Del libro El Buda y sus discípulos, del Ven. Shravasti Dhammika.
36. Durante siglos, la religión en la India había estado dividida entre dos movimientos contrastantes, la tradición brahmánica ortodoxa, y la tradición no ortodoxa (samana). Los brahmanes enseñaban que la salvación podía ser lograda siendo un buen hijo y padre, y practicando devotamente ciertos rituales. Los brahmanes eran casados, generalmente con varias esposas, bien educados en el conocimiento sagrado y mundano, y se mantenían a sí mismos y a sus familias con los honorarios que recibían por realizar lo rituales que se creían esenciales para la prosperidad en esta vida y el cielo en la próxima. La tradición samana por otra parte enseñaba que la salvación sólo podía ser lograda por medio de la comprensión y la transformación de la mente. Para facilitar esto, renunciar a la familia y a las responsabilidades sociales era considerado útil ya que lo liberaba a uno de las distracciones innecesarias. La experimentación con varios ejercicios de yoga y de meditación, así como la práctica de la auto mortificación eran también comunes en este movimiento. Esta tradición fue personificada por el asceta (samana, paribbajaka, muni, tapasa, etc.), que vivía solo, o en pequeños grupos en la selva, o en cuevas en las montañas, huyendo de la sociedad y sus convenciones. Mientras algunos ascetas andaban desnudos, la mayoría vestía ropas simples, generalmente teñidas de amarillo, color que los identificaba como renunciantes al mundo. En India, el amarillo era el color de la renuncia porque antes de que una hoja caiga del árbol se vuelve amarilla. Cuando el Príncipe Siddharta renunció al mundo, parece que asumió automáticamente que el camino que lo llevaría a la verdad era el ascético antes que el de los brahmanes.
37. Después de convertirse en el Buda, vio la necesidad de una fraternidad de ascetas dedicados a ayudar a los demás a lograr la iluminación, y a transmitir el Dhamma a través del espacio y del tiempo. Por consiguiente, como otros maestros, él fundó una comunidad de monjes (bhikkhu sangha), un cuerpo legalmente autónomo con sus propias reglas y regulaciones. El Buda cambiaba la estructura y las reglas del Sangha según surgían nuevas situaciones, y en el Vinaya Pitaka tenemos una imagen de esta evolución gradual. A lo largo de los siglos, mientras que grandes imperios han surgido y desaparecido, el Sangha ha sobrevivido y florecido, actuando como un mudo testigo de cómo debería ser vivido el Dhamma y como un medio de civilización a lo largo y a lo ancho de Asia.
38. Para volverse un novicio (samanera) en el Sangha de los bhikkhus, todo lo que se necesitaba era acercarse a un monje que tuviera por lo menos diez años de ordenado, y solicitar ser aceptado. La comprensión que llevaba a tomar la decisión de abandonar la vida del mundo venía frecuentemente como resultado de haber escuchado las enseñanzas del Buda y se expresaba generalmente así: “La vida del dueño de casa es confinada y polvorienta, abandonarla es liberador. No es fácil para alguien que vive en el hogar vivir la vida santa perfectamente completa, perfectamente pura y pulida como la concha de una ostra. Supone que corto mi cabello y mi barba, me visto con el hábito amarillo y voy de casa en casa como un hombre sin hogar”. Después de que el candidato hubiera afeitado su cabeza y se hubiera vestido con su hábito, debía vivir según los Diez Preceptos. El Buda permitía que incluso los niños pequeños fueran ordenados como novicios. Después de que un novicio hubiera recibido un entrenamiento suficiente y tuviera al menos 20 años de edad, podía tomar su ordenación completa (upasampada) y volverse un monje (bhikkhu). Para hacer esto, el novicio debía acercarse a una asamblea de diez o más monjes con diez años de ordenados como mínimo, que fueran respetados por su sabiduría y su virtud. Entonces se le hacían once preguntas al candidato, para determinar su aptitud, sus motivos y su disposición: 1. ¿Está libre de enfermedades?; 2. ¿Es un ser humano?; 3. ¿Es un hombre?; 4. ¿Es un hombre libre?; 5. ¿Está libre de deudas?; 6. ¿Tiene alguna obligación hacia el rey?; 7. ¿Tiene el permiso de sus padres?; 8. ¿Tiene al menos 20 años de edad?; 9. ¿Tiene su cuenco y su manto?; 10. ¿Cómo se llama?; 11. ¿Cómo se llama su maestro? Si el candidato respondía afirmativamente a estas preguntas, entonces solicitaba la ordenación superior tres veces, y si nadie elevaba objeciones, era considerado un monje.
