MN 105 {11M.1.5,55-65} Sunakkhatta Sutta – Discurso con Sunakkhatta

El Buda discute el problema de la sobreestimación de los logros meditativos individuales de uno mismo.

[Leer en pali]

[1] {55} Así lo he oído. En cierta ocasión el Bienaventurado residía en Vesali, en la gran arboleda, en la casa del pináculo.

[2] Entonces, varios monjes afirmaron delante del Bienaventurado poseer la sabiduría liberadora:

«Sabemos que hemos aniquilado el renacer, cumplido la vida de santidad, hecho lo que había por hacer y que ya no hay más devenir».

[3] Entonces, Sunakkhatta, hijo de los licchavis, supo que varios monjes habían afirmado delante del Bienaventurado la sabiduría liberadora: ‘Sabemos que hemos aniquilado el renacer…’

Entonces Sunakkhatta, hijo de los licchavis, fue adonde estaba el Bienaventurado, se le acercó, le ofreció sus respetos y se sentó a un lado.

Una vez sentado, Sunakkhatta dijo así al Bienaventurado:

[4] «Venerable señor, he oído que varios monjes afirmaron delante del Bienaventurado poseer la sabiduría liberadora: ‘Sabemos que hemos aniquilado el renacer, cumplido la vida de santidad, hecho lo que había por hacer y que ya no hay más devenir’. Venerable señor, esos monjes ¿hicieron tal afirmación con razón o hay algunos de ellos que la hicieron sobrevalorándose a sí mismos?»

[5] {56} «Sunakkhatta, cuando los monjes afirmaron delante de mí poseer la sabiduría liberadora: : ‘Sabemos que hemos aniquilado el renacer…’ hubo algunos monjes que lo hicieron con razón y hubo algunos monjes que lo hicieron sobrevalorándose a sí mismos. En tales casos, Sunakkhatta, cuando los monjes lo afirman con razón, así es efectivamente. En cambio, Sunakkhatta, cuando los monjes lo afirman sobrevalorándose a sí mismos, el Tathagata piensa: ‘Debería predicarles la Enseñanza’. En tal caso, Sunakkhatta, el Tathagata piensa efectivamente: ‘Debería predicarles la Enseñanza’. Pero he aquí que hay hombres ignorantes que se plantean una cuestión, van y se la preguntan al Tathagata. También en ese caso, Sunakkhatta, el Tathagata piensa así y no de otro modo: ‘Debería predicarles la Enseñanza’.

[6] «Bienaventurado, éste es el momento de hacerla, Bien Encaminado, éste el momento. Que el Bienaventurado predique la Enseñanza y, al oír los monjes al Bienaventurado, la recordarán.»

«Que así sea, Sunakkhatta, escuchad con cuidadosa atención y hablaré.»

«Sí, venerable señor» -respondió Sunakkhatta, hijo de los licchavis, al Bienaventurado.

Y el Bienaventurado dijo así:

[7] {57} «Sunakkhatta, cinco son las sogas de los placeres de los sentidos, ¿cuáles son?: formas materiales conocibles por la vista que son deseables, apetecibles, encantadoras, seductoras, acompañadas de deseo de los sentidos y conducentes a la pasión, sonidos conocibles por el oído… olores conocibles por el olfato… sabores conocibles por el gusto… objetos tangibles conocibles por el tacto que son deseables, apetecibles, encantadores, seductores, acompañados de deseo de los sentidos y conducentes a la pasión.

«Estas son, Sunakkhatta, las cinco sogas de los placeres de los sentidos.

[8] {58} «Puede darse el caso, Sunakkhatta, de que alguien tenga inclinación por lo carnal y mundano. Sunakkhatta, el que tiene inclinación por lo carnal y mundano, habla continuamente de ello, piensa y reflexiona en función de ello; se relaciona con ese tipo de persona y con ella se complace. En cambio, si se está hablando de la imperturbabilidad no escucha, no presta atención ni agudiza la mente para saber; no se relaciona con ese tipo de persona ni se complace con ella.

[9] «Sunakkhatta, ocurre lo mismo con el hombre que lleva mucho tiempo lejos de su pueblo o ciudad y, al ver a otro hombre que no lleva mucho tiempo lejos de ella, le pregunta si los habitantes de dicho pueblo o ciudad están bien, tienen abundante comida y buena salud. ¿Qué te parece, Sunakkhatta? ¿Lo escuchará, prestará atención y agudizará la mente para saber; se relacionará con una persona así y se complacerá con ella?»

«Sí, venerable señor.»

