Khn 21,3 (Cv 11,1.12-16) {4V.11.3,445} Brahmadandakatha – Porción con el castigo consistente en la prohibición de conversar y comunicarse con el transgresor

En esta sección se cuenta cómo el antiguo auriga del Buda de la época cuando éste todavía era un joven príncipe, y que se convirtió luego en un monje bastante presuntuoso, al encontrarse con el venerable Ananda, se aprrepiente de su conducta y alcanza la perfección. El incidente con el rey Udena y sus concubinas ilustra la vieja tradición budista de respetar aún las cosas inanimadas y no derrocharlas.

El sistema de numeración entre paréntesis corresponde al sistema de Oldenberg, seguido luego por Horner, en las ediciones de Pali Text Society y, y el de entre las llaves, de World Tipitaka Edition


[Leer en pali]

[12] {445} En esta ocasión, el venerable Ananda habló de la siguiente manera a los monjes que eran venerables ancianos:

“Venerables señores, el Bienaventurado, al tiempo de alcanzar el Parinibbana me dijo lo siguiente: ‘Ananda, después de mi muerte, el Sangha debe imponer el castigo del Brahma [1] al monje Channa”

“Pero, amigo Ananda, has preguntado al Bienaventurado diciendo: ‘Pero, venerable señor, ¿cuál es el castigo del Brahma?’”

“Sí, venerables señores, he preguntado al Bienaventurado diciendo: ‘Pero, venerable señor, ¿cuál es el castigo del Brahma?’ y él me respondió: ‘Ananda, Channa podrá decir lo que le plazca a los monjes, pero al monje Channa, ningún otro monje podrá hablar, ni exhortar ni instruir’”

“Entonces bien, amigo Ananda, ¿has impuesto tú el castigo del Brahma al monje Channa?”

“¿Pero cómo, venerables señores, puedo imponer el castigo del Brahma al monje Channa, siendo que es un hombre feroz y violento?”

“Entonces bien, amigo Ananda: ve [a él] con un numeroso grupo de monjes”.

“Bien, venerables señores”, respondió el venerable Ananda y habiendo sido acompañado por un gran número de monjes, al menos por unos quinientos monjes, desembarcó en Kosambi de un bote que iba río arriba y se sentó debajo de un árbol, no muy lejos de la Arboleda del Placer del rey Udena.

[13] En esta ocasión, el rey Udena se estaba divirtiendo en su Arboleda del Placer con sus concubinas. Entonces, las concubinas del rey Udena escucharon esto: “Se dice que nuestro maestro, el maestro Ananda, está sentado debajo de un árbol no lejos de la Arboleda del Placer del rey Udena”. Así que las concubinas del rey Udena se dirigieron a él con estas palabras: “Su majestad, se dice que nuestro maestro, el maestro Ananda, está sentado debajo de un árbol no lejos de la Arboleda del Placer de su majestad. Nosotras, su majestad, queremos ver al maestro Ananda”.

“Entonces bien, ved a ver al asceta Ananda”, respondió el rey y sus concubinas se acercaron al venerable Ananda. Habiéndose acercado y habiendo intercambiado con él cordiales saludos, se sentaron a un lado. Entonces, mientras estaban sentadas a una distancia respetuosa, el venerable Ananda regocijó, animó, elevó espiritualmente y deleitó a las concubinas del rey Udena con la plática del Dhamma. Luego las concubinas del rey Udena, habiéndose regocijado, animado, elevado espiritualmente y deleitado con la plática del Dhamma del venerable Ananda, le ofrecieron quinientos hábitos interiores. Finalmente, las concubinas del rey Udena, complacidas con las palabras del venerable Ananda, habiéndole agradecido, se levantaron de sus asientos y se retiraron, manteniendo siempre al venerable Ananda a su mano derecha y regresaron junto al rey Udena.

[14] Entonces, el rey Udena, al ver sus concubinas acerándose desde cierta distancia, les habló con estas palabras:

“¿Habéis visto al asceta Ananda?”

“Sí, su majestad, hemos visto al maestro Ananda”.

“Pero, ¿le habréis ofrecido algo al asceta Ananda?”

“Sí, su majestad, ofrecimos quinientos hábitos interiores al maestro Ananda”.

Entonces el rey Udena miró de reojo, criticó al venerable Ananda y expandió esto acerca de él: “¿Cómo pudo este asceta Ananda aceptar tantos hábitos? ¿Será que el asceta Ananda va a poner un negocio con ropa y tejidos o va a ofrecer esto para la venta en una tienda?” Acto seguido, el rey Udena se acercó al venerable Ananda; habiéndose acercado y habiendo intercambiado con él cordiales saludos, se sentó a un lado. Entonces, mientras estaba sentado a una distancia respetuosa, el rey Udena habló así al venerable Ananda:

“¿Estaban nuestras concubinas aquí, querido Ananda?”

