El rey Pasenadi ofrece las razones por las cuales muestra tanto respeto al Buda.
[1] Esto he escuchado:
En una ocasión el Bienaventurado estaba morando en el país de los sakyas, en una de sus ciudades de nombre Medalumpa.
[2] Entonces el rey Pasenadi, de Kosala, arribó a Nagaraka por algún negocio. Al llegar se dirigió a Digha Karayana: “Querido Karayanha, ten estos carruajes estatales preparados. Vamos al jardín placentero para mirar el lugar placentero”.
“Sí, señor”, respondió Digha Karayana. Y cuando los carruajes estatales estaban preparados, informó al rey: “Señor, los carruajes estatales están listos para ti. Ahora es tiempo que hagas lo que tenías pensado”.
[3] Entonces, el rey Pasenadi montó en un carruaje estatal y, acompañado por otros carruajes, se condujo de Nagaraka con gran pompa real hacia el parque. Se fue tan lejos por el camino en los carruajes hasta donde esto era posible. Luego descendió del carruaje y entró al parque caminando.
[4] Mientras caminaba y recorría el parque por el ejercicio, el rey Pasenadi vio unos pies de árboles muy placenteros e inspiracionales, en un lugar quieto y no perturbado por las voces, con una atmósfera de reclusión, remoto a la gente, favorable para el retiro. Esta vista le recordó al Bienaventurado de esta manera: “Estos pies de árboles se ven muy placenteros e inspiracionales, este lugar es quieto y no perturbado por las voces, con una atmósfera de reclusión, remoto a la gente, favorable para el retiro, es parecido al lugar que usamos para rendirle respetos al Bienaventurado, realizado y plenamente iluminado”. Entonces comentó esto a Digha Karayana y le preguntó: “¿Dónde está viviendo ahora el Bienaventurado, realizado y plenamente iluminado?”.
[5] “He aquí, señor, está la ciudad de los sakyas de nombre Medalumpa. El Bienaventurado, realizado y plenamente iluminado, ahora está morando allí”.
“¿Qué tan lejos está Medalumpa de Nagaraka?”.
“No es muy lejos, señor; unas tres leguas. Hay todavía suficiente luz del día para llegar allí”.
“Entonces, querido Karayana, ten estos carruajes estatales preparados. Vamos a ver al Bienaventurado, realizado y plenamente iluminado”.
“Sí, señor”, respondió Digha Karayana. Y cuando los carruajes estatales estaban preparados, informó al rey: “Señor, los carruajes estatales están listos para ti. Ahora es tiempo que hagas lo que tenías pensado”.
[6] Entonces, el rey Pasenadi montó en un carruaje estatal y, acompañado por otros carruajes, se condujo de Nagaraka hacia Medalumpa, la ciudad de los sakyas. Se fue de allí cuando todavía era de día y se dirigió al parque. Se fue tan lejos por el camino en los carruajes hasta donde esto era posible. Luego descendió de su carruaje y entró al parque caminando.
[7] En esta ocasión un número de monjes estaba caminando de arriba abajo al aire libre. Entonces, el rey Pasenadi se les acercó y preguntó: “Venerables Señores, ¿dónde está morando ahora el Bienaventurado, realizado y plenamente iluminado? Deseamos ver al Bienaventurado, realizado y plenamente iluminado”.
“Aquella es su morada, gran rey, con la puerta cerrada. Acércate en quietud sin hacer ruido, entra en el atrio, aclara la garganta y toca el panel: entonces, el Bienaventurado abrirá la puerta para ti”. Entonces, en el acto, entregó su espada y el turbante a Digha Karayana. Y Didha Karayana pensó: “Así que el rey está yendo a una sesión en secreto ahora. Entonces, voy a esperar solo ahora. Y sin hacer ruido, el rey Pasenadi se acercó quietamente a la morada con la puerta cerrada, entró en el atrio, aclaró la garganta y tocó el panel. Y el Bienaventurado abrió la puerta.
