A través de cuatro, algo chocantes, símiles, el Buda muestra el sufrimiento inherente a todo lo que depende de los alimentos, tanto en el cuerpo como en la mente.
[63] {63} En Savatthi. «Monjes, he aquí que existen estas cuatro clases de alimentos para el sustento de los seres que ya han llegado a ser y para la asistencia de aquellos que están cerca de llegar a ser. ¿Cuáles son estas cuatro? El alimento comestible de la comida, delicado u ordinario; en segundo lugar, el contacto; en tercer lugar, la intención y en cuartro, el estado de consciencia. Estas son, monjes, las cuatro clases de alimentos para el sustento de los seres que ya han llegado a ser y para la asistencia de aquellos que están cerca de llegar a ser.
«Y, ¿cómo, monjes, debería ser visto el alimento comestible de la comida? Imaginad, monjes, a una pareja: marido y mujer que han llevado una limitada cantidad de provisiones para atravesar el desierto. Y que llevan consigo a su único hijo, amado y querido. Entonces, a la mitad del camino sus limitadas provisiones se habían usado y acabado, mientras que el resto del desierto aún permanece para estar cruzado. Así que el marido y la mujer pensaron lo siguiente: ‘nuestras limitadas provisiones se habían usado y acabado, mientras que el resto del desierto aún permanece para estar cruzado. Matemos a nuestro único hijo, amado y querido y preparemos carne seca y sazonada. Al comer la carne de nuestro hijo, podremos cruzar el resto del desierto. No sea que perezcamos los tres’.
«Entonces, monjes, el marido y la mujer mataron a su único hijo, amado y querido y prepararon la carne seca y sazonada. Al comer la carne de su hijo, cruzaron el resto del desierto. Pero mientras estaban comiendo la carne de su hijo golpeaban sus pechos y lloraban: ‘¿dónde estás? ¿dónde estás, nuestro único hijo?’
«¿Qué pensáis, monjes, podrían ellos comer aquella comida como entretenimiento, con regocijo, pensando embellecer o hacer más atractivos sus cuerpos?»
«No, venerable señor».
«¿Estarían comiendo esta comida con el único fin de cruzar el resto del desierto?»
«Sí, venerable señor».
«Es de esta manera, monjes, en la cual el alimento comestible de la comida debe ser visto. Cuando el alimento comestible de la comida es plenamente comprendido, la codicia por las cinco cuerdas de los placeres sensuales es plenamente comprendida. Cuando la codicia por las cinco cuerdas de los placeres sensuales es plenamente comprendida, yo declaro, monjes, que he aquí no hay más cadenas, a través de las cuales el noble discípulo podría estar ligado para volver otra vez a este mundo.
«Y ¿cómo, monjes, debería ser visto el alimento del contacto? Imaginad, monjes, a una vaca desollada. Si ella se expusiera frente al muro, las criaturas que viven en el muro la estuviesen mordisqueando. Si ella se expusiera frente al árbol, las criaturas que viven en el árbol la estuviesen mordisqueando. Si ella se expusiera frente al agua, las criaturas que viven en el agua la estuviesen mordisqueando. Si ella se expusiera al aire libre, las criaturas que viven en al aire libre la estuviesen mordisqueando. Dondequiera que esta vaca desollada se expusiera, las criaturas que viviesen ahí, la estuviesen mordisqueando.
«Es de esta manera, monjes, en la que el alimento del contacto debe ser visto. Cuando el alimento del contacto es plenamente comprendido, las tres clases de sensaciones son plenamente comprendidas. Cuando las tres clases de sensaciones son plenamente comprendidas, yo declaro, monjes, que he aquí no hay nada más qué hacer para el noble discípulo.
«Y ¿cómo, monjes, debería ser visto el alimento de la intención? Imaginad, monjes, a un pozo de carbón, profundo como la estatura de un hombre, lleno de brasas ardientes sin llamas ni humo. E imaginad ahí a un hombre deseoso de la vida, que no quiere morir, deseoso de la felicidad que no quiere sufrir. A ese hombre lo sujetan otros dos hombres muy fuertes, lo agarran de ambos brazos y lo arrastran hacia el pozo de carbón. Las intenciones de aquel hombre consistirían en ir lo más lejos posible, su anhelo sería ir lo más lejos posible, su deseo sería ir lo más lejos posible. ¿Y por qué así? Porque él sabría esto: ‘voy a caer dentro del pozo de carbón, con lo cual puedo contar solamente con la muerte o con el sufrimiento mortal’.
«Es de esta manera, monjes, en la cual el alimento de la intención debe ser visto. Cuando el alimento del contacto es plenamente comprendido, las tres clases de codicia son plenamente comprendidas. Cuando las tres clases de codicia son plenamente comprendidas, yo declaro, monjes, que he aquí no hay nada más qué hacer para el noble discípulo.
«Y, ¿cómo, monjes, debería ser visto el alimento del estado de conciencia? Imaginad, monjes, que han arrestado a un bandido, a un criminal y lo han llevado en la presencia del rey, diciendo: ‘Su Majestad, este hombre es un bandido, un criminal. Impóngale el castigo que le parezca más conveniente.’ Entonces, el rey les respondió: ‘id, hombres, y por la mañana atravesad a este hombre con cien lanzas’. Y a la mañana siguiente, lo han atravesado con cien lanzas. Entonces, a medio día el rey les preguntó: ‘Hombres, ¿cómo está aquel hombre?’ – ‘Todavía vivo, Su Majestad’. – ‘Entonces, id, hombres, y al mediodía atravesad a este hombre con cien lanzas’. Y al mediodía, ellos lo han atravesado con cien lanzas. Entonces, por la tarde el rey les preguntó: ‘Hombres, ¿cómo está aquel hombre?’ – ‘Todavía vivo, Su Majestad’. ‘Entonces, id, hombres y por la tarde atravesad a este hombre con cien lanzas’. Y por la tarde, ellos lo han atravesado con cien lanzas.
«¿Qué pensáis, monjes, siendo atravesado con trescientas lanzas, aquel hombre estaría experimentando la pena y el dolor por causa de esto?»
«Venerable señor, al estar atravesado con una sola lanza ya estaría experimentando pena y dolor por eso y cuánto más con trescientas lanzas».
«Es de esta manera, monjes, en la que el alimento del estado de conciencia debe ser visto. Cuando el alimento del estado de conciencia es plenamente comprendido, el-nombre-y-la-forma es plenamente comprendido. Cuando el-nombre-y-la-forma es plenamente comprendido, yo declaro, monjes, que he aquí no hay nada más qué hacer para el noble discípulo.
FUENTES:
Bhikkhu Bodhi (2000) «Son’s Flesh» en The Connected Discourses of the Buda: A Translation of the Samyutta Nikaya. Boston, Wisdom Publications. Págs. 597-599.
«Puttamamsasutta» en World Tipitaka Edition, http://studies.worldtipitaka.org/tipitaka/12S2/1/1.7/1.7.3 13 de mayo de 2008
Traducido y editado por Anton P. Baron
Publicación de Bosque Theravada, 2010.
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