MN 38 Mahatanhasankhaya Sutta – Gran discurso sobre la destrucción de la avidez

Un monje, de nombre Sati, tiene el pernicioso punto de vista según el cual las mismas conciencias transmigran de una vida a otra. El Buda le da una reprimenda y un prolongado discurso sobre el origen dependiente, demostrándole cómo todos los fenómenos que existen, surgen y cesan mediante las condiciones.

[Leer en pali]

 

[1] Así lo he oído.

En cierta ocasión el Bienaventurado residía en Savatthi, en la arboleda de Jeta del Parque de Anathapindika.

[2] Entonces, a un monje llamado Sati, hijo de un pescador, se le ocurrió la siguiente opinión perniciosa:

«Tal y como entiendo la Enseñanza predicada por el Bienaventurado, es esta misma conciencia, y no otra, la que transmigra por la rueda de renaceres».

[3] Muchos monjes oyeron esto y fueron adonde estaba el monje Sati, el hijo del pescador, para preguntarle:

«No digas eso, amigo Sati, no calumnies al Bienaventurado, no es bueno hacerlo, él no hablaría así. Amigo Sati, el Bienaventurado ha dicho de muchas maneras que la conciencia surge dependientemente y que, sin condición, no hay surgir de la conciencia».

[4] Y aunque los monjes le inquirieron, le pidieron explicaciones e insistieron, él se mantuvo firme y tercamente aferrado a la opinión perniciosa que se le había ocurrido. Como no pudieron disuadirle de aquella opinión perniciosa, los monjes fueron adonde estaba el Bienaventurado, le ofrecieron sus respetos y se sentaron a un lado. Una vez sentados, los monjes relataron al Bienaventurado lo que había ocurrido, concluyendo:

«Venerable Señor, puesto que no conseguimos disuadir al monje Sati de esta perniciosa opinión, hemos venido a informar al Bienaventurado».

[5] Entonces, el Bienaventurado llamando a un monje, le dijo:

«Ve adonde está el monje Sati, el hijo del pescador, y dile de mi parte que el Maestro lo llama».

«Sí, Venerable Señor», respondió el monje al Bienaventurado. Y yendo a adonde estaba el monje Sati, se le acercó y le dijo:

«Amigo Sati, el Maestro te llama».

«De acuerdo, amigo», respondió el monje Sati y fue adonde estaba el Bienaventurado, se le acercó, le ofreció sus respetos y se sentó a un lado. Una vez sentado, el Bienaventurado dijo así al monje Sati:

«Sati, ¿es verdad que se te ha ocurrido la siguiente opinión perniciosa: ‘Tal y como entiendo la Enseñanza predicada por el Bienaventurado, es esta misma conciencia y no otra, la que transmigra por la rueda de renaceres?'».

«Así es, Venerable Señor, tal y como entiendo la Enseñanza predicada por el Bienaventurado, es esta misma conciencia, y no otra, la que transmigra por la rueda de renaceres».

«¿Qué es esa conciencia Sati?».

«Venerable Señor, es aquello que habla, siente y, aquí o allá, experimenta los buenos o malos resultados de las acciones».

«Hombre necio, ¿me has escuchado alguna vez predicar así la Enseñanza a alguien? Hombre necio, ¿no he dicho de muchas maneras que la conciencia surge dependientemente y que sin condición no hay surgir de la conciencia? Sin embargo tú, hombre necio, con tu mala interpretación, nos calumnias, te dañas a ti mismo y generas mucho demérito. Esto te acarreará perjuicio y sufrimiento durante mucho tiempo».

[6] Entonces el Bienaventurado dijo a los monjes:

«¿Qué os parece, monjes? ¿Ha calado en el monje Sati, el hijo del pescador, la Enseñanza y la Disciplina?».

Dicho esto, el monje Sati, el hijo del pescador, se quedó sentado en silencio, perplejo, con los hombros caídos, cabizbajo, triste y sin palabras. Entonces el Bienaventurado, sabiendo esto, le dijo así:

«Hombre necio, serás conocido por tu propia opinión perniciosa. Ahora preguntaré a los monjes».

[7] Entonces, el Bienaventurado dijo a los monjes:

«Monjes, ¿entendéis la predicación de la Enseñanza tal y como lo hace el monje Sati, el hijo del pescador, que con su mala interpretación, nos calumnia, se daña a sí mismo y genera mucho demérito?».

«No, Venerable Señor, el Bienaventurado ha dicho de muchas maneras que la conciencia surge dependientemente y que sin condición no hay surgir de la conciencia».

