DN 16 Mahaparinibbana Sutta. Parte VI: El fallecimiento

De DN 16 Mahaparinibbana Sutta – Discurso acerca de la Gran Liberación.

Los números entre corchetes y las partes principales obedecen al sistema de Rhys Davids de Pali Text Society, mientras que los números entre llaves y los títulos de los cuarenta capítulos, al de World Tipitaka Edition.

Parte VI: El fallecimiento

Tabla de contenidos:

35.   Tathagatapacchimavaca – Última exhortación del Tathagata

36.   Parinibbutakatha – Narración con el Parinibbana

37.   Buddhasarirapuja – Veneración de los restos del cuerpo del Buda

38.   Mahakassapattheravatthu – Narración sobre el venerable anciano Mahakassapa

39.   Sariradhatuvibhajana – Distribución de las reliquias del cuerpo

40.   Dhatuthupapuja – Veneración de las reliquias

35. Tathagatapacchimavaca – Última exhortación del Tathagata [Leer en pali]

[6.1.] {216} En esta ocasión, el Bienaventurado se dirigió al Venerable Ananda con estas palabras: «Puede ser, Ananda, que te asalte este pensamiento: ‘Se ha terminado la enseñanza del Maestro. ¡No tenemos más al Maestro entre nosotros!’ Pero, no es así, Ananda, cómo debería considerarse esto. Pues aquello que yo he proclamado y he dado a conocer como el Dhamma-y-Disciplina, esto será tu Maestro cuando no esté aquí.

[6.2.] «Y aunque ahora, Ananda, los monjes se dirigen uno al otro con el nombre de «amigo», esto no seguirá así después de que no esté aquí, Ananda. El monje mayor, deberá dirigirse al joven subalterno por su nombre; por su nombre de pila o usando el término ‘amigo’. Pero los monjes jóvenes, deben dirigirse a sus mayores como ‘venerable señor’ o ‘su reverencia’.

[6.3.] «Si así lo deseáis, Ananda, el Sangha puede abolir las reglas menores y de menor importancia, cuando no esté aquí.

[6.4.] «Ananda, cuando no esté aquí, sobre el monje Channa [1], debe imponerse la alta penalidad».

«¿Pero, cuál es, señor, la alta penalidad?»

«El monje Channa, Ananda, puede decir lo que necesita o lo que desa pero los monjes no deben conversar con él, ni exhortarle ni amonestarle».

[6.5.] {217} Entonces, el Bienaventurado se dirigió a los monjes con estas palabras: «Puede ser, monjes, que alguno de vosotros tuviera alguna duda o incertidumbre acerca del Buda, el Dhamma o el Sangha. Quizá, acerca del sendero o de la práctica. ¡Preguntad, entonces, monjes! No sea, que alguno de vosotros tenga después remordimientos, pensando: ‘El Maestro estaba delante de nosotros, cara a cara, y nosotros fallamos en preguntarle'».

Pero cuando esto fue dicho, los monjes permanecieron en silencio. Y por segunda y por tercera vez, el Bienaventurado dijo a los monjes: «Puede ser, monjes, que alguno de vosotros tenga alguna duda o incertidumbre acerca del Buda, el Dhamma o el Sangha. Quizá, acerca del sendero o de la práctica. ¡Preguntad, entonces, monjes! No sea, que alguno tenga después remordimientos, pensando: ‘El Maestro estaba delante de nosotros, cara a cara y nosotros fallamos en preguntarle'».

Sin embargo, por segunda y por tercera vez, los monjes permanecieron en silencio. Entonces, el Bienaventurado dijo: «Puede ser, monjes, que es por causa del respeto a su Maestro que no hacéis preguntas. ¡Entonces, que sea como si los amigos hablasen con el amigo!» Pero aún así, los monjes permanecieron en silencio.

[6.6.] Y fue el Venerable Ananda quien habló en esta ocasión, diciendo: «¡Esto es maravilloso, Venerable Señor, es asombroso! ¡La fe que tiene esta comunidad de los monjes! Yo percibo, Venerable Señor, que aquí no hay ni un solo monje que tenga dudas o incertidumbres acerca del Buda, el Dhamma y el Sangha. Tampoco, acerca del sendero o de la práctica».

