Mudita: Meditación sobre la dicha altruista

Del artículo Propuesta de retiro de meditación de noventa días, por Anton Baron. Día 42 al 52: Mudita: Meditación sobre la Dicha Altruista.

Por Anton Baron

Día 42: InstruccionesDía 43: Entre el sufrimiento y alegríaDía 44: Mudita vs metta Día 45: Mudita y el sentimientos de envidiaDía 46: ¿Puede haber alegría no egoísta?Día 47: La sopa de la sopa del gansoDía 48: Nosotros somos tres, tú eres tresDía 49: ¿Quién soy yo?Día 50: Más sobre renunciar al “yo”Día 51: Abandona tu nadaDía 52: La dicha altruistaBibliografía


anton1Con la palabra pali mudita se quiere significar la virtud de alguien que sabe encontrar alegría, dicha y felicidad en los logros y éxitos de otros. Acá traducimos esta expresión como “dicha altruista”. Mudita es la tercera brahmavihara –morada divina- y suele usarse como técnica de meditación para poder desarrollar la capacidad de alegrarnos con los demás.

La práctica de mudita puede convertirse en una preciosa complementación de la anterior técnica -karuna o meditación sobre la compasión- y hacer de nuestra práctica una experiencia más equilibrada. Mudita previene que caigamos en melancolía a causa de enfatizar solamente el sufrimiento existente en este mundo y nos ayuda a experimentar y compartir la verdadera alegría que también está presente entre nosotros.

La estructura de las secciones de esta técnica es parecida a las anteriores: se empieza a meditar con algún buen amigo nuestro, ya que se supone, que ésta sea la manera más fácil de lograr alegrarse con los logros ajenos, en este caso, de alguien que es bien conocido por nosotros y quien, además, nos agrada.

Al igual que en las otras técnicas, también aquí se pretende desarrollar esta cualidad plenamente, hasta poder convertir las alegrías de los demás en nuestras propias dichas.

Cuando lleguemos a las secciones dedicadas a personas difíciles u hostiles debemos desistir de juzgar y censurarlas. En esta meditación nosotros no nos centramos en el posible dolor que dichas personas pudieron haber causado, en su eventual desequilibro o inmoralidad. Debemos sobreponernos a los intentos de desaprobar su conducta y centrarnos en aquellos aspectos que hacen felices a estas personas. Quizá alguien tenga un negocio poco claro o éticamente reprochable, pero ¿acaso podemos negar que esta misma persona podría sentir una verdadera y genuina alegría al llegar a su hogar después de un día de trabajo? Durante esta meditación simplemente nos centramos en este segundo aspecto y tratamos de compartir y celebrar sus dichas.

Al finalizar la meditación trataremos de apreciar los sentimientos relacionados con nuestras propias alegrías para poder compartirlas con otras personas.

 

Día 42: Instrucciones

Siéntese en la postura que habitualmente usa durante las sesiones de meditación. Cierre gentilmente los ojos y permita que una sonrisa en sus labios le ayude a sobreponerse a las tensiones y relajarse más fácilmente. Por unos instantes, centre su atención en la respiración. En cualquier momento, durante la meditación, en el cual Usted se percate que esté distraído, recuerde que hay que volver sobre el objeto de la meditación de manera gentil y suave, sin reprocharse por las distracciones.

 

Sección Primera: Un querido amigo

Visualice el rostro de su amigo o amiga, preferentemente cuando sonríea o esté contento. Inclusive si hay muchas áreas de su vida que son poco felices, Usted céntrese en aquellas que le proporcionan gozo.

Piense:

  1. -estoy regocijándome en los éxitos y las alegrías de este mi tan cercano amigo o amiga…
  2. -comparto su gozo y alegría en diferentes áreas de su vida…
  3. -que continúe de la misma manera…
  4. -estoy disfrutando la alegría de mi amigo/amiga…

 

Sección Segunda: Un benefactor

Frecuentemente, cuando pensamos con gratitud en alguien quien nos ha beneficiado –quizá en el maestro, en los padres o en algunos parientes cercanos quienes aportaron a nuestra educación- podemos percibir el gran gozo existente en su vida. Inclusive, cuando percibimos la complejidad de la vida de esas personas, nos centramos y celebramos aquellos aspectos y momentos que son gozosos y felices.