«Bien, monjes, bueno es que entendáis así la predicación de la Enseñanza, porque yo he dicho de muchas maneras que la conciencia surge dependientemente y que sin condición no hay surgir de la conciencia.

«Sin embargo el monje Sati, el hijo del pescador, hombre necio, con su mala interpretación nos calumnia, se daña a sí mismo y genera mucho demérito. Esto le acarreará perjuicio y sufrimiento durante mucho tiempo.

[8] «Monjes, la conciencia se define por la condición específica de la que surge en dependencia. Si la conciencia surge en dependencia del ojo y las formas visibles, se define como conciencia visual. Si la conciencia surge en dependencia del oído y los sonidos, se define como conciencia auditiva. Si la conciencia surge en dependencia de la nariz y los olores, se define como conciencia olfativa. Si la conciencia surge en dependencia de la lengua y los sabores, se define como conciencia gustativa. Si la conciencia surge en dependencia del cuerpo y los objetos tangibles, se define como conciencia táctil. Si la conciencia surge en dependencia de la mente y los objetos mentales, se define como conciencia mental.

«Monjes, es como el fuego, que arde y se define por la condición específica de la que surge en dependencia: si el fuego arde en dependencia de troncos, se define como fuego de troncos; si el fuego arde en dependencia de leña, se define como fuego de leña; si el fuego arde en dependencia de arbustos, se define como fuego de arbustos; si el fuego arde en dependencia de boñigas, se define como fuego de boñigas; si el fuego arde en dependencia de brozas, se define como fuego de brozas; si el fuego arde en dependencia de desperdicios, se define como fuego de desperdicios.

«Del mismo modo, monjes, la conciencia se define por la condición específica de la que surge en dependencia: si la conciencia surge en dependencia del ojo y las formas visibles, se define como conciencia visual… si la conciencia surge en dependencia de la mente y los objetos mentales, se define como conciencia mental.

[9] «Monjes, ¿veis que: ‘esto ha llegado a ser’?’.

«Sí, Venerable Señor».

«Monjes, ¿veis que: ‘surge gracias a este alimento’?».

«Sí, Venerable Señor».

«Monjes, ¿veis que: ‘al cesar este alimento, lo que ha llegado a ser, cesa’?».

«Sí, Venerable Señor».

[10] «Monjes, ¿hay duda cuando uno no está seguro de sí: ‘esto ha llegado a ser o no’?».

«Sí, Venerable Señor».

«Monjes, ¿hay duda cuando uno no está seguro de sí: ‘esto surge gracias a este alimento o no’?».

«Sí, Venerable Señor».

«Monjes, ¿hay duda cuando uno no está seguro de sí: ‘al cesar este alimento, lo que ha llegado a ser, cesa o no’?».

«Sí, Venerable Señor».

 [11] «Monjes, ¿se renuncia a la duda cuando se ve tal y como es con recta sabiduría que: ‘esto ha llegado a ser’?».

 «Sí, Venerable Señor».

 «Monjes, ¿se renuncia a la duda cuando se ve tal y como es con recta sabiduría que: ‘surge gracias a este alimento’?».

 «Sí, Venerable Señor».

 «Monjes, ¿se renuncia a la duda cuando se ve tal y como es con recta sabiduría que: ‘al cesar este alimento, lo que ha llegado a ser, cesa’?».

 «Sí, Venerable Señor».

 «Monjes, ¿estáis ahora libres de duda sobre: ‘esto ha llegado a ser’?».

 «Sí, Venerable Señor».

 [12] «Monjes, ¿estáis ahora libres de duda sobre: ‘surge gracias a este alimento’?».

 «Sí, Venerable Señor».

 «Monjes, ¿estáis ahora libres de duda sobre: ‘al cesar este alimento, lo que ha llegado a ser, cesa’?».

 «Sí, Venerable Señor».

 [13] «Monjes ¿veis con recta sabiduría, tal y como es en realidad, que: ‘esto ha llegado a ser’?».

 «Sí, Venerable Señor».

 «Monjes, ¿veis con recta sabiduría, tal y como es en realidad, que: ‘surge gracias a este alimento’?».

 «Sí, Venerable Señor».

 «Monjes, ¿veis con recta sabiduría, tal y como es en realidad, que: ‘al cesar este alimento, lo que ha llegado a ser, cesa’?»

 «Sí, Venerable Señor».

 [14] «Monjes, por pura y limpia que sea esta opinión, si os apegáis a ella, os recreáis con ella, la atesoráis y poseéis, ¿comprenderíais entonces que la Enseñanza que se os ha predicado es como una balsa para cruzar y no para aferrarse?».

