus ochenta y cuatro mil piedras preciosas… de tus ochenta y cuatro mil esposas… de tus ochenta y cuatro mil hombres hogareños… de tus ochenta y cuatro mil khattiyas… de tus ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… de tus ochenta y cuatro mil prendas de vestir… de tus ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se sirve arroz de día y de noche. ¡Abandona el deseo por ellos, abandona el deseo de vivir con esto!»’.

[2.12] “Cuando se dijo esto, Ananda, la reina Subhadda se puso a llorar y derramar lágrimas. Entonces, llorando y derramando lágrimas, la reina dijo al gran rey: ‘Todas las cosas que son placenteras y atractivas son sujetas a cambio, a desaparición, a llegar otra cosa. No mueras, rey, lleno de ansia: morir lleno de ansia es penoso e indigno. Señor, de tus ochenta y cuatro mil ciudades, la principal es la ciudad de Kusavati. ¡Abandona el deseo por ellas, abandona el deseo de vivir allí! Señor, de tus ochenta y cuatro mil palacios… de tus ochenta y cuatro mil cámaras… de tus ochenta y cuatro mil divanes… de tus ochenta y cuatro mil elefantes… de tus ochenta y cuatro mil caballos… de tus ochenta y cuatro mil carros… de tus ochenta y cuatro mil piedras preciosas… de tus ochenta y cuatro mil esposas… de tus ochenta y cuatro mil hombres hogareños… de tus ochenta y cuatro mil khattiyas… de tus ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… de tus ochenta y cuatro mil prendas de vestir… de tus ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se sirve arroz de día y de noche. ¡Abandona el deseo por ellos, abandona el deseo de vivir con esto!’.

[2.13] “Entonces, no mucho después, Ananda, el rey Mahasudassana murió. Y así como un hombre hogareño, o su hijo, puede sentir somnolencia después de una buena comida, así también él tuvo esa sensación al fallecer y renació, luego, en un buen destino, en el mundo del Brahma.

“Por ochocientos cuarenta años el rey Mahasudassana vivió la vida feliz del príncipe; por ochocientos cuarenta años ejerció el vice-reinado; por ochocientos cuarenta años gobernó como rey; por ochocientos cuarenta años vivió como laico en el palacio del Dhamma. Y habiendo practicado las cuatro moradas divinas, con la disolución del cuerpo después de la muerte, renació en el mundo del Brahma.

[2.14] “Ahora bien, Ananda, tú podrías pensar esto: ‘El rey Mahasudassana, en aquel tiempo, era alguien más’. Sin embargo, no deberías interpretar esto así. En aquel tiempo, yo mismo era el rey Mahasudassana. Mías eran las ochenta y cuatro mil ciudades, de las cuales la principal era la ciudad de Kusavati. Míos eran los ochenta y cuatro mil palacios… ochenta y cuatro mil cámaras… ochenta y cuatro mil divanes… ochenta y cuatro mil elefantes… ochenta y cuatro mil caballos… ochenta y cuatro mil carros… ochenta y cuatro mil piedras preciosas… ochenta y cuatro mil esposas… ochenta y cuatro mil hombres hogareños… ochenta y cuatro mil khattiyas… ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… ochenta y cuatro mil prendas de vestir… Míos eran los ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se servía arroz de día y de noche’.

[2.15] “De estas ochenta y cuatro mil ciudades, Ananda, una era la que usaba en aquel tiempo para morar, la cual fue la ciudad principal de Kusavati. De estos ochenta y cuatro mil palacios, uno era el que usaba en aquel tiempo para morar, el cual fue el palacio del Dhamma. De estas ochenta y cuatro mil cámaras, una era la que usaba en aquel tiempo  para morar, la cual era la cámara del gran aposento con el techo de dos aguas. De estos ochenta y cuatro mil divanes, uno era el que usaba en aquel tiempo para ocuparlo, a veces el que era de oro, otras veces el que era de plata, otras el de marfil y otras el de sándalo. De estos ochenta y cuatro mil elefantes, uno era al que en aquel tiempo montaba, que era el rey de los elefantes que se llamaba ‘Uposatha’. De estos ochenta y cuatro mil caballos, uno era al que en aquel tiempo montaba, que era el rey de los caballos que se llamaba ‘Nube de tormenta’. De esos ochenta y cuatro mil carros, uno era el que usaba en aquel tiempo, que era el carro principal que se llamaba “La Bandera de la Victoria’. De estas ochenta y cuatro mil esposas, una era la que usaba para que me esperase, y era la señora noble que se llamaba Khattiyini o Velamikami. De estas ochenta y cuatro mil prendas de vestir, usaba en aquel tiempo una que era de textura delicada, o una hecha de lino, una hecha de algodón, una de seda o una de lana. Y de estos ochenta y cuatro mil platos, en aquel tiempo usé uno para comer una medida moderada de arroz con salsa de curry.

[2.16] “Mira, Ananda, cómo ahora todas estas cosas del pasado terminaron y se desvanecieron por completo. Así son de transitorias, Ananda, las cosas condicionadas, así de cambiantes y poco confiables son las cosas condicionadas. Por eso, Ananda, uno no debe regocijarse en los estados condicionados, debe apartarse de ellos y debe liberarse de todos los estados condicionados.

[2.17] “Yo recuerdo, Ananda, haber desechado el cuerpo seis veces en este lugar, y haberlo desechado por séptima vez como el Monarca que gira la Rueda, el gobernador justo que conquistó las cuatro regiones de la tierra y estableció firmemente su reinado, y que poseyó los siete tesoros. Por eso, Ananda, no veo mejor lugar en este mundo con sus devas, en el mundo del Mara y Brahma, en esta generación con sus ascetas y brahmanes, nobles y gente común, donde el Tathagata desechase por octava vez el cuerpo”.

Esto es lo que dijo el Bienaventurado y, habiéndolo dicho, agregó:

“Transitorias son todas las cosas condicionadas,

Propensas a surgir y desaparecer.