[9] Entonces, el rey Pasenadi entró en la morada. Postrándose a sí mismo con su cabeza a los pies del Bienaventurado, cubrió los pies del Bienaventurado con besos y los acariciaba con sus manos, pronunciando su nombre: “Soy el rey Pasenadi de Kosala, Venerable Señor. Soy el rey Pasenadi de Kosala, Venerable Señor”.
“Pero, gran rey, ¿cuál es la razón que tienes para hacer semejante supremo honor a este cuerpo y para mostrar semejante amistad?”.
[10] “Venerable Señor, yo infiero de acuerdo con el Dhamma acerca del Bienaventurado: ‘El Bienaventurado está plenamente iluminado, el Dhamma está bien proclamado por el Bienaventurado, el Sangha de los discípulos del Bienaventurado practica de manera recta’. Ahora bien, Venerable Señor, yo veo a algunos ascetas y brahmanes que se conducen en una vida santa limitada por diez años, veinte años, treinta años o cuarenta años, y entonces, en una posterior ocasión, los veo bien arreglados y bien ungidos, con el pelo y la barba recortados, disfrutando ellos mismos bien proveídos y dotados de las cinco cuerdas de los placeres sensuales. Pero aquí veo a monjes que se conducen en una vida santa perfecta, a lo largo de su vida hasta el último suspiro. Ciertamente, no veo otra vida santa vivida de manera más perfecta y pura que esta. Es por esto que, Venerable Señor, infiero de acuerdo con el Dhamma acerca del Bienaventurado: ‘El Bienaventurado está plenamente iluminado, el Dhamma está bien proclamado por el Bienaventurado, el Sangha de los discípulos del Bienaventurado practica de manera recta’.
[11] “Además, Venerable Señor, los reyes pelean con los reyes, los nobles con los nobles, los brahmanes con los brahmanes, los hombres hogareños con los hombres hogareños; la madre pelea con el hijo, el hijo con la madre, el padre con el hijo, el hijo con el padre; el hermano pelea con el hermano, el hermano con la hermana, la hermana con el hermano, el amigo con el amigo. Pero aquí veo a los monjes viviendo en concordia, en mutuo aprecio, sin disputas, mezclados como la leche y el agua, viéndose uno al otro con ojos amables. No veo otra asamblea alguna con semejante concordia. Es también por esto que, Venerable Señor, infiero de acuerdo con el Dhamma acerca del Bienaventurado: ‘El Bienaventurado está plenamente iluminado, el Dhamma está bien proclamado por el Bienaventurado, el Sangha de los discípulos del Bienaventurado practica de manera recta’.
[12] “Además, Venerable Señor, he caminado y recorrido de parque en parque y de jardín a jardín. Y he visto algunos ascetas y brahmanes que son magros, miserables, antiestéticos, ictéricos, con las venas del pie salidas de sus miembros, semejantes a la gente que uno no quisiera mirar de nuevo. Y he pensado así: ‘Ciertamente, estos venerables señores conducen la vida santa en el descontento, o han hecho algunas malas acciones y lo quieren ocultar, y por eso son tan flacos y miserables, semejantes a la gente que uno no quisiera mirar de nuevo’. Y me acercaba a ellos y les preguntaba: ‘¿Por qué, venerables señores… son tan flacos y miserables, semejantes a la gente que uno no quisiera mirar de nuevo’. Entonces me respondían: ‘Es por el pecado de nuestra familia, oh gran rey’. Pero aquí veo a los monjes sonrientes y alegres, completamente contentos, con sus facultades frescas, viviendo con felicidad, ecuánimes, subsistiendo de lo que los demás les ofrecen, morando con la mente [retirada] como un venado salvaje. Y he pensado esto: ‘Ciertamente, estos venerables señores perciben los sucesivos estados sublimes distinguidos en la dispensación del Bienaventurado, ya que moran así sonrientes y alegres, completamente contentos, con sus facultades frescas, viviendo con felicidad, ecuánimes, subsistiendo de lo que los demás les ofrecen, morando con la mente [retirada] como un venado salvaje’. Es también por esto que, Venerable Señor, infiero de acuerdo con el Dhamma acerca del Bienaventurado: ‘El Bienaventurado está plenamente iluminado, el Dhamma está bien proclamado por el Bienaventurado, el Sangha de los discípulos del Bienaventurado practica de manera recta’.