 «No, Venerable Señor».

 «Monjes, si no os apegáis a esta opinión tan pura y limpia, no os recreáis con ella, no la atesoráis ni la poseéis, ¿comprenderíais entonces que la Enseñanza que se os ha predicado es como una balsa, para cruzar y no para aferrarse?».

 «Sí, Venerable Señor».

 [15] «Monjes, hay cuatro alimentos para la subsistencia de los seres que han llegado a ser o para la asistencia de los que están en vías de hacerlo, ¿cuáles?: alimento físico, consistente o sutil, el primero; contacto el segundo; volición mental el tercero; conciencia el cuarto.

 [16] Y esos cuatro alimentos, monjes, ¿cuál es su fundamento, su origen, su nacimiento, su principio? El deseo es el fundamento de esos cuatro alimentos, su origen, nacimiento y principio [1].

 «Y, ¿cuál es, monjes, el fundamento del deseo, su origen, nacimiento y principio?

 «La sensación es el fundamento del deseo, su origen, nacimiento y principio.

 «Y, ¿cuál es, monjes, el fundamento de la sensación, su origen, nacimiento y principio?

 «El contacto es el fundamento de la sensación, su origen, nacimiento y principio.

 «Y, ¿cuál es, monjes, el fundamento del contacto, su origen, nacimiento y principio?

 «Las seis esferas de los sentidos son el fundamento del contacto, su origen, nacimiento y principio.

 «Y, ¿cuál es, monjes, el fundamento de las seis esferas de los sentidos, su origen, nacimiento y principio?

 «El organismo psicofísico es el fundamento de las seis esferas de los sentidos, su origen, nacimiento y principio.

 «Y, ¿cuál es, monjes, el fundamento del organismo psicofísico, su origen, nacimiento y principio?

 «La conciencia es el fundamento del organismo psicofísico, su origen, nacimiento y principio.

 «Y, ¿cuál es, monjes, el fundamento de la conciencia, su origen, nacimiento y principio?

 «Las composiciones mentales son el fundamento de la conciencia, su origen, nacimiento y principio.

 «Y, ¿cuál es, monjes, el fundamento de las composiciones mentales, su origen, nacimiento y principio?

 «La ignorancia es el fundamento de las composiciones mentales, su origen, nacimiento y principio.

 [17] «He aquí, monjes, que, condicionadas por la ignorancia [surgen] las composiciones mentales, condicionada por las composiciones mentales [surge] la conciencia, condicionado por la conciencia [surge] el organismo psicofísico, condicionadas por el organismo psicofísico [surgen] las seis esferas de los sentidos, condicionado por las seis esferas de los sentidos [surge] el contacto, condicionada por el contacto [surge] la sensación, condicionado por la sensación [surge] el deseo, condicionado por el deseo [surge] el apego, condicionado por el apego [surge] el devenir, condicionado por el devenir [surge] el nacer, condicionados por el nacer [surgen] el envejecer, el morir, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la tribulación. He aquí el origen de todo este montón de sufrimiento.

 [18] «Se ha dicho: ‘Condicionados por el nacer [surgen] el envejecer y el morir’.

 «Ahora bien, monjes, ¿están el envejecer y el morir condicionados por el nacer o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Condicionados por el nacer, Venerable Señor, [surgen] el envejecer y el morir; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Condicionado por el devenir [surge] el nacer’. ¿Está el nacer, monjes, condicionado por el devenir o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Condicionado por el devenir, Venerable Señor, [surge] el nacer; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Condicionado por el apego [surge] el devenir’. ¿Está el devenir, monjes, condicionado por el apego o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Condicionado por el apego, Venerable Señor, [surge] el devenir; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Condicionado por el deseo [surge] el apego’. ¿Está el apego, monjes, condicionado por el deseo o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Condicionado por el deseo, Venerable Señor, [surge] el apego; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Condicionado por la sensación [surge] el deseo’. ¿Está el deseo, monjes, condicionado por la sensación o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Condicionado por la sensación, Venerable Señor, [surge] el deseo; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Condicionada por el contacto [surge] la sensación’. ¿Está la sensación, monjes, condicionada por el contacto o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

  «Condicionada por el contacto, Venerable Señor, [surge] la sensación; así es para nosotros».