Al haber surgido, vuelven a destruirse,

Y su desaparición es la dicha”.

 


NOTA:

[1] Punto cardinal.

 


FUENTES:

Rhys Davids (1899). The Three Knowledges en Dialogues of the Buddha, vol. II, adaptación de Brasington, L. (sf). Tevijja Sutta: The Sutta (about those who have) the Knowledge of the Three (Vedas). Recuperado de http://www.leighb.com/dn13.htm

Walshe, M. (1995). Mahasudassanana Sutta. The Great Splendour: A King’s Renunciation. en The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the Digha Nikaya, pp. 279-290.

“Mahasudassananasuttam”, World Tipitaka Edition

Traducción: Anton P. Baron

Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2015-2017.

 

DN 17 Mahasudassana Sutta – Discurso sobre el gran esplendor

El rey Mahasudassana ―que resulta ser el mismo Buda en una de sus vidas pasadas― vive rodeado de gran esplendor, poseyendo los siete grandes tesoros. Sin embargo, deja todo para retirarse al palacio del Dhamma y vivir una vida contemplativa.

 


[Leer en pali]

[1.1] Esto he escuchado:

En cierta ocasión —un poco antes de su paso al Nibbana final—, el Bienaventurado estaba morando entre los árboles sala gemelos de la arboleda malla de nombre Upavattana, cerca de Kusinara.

[1.2] Entonces, el Venerable Ananda acercándose al Bienaventurado, le rindió homenaje, se sentó a un lado y le dijo: “Que el Bienaventurado no pase a su Nibbana final en esta pequeña ciudad llena de zarzas y barro, esta ciudad en medio de la jungla, en esta sucursal de una localidad. He aquí, Venerable Señor, hay estas otras grandes ciudades como Campa, Rajagaha, Savatthi, Saketa, Kosambi y Benarés. Que el Bienaventurado escoja una de esas ciudades para pasar a su Nibbana final. Allí hay muchos nobles hombres hogareños y brahmanes ricos, jefes de clanes, seguidores del Tathagata que rendirán homenaje a los restos del Tathagata”.

[1.3] “¡No digas eso, Ananda, no hables así! No digas que esta es una pequeña ciudad llena de zarzas y barro, una ciudad en medio de la jungla y la sucursal de una localidad. Tiempo atrás, Ananda, había un rey de nombre Mahasudassana, un monarca que giraba la Rueda del Dhamma, un gobernante recto que reinó con rectitud y conquistó la tierra en sus cuatro direcciones, ofreciendo seguridad a la gente y poseyendo los siete tesoros reales. Y esta ciudad de Kusinara, Ananda, fue la capital real del rey Mahasudassana bajo el nombre de Kusavati; de este a oeste medía doce leguas de ancho, y de norte a sur, siete leguas de largo. Y la capital real de Kusavati, Ananda, fue poderosa, populosa y próspera, frecuentada por mucha gente y provista abundantemente de toda clase de comida. Al igual que una ciudad real de los devas, poderosa, populosa y próspera, llena de gente y provista abundantemente de toda clase de comida, así era también la capital real de Kusavati. En la ciudad de Kusavati resonaban incesantemente los diez sonidos: el barritar de los elefantes, el relinchar de los caballos, el traqueteo de los carros, el retumbar de los tambores, el sonido de los címbalos, la música de los laúdes y platillos, las canciones, las ovaciones, los aplausos y las aclamaciones de ‘comed, bebed y estad alegres’.

[1.4] “La capital real de Kusavati, Ananda, estaba rodeada de siete murallas, de las cuales una de oro, una de plata, una de berilo, una de cristal, una de ágata, una de coral y una de toda clase de piedras preciosas.

[1.5] “La capital real de Kusavati, Ananda, tenía cuatro puertas, de las cuales una era de oro, una de plata, una de jade y una de cristal. En cada puerta se colocaron siete pilares, tres o cuatro veces más altos que el tamaño de un hombre. De esos pilares uno era de oro, uno de plata, uno de berilo, uno de cristal, uno de ágata, uno de coral y uno de toda clase de piedras preciosas.

[1.6] “La capital real de Kusavati, Ananda, estaba rodeada por siete filas de palmeras, de las cuales una era de oro, una de plata, una de berilo, una de cristal, una de ágata, una de coral y una de toda clase de piedras preciosas. Y las palmeras de oro, tenían el tronco de oro y las hojas y los frutos de plata; las palmeras de plata, tenían el tronco de plata y las hojas y los frutos de oro; las palmeras de berilo, tenían el tronco de berilo y las hojas y los frutos de cristal; las palmeras de cristal, tenían el tronco de cristal y las hojas y los frutos de berilo; las palmeras de ágata, tenían el tronco de ágata y las hojas y los frutos de coral; las palmeras de coral, tenían el tronco de coral y las hojas y los frutos de ágata; y las palmeras de toda clase de piedras preciosas, tenían el tronco de toda clase de piedras preciosas y las hojas y los frutos también de toda clase de piedras preciosas.

“Y cuando estas filas de palmeras, Ananda, eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Al igual, Ananda, que cuando las siete clases de instrumentos son ejecutados por un virtuoso, emiten un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante, de la misma manera, cuando estas filas de palmeras eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Y si había algún tahúr en ese momento en la ciudad real de Kusavati, un ebrio o alguien dado a la bebida, empezaba a danzar al sonido de las palmeras movidas por el viento.

[1.7] “Y el gran rey Mahasudassana fue poseedor de los siete tesoros y las cuatro maravillosas dádivas. Y, ¿cuáles son esos siete?

“En primer lugar, Ananda, cuando el gran rey ―durante el día quince de Uposattha― se lavó la cabeza y subió a la terraza de su palacio, para el día de la observancia, se le apareció el divino tesoro de la rueda, con miles de radios, con el toque ligero, con su eje y todos sus accesorios. Al ver esto, el gran rey pensó así: ‘Escuché que cuando el rey, debidamente ungido durante el día quince de Uposattha, se lava la cabeza y sube a la terraza de su palacio para el día de ayuno y,  entonces, se le aparece el divino tesoro de la rueda, con miles de radios, con el toque ligero, con su eje y todos sus accesorios, quiere decir que aquel rey se convierte en el Monarca Universal. Ahora bien, ¡yo soy, entonces, un Monarca Universal!’.

