Se puede disfrutar de los bienes materiales, cuando se sabe dar generosamente.
Así lo he oído. En una ocasión el Bienaventurado residía en el monasterio Jetavana de Anathapindika, en Savatthi. En aquel tiempo, inmediatamente después de la media vigilia de la noche, un cierto deva de apariencia extremadamente atractiva se acercó al Bienaventurado, iluminando por completo el monasterio Jetavana. Después de reverenciar al Bienaventurado, se sentó en un lugar adecuado. Permaneciendo así, el deva recitó este verso en presencia del Bienaventurado:
Cuando una casa arde en llamas,
Las posesiones salvadas
Son aquellas que serán útiles,
No las dejadas allí para arder.
Así, cuando el mundo arde en llamas
Con la vejez y la muerte,
Uno debería salvarse mediante la caridad:
Aquello que es donado está bien salvado.
Aquello que es donado produce fruto agradable.
Aquello que no es donado no produce:
Los ladrones o los reyes lo sustraen;
Arde mediante el fuego o se pierde.
Entonces, al final uno deja el cuerpo
Junto a sus posesiones.
Conociendo esto, el hombre sabio
Disfruta de sus posesiones, pero también hace donaciones.
Habiendo disfrutado y donado de acuerdo con sus medios,
Sin crítica, él va a un estado celestial.
FUENTE:
U Tin U (Myaung), Yangon.
Editado por el Comité Editorial de Tipitaka Association, Burma (Myanmar), 1998. http://www.dhammaweb.net/Tipitaka/read.php?id=190
Traducido del inglés por Albert Biayna Gea.
Publicación de Bosque Theravada, 2010.