  «Se ha dicho: ‘Condicionado por las seis esferas de los sentidos [surge] el contacto’. ¿Está el contacto, monjes, condicionado por las seis esferas de los sentidos o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Condicionado por las seis esferas de los sentidos, Venerable Señor, [surge] el contacto; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Condicionadas por el organismo psicofísico [surgen] las seis esferas de los sentidos’. ¿Están las seis esferas de los sentidos, monjes, condicionadas por el organismo psicofísico o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Condicionadas por el organismo psicofísico, Venerable Señor, [surgen] las seis esferas de los sentidos; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Condicionado por la conciencia [surge] el organismo psicofísico’. ¿Está el organismo psicofísico, monjes, condicionado por la conciencia o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Condicionado por la conciencia, Venerable Señor, [surge] el organismo psicofísico; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Condicionada por las composiciones mentales [surge] la conciencia’. ¿Está la conciencia, monjes, condicionada por las composiciones mentales o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Condicionada por las composiciones mentales, Venerable Señor, [surge] la conciencia; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Condicionadas por la ignorancia [surgen] las composiciones mentales’. ¿Están las composiciones mentales, monjes, condicionadas por la ignorancia o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Condicionadas por la ignorancia, Venerable Señor, [surgen] las composiciones mentales; así es para nosotros».

 [19] «Bien, monjes. He aquí, monjes, que así decís vosotros y así digo yo también: ‘Cuando esto es, eso existe, al surgir esto, eso surge’, es decir: condicionadas por la ignorancia [surgen] las composiciones mentales, condicionada por las composiciones mentales [surge] la conciencia, condicionado por la conciencia [surge] el organismo psicofísico, condicionadas por el organismo psicofísico [surgen] las seis esferas de los sentidos, condicionado por las seis esferas de los sentidos [surge] el contacto, condicionada por el contacto [surge] la sensación, condicionado por la sensación [surge] el deseo, condicionado por el deseo [surge] el apego, condicionado por el apego [surge] el devenir, condicionado por el devenir [surge] el nacer, condicionados por el nacer surgen el envejecer, el morir, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la tribulación. He aquí el origen de todo este montón de sufrimiento.

 [20] «Pero con el cesar y desapasionamiento completo de la ignorancia cesan las composiciones mentales, al cesar las composiciones mentales cesa la conciencia, al cesar la conciencia cesa el organismo psicofísico, al cesar el organismo psicofísico cesan las seis esferas de los sentidos, al cesar las seis esferas de los sentidos cesa el contacto, al cesar el contacto cesa la sensación, al cesar la sensación cesa el deseo, al cesar el deseo cesa el apego, al cesar el apego cesa el devenir, al cesar el devenir cesa el nacer, al cesar el nacer cesa el envejecer, el morir, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la tribulación. He aquí el cesar de todo este montón de sufrimiento.

 [21] «Se ha dicho: ‘Al cesar el nacer cesan el envejecer y el morir’. ¿Al cesar el nacer, monjes, cesa el envejecer y el morir o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

«Al cesar el nacer, Venerable Señor, cesan el envejecer y el morir; así es para nosotros».

«Se ha dicho: ‘Al cesar el devenir cesa el nacer’. ¿Al cesar el devenir, monjes, cesa el nacer o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

«Al cesar el devenir, Venerable Señor, cesa el nacer; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Al cesar el apego cesa el devenir’. ¿Cesa el devenir, monjes, al cesar el apego o no? ¿Es o no es así para vosotros?.

 «Al cesar el apego, Venerable Señor, cesa el devenir; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Al cesar el deseo cesa el apego’. ¿Cesa el apego, monjes, al cesar el deseo o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Al cesar el deseo, Venerable Señor, cesa el apego; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Al cesar la sensación cesa el deseo’. ¿Cesa el deseo, monjes, al cesar la sensación o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Al cesar la sensación, Venerable Señor, cesa el deseo; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Al cesar el contacto cesa la sensación’. ¿Cesa la sensación, monjes, al cesar el contacto o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Al cesar el contacto, Venerable Señor, cesa la sensación; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Al cesar las seis esferas de los sentidos cesa el contacto’. ¿Cesa el contacto, monjes, al cesar las seis esferas de los sentidos o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Al cesar las seis esferas de los sentidos, Venerable Señor, cesa el contacto; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Al cesar el organismo psicofísico cesan las seis esferas de los sentidos’. ¿Cesan las seis esferas de los sentidos, monjes, al cesar el organismo psicofísico o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Al cesar el organismo psicofísico, Venerable Señor, cesan las seis esferas de los sentidos; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Al cesar la conciencia cesa el organismo psicofísico’. ¿Cesa el organismo psicofísico, monjes, al cesar la conciencia o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Al cesar la conciencia, Venerable Señor, cesa el organismo psicofísico; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Al cesar las composiciones mentales cesa la conciencia’. ¿Cesa la conciencia, monjes, al cesar las composiciones mentales o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Al cesar las composiciones mentales, Venerable Señor, cesa la conciencia; así es para nosotros».

