¿Qué podría pensar uno si estuviera abatido o apuñalado? Se pueden considerar al respecto los consejos dados por el Budda a Punna.
[88] {88} Entonces, el Venerable Punna se acercó al Bienaventurado, le rindió homenaje, se sentó a un lado y le dijo: «Venerable señor, sería bueno que el Bienaventurado me enseñara el Dhamma en breve; de esta manera, habiendo escuchado el Dhamma enseñado por el Bienaventurado, podría permanecer morando en soledad, recluido, diligente, ardiente y resuelto.»
«Punna, he aquí hay formas cognoscibles a través del ojo que son deseables, encantadoras, placenteras, sensuales y tentadoras. Cuando el monje mira el deleite presente en ellas, les da la bienvenida y permanece asido a ellas, surge en él el placer. Con el surgimiento del placer, yo declaro Punna, acontece el surgimiento de la insatisfacción. Además Punna, he aquí hay sonidos cognoscibles a través del oído que son deseables, encantadores, placenteros, sensuales y tentadores. Cuando el monje mira el deleite presente en ellos, les da la bienvenida y permanece asido a ellos, surge en él el placer. Con el surgimiento del placer, yo declaro Punna, acontece el surgimiento de la insatisfacción. Además Punna, he aquí hay fenómenos mentales cognoscibles a través de la mente que son deseables, encantadores, placenteros, sensuales y tentadores. Cuando el monje mira el deleite presente en ellos, les da la bienvenida y permanece asido a ellos, surge en él el placer. Con el surgimiento del placer, yo declaro Punna, acontece el surgimiento de la insatisfacción.
«Punna, he aquí hay formas cognoscibles a través del ojo que son deseables, encantadoras, placenteras, sensuales y tentadoras. Cuando el monje no mira el deleite presente en ellas, no les da la bienvenida ni permanece asido a ellas, el placer cesa en él. Con el cese del placer, yo declaro Punna, acontece el cese de la insatisfacción. Además Punna, he aquí hay sonidos cognoscibles a través del oído que son deseables, encantadores, placenteros, sensuales y tentadores. Cuando el monje no mira el deleite presente en ellos, no les da la bienvenida ni permanece asido a ellos, el placer cesa en él. Con el cese del placer, yo declaro Punna, acontece el cese de la insatisfacción. Además Punna, he aquí hay fenómenos mentales cognoscibles a través de la mente que son deseables, encantadores, placenteros, sensuales y tentadores. Cuando el monje no mira el deleite presente en ellos, no les da la bienvenida ni permanece asido a ellos, el placer cesa en él. Con el cese del placer, yo declaro Punna, acontece el cese de la insatisfacción.
«Ahora que ya has recibido la breve exhortación de mi parte, ¿en qué pueblo, Panna, vas a morar?»
«He aquí, venerable señor, está el pueblo llamado Sunaparanta. Allí voy a morar».
«Pero Punna, la gente de Sunaparanta es ruda y salvaje. Si ellos abusaran de ti y te injuriaran, ¿qué pensarías entonces?»
«Venerable señor, si le gente de Sunaparanta abusa de mí y me injuria, entonces voy a pensar esto: ‘esta gente de Sunaparanta es excelente, realmente excelente, en tanto que no me hicieron correr la sangre con sus puños’. Entonces voy a pensar esto, venerable señor; entonces voy a pensar esto, Bienaventurado.»
«Pero Punna, si la gente de Sunaparanta te hiciera correr la sangre con sus puños ¿qué pensarías entonces?»
«Venerable señor, si le gente de Sunaparanta me hace correr la sangre con sus puños, entonces voy a pensar esto: ‘esta gente de Sunaparanta es excelente, realmente excelente, en tanto que no me hicieron correr la sangre con zoquete’. Entonces voy a pensar esto, venerable señor; entonces voy a pensar esto, Bienaventurado.»
«Pero Punna, si la gente de Sunaparanta te hiciera correr la sangre con un zoquete ¿qué pensarías entonces?»