“Sí, su majestad, sus concubinas estaban aquí.”

“¿Será que le ofrecieron algún regalo al venerable Ananda?”

“Ellas me ofrecieron quinientos hábitos interiores, su majestad”.

“¿Pero qué vas a hacer, venerable Ananda, con semejante cantidad de hábitos?”

“Voy a repartirlos, su majestad, entre aquellos monjes, cuyos hábitos están ya deteriorados”.

“Pero entonces, ¿qué vas a hacer, querido Ananda, con todos estos hábitos viejos deteriorados?”

“Nosotros vamos a hacer de ellos, su majestad, los cobertizos externos”.

“Pero entonces, ¿qué vas a hacer, querido Ananda, con todos estos cobertizos externos que ya son viejos?”

“Vamos a hacer de ellos, su majestad, los cobertizos del suelo”.

“Pero entonces, ¿qué vas a hacer, querido Ananda, con todos estos cobertizos del suelo que ya son viejos?”

“Vamos a hacer de ellos ruedos, su majestad”.

“Pero entonces, ¿qué vas a hacer, querido Ananda, con todos estos ruedos que ya son viejos?”

“Vamos a convertirlos en trapos, su majestad”.

“Pero entonces, ¿qué vas a hacer, querido Ananda, con todos estos trapos que ya son viejos?”

“Habiendo hecho trizas de ellos, su majestad, habiéndolos amasado con lodo, haremos de ello el yeso del suelo”.

Entonces, el rey Udena -pensando: “Estos ascetas, los hijos de los sakyanos, usan todas las cosas ordenadamente y no desperdician nada’- le regaló otros quinientos hábitos al venerable Ananda. De esta manera, ésta fue la primera vez que mil hábitos han sido regalados al Venerable Ananda, como consecuencia de las ofrendas de las limosnas.

[15] Después de esto, el Venerable Ananda se acercó al monasterio de Ghosita. Habiéndose acercado, se sentó en el asiento que estaba preparado para él. Entonces, el Venerable Channa se acercó al Venerable Ananda; habiéndose acercado y habiendo intercambiado cordiales saludos con el Venerable Ananda, se sentó a un lado, a una distancia respetuosa. Y mientras estaba sentado a una distancia respetuosa, el Venerable Ananda se dirigió a él con estas palabras: “El castigo del Brahma se te va a imponer, amigo Channa, por parte del Sangha”.

“Pero, ¿qué es, venerable Ananda, el castigo del Brahma?”

“Tú, amigo Channa, podrás decir lo que te plazca a los monjes, pero a ti ningún otro monje te podrá hablar, ni exhortar ni instruir”.

Y diciendo -“¿podría yo, venerable Ananda, ser destruido por causa de que ningún monje me hable, no me exhorte ni me instruya?”- cayó en un desvanecimiento en este preciso momento. Entonces, el venerable Channa siendo turbado por causa del castigo de Brahma, sintiéndose avergonzado, aborreciendo esto, se retiró a morar en soledad, apartado, determinado, ardiente, con firme resolución, y pronto realizó por sí mismo, aquí y ahora, mediante el conocimiento directo, la meta última de la vida santa, por la cual el joven hombre hogareño, correctamente abandona la casa, para vivir el estilo de vida sin hogar. Entrando en este estado y permaneciendo en él, entendió esto: “Destruido está el nacimiento, la vida santa ha sido vivida, lo que era por realizar se ha hecho, y no queda nada más qué hacer en este mundo”. De esta manera, el Venerable Channa se convirtió en un otro Arahant.

Entonces, el venerable Channa, habiendo alcanzado la perfección, se acercó al Venerable Ananda; habiéndose acercado, habló así al Venerable Ananda:

“Venerable Ananda, anule el castigo de Brama sobre mí”.

“Desde el momento, en que has alcanzado la perfección, venerable Channa, desde este mismo instante, el castigo del Brahma ha sido anulado sobre tí”.

[16] Ahora bien, ya que los quinientos monjes -ni más ni menos- fueron los que cantaron esta Disciplina, es por eso que [esta parte] se llama “de los quinientos”.


NOTA:

[1] Brahmadanda: castigo consistente en el cese de toda clase de conversación y comunicación con el transgresor. El episodio contado por el venerable Ananda aparece también en DN 16,6.4.


FUENTES:

“Brahmadandakatha ” en The World Tipitaka Edition http://studies.worldtipitaka.org/tipitaka/4V/11/11.3 (13/05/2008)

HORNER, I.B. (2000) “The Lesser Division (Cullavagga) XI” en The Book of the Discipline: Vinaya-Pitaka. Vol. V: Cullavagga . Oxford, Pali Text Society. Págs. 393-406.


Traducido y editado por Isidatta para Bosque Theravada, 2009

Publicación del Bosque Theravada, 2009, 2011