 «Se ha dicho: ‘Al cesar la ignorancia cesan las composiciones mentales’. ¿Cesan las composiciones mentales, monjes, al cesar la ignorancia o no? ¿Es o no es así para vosotros?».

 «Al cesar la ignorancia, Venerable Señor, cesan las composiciones mentales; así es para nosotros».

 [22] «Bien, monjes. He aquí, monjes, que así decís vosotros y así digo yo también: ‘Cuando esto no es, eso no existe; al cesar esto, eso cesa’, es decir: al cesar la ignorancia cesan las composiciones mentales, al cesar las composiciones mentales cesa la conciencia, al cesar la conciencia cesa el organismo psicofísico, al cesar el organismo psicofísico cesan las seis esferas de los sentidos, al cesar las seis esferas de los sentidos cesa el contacto, al cesar el contacto cesa la sensación, al cesar la sensación cesa el deseo, al cesar el deseo cesa el apego, al cesar el apego cesa el devenir, al cesar el devenir cesa el nacer, al cesar el nacer cesan el envejecer, el morir, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la tribulación he aquí el cesar de todo este montón de sufrimiento.

 [23] «Monjes, conociendo y viendo de este modo, os retrotraeríais al pasado pensando: ‘¿Fui o no fui en el pasado?, ¿qué fui y cómo fui?, habiendo sido uno en el pasado, ¿en qué otro me convertí?'».

 «No, Venerable Señor».

 «Monjes, conociendo y viendo de este modo, iríais hacia el futuro pensando: ‘¿Seré o no seré en el futuro?, ¿qué seré y cómo seré?, habiendo sido algo, ¿en qué otro me convertiré?'».

 «No, Venerable Señor».

 «Monjes, conociendo y viendo de este modo, os preocuparéis sobre el presente en vuestro fuero interno pensando: ‘¿Soy o no soy?, ¿qué soy y cómo soy?, este ser, ¿de dónde viene?, ¿adónde va?'».

 «No, Venerable Señor».

 [24] «Monjes, conociendo y viendo de este modo, ¿diríais: ‘Respetamos a nuestro maestro y decimos todo esto por respeto a nuestro maestro?'».

 «No, Venerable Señor».

 «Monjes, conociendo y viendo de este modo, ¿diríais: ‘El asceta nos dice lo mismo que otros ascetas, pero nosotros no lo diremos?'».

 «No, Venerable Señor».

 «Monjes, conociendo y viendo de este modo, ¿tomaríais a otro como vuestro maestro?».

 «No, Venerable Señor».

 «Monjes, conociendo y viendo de este modo, ¿volveríais a los ritos, celebraciones y auspicios de los ascetas y brahmanes comunes, como si fuera eso lo esencial?».

 «No, Venerable Señor».

 «Monjes, ¿habláis de lo que habéis conocido por vosotros mismos, visto por vosotros mismos y comprendido por vosotros mismos?».

 «Sí, Venerable Señor»,

 [25] «Bien, monjes. Habéis sido guiados por mí, monjes, mediante esta Enseñanza que es patente en este mismo mundo, inmediata, a la que se puede venir y ver, que hace progresar, que es experimentada por los sabios por sí mismos. Es por esta razón por lo que se ha dicho: ‘Monjes, la enseñanza es patente en este mismo mundo, inmediata, a la que se puede venir y ver, que hace progresar, que es experimentada por los sabios por sí mismos’.

 [26] «Monjes, se produce la concepción si se unen tres cosas: si se unen madre y padre, pero la madre no está en período fértil y un ser pronto a renacer no está presente, entonces no se produce la concepción. Si se unen madre y padre, la madre está en período fértil, pero no está presente un ser pronto a renacer, entonces no se produce la concepción. Pero cuando se unen padre y madre, la madre está en período fértil y está presente un ser pronto a renacer, entonces, al unirse las tres cosas, se produce la concepción.

 [27] «Entonces, monjes, la madre lleva al feto en el vientre durante nueve o diez meses, agobiada por la pesada carga. Transcurridos los nueve o diez meses, la madre da a luz, agobiada por la pesada carga. Luego nutre al ser nacido con su propia sangre, porque la leche materna, monjes, se llama sangre en la Noble Disciplina.