«Por la fe, Ananda, dices esto. Pero el Tathagata, Ananda, sabe con certeza que entre estos monjes realmente no hay ni uno solo que tenga dudas o incertidumbres acerca del Buda, el Dhamma o el Sangha. Tampoco, acerca del Sendero o de la práctica. Aún el más pequeño entre estos quinientos monjes, Ananda, es el-que-entra-en-la-corriente, que escapó de la ruina, está seguro y saltó hacia el Despertar».

[6.7.] {218} Y el Bienaventurado se dirigió a los monjes, diciendo: «Ahora, monjes, os declaro esto: todas las cosas condicionadas, están destinadas a desaparecer. ¡Sed vigilantes y esforzaos para completar la tarea!»

Y estas fueron las últimas palabras del Tathagata.

36. Parinibbutakatha – Historia del Parinibbana [Leer en pali]

[6.8.] {219} Acto seguido, el Bienaventurado entró en el primer jhana. Dejando el primer jhana, entró en el segundo jhana. Dejando el segundo jhana, entró en el tercer jhana. Dejando el tercer jhana, entró en el cuarto jhana. Dejando el cuatro jhana, entró en la esfera del espacio infinito. Dejando la esfera del espacio infinito, entró en la esfera de la conciencia infinita. Dejando la esfera de la conciencia infinita, entró en la esfera de la nada. Dejando la esfera de la nada, entró en la esfera de la ni-percepción-ni-la-no-percepción. Dejando la esfera de la ni-percepción-ni-la-no-percepción, alcanzó el cese de la percepción y de las sensaciones.

Y el Venerable Ananda dijo al Venerable Anuruddha: «Venerable Anuruddha, el Bienaventurado ha fallecido».

«No, amigo Ananda, el Bienaventurado no falleció: él entró en el estado del cese de la percepción y las sensaciones».

[6.9.] Después, el Bienaventurado dejó el cese de la percepción y de las sensaciones y entró en la esfera de la ni-percepción-ni-la-no-percepción. Dejando la esfera de la ni-percepción-ni-la-no-percepción, entró en la esfera de la nada. Dejando la esfera de la nada, entró en la esfera de la conciencia infinita. Dejando la esfera de la conciencia infinita, entró en la esfera del espacio infinito. Dejando la esfera del espacio infinito, entró en el cuatro jhana. Dejando el cuarto jhana, entró en el tercer jhana. Dejando el tercer jhana, entró en el segundo jhana. Dejando el segundo jhana, entró en el primer jhana. Dejando el primer jhana, entró en el segundo jhana. Dejando el segundo jhana, entró en el tercer jhana. Dejando el tercer jhana, entró en el cuarto jhana. Dejando el cuatro jhana, el Bienaventurado inmediatamente falleció.

[6.10.] {220} Y cuando el Bienaventurado falleció, simultáneamente con su Parinibbana, se escuchó un tremendo terremoto, terrible y temible, acompañado por truenos que rodaban desde los cielos.

También cuando el Bienaventurado falleció, simultáneamente con su Parinibbana, el Brahma Sahampati pronunció este verso:

Todos tienen que partir – todos los seres con vida

Tienen que quitarse estas formas compuestas. Sin dudas, inclusive él,

El Maestro inigualable, el incomparable ser,

Poderoso en sabiduría, el Despierto, ha fallecido.

{221} También cuando el Bienaventurado falleció, simultáneamente con su Parinibbana, el Sakka, el rey de las divinidades, pronunció este verso:

Efímeras son todas las cosas condicionadas,

Sujetas a surgir y perecer,

Habiendo llegado a esta existencia, tienen que desaparecer,

Buena es la paz, cuando hay cese.

{222} También cuando el Bienaventurado falleció, simultáneamente con su Parinibbana, el Venerable Anuruddha pronunció este verso:

Sin la respiración, pero con el corazón inquebrantable,

Libre de anhelos y en paz – así el sabio

Llega a su fin. Inconmovible por las penas mortales

Su mente, como la flama se ha extinguido y ha encontrado la libertad.

