AN 4,113 Patoda Sutta – Aguijón

Un símil de los adiestrados caballos purasangre, le sirve al Buda para explicar los diferentes niveles de facilidad con la cual las personas adquieren el sentido de urgencia.


[Leer en pali]

[113] “Monjes, hay estas cuatro clases de excelentes caballos purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo. Y, ¿cuáles son esas cuatro?

“He aquí, monjes, hay una clase de excelentes caballos purasangre que se agitan y adquieren un sentido de urgencia tan pronto como ven la sombra del aguijón, pensando: ‘¿Qué tarea estableció para mí hoy mi entrenador? ¿Qué puedo hacer para satisfacerlo?’. Así es esta clase de excelentes caballos purasangre aquí. Esta es la primera clase de excelentes caballos purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo.

“Además, monjes, hay [otra] clase de excelentes caballos purasangre que no se agitan ni adquieren un sentido de urgencia tan pronto como ven la sombra del aguijón, sino que se agitan y adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su pelaje, pensando: ‘¿Qué tarea estableció para mí hoy mi entrenador? ¿Qué puedo hacer para satisfacerlo?’. Así es esta clase de excelentes caballos purasangre aquí. Esta es la segunda clase de excelentes caballos purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo.

“Además, monjes, hay una [otra] clase de excelentes caballos purasangre que no se agitan ni adquieren un sentido de urgencia tan pronto como ven la sombra del aguijón, tampoco se agitan ni adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su pelaje, sino que se agitan y adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su carne, pensando: ‘¿Qué tarea estableció para mí hoy mi entrenador? ¿Qué puedo hacer para satisfacerlo?’. Así es esta clase de excelentes caballos purasangre aquí. Esta es la tercera clase de excelentes caballos purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo.

“Además, monjes, hay una [otra] clase de excelentes caballos purasangre que no se agitan ni adquieren un sentido de urgencia tan pronto como ven la sombra del aguijón, tampoco se agitan ni adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su pelaje, tampoco se agitan y adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su carne, sino que se agitan y adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su hueso, pensando: ‘¿Qué tarea estableció para mí hoy mi entrenador? ¿Qué puedo hacer para satisfacerlo?’. Así es esta clase de excelentes caballos purasangre aquí. Esta es la cuarta clase de excelentes caballos purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo.

“Estas son, monjes, las cuatro clases de excelentes caballos purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo.

“De la misma manera, monjes, hay cuatro clases de excelentes personas purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo. Y, ¿cuáles son esas cuatro?

“He aquí, monjes, hay una clase de excelentes personas purasangre que escuchan esto: ‘En tal o cual pueblo, o ciudad, se enfermó y murió una mujer o un hombre’. Entonces, se agitan por eso y adquieren un sentido de urgencia. Agitados, se esfuerzan cuidadosamente. Resolutos, descubren la suprema verdad con el cuerpo y, habiéndola penetrado con la sabiduría, la ven. Yo afirmo que esta excelente [clase de] personas purasangre es similar a la excelente [clase de] caballos purasangre que se agitan y adquieren un sentido de urgencia tan pronto como ven la sombra del aguijón. Así es esta clase de excelentes personas purasangre aquí. Esta es la primera clase de excelentes personas purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo.

“Además, monjes, hay una [otra] clase de excelentes personas purasangre que no escuchan esto: ‘En tal o cual pueblo, o ciudad, se enfermó y murió una mujer o un hombre’. Más bien ellas ven por sí mismas enfermarse y morir a una mujer o un hombre. Entonces, se agitan por eso y adquieren un sentido de urgencia. Agitados, se esfuerzan cuidadosamente. Resolutos, descubren la suprema verdad con el cuerpo y, habiéndola penetrado con la sabiduría, la ven. Yo afirmo que esta excelente [clase de] personas purasangre es similar a la excelente [clase de] caballos purasangre que no se agitan ni adquieren un sentido de urgencia tan pronto como ven la sombra del aguijón, sino que se agitan y adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su pelaje. Así es esta clase de excelentes personas purasangre aquí. Esta es la segunda clase de excelentes personas purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo.

“Además, monjes, hay una [otra] clase de excelentes personas purasangre que no escuchan esto: ‘En tal o cual pueblo, o ciudad, se enfermó y murió una mujer o un hombre’; tampoco ven por sí mismas  enfermarse y morir a una mujer o un hombre. Más bien se enferma y muere uno de sus parientes o familiares. Entonces, se agitan por eso y adquieren un sentido de urgencia. Agitados, se esfuerzan cuidadosamente. Resolutos, descubren la suprema verdad con el cuerpo y, habiéndola penetrado con la sabiduría, la ven. Yo afirmo que esta excelente [clase de] personas purasangre es similar a la excelente [clase de] caballos purasangre que no se agitan ni adquieren un sentido de urgencia tan pronto como ven la sombra del aguijón, tampoco se agitan y adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su pelaje, sino que se agitan y adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su carne. Así es esta clase de excelentes personas purasangre aquí. Esta es la tercera clase de excelentes personas purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo.

“Además, monjes, hay una [otra] clase de excelentes personas pura sangre que no escuchan esto: ‘En tal o cual pueblo o ciudad, se enfermó y murió una mujer o un hombre’; tampoco ven por sí mismas  enfermarse y morir a una mujer o un hombre, tampoco se les enferma y muere uno de sus parientes o familiares. Más bien ellas mismas se ven afligidas por las sensaciones corporales que son dolorosas, tormentosas, agudas, penetrantes, desgarradoras, desagradables, que atentan en contra de su vitalidad. Entonces, se agitan por eso y adquieren un sentido de urgencia. Agitados, se esfuerzan cuidadosamente. Resolutos, descubren la suprema verdad con el cuerpo y, habiéndola penetrado con la sabiduría, la ven. Yo afirmo que esta excelente [clase de] personas purasangre es similar a la excelente [clase de] caballos purasangre que no se agitan ni adquieren un sentido de urgencia tan pronto como ven la sombra del aguijón, tampoco se agitan y adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su pelaje, tampoco se agitan y adquieren un sentido de urgencia cuando el aguijón golpea su carne, sino que se agitan y adquieren el sentido de urgencia cuando el aguijón golpea sus huesos. Así es esta clase de excelentes personas purasangre aquí. Esta es la cuarta clase de excelentes personas purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo.

“Estas son, monjes, las cuatro clases de excelentes personas purasangre que se pueden encontrar existiendo en el mundo”.

 


FUENTES

Bhikkhu Bodhi (2012). The Goad en The Numerical Discourses of the Buddha: A Translation of the Anguttara Nikaya. Boston, USA: Wisdom Publications. Versión digital. Pp. 298-299.

Patodasuttam en Digital Pali Reader 4.1


Traducido por Anton P. Baron

Editado por Federico Angulo y Anton P. Baron

Publicación de Bosque Theravada, 2015.