Vesak: el tiempo de contemplación

Mensaje de Ajahn Thanasati* para el Bosque Theravada

Ajahn_ThanasantiEn el idioma pali, el mes lunar que corresponde a abril-mayo, se conoce como vesakha, de cuyo nombre proviene “Vesak”, la festividad más importante en el calendario budista. En Vesak se conmemoran eventos significativos para los budistas de todas las tradiciones: el nacimiento, la iluminación (Nibbana) y el fallecimiento (Parinibbana) de Sidattha Gotama, el Buda.

Al considerar por un momento lo que esto puede significar para cada uno de nosotros en nuestras vidas, esto nos lleva a la contemplación del significado. El nacimiento de Sidattha Gotama y su posterior iluminación, nos conecta con el potencial de estar despiertos que no está atado al tiempo y limitado a la realización de una figura histórica. Cuando celebramos el nacimiento del Buda, estamos reconociendo el potencial para la liberación que cada uno de nosotros tiene inherentemente. Está dentro de nuestra capacidad como seres humanos el hacerlo, y eso es notable, señala el potencial para el despertar.

Al reflexionar sobre la historia de la vida del Buda, encontramos muchos elementos relevantes. ¿Cuántos de nosotros nos conformamos con un “ojalá” cuando pensamos en todas las cosas que necesitamos para sentirnos felices, contentos y satisfechos? Si sólo tuviésemos un nuevo coche, un ordenador, una relación amorosa, seguridad laboral, estatus, respeto de nuestra familia y compañeros o un nuevo tatuaje, entonces…

Cuando miramos al príncipe Sidattha Gotama, vemos que él tenía casi todo lo que cualquiera pudiese desear: el amor de su familia, talento, salud, privilegios, oportunidad para estudiar y era el heredero al trono. Pero cuando se encontró con el aprieto universal de la vejez, enfermedad y muerte, que no tenía poder para rectificar o curar, se dio cuenta de la fragilidad de la vida humana y la relativa insignificancia de su privilegio y poder. La posibilidad de despertar era como un rayo de luz, que le dio energías y perspectiva sobre lo que había dado por sentado: que su vida real no era la única forma de nobleza que se podía perseguir. Después de dejar ir su rol, los privilegios y la seguridad de su herencia de nacimiento, se embarcó en un camino de noble herencia y su búsqueda de la iluminación comenzó.

Esperamos resultados instantáneos y nos sentimos frustrados si no van llegando. Incluso para el Bodhisatta, se requería un largo camino de práctica entregada: un camino que incluía el dominio de la concentración con los expertos maestros de la época, seguido de seis años con los cinco ascetas practicando austeridades antes de su Iluminación. Se necesita que las condiciones maduren para que la sabiduría penetre a través de los velos de la ignorancia. A menudo la paciencia y la persistencia son la clave para mantener el camino. Y sin embargo no fue el trabajo duro con el orgullo de la naturaleza humana lo que ganó el partido, sino la finura para madurar la atención y ver las cosas claramente. Fue la unión de la sabiduría y la compasión lo que abrió sus ojos a la “manera en la que son las cosas”.

¿Qué podemos aprender de su experiencia de iluminación? No fue la concentración per se, sino la maleabilidad que la concentración proporciona, lo que le dio la capacidad de mirar en la vasta secuencia de vidas pasadas y ver el ciclo del sufrimiento que se repetía una y otra vez.

Las hordas de Mara le asaltaron, después de que se sentara y prometiera no moverse hasta que su sangre se secase o llegase al Nibbana. Primero Mara envía a sus hijas en la forma de voluptuosas doncellas para tentarle. Para un hombre joven de cierta orientación, una doncella voluptuosa sería tentadora. Pero si permitiésemos a nuestra imaginación vagar y especular qué hubiese pasado si el Bodhisatta hubiese nacido en el cuerpo de una mujer, ¿cuál sería la tentación del deseo entonces? Así, al considerar la historia de la vida del Buda, también nos tenemos que dar cuenta de que no todo el mundo es varón ni tiene el condicionamiento y el marco de referencia que el habría tenido posiblemente.