Piense:

-estoy regocijándome en las alegrías y en los momentos felices de mi benefactor (diga mentalmente su nombre o visualice su rostro)…

  1. -estoy contento de sus éxitos y logros…
  2. -que continúe de la misma manera y que extienda su gozo a otros aspectos de su vida…
  3. -estoy disfrutando la alegría de mi benefactor…

 

Sección Tercera: Una persona neutral

Para esta sección debería escoger alguna de estas personas, de cuyas vidas sabe muy pocos detalles, pero que sean suficientes como para permitirle que le desee alegría y éxito en las diferentes áreas de su vida. Trate de compartir, en esta sección, el gozo de esta persona.

Piense:

-estoy regocijándome en los éxitos y logros de esta persona (diga mentalmente su nombre, si lo conoce, o visualice su rostro)…

  1. -que su alegría continúe de la misma manera y que se extienda a lo largo de toda su vida…
  2. -estoy disfrutando la alegría de esta persona…

 

Sección Cuarta: Una persona hostil

Aún las personas con las cuales estamos disconformes son capaces de sentir gozo y felicidad. En esta sección procure no permanecer ciego a los éxitos y alegrías que tienen estas personas y que Usted pueda percibir en algunas áreas de sus vidas. Aunque Usted no sea capaz de aprobar su conducta en otros aspectos, aún cuando pueda sentirse agraviado por estas personas, con todo eso, procure abrir su corazón para poder celebrar con ellos su alegría y gozo.

Piense:

-estoy reconociendo la alegría y el gozo que está sintiendo esta persona (diga mentalmente su nombre, si lo conoce, o visualice su rostro)…

  1. -que su alegría continúe de la misma manera y que se extienda a otros aspectos de su vida…
  2. -que yo pueda compartir su gozo y alegría de manera incondicional…
  3. -estoy disfrutando la alegría de esta persona…

 

Sección Quinta: Una comunidad más amplia

Pueden ser grupos de personas de su localidad, de su país, de otros países o del mundo entero. Debe concienciarse de que todos ellos también experimentan el gozo y alegría. Procure reconocerlo y compartirlo con ellos.

Estoy reconociendo y compartiendo la alegría existente alrededor de mi:

-la dicha y felicidad de los padres, cuando están jugando con sus hijos…

-la alegría de los empleados que fueron reconocidos y valorados por sus empleadores…

-el gozo de la familia, cuyo ser querido se ha recuperado de una grave dolencia…

-el contentamiento de alguien que se siente amado…

-la alegría que tiene alguien que se siente seguro económica y emocionalmente…

-el gozo por tener suficiente comida para sus hijos…

-el gozo por haber tenido algún éxito…

-la satisfacción de una tarea bien hecha…

-estoy disfrutando la alegría de todas estas personas…

 

Sección Sexta: Todos los seres

Compartiendo la alegría de todos los seres sintientes en diferentes aspectos de sus vidas.

Estoy sintiendo el gozo de:

-los animales que se sienten seguros después de haberse salvado de una caza o persecución…

-los pájaros que encuentran suficiente comida durante el invierno…

-otros seres sintientes que encuentran su medio ambiente fructífero…

-estoy disfrutando su alegría…

 

Sección Séptima: Reflexionando sobre mi propio gozo

Al igual que todos los demás seres, nuestras vidas también tienen momentos alegres y felices. Vamos a dedicar el tiempo, en esta última sección, para reconocer esta verdad y celebrarla. A la vez, vamos a procurar ser agradecidos por los momentos de alegría que la vida nos permite experimentar.