39. Los monjes Budistas se llamaban a sí mismos y eran conocidos por los demás como los Hijos del Sakya (Sakyaputta). Un monje podía usar las pertenencias de la comunidad monástica, pero sólo podía poseer ocho requisitos (atthapirika). Eran: 1. Un manto externo (civara); 2. Un manto interno; 3. Un manto grueso para el invierno; 4. Un cuenco de limosnas con el recolectaría su alimento; 5. Una navaja; 6. Una aguja e hilo; 7. Un cinturón; y 8. Un filtro para purificar el agua y quitar pequeñas criaturas que pudiera contener. Se esperaba que un monje llevara todas sus pertenencias consigo cada vez que emprendía un viaje, “así como un pájaro lleva sólo sus alas dondequiera que vaya”.
40. Si la gente deseaba darle un regalo a un monje, él sólo podía aceptar comida o alguno de los ocho requisitos mencionados, cualquier otra cosa, como tierras, una construcción, telas o granos, etc., sólo podía ser aceptada en nombre de toda la comunidad y por esto se convertía en propiedad de todos. Al convertirse en monje, uno estaba obligado a seguir el Patimokkha, las 227 reglas que gobernaban la disciplina y el funcionamiento del Sangha. Las reglas estaban divididas en ocho categorías según el castigo requerido si eran infringidas. Las reglas más importantes eran las cuatro Parajika automáticamente, cuya violación por parte de un monje implicaba la expulsión automática del Sangha, sin que pudiera volver a ordenarse en el futuro. Estas eran: 1. la actividad sexual, 2. el robo, 3. el homicidio, y 4. expresar falsamente la posesión de poderes mágicos o logros espirituales. La palabra Parajika literalmente significa “vencer” y significa que la persona que ha violado esas reglas ha sido vencida por su deseo, ira u orgullo. Otras reglas importantes eran las 13 Sanghadisesa , que requerían la confesión si eran violadas, y las Nissaggiya Pacittiya , 30 reglas concernientes a las posesiones, cuya violación era castigada con las confiscación de las mismas. Otras reglas gobernaban la etiqueta, la mediación en las disputas y la administración. Aunque estas reglas, registradas ahora en el Vinaya Pitaka, significaban un medio para mantener la disciplina y resolver los problemas que surgen cuando las personas conviven, no son absolutas. El Buda decía que podían ser cambiadas o modificadas según las circunstancias. Antes de entrar en su Nirvana final, les dijo a los monjes: “Si lo desean, el Sangha puede abolir las reglas menores después de mi muerte”.
41. Como todos los ascetas de la época, los monjes budistas dedicaban la mayoría del año a viajar de un lugar a otro. Esta movilidad les daba a los monjes la oportunidad de conocer a un gran número de personas a quienes podían enseñarle el Dhamma, y eso también garantizaba que no pudieran acumular propiedades. Sin embargo, una de las reglas para los monjes era que debían establecerse y quedarse en un lugar durante los tres meses de la estación lluviosa (vassa). Este periodo de estadía era necesario por el hecho de que cualquier viaje era difícil durante esa estación, pero los monjes lo usaban como una oportunidad para intensificar la meditación. El número de tales periodos de retiros de meditación que el monje había tenido era una marca de su madurez y experiencia, y entonces, como ahora, cuando los monjes se encontraban se preguntaban: “¿cuántas lluvias (vassa) has tenido?”
