Del libro El Buda y sus discípulos, del Ven. Shravasti Dhammika.
79. Kosambi era una gran ciudad rodeada de enormes muros, a orillas del Río Yamuna. Como estaba en el cruce de varias rutas, se había convertido en un centro de negocios y comercio. Tres de los comerciantes más ricos de la ciudad, Ghosita, Kukutta y Pavarika, eran también amigos íntimos, que se dedicaban a los negocios juntos, y tenían un interés común en la religión. Ghosita surgió de un origen humilde, para convertirse en tesorero del Rey Udena de Kosambi. Su madre era una prostituta que lo había arrojado en un basural cuando nació. Un transeúnte lo recogió, y se lo llevó al tesorero del Rey, que quería otro hijo. Llamado Ghosita, el joven creció y fue tratado como un miembro de la familia. Pero después de algunos años, la esposa del tesorero dio a luz a otro hijo, y súbitamente Ghosita dejó de ser querido. El tesorero encargó a un alfarero que matara al joven y que se deshiciera del cuerpo. Ghosita fue enviado a llevarle un mensaje al alfarero, donde decía que él era el que debía ser asesinado. En el camino, se encontró con su hermano adoptivo, y no queriendo hacer lo que él creía que era sólo una diligencia, le ofreció jugar a las canicas, y que el perdedor fuera a lo del alfarero. Ghosita ganó el juego y el otro joven llevó el mensaje y fue asesinado. Algún tiempo después, en otro intento para asesinarlo, Ghosita fue enviado a ver a uno de los recaudadores de impuestos más ricos del tesorero a una región remota, nuevamente con otra carta diciendo que el joven debía ser asesinado. En el camino Ghosita se detuvo a comer en la casa de un hombre rico y cuando la hija del hombre lo vio, inmediatamente se enamoró de él. Mientras hablaban, ella le pidió a Ghosita que le mostrara la carta que llevaba, y cuando la leyó y le explicó su contenido, Ghosita se sobresaltó. Juntos decidieron escribir otra letra diciendo que el recaudador de impuestos debía casar a los jóvenes, construirles una casa, y cuidarlos. Se marcharon juntos con la carta y cuando llegaron el recaudador la leyó y siguió las instrucciones. Ghosita y su joven esposa vivieron felices durante varios años, y un día escucharon que el tesorero estaba gravemente enfermo y era probable que muriera. La joven pareja partió hacia Kosambi para visitar al tesorero en su lecho de muerte. Cuando entraron a la habitación, el tesorero los vio, y con su última exhalación dijo: “No te permitiré que heredes mi fortuna”. Sin embargo, sus palabras no habían sido claras y todos creyeron que dijo “te permitiré que heredes mi fortuna”, con lo que Ghosita heredó parte de la fortuna. Con el dinero que recibió, comenzó a hacer negocios y se hizo muy rico, y debido a su habilidad con el dinero, finalmente fue nombrado tesorero.
80. Ghosita y sus amigos habían escuchado sobre el Buda y un día, mientras estaba en Savatthi en viaje de negocios, fue a conocer al Buddha y lo invitó a Kosambi. Cada uno de los tres amigos le ofrecieron al Buddha un parque placentero que gradualmente se convirtieron en monasterios. El parque de Ghosita, que estaba justo dentro de la puerta Este de Kosambi, llegó a ser conocido como Ghositarama y creció hasta llegar a ser un gran centro para el estudio del Dhamma.
81. El Buda estuvo en Kosambi en varias ocasiones y ofreció muchos discursos allí. Su discípula más famosa allí era Khujjuttara. Era una esclava que trabajaba en el harén del Rey Udena, y como a la Reina Samavati y las otras mujeres no se les permitía dejar el harén, una de sus ocupaciones era llevar mensajes para ellas. Un día, Khujjuttara fue al jardín a comprar flores para la reina, como lo hacía habitualmente, y mientras estaba allí escuchó al Buda enseñando el Dhamma, y comprendiéndolo muy bien se convirtió en una que Entra en la Corriente. Al regresar al harén, le habló a la Reina sobre el Dhamma, y deleitada por lo que escuchaba, la Reina comenzó a enviarla frecuentemente a escuchar al Buda para que ella pudiera repetir lo que escuchaba. De esa manera, Khujjuttara se convirtió en una experta en el Dhamma, de hecho el Buda la llamaba la más profundamente instruida de sus discípulas laicas. Todos los discursos en el Itivuttaka, uno de los libros más importantes del Tipitaka, fueron preservados por Khujjuttara y enseñados por ella a los monjes.
