Un ser, de repulsivo semblante, se vuelve cada vez más apuesto a medida que se lo critica airadamente: es alguien que se alimenta de la ira.
[22] En la arboleda de Jeta, cerca de Savatthi.
Estando allí, el Bienaventurado dijo esto: “Monjes, una vez en el pasado remoto, un cierto feo y deformado yakkha se sentó en el asiento de Sakka, el señor de los devas. Por ello los devas del Tavatimsa encontraron falta en eso, gruñeron y se quejaron diciendo: ‘¡Qué maravilloso es esto! ¡Realmente magnífico! ¡Este feo y deformado yakkha se sentó en el asiento de Sakka, el señor de los devas!’. Pero, mientras más encontraban falta en eso, gruñían y se quejaban los devas del Tavatimsa, aquel yakkha se volvía más y más apuesto, más y más atractivo, más y más elegante.
“Entonces, monjes, los devas del Tavatimsa se acercaron a Sakka, el señor de los devas y le dijeron: ‘He aquí, querido señor, que un feo y deformado yakkha se ha sentado en tu asiento, oh señor de los devas. Por ello nosotros encontramos falta en eso, gruñimos y nos quejamos diciendo: ‘¡Qué maravilloso es esto! ¡Realmente magnífico! ¡Este feo y deformado yakkha se sentó en el asiento de Sakka, el señor de los devas!’. Pero, mientras más encontrábamos falta en eso, gruñíamos y nos quejábamos, aquel yakkha se volvía más y más apuesto, más y más atractivo, más y más elegante’. [Entonces Sakka dijo:] ‘Este tiene que haber sido el yakkha que se alimenta de la ira’. Acto seguido, habiendo arreglado su vestimenta exterior sobre uno de sus hombros, se arrodilló sobre su rodilla izquierda en el suelo y, levantando sus manos con las palmas juntas en reverencial saludo hacia aquel yakkha, anunció su nombre tres veces: ‘Soy Sakka, el señor de los devas, querido señor. Soy Sakka, el señor de los devas, querido señor. Soy Sakka, el señor de los devas, querido señor’. Y mientras más Sakka anunciaba su nombre, aquel yakkha se volvía más y más feo, más y más deformado hasta que desapareció de allí.
“Entonces, monjes, habiéndose sentado en su propio asiento, Sakka, el señor de los devas, en aquella ocasión instruyó a los devas del Tavatimsa, recitando esos versos:
“’No soy alguien de mente afligida,
No caigo fácilmente en el torbellino de la ira.
Nunca me enojo por mucho tiempo
Y no permite que la ira persista en mí.
Cuando estoy airado no hablo con dureza
Ni alabo mis virtudes.
Me mantengo a mí mismo bien restringido
Considerando mi propio bien’”.
FUENTE:
Bodhi, B. (2000). «Ugly», en The Connected Discourses of the Buddha: A Translation of the Samyutta Nikaya. Boston, Wisdom Publications, p. 521.
«Dubbanniyasuttam», en Digital Pali Reader
Traducción: Anton P. Baron
Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron
Publicación de Bosque Theravada, 2015.