Recto medio de vida

Del artículo Las Cuatro Nobles Verdades, por Anton Baron.

Este paso se refiere a tener ocupaciones en la vida diaria que nos permiten ganar el sustento y que sean, al mismo tiempo, compatibles con los principios de la ética budista.

Este principio tiene varios aspectos.

En primer lugar se trata de que nuestra ocupación, de ninguna forma cause daños. Tradicionalmente, un correcto medio de vida estaría incompatible con el empleo en la industria armamentista, con el tráfico de drogas, con la explotación de los seres humanos o con la matanza de los animales.

En segundo lugar, debería procurarse que nuestro medio de vida nos proporcione, lo que se llama, una apropiada satisfacción. Si no tenemos la suerte de trabajar en algo que realmente nos encanta, la meditación budista podría sernos útil en encontrar contentamiento ahí donde menos lo esperamos. Se trata, en otras palabras, convertir nuestro empleo en una especie de elevado servicio vocacional, al cual podríamos dedicarnos con contentamiento.

 

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Sarnath, este aspecto presenta hoy en día el lugar donde Buda predicó su primer sermón al los cinco ascetas:
en la foto se puede observar la stupa y el templo que recuerdan aquel acontecimiento.

 

Una adecuada manera de vivir, en el tercer lugar, se considera aquella que es libre de deudas y, consecuentemente en el cuatro puesto, que se contente con lo simple. Quizá este imaginario diálogo de una pareja que empieza una vida conjunta y que se quiere mutuamente, refleje el espíritu que se pretende lograr mediante este paso:

-Sabes, amada mía -dice él- voy a trabajar duramente y algún día seremos ricos.

-Ya somos ricos, querido -responde ella- pues nos tenemos el uno al otro. Quizá, algún día también tengamos dinero.

La simplicidad quizá sea el rasgo más destacado del estilo de vida propuesto por el budismo. Algunos, procuran el logro de esta simpleza mediante la vida religiosa convirtiéndose en monjes y monjas de diversas órdenes budistas existentes. La práctica de austeridad y simpleza en estos lugares es realmente proverbial. Pero también a los seguidores laicos de este camino, se les invita a experimentar el liberador poder de la simpleza y el desprendimiento. No se trata de multiplicar austeridades y mortificaciones, pues este camino fue rotundamente rechazado por el fundador del budismo, sino más bien de descubrir que con poco y con un corazón desprendido, uno puede ser verdaderamente feliz. Como aquel cuervo del antiguo cuento indio que volaba con un gran trozo de carne en su pico. Viendo eso, los otros cuervos le persiegían y atacaban sin piedad. El cuervo luchó y procuró mucho, pero al no poder con más de una docena de cuervos, acabó por soltar la carne, detrás de la cual se volcaron todos los atacantes. Entonces, el cuervo dijo: “¡Qué tranquilidad! Ahora todo el cielo me pertenece”.