«Pues del mismo modo, Sunakkhatta, puede darse el caso de que alguien tenga inclinación por lo carnal y mundano. Sunakkhatta, el que tiene inclinación por lo carnal y mundano, habla continuamente de ello, piensa y reflexiona en función de ello; se relaciona con ese tipo de persona y con ella se complace. En cambio, si se está hablando de la imperturbabilidad, no escucha, no presta atención ni agudiza la mente para saber; no se relaciona con ese tipo de persona ni se complace con ella.

«A ése hay que considerarlo como: ‘alguien que tiene inclinación por lo carnal y mundano’.

[10] {59} «Puede darse el caso, Sunakkhatta, de que alguien tenga inclinación por la imperturbabilidad. Sunakkhatta, el que tiene inclinación por la imperturbabilidad habla continuamente de ella, piensa y reflexiona en función de ella; se relaciona con ese tipo de persona y con ella se complace. En cambio, si se está hablando de lo carnal y mundano, no escucha, no presta atención ni agudiza la mente para saber; no se relaciona con ese tipo de persona ni se complace con ella.

[11] «Sunakkhatta, así como una hoja marchita se desprende del tallo y no puede reverdecer de nuevo, del mismo modo, Sunakkhatta, la persona que tiene inclinación por la imperturbabilidad, se ha desprendido de la traba de lo carnal y mundano.

«A ése hay que considerar lo como: ‘alguien no atrapado por la traba de lo carnal y mundano y con inclinación por la imperturbabilidad’.

[12] {60} «Puede darse el caso, Sunakkhatta, de que alguien tenga inclinación por la esfera de la nada. Sunakkhatta, el que tiene inclinación por la esfera de la nada habla continuamente de ella, piensa y reflexiona en función de ella; se relaciona con ese tipo de persona así y con ella se complace. En cambio, si se está hablando de la imperturbabilidad, no escucha, no presta atención ni agudiza la mente para saber; no se relaciona con ese tipo de persona ni se complace con ella.

[13] «Sunakkhatta, así como una gran roca partida en dos ya no puede volverse a unir, del mismo modo, Sunakkhatta, la persona que tiene inclinación por la esfera de la nada ha partido la traba de la imperturbabilidad.

«A ése hay que considerarlo como: ‘alguien no atrapado por la traba de la imperturbabilidad y con inclinación por la esfera de la nada’.

[14] {61} «Puede darse el caso, Sunakkhatta, de que alguien tenga inclinación por la esfera de ni percepción ni de no percepción. Sunakkhatta, el que tiene inclinación por la esfera de ni percepción ni de no percepción, habla continuamente de ella, piensa y reflexiona en función de ella; se relaciona con ese tipo de persona y con ella se complace. En cambio, si se está hablando de la esfera de la nada, no escucha, no presta atención ni agudiza la mente para saber; no se relaciona con ese tipo de persona ni se complace con ella.

«Sunakkhatta, imagina que un hombre come algo exquisito y luego lo vomita.

[15] «¿Qué te parece, Sunakkhatta, deseará ese hombre comerlo de nuevo?» – «No, venerable señor.» – «¿Por qué?» – «Pues, venerable señor, porque esa comida ya le repugna.»

«Del mismo modo, Sunakkhatta, a la persona que tiene inclinación por la esfera de ni percepción ni de no percepción le repugna la traba de la esfera de la nada.

«A ése hay que considerado como: ‘alguien no atrapado por la traba de la esfera de la nada y con inclinación por la esfera de ni percepción ni de no percepción’.

[16] {62} «Puede darse el caso, Sunakkhatta, de que alguien tenga inclinación por la plenitud del Nibbana. Sunakkhatta, el que tiene inclinación por la plenitud del Nibbana. Habla continuamente de ella, piensa y reflexiona en función de ella; se relaciona con ese tipo de persona y con ella se complace. En cambio, si se está hablando de la esfera de ni percepción ni de no percepción, no escucha, no presta atención ni agudiza la mente para saber; no se relaciona con ese tipo de persona ni se complace con ella.

[17] «Sunakkhatta, al igual que una palmera a la que le cortan la cima es incapaz de crecer otra vez, así, Sunakkhatta, la persona que tiene inclinación por la plenitud del Nibbana. Ha cortado la traba de la esfera de ni percepción ni de no percepción, la ha cortado de raíz, y la ha dejado como un tronco de palmera desmochado que, una vez cortado, ya no puede volver a brotar ni a crecer de nuevo.

«A ése hay que considerarlo como: ‘alguien no atrapado por la traba de la esfera de ni percepción ni de no percepción y con inclinación por la plenitud del Nibbana.

