Por qué estamos aquí

Plática ofrecida a grupo de personas laicas que visitaron el monasterio Wat Tham Saeng Phet durante el retiro de la lluvias en 1981, un poco antes de que se haya deteriorado la salud del Ven. Ajahn Chan.

Por Ven. Ajahn Chah

Lp008Este es el retiro de época de lluvia no tengo muchas fuerzas, no me siento bien, así que he subido a esta montaña para recibir un poco de aire fresco. La gente viene a visitarme pero realmente no puedo recibirla como acostumbraba porque mi voz está casi vencida, mi aliento casi ido. Podéis considerarlo una bendición él que aún este cuerpo esté sentado aquí, para que todos los podáis ver ahora. Esto es una bendición en sí mismo. Pronto no lo veréis. La respiración concluirá, la voz se habrá ido. Pasaran de acuerdo a los factores de soporte, como todas las cosas compuestas. El señor Buda lo llamo khaya vayam, la decadencia y disolución de todos los fenómenos condicionados.

¿Cómo decaen? Consideremos un trozo de hielo. Originariamente era simplemente agua… lo congelan y se vuelve hielo. Pero no tarda mucho en derretirse. Tomad un trozo grande de hielo, digamos tan grande como el grabador aquí, y dejadlo afuera al sol. Podéis ver como decae, muy similar al cuerpo. Se desintegrara gradualmente. En no muchas horas o minutos todo lo que quedará es un charco de agua. Esto es llamado khaya vayam, la decadencia y disolución de todas las cosas compuestas. Ha sido así por mucho tiempo, incluso desde los comienzos del tiempo. Cuando nacemos traemos al mundo esta naturaleza inherente con nosotros, no podemos evitarlo. En el nacimiento traemos vejez, enfermedad y muerte con nosotros.

Por eso es que el Buda dijo khaya vayam, la declinación y disolución de todas las cosas compuestas. Todos nosotros sentados aquí en la sala, monjes, novicios, hombres y mujeres laicos, somos sin excepción “trozos en deterioro”. Ahora el trozo es duro, igual que el trozo de hielo. Empieza como agua, se vuelve hielo por un momento y luego se vuelve a derretir. ¿Podéis ver esta decadencia en vosotros mismo? Mirad este cuerpo. Esta envejeciendo cada día… el cabello esta envejeciendo, las uñas están envejeciendo… ¡todo está envejeciendo!

No habéis sido así antes, ¿no es cierto? Probablemente habéis sido mucho más pequeños que ahora. Ahora habéis crecido y madurado. De ahora en adelante decaeréis, siguiendo el camino de la naturaleza. El cuerpo decae como el trozo de hielo. Pronto, así como el trozo de hielo, todo se habrá ido. Todos los cuerpos están compuestos por los cuatro elementos: tierra, agua, viento y fuego. Un cuerpo es la confluencia de tierra, agua, viento y fuego, que procedemos a llamar: una persona. Originariamente es difícil decir como lo llamaríais, pero ahora lo llamamos “una persona”. Nos cegamos con ello, diciendo que es masculino, femenino, dándole nombres, Sr., Sra., y demás, para identificar a cada uno más fácilmente. Pero en realidad no hay nadie ahí. Hay tierra, agua, viento y fuego. Cuando se unen en esta forma conocida llamamos al resultado una “persona”. Ahora bien, no os excitéis por ello. Si realmente miráis dentro de ello no hay nadie allí.

Aquello que es sólido en el cuerpo, la carne, piel, huesos y demás, es llamado el elemento tierra. Aquellos aspectos del cuerpo que son líquidos son el elemento agua. La facultad de calor en el cuerpo es elemento fuego, mientras que los vientos corriendo por el cuerpo son el elemento viento.

En Wat Ba Pong (el Monasterio fe Ba Pong) tenemos un cuerpo que no es ni masculino ni femenino. Es el esqueleto colgado en la sala principal. Mirándolo no os da la impresión de que sea un hombre o una mujer. Las personas se preguntan unas a otras si es un hombre o una mujer y todo lo que pueden hacer es mirarse sin comprender. Es solo un esqueleto, toda la piel y la carne se han ido.

