Este discurso pone énfasis en la meta última de la vida santa, la cual consiste en la incomparable liberación mental. En comparación a ella, todos los demás beneficios tienen solamente un carácter subsidiario.
[1] Esto he escuchado. En una ocasión —poco después de la partida de Devadatta [1]— el Bendito estaba viviendo en Rajagaha, en la montaña Pico de Buitre. En referencia a Devadatta, el Bienaventurado se dirigió a los monjes así:
[2] «Monjes, he aquí a un miembro de clan que con convicción deja la vida hogareña por una vida sin hogar, pensando: ‘Soy víctima del nacimiento, de la vejez y la muerte, de la tristeza, de la lamentación, del dolor, la pena y desesperación, soy víctima y presa del sufrimiento. Sin duda, puede ser conocido un final para toda esta masa de sufrimiento’. Cuando deja de este modo [la vida hogareña], adquiere ganancia, honor y renombre. Con su deseo cumplido se complace en la ganancia, el honor y la fama obtenida. A causa de esto se alaba a sí mismo y siente desprecio por los demás: ‘Soy uno que tiene ganancias y renombre, pero esos otros monjes son desconocidos y sin importancia’. De esta forma se embriaga con lo ganado, el honor y la fama, entonces se vuelve negligente, cae en la negligencia y, siendo negligente, vive en el sufrimiento.
«Supongamos, monjes, que un hombre necesita madera de excelente calidad [duramen], busca buena madera y, caminando en busca de madera de buena calidad, llega al pie de un gran árbol de buena madera. Entonces, dejando de lado el duramen, la albura, la corteza interna y externa, corta las ramas y hojas tomándolas por madera de alta calidad. Sin embargo, si un hombre perspicaz lo viera, pensaría: ‘Este buen hombre no sabe nada sobre duramen, albura, corteza, ramas ni hojas. Así, necesitando madera de buena calidad, buscando madera de buena calidad, ha llegado hasta el pie de un árbol de buena madera y, pasando por alto su duramen, su albura, su corteza interna y externa, cortó las ramas y hojas, y se las llevó pensando que eran madera de excelente calidad. Sea lo que sea aquello para lo que este hombre necesita madera de calidad, la que lleva no servirá para su propósito’.
“Así también, monjes, un miembro de clan que con convicción deja la vida hogareña por una vida sin hogar…, siendo negligente, vive en el sufrimiento. A este monje se le llama: uno que toma las ramas y hojas de la vida santa y con eso se detiene.
[3] «Monjes, he aquí a un miembro de clan que con convicción deja la vida hogareña por una vida sin hogar, pensando: ‘Soy víctima del nacimiento, de la vejez y la muerte, de la tristeza, de la lamentación, del dolor, la pena y desesperación, soy víctima y presa del sufrimiento. Sin duda puede ser conocido un final para toda esta masa de sufrimiento’. Cuando deja de este modo [la vida hogareña], adquiere ganancia, honor y renombre. Sin embargo, no se complace en la ganancia, el honor ni la fama obtenida. A causa de esto no se alaba a sí mismo ni siente desprecio por los demás. De esta forma no se embriaga con lo ganado, con el honor ni la fama, no se vuelve negligente ni cae en la negligencia. Así, permanece diligente, logrando la obtención de la virtud. Contento con el logro de la virtud, su deseo se ve cumplido. A causa de esto se alaba a sí mismo y siente desprecio por los demás: ‘Soy virtuoso, de buen carácter, pero esos otros monjes son inmorales y de carácter malvado’. De esta forma se embriaga con el logro de la virtud, entonces se vuelve negligente, cae en la negligencia y, siendo negligente, vive en el sufrimiento.
«Supongamos, monjes, que un hombre necesita madera de excelente calidad [duramen], busca buena madera y, caminando en busca de madera de buena calidad, llega al pie de un gran árbol de buena madera. Entonces, dejando de lado el duramen, la albura y la corteza interna, corta la corteza externa y la toma pensando que es madera de alta calidad. Sin embargo, si un hombre perspicaz lo viera, pensaría: ‘Este buen hombre no sabe nada sobre duramen, albura, corteza, ramas ni hojas. Así, necesitando madera de buena calidad, buscando madera de buena calidad, ha llegado hasta el pie de un árbol de buena madera y, pasando por alto su duramen, su albura y su corteza interna, cortó la corteza externa pensando que era madera de excelente calidad. Sea lo que sea aquello para lo que este hombre necesita madera de calidad, la que lleva no servirá para su propósito’.
“Así también, monjes, un miembro de clan que con convicción deja la vida hogareña por una vida sin hogar…, siendo negligente, vive en el sufrimiento’. A este monje se le llama: uno que toma la corteza exterior de la vida santa y con eso se detiene.