[1.8] “Además, Ananda, levantándose de su asiento, el gran rey tomó una vasija de agua con su mano izquierda, roció la rueda que sostuvo en su mano derecha y dijo: ‘Que el noble tesoro de la rueda, ruede; que el noble tesoro de la rueda, conquiste’. Y la rueda rodó hacia el este y el rey Mahasudassana la siguió con su cuádruple ejército. En cada país, en el cual la rueda se detuvo, el rey tomó allí su residencia junto con su cuádruple ejército.

[1.9] Y aquellos reyes que se le oponían en la región oriental, finalmente llegaron junto a él y le dijeron: ‘Ven, oh gran rey, sé bienvenido. Somos tuyos, oh gran rey. Gobierna sobre nosotros, oh gran rey’. Y el rey les dijo: ‘No matéis a los seres vivos. No toméis lo que no os ha sido dado. No cometáis actos sexuales ilícitos. No digáis mentiras. No toméis bebidas embriagantes. Sed moderados con la comida’. Y aquellos que se oponían a él en la región oriental, finalmente llegaron a ser sus súbditos.

[1.10] “Y luego, Ananda, la rueda rodó hacia el oeste… hacia el sur… hacia el norte y el rey Mahasudassana la siguió con su cuádruple ejército. En cada país, en el cual la rueda se detuvo, el rey tomó allí su residencia junto con su cuádruple ejército. Y aquellos reyes que se le oponían en la región del norte, finalmente llegaron junto a él y le dijeron: ‘Ven, oh gran rey, sé bienvenido. Somos tuyos, oh gran rey. Gobierna sobre nosotros, oh gran rey’. Y el rey les dijo: ‘No matéis a los seres vivos. No toméis lo que no os ha sido dado. No cometáis actos sexuales ilícitos. No digáis mentiras. No toméis bebidas embriagantes. Sed moderados con la comida’. Y aquellos que se oponían a él en la región del norte, finalmente llegaron a ser sus súbditos.

[1.11] «Finalmente, Ananda, el tesoro de la rueda, habiendo conquistado todas las tierras de mar a mar, retornó a la capital real de Kusavati y se detuvo frente al palacio del gran rey como si se tratara de una envoltura, como si fuera un adorno del palacio real. Es así cómo el tesoro de la rueda apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.12] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del elefante blanco, de siete posturas, con poderes sobrenaturales, flotando en el aire, el rey de los elefantes de nombre Uposattha. Al verlo, la mente del gran rey se llenó de confianza en él, de esta manera: ‘Sería maravilloso montar a este elefante, si se dejara domar’. Entonces, el entrenador de los elefantes domesticó al elefante, al igual que se domestica a un elefante de pura raza, lo cual le llevó mucho tiempo. Y luego sucedió que, cuando el gran rey probó y montó al elefante por la mañana, atravesó con él toda la tierra hasta la extremidad del océano y regresó a la capital real de Kusavati, para tomar su comida de la mañana. Es así cómo el tesoro del elefante apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.13] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del caballo blanco, con cabeza de cuervo negro, con la melena como el pasto munja, con poderes sobrenaturales, flotando en el aire, el rey de los caballos de nombre Valahaka [Nube de Tormenta]. Al verlo, la mente del gran rey se llenó de confianza en él, de esta manera: ‘Sería maravilloso montar a este caballo, si se dejara domar’. Entonces, el entrenador de los caballos domesticó al caballo, al igual que se domestica a un caballo de pura raza, por mucho tiempo. Y luego sucedió que, cuando el Monarca Universal probó y montó al caballo por la mañana, atravesó con él toda la tierra hasta la extremidad del océano y regresó a la capital real de Kusavati para tomar su comida de la mañana. Es así cómo el tesoro del caballo apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.14] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro de la joya. La joya era un berilo fino de las aguas más puras, de ocho quilates, bien terminada. Y el resplandor del tesoro de la joya se propagó alrededor del largo de una legua entera. Y sucedió que cuando el gran rey probó el tesoro de la joya, ordenó a su cuádruple ejército para el combate y, colocando el tesoro de la joya en la punta de su bandera, se estableció en medio de la oscuridad y la penumbra de la noche. Entonces, todos los habitantes de los pueblos vecinos empezaron sus labores por causa de esa luz, pensando que ya era de día. Es así cómo el tesoro de la joya apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.15] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro de la mujer. Una mujer bellísima, guapa y agraciada; poseedora de un cutis de suprema belleza, no demasiado alta ni demasiado baja, no demasiado delgada ni demasiado fornida, no demasiado oscura ni demasiado blanca, que sobrepasaba la belleza humana sin alcanzar la belleza divina. El toque de esta mujer, que es ese tesoro, era como si fuera un copo de malva o un copo de algodón. Durante el tiempo fresco, sus miembros eran calientes, y cuando hacía calor, eran frescos. Su cuerpo expedía la fragancia del sándalo y su boca la fragancia del loto. Ella se levantaba antes de que el gran rey se levantase y se retiraba después de que él se retirase. Estaba ansiosa por servirle, agradable en la conducta y era dulce en la manera de hablar. Siendo que nunca le era infiel al gran rey con el pensamiento, ¿cómo podría serlo con el cuerpo? Es así cómo el tesoro de la mujer apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.16] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del mayordomo. Se manifestó en él, el ojo divino —despierto a partir de las acciones pasadas—, a través del cual veía la historia de los tesoros escondidos, tanto propios como de los que no tienen dueños. Y se acercó al gran rey para decirle: ‘Que el gran rey permanezca despreocupado, que yo tendré cuidado de sus asuntos monetarios’. Y sucedió que cuando el gran rey probó al mayordomo, que es ese tesoro, lo llevó en un bote al medio del río Ganges, en medio de la corriente, y estando allí le dijo: ‘Necesito lingotes de oro, mayordomo’. — ‘Entonces, gran rey, sólo dirijamos el bote hacia la orilla’. — ‘Mayordomo, es que es justamente aquí donde necesito los lingotes de oro’. Entonces, el mayordomo sumergió las dos manos en el agua y sacó una olla llena de  lingotes de oro, diciendo al gran rey: ‘¿Es esto suficiente, gran rey? ¿Es suficiente esta dádiva, esta ofrenda?’. — ‘Es suficiente, mayordomo, es suficiente la dádiva, la ofrenda’. Es así cómo el tesoro del mayordomo apareció al gran rey Mahasudassana.