La gente ignora estas cosas. Algunos van a Wat Ba Pong, entran a la sala principal, ven los esqueletos… ¡y salen corriendo de nuevo! No soportan verlos. Tienen miedo, miedo de los esqueletos. Supongo que esas personas nunca se han visto a ellas mismas antes. Miedo de los esqueletos… no reflexionan sobre el gran valor de un esqueleto. Para llegar al monasterio tuvieron que conducir un coche o caminar… si no tuvieran huesos ¿cómo serían? ¿Serían capaces de caminar así? Pero conducen sus coches a Wat Ba Pong, entran a la sala principal, ven los esqueletos ¡y salen corriendo enseguida! Nunca han visto una cosa así antes. Han nacido con ello y aún así nunca lo han visto. Es muy afortunado que tengan una oportunidad de verlo ahora. Incluso personas mayores ven los esqueletos y se asustan… ¿A que viene tanto escándalo? Esto muestra que no están en absoluto en contacto con ellos mismos, no se conocen realmente a ellos mismos. Quizás vayan a sus casas y aun no puedan dormir por tres o cuatro días… ¡y aún así están durmiendo con un esqueleto! Se visten con él, comen con él, hacen todo con él… y aún así se asustan de él.

Esto muestra cuán fuera de contacto con sí misma esta la gente. ¡Qué lastimoso! Están siempre mirando hacia fuera, a los árboles, a otra gente, a objetos externos, diciendo “este es grande”, “eso es pequeño”, “eso es corto”, “eso es largo”. Están tan ocupados mirando otras cosas que nunca se ven a ellos mismos. Para ser honesto, la gente realmente da lastima. No tienen refugio.

En las ceremonias de ordenación, los novicios tienen que aprender los cinco temas básicos de meditación: kesa, cabello; loma, vello; nakha, uñas; danta, dientes; taco, piel. Algunos de los estudiantes y las personas educadas se ríen para sus adentros cuando escuchan esta parte de la ordenación…“¿Qué esta tratando de enseñarnos Ajan aquí? Enseñándonos acerca del cabello cuando lo hemos tenido siempre. No necesita enseñarnos esto, ya lo sabemos. ¿Por qué molestarse en enseñarnos algo que ya sabemos? “La gente lerda es así, piensa que ya puede ver el cabello. Yo les digo que cuando digo “ver el cabello” quiero decir verlo como realmente es. Ver el vello como realmente es, ver las uñas, los dientes y la piel como realmente son. Cabello, uñas, dientes, piel… ¿cómo son realmente? ¿Son bonitos? ¿Son limpios? ¿Tienen alguna sustancia real? No… no valen nada. No son bonitos pero imaginamos que lo son. No son sustanciales pero imaginamos que lo son.

Cabello, uñas, dientes, piel… la gente esta realmente enganchada con estas cosas. El Buda estableció estas cosas como los temas básicos para la meditación, el nos enseño a conocer estas cosas. Son transitorias, imperfectas y Sin Dueño; no son “yo” o “ellos”. Nacemos y nos engañamos con estas cosas, pero en realidad son impuras. Supongamos que no nos bañamos por una semana, ¿podríamos aguantar estar cerca uno del otro? Realmente oleríamos mal. Cuando la gente suda mucho, como cuando mucha gente junta esta trabajando duro, el olor es espantoso. Volvemos a casa y nos frotamos con jabón y agua y el olor se reduce en cierto modo, la fragancia del jabón lo reemplaza. Frotar jabón en el cuerpo puede hacerlo parecer perfumado, pero en realidad el mal olor del cuerpo aun esta allí, temporalmente suprimido. Cuando el perfume del jabón se vaya el olor del cuerpo vuelve de nuevo.

Tendemos a considerar a estos cuerpos como bonitos, encantadores, duraderos y fuertes. Tendemos a pensar que nunca envejeceremos, nos enfermaremos o moriremos. Estamos encantados y engañados por el cuerpo, y así somos ignorantes de nuestro verdadero refugio interno. El verdadero lugar de refugio es la mente. La mente es nuestro verdadero refugio. Esta sala aquí quizás sea bastante grande pero no puede ser un verdadero refugio. Las palomas se refugian aquí, los geckos se refugian aquí, los lagartos se refugian aquí… podemos pensar que la sala nos pertenece pero no es así. Vivimos aquí junto con todo lo demás. Este es solo un refugio temporario, pronto debemos dejarlo. La gente toma a estos albergues como refugio.