Estoy reconociendo los momentos de gozo y felicidad en mi vida:

-me regocijo en ellos y disfruto en ellos…

-siento gratitud por todos aquellos momentos, en los cuales he podido experimentar la alegría…

-decido compartir el gozo que tengo o que voy a tener durante este día con los demás…

Al finalizar la sesión de meditación, permanezca sentado unos momentos antes de abrir los ojos. Tome una firme determinación de compartir este espíritu de alegría con los demás, hoy en día. Abra los ojos.

Extienda la práctica de muditabhavana más allá de las sesiones formales de meditación y trate de notar o tomar conciencia de las alegrías que aparecen en su vida cotidiana. Trate de reconocerlas también en las actividades y experiencias de otras personas o animales. Simplemente, note cuando Usted u otro ser llegue a estar alegre.

NOTA PARA LOS QUE SIGUEN LA PROPUESTA DEL «RETIRO DE 90 DIAS»: Sería bueno que, a partir de este momento, Usted tenga dos sesiones de meditación durante el día. En este caso, alterne esta técnica con anapanasati (la meditación sobre la respiración). Si no puede tener dos sesiones diarias, alterne a ambas meditaciones un día de por medio.

 

Día 43: Entre el sufrimiento y alegría

Un excesivo énfasis en el sufrimiento y meditación sobre la compasión (karunabhavana) puede hacer de nosotros personas demasiado apesadumbradas y apenadas, que dan siempre una obsesiva importancia al sufrimiento y son muy pesimistas. Sin embargo, en este camino se trata de reconocer la realidad en todas sus manifestaciones, tal como es. Así como sería lamentable cerrar los ojos, en una actitud escapista, a los dolores, sufrimientos e insatisfacciones existentes en esta vida, de igual manera sería erróneo no reconocer lo que en ella es de hermoso y alegre. Si enfocásemos nuestra mirada solamente hacia el sufrimiento, la crueldad y lo destructivo, la misma no sería balanceada y estaríamos negando la complejidad de la realidad.

Por otro lado, tampoco es aceptable la idea, según la cual sea posible una felicidad duradera basada en las cambiantes cosas del mundo, pues son abundantes las evidencias que demuestran lo contrario. Lastimosamente, mucha gente se engaña creyendo que todo tiene solución si tan sólo permanezcan con la “mente positiva”. Aunque bien intencionadas, estas personas pronto se ven defraudadas por un ideal tan poco realista e imposible de ser alcanzado. Por el contrario, el camino de meditación enseñado por el Buda se centra más en la realidad que en las fantasías. En él, encontraremos que la generalidad de las cosas del mundo tiene el carácter impermanente y por eso, insatisfactorio; pero no por eso, nuestras vidas tendrán que tener un sello de miseria, monotonía o aburrimiento. Si miramos atentamente a nosotros mismos y a nuestro alrededor, encontraremos que existe la gran alegría y existe también un verdadero disfrute de los placeres: debemos aprender a reconocer y aceptar esta realidad con gratitud y compartirla con los demás.

 

Día 44: Mudita vs metta

Algunas personas, especialmente al inicio de su práctica, suelen confundir esta técnica de dicha altruista con la del amor universal  (metta) y amabilidad. En realidad, ambas se parecen bastante. Mettabhavana se centra en el hecho, según el cual nosotros podemos irradiar el amor universal a todos los seres de manera indiscriminada, sin que esto implique que siempre testemos de acuerdo con la conducta o la forma de ser de las demás personas. Metta es una cualidad que, mediante la práctica, nos permite aplicarla a todos los seres, independientemente si éstos sean nuestros amigos o no, o si manifiesten alguna reciprocidad o no. En este sentido, muditabhavana es una práctica bastante parecida, porque pretende lograr en nosotros una empatía hacia la alegría que pueden sentir todos los demás de una forma incondicional. Solamente que esta técnica, a diferencia de la primera, no se centra tanto en irradiar hacia fuerasentir hacia adentro el gozo de los demás. A grandes rasgos, podría decirse que la actitud del amor universal está centrado en dar y la de dicha altruista, en recibir. Es como «tomar» la alegría ajena y disftutarla como propia. sino en

La causa por la cual las otras personas sienten la alegría no es de nuestra incumbencia y puede que la misma no responda a nuestros estándares. Sin embargo, lo importante es que estas personas están felices y nosotros solamente queremos compartir con ellos su dicha.

