Una noche virtual con Bhante Yutt (I)

Esta semana recibí un correo de un monje amigo mío, Bhante Yutt (así le digo). Desde que me vi obligada a regresar al hospital no tenía como comunicarme, salvo por alguien que hacía esa labor por mí. Los médicos intentaban que yo descansara para reducir el dolor, y yo luchaba contra mi «necesidad» por manejar mis trabajos a través de Internet. Tuve bastante tiempo para tratar mi apego a la «cajita mágica», como le dice un amigo a la laptop… pero creo que necesitaré un par de sesiones más ;).

El caso es que el correo me emocionó mucho, y le decía que extrañaba las recitaciones de la noche y de la mañana; ya no las hacía completas, pero si mantenía su audio del Karaniya Metta Sutta (que por cierto, lo adoro). Así que ofreció s tiempo para hacer las recitaciones nocturnas los dos. Me alegró mucho el corazón tal ofrecimiento, así que acepté. Aunque llegué a dudar dado que la diferencia horaria no es conveniente en este momento, pero creo que necesitaba volver a oírlas.
Llegó la noche y con ella la hora de comenzar las recitaciones. Bhante se preparó, me recordó un par de instrucciones básicas. Estaba con una disfonía severa, todo menos melódica era mi tono de voz… pero como dijo él «A los monjes no nos importa eso». Duramos cerca de 35 minutos para la primera parte, luego seguía la meditación; así que hizo un breve comentario que tomó 5 minutos sobre la enfermedad. Y comenzó así: «Todos estamos sujetos al cambio, y por eso cualquiera puede enfermar. Inclusive el monje, puesto que él también pertenece al cambio». Más adelante señaló: «Donde sea que haya un cuerpo enfermo, hay una mente que tiene el poder de curar… Es importante aprender a ver aquello que es bueno y que es malo para la mente. Porque una mente contaminada no puede ayudar a mantener un cuerpo sano».

Seguido al breve comentario, estaba la meditación. No fue muy larga, por cuanto para mi era en extremo tarde. Pero me costó bastante estar tranquila. En mi cabeza tenía las palabras del Bhante, las del médico, los problemas de la oficina que tenía que resolver, el dolor que no podía calmar con medicamentos, y así… como diría un amigo tibetano, «tenía el mico hiperactivo» XD. Menos mal que se acabó, porque los últimos dos minutos estaba auto-llamándome la atención por la «no-meditación» (y en eso parece que soy candidata a doctorado).

En fin, fue una noche muuuy especial y bonita. Me sentí muy acompañada durante esos 55 minutos y esa fue la sensación con la que me fui a dormir… estar acompañada. En cierto sentido necesitaba de alguien que me permitiera dejar de lado aspectos de esta realidad, de la realidad de ahora, que no me producen tranquilidad. No se trata de ocultar el sol con el dedo meñique, sino de encontrar alguna forma de tomar distancia de lo que sucede para respirar profundo… porque hasta donde yo sé, nadie recomienda ir a la cama con los problemas (creo que es porque roncan muy fuerte XD).