Así que el Buda dijo que encontréis vuestro refugio. Eso significa encontrar vuestro verdadero corazón. Este corazón es muy importante. La gente no mira generalmente las cosas importantes, pasa la mayor parte de su tiempo mirando cosas insignificantes. Por ejemplo, cuando hacen la limpieza de la casa pueden estar dedicados a limpiar la casa, fregar los platos, etc., pero dejan de notar sus propios corazones. Sus corazones quizás estén podridos, quizás se sientan enojados, fregando los platos con una expresión agria en sus rostros. Que sus propios corazones no están muy limpios, eso no lo ven. Esto es lo que llamo “tomar un abrigo temporario como refugio”. Embellecen la casa y el hogar pero no piensan en embellecer sus propios corazones. No observan el sufrimiento. El corazón es lo importante. El Buda enseño a encontrar un refugio dentro de vuestro propio corazón: Attahi attano natho – “Haceros un refugio en vosotros mismos”. ¿Quién más puede ser vuestro refugio? El verdadero refugio es el corazón, ninguna otra cosa lo es. Podéis intentar depender de otras cosas, pero no son algo seguro. Solo podéis depender realmente de otras cosas si tenéis ya un refugio dentro de vosotros. Debéis tener vuestro propio refugio primero antes de que podáis depender de otra cosa, sea un maestro, familia, amigos o parientes.

Así que vosotros, laicos y monjes que habéis venido a visitarme hoy, por favor considerad esta enseñanza. Preguntaos: “¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? Preguntaos: ¿Por qué he nacido? “Alguna gente no lo sabe. Quiere ser feliz pero el sufrimiento nunca concluye. Rico o pobre, joven o viejo, todos sufren lo mismo. Todo es sufrimiento. ¿Y por que? Porque no tienen sabiduría. Los pobres son infelices porque no tienen suficiente y los ricos son infelices porque tienen demasiado que cuidar.

En el pasado, siendo un novicio joven, di un discurso de Dhamma. Hable acerca de la felicidad de la prosperidad y las posesiones tener, sirvientes y demás… Cien sirvientes, cien sirvientas, cien elefantes, cien vacas, cien búfalos… ¡cien de todo! La gente laica realmente lo disfruta. ¿Pero podéis imaginaros cuidando cien búfalos? O cien vacas, cien sirvientes y sirvientas… ¿podéis imaginaros teniendo que cuidar todo eso? ¿Seria divertido eso? La gente no considera este lado de las cosas. Tienen el deseo de poseer… de tener vacas, los búfalos, los sirvientes… cientos de ellos. Pero yo digo que cincuenta búfalos serian demasiado. ¡Tan solo retorcer las sogas para todas esas bestias ya seria demasiado! Pero la gente no considera esto, solo piensa en el placer de adquirir. No consideran la molestia que implica.

Si no tenemos sabiduría, todo alrededor de nosotros será una fuente de sufrimiento. Si somos sabios estas cosas nos guiaran fuera del sufrimiento. Ojos, orejas, nariz, lengua, cuerpo y mente… los ojos no son necesariamente cosas buenas, ¿sabéis? Si estáis de mal humor el solo ver otra gente puede haceros enojar y perder vuestro sueño. O podéis enamoraros de otros. El amor también es sufrimiento, si no obtienes lo que deseas. El amor y el odio son sufrimiento porque hay deseo. Desear es sufrimiento, desear no tener es sufrimiento. Desear adquirir cosas… aunque las obtengáis es sufrimiento porque tenéis miedo de que las perdáis. Sólo hay sufrimiento. ¿Cómo viviréis con ello? Podéis tener una casa grande y lujosa, pero si vuestros corazones no son buenos las cosas nunca salen como lo esperáis.

Por eso, todos vosotros deberíais miraros a vosotros mismos. ¿Por qué hemos nacido? ¿Realmente conseguimos algo en esta vida? Aquí en el campo la gente comienza a plantar arroz en la infancia. Cuando alcanzan los diecisiete o dieciocho años salen y se casan, con miedo de que no tengan tiempo suficiente para hacer fortuna. Comienzan a trabajar desde temprana edad pensando que se harán ricos de ese modo. Plantan arroz hasta que tienen setenta u ochenta, incluso noventa años. Yo les pregunto: “Desde el día que naciste has estado trabajando. Ahora que es casi tiempo de irse, ¿qué llevaras contigo? ” No saben que decir. Todo lo que pueden decir es: “¡Yo que sé!” Tenemos un dicho en esta zona: “No te demores recogiendo bayas a lo largo del camino… antes de que te des cuenta caerá la noche.” Sólo por este: ¡Yo que se!… No están ni aquí ni allí, satisfechos sólo con un “yo que sé”… sentados entre las ramas del árbol de las bayas, hartándose de bayas… “yo que sé, yo que sé…”

Cuando sois jóvenes pensáis que ser soltero no es muy bueno, os sentís un poco solos. Así que encontráis una pareja con quien vivir. ¡Pongan dos juntos y hay roce! Vivir solo es demasiado tranquilo, pero al vivir con otros hay roce.