[4] «Monjes, he aquí a un miembro de clan que con convicción deja la vida hogareña por una vida sin hogar, pensando: ‘Soy víctima del nacimiento, de la vejez y la muerte… Sin duda puede ser conocido un final para toda esta masa de sufrimiento’. Cuando deja de este modo [la vida hogareña], adquiere ganancia, honor y renombre. Sin embargo, no se complace en la ganancia, el honor ni la fama obtenida… Así, permanece diligente, logrando la obtención de la virtud. Aunque está contento con que el logro de la virtud, su deseo no se cumple. A causa de ello no se alaba a sí mismo ni desprecia a los demás. De esta forma no se embriaga con el logro de la virtud, no se vuelve negligente ni cae en la negligencia. Así, permanece diligente, logrando la obtención de la concentración [2]. Contento con el logro de la concentración, su deseo se ve cumplido. A causa de esto se alaba a sí mismo y siente desprecio por los demás: ‘Estoy concentrado, mi mente está unificada, pero esos otros monjes tienen sus mentes extraviadas y desconcentradas’. De esta forma se embriaga con el logro de la concentración, entonces se vuelve negligente, cae en la negligencia y, siendo negligente, vive en el sufrimiento.
«Supongamos, monjes, que un hombre necesita madera de excelente calidad [duramen], busca buena madera y, caminando en busca de madera de buena calidad, llega al pie de un gran árbol de buena madera. Entonces, dejando de lado el duramen y la albura, corta la corteza interior y la toma pensando que es madera de alta calidad. Sin embargo, si un hombre perspicaz lo viera, pensaría: ‘Este buen hombre no sabe nada sobre duramen, albura, corteza, ramas ni hojas. Así, necesitando madera de buena calidad, buscando madera de buena calidad, ha llegado hasta el pie de un árbol de buena madera y, pasando por alto su duramen y su albura, cortó la corteza interna pensando que era madera de excelente calidad. Sea lo que sea aquello para lo que este hombre necesita madera de calidad, la que lleva no servirá para su propósito’.
“Así también, monjes, un miembro de clan que con convicción deja la vida hogareña por una vida sin hogar…, siendo negligente, vive en el sufrimiento’. A este monje se le llama: uno que toma la corteza interior de la vida santa y con eso se detiene.
[5] «Monjes, he aquí a un miembro de clan que con convicción deja la vida hogareña por una vida sin hogar, pensando: ‘Soy víctima del nacimiento, de la vejez y la muerte… Sin duda un final para toda esta masa de sufrimiento puede ser conocido’. Cuando deja de este modo [la vida hogareña], adquiere ganancia, honor y renombre. Sin embargo, no se complace en la ganancia, el honor ni la fama obtenida… Así, permanece diligente, logrando la obtención de la virtud. Aunque está contento con que el logro de la virtud, su deseo no se cumple… Así, permanece diligente, logrando la obtención de la concentración. Aunque está contento con el logro de la concentración, su deseo no se ve cumplido. A causa de ello no se alaba a sí mismo ni desprecia a los demás. De esta forma no se embriaga con el logro de la concentración, no se vuelve negligente ni cae en la negligencia. Así, permanece diligente, logrando la obtención del conocimiento y la visión perfectos [3]. Contento con el logro del conocimiento y la visión perfectos, su deseo se ve cumplido. A causa de esto se alaba a sí mismo y siente desprecio por los demás: ‘Poseo el conocimiento y la visión perfectos, pero esos otros monjes viven en la ignorancia y la ceguera’. De esta forma se embriaga con el logro del conocimiento y la visión perfectos, entonces se vuelve negligente, cae en la negligencia y, siendo negligente, vive en el sufrimiento.
«Supongamos, monjes, que un hombre necesita madera de excelente calidad [duramen], busca buena madera y, caminando en busca de madera de buena calidad, llega al pie de un gran árbol de buena madera. Entonces, dejando de lado el duramen, corta la albura y la toma pensando que es madera de alta calidad. Sin embargo, si un hombre perspicaz lo viera, pensaría: ‘Este buen hombre no sabe nada sobre duramen, albura, corteza, ramas ni hojas. Así, necesitando madera de buena calidad, buscando madera de buena calidad, ha llegado hasta el pie de un árbol de buena madera y, pasando por alto su duramen, cortó la albura pensando que era madera de excelente calidad. Sea lo que sea aquello para lo que este hombre necesita madera de calidad, la que lleva no servirá para su propósito’.
“Así también, monjes, un miembro de clan que con convicción deja la vida hogareña por una vida sin hogar…, siendo negligente, vive en el sufrimiento’. A este monje se le llama: uno que toma la albura de la vida santa y con eso se detiene.