82. Fue en Kosambi donde ocurrió la primera crisis seria del Sangha. Dos monjes estaban viviendo juntos en la misma cabaña. El primero de esos monjes era experto en la disciplina monástica y también era conciente y sincero. Un día, este monje fue al baño, y cuando terminó olvidó volver a llenar el tanque de agua. Su compañero lo reprendió y lo acusó de violar una regla. Gradualmente se desarrolló una discusión amarga, donde el segundo monje insistía en que el primero había violado una regla, y el primero insistiendo en que no lo había hecho. Finalmente se involucraron todos los monjes de Kosambi, tomando partido para una de las partes o para la otra, y toda la comunidad se volvió “litigante, peleadora y contenciosa, hiriéndose unos a otros con el arma de la lengua”. El Buda intentó una y otra vez lograr una reconciliación, pero cuando los monjes le dijeron lacónicamente que se ocupara de sus propios asuntos, decidió mostrar su desaprobación ante el comportamiento irregular de los monjes alejándose de ellos. Limpió la habitación donde estaba, tomó su cuenco y su manto, y se dirigió hacia un ambiente más agradable, diciendo mientras se iba:
“Él abusó de mí, él me golpeó,
Él me oprimió, él me robó.
Aquellos que siguen manteniendo tales pensamientos
Nunca apaciguan su odio.
Él me abusó, él me golpeó,
Él me oprimió, él me robó.
Aquellos que no mantienen esos pensamientos
Pronto apaciguan su odio.
Porque en este mundo
El odio nunca se apacigua con más odio.
Es el amor lo que conquista al odio.
Esta es una ley eterna”.
83. No lejos de Kosambi había un parque llamado el Bosque de Bambú del Este, donde residía un grupo de monjes liderados por el Venerable Anuruddha, y el Buda decidió ir hacia allí. Cuando llegó, el guardián del parque, sin saber quién era, no le permitió entrar, diciendo: “Aquí viven monjes que aman el silencio. Por favor, no los moleste”. Anuruddha vio esto y le dijo al guardián que cediera y le diera la bienvenida al Buda. Fue inmediatamente obvio para el Buda que en completo contraste con los monjes de Kosambi, estos monjes estaban viviendo juntos en armonía y estaban practicando con diligencia. El Buda les preguntó cómo podían hacerlo. Anuruddha le respondió:
“En lo que concierne a esto, yo pienso: de hecho, es una ganancia para mí, de hecho es bueno que esté viviendo con estos compañeros en la vida santa. Practico con el cuerpo, con la boca y con la mente actos de amor hacia ellos, tanto en público como en privado. Pienso: ¿por qué no dejo de lado mis propios deseos y complazco los de ellos? Y luego actúo de ese modo. Verdaderamente somos diferentes en cuerpo, pero somos uno en mente. Así es como somos capaces de vivir juntos en amistad y armonía, como el agua y la leche mezclados, mirándonos uso a otros con el ojo del afecto”. Luego siguió describiendo la consideración que ellos se demostraban unos a otros en su vida cotidiana. “Cualquiera que regresa de la aldea después la ronda de limosnas, prepara los asientos, sirve el agua para beber y para lavar, y sirve el cuenco de refugio. Cualquiera que llega último de la ronda de limosnas come la comida que quedó, o si no la quiere la arroja hacia donde no hay sembradíos o la arroja hacia donde no hay criaturas. Retira los asientos, el cuenco de agua y el cuenco de refugio, y limpia el comedor. Cualquiera que ve el cuenco de agua para beber, el cuenco de agua para beber o el cuenco de agua para lavar vacío en el baño, lo llena. Si no lo puede hacer solo, llama por medio de señas a sus compañeros para que lo ayuden, pero por una cosa menor como esa no nos ponemos a hablar. Y luego, una vez cada cinco noches, nos sentamos juntos a hablar sobre el Dhamma”.
84. Después de permanecer durante un tiempo en el Bosque de Bambú del Este, el Buda sintió la necesidad de un periodo de completa soledad y entonces se fue hasta el bosque cercano a la aldea de Parileyya. El bosque era una guarida bien conocida de animales salvajes, donde iban pocas personas, y el Buda estaba preparado para ir sin alimentos con el propósito de estar solo durante un tiempo. Se sentó debajo de un hermoso árbol sala, y se dedicó a meditar. Después de un tiempo, apareció un enorme elefante y colocó el agua que llevaba en su trompa en el cuenco del Buda. Un mono también tomaba frutas y todos los días se las llevaba al Buda. Con la ayuda de esos animales, el Buda pudo pasar ese tiempo sin estar en contacto con ninguna persona. Como le sucede a mucha gente, el Buda sentía que la belleza del bosque y la compañía de los animales podían ser un bienvenido descanso del ruido y la agitación de la sociedad.
85. Después de estar en Parileyya durante algún tiempo, el Buda se fue, y no queriendo regresar a Kosambi, fue a Savatthi. Mientras tanto, en Kosambi, los laicos decidieron retirar su apoyo a los monjes, que comenzaron a regresar de sus rondas de limosnas con sus cuencos vacíos. Gradualmente, encontraron menos razones para mantener sus disputas, y mientras su temperamento se calmaba, comenzaron a sentirse avergonzados. Finalmente, una delegación de monjes fue a Savatthi a ver al Buda para pedirle disculpas, que él aceptó, llevando así al fin de la disputas en Kosambi.