Pero la historia cuenta que la respuesta del Buda a la tentación fue simplemente reconocer: “Te conozco, Mara”. La culpa no era parte del programa, ni era el crecimiento personal. Lo que se necesitaba era ver el deseo como deseo y permitir a la atención descansar en la consciencia misma, en vez de que sea absorta en el objeto. Un símil que ilustra esto es el hecho de que el cielo no se ve afectado por las nubes que pasan por él. A medida que la atención descansa en la consciencia, vasta como el cielo, los pensamientos y las emociones que pasan por la consciencia son como nubes que van y vienen de acuerdo a su propia naturaleza.

Entonces Mara utilizó otra táctica y mandó a las hordas de la ira para amenazar al Buda. De nuevo, para los hombres, la ira y el enfado suelen expresarse de manera más física que en las mujeres. Pero de nuevo, el Buda ofreció la misma respuesta, conocer, en vez de enredarse en la batalla o la defensa. Una vez más, Mara fue vencido.

Por último, Mara envió a sus hordas para instigar la duda. Siempre he encontrado esto profundamente intrigante. ¿Quién habría pensado que el Bodhisatta tendría dudas? ¿Y quién no las tiene? Así que las hordas de Mara preguntaron: “¿Quién te crees que eres para ser libre? ¿Qué derechos tienes para liberarte?”. Para muchos de nosotros las dudas que tenemos sobre nosotros mismos van hasta la médula de nuestra existencia. Pensamos que no somos lo suficientemente buenos, que no podemos hacerlo bien y que nunca seremos capaces de hacerlo. Para algunos la duda es incluso más fundamental, ya que sienten que no tienen derecho de existir. Pero incluso, con estas creencias perniciosas que pueden perseguirnos durante una vida entera, es de notar la respuesta del Buda: “Te conozco, Mara”, viendo la duda como duda.

Así que la historia de la vida y la iluminación del Buda no son solo relatos de una elección individual y sus liberadores resultados, sino que dan un indicio de hacia dónde podemos dirigir nuestra propia atención para poder experimentar la libertad que viene con la visión clara y el desapego. No tenemos que enredarnos con todos los pensamientos y emociones que aparecen. No necesitamos reunir los que son positivos y desechar los negativos. Lo que se necesita es claridad para verlos así como son y ver que no hay que creérnoslos, ni seguirlos ni negarlos. La paz que viene al soltar, la paz que procede del no sufrimiento es la liberación que todos anhelamos.

Pero también ayuda darnos cuenta de los apoyos que permiten hacer posible este tipo de realización. Mantener los cinco preceptos nos ayuda mucho a clarificar dónde están los límites del comportamiento sano, el cual nos aleja del remordimiento. La generosidad hace que el corazón se abra a su propia bondad. La comunidad espiritual nos trae ocasiones para compartir las enseñanzas, practicar y reflejar las bondades y aspiraciones de los demás cuando individualmente es complicado recordarlo. Juntos, todos apoyan el despertar al que llegó el Buda.


*Ajahn Thanasanti nació en California. Tras graduarse en biología, emprendió en 1.987 un viaje por India, Nepal y Tailandia en el que conoció a varios maestros de meditación. Dos años más tarde, entró al Monasterio Budista Amaravati como parte de la comunidad de monjas, entrenando como novicia. En 1991 recibió la ordenación de siladhara. Ha dictado cursos de meditación intensivos en Inglaterra, Estados Unidos, Australia y Suiza. En los últimos años, Ajahn Thansanti se desvinculó formalmente de Amaravati y comunidades monásticas asociadas para desarrollar su propia perspectiva sobre la relación entre monjes y laicos. Hace parte del proyecto «Awakening Truth» (http://awakeningtruth.org/).


Traducido del inglés por Pablo Catalán

Perfil preparado por Sabrina Pachón

Revisado y corregido por Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2010.