El Buda en el Majjhima Nikaya

Introducción de Bhikkhu Bodhi al Majjhima Nikaya que es la segunda gran colección de los discursos del Buda dentro de la Canasta de los Discursos (el Sutta Pitaka) del Canon Pali, una compilación de textos autorizados por la escuela budista Theravada, como palabras del Buda.

Por Bhikkhu Bodhi

La información bibliográfica por sí misma nunca fue un asunto predominante para los redactores del Canon Pali y por eso, los datos que el Majjhima provee acerca de la vida del Buda son escasos y descoordinados, incluidos además, principalmente por la luz que emiten sobre el Buda como un ejemplo ideal de la búsqueda espiritual y como un maestro plenamente cualificado. No obstante, aunque la biografía está subordinada a otros asuntos, el Majjhima nos ofrece el recuento canónico más completo de la vida temprana del Maestro, como el Bodhisatta, el buscador de la iluminación. Con el Digha comparte la milagrosa historia de su concepción y nacimiento (MN 123), pero su versión del gran renunciamiento ha sido reducida a lo esencial y relatada en términos completamente realistas. En su juventud, habiendo alcanzado a ver más allá de los deleites sensuales, los cuales su estatus principesco le otorgaba (MN 75,10), el Bodhisatta descubrió que el hecho de perseguir las cosas sujetas, como él mismo, a la vejez y la muerte, era algo inútil, por lo cual, a pesar del llanto de sus padres, abandonó la vida hogareña y fue en busca de lo eterno e inmortal, el Nibbana (MN 26,13). El MN 26 cuenta sobre su discipulado bajo dos experimentados maestros de meditación de aquellos días, sobre la maestría que logró en sus respectivos sistemas y sobre su consecuente desilusión. El MN 12 y el MN 36 describen sus prácticas ascéticas durante sus seis duros años de hambrunas, el camino que siguió casi a punto de morir. El MN 26 y el MN 36 ambos relatan su logro de la iluminación en términos llanos y sin adornos, pero varían describiéndolo desde diferentes ángulos. El MN 26 nos lleva más allá de la iluminación a la decisión de enseñar y a la instrucción de sus primeros discípulos. A partir de este punto, la biografía enlazada en el Majjhima se quiebra y sólo puede ser reconstruida parcial e hipotéticamente.

Otra vez, a pesar de la ausencia de un recuento sistemático alguno, el Majjhima ofrece un número suficiente de retratos camafeos del Buda que nos permiten obtener, con la ayuda de la información proveniente de otras fuentes, una imagen bastante satisfactoria de sus actividades diarias y su rutina anual durante sus cuarenta y cinco años del ministerio. Los textos de los comentarios muestran la agenda diaria del Buda dividida entre periodos de la instrucción a los bhikkhus, ofrecimiento de los discursos al laicado y la reclusión meditativa, durante la cual usualmente permanecía tanto en la «morada de vacuidad» (MN 121,3; MN 122,6) como en la realización de la gran compasión. La única comida diaria, siempre fue tomada por la mañana, tanto cuando fue recibida mediante la invitación o recolectada en su ronda de búsqueda de las limosnas, y su sueño fue reducido a unas pocas horas por noche, excepto durante el verano cuando también descansaba brevemente al mediodía (MN 36,46). La rutina anual estaba determinada por el clima de la India, el cual dividía el año en tres estaciones: la estación del frío de noviembre a febrero, la estación del calor de marzo a junio y la estación lluviosa de julio a octubre. De acuerdo con la costumbre de los ascetas de la antigua India, el Buda y su comunidad monástica estarían permaneciendo en una residencia fija durante la estación lluviosa, cuando las lluvias torrenciales y los desbordados ríos hacían casi imposible la realización de los viajes. Durante el resto del año estaría recorriendo la zona del río Ganges, exponiendo su enseñanza a todos aquellos que estuvieran preparados para escucharla.