{223} También cuando el Bienaventurado falleció, simultáneamente con su Parinibbana, el Venerable Ananda pronunció este verso:

Fue un terrible terremoto, un temible momento, cuando él,

El Plenamente Realizado, el Buda, ha fallecido.

{224} En esta ocasión, cuando el Bienaventurado falleció, algunos monjes que aún no estaban completamente liberados de las pasiones, levantaron sus manos en alto y lloraron; otros, echándose a sí mismo al suelo, se arrastraban de un lado a otro, lamentándose de esta manera: «¡Demasiado pronto, el Bienaventurado entra en su Parinibbana! ¡Demasiado pronto, el Bienhechor entra en su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Ojo del Mundo ha desparecido!» Pero los monjes que ya eran libres de sus pasiones, conscientemente atentos y con clara compresión, reflexionaban de esta forma: «Todas las cosas condicionadas son impermanentes. ¿Cómo iba a poder suceder de otra manera?»

[6.11.] {225} Entonces, el Venerable Anuruddha se dirigió a los monjes con estas palabras: «Es suficiente ya, amigos. ¡No sufráis más ni os lamentéis! ¿Acaso no declaró el Bienaventurado que todo lo querido y bien amado está destinado a sufrir cambios, separación y ruptura? De todo lo nacido, de lo que llegó a existir, de lo compuesto y sujeto a decadencia ¿cómo uno podrá decir: ‘¡que esto no se desintegre!’? Las deidades, amigos, se sienten ofendidos».

«Pero, Venerable Señor, ¿qué clase de deidades el venerable Anuruddha percibe?»

«Aquí hay deidades, amigo Ananda, en el espacio y en la tierra, de una mentalidad terrenal, quienes lloran y rasgan sus cabellos, quienes levantan sus brazos y lloran; se arrojan sobre el suelo y, arrastrándose de un lado a otro, se lamentan: ‘¡Demasiado pronto el Bienaventurado pasa a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Bienhechor pasa a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Ojo del Mundo desaparece!’ Pero aquellas de las deidades que están liberadas de las pasiones, conscientemente atentas y con clara comprensión, reflexionan de este modo: ‘Impermanentes son todas las cosas compuestas. ¿Qué más se puede esperar?'»

[6.12.] {226} Entonces, el Venerable Anuruddha y el Venerable Ananda pasaron el resto de la noche conversando sobre el Dhamma. Después, el Venerable Anuruddha dijo al Venerable Ananda: «Ve, amigo Ananda, a Kusinara y anuncia a los mallas: ‘vasetthas, El Bienaventurado falleció. Es hora que hagáis lo que os parezca saludable».

«Así sea, Venerable Señor», respondió el Venerable Ananda y, vistiéndose muy de mañana, tomando su cuenco y el hábito externo, se fue acompañado a Kusinara.

En esta ocasión, los mallas estaban reunidos en el salón del concilio donde trataban sus asuntos públicos. Y el Venerable Ananda se acercó a ellos y les anunció lo siguiente: «Vasetthas, El Bienaventurado, ha fallecido. Es hora que hagáis lo que os parezca conveniente». Y cuando escucharon las palabras pronunciadas por el Venerable Ananda, los mallas, sus hijos, sus mujeres y las mujeres de sus hijos, fueron intensamente entristecidos, afligidos en sus corazones y profundamente apenados. Algunos de ellos, con su cabello despeinado y con las manos alzadas, lloraban desesperados. Otros, arrojándose al suelo y arrojándose de un lugar a otro, se lamentaban diciendo: «¡Demasiado pronto pasa el Bienaventurado a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Bienhechor pasa a su Parinibbana! ¡Demasiado pronto se apaga la vista del Ojo del Mundo!»