[18] {63} «Puede darse el caso, Sunakkhatta, de que algún monje piense: ‘El Asceta ha comparado el deseo con una flecha, el veneno de la ignorancia se esparce a causa del deseo apasionado y la malevolencia. Pero yo he renunciado a la flecha del deseo, he expulsado el veneno de la ignorancia y tengo inclinación por la plenitud del Nibbana». Creyendo eso de sí mismo con falso orgullo, ése podría dedicarse a lo que es contraproducente para el que tiene inclinación por la plenitud del Nibbana, podría dedicarse a ver formas visibles contraproducentes, a escuchar sonidos contraproducentes, a oler olores contraproducentes, a gustar sabores contraproducentes, a tocar cosas contraproducentes o a conocer objetos mentales contraproducentes.

«Al dedicarse a ver formas visibles… escuchar sonidos… oler olores… gustar sabores… tocar cosas… conocer objetos mentales contraproducentes, la pasión le depravaría la mente.

«Con la mente depravada por la pasión, llegaría a sufrir muerte o dolores mortales.

[19] «Sunakkhatta, imagina un hombre herido por una flecha impregnada de un fuerte veneno. Sus amigos, conocidos, compañeros y familiares llamarían al médico cirujano. El médico cirujano abriría aún más la herida con el bisturí, luego introduciría una sonda para localizar bien la flecha, luego quitaría la flecha y extraería el veneno pero dejando restos. Pensando que no hay restos, diría: «Buen hombre, se ha sacado la flecha, se ha extraído el veneno restante y ya no hay peligro. Come cosas sanas, no comas cosas contraproducentes o se infectará la herida. De vez en cuando, lava la herida y periódicamente ponle ungüento mientras siga abierta, no sea que, sin lavar la herida de vez en cuando y sin ponerle ungüento periódicamente, se cubra de pus y de sangre. No salgas a caminar cuando sople el aire o caliente el sol, no sea que el polvo y la suciedad te dañen la herida abierta. Buen hombre, protege la herida y dedícate a curarla.

[20] «Pero el hombre piensa: ‘Me han quitado la flecha, extraído el veneno restante y ya no hay peligro’.

«Come cosas contraproducentes y se infecta la herida. No lava la herida de vez en cuando ni le pone ungüento periódicamente, por lo que se cubre de pus y sangre. Sale a caminar cuando sopla el aire o calienta el sol, y el polvo y la suciedad le dañan la herida abierta. No protege la herida ni se dedica a curarla.

«Tanto por hacer lo que es contraproducente como por no haberse extraído los restos sucios y venenosos, la herida no cicatriza. Al no cicatrizar la herida, muere o sufre mortalmente.

[21] «Del mismo modo, Sunakkhatta, puede darse el caso de que algún monje piense: ‘El Asceta ha comparado el deseo con una flecha, el veneno de la ignorancia se esparce por el deseo apasionado y la malevolencia. Pero yo he renunciado a la flecha del deseo, he expulsado el veneno de la ignorancia y tengo inclinación por la plenitud del Nibbana’. Creyendo eso de sí mismo con falso orgullo podría dedicarse a lo que es contraproducente…

«Con la mente depravada por la pasión, llegaría a sufrir muerte o dolores mortales.

[22] «Sunakkhatta, en la Noble Disciplina, dejar de practicar y retroceder hacia lo inferior, eso es la muerte.

«Sunakkhatta, realizar una ofensa impura, eso es sufrir mortalmente.

[23] {64} «Puede darse el caso, Sunakkhatta, de que algún monje piense así: ‘El Asceta ha comparado el deseo con una flecha, el veneno de la ignorancia se esparce a causa del deseo apasionado y la malevolencia. Pero yo he renunciado a la flecha del deseo, he expulsado el veneno de la ignorancia y tengo inclinación por la plenitud del Nibbana’. Por ser alguien que tiene verdadera inclinación por la plenitud del Nibbana, no se dedica a lo que es contraproducente para el que tiene inclinación por la plenitud del Nibbana, no se dedica a ver formas visibles contraproducentes, ni a escuchar sonidos contraproducentes, ni a oler olores contraproducentes, ni a gustar sabores contraproducentes, ni a tocar cosas contraproducentes, ni a conocer objetos mentales contraproducentes. Al no dedicarse a ver formas visibles… escuchar sonidos… oler olores… gustar sabores… tocar cosas… ni conocer objetos mentales contraproducentes, la pasión no le deprava la mente.

«Con la mente no depravada por la pasión, no sufre muerte ni dolores mortales.

[24] «Sunakkhatta, imagina un hombre herido por una flecha impregnada de un fuerte veneno. Sus amigos, conocidos, compañeros y familiares llamarían al médico cirujano. El médico cirujano abriría aún más la herida con el bisturí, luego introduciría una sonda para localizar bien la flecha, luego quitaría la flecha y extraería el veneno pero sin dejar restos. Sabiendo que no hay restos, diría: ‘Buen hombre, se ha sacado la flecha, se ha extraído el veneno restante y ya no hay peligro. Come cosas sanas, no comas cosas contraproducentes o se infectará la herida. De vez en cuando lava la herida y periódicamente ponle ungüento mientras siga abierta, no sea que, sin lavarla de vez en cuando y sin ponerle ungüento periódicamente, se cubra de pus y de sangre. No salgas a caminar cuando sople el aire o caliente el sol, no sea que el polvo y la suciedad te dañen la herida abierta. Buen hombre, protege la herida y dedícate a curarla’.