 

Día 45: Mudita y el sentimiento de envidia

A veces, cuando focalizamos nuestra atención en la alegría de los demás, pueden asaltarnos algunos sentimientos de celos, envidia o pena por nosotros mismos y nuestras circunstancias. Es fácil caer en comparaciones relativas a los méritos de cada uno y los nuestros propios, y analizar quién sería más digno de disfrutar las dichas y alegrías; esto produce, inevitablemente, que los negativos estados mentales perturben nuestras sesiones de meditación. Cuando esto ocurre y cuando no estamos lo suficientemente atentos, muy pronto a estos sentimientos le siguen las de desaliento, tristeza y culpa. Lo importante en estas situaciones es, actuar tal como lo hemos acostumbrado hacer con las distracciones que llegan a nuestra mente en las demás técnicas meditavivas: percibir la envidia tan pronto que aparezca, tomar conciencia del análisis que hacemos sobre la comparación de méritos entre nosotros y los demás y tomarlo como simple distracción que nos aleja del objetivo principal de nuestra meditación y volver a él. Una vez conscientes del sentimiento o pensamiento que llega, retornamos gentilmente y sin reproches a compartir la dicha que podemos percibir en los demás. Debemos hacerlo tantas veces, cuantas hagan falta: recordemos que la dicha altruista, como cualquier otra técnica de meditación, es una habilidad que se adquiere con el tiempo y con esfuerzo continuo. De nuestra responsabilidad y dedicación depende que esta cualidad se desarrolle en nosotros en forma pura y profunda.

Día 46: ¿Puede haber alegría no egoísta?

El altruismo es opuesto al egoísmo y, entonces, esta práctica puede parecer algo extraña al inicio: cuando críticamente analizamos la expresión “dicha altruista”, puede surgir la pregunta sobre si ¿es posible distinguir entre un tipo de alegría que es egoísta y otro que no lo es? La alegría siempre es algo intensamente personal. Si procuramos compartirla con los demás, el impacto puede ser muy variado, dependiendo de la personalidad de cada uno. Algo que puede producir un rapto de gozo en nosotros, una vez compartido, puede resultar enojoso para otras personas. Los gustos musicales pueden servirnos de ejemplo: mientras que muchos jóvenes se desvanecen bajo la influencia de los discordantes y disonantes sonidos del heavy metal otros encuentran estos sonidos muy perturbadores y nada placenteros. Esta situación podría aclararnos el significado de “dicha egoísta”: si un grupo de estos “rockeros” hiciera un concierto ruidoso al aire libre dentro de un populoso barrio, cuyos habitantes no estarían dispuestos a participar en él, se podría decir que los participantes del concierto están igualmente disfrutando y gozando de la música pero de manera egoísta, porque la misma constituye un grave disturbio para las vidas de los vecinos. Superficialmente, se podría decir, entonces, que el gozo es siempre gozo: en sí mismo no es altruista ni egoísta, porque el grupo de aquellos simpatizantes de heavy metal lo disfrutaría de igual manera en el desierto o en un populoso barrio. Sin embargo y al mismo tiempo, es indiscutible, que las circunstancias en las cuales disfrutamos de la alegría, tienen que ser tomadas en cuenta en relación a los demás. Por eso, pueda haber una dicha egoísta y otra altruista.

Día 47: La sopa de la sopa del ganso

En cierta ocasión un pariente visitó a Nasruddin, llevándole como regalo un ganso. Nasruddin cocinó la ave y la compartió con su huésped.

No tardaron en acudir un huésped tras otro, alegando todos ser amigos de un amigo “del hombre que te ha traído el ganso”. Naturalmente, todos ellos esperaban obtener comida y alojamiento a cuenta del famoso ganso.