37. Buddhasarirapuja – Veneración de los restos del cuerpo del Buda [Leer en pali]

[6.13.] {227} En esta ocasión, los mallas de Kusinara ordenaron a sus hombres: «reunid ahora todos los perfumes, todas las guirnaldas de flores, los músicos y a todos los que están en Kusinara». Y los mallas, provistos de los perfumes, las guirnaldas de flores y quinientas piezas de vestimenta, fueron a su arboleda, al parque de recreación, donde se acercaron al cuerpo del Bienaventurado. Y habiéndose acercado, le rindieron homenaje con danzas, canciones, guirnaldas de flores y perfumes y, erigiendo doseles y pabellones, pasaron allí el día mostrando respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado. Después, surgió entre ellos este pensamiento: «Hoy sería demasiado temprano incinerar el cuerpo del Bienaventurado: hagámoslo mañana».

Igualmente, el segundo día, el tercero, cuarto, quinto y sexto, rindieron homenaje al cuerpo del Bienaventurado con danzas, canciones, guirnaldas de flores y perfumes y, erigiendo doseles y pabellones pasaron allí el día mostrando respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado.

[6.14.] Pero el séptimo día pensaron lo siguiente: «Hemos rendido homenaje al cuerpo del Bienaventurado con danzas, canciones, guirnaldas de flores y perfumes y hemos mostrando respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado. Vamos a llevarlo ahora hacia el sur, a la parte meridional de las afueras de la ciudad y vamos a incinerar el cuerpo del Bienaventurado hacia la parte sur de la ciudad».

{228} Y ocho de los mallas de las familias más importantes, lavaron sus cabezas y vistieron nuevas ropas, pensando: «Vamos a levantar ahora el cuerpo del Bienaventurado». Acto seguido, trataron de hacerlo, pero no pudieron. Entonces lo mallas hablaron al Venerable Anuruddha, diciendo: «¿Cuál es la causa, venerable Anuruddha, cuál es la razón, por la cual estos ocho mallas de las familias más importantes, al lavar sus cabezas, vestir las nuevas ropas y pensar: ‘Vamos a levantar ahora el cuerpo del Bienaventurado’, no pueden hacerlo?»

«Vosotros, vasetthas, tenéis un propósito y las deidades, otro»

[6.15.] «¿Y cuál es, venerable señor, el propósito de las deidades?

«Vasetthas, vuestro propósito es este: ‘hemos rendido homenaje al cuerpo del Bienaventurado con danzas, canciones, guirnaldas de flores y perfumes y hemos mostrando respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado. Vamos a llevar ahora el cuerpo del Bienaventurado hacia el sur, a la parte meridional de las afueras de la ciudad y vamos a incinerar el cuerpo del Bienaventurado hacia la parte sur de la ciudad’. Pero el propósito de las deidades, vasetthas, es este: »Hemos rendido homenaje al cuerpo del Bienaventurado con danzas y canciones celestiales, con celestes guirnaldas de flores y perfumes y hemos mostrando respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado. Vamos a llevar ahora el cuerpo del Bienaventurado hacia el norte, a la parte septentrional de la ciudad. Una vez atravesada la puerta del norte, entremos con el cuerpo del Bienaventurado hacia el centro de la ciudad y de allí vayamos hacia el este de las afueras de la ciudad y, saliendo por la puerta del este, llevemos el cuerpo del Bienaventurado hacia el santuario de Makuta-bandhana para incinerarlo ahí».

«Venerable, señor, si éste es el deseo de las divinidades, lo haremos de esta forma».

[6.16.] {228} Acto seguido, todo el Kusinara, incluyendo los montículos de polvo y las pilas de la basura acumulada, se cubrió de una capa de flores celestiales de mandarava, que llegaba hasta las rodillas. Y se rindió homenaje al cuerpo del Bienaventurado, tanto por parte de las divinidades, como por parte de los mallas de Kusinara. Con danzas, canciones, guirnaldas de flores y perfumes -tanto humanos, como celestiales- se ha mostrado respeto, honra y veneración al cuerpo del Bienaventurado.

Entonces, se llevó el cuerpo del Bienaventurado hacia el norte, a la parte septentrional de la ciudad. Una vez atravesada la puerta del norte, entraron con el cuerpo del Bienaventurado hacia el centro de la ciudad y de allí fueron hacia el este, a las afueras de la ciudad saliendo por la puerta del este. Después, llevaron el cuerpo del Bienaventurado hacia el santuario de Makuta-bandhana y lo colocaron abajo.

