Un monje pregunta al Buda sobre los cinco conjuntos (khandas), sobre el apego, sobre los puntos de vista personales y sobre la realización del no-yo.
[1] Esto he escuchado. En una ocasión el Bienaventurado estaba morando en Savatthi en el Parque del Oeste, en la mansión de la Madre Migara, junto con el gran grupo del Sangha de los monjes.
[2] En esa ocasión, el día quince del mes —la noche de Uposatha de luna llena— el Bienaventurado estaba sentado al aire libre rodeado por el Sangha de los monjes.
[3] Entonces, cierto monje se levantó de su asiento, acomodó su hábito exterior sobre un hombro, levantó sus manos con las palmas juntas en un saludo reverencial hacia el Bienaventurado y dijo: «Venerable Señor, quisiera preguntarle al Bienaventurado acerca de un punto, si es que el Bienaventurado me otorga el favor de responder a mi pregunta».
«Bien, monje. Entonces, siéntate en tu asiento y pregunta lo que deseas».
«Bien, Venerable Señor», respondió aquel monje y se sentó en su asiento diciendo al Bienaventurado:
[4] «¿No están estos cinco conjuntos sujetos al apego, Venerable Señor, es decir, el conjunto de las formas sujeto al apego, el conjunto de las sensaciones sujeto al apego, el conjunto de las percepciones sujeto al apego, el conjunto de las formaciones mentales sujeto al apego y el conjunto de los estados de conciencia sujeto al apego?».
«Es así, monje, estos cinco conjuntos están sujetos al apego, es decir, el conjunto de las formas sujeto al apego, el conjunto de las sensaciones sujeto al apego, el conjunto de las percepciones sujeto al apego, el conjunto de las formaciones mentales sujeto al apego y el conjunto de los estados de conciencia sujeto al apego.»
Diciendo «Muy bien, Venerable Señor», aquel monje se deleitó y se regocijó en las palabras del Bienaventurado, después de lo cual se dirigió al Bienaventurado con otra pregunta:
[5] «Pero, Venerable Señor, ¿en qué se arraigan estos cinco conjuntos sujetos al apego?».
«Estos cinco conjuntos sujetos al apego se arraigan en el deseo, monje».
[6] «Venerable Señor, ¿es aquel apego lo mismo que los cinco conjuntos sujetos al apego o, el apego es algo diferente de los cinco conjuntos sujetos al apego?».
«Monje, aquel apego no es lo mismo que los cinco conjuntos sujetos al apego, pero tampoco el apego es algo diferente de los cinco conjuntos sujetos al apego. Más bien, el deseo excitante por ellos, es el apego aquí».
Diciendo «Muy bien, Venerable Señor», aquel monje se deleitó y se regocijó en las palabras del Bienaventurado, después de lo cual se dirigió al Bienaventurado con otra pregunta:
[7] «Pero, Venerable Señor, ¿puede haber una diversidad de deseos excitantes por los cinco conjuntos sujetos al apego?».
«Puede haberlos, monje», respondió el Bienaventurado. «He aquí, monje, esto puede ocurrírsele a alguien: ‘Que tenga ésta forma en el futuro. Que tenga ésta sensación en el futuro. Que tenga ésta percepción en el futuro. Que tenga éstas formaciones mentales en el futuro. Que tenga éstos estados de conciencia en el futuro’. De esta manera, monje, puede haber una diversidad de deseos excitantes por los cinco conjuntos sujetos al apego».
Diciendo «Muy bien, Venerable Señor», aquel monje se deleitó y se regocijó en las palabras del Bienaventurado, después de lo cual se dirigió al Bienaventurado con otra pregunta:
[8] «¿De qué manera, Venerable Señor, la denominación ‘conjuntos’ se aplica a los conjuntos?».