Cuando los niños son pequeños los padres piensan: “Cuando crezcan estaremos mejor”. Ellos crían a sus hijos, tres, cuatro o cinco, pensando que cuando los niños crezcan sus cargas serán más livianas. Pero cuando los hijos crecen se ponen incluso más pesadas. Como dos trozos de madera, uno grande y otro pequeño. Arrojáis el pequeño y tomáis el grande, pensando que es el más liviano, pero por supuesto que no lo es. Cuando los hijos son pequeños no os molestan demasiado, un puñado de arroz y una banana de vez en cuando. ¡Cuando crecen quieren una motocicleta o un coche! Bueno, vosotros amáis a vuestros hijos, no podéis negaros. Así que tratáis de darles lo que desean. Problemas… A veces los padres empiezan una discusión por ello… “¡No vayas a comprarle un coche, no tenemos suficiente dinero!” Pero cuando amáis a vuestros hijos tenéis que pedir prestado el dinero de algún lado. Quizás los padres hasta tengan que pasarse sin conseguir las cosas que los hijos desean. Después esta la educación. “Cuando terminen sus estudios, estaremos bien.” ¡Sus estudios no tienen fin! ¿Qué es lo que terminarán? Solo en la ciencia del budismo hay un punto de terminación, todas las otras ciencias sólo van en círculos. Al final es un verdadero dolor de cabeza. Si es una casa con cuatro o cinco hijos en ella los padres discuten todos los días.

El sufrimiento que está esperando en el futuro no lo vemos, pensamos que nunca sucederá. Cuando sucede, entonces sabemos. Esa clase de sufrimiento, el sufrimiento inherente a nuestros cuerpos es difícil de prever. Cuando yo era un niño cuidando los búfalos, solía tomar carbón y frotarlo en mis dientes para emblanquecerlos. Volvía a casa y miraba en el espejo y los veía tan lindos y tan blancos… estaba siendo engañado por mis propios huesos, eso era todo. Cuando alcancé los cincuenta o sesenta años mis dientes empezaron a aflojarse. Cuando los dientes comienzan a caerse duele tanto, que cuando comes se siente como si te hubieran pateado la boca. Realmente duele. He pasado por esto ya. Así que hice sacarlos todos. Ahora tengo dientes falsos. Mis verdaderos dientes me estaban dando tantos problemas que los hice sacar todos, dieciséis de una vez. El dentista estaba reacio a sacar dieciséis dientes de una vez, pero le dije:” Sólo sácalos, yo asumo las consecuencias. ” Así que los sacó a todos de una vez. Algunos aún estaban buenos también, por lo menos cinco de ellos. Los sacó a todos. Pero realmente fue algo arriesgado. Después de habérmelos sacado no pude comer nada por dos o tres días.

Antes, siendo un pequeño niño cuidando los búfalos, solía pensar que pulir los dientes era algo magnífico. Amaba a mis dientes, pensaba que eran cosas buenas. Pero al final tuvieron que irse. El dolor casi me mató. Sufrí de dolor de muelas por meses, años. A veces también mis encías estaban hinchadas al mismo tiempo.

Algunos de vosotros quizás tengáis la oportunidad de experimentar esto en vosotros mismos, algún día. Si vuestros dientes aún están buenos y los estáis cepillando todos los días para mantenerlos bonitos y blancos… ¡tened cuidado! Quizás ellos empiecen a engañarlos más adelante.

Ahora sólo os estoy enterando de estas cosas… el dolor que surge de vuestros propios cuerpos. No hay nada dentro del cuerpo de lo cual podáis depender. No es tan malo cuando aún sois jóvenes, pero a medida que envejecéis las cosas empiezan a averiarse. Todo comienza a caerse a pedazos. Las condiciones siguen su curso natural. Lloremos o riamos por ellas, ellas siguen su camino. No hace diferencia cómo nos sentimos por ello. Estemos con dolor o dificultades, estemos vivos o muertos, eso no les hace diferencia. Y no hay conocimiento o ciencia que pueda impedir este curso natural de las cosas. Podéis hacer que un dentista os revise los dientes, pero aún si los puede arreglar, finalmente seguirán su curso natural. Al final hasta el dentista tiene el mismo problema. Todo cae en pedazos al final.