[6.17.] {230} Estando allí, los mallas de Kusinara hablaron al Venerable Ananda con estas palabras: «¿Cómo debería realizarse, venerable Ananda, el acto de respeto hacia el cuerpo del Tathagata?»

«Al igual que en caso de un Monarca Universal, vasetthas».

«Pero, ¿cómo, venerable señor, debería ser respetado el cuerpo de un monarca universal?»

«El cuerpo del monarca universal, vasetthas, primeramente se envuelve en una nueva ropa blanca hecha de lino y, luego, se lo cubre con una pieza de lana de algodón, y así se repite esto quinientas veces, después de lo cual, el cuerpo del monarca universal se pone en un recipiente de oro, lubricado con perfumes del bosque y se lo cubre con otro recipiente de oro. De esta menera, el cuerpo del monarca universal es quemado en la pira funeral y se levanta una stupa en el cruce de los caminos para guardar sus restos. Esto es lo que se hace, Vasetthas, con el cuerpo del monarca universal y esto se debe hacer con el cuerpo del Tathagata: en el cruce de los caminos, también se debe levantar una stupa para el Tathagata. Y cualquiera que traiga a este lugar guirnaldas, incienso o perfume de sándalo, o rinda homenaje, estando su mente calmada, mientras lo hace, tendrá el bienestar y la felicidad por largo tiempo».

[6.18.] Entonces, los Mallas procedieron a hacerlo todo, de acuerdo a estas instrucciones.

38. Mahakassapapattheravatthu – Narración con la aspiración de Mahakassapa [Leer en pali]

[6.19.] {231} En esta ocasión, el Venerable Maha Kassapa estaba viajando desde Pava hacia Kusinara, junto con un numeroso grupo de quinientos monjes. Durante el viaje, el Venerable Maha Kassapa, salió del camino principal para sentarse debajo del árbol.

Y cierto integrante de la secta de los ajivakas que se dirigía a Pava, llevaba en sus manos las flores celestiales de mandarava que había tomado en Kusinara. Y el Venerable Maha Kassapa divisó a aquel ajivaka viniendo desde cierta distancia y, cuando ya estaba cerca, le preguntó: «¿Sabes algo, amigo, de nuestro Maestro?»

«Sí, amigo, sé: hoy hace siete días desde que el asceta Gotama falleció. Desde ahí llevo estas flores celestiales de mandarava».

En este momento, algunos de los monjes que aún no estaban completamente liberados de las pasiones, levantaron sus manos en alto y lloraron; otros, echándose a sí mismo al suelo, se arrastraban de un lado a otro, lamentándose de esta manera: «¡Demasiado pronto, el Bienaventurado entra en su Parinibbana! ¡Demasiado pronto, el Bienhechor entra en su Parinibbana! ¡Demasiado pronto el Ojo del Mundo ha desparecido!» Pero aquellos de los monjes que estaban liberados de las pasiones, conscientemente atentos y con clara comprensión, reflexionan de este modo: «Impermanentes son todas las cosas compuestas. ¿Qué más se puede esperar?»

[6.20.] {232} Entonces, alguien de nombre Subhadda, quien renunció la vida del mundo recién en su anciana edad, estaba sentado dentro de la asamblea y se dirigió a los monjes de esta manera: «Suficiente amigos, no sufráis ni os lamentéis más. Nos hemos librado de este gran asceta. Por mucho tiempo, amigos, hemos sido oprimidos por él, porque nos decía ‘esto es apropiado para ti, esto no es apropiado para ti’. Ahora, finalmente, podremos hacer lo que queramos, y lo que no queremos hacer, no lo haremos».

Pero el Venerable Maha Kassapa dijo a los monjes: «Es suficiente ya, amigos. ¡No sufráis más ni os lamentéis! ¿Acaso no declaró el Bienaventurado que todo lo que es querido y bien amado está destinado a sufrir cambios, separación y ruptura? De todo lo nacido, de lo que llegó a existir, de lo compuesto y sujeto a decadencia ¿cómo uno podrá decir: ‘¡que esto no se desintegre!’?»