«Cualquier clase de forma, monje, que haya: sea del pasado, futuro o presente, interna o externa, burda o sutil, inferior o superior, lejana o cercana, a esto se le llama el conjunto de las formas. Cualquier clase de sensación, monje, que haya: sea del pasado, futuro o presente, interna o externa, burda o sutil, inferior o superior, lejana o cercana, a esto se le llama el conjunto de las sensaciones. Cualquier clase de percepción, monje, que haya: sea del pasado, futuro o presente, interna o externa, burda o sutil, inferior o superior, lejana o cercana, a esto se le llama el conjunto de las percepciones. Cualquier clase de formación mental, monje, que haya: sea del pasado, futuro o presente, interna o externa, burda o sutil, inferior o superior, lejana o cercana, a esto se le llama el conjunto de las formaciones mentales. Cualquier clase de estados de conciencia, monje, que haya: sea del pasado, futuro o presente, interna o externa, burda o sutil, inferior o superior, lejana o cercana, a esto se le llama el conjunto de los estados de conciencia. De esta manera, monje, la denominación ‘conjuntos’ se aplica a los conjuntos».
Diciendo «Muy bien, Venerable Señor», aquel monje se deleitó y se regocijó en las palabras del Bienaventurado, después de lo cual se dirigió al Bienaventurado con otra pregunta:
[9] «Y ¿cuál es la causa y cuál la condición, Venerable Señor, para que se manifieste el conjunto de las formas? ¿Cuál es la causa y cuál la condición para que se manifieste el conjunto de las sensaciones? ¿Cuál es la causa y cuál la condición para que se manifieste el conjunto de las percepciones? ¿Cuál es la causa y cuál la condición para que se manifieste el conjunto de las formaciones mentales? ¿Cuál es la causa y cuál la condición para que se manifieste el conjunto de los estados de conciencia?».
«Los cuatro grandes elementos, monje, son la condición para que se manifieste el conjunto de las formas. El contacto, monje, es la condición para que se manifieste el conjunto de las sensaciones. El contacto, monje, es la condición para que se manifieste el conjunto de las percepciones. El contacto, monje, es la condición para que se manifieste el conjunto de las formaciones mentales. Nombre-y–forma, monje, es la condición para que se manifieste el conjunto de los estados de conciencia».
[10] «Venerable Señor, y ¿cómo llega a surgir el punto de vista sobre [la existencia de] la identidad?».
«He aquí, monje, que alguien no instruido y mundano, que no se fija en los nobles, que no es hábil ni disciplinado en su Dhamma, que no se fija en las personas superiores, que no es hábil ni disciplinado en su Dhamma, considera la forma como si fuera uno mismo, o a uno mismo como si poseyera la forma, o como si la forma estuviera en uno, o como si uno estuviera en la forma. Además, considera la sensación como si fuera uno mismo, o uno mismo como si poseyera la sensación, o como si la sensación estuviera en uno, o como si uno estuviera en la sensación. Además, considera la percepción como si fuera uno mismo, o a uno mismo como si poseyera la percepción, o como si la percepción estuviera en uno, o como si uno estuviera en la percepción. Además, considera las formaciones mentales como si fuera uno mismo, o a uno mismo como si poseyera las formaciones mentales, o como si las formaciones mentales estuvieran en uno, o como si uno estuviera en las formaciones mentales. Además, considera los estados de conciencia como si fueran uno mismo, o a uno mismo como si poseyera los estados de conciencia, o como si los estados de conciencia estuvieran en uno, o como si uno estuviera en los estados de conciencia. Es así, monje, cómo llega a surgir el punto de vista sobre [la existencia de] la identidad».
[11] «Venerable Señor, y ¿cómo no llega a surgir el punto de vista sobre [la existencia de] la identidad?».
«He aquí, monje, está el instruido noble discípulo que se fija en los nobles, es hábil y disciplinado en su Dhamma, se fija en las personas superiores, es hábil y disciplinado en su Dhamma, no considera la forma como si fuera uno mismo, ni a uno mismo como si poseyera la forma, ni como si la forma estuviera en uno, ni como si uno estuviera en la forma. Tampoco considera la sensación como si fuera uno mismo, ni a uno mismo como si poseyera la sensación, ni como si la sensación estuviera en uno, ni como si uno estuviera en la sensación. Tampoco considera la percepción como si fuera uno mismo, ni a uno mismo como si poseyera la percepción, ni como si la percepción estuviera en uno, ni como si uno estuviera en la percepción. Tampoco considera las formaciones mentales como si fuera uno mismo, ni a uno mismo como si poseyera las formaciones mentales, ni como si las formaciones mentales estuvieran en uno, ni como si uno estuviera en las formaciones mentales. Tampoco considera los estados de conciencia como si fueran uno mismo, ni a uno mismo como si poseyera los estados de conciencia, ni como si los estados de conciencia estuvieran en uno, o como si uno estuviera en los estados de conciencia. Es así, monje, cómo no llega a surgir el punto de vista sobre [la existencia de] la identidad».