«Venerable señor, si le gente de Sunaparanta me hace correr la sangre con un zoquete, entonces voy a pensar esto: ‘esta gente de Sunaparanta es excelente, realmente excelente, en tanto que no me hicieron correr la sangre con una vara’. Entonces voy a pensar esto, venerable señor; entonces voy a pensar esto, Bienaventurado.»
«Pero Punna, si la gente de Sunaparanta te hiciera correr la sangre con una vara ¿qué pensarías entonces?»
«Venerable señor, si le gente de Sunaparanta me hace correr la sangre con una vara, entonces voy a pensar esto: ‘esta gente de Sunaparanta es excelente, realmente excelente, en tanto que no me hicieron correr la sangre con un cuchillo’. Entonces voy a pensar esto, venerable señor; entonces voy a pensar esto, Bienaventurado.»
«Pero Punna, si la gente de Sunaparanta te hiciera correr la sangre con un cuchillo ¿qué pensarías entonces?»
«Venerable señor, si le gente de Sunaparanta me hace correr la sangre con un cuchillo, entonces voy a pensar esto: ‘esta gente de Sunaparanta es excelente, realmente excelente, en tanto que no me mataron con un cuchillo filoso’. Entonces voy a pensar esto, venerable señor; entonces voy a pensar esto, Bienaventurado.»
«Pero Punna, si la gente de Sunaparanta te matara con un cuchillo filoso, ¿qué pensarías entonces?»
«Venerable señor, si le gente de Sunaparanta me mata con un cuchillo filoso, entonces voy a pensar esto: ‘he aquí, hubieron discípulos del Bienaventurado quienes, habiendo sido infamados, humillados y asqueados por el cuerpo y por la vida, buscaron algún agresor [1]. Pero yo he caído bajo este agresor aún sin buscarlo.’ Entonces voy a pensar esto, venerable señor; entonces voy a pensar esto, Bienaventurado.»
«¡Bien, muy bien, Punna! Dotado de semejante auto-control y tranquilidad serás capaz de vivir en el pueblo de Sunaparanta. Ahora, Panna, ya puedes retirarte cuando te sea conveniente».
Entonces, habiéndose deleitado y regocijado en las palabras del Bienaventurado, el Venerable Punna se levantó de su asiento, rindió homenaje al Bienaventurado y se retiró de allí cuidando que el Bienaventurado quedara siempre a su mano derecha. Acto seguido dejó su morada en orden, tomó su cuenco y el hábito exterior y salió caminando hacia el pueblo de Sunaparanta. Recorriendo a través de los diferentes pueblos finalmente llegó a Sunaparanta dónde estableció su morada. Entonces, durante las lluvias el Venerable Punna estableció en la práctica a quinientos seguidores laicos y quinientas seguidoras laicas, además él mimo, durante esta misma época de las lluvias, alcanzó los tres verdaderos conocimientos. Y durante esta misma época de las lluvias, alcanzó el Nibbana final.
Entonces, un cierto número de monjes se acercó al Bienaventurado; al acercarse le rindieron homenaje, se sentaron a un lado y le dijeron: «Venerable señor, el líder del pueblo de nombre Punna, quien ha recibido la breve exhortación por parte del Bienaventurado ha muerto. ¿Cuál es su destino? ¿Cuál es su futuro nacimiento?»
«Monjes, el líder del pueblo Punna fue sabio. Ha practicado de acuerdo al Dhamma y no me inquietó en cuanto a su estimación del Dhamma. El líder del pueblo Punna ha alcanzado el Nibbana final.»
NOTA:
[1] Cf. SN 54,9
FUENTES:
Bhikkhu Bodhi (2000) «Punna» en The Connected Discourses of the Buda: A Translation of the Samyutta Nikaya. Boston, Wisdom Publications. Págs. 1167-1169.
«Punnasutta» en World Tipitaka Edition, http://studies.worldtipitaka.org/tipitaka/13S4/1/1.2/1.2.4/1.2.4.5 13 de mayo de 2008
Traducido y editado por Anton P. Baron
Publicación de Bosque Theravada, 2010.