[6.21.] {233} En esta ocasión, cuatro de los mallas de las familias más importantes, lavaron sus cabezas y vistieron nuevas ropas, pensando: «nosotros vamos a hacer arder ahora la pira del Bienaventurado». Acto seguido, trataron de hacerlo, pero no pudieron. Entonces lo mallas hablaron al Venerable Anuruddha, diciendo: «¿Cuál es la causa, venerable Anuruddha, cuál es la razón, por la cual estos cuatro mallas de las familias más importantes, al lavar sus cabezas, vestir las nuevas ropas y pensar: «Vamos a hacer arder ahora la pira del Bienaventurado», no pueden hacerlo?»

«Vosotros, vasetthas, tenéis un propósito y las deidades, otro»

«¿Y cuál es, venerable señor, el propósito de las deidades?»

«El propósito de las deidades, vasetthas, es este: ‘El Venerable Maha Kassapa está viniendo a Kusinara desde Pava con un numeroso grupo de quinientos monjes. Que no arda la pila del Bienaventurado hasta que el Venerable Maha Kassapa rinda homenaje a los pies del Bienaventurado».

«Si éste es el deseo de las divinidades, así será hecho».

[6.22.] {234} Entonces llegó el Venerable Maha Kassapa y se acercó a la pira del Bienaventurado, al santuario de los mallas de Makuta-bandhana en Kusinara. Y arreglando su hábito externo, lo puso sobre uno de sus hombros y, con las manos juntadas en un saludo, caminó tres veces alrededor de la pira, teniendo siempre el cuerpo del Bienaventurado a su derecha. Después, rindió homenaje a los pies del Bienaventurado. Y así mismo procedieron los quinientos monjes que le acompañaban.

Finalmente, cuando se realizó el homenaje del Venerable Maha Kassapa y de los quinientos monjes, la pira del Bienaventurado ardió en llamas por sí sola.

[6.23.] {235} Y cuando el cuerpo del Bienaventurado haya sido consumido por las llamas, desapareció todo lo que era la piel, los tejidos, la carne, los tendones y los fluidos: ni siquiera quedaron cenizas de estas partes del cuerpo. Solamente permanecieron los huesos [2]. Al igual que cuando se quema la mantequilla o el aceite, no quedan partículas algunas ni cenizas, así tampoco, cuando fue quemado el cuerpo del Bienaventurado, se vieron las cenizas ni partículas algunas, de lo que era la piel, los tejidos, la carne, los tendones y los fluidos. Solamente los huesos permanecieron. De las quinientos piezas de lino, que envolvían el cuerpo del Bienaventurado, solamente dos no fueron consumidas por el fuego: la más recóndita y la exterior.

Después, cuando el cuerpo del Bienaventurado fue consumido por las llamas, el agua de la lluvia que cayó del cielo, apagó la pira del Bienaventurado, también llegó el agua desde la arboleda y los mallas de Kusinara trajeron el agua perfumada de diversos aromas, con la cual también apagaron la pira del Bienaventurado.

Finalmente, los mallas de Kusinara, llevaron las reliquias del Bienaventurado a su sala de concilio, donde las rodearon de rejas de jabalinas y separaron mediante una pared de huesos. Después, durante una semana, rindieron homenaje a las reliquias del Bienaventurado con danzas, canciones, música, guirnaldas de flores y perfumes. Mostraron respeto, honra y veneración a las reliquias del Bienaventurado.

39. Sariradhatuvibhajana – Distribución de las reliquias de los elementos del cuerpo [Leer en pali]

[6.24.] {236} En esta ocasión, Ajatasattu Videhiputta, el rey de Maghada, escuchó que el Bienaventurado falleció en Kusinara. Entonces, envió mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: «El Bienaventurado provenía de la casta de los guerreros, al igual que yo. Por eso, soy digno de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Voy a erguir una stupa para sus reliquias y voy a ofrecer un festival en su honor».

Por otro lado, los licchavis de Vesali también supieron que el Bienaventurado falleció en Kusinara. Entonces, enviaron mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: «El Bienaventurado provenía de la casta de los guerreros, al igual que nosotros. Por eso, somos dignos de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Vamos a erguir una stupa para sus reliquias y vamos a ofrecer un festival en su honor».