[6] «Monjes, he aquí a un miembro de clan que con convicción deja la vida hogareña por una vida sin hogar, pensando: ‘Soy víctima del nacimiento, de la vejez y la muerte… Sin duda un final para toda esta masa de sufrimiento puede ser conocido’. Cuando deja de este modo [la vida hogareña], adquiere ganancia, honor y renombre. Sin embargo, no se complace en la ganancia, el honor ni la fama obtenida… Así, permanece diligente, logrando la obtención de la virtud. Aunque está contento con que el logro de la virtud, su deseo no se cumple… Así, permanece diligente, logrando la obtención de la concentración. Aunque está contento con el logro de la concentración, su deseo no se cumple… Así, permanece diligente, logrando la obtención del conocimiento y la visión perfectos. Aunque está contento con el logro del conocimiento y la visión perfectos, su deseo no se ve cumplido. A causa de ello no se alaba a sí mismo ni desprecia a los demás. De esta forma no se embriaga con el logro del conocimiento y la visión perfectos, no se vuelve negligente ni cae en la negligencia. Así, permanece diligente, logrando la obtención de la liberación perpetua y, para este monje, ya es imposible perder esa eterna liberación [4].
«Supongamos, monjes, que un hombre necesita madera de excelente calidad [duramen], busca buena madera y, caminando en busca de madera de buena calidad, llega al pie de un gran árbol de buena madera. Entonces, cortando el duramen, lo toma pensando que es madera de alta calidad. Si un hombre perspicaz lo viera, pensaría: ‘Este buen hombre conoce sobre duramen, albura, corteza, ramas y hojas. Así, necesitando madera de buena calidad, buscando madera de buena calidad, ha llegado hasta el pie de un árbol de buena madera y ha cortado sólo su duramen, pensando que es madera de excelente calidad. Sea lo que sea aquello para lo que este hombre necesita madera de calidad, la que lleva servirá para su propósito’.
“Así también, monjes, un miembro de clan que con convicción deja la vida hogareña por una vida sin hogar…, siendo diligente alcanza la liberación perpetua y, para este monje, ya es imposible perder esa eterna liberación.
[7] «Por tanto, monjes, esta vida santa no tiene a la ganancia, al honor ni al renombre como beneficio; ni al logro de la virtud… concentración… conocimiento ni visión perfectos como su beneficio. Sino que es esta inquebrantable liberación de la mente el objetivo de la vida santa, su duramen y su finalidad» [5].
Eso fue lo que dijo el Bienaventurado. Entonces los monjes se mostraron satisfechos y deleitados con las palabras del Bendito.
NOTAS:
[1] Luego que Devadatta trató, sin éxito, de matar al Buda y usurpar el control del Sangha, se separó y trató de establecer su propia secta, consigo mismo a la cabeza. Ver Ñanamoli, La vida de Buda, pp 266-269.
[2] Samadhi [nota del editor].
[3] «El conocimiento y la visión perfectos» (ñanadassana). Los Comentarios se refieren aquí a la “visión divina” o capacidad de ver las formas sutiles, invisibles a la visión normal.
[4] Esta traducción sigue la edición de la Burmese-script Buddhasasana Samiti y de la Sinhala-script Buddha Jayanti Tripitaka Series, que transcriben asamayavimokkhath en la frase anterior y asamayavimuttiya en esta frase. La edición de la Pali Text Society, en la que tanto Horner como Ñanamoli basaron sus traducciones, evidentemente se equivoca al leer samaya en las dos palabras y thananh en lugar de atthanami. Los Comentarios citan al Patisambhidamagga (II.40) para una definición de asamayavimokkha (lit. no-temporal o liberación «perpetua») como el sendero, sus cuatro frutos y el Nibbana; y a samayavimokkha (liberación temporal) como los cuatro jhanas y los cuatro logros sin-forma [inmateriales]. Véase también MN 122,4.
[5] Los Comentarios aclaran que la «inquebrantable liberación de la mente» es el fruto del arhantado. Por tanto, la «liberación perpetua» —que incluye al sendero y sus frutos— tiene un margen mayor de significado que la » inquebrantable liberación de la mente», que por sí sola es declarada [como] el objetivo de la vida santa.
FUENTE:
Ñanamoli, B. y Bodhi, B. (2001). MN 29 Mahasaropama Sutta – The Greater Discourse on the Simile of the Heartwood en The Middle Discourses of the Buddha: A Translation of the Majjhima Nikaya. Boston: Wisdom Publications. Pp. 286 – 290
Traducción del inglés: Federico Angulo
Revisión y edición: Anton P. Baron y Federico Angulo
Publicación del Bosque Theravada 2013