Esta mañana he ido a comprar una cosa a la farmacia y la farmacéutica me ha devuelto mal el cambio (faltaban 10 céntimos de euro, que no son nada). Tras pensármelo un momento, he decidido no decirle nada y me he ido a casa.
Sin embargo, a pesar de haber dejado la situación atrás, mi cabeza todavía seguía dándole vueltas. ¿Debería haberle dicho algo? ¿Hice bien? ¿No? Tras unos segundos, me di cuenta de que estaba enzarzado absurdamente y decidí soltar (el inglés «let go»).
Luego seguí caminando hasta casa.
La gracia está en que cualquiera de las dos opciones (decirle a la farmacéutica que se ha equivocado o no hacerlo) es razonable, y podemos perfectamente elegir una u otra, pero una vez hecha la elección, no hay vuelta atrás, y no tiene sentido seguir preguntándose. Acepta el pasado, vive el presente, sigue adelante.
Ahora, ¿cómo se suelta? Eso os lo dejo a vosotros…