También los sakyas de Kapilavatthu supieron que el Bienaventurado falleció en Kusinara. Entonces, enviaron mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: «El Bienaventurado provenía de la casta de los guerreros, al igual que nosotros. Por eso, somos dignos de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Vamos a erguir una stupa para sus reliquias y vamos a ofrecer un festival en su honor».

También los bulis de Allakappa supieron que el Bienaventurado falleció en Kusinara. Entonces, enviaron mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: «El Bienaventurado provenía de la casta de los guerreros, al igual que nosotros. Por eso, somos dignos de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Vamos a erguir una stupa para sus reliquias y vamos a ofrecer un festival en su honor».

También los kolis de Ramagama supieron que el Bienaventurado falleció en Kusinara. Entonces, enviaron mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: «El Bienaventurado provenía de la casta de los guerreros, al igual que nosotros. Por eso, somos dignos de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Vamos a erguir una stupa para sus reliquias y vamos a ofrecer un festival en su honor».

También el brahmán Vethadipa supo que el Bienaventurado falleció en Kusinara. Entonces, envió mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: «El Bienaventurado provenía de la casta de los guerreros, al igual que yo, el brahmán. Por eso, soy digno de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Voy a erguir una stupa para sus reliquias y voy ofrecer un festival en su honor».

También los mallas de Pava supieron que el Bienaventurado falleció en Kusinara. Entonces, enviaron mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: «El Bienaventurado provenía de la casta de los guerreros, al igual que nosotros. Por eso, somos dignos de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Vamos a erguir una stupa para sus reliquias y vamos a ofrecer un festival en su honor».

[6.25] Pero cuando los mallas de Kusinara escucharon todos estos mensajes, dijeron: «el Bienaventurado, falleció en nuestra ciudad. Por eso, no vamos a compartir sus reliquias con nadie».

{237} En este momento el brahmán Dona tomó la palabra y dijo:

Escuchad señores, una palabra mía, un ruego de mi parte;

Nuestro Buda nos enseñó la tolerancia.

Impropio sería crear conflictos,

O crear sangrientas guerras, por la custodia

De los restos, del que fue mejor entre los hombres.

Pongámonos todos, señores, de común acuerdo,

Para compartir las ocho porciones – a lo largo y lo ancho

Las stupas pueden, entonces, erguirse, para que al verlas, los seres humanos,

Tengan fe en el Plenamente Despierto.

{238} «Pues, así sea, brahmán: divide tú mismo las reliquias en ocho partes iguales»

Y el brahmán Dona respondió a la asamblea: «Así sea, señores» y dividió en forma justa y equitativa las reliquias del Bienaventurado en ocho porciones. Hecho esto, dijo a la asamblea: «que se acerque aquí la urna, señores. Sobre ella, voy a erguir la stupa en honor al Bienaventurado y voy a ofrecer el festival». Y se llevó la urna junto al brahmán Dona.

[6.26.] En esta ocasión, también los moriyas de Pipphalivana supieron que el Bienaventurado falleció en Kusinara. Entonces, enviaron mensajeros a los mallas de Kusinara diciendo: «El Bienaventurado provenía de la casta de los guerreros, al igual que nosotros. Por eso, somos dignos de recibir una porción de las reliquias del Bienaventurado. Vamos a erguir una stupa para sus reliquias y vamos a ofrecer un festival en su honor».

«No quedan más porciones de las reliquias del Bienaventurado; sus reliquias ya han sido divididas. Pero tomad algo de estas cenizas». Y ellos tomaron una parte de las cenizas.

