Las cinco facultades

Del libro «Anapanasati Sutta: Una guía práctica para la meditación de la conciencia de la respiración», por Bhante Vimalaramsi.

Nota de Bosque Theravada: Bhante Vimalaramsi se basa en este apartado en el MN 77 {10M.3.7,237-259} Mahasakuludayi Sutta – Discurso a Sakuludayo. En cursiva el texto del sutta. En formato normal los comentarios de Bhante Vimalaramsi

 

«Nuevamente Udayin, he proclamado a mis discípulos la forma de desarrollar las cinco facultades espirituales. Aquí un Bhikkhu desarrolla la facultad de la fe que lleva a la paz, lleva a la iluminación.»

 

La facultad de fe es también llamada facultad de confianza. A medida que uno se interese por dejar ir el dolor del vivir, la curiosidad se fortalece. Y así, uno comienza a buscar un maestro de meditación. Si se es lo suficientemente afortunado de aprender de un maestro competente, se comenzará a ver pequeños cambios en la manera en que se percibe el mundo. A medida que uno comienza a ver esto a través de la práctica directa, su confianza comienza a crecer. Como resultado, su entusiasmo por la práctica aumenta tanto que uno quisiera practicar más.

 

«Él desarrolla la facultad de energía, que lleva a la paz, lleva a la iluminación.»

 

Cuando la confianza crece, uno naturalmente pondrá más energía en la práctica. Uno comienza a sentarse por más tiempo y la mente se aclara un poco más. Para el principiante se recomienda no sentarse menos de 45 minutos por vez. Pero cuando una sesión es buena, por favor permanece así por tanto tiempo cuanto dure. Una buena sesión puede durar una hora o una hora y diez minutos, o más. Es bueno sentarse progresivamente por períodos más largos y no preocuparse por apegarse a las sentatas. La única forma en que uno se apega es pensar acerca de la meditación y no hacerla en la forma correcta. No hay nada malo en sentarse por períodos más largos mientras uno no se dañe físicamente y tenga suficiente entrenamiento.

Sentarse por una o dos o tres horas está bien, sólo cuando uno está listo para sentarse cómodamente por tanto tiempo. Si uno se sienta de manera que tal, que esto le causa dolor, entonces está causando un malestar físico innecesario. Esto no sería algo sabio, porque la postura en la cual uno está sentado, debe ser cómoda. Está bien si el meditador usa un banquillo o silla, mientras no se recueste en ellos. Recostarse es bueno para el sueño y para la flojera, no para meditar!

Y así, mientras más confianza se tenga, más energía se pone en la práctica. El entusiasmo también aumentará de forma natural.

 

«Él desarrolla la facultad de la atención consciente, que lleva a la paz, lleva a la iluminación.»

 

A medida que la energía mejora, la conciencia y la atención se fortalecerán naturalmente. Este es un proceso muy natural y no-forzado. Miremos la mente de una persona común, una persona como tú o yo. Lo que uno encuentra es una mente saltamontes, una mente mariposa, o uno podría decir, una mente ‘mono loco’. Siempre está moviéndose, siempre saltando. Cambia sus fantasías e impulsos a cada instante. La mente es presa de estímulos y de su propia reacción emocional a ellos. Esa es en realidad una reacción a las condiciones de la forma en la que uno siempre actúa cuando determinado estímulo surge.

Es una cadena de asociaciones ligadas, de esperanzas, miedos, memorias, fantasías, arrepentimientos que pasan constantemente por la mente, gatillados por memorias del mundo exterior. La mente está ciega, sin parar, nunca satisfecha en su búsqueda por placer y satisfacción. No es de extrañar, que la mente se vuelva tan loca y llena de insatisfacción y que se la describa como un inquieto mono loco colgando de rama en rama en la búsqueda de la fruta satisfactoria a través de la selva infinita de eventos condicionales.

Así, cuando uno comienza a meditar, la mente naturalmente corre por todos lados y se aleja del objeto de la meditación por largo tiempo.

A veces toma incluso dos o tres minutos antes de ser capaz de reconocerlo, luego gentilmente dejamos ir [la distracción], relajamos la tensión en la cabeza, calmamos la mente y redirigimos la atención hacia la respiración.

Esto es natural, porque la mente está habituada a correr donde quiera. Pero a medida que la práctica se desarrolla y se es capaz de reconocer y dejar ir más rápido, la atención consciente gradualmente se agudiza. La mente puede que se aleje de la respiración por un minuto, antes de que reconozca que no está en la respiración. Luego deja ir, relaja la mente, y vuelve a la respiración. En ese momento la mente comienza a permanecer en la respiración por períodos más largos, quizás, por treinta segundos, antes de que se vaya nuevamente. Sin embargo, uno está ahora mejorando en observar cuando la mente se aleja. La atención se agudiza y se es capaz de reconocer lo que la mente está haciendo. Así, cuando la confianza mejora, la energía mejora y como resultado, la alerta de la mente naturalmente se desarrolla.