Finalmente, Nasruddin no pudo aguantar más. Un día llegó un extraño a su casa y dijo: “Yo soy un amigo del amigo del pariente tuyo que te regaló un ganso”. Y, al igual que los demás, se sentó a la mesa, esperando que le dieran de comer.

Nasruddin puso ante él una escudilla llena de agua caliente.

“¿Qué es esto?”, preguntó el otro.

“Esto”, dijo Nasruddin, “es la sopa de la sopa del ganso que me regaló mi amigo”.

[…] Es absolutamente imposible enviar un beso a través de un mensajero (De Mello, 1982: 74-75).

Al igual que es imposible practicar el gozo altruista sin ser verdaderamente alegre y contento con los logros de los demás: no se trata de una “idea sobre el gozo” sino del gozo mismo.

Día 48: Nosotros somos tres, tú eres tres

El principal enemigo de muditabhavana es la envidia, los celos y el hecho de comparar sus meritos con los de las otras personas y pensar que somos más dignos de disfrutar del gozo que ellos.

Cuando el barco del obispo se detuvo durante un día en una isla remota, decidió emplear la jornada del modo más provechoso posible. Deambulaba por la playa cuando se encontró con tres pescadores que estaban reparando sus redes y que, en su elemental inglés, le explicaron cómo habían sido evangelizados siglos atrás por los misioneros. “Nosotros ser cristianos”, le dijeron, señalándose orgullosamente a sí mismos.

El obispo quedó impresionado. Al preguntarles si conocían la Oración del Señor, le respondieron que jamás la habían oído. El obispo sintió una auténtica conmoción. ¿Cómo podían llamarse cristianos si no sabían algo tan elemental como el Padrenuestro?

“Entonces, ¿Qué decís cuando rezáis?”

“Nosotros levantar los ojos al cielo. Nosotros decir: ´Nosotros somos tres. Tú eres tres, ten piedad de nosotros´”. Al obispo le horrorizó el carácter primitivo y hasta herético de su oración. De manera que empeló el resto del día en enseñarles el Padrenuestro. Los pescadores tardaban de aprender, pusieron todo su empeño y, antes de que el obispo zarpara al día siguiente, tuvo la satisfacción de oír de sus labios toda la oración sin un solo fallo.

Meses más tarde el barco del obispo acertó a pasar por aquellas islas y, mientras el obispo paseaba por la cubierta rezando sus oraciones vespertinas, recordó con agrado que en aquella isla remota había tres hombres que, gracias a pacientes esfuerzos, podían ahora rezar como era debido. Mientras pensaba esto, sucedió que levantó los ojos y divisó un punto de luz hacia el este. La luz se acercaba al barco y, para su asombro, vio tres figuras que caminaban hacia él sobre el agua. El capitán detuvo el barco y todos los marinos se asomaron por la borda a observar aquel asombroso espectáculo.

Cuando se hallaban a una distancia desde donde podían hablar, el obispo reconoció a sus tres amigos, los pescadores. “¡Obispo!”, exclamaron, “nosotros alegrarnos de verte. Nosotros oír tu barco pasar cerca de la isla y correr a verte”.

“¿Qué deseáis”, les preguntó el obispo con cierto recelo.

“Obispo”, le dijeron, “nosotros tristes”. Nosotros olvidar bonita oración. Nosotros decir: ‘Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino…´ Después olvidar. Por favor, decirnos otra vez toda la oración”.

El obispo se sintió humillado. “Volved a vuestras casas, mis buenos amigos”, les dijo, “y cuando recéis, decid: ´Nosotros somos tres, tú eres tres, ten piedad de nosotros” (De Mello, 1982: 97-98).

Día 49: ¿Quién soy yo?

Para poder disfrutar del gozo de los demás, se requiere un cierto grado de renuncia a nuestro propio ego y la identificación con el otro.

El amante llamó a la puerta de su amada.