[13] “Además, Venerable Señor, siendo un noble rey ungido, fui capaz de ejecutar a los que deberían ser ejecutados, multar a lo que deberían ser multados y exiliar a los que deberían ser exiliados. Y con todo eso, cuando estaba en el concilio, ellos irrumpían y me interrumpían. Por eso decía: ‘Caballeros, no irrumpáis ni interrumpáis cuando estoy sentado en el concilio; esperad hasta que termine mi discurso’, pero aún así ellos irrumpían y me interrumpían. Pero aquí veo a los monjes que, cuando el Bienaventurado enseña en la asamblea de varios de cientos de seguidores, no hacen ruido alguno, los discípulos del Bienaventurado no tosen ni aclaran sus gargantas. Una vez que el Bienaventurado haya enseñado el Dhamma a una asamblea de varios cientos de seguidores, si hay algún discípulo que aclara su garganta, entonces uno de sus compañeros en la vida santa le da un codazo en su rodilla para indicarle: ‘Este quieto, venerable señor, no haga ruido; el Bienaventurado, el Maestro está enseñando el Dhamma’. Y pensé: ‘Esto es maravilloso, es asombroso cómo una asamblea puede ser así de bien disciplinada sin el uso de la fuerza ni las armas’. Realmente no encuentro otra asamblea alguna así de bien disciplinada. Es también por esto que, Venerable Señor, infiero de acuerdo con el Dhamma acerca del Bienaventurado: ‘El Bienaventurado está plenamente iluminado, el Dhamma está bien proclamado por el Bienaventurado, el Sangha de los discípulos del Bienaventurado practica de manera recta’.
[14] “Además, Venerable Señor, he visto aquí ciertos estudiosos nobles que son astutos, conocedores de las doctrinas de los demás, tan agudos como aquellos que pueden dividir un cabello; ellos deambulan por ahí, por decirlo así, demoliendo los puntos de vista de los demás con sus agudos ingenios. Y cuando escuchan: ‘El asceta Gotama va a visitar este u otro pueblo o ciudad’, formulan sus preguntas así: ‘Vamos a acercarnos al asceta Gotama y le haremos esta pregunta. Si él responde de esta manera, vamos a preguntar esto y así refutaremos su doctrina de esta manera. Y si él, preguntado de otra manera, responde así, entonces le refutaremos de esta forma’. Y cuando escuchan: ‘El asceta Gotama ha llegado a visitar este u otro pueblo o ciudad’, entonces se acercan al Bienaventurado, y el Bienaventurado les instruye, urge, eleva y les anima con una plática del Dhamma. Y después, al ser instruidos, urgido, elevados y animados por la plática del Dhamma del Bienaventurado, ni siquiera le hacen una pregunta, así que ¿cómo podrían refutar su doctrina? Y de hecho, se convierten en sus discípulos. Es también por esto que, Venerable Señor, infiero de acuerdo con el Dhamma acerca del Bienaventurado: ‘El Bienaventurado está plenamente iluminado, el Dhamma está bien proclamado por el Bienaventurado, el Sangha de los discípulos del Bienaventurado practica de manera recta’.
[15] “Además, Venerable Señor, he visto aquí ciertos estudiosos brahmanes que son astutos…
[16] “Además, Venerable Señor, he visto aquí ciertos estudiosos hombres hogareños que son astutos…
[17] “Además, Venerable Señor, he visto aquí ciertos estudiosos ascetas que son astutos… así que ¿cómo podrían refutar su doctrina? Y de hecho, le piden al Bienaventurado poder renunciar al hogar y vivir el estilo de vida sin hogar, y él les ofrece el renunciamiento. No mucho después de su renunciamiento, morando en soledad, retirados, diligentes, ardientes y resueltos, descubren por ellos mismos con el conocimiento directo, en esta presente vida, la meta suprema de la vida santa y permanecen en ella; la meta, por la cual la cual el miembro de clan con justeza abandona la vida hogareña para asumir el estilo de vida sin hogar. Y luego dicen: ‘Estábamos casi perdidos, estábamos cerca de la perdición, porque anteriormente pretendíamos ser ascetas aunque en realidad no lo éramos; pretendíamos ser brahmanes aunque en realidad no lo éramos; pretendíamos ser arahants aunque en realidad no lo éramos. Pero ahora somos ascetas, ahora somos brahmanes, ahora somos arahants’. Es también por esto que, Venerable Señor, infiero de acuerdo con el Dhamma acerca del Bienaventurado: ‘El Bienaventurado está plenamente iluminado, el Dhamma está bien proclamado por el Bienaventurado, el Sangha de los discípulos del Bienaventurado practica de manera recta’.