[1.17] «Además, Ananda, le apareció al gran rey Mahasudassana el tesoro del consejero sabio, perspicaz y sagaz; capaz de promover en el gran rey aquello que es digno de ser promovido y desaconsejar lo que debería ser rechazado. Era capaz de establecerlo en lo que debe estar establecido. Se acercó al gran rey y le dijo: ‘Que el gran rey descanse, yo voy a ocuparme de las tareas del gobierno’. Es así cómo el tesoro del consejero apareció al gran rey Mahasudassana, y es así como el gran rey fue poseedor de los siete tesoros.

[1.18] «Y, ¿cuáles son, Ananda, las cuatro maravillosas dádivas de las que fue dotado el rey Mahasudassana? He aquí, Ananda, el gran rey era hermoso, guapo y agraciado; era poseedor de un cutis de suprema belleza y sobrepasaba, en ese aspecto, a otros seres humanos. Esta es la primera dádiva que poseía el gran rey.

[1.19] «Además, Ananda, el gran rey vivió mucho tiempo y perduró por mucho tiempo, y sobrepasó, en ese aspecto, a otros seres humanos. Esta es la segunda dadiva que poseía el gran rey.

[1.20] «Además, Ananda, el gran rey era libre de enfermedades y dolencias, fue poseedor de una buena digestión, que no era demasiado fría ni demasiado caliente, y sobrepasó, en ese aspecto, a otros seres humanos. Esta es la tercera dádiva que poseía el gran rey.

[1.21] «Además, Ananda, el gran rey era querido por los brahmanes y hombres hogareños, y fue agradable para ellos. Al igual que un padre es querido por sus hijos y es agradable para ellos, así también el gran rey era querido por los brahmanes y hombres hogareños, y fue agradable para ellos. De la misma manera, los brahmanes y hombres hogareños eran queridos por el gran rey, y fueron agradables para él. Al igual que para un padre sus hijos le son queridos y agradables, así también los brahmanes y hombres hogareños eran queridos por el gran rey. Una vez, cuando el gran rey estaba paseando en el carro, en el Parque de los Placeres con su cuádruple ejército, los brahmanes y hombres hogareños se acercaron a él y le dijeron: ‘Conduzca más despacio, oh gran rey, así podremos verle por más tiempo’. Y entonces, el gran rey dijo al auriga: ‘Conduzca más despacio, así podré ver a los brahmanes y hombres hogareños por más tiempo’. Esta es la cuarta dádiva que poseía el gran rey, y estas son las cuatro maravillosas dádivas de las que fue dotado el rey Mahasudassana.

[1.22] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al rey Mahasudassana: ‘¿Qué tal si hago cada cien leguas un estanque de agua, con flores de loto entre palmeras?’. Entonces, hizo un estanque de agua con flores de loto entre palmeras, cada cien leguas. Y estos estanques de agua, con flores de loto, tuvieron azulejos de cuatro diferentes clases. Una clase de azulejos era de oro, una clase era de plata, una clase de berilo y una de cristal. Y cada uno de estos estanques de agua, con flores de loto, conducía a una escalera de cuatro diferentes clases. Una clase de escalera tenía escalones de oro, una clase de escalera escalones de plata, una clase de escalera escalones de berilo y una clase de escalera escalones de cristal. La escalera de oro tenía postes de oro y barandillas de plata. La escalera de plata tenía postes de plata y barandillas de oro. La escalera de berilo tenía postes de berilo y barandillas de cristal. La escalera de cristal tenía postes de cristal y barandillas de berilo. Y alrededor de estos estanques de agua, con flores de loto, corrían dos barandillas, una barandilla de oro y otra de plata. La barandilla de oro tenía sus postes de oro, y sus barras transversales y capiteles de plata. Y la barandilla de plata tenía sus postes de plata, y sus barras transversales y capiteles de oro.

[1.23] “Entonces este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si proveo a estos estanques de agua, con flores de loto, flores de cada estación, plantadas allí para toda la gente: lirios acuáticos azules y flores de loto azules, flores de loto blancas y lirios acuáticos blancos?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

“Entonces este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si construyo a la orilla de estos estanques de agua, con flores de loto, los baños, de tal manera que la gente que vive allí pueda bañarse?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

“Entonces este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si establezco en la orilla de estos estanques de agua, con flores de loto, postes caritativos, de tal manera que haya allí comida para los hambrientos, bebida para los sedientos, vestimenta para los desnudos, medios de transporte para los que tengan necesidad de ellos, sofás para los cansados, mujeres para los que buscan esposas, oro para los pobres y dinero para los que necesitan dinero?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

[1.24] “Entonces, Ananda, los brahmanes y hombres hogareños, tomando grandes riquezas, fueron junto al gran rey y le dijeron: ‘Señor, estas son las riquezas que hemos reunido especialmente para el gran rey, acéptelas por favor’. — ‘Amigos, yo ya tengo suficientes riquezas que tengo para mí, que son producto de los justos impuestos. Guardadlo para vosotros y tomad más con vosotros’.

“Y siendo rechazada así [su ofrenda] por el gran rey, se fueron a un lado y lo consideraron así: ‘No es apropiado para nosotros tomar estas riquezas y volver a nuestras casas. ¿Qué tal si construimos una mansión para el rey Mahasudassana?’.