 

«Él desarrolla la facultad de tranquilidad o quietud, que lleva a la paz, lleva a la iluminación.»

 

Cuando la atención consciente del momento presente mejora, la mente permanecerá naturalmente en el objeto de meditación por períodos más largos. La mayoría de las personas lo describirían como ‘concentración’, pero esa no es una descripción precisa. La mente no está absorta o fija en el objeto de la meditación. En vez de esto, está muy quieta, relajada, compuesta y permanece en la respiración de manera muy buena. En ese momento una fuerte sensación de alegría surge y el cuerpo se vuelve muy ligero y se siente como flotando. Cuando la alegría se desvanece, un poderoso sentimiento de tranquilidad, ecuanimidad y comodidad surge también. Debido a la aguda conciencia propia, uno no se involucra con estos sentimientos. Pero si uno comienza a pensar o internamente verbalizar acerca de cuán agradable es este estado y cuánto le agrada, se perderá ese estado y, enconsecuencia, viene el sueño de manera muy seguida a ocupar a la mente. Esto es así porque uno está atrapado por el apego a estos sentimientos y cae sin volver a la respiración. La atención se desvanece cuando uno comienza a pensar o internamente verbalizar acerca de las cosas y se involucra en querer controlarlas a ellas y a los pensamientos. Esto ocurre también cuando uno anhela que la experiencia de alegría y tranquilidad surjan.

Este deseo hace que la mente trabaje muy duro y como resultado surge la inquietud y la insatisfacción. Esta combinación de los obstáculos detendrá toda la práctica espiritual porque el desear que las cosas sean de una forma particular hace que todo desarrollo espiritual se desvanezca. Por lo tanto, uno debe estar atento a los pensamientos acerca de este placentero estar. Y así, a medida que la confianza aumente, la energía crece. Esto mejora nuestra atención que permite que la compostura y la quietud de la mente se fortalezcan y duren más.

 

«Un Bhikkhu desarrolla la facultad de sabiduría (o entendimiento), que lleva a la paz, lleva a la iluminación. Y así muchos discípulos míos permanecen habiendo alcanzado la consumación y perfección del directo conocimiento.»

 

A medida que la mente se vuelve más calma y quieta, uno es capaz de ver la verdadera naturaleza de las cosas. Este desarrollo de la sabiduría o inteligencia se gana al ver las cosas surgir y pasar por sí mismas. Aún cuando uno está sentado en jhana [una etapa de meditación] ve cómo, por ejemplo, surge la alegría. Está ahí por un tiempo y luego se desvanece. Ve cómo surgen la tranquilidad y felicidad.

Están ahí por un tiempo y luego se desvanecen. Uno es capaz de ver la verdadera naturaleza de la impermanencia, incluso al principio de la práctica, al observar los pensamientos cuando surgen y se alejan. Uno observa los sentimientos y las emociones surgiendo y alejándose. Uno además, nota que estas cosas que surgen y se van son insatisfactorias y estos sentimientos y emociones son una forma de sufrimiento, especialmente cuando no se comportan de la forma que uno quiere. Cuando uno ve cuán realmente insatisfactorio es este proceso, claramente lo ve como un proceso impersonal. No hay nadie que pueda controlar la aparición y desaparición de estas cosas. Aún cuando se está en jhana uno no tiene control real sobre la alegría que surge porque la alegría surge cuando las condiciones son propicias para que surja. Al mismo tiempo, uno simplemente no puede forzar la alegría a que se quede porque se desvanecerá cuando las condiciones sean propicias.

Y esto causa que surja más insatisfacción, porque ¡la alegría es un sentimiento tan agradable! Así, uno es capaz de ver las características de la existencia muy claramente, es decir, anicca (impermanencia), dukkha (sufrimiento), y no-yo (anatta). Esta es la manera de desarrollar la sabiduría que gradualmente lleva a ver Orinamiento Dependiente hacia adelante y hacia atrás (esto es, ver y realizar las Cuatro Nobles Verdades). Una observación interesante es que uno puede ver las tres características de la existencia sin haber visto el Originamiento Dependiente, pero nunca puede ver el Originamiento Dependiente sin ver las tres características de la existencia (o sea, la naturaleza de la impermanencia, el sufrimiento y el no-yo) al mismo tiempo. Discutiremos esto con más detalle más adelante.

 


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