 [28] «Y así, monjes, el niño crece y desarrolla sus facultades, jugando con juguetes para niños como arados, palos, aros, molinillos de viento, balanzas, carretillas, arcos.

 [29] «Y así, monjes, el niño crece y desarrolla sus facultades, disfrutando de la posesión y efecto de las cinco sogas del deseo de los sentidos, a saber, se recrea con formas visibles conocidas por el ojo… sonidos conocidos por el oído… olores conocidos por la nariz… sabores conocidos por la lengua… objetos tangibles conocidos por el cuerpo, deseables, apetecibles, encantadores, seductores, acompañados por el deseo de los sentidos y conducentes a la pasión.

 [30] «Habiendo visto una forma con el ojo, si la forma es agradable se apasiona por ella, si es desagradable la aborrece, vive así con mente limitada y sin practicar la atención al cuerpo. No comprende tal y como es la liberación de la mente, la liberación por la sabiduría, en la que cesan —sin dejar rastro— los estados mentales perjudiciales y malignos. Entregado de ese modo a la aceptación y al rechazo, sea cual sea la sensación que experimente, placentera, dolorosa o neutra, goza con esa sensación, la consiente y persiste en sujetarse a ella.

 «Al gozar de la sensación, consentirla y persistir en sujetarse a ella, surge el goce y, con el goce, el apego.

 «Condicionado por el apego [surge] el devenir; condicionado por el devenir, el nacer; condicionado por el nacer, el envejecer, el morir, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la tribulación. He aquí el origen de todo este montón de sufrimiento.

 «Habiendo percibido un sonido con el oído… un olor con la nariz… un sabor con la lengua… un objeto tangible con el cuerpo… un objeto mental con la mente, si el objeto es agradable se apasiona por él, si es desagradable lo aborrece, vive así con la mente limitada y sin practicar la atención al cuerpo. No comprende tal y como es la liberación de la mente, la liberación por la sabiduría, en la que cesan —sin dejar rastro— los estados mentales perjudiciales y malignos. Entregado de ese modo a la aceptación y al rechazo, sea cual sea la sensación que experimente, placentera, dolorosa o neutra, goza con esa sensación, la consiente y persiste en sujetarse a ella.

 «Al disfrutar de la sensación, consentirla y persistir en sujetarse a ella, surge el deleite y, con el deleite, el apego. Condicionado por el apego [surge] el devenir; condicionado por el devenir, el nacer; condicionado por el nacer, el envejecer, el morir, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la tribulación. He aquí el origen de todo este montón de sufrimiento.

 [31] «He aquí, monjes, que un Tathagata aparece en el mundo, Santo, completamente iluminado, perfecto de saber y buena conducta, bien encaminado, conocedor del universo, insuperable guía de los seres humanos por adiestrar, Maestro de dioses y seres humanos, Iluminado, Bienaventurado.

 «Éste, habiendo experimentado [el universo] por sí mismo, con conocimiento superior, da a conocer [su enseñanza] al mundo, a sus divinidades con sus maras y brahmas, a esta humanidad con sus ascetas y brahmanes, con sus gobernantes y plebeyos. Expone la Enseñanza que es buena al principio, buena al medio y buena al final, tanto en la letra como en el espíritu, proclamando la vida de santidad lograda en su integridad y completamente pura.

 [32] «Un cabeza de familia o hijo de un cabeza de hogar, o alguien nacido en cualquier clan, escucha la Enseñanza y, al escucharla, nace en él la confianza en el Tathagata. Dotado de esa confianza que ha nacido en él, reflexiona así: ‘La vida del hogar está llena de estorbos e impurezas. La vida sin hogar es al aire libre. No es fácil, viviendo en el hogar, practicar la vida santa en su máxima integridad y completamente pura hasta el final, brillante como la madreperla. ¿Y si me cortase el cabello y la barba, vistiese el hábito anaranjado y dejase el hogar, para salir a la vida sin hogar?’.

 «Y al cabo de poco tiempo, liberado de todos sus bienes y parientes —sean éstos muchos o pocos—, se corta el cabello y la barba y, vistiendo el hábito anaranjado, da el paso de la vida hogarareña a la vida sin hogar.

 [33] «El asceta que así ha dado el paso, entra en la forma de vida y disciplina de los monjes:

 «Renunciando a la muerte de seres vivientes, se abstiene de matar a seres vivientes. Dejando a un lado el garrote y dejando a un lado la espada, humilde y bondadoso, vive benévolo y compasivo para con todos los seres vivientes.