Entonces, volvieron junto al gran rey y le dijeron: ‘Señor, quisiéramos construir una mansión para el gran rey’. Y el gran rey aceptó en silencio.

[1.25] “Entonces Sakka, el gobernador de los devas, conociendo con su mente la mente del rey Mahasudassana, se dirigió a Vissakamma —su deva ayudante— así: ‘Ven, Vissakamma, y construye un palacio para el rey Mahasudassana llamado Dhamma’.

“’Bien, señor’, respondió el deva asistente Vissakamma a Sakka, el gobernante de los devas. Acto seguido, tan rápido como un hombre fuerte dobla su brazo extendido o extiende su brazo doblado, desapareció del cielo de los Treinta-y-Tres y apareció frente al rey Mahasudassana, y le dijo: ‘Señor, quisiera construir un palacio para el gran rey que se llamaría Dhamma’. Y el gran rey aceptó en silencio. Entonces, el deva ayudante Vissakamma construyó para el gran rey el palacio llamado Dhamma.

[1.26] “Y el palacio del Dhamma, Ananda, se extendía una yojana de este a oeste de ancho y media yojana de norte a sur de largo. La planta baja, del palacio del Dhamma, tenía una altura tres veces mayor que la altura de un hombre, y estaba construida de cuatro clases de ladrillos. Una clase de ladrillos era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. Y el palacio del Dhamma tenía ochenta y cuatro mil pilares de cuatro clases. Una clase de pilares era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. El palacio del Dhamma estaba amoblado con sillas de cuatro clases. Una clase de sillas era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. Y en el palacio del Dhamma había veinticuatro escaleras de cuatro clases. Una clase de escaleras era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. Las escaleras de oro tenían balaustres de oro, con las barras transversales y los mascarones de plata. Las escaleras de plata tenían balaustres de plata, con las barras transversales y los mascarones de oro. Las escaleras de berilo tenían balaustres de berilo, con las barras transversales y los mascarones de cristal. Las escaleras de cristal tenían balaustres de cristal, con las barras transversales y los mascarones de berilo.

“En el palacio del Dhamma, Ananda, había ochenta y cuatro mil aposentos de cuatro clases. Una clase de aposentos era de oro, una clase era de plata, una de berilo y una de cristal. En los aposentos de oro se extendían los sofás de plata; en los aposentos de plata se extendían los sofás de oro; en los aposentos de berilo se extendían los sofás de marfil; y en los aposentos de cristal se extendían los sofás de coral. En la puerta del aposento de oro había una palmera de plata, cuyo tronco era de plata y las hojas y frutos de oro. En la puerta del aposento de plata había una palmera de oro, cuyo tronco era de oro y las hojas y frutos de plata. En la puerta del aposento de berilo había una palmera de cristal, cuyo tronco era de cristal y las hojas y frutos de berilo. En la puerta del aposento de cristal había una palmera de berilo, cuyo tronco era de berilo y las hojas y frutos de cristal.

[1.27] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si hago una arboleda de palmeras, todas de oro, a la entrada del gran aposento [con el techo] de dos aguas, para establecer ahí mi morada diurna?’. Entonces, el gran rey lo hizo así.

[1.28] “El palacio del Dhamma estaba rodeado por una doble barandilla. Una barandilla era de oro y la otra de plata. La barandilla de oro tenía los postes de oro, y las barras transversales y los mascarones de plata. Y la barandilla de plata tenía los postes de plata, y las barras transversales y los mascarones de oro.

[1.29] “Y el palacio del Dhamma estaba rodeado por dos redes de campanas. Una red de campanas era de oro y la otra red de campanas era de plata. Y cuando estas redes de campanas, Ananda, eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Al igual que cuando las siete clases de instrumentos son ejecutados por un virtuoso emiten un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante, de la misma manera, cuando estas redes de campanas eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Y si había algún tahúr en ese momento en la ciudad real de Kusavati, un ebrio o alguien dado a la bebida, empezaba a danzar al sonido de las redes de campanas movidas por el viento.

[1.30] “Cuando el palacio del Dhamma se terminó de construir, Ananda, era difícil mirarlo, era deslumbrante a los ojos. Al igual, Ananda, como en el último mes de las Lluvias, cuando el cielo llega a estar claro y las nubes se desvanecen, y es difícil mirar al sol que emerge en el cielo, y es deslumbrante a los ojos, así también, cuando este palacio del Dhamma se terminó de construir, era difícil mirarlo, era deslumbrante a los ojos.

[1.31] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿Qué tal si hago, enfrente del palacio del Dhamma, un lago de lotos que lleve el nombre de Dhamma?’. Entonces, el gran rey lo hizo así. Y este lago del Dhamma tenía una yojana de ancho de este a oeste y media yojana de largo de norte a sur. El lago del Dhamma, además, tenía cuatro clases de azulejos; una clase de azulejos era de oro, una clase era de plata, una clase de berilo y una de cristal. Y a este lago del Dhamma, con flores de loto, conducían veinticuatro escaleras de cuatro diferentes clases; una clase de escalera con escalones de oro, una clase de escalera con escalones de plata, una clase de escalera con escalones de berilo y una clase de escalera con escalones de cristal. La escalera de oro tenía postes de oro y barandillas de plata. La escalera de plata tenía postes de plata y barandillas de oro. La escalera de berilo tenía postes de berilo y barandillas de cristal. La escalera de cristal tenía postes de cristal y barandillas de berilo. Y alrededor de estos estanques de agua, con flores de loto, corrían dos barandillas, una barandilla de oro y otra de plata. La barandilla de oro tenía sus postes de oro, y sus barras transversales y capiteles de plata. Y la barandilla de plata tenía sus postes de plata, y sus barras transversales y capiteles de oro.