Estas son las cosas que deberíamos contemplar mientras aún tenemos algo de vigor, deberíamos practicar mientras somos jóvenes. Si queréis hacer mérito entonces apresuraos y hacedlo, no lo dejéis para los mayores. La mayoría de las personas espera hasta que envejece antes de ir a un monasterio en intentar practicar Dhamma. Las mujeres y los hombres dicen lo mismo… “Espera primero hasta que envejezca.” No sé por qué dicen eso, ¿acaso tiene más vigor una persona mayor? Dejadlos correr una carrera con una persona joven y ved cuál es la diferencia. ¿Por qué lo dejan hasta que envejecen? Como si nunca fueran a morir. Cuando llegan a los cincuenta o sesenta años o más… “¡Hey, abuela! ¡Vamos al monasterio! ” “Ve tú, mi oído ya no está tan bueno.” ¿Veis lo que quiero decir? Cuando su oído estaba bueno, ¿qué escuchaba? “¡No comprendo!”… perdiendo el tiempo con las bayas. Finalmente, cuando pierde su oído, va al templo. Es inútil. Escucha el sermón pero no tiene ni idea de qué están hablando. La gente espera hasta que está toda gastada antes de pensar en practicar Dhamma.

La charla de hoy puede ser útil para aquellos de vosotros que pueden entenderla. Estas son cosas que deberíais comenzar a observar, son nuestra herencia. Gradualmente se volverán más y más pesadas, una carga para soportar para cada uno de nosotros. En el pasado mis piernas eran fuertes, podía correr. Ahora sólo paseando se sienten pesadas. Antes mis piernas me llevaban. Ahora yo tengo que llevarlas a ellas. Cuando era niño veía gente mayor levantarse de sus asientos… “¡Oh!” Incluso cuando llegan a este estado aún no aprenden. Sentándose se quejan… “¡Oh!” Levantándose se quejan:“¡Oh!”Siempre está ese “¡Oh!” Pero no saben qué es lo que los hace quejarse así.

Incluso cuando se llega a este punto la gente no ve la ruina del cuerpo. Nunca sabéis cuándo estaréis separados de él. Lo que está causando todo el dolor son Simplemente condiciones siguiendo su curso natural. La gente lo llama artritis, reumatismo, gota, etc., el médico prescribe medicinas, pero nunca se cura completamente. Al final todo cae a pedazos, ¡hasta el médico! Estas son las condiciones sucediendo en su curso natural. Este es su camino, su naturaleza.

Mirad esto ahora. Si lo veis por adelantado estaréis mejor, como ver por adelantado a una serpiente venenosa en el sendero. Si la veis podéis salir de su camino y no seréis mordidos. Si no la veis quizás sigáis caminando y la pisaréis. Y entonces muerde.

Cuando surge el dolor la gente no sabe qué hacer. ¿Dónde ir a tratarlo? Quiere evitar el dolor, quiere estar libre de él, pero no saben cómo tratarlo cuando surge. Y viven así hasta que envejecen…y enferman…y mueren…

En tiempos antiguos se decía que si alguien estaba mortalmente enfermo, uno de los parientes cercanos debería susurrar “Bud-dho, Bud-dho” en su oído. ¿Qué van a hacer con Bud-dho? ¿De qué les servirá Bud-dho cuando están casi en la pira funeraria? ¿Por qué no aprendieron Buddho cuando eran jóvenes y sanos? Ahora, con la respiración viniendo irregular tú vas y dices: “Madre…¡Bud-dho, Bud-dho!” ¿Por qué perder tú tiempo? Sólo la confundirás, déjala ir en paz.

La gente no sabe cómo resolver problemas dentro de sus propios corazones, no tienen refugio. Se enoja fácilmente y tiene un montón de deseos. ¿Por qué esto? Porque no tienen refugio.

Cuando la gente está recién casada puede llevarse bien, pero después de los cincuenta más o menos, no pueden entenderse. Todo lo que la esposa dice es intolerable para el esposo. Todo lo que la esposa dice es intolerable para el esposo. Todo lo que el esposo dice, la esposa no lo querrá escuchar. Se vuelven las espaldas.

Estoy hablando así porque nunca he tenido una familia. ¿Por qué no he tenido una familia? Sólo viendo esta palabra “familia”[1] supe de qué se trataba ¿Qué es una familia? Esto es estar atado: si trajera una soga y nos atara mientras estuviéramos sentados aquí, ¿qué sería eso? Eso se llama “estar atado”. Sea como sea, “estar atado” es como eso. Hay un círculo de encierro. El hombre vive dentro de su círculo de encierro, y la mujer vive dentro de su círculo de encierro.