[25] «Ese hombre piensa: ‘Me han quitado la flecha, extraído el veneno restante y ya no hay peligro’. Come cosas sanas y no se infecta la herida. Lava la herida de vez en cuando y le pone ungüento periódicamente, por lo que no se cubre de pus ni de sangre. No sale a caminar cuando sopla el aire o calienta el sol, y el polvo y la suciedad no le dañan la herida abierta. Protege la herida y se dedica a curarla.

«Tanto por no hacer lo que es contraproducente como por haberse extraído los restos sucios y venenosos, la herida cicatriza. Al cicatrizar la herida, no muere ni sufre mortalmente.

[26] «Del mismo modo, Sunakkhatta, puede darse el caso de que algún monje piense: ‘El Asceta ha comparado el deseo con una flecha, el veneno de la ignorancia se esparce a causa del deseo apasionado y la malevolencia. Pero yo he renunciado a la flecha del deseo, he expulsado el veneno de la ignorancia y tengo inclinación por la plenitud del Nibbana’. Por ser alguien que tiene verdaderamente inclinación por la plenitud del Nibbana, no se dedica a lo que es contraproducente para el que tiene inclinación por la plenitud del Nibbana, no se dedica a ver formas visibles contraproducentes, ni a escuchar sonidos contraproducentes, ni a oler olores contraproducentes, ni a gustar sabores contraproducentes, ni a tocar cosas contraproducentes, ni a conocer objetos mentales contraproducentes. Al no dedicarse a ver formas visibles… escuchar sonidos… oler olores… gustar sabores… tocar cosas… conocer objetos mentales contraproducentes, la pasión no le deprava la mente.

«Con la mente no depravada por la pasión, no sufre muerte ni dolores mortales.

[27] {65} «Sunakkhatta, he hecho este símil para transmitir un significado. Éste es su significado: Sunakkhatta, la herida se refiere a las seis esferas internas de los sentidos, el veneno a la ignorancia, la flecha al deseo, la sonda a la atención, el bisturí a la Noble sabiduría, el médico cirujano al Trascendente, santo y completamente iluminado.

[28] «Sunakkhatta, el monje que practica el control sobre las seis esferas del contacto, sabe que el apego es la raíz del sufrimiento, y, libre del apego, se libera mediante la eliminación total del apego. Que su cuerpo se oriente al apego o que su mente evidencie apego, es algo inconcebible.

[29] «Sunakkhatta, imagina una copa con líquido, perfecto de aspecto y de olor pero mezclado con veneno; y que entonces llegara un hombre deseoso de vivir y no de morir, deseoso de placer y contrario al dolor. ¿Qué te parece, Sunakkhatta? ¿Bebería ese hombre de la copa sabiendo que: «Si bebo de esto, moriré o sufriré dolores mortales»?

«No, venerable señor.»

«Pues, Sunakkhatta, del mismo modo, el monje que practica el control sobre las seis esferas del contacto sabe que el apego es la raíz del sufrimiento, y, libre del apego, se libera mediante la eliminación total del apego. Que su cuerpo se oriente al apego o que su mente evidencie apego, es algo inconcebible.

[30] «Sunakkhatta, imagina una serpiente venenosa y feroz; y que entonces llegara un hombre deseoso de vivir y no de morir, deseoso de placer y contrario al dolor. ¿Qué te parece, Sunakkhatta? ¿Acercaría ese hombre la mano o el dedo pulgar a esa serpiente venenosa y feroz si sabe que: «Si me muerde, moriré o sufriré dolores mortales?»

«No, venerable señor.»

«Pues, Sunakkhatta, del mismo modo, el monje que practica el control sobre las seis esferas del contacto, sabe que el apego es la raíz del sufrimiento, y, libre del apego, se libera mediante la eliminación total del apego. Que su cuerpo se oriente al apego o que su mente evidencie apego, es algo inconcebible.»

Así habló el Bienaventurado, y Sunakkhatta, hijo de los licchavis, gozó y se complació con sus palabras.


FUENTE:

SOLÉ-LERIS, Amadeo y Abraham Vélez de Cea (2004) Mjjhima Nikaya: Los sermones medios del Buddha. Versión digital


Revisión y edición: Isidatta

Edición del Bosque Theravada, 2011