[1.32] “Y el lago del Dhamma, Ananda, estaba rodeado por siete filas de palmeras, una de las cuales era de oro, una de plata, una de berilo, una de cristal, una de ágata, una de coral y una de toda clase de piedras preciosas. Y las palmeras de oro tenían el tronco de oro, y las hojas y  frutos de plata; las palmeras de plata tenían el tronco de plata, y las hojas y frutos de oro; las palmeras de berilo tenían el tronco de berilo, y las hojas y frutos de cristal; las palmeras de cristal tenían el tronco de cristal, y las hojas y frutos de berilo; las palmeras de ágata tenían el tronco de ágata, y las hojas y frutos de coral; las palmeras de coral tenían el tronco de coral, y las hojas y frutos de ágata; y las palmeras de toda clase de piedras preciosas, tenían el tronco de toda clase de piedras preciosas, y las hojas y frutos también de toda clase de piedras preciosas.

“Y cuando estas filas de palmeras, Ananda, eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Al igual, Ananda, que cuando las siete clases de instrumentos son ejecutados por un virtuoso emiten un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante, de la misma manera, cuando estas filas de palmeras eran movidas por el viento, emitían un sonido dulce, agradable, deleitoso y embriagante. Y si había algún tahúr en ese momento en la ciudad real de Kusavati, un ebrio o alguien dado a la bebida, empezaba a danzar al sonido de las palmeras movidas por el viento.

[1.33] “Y cuando el palacio del Dhamma hubo sido terminado, Ananda, junto con el lago de lotos del Dhamma, el  rey Mahasudassana introdujo allí todas las cosas buenas de los ascetas y brahmanes, por las cuales ellos tenían una gran estima. Finalmente, ascendió al palacio del Dhamma.

[Fin de la primera serie de recitación].

[2.1] “Entonces, Ananda, este pensamiento se le ocurrió al gran rey: ‘¿De cuál previo kamma es este fruto, de cuál kamma es el resultado de que sea ahora tan majestuoso y poderoso?’. Entonces se le ocurrió este pensamiento: ‘Este es el fruto y resultado de tres clases de kamma: de dar, de auto-control y de la abstención’.

[2.2] Entonces, Ananda, el gran rey entró al gran aposento con el techo de dos aguas y, estando en la puerta, exclamó: ‘¡Que cesen los pensamientos de codicia! ¡Que cesen los pensamientos de  animadversión! ¡Que cesen los pensamientos de odio!’.

[2.3] Entonces, Ananda, el gran rey, estando dentro del gran aposento con el techo de dos aguas, se sentó en el diván de oro con las piernas cruzadas y, recluido de los placeres sensuales, recluido de los perjudiciales estados mentales, entró y permaneció en el primer jhana, que consiste en el arrobamiento y felicidad nacidos de la reclusión, acompañado por el pensamiento aplicado y sostenido. Al calmarse el pensamiento aplicado y sostenido, entró y permaneció en el segundo jhana, el cual tiene la placidez interior y la unificación mental y consiste en el arrobamiento y felicidad nacidos de la concentración, sin el pensamiento aplicado y sostenido. Al desaparecer el arrobamiento, permaneció ecuánime, con atención consciente y clara comprensión, y experimentó la felicidad en su cuerpo; entonces, entró y permaneció en el tercer jhana, del cual los nobles declararon: ‘Él es ecuánime, atentamente consciente y es alguien que tiene una morada feliz’. Al abandonar la felicidad y la pena, con la previa desaparición de la alegría y el abatimiento, entró y permaneció en el cuarto jhana, ni penoso ni placentero, el cual tiene la purificación de la atención consciente mediante la ecuanimidad.

[2.4] “Acto seguido, Ananda, el gran rey salió del gran aposento con el techo de dos aguas y fue al aposento dorado con el techo de dos aguas —donde se sentó con las piernas cruzadas en el diván de plata— y permaneció impregnando un cuadrante [1] con la mente imbuida de amor benevolente. De la misma forma, el segundo, tercero y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, permaneció impregnando el mundo entero con la mente imbuida de amor benevolente; [mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión. Además, permaneció impregnando un cuadrante con la mente imbuida de compasión… con la mente imbuida de gozo altruista… con la mente imbuida de ecuanimidad. De la misma forma, el segundo, tercero y cuarto cuadrante, tanto por encima como por debajo, alrededor y en todas partes, para todos como para sí mismo, permaneció impregnando el mundo entero con la mente imbuida de ecuanimidad; [mente] abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad ni animadversión.

[2.5] “Y el rey Mahasudassana, Ananda, tenía ochenta y cuatro mil ciudades, de las cuales la principal era la ciudad de Kusavati. Ochenta y cuatro mil palacios, de los cuales el principal era el palacio del Dhamma. Ochenta y cuatro mil cámaras, de las cuales la principal era la cámara del gran aposento con el techo de dos aguas. Ochenta y cuatro mil divanes de oro, plata, marfil y sándalo, cubiertos con alfombras de pelo largo, paños bordados con flores y magníficas pieles de antílopes, cubiertos, además, con elevadas marquesinas y con ambos extremos provistos de cojines de color púrpura. Ochenta y cuatro mil elefantes con adornos de oro y banderas doradas, cubiertos con redes doradas, de los cuales el principal era el rey de los elefantes que se llamaba ‘Uposatha’. Ochenta y cuatro mil caballos con adornos de oro y banderas doradas, cubiertos con redes doradas, de los cuales el principal era el rey de los caballos que se llamaba ‘Nube de tormenta’. Ochenta y cuatro mil carros cubiertos con pieles de leones, tigres y panteras, de los cuales el carro principal se llamaba “La Bandera de la Victoria’. Ochenta y cuatro mil piedras preciosas, de las cuales la principal era la Piedra Maravillosa. Ochenta y cuatro mil esposas, de las cuales la principal era la Reina de la Gloria. Ochenta y cuatro mil hombres hogareños, de los cuales el principal era el Maravilloso Mayordomo. Ochenta y cuatro mil khattiyas, de los cuales el principal era el Maravilloso Consejero. Ochenta y cuatro mil cabezas de ganado con parafernalias de yute y la punta de los cuernos de bronce. Ochenta y cuatro mil prendas de vestir de texturas delicadas, hechas de lino, algodón, seda y lana. Ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se servía arroz de día y de noche.