[12] «Y ¿qué es, Venerable Señor, la gratificación, el peligro y el escape en caso de la forma? ¿Qué es la gratificación, el peligro y el escape en caso de la sensación? ¿Qué es la gratificación, el peligro y el escape en caso de la percepción? ¿Qué es la gratificación, el peligro y el escape en caso de las formaciones mentales? ¿Qué es la gratificación, el peligro y el escape en caso de los estados de conciencia?».
«El placer y la alegría, monje, que surgen en dependencia de la forma: ésta es la gratificación en la forma. Que la forma no sea permanente ni satisfactoria y que sea cambiante: éste es el peligro en la forma. La remoción y el abandono del deseo excitante por la forma: éste es el escape de la forma. El placer y la alegría que surgen en dependencia de la sensación: ésta es la gratificación en la sensación. Que la sensación no sea permanente ni satisfactoria y que sea cambiante: éste es el peligro en la sensación. La remoción y el abandono del deseo excitante por la sensación: éste es el escape de la sensación. El placer y la alegría que surgen en dependencia de la percepción: ésta es la gratificación en la percepción. Que la percepción no sea permanente ni satisfactoria y que sea cambiante: éste es el peligro en la percepción. La remoción y el abandono del deseo excitante por la percepción: éste es el escape de la percepción. El placer y la alegría que surgen en dependencia de las formaciones mentales: ésta es la gratificación en las formaciones mentales. Que las formaciones mentales no sean permanentes ni satisfactorias y que sean cambiantes: éste es el peligro en las formaciones mentales. La remoción y el abandono del deseo excitante por las formaciones mentales: éste es el escape de las formaciones mentales. El placer y la alegría que surgen en dependencia de los estados de conciencia: ésta es la gratificación en los estados de conciencia. Que los estados de conciencia no sean permanentes ni satisfactorios y que sean cambiantes: éste es el peligro en los estados de conciencia. La remoción y el abandono del deseo excitante por los estados de conciencia: éste es el escape de los estados de conciencia».
Diciendo «Muy bien, Venerable Señor», aquel monje se deleitó y se regocijó en las palabras del Bienaventurado, después de lo cual se dirigió al Bienaventurado con otra pregunta:
[13] «Venerable Señor, y ¿cómo uno debería conocer, cómo ver, de manera tal que [los conceptos] ‘yo-haciendo’, ‘lo-mío-haciendo’ —en relación a este cuerpo con los estados de conciencia y en relación a todos los signos externos, como también las tendencias subyacentes hacia la presunción— no vuelvan más a ocurrir?».
«En cuanto a cualquier clase de forma, monje, sea ésta del pasado, futuro o presente, interna o externa, burda o sutil, inferior o superior, lejana o cercana, uno mira todas estas formas tal como realmente son, con la correcta sabiduría de esta manera: ‘Esto no es mío, esto no soy yo, esto no es mi ser’.
«En cuanto a cualquier clase de sensación… En cuanto a cualquier clase de percepción… En cuanto a cualquier clase de formación mental… En cuanto a cualquier clase de estado de conciencia, monje, sea éste del pasado, futuro o presente, interno o externo, burdo o sutil, inferior o superior, lejano o cercano, uno mira todos estos estados de conciencia tal como realmente son, con la correcta sabiduría de esta manera: ‘Esto no es mío, esto no soy yo, esto no es mi ser’.
«Cuando uno conoce y ve de esta manera, monje, entonces [los conceptos] ‘yo-haciendo’, ‘lo-mío-haciendo’ —en relación a este cuerpo con los estados de consciencia y en relación a todos los signos externos, como también las tendencias subyacentes hacia la presunción— no vuelven a ocurrir nunca más».