[18] “Además, Venerable Señor, Isidatta y Purana, mis dos inspectores, comen mi comida y usan mis carruajes; yo les proveo para su modo de vida y les traigo la fama. Sin embargo, a pesar de eso, ellos tienen menos respeto por mí que lo que tienen por el Bienaventurado. Una vez, cuando yo había salido al frente del ejército y estaba probando a estos inspectores, Isidatta y Purana, se me ocurrió ponerlos en cuartos muy estrechos. Entonces esos dos inspectores, Isidatta y Purana, después de pasar una gran parte de la noche, se acostaron con sus cabezas en la dirección, en la cual estaba el Bienaventurado y sus pies en la dirección donde estaba yo. Y pensé: ‘¡Esto es maravilloso, esto es asombroso! Estos dos inspectores míos, Isidatta y Purana, comen mi comida y usan mis carruajes; yo les proveo para su modo de vida y les traigo la fama. Sin embargo, a pesar de eso, ellos tienen menos respeto por mí que lo tienen por el Bienaventurado. Ciertamente esta buena gente percibe los sucesivos estados elevados distinguidos en la dispensación del Bienaventurado’. Es también por esto que, Venerable Señor, infiero de acuerdo con el Dhamma acerca del Bienaventurado: ‘El Bienaventurado está plenamente iluminado, el Dhamma está bien proclamado por el Bienaventurado, el Sangha de los discípulos del Bienaventurado practica de manera recta’.
[19] “Además, Venerable Señor, el Bienaventurado es un noble y yo soy un noble; el Bienaventurado es un kosala y yo soy un kosala; el Bienaventurado tiene ochenta años y yo tengo ochenta años. Puesto que eso es así, pienso que es apropiado hacer semejante supremo honor al Bienaventurado y mostrar semejante amistad.
[20] “Y ahora, Venerable Señor, vamos a partir. Estamos ocupados y tenemos mucho qué hacer”.
“Es tiempo ahora, gran rey, de hacer lo que tienes pensado”.
Entonces el rey Pasenadi de Kosala se levantó de su asiento, rindió homenaje al Bienaventurado y, cuidando que el Bienaventurado quedase siempre a su mano derecha, se retiró de allí”.
[21] Entonces, un poco después de que se hubo ido, el Bienaventurado se dirigió a los monjes de esta manera: “Monjes, antes de haberse levantado de su asiento y partir, el rey Pasenadi pronunció los monumentos del Dhamma. Aprended los monumentos del Dhamma, monjes; dominad los monumentos del Dhamma; recordad los monumentos del Dhamma. Los monumentos del Dhamma son beneficiosos, monjes, y pertenecen a los fundamentos de la vida santa”.
Esto es lo que el Bienaventurado dijo. Y los monjes fueron satisfechos y se deleitaron en las palabras del Bienaventurado.
FUENTES:
Bhikkhu Ñanamoli y Bhikkhu Bodhi (1995). Dhammacetiya Sutta – Monuments of Dhamma en The Middle-Length Discourses of the Buda: A Translation of the Majjhima Nikaya. Boston, Wisdom Publications. Pp. 728-733.
Dhammacetiyasuttam en Digital Pali Reader 4.1.
Traducido por Anton P. Baron
Editado por Federico Angulo y Anton P. Baron
Publicación de Bosque Theravada, 2015.