[2.6] “En aquel entonces, Ananda, ochenta y cuatro mil elefantes estaban esperando todas las mañanas y todas las tardes, listos para ser usados por el rey Mahasudassana. Entonces, este pensamiento se le ocurrió: ‘Estos ochenta y cuatro mil elefantes están siempre esperando por las mañanas y por las tardes, listos para ser usados por mí’. Entonces dijo a su Maravilloso Consejero: ‘¿Qué tal si cuarenta y dos mil de esos elefantes se alternan y viene junto a mí cada siglo?’. Entonces se hizo así.

[2.7] “Después de mucho tiempo, Ananda, después de muchos cientos y miles de años, este pensamiento se le ocurrió a la reina Subhadda: ‘Ya transcurrió mucho tiempo sin que haya visto al rey Mahasudassana. ¿Qué tal si voy a visitar al gran rey?’. Acto seguido dijo a las mujeres: ‘Venid, lavaos vuestras cabezas y vestíos de ropa limpia, que vamos a visitar al rey Mahasudassana’. ― ‘Sí, Majestad’, respondieron las mujeres y así lo hicieron, después de lo cual regresaron junto a la reina.

“Entonces, la reina Subhadda dijo al Maravilloso Consejero: ‘Alista, Maravilloso Consejero, al cuádruple ejército, que ya transcurrió mucho tiempo sin que hayamos visto al rey Mahasudassana y vamos a visitarlo’. ― ‘Sí, Majestad’, respondió el Maravilloso Consejero y así lo hizo, después de lo cual retornó junto a la reina, reportándole que el cuádruple ejército estaba listo.

[2.8] “Entonces, Ananda, la reina Subhadda partió junto con el cuádruple ejército y con las mujeres hacia el palacio del Dhamma. Al llegar allí, fue al gran aposento con el techo de dos aguas y se paró al otro lado de la puerta. Y cuando el rey Mahasudassana escuchó este ruido pensó: ¿Qué significa este ruido, proveniente de la acumulación de tanta gente?’. Entonces salió y, al ver a la reina Subhadda al otro lado de la puerta, le dijo: ‘Quédate allí, reina, no entres’.

[2.9] “Entonces, Ananda, el rey Mahasudassana dijo a cierto hombre: ‘Ve, buen hombre, toma el diván de oro del gran aposento con el techo de dos aguas y, sacándolo de allí, ponlo debajo de las palmeras de oro’. ― ‘Muy bien, gran rey’, respondió aquel hombre y así lo hizo. Acto seguido, el rey Mahasudassana se recostó ahí adoptando la posición del león, con una pierna sobre la otra, con clara comprensión y atención consciente.

[2.10] “Entonces, Ananda, esto se le ocurrió a la reina Subhadda: ‘¡Qué calmos se ven todos los miembros del rey Mahasudassana! ¡Qué brillante es su apariencia! ¡Espero que el gran rey no esté muerto!’.

“Acto seguido dijo al gran rey: ‘Señor, de tus ochenta y cuatro mil ciudades, la principal es la ciudad de Kusavati. ¡Levántate, vuelve a despertar tu deseo por ellas! Señor, de tus ochenta y cuatro mil palacios… de tus ochenta y cuatro mil cámaras… de tus ochenta y cuatro mil divanes… de tus ochenta y cuatro mil elefantes… de tus ochenta y cuatro mil caballos… de tus ochenta y cuatro mil carros… de tus ochenta y cuatro mil piedras preciosas… de tus ochenta y cuatro mil esposas… de tus ochenta y cuatro mil hombres hogareños… de tus ochenta y cuatro mil khattiyas… de tus ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… de tus ochenta y cuatro mil prendas de vestir… de tus ochenta y cuatro mil platos, en las cuales se sirve arroz de día y de noche. ¡Levántate, vuelve a despertar tu deseo por ellos!’.

[2.11] “Cuando se dijo esto, Ananda, el rey Mahasudassana dijo a la reina: ‘Por mucho tiempo, reina, has hablado placentera y deleitosamente, de manera atractiva y dulce. Sin embargo, en este último tiempo tus palabras no me fueron placenteras, deleitosas ni deseables’.

“’Entonces, ¿cómo, señor, debo dirigirme a usted?’.

“’Así deberías hablarme: «Todas las cosas que son placenteras y atractivas son sujetas a cambio, a desaparición, a llegar otra cosa. No mueras, rey, lleno de ansia: morir lleno de ansia es penoso e indigno. Señor, de tus ochenta y cuatro mil ciudades, la principal es la ciudad de Kusavati. ¡Abandona el deseo por ellas, abandona el deseo de vivir allí! Señor, de tus ochenta y cuatro mil palacios… de tus ochenta y cuatro mil cámaras… de tus ochenta y cuatro mil divanes… de tus ochenta y cuatro mil elefantes… de tus ochenta y cuatro mil caballos… de tus ochenta y cuatro mil carros… de tus ochenta y cuatro mil piedras preciosas… de tus ochenta y cuatro mil esposas… de tus ochenta y cuatro mil hombres hogareños… de tus ochenta y cuatro mil khattiyas… de tus ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… de tus ochenta y cuatro mil prendas de vestir… de tus ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se sirve arroz de día y de noche. ¡Abandona el deseo por ellos, abandona el deseo de vivir con esto!»’.