Cuando leí esta palabra “familia”… es una palabra fuerte. No es un asunto insignificante, es un verdadero matador. La palabra “restringir” es un símbolo de sufrimiento. No podéis ir a ningún lado, debéis quedaros dentro de vuestro círculo de encierro.

Ahora vamos a la palabra “casa”. Esto significa “aquello que desmantela”. ¿Habéis tostado chiles alguna vez? Toda la casa se ahoga y estornuda. Esta palabra “familia” causa confusión, no vale la pena. Por esta palabra fui capaz de ordenarme y no dejar las vestiduras. “Familia” asusta. Estáis clavados y no podéis a ningún lado. Hay problemas con los niños, con el dinero, y todo lo demás. ¿Pero adónde podéis ir? Estáis atados. Hay hijos e hijas, discusiones en profusión hasta el día de vuestra muerte, y no hay ningún otro lugar adónde ir, no importa cuánto sea el sufrimiento. Se derramaran lágrimas y continúan derramándose. Las lágrimas nunca se acabarán con esta “familia”, sabéis. Si no hay familia quizás podáis concluir con las lágrimas, pero no de otra forma. Considerad este asunto. Si no os habéis tropezado con él aún, quizás lo haréis más adelante. Algunas personas lo han experimentado ya hasta cierto punto. Algunos ya no saben qué hacer… “¿Me quedaré o me iré?” en Wat Ba Pong hay setenta u ochenta cabañas (kuti). Cuando están casi llenas le digo al monje a cargo que guarde algunas, para el caso de que alguien tenga una discusión con su cónyuge… Con seguridad, en poco tiempo llegará una señora con sus valijas… “Estoy harta del mundo, Luang Por.” ¡Hey! No digas eso. Esas son palabras realmente fuertes. “Entonces viene el esposo y dice que está harto también. Depuse de dos o tres días en el monasterio su cansancio de la vida desaparece.

Dicen que están hartos pero sólo se están engañando. Cuando van a un kuti y se sientan en el silencio, después de un rato vienen los pensamientos… “¿Cuándo vendrá la esposa y me pedirá volver a casa?” No saben realmente qué está sucediendo ¿Qué es ese “cansancio de la vida” de ellos? Se preocupan por algo y vienen corriendo al monasterio. En casa todo parecía malo… el esposo estaba errado, la esposa estaba errada… después de tres días de pensar en calma… “Mmm, la esposa estaba en lo cierto, después de todo era yo el que estaba errado.” “Mi marido tenía razón, no tendría que haberme alterado tanto.” Cambian los lugares. Así es como es, es por eso que no me tomo muy en serio al mundo. Ya conozco sus recovecos, es por eso que he elegido vivir como monje.

Quisiera ofrecer la charla de hoy a todos vosotros como tarea para el hogar. Estéis en los campos o trabajando en la ciudad, tomad estas palabras y consideradlas… “¿Por qué he nacido? ¿Qué puedo llevarme conmigo?” Preguntaos una y otra vez. Si os preguntáis estas preguntas con frecuencia os haréis sabios. Si no reflexionáis sobre estas cosas quedaréis ignorantes. Escuchando la charla de hoy, podéis obtener alguna comprensión, si no ahora, entonces cuando lleguéis a casa. Quizás haya cosas esperándolos en el auto. Cuando entréis al auto quizás entre con vosotros. Cuando lleguéis a casa todo puede volverse claro… “Oh, esto es lo que quería decir Luang Por. No podía verlo antes.”

Creo que es suficiente por hoy. Si hablo demasiado este viejo cuerpo se cansa.


[1] Hay un juego de palabras en el lenguaje tailandés, basado en la palabra para familia – Krorp krua – que literalmente significa “marco de cocina” o “círculo tostado”. (En el original en inglés, se usa la palabra “household”, o sea “casa” o “hogar” y “retener, limitar, restringir”. [N. Del T.])


Fuente: la primera edición, 1992. Trascrito de la edición impresa en 1994 por David Savage con los auspicios de «DharmaNet Dharma Book Transcription Project», con el debido permiso.

Copyright © The Sangha, Bung Wai Forest Monastery.

Edición de Access to Insight © 1944

Edición de Bosque Theravada © 2008

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