Los principales lugares de residencia del Buda durante los retiros de las lluvias (vassa) estaban localizados en Savatthi, en el estado de Kosala y en Rajagaha en el estado de Magadha. En Savatthi usualmente estaría en la Arboleda de Jeta, un parque que le fue obsequiado por un rico comerciante Anathapindika y, en consecuencia, se recuerda que un gran número de los discursos del Majjhima fue ofrecido en aquel lugar. Ocasionalmente, estando en Savatthi estaría residiendo también en el Parque Oriental, que le fue regalado por una mujer devota y seguidora laica, de nombre Visakha, conocida también como la «madre de Migara». En Rajagaha con frecuencia estaba en la Arboleda de los Bambúes, que le fue ofrecida por el rey de Magadha, Seniya Bimbisara o en el más recluido, Pico del Buitre en las afueras de la ciudad. Sus recorridos, durante los cuales fue acompañado usualmente por una gran comitiva de los bhikkhus, se extendían del pueblo Angan (cerca del moderno Bengal Occidental) hasta las estribaciones de Himalaya y el país Kuru (la moderna Delhi). En ocasiones especiales, cuando vio que ciertos casos requerían de una atención individual, estaría dejando el Sangha y viajando sólo (ver el MN 75, MN 86 y MN 140).

Aunque el Canon es preciso y fidedigno en proporcionarnos estos lujos de detalles, para la comunidad del budismo temprano, el interés sobre el Buda no fue focalizado tanto en sus históricas particularidades concretas sino en su significado como arquetipo. Mientras que desde afuera podría parecer tan solo uno entre tantos maestros espirituales de sus días -como el «asceta Gotama»- para sus discípulos «fue la visión, el conocimiento, el Dhamma, el santo… el dador de lo Inmortal, el señor del Dhamma, el Tathagata» (MN 18,12). El último término de esta serie es el epíteto que el Buda usó con más frecuencia cuando se refería a sí mismo, con el cual subrayaba el significado de la Gran Llegada de alguien que trajo el cumplimiento del modelo cósmico de los eventos cíclicos. Los comentarios en pali explican el significado de esta palabra como «así llega» (tatha agata) y «así va» (tatha gata), o sea, como alguien que llega en medio nuestro portando el mensaje de lo inmortal, y al cual se ha ido gracias a su propia práctica del sendero. Al ser un Tathagata, posee los diez poderes del conocimiento y las cuatro valías, los cuales le permiten rugir su «rugido de león» en medio de las asambleas (MN 12,9-20). Él no es meramente un sabio anciano ni un moralista benévolo, sino el último del linaje de los Plenamente Iluminados, cada uno de los cuales surge individualmente en la era de la oscuridad espiritual, descubre la verdad más profunda de la naturaleza de la existencia y establece la Dispensación (sasana), durante la cual, el sendero de la liberación otra vez llega a ser accesible para el mundo. Aún aquellos de sus discípulos que alcanzaron la inigualable visión, práctica y liberación, todavía honran y veneran al Tathagata como a alguien que se iluminó a sí mismo y enseñó a otros para que también lograran su propia iluminación (MN 35,26). Mirando hacia atrás, al momento que sigue su fallecimiento, la primera generación de los monjes podría decir: «El Bienaventurado fue quien despertó el sendero dormido, presentó el sendero no presentado, declaró el sendero no declarado; fue el conocedor del sendero, descubridor del sendero, un experto en el sendero», seguido por los discípulos que lo alcanzaron o lo harán luego (MN 108,5).


FUENTE:

BHIKKHU BODHI (2001) «Introduction» en BHIKKHU NANAPOLI y BHIKKHU BODHI The Middle Length Discourses of the Buda: A Translation of the Majjhima Nikaya. Boston, Wisdom Publications. Págs. 19-58.


Traducido y editado por Isidatta para el Bosque Theravada, 2011

Publicación del Bosque Theravada, 2011