[2.12] “Cuando se dijo esto, Ananda, la reina Subhadda se puso a llorar y derramar lágrimas. Entonces, llorando y derramando lágrimas, la reina dijo al gran rey: ‘Todas las cosas que son placenteras y atractivas son sujetas a cambio, a desaparición, a llegar otra cosa. No mueras, rey, lleno de ansia: morir lleno de ansia es penoso e indigno. Señor, de tus ochenta y cuatro mil ciudades, la principal es la ciudad de Kusavati. ¡Abandona el deseo por ellas, abandona el deseo de vivir allí! Señor, de tus ochenta y cuatro mil palacios… de tus ochenta y cuatro mil cámaras… de tus ochenta y cuatro mil divanes… de tus ochenta y cuatro mil elefantes… de tus ochenta y cuatro mil caballos… de tus ochenta y cuatro mil carros… de tus ochenta y cuatro mil piedras preciosas… de tus ochenta y cuatro mil esposas… de tus ochenta y cuatro mil hombres hogareños… de tus ochenta y cuatro mil khattiyas… de tus ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… de tus ochenta y cuatro mil prendas de vestir… de tus ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se sirve arroz de día y de noche. ¡Abandona el deseo por ellos, abandona el deseo de vivir con esto!’.

[2.13] “Entonces, no mucho después, Ananda, el rey Mahasudassana murió. Y así como un hombre hogareño, o su hijo, puede sentir somnolencia después de una buena comida, así también él tuvo esa sensación al fallecer y renació, luego, en un buen destino, en el mundo del Brahma.

“Por ochocientos cuarenta años el rey Mahasudassana vivió la vida feliz del príncipe; por ochocientos cuarenta años ejerció el vice-reinado; por ochocientos cuarenta años gobernó como rey; por ochocientos cuarenta años vivió como laico en el palacio del Dhamma. Y habiendo practicado las cuatro moradas divinas, con la disolución del cuerpo después de la muerte, renació en el mundo del Brahma.

[2.14] “Ahora bien, Ananda, tú podrías pensar esto: ‘El rey Mahasudassana, en aquel tiempo, era alguien más’. Sin embargo, no deberías interpretar esto así. En aquel tiempo, yo mismo era el rey Mahasudassana. Mías eran las ochenta y cuatro mil ciudades, de las cuales la principal era la ciudad de Kusavati. Míos eran los ochenta y cuatro mil palacios… ochenta y cuatro mil cámaras… ochenta y cuatro mil divanes… ochenta y cuatro mil elefantes… ochenta y cuatro mil caballos… ochenta y cuatro mil carros… ochenta y cuatro mil piedras preciosas… ochenta y cuatro mil esposas… ochenta y cuatro mil hombres hogareños… ochenta y cuatro mil khattiyas… ochenta y cuatro mil cabezas de ganado… ochenta y cuatro mil prendas de vestir… Míos eran los ochenta y cuatro mil platos, en los cuales se servía arroz de día y de noche’.

[2.15] “De estas ochenta y cuatro mil ciudades, Ananda, una era la que usaba en aquel tiempo para morar, la cual fue la ciudad principal de Kusavati. De estos ochenta y cuatro mil palacios, uno era el que usaba en aquel tiempo para morar, el cual fue el palacio del Dhamma. De estas ochenta y cuatro mil cámaras, una era la que usaba en aquel tiempo  para morar, la cual era la cámara del gran aposento con el techo de dos aguas. De estos ochenta y cuatro mil divanes, uno era el que usaba en aquel tiempo para ocuparlo, a veces el que era de oro, otras veces el que era de plata, otras el de marfil y otras el de sándalo. De estos ochenta y cuatro mil elefantes, uno era al que en aquel tiempo montaba, que era el rey de los elefantes que se llamaba ‘Uposatha’. De estos ochenta y cuatro mil caballos, uno era al que en aquel tiempo montaba, que era el rey de los caballos que se llamaba ‘Nube de tormenta’. De esos ochenta y cuatro mil carros, uno era el que usaba en aquel tiempo, que era el carro principal que se llamaba “La Bandera de la Victoria’. De estas ochenta y cuatro mil esposas, una era la que usaba para que me esperase, y era la señora noble que se llamaba Khattiyini o Velamikami. De estas ochenta y cuatro mil prendas de vestir, usaba en aquel tiempo una que era de textura delicada, o una hecha de lino, una hecha de algodón, una de seda o una de lana. Y de estos ochenta y cuatro mil platos, en aquel tiempo usé uno para comer una medida moderada de arroz con salsa de curry.

[2.16] “Mira, Ananda, cómo ahora todas estas cosas del pasado terminaron y se desvanecieron por completo. Así son de transitorias, Ananda, las cosas condicionadas, así de cambiantes y poco confiables son las cosas condicionadas. Por eso, Ananda, uno no debe regocijarse en los estados condicionados, debe apartarse de ellos y debe liberarse de todos los estados condicionados.

[2.17] “Yo recuerdo, Ananda, haber desechado el cuerpo seis veces en este lugar, y haberlo desechado por séptima vez como el Monarca que gira la Rueda, el gobernador justo que conquistó las cuatro regiones de la tierra y estableció firmemente su reinado, y que poseyó los siete tesoros. Por eso, Ananda, no veo mejor lugar en este mundo con sus devas, en el mundo del Mara y Brahma, en esta generación con sus ascetas y brahmanes, nobles y gente común, donde el Tathagata desechase por octava vez el cuerpo”.

Esto es lo que dijo el Bienaventurado y, habiéndolo dicho, agregó:

“Transitorias son todas las cosas condicionadas,

Propensas a surgir y desaparecer.

Al haber surgido, vuelven a destruirse,

Y su desaparición es la dicha”.

 


NOTA:

[1] Punto cardinal.

 


FUENTES:

Rhys Davids (1899). The Three Knowledges en Dialogues of the Buddha, vol. II, adaptación de Brasington, L. (sf). Tevijja Sutta: The Sutta (about those who have) the Knowledge of the Three (Vedas). Recuperado de http://www.leighb.com/dn13.htm

Walshe, M. (1995). Mahasudassanana Sutta. The Great Splendour: A King’s Renunciation. en The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the Digha Nikaya, pp. 279-290.

“Mahasudassananasuttam”, World Tipitaka Edition

Traducción: Anton P. Baron

Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2015-2017.