 «Renunciando a lo que no le es dado, se abstiene de tomar lo que no le dan y sólo toma lo que le ofrecen, con ello se contenta y, sin robar, vive con ánimo puro.

 «Renunciado a la vida no casta, se consagra a la vida de castidad, apartado del mal y absteniéndose del común trato carnal.

 «Renunciando a la mentira, se abstiene de mentir, dice la verdad, es fiel a la verdad, digno de confianza, fiable y no engaña al mundo.

 «Renunciando al hablar malicioso, se abstiene de hablar maliciosamente, lo que oye aquí no lo repite allá para no provocar disensión entre los de allá y los de acá; y lo que oye allá no lo repite acá para no provocar disensión entre los de aquí y los de allá. Une a los que están divididos, promueve la armonía entre los que están unidos, le divierte la concordia, la disfruta y goza con ella diciendo palabras que tienden a fomentarla.

 «Renunciando al hablar grosero, se abstiene de hablar groseramente, todo su hablar es amistoso, agradable al oído, afable, que llega al corazón, cortés, querido y preferido por muchos.

 «Renunciando al hablar frívolo, se abstiene de hablar frívolamente, sus palabras son oportunas, verídicas, provechosas, habla de la Enseñanza y de la Disciplina, a su debido tiempo, dice palabras dignas de atesorarse, razonadas, moderadas y beneficiosas.

 «Se abstiene de dañar semillas y plantas vivientes. Come una sola vez al día, no se alimenta a deshora, ni por la noche.

 «Se abstiene de bailes, cantos, músicas y espectáculos frívolos.

 «Se abstiene del uso de guirnaldas, perfumes y cosméticos, así como de alhajas y otros adornos personales.

 «Se abstiene del uso de lechos muy altos y muy anchos.

 «No acepta oro ni plata. No acepta grano sin cocer ni carne cruda. No acepta mujeres mayores o jóvenes, no acepta esclavos ni esclavas, ni cabras, ni ovejas, ni cerdos, ni aves de corral, ni ganado, caballos o elefantes, ni campos o terrenos.

 «Se abstiene de llevar encargos o de hacer de mensajero. Se abstiene de comprar o vender. Se abstiene del uso de medidas, metales o pesos falsos. Se abstiene de cualquier género de corrupción, soborno, fraude o engaño. Se abstiene de cualquier acto de violencia, robo, asalto, secuestro, asesinato o tortura.

 [34] «Se contenta con un manto para proteger su cuerpo y un cuenco con el cual recibir la comida para sustentar su estómago, y así, dondequiera que va, lleva esto consigo. Libre como un ave que, vuele adonde vuele, no lleva otra carga más que sus alas, así va el monje por doquier con su manto y su cuenco de comida. Dotado de este noble conjunto de virtudes, experimenta interiormente una felicidad sin tacha.

 [35] «Cuando ve una forma con la vista no se aferra ni a sus características ni a sus detalles, ya que aquel que vive con una facultad visual descontrolada le  invaden estados mentales perjudiciales y nocivos de aflicción y avidez. Así practica el control, protege la facultad visual y se dedica a controlar la facultad visual. Cuando oye un sonido con el oído… huele un olor con el olfato… gusta un sabor con el gusto… toca algo tangible con el tacto… tiene conciencia de un pensamiento con la mente, no se aferra ni a sus características ni a sus detalles, ya que aquel que vive con una facultad mental descontrolada le invaden estados mentales perjudiciales y nocivos de aflicción y avidez. Así practica el control, protege la facultad mental y se dedica a controlar la facultad mental. Practicando así este noble control de las facultades, experimenta en su interior una felicidad sin tacha.

 [36] «Actúa con plena lucidez en todo lo que hace, ya sea yendo o viniendo… mirando adelante o mirando a su alrededor… encogiéndose o estirándose… llevando el hábito, el cuenco y el manto… comiendo, bebiendo, masticando, saboreando… defecando u orinando… caminando, de pie, sentado, dormido, despierto, hablando o en silencio, actúa con plena lucidez.

 [37] «Dotado de este noble conjunto de virtudes, dotado de este noble control de las facultades y dotado de esta noble atención y lucidez, se instala en un lugar de residencia aislado, un bosque, el pie de un árbol, una colina, un barranco, una cueva de montaña, un cementerio, una selva, una llanura, un montón de paja.

 [38] «Y, de vuelta de recolectar la comida que le ofrecen, después de haber comido, se sienta con las piernas cruzadas y, cruzado las piernas, pone su cuerpo erguido enfocando la atención en torno a la boca. 

«Renunciando a la codicia por lo mundano, permanece con una mente libre de codicia, limpiando la mente de codicia.