40. Dhatuthupapuja – Veneración de las reliquias [Leer en pali]

[6.27.] {239} Después, Ajatasattu Videhuputta, el rey de Maghada, erigió la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Rajagaha y ofreció un festival en su honor. También los kicchavis de Vesala erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Vesali y ofrecieron un festival en su honor. Por otro lado, los sakyas de Kapilavatthu erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Kapilavatthu y ofrecieron un festival en su honor. También, los bulis de Allakappa erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Allakappa y ofrecieron un festival en su honor. Y los kolis de Ramagama erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Ramagama y ofrecieron un festival en su honor. El brahmán Vethadipa también erigió la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Vethadipa y ofreció un festival en su honor. También los mallas de Pava erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Pava y ofrecieron un festival en su honor. Asimismo, los mallas de Kusinara erigieron la stupa sobre las reliquias del Bienaventurado en Kusinara y ofrecieron un festival en su honor. Y el brahmán Dona erigió la stupa sobre la urna y ofreció un festival en su honor. Finalmente, los moriyas de Pipphalivana erigieron la stupa sobre las cenizas del Bienaventurado en Pipphalivana y ofrecieron un festival en su honor.

De esta manera, llegaron a ser ocho las estupas erguidas con las reliquias, la novena fue erguida sobre la urna y la décima, sobre las cenizas.

Esto es lo que pasó en aquellos antiguos días [3].

[6.28.] {239} Ocho porciones de reliquias quedaron de él,

Del Vidente. De ellas, siete permanecieron

En Jumbudipa con honores. El octavo,

En Ramagama, llevado por el rey de los nagas.

Un diente había sido llevado por los Treinta Dioses,

El rey de Kalinga tiene uno y los nagas, dos.

Ellos se despojaron de su gloria sobre la tierra fructífera

Y así el Vidente ha sido honrado con el honor.

Los devas y los nagas, los reyes y los hombres más nobles,

Juntan las manos en homenaje, porque es difícil

Encontrar a alguien semejante en sinfín de los eones .


NOTAS:

[1] En el Vinaya Pitaka, el monje Channa está descrito varias veces como alguien que tiene el siguiente reclamo «El Buda es mío, el Dhamma es mío, porque gracias a mí, el joven maestro ha descubierto el Dhamma». La tradición post-canónica identifica a este Channa con el jinete personal del joven príncipe Siddhattha que, antes de su despertar, le acompañaba en sus viajes fuera del palacio. En dichos viajes, el futuro Buda encontró a una persona enferma, otra anciana y a un muerto, lo que lo impulsó a emprender su búsqueda del escape del sufrimiento y de la muerte y, consecuentemente, de su futuro Despertar. La «alta penalidad» tiene, en este caso, la finalidad de cambiar la actitud de Channa y ayudarle a alcanzar el estado de arahant. Efectivamente, un diferente texto canónico (SN 22,90) relata cómo Channa, al reflexionar y conversar con el Venerable Ananda, realiza un importante avance hacia el Dhamma.

[2] La palabra pali sarira indica que también se puede tratar aquí de una especie de extracto que permaneció del cuerpo del Buda. De hecho, según la tradición y la posterior interpretación, este término se refiere a una sustancia indestructible que se supone, puede ser encontrada entre las cenizas de un arahant.

[3] En este lugar realmente finaliza el sutta. Los versos que siguen a continuación tienen carácter post canónico y están incluidos en algunas ediciones del Tipitaka, pero tienen el origen tardío. De acuerdo a los Comentarios, la autoría de los mismos es de los ancianos de la Isla de Tambapanni (Sri Lanka).


FUENTES:

«Mahaparinibbanasutta» [en línea] en World Tipitaka Edition http://studies.worldtipitaka.org/tipitaka/7D/3 (13/05/2008).

HERMANA VAJIRA y Francis STORY [en línea]. «Maha-parinibbana Sutta: Last Days of the Buddha «. (18/06(2006).

THANISSARO BHIKKHU [en línea]. «Maha-Parinibbana Sutta: The Great Discourse on the Total Unbinding » (fragmentos) Partes V y VI. (18/06/2006).

WALSHE, Maurice. «Mahaparinibbana Sutta: The great Passing. The Buddha’s Last Days». En «The Long Discourses of the Buddha: A Translation of the Digha Nikaya «. Boston, Wisdom Publications. Págs. 231-277.


Traducido y editado por Isidatta para Bosque Theravada © 2008

Revisado y corregido por Upasika

Edición de Bosque Theravada © 2008 © 2010

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