“ ¿Quién es?”, preguntó la amada desde dentro.

“Soy yo”, dijo el amante.

“Entonces márchate. En esta casa no cabemos tú y yo”.

El rechazado amante se fue al desierto, donde estuvo meditando durante meses, considerando las palabras de la amada. Por fin regresó y volvió a llamar a la puerta.

“¿Quién es?”.

“Soy tú”.

Y la puerta se abrió inmediatamente (De Mello, 1982: 133-134).

Día 50: Más sobre renunciar al “yo”

El discípulo: Vengo a ofrecerte mis servicios.

El maestro: Si renuncias a tu “yo”, el servicio brotará automáticamente.

Puedes entregar todos tus bienes para ayudar a los pobres, y entregar tu cuerpo a la hoguera, y no tener amor en absoluto.

Guarda tus bienes y renuncia a tu “yo”. No quemes tu cuerpo, quema tu “ego”. Y el amor brotará automáticamente (De Mello, 1982: 136).

Día 51: Abandona tu nada

Pensaba que era de vital importancia ser pobre y austero. Jamás había caído en la cuenta de que lo vitalmente importante era renunciar a su “ego”; que el “ego” engordaba tanto con lo santo como con lo mundano, con la pobreza como con la riqueza, con la austeridad como con el lujo. No hay nada de lo que no se sirva el “ego” para hincharse.

El discípulo: Vengo a ti con nada en las manos.

El maestro: Entonces suéltalo en seguida.

El discípulo: Pero, ¿cómo voy a soltarlo si es nada?

El maestro: Entonces llévatelo contigo.

De tu nada puedes hacer una auténtica posesión. Y llevar contigo tu renuncia como un trofeo. No abandones tus posesiones. Abandona tu “ego” (De Mello, 1982: 137).

Día 52: La dicha altruista

El Reino de Dios es semejante a dos hermanos que vivieron felices y contentos; hasta que recibieron la llamada de Dios a hacerse discípulos.

El de más edad respondió con generosidad a la llamada, aunque tuvo que ver cómo se desgarraba su corazón al separarse de su familia y de la muchacha a la que amaba y con la que soñaba casarse. Pero, al fin, se marchó a un país lejano, donde gastó su propia vida al servicio de los más pobres de entre los pobres. Se desató en aquel país una persecución, de resultas de la cual fue detenido, falsamente acusado, torturado y condenado a muerte.

Y el Señor le dijo: “Muy bien, siervo fiel y cumplidor. Me has servido por el valor de mil talentos. Voy a recompensarte con mil millones de talentos. ¡Entra en el gozo de tu Señor!”.

La respuesta del más joven fue mucho menos generosa. Decidió ignorar la llamada, seguir su camino y casarse con la muchacha a la que amaba. Disfrutó de un feliz matrimonio, le fue bien en los negocios y llegó a ser rico y próspero. De vez en cuando daba una limosna a algún mendigo o se mostraba bondadoso con su mujer y sus hijos. También de vez en cuando enviaba una pequeña suma de dinero a su hermano mayor, que se hallaba en un remoto país, adjuntándole una nota que decía: “Tal vez con esto puedas ayudar mejor a aquellos pobres diablos”.

Cuando le llegó la hora, el Señor le dijo: “Muy bien, siervo fiel y cumplidor. Me has servido por valor de diez talentos. Voy a recompensarte con mil millones de talentos. ¡Entra en el gozo de tu Señor!”.

El hermano mayor se sorprendió al oír que su hermano iba a recibir la misma recompensa que él. Pero le agradó sobremanera. Y dijo: “Señor, aún sabiendo esto, si tuviera que nacer de nuevo y volver a vivir, haría por ti exactamente lo mismo que he hecho”.

Esta sí que es una Buena Noticia: un Señor generoso y un discípulo que le sirve por el mero gozo de servir con amor (De Mello, 1982: 151-152).

 


BIBLIOGRAFÍA

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Revisado 05 de julio de 2009 (Isi)