 «Renunciando al odio y a la malevolencia, permanece con una mente libre de malevolencia y, limpiando la mente de odio y malevolencia, vive benévolo y compasivo para con todos los seres vivos.

 «Renunciando a la pereza y a la apatía, permanece libre de pereza y apatía, con mente despejada, lúcida y atenta, limpiando la mente de pereza y apatía.

 «Renunciando al desasosiego y a la ansiedad, permanece sereno, con paz interior en la mente, limpiando la mente de desasosiego y ansiedad.

 «Renunciando a la duda, permanece libre de duda, sin confusiones sobre lo que es provechoso, limpiándose la mente de duda.

 [39] «Renunciando a estos cinco impedimentos, impurezas de la mente que debilitan la sabiduría, apartado del deseo de los sentidos, apartado de lo que es perjudicial, alcanza y permanece en la primera abstracción meditativa, en la que hay gozo y felicidad nacidos del apartamiento y va acompañada de ideación y reflexión. Luego, monjes, al cesar la ideación y reflexión, el monje alcanza y permanece en la segunda abstracción meditativa, en la que hay gozo y felicidad nacidos de la concentración, está libre de ideación y reflexión y va acompañada de unificación de la mente y serenidad interior. Al desvanecerse el gozo, el monje permanece ecuánime, atento y lúcido, experimentando con el cuerpo aquel estado de felicidad que los Nobles llaman: «Vivir feliz, atento y ecuánime», con lo que alcanza y permanece en la tercera abstracción meditativa. Al renunciar al placer, al renunciar al dolor, y previa desaparición de la alegría y la aflicción, el monje alcanza y permanece en la cuarta abstracción meditativa, sin dolor ni placer, completamente purificada por la atención y la ecuanimidad.

 [40] «Habiendo visto una forma con el ojo, no se apasiona por ella si es agradable, ni la aborrece si es desagradable; vive así con mente ilimitada, practicando la atención al cuerpo; comprende tal y como es la liberación de la mente, la liberación por la sabiduría, en la que cesan —sin dejar rastro— los estados mentales perjudiciales y malignos. Habiendo abandonado de ese modo la aceptación y el rechazo, sea cual sea la sensación que experimente, placentera, dolorosa o neutra, no goza con esa sensación, no la consiente y no persiste en sujetarse a ella. Al no disfrutar de la sensación, no aceptarla y no persistir en sujetarse a ella, cesa el deleite y, con el cese del deleite, cesa el apego. Al cesar el apego cesa el devenir, al cesar el devenir cesa el nacer, al cesar el nacer cesan el envejecer, el morir, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la tribulación. He aquí el cesar de todo este montón de sufrimiento.

 «Habiendo percibido un sonido con el oído… un olor con la nariz… un sabor con la lengua… un objeto tangible con el cuerpo… un objeto mental con la mente, no se apasiona por el objeto si es agradable, ni lo aborrece si es desagradable, vive así con mente ilimitada, practicando la atención al cuerpo; comprende tal y como es la liberación de la mente, la liberación por la sabiduría, en la que cesan —sin dejar rastro— los estados mentales perjudiciales y malignos. Habiendo abandonado de ese modo la aceptación y el rechazo, sea cual sea la sensación que experimente, placentera, dolorosa o neutra, no goza con esa sensación, no la consiente y no persiste en sujetarse a ella. Al no disfrutar de la sensación, no aceptarla y no persistir en sujetarse a ella, cesa el deleite y, con el cese del deleite, cesa el apego. Al cesar el apego cesa el devenir, al cesar el devenir cesa el nacer, al cesar el nacer cesan el envejecer, el morir, la pena, el lamento, el dolor, la aflicción y la tribulación. He aquí el cesar de todo este montón de sufrimiento.

 [41] «Monjes, recordad esta liberación mediante la aniquilación del deseo compendiada por mí. Pero el monje Sati, el hijo del pescador, está enredado en la gran red del deseo, amallado en el deseo».

 Así habló el Bienaventurado, y los monjes gozaron y se complacieron con sus palabras.


 

NOTA:

[1] Tanha, deseo, significa en pali una clase de deseo especialmente fuerte y persistente, como la codicia, avidez, ansia o anhelo.


 

FUENTE:

SOLÉ-LERIS, Amadeo y Abraham Vélez de Cea (2004) Majjhima Nikaya: Los sermones medios del Buddha. Versión digital. 


Edición: Anton P. Baron y Federico Angulo

Publicación de Bosque Theravada, 2011, 2019.