42. Para mantener la disciplina y fortalecer los valores comunes en el Sangha, era necesario para los monjes llevar una vida comunitaria en la cual todos participaran. Ciertas áreas llamadas distritos (sima) estaban demarcadas, y todos los monjes que vivían dentro de esa área se reunían dos veces al mes, en un encuentro llamado Uposatha. Durante ese encuentro se recitaba el Patimokkha, se confesaban violaciones a las reglas y se administraban los castigos, se trataban los asuntos concernientes a la comunidad, y por supuesto se comentaba el Dhamma. Si debían tomarse decisiones, cada monje podía expresar su opinión y tenía el derecho de votar. El Uposatha tenía un rol importante para reafirmar la identidad del Sangha, fortalecer el compañerismo, y en particular para preservar y transmitir el Dhamma.
43. Al comienzo no había monjas, pero a medida que el Dhamma se volvía más popular y conocido, las mujeres gradualmente se fueron interesando más en la vida monástica. Durante una de las visitas del Buda a Kapilavatthu, justo después de la muerte de su padre, Maha Pajapati Gotami, su madre adoptiva, se acercó al Buda y le preguntó si podía ser ordenada. El Buda se rehusó, y Maha Pajapati se retiro llorando. Después de que el Buda se fuera de Kapilavatthu hacia Vaisali, ella se afeitó la cabeza, se puso un manto amarillo, y fue a Vaisali también. Llegó cubierta de polvo, con sus pies cortados e inflamados, y con lágrimas corriendo por sus mejillas. Le pidió a Ananda que se acercara al Buda y volviera a preguntarle si ella podía ser ordenada. Y él nuevamente se rehusó. Ananda sintió pena por Maha Pajapati, y decidió interceder en su nombre. Primero le preguntó al Buda si las mujeres tenían el mismo potencial espiritual que los hombres. El Buda respondió: “Las mujeres, habiendo dejado la vida de hogar y llevando la vida de mendicantes en el Dhamma y la disciplina enseñada por el Tatagatha, pueden realizar los frutos del que Entra en la Corriente, del que Vuelve Una Vez, del que No Vuelve, y del Arhat”. Entonces Ananda le pidió al Buda que considerara de cuánta ayuda había sido su madre adoptiva para él. “Señor, si las mujeres pueden realizar los mismos estados que el hombre, y como Maha Pajapati ha sido de gran ayuda para usted, ella es su tía, su madre adoptiva, su enfermera, ella le dio leche y lo amamantó cuando su madre murió, por consiguiente, sería bueno si a las mujeres se les permitiera abandonar el hogar y llevar la vida de mendicantes en el Dhamma y la disciplina enseñada por el Tatagatha”.
44. El Buda finalmente consintió, pero estableció que las monjas deberían vivir según ciertas reglas. Las reglas especiales para las monjas eran: 1. En asuntos de respeto y deferencia, un monje siempre tenía prioridad sobre una monja; 2. Una monja debía pasar los retiros de la estación lluviosa en un lugar separado de los monjes: 3. Las monjas debían preguntar a los monjes la fecha para celebrar el Uposatha y las enseñanzas del Dhamma; 4. Cuando una monja cometía un error, debía confesarse ante la asamblea de monjes y monjas; 5. Una monja que violara una regla importante debía someterse a un castigo ante los monjes y las monjas; 6. Una monja debía ordenarse bajo una asamblea de monjes y monjas; 7. Una monja no debía abusar ni ultrajar a un monje; 8. Una monja no debía enseñar a un monje. Maha Pajapati aceptó estas reglas extra, y así fue inaugurada la Orden de Monjas (bhikkhuni sangha).
45. Sin embargo, parece que el Buda había pensado que con hombres y mujeres juntos, mantener el celibato (brahmacariya), un aspecto importante de la vida monástica, sería difícil. Más tarde dijo que ahora que había monjes y monjas, una orden célibe sólo duraría quinientos años. Bastante interesantemente, su predicción fue muy certera. Por el siglo 7 d.C., ciertos grupos de monjes estaban comenzando a casarse, una tendencia que junto a otras circunstancias llevó finalmente a la decadencia del Budismo en India. Afortunadamente, en la mayoría de los países Budistas, los monjes y las monjas siguen practicando el celibato y manteniendo los valores originales de la vida monástica.