[14] Entonces, en esta ocasión, en la mente del cierto monje surgió la siguiente reflexión: «Bien, pues siendo así, parece que la forma no es uno mismo, la sensación no es uno mismo, la percepción no es uno mismo, las formaciones mentales no son uno mismo ni los estados de conciencia son uno mismo. Entonces, ¿cómo van a ser efectuadas las acciones por algo que no es afectado por uno mismo?».
En ese momento, el Bienaventurado conociendo con su propia mente la reflexión en la mente de aquel monje, se dirigió a los monjes de esta manera:
«Es posible, monjes, que algún hombre irracional, obtuso e ignorante, con su mente dominada por la ansia, piense que puede aprovecharse de la Enseñanza del Maestro de esta manera: ‘Parece que la forma no es uno mismo, la sensación no es uno mismo, la percepción no es uno mismo, las formaciones mentales son uno mismo ni los estados de conciencia son uno mismo; entonces, ¿cómo van a ser efectuadas las acciones por algo que no es afectado por uno mismo?’. Ahora bien, monjes, vosotros habéis sido entrenados por mí a través del interrogatorio aquí y allí en relación a las diversas enseñanzas.
[15] «¿Qué os parece, monjes: es la forma permanente o no es permanente?» — «No es permanente, Venerable Señor» — «¿Es la sensación permanente o no es permanente?… ¿Es la percepción permanente o no es permanente?… ¿Son las formaciones mentales permanentes o no son permanentes?… ¿Son los estados de conciencia permanentes o no son permanentes?» — «No son permanentes, Venerable Señor» — «Lo que no es permanente ¿es insatisfacción o es felicidad?» — «Insatisfacción, Venerable Señor» — «Aquello que no es permanente, que es insatisfactorio y cambiante, ¿puede ser considerado de esta manera: ‘Esto es mío, esto soy yo, esto es mi ser’?» — «No, Venerable Señor».
[16] «Por eso, monjes, en cuanto a cualquier clase de forma, sea ésta del pasado, futuro o presente, interna o externa, burda o sutil, inferior o superior, lejana o cercana, uno mira todas estas formas tal como realmente son, con la correcta sabiduría de esta manera: ‘Esto no es mío, esto no soy yo, esto no es mi ser’.
«En cuanto a cualquier clase de sensación… En cuanto a cualquier clase de percepción… En cuanto a cualquier clase de formación mental… En cuanto a cualquier clase de estado de conciencia, monje, sea éste del pasado, futuro o presente, interno o externo, burdo o sutil, inferior o superior, lejano o cercano, uno mira todos estos estados de conciencia tal como realmente son, con la correcta sabiduría de esta manera: ‘Esto no es mío, esto no soy yo, esto no es mi ser’.
[17] «Viendo de esta manera, monjes, el instruido noble discípulo experimenta repugnancia hacia la forma, repugnancia hacia la sensación, repugnancia hacia la percepción, repugnancia hacia las formaciones mentales y repugnancia hacia los estados de conciencia.
[18] Experimentando repugnancia, llega a ser desapasionado. A través del desapasionamiento es liberado. Con esta liberación llega el siguiente conocimiento: ‘Esta es la liberación’. Y él entiende así: ‘El nacimiento está destruido, la vida santa ha sido vivida, lo que había que hacer ha sido hecho y, he aquí, ya no habrá más futuros estados de existencia'».
Esto es lo que dijo el Bienaventurado, y los monjes quedaron satisfechos y deleitados con las palabras del Bienaventurado. En esa ocasión, mientras este discurso estaba siendo pronunciado, las mentes de sesenta monjes fueron liberadas de las contaminaciones mediante el no-apego.
Bhukkhu Nanamoli y Bhikkhu Bodhi (1995) «Mahapunnama Sutta: The Greater Discourse on the Full-Moon Night» en The Middle Discourses of the Buda: A Translation of the Majjhima Nikaya. Boston, Wisdom Publications. Págs. 887-891.
«Mahapunnamasutta» en World Tipitaka Edition, http://studies.worldtipitaka.org/tipitaka/11M/1/1.9, 13 de mayo de 2008
Traducción: Anton P. Baron
Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron