Mensaje de Amaranatho Samanera* para el Bosque Theravada
Este es un glorioso tiempo del mayo en Inglaterra, cuando se abren las flores, y cuando la luz del sol y la naturaleza son tan hermosas que parecen haber alcanzado el momento cumbre de su ciclo natural. En el cielo nocturno hacia los fines de mayo, podemos notar la brillante luna llena, que nos recuerda el Vesak: nacimiento, muerte e iluminación del Buda. Ambos, el sol y la luna, emiten su luz hacia nosotros, alumbrando lo que, a veces, es difícil de ver: hacer un juicio sobre si somos capaces o no de recibir la luz. Así, la enseñanza del Buda, a pesar de tener más 2.550 años –el Dhamma del Buda- todavía alumbra con su luz a aquel que reconoce su propia naturaleza pacífica [1].
En el Parque de los Venados de la India, más de dos mil años atrás, el Buda, probablemente sentado bajo la sombra de un árbol, estaba hablando con sus amigos, describiéndoles las cuatro nobles verdades. Aún cuando aquellos amigos lo hayan rechazado por no ser lo suficientemente serio en su práctica [2]. Este fue el segundo sermón ofrecido por el Buda, el primero no funcionó: la persona enseñada por el Buda resultó ser algo presumida [3]. En esencia, las cuatro nobles verdades describen la manera de reconocer nuestra naturaleza pacífica, usando el más común de nuestros problemas humanos: el sufrimiento. El segundo sermón se llama el DhammaCakka (puesta en movimiento de las leyes naturales) [4], discurso, cuya frase ha encontrado eco en mí por muchos años. Al describir a cada una de las nobles verdades, hay una frase que dice: “surgió en mí, monjes, esta visión, este conocimiento, esta sabiduría y esta claridad sobre las cosas nunca antes escuchadas”.
Hace algunos años estaba sufriendo a causa de un penoso salpullido y, después de unos pocos días de búsqueda con la ayuda de la Internet, me pareció que tenía herpes. Me fui al médico quien me dijo que he sido picado por un insecto. Alguien me dijo que esto no le pareció correcto. De todos modos, regresé a mi habitación, me quedé dormido y desperté con la visión de una tienda de acupuntura de nuestra ciudad. Yo sabía sobre la tienda, pero nunca la había visitado. Así que llamé por teléfono, hice una cita y después de un mes mi herpes desapareció. Si confiamos en nuestra conciencia intuitiva, como Ajahn Sumedho le gusta llamarla a menudo, podemos responder antes de reaccionar a los desafíos de la vida. La visión surge de diferentes maneras, algunas veces, como un latido intuitivo, como una oportunidad de un encuentro o como la ayuda para clarificar las intenciones.
Nosotros podemos adquirir el poder para ayudar las situaciones o hacerlas surgir de una manera más intuitiva, confiando en el proceso de despliegue de las cosas o de dejarlas ser. De esto surge la sabiduría, la cual es, para mí, la manera de hacerte saber que lo que estás haciendo, funciona. Como la conciencia se profundiza y se suaviza, aparece más claridad, lo cual te permite describir la situación más plenamente, hasta que finalmente viene la luz y, para mí, surge un “sí” que todo lo abarca.
Como encendemos la luz de la conciencia, tomando conciencia de estar conscientes, reconocemos nuestro sufrimiento, aprendiendo observar antes de reaccionar. Esto nos lleva a la calma y a la mente pacífica, tanto a través del conocimiento directo como a través del gradual descubrimiento de nuestra verdadera naturaleza [1].
Muchos de nosotros vislumbramos esta expansión en la naturaleza o cuando estamos relajados, como cuando justo estamos yendo a la cama. La meditación o cualquier forma de centrarse en la mente y cuerpo pueden ayudarnos en este descubrimiento o en el reclamo de nuestra propia hermosa naturaleza [1].
En esta época de los enormes cambios, en el nivel personal y global, permitirse a sí mismo un tiempo no cautivado por los pensamientos, sensaciones y emociones, no significa deshacerse de los pensamientos o las emociones; esto simplemente significa permitirse a sí mismo observarlos. De esta manera, podemos reconocer aquello que ha reconocido el Buda. Podemos ver el nacimiento y la muerte de todas las condiciones, y ver la iluminación, lo incondicionado que subyace en nosotros.
Venerable Amaranatho Samanera
Amaranatho Samanera (1.968 – ). Tras obtener su titulación en computación e inteligencia artifical, viajó por Asia durante varios años donde aprendió y enseño meditación. Fue ordenado como samanera en el monasterio budista Amaravati en el año 2.000. Desde hace cinco años se hace cargos de los retiros para familias y para jóvenes. Ha sido editor de dos libros de Ajahn Sumedho, Intuitive Awareness y The Sound of Silence.
NOTAS DEL BT:
[1] No está claro a qué parte de la enseñanza del Buda hace referencia el autor con la expresión de la “naturaleza pacífica del hombre”, la “verdadera naturaleza” o “la verdadera hermosa naturaleza”. Con los agradecimientos correspondientes le hicimos la respectiva consulta, cuya respuesta será publicada inmediatamente en este mismo lugar, como una nota adjunta, una que la recibamos.
[2] Si bien existe una leyenda dentro de la tradición budista, según la cual aquellos cinco ascetas habrían rechazado el mensaje del Buda, la versión canónica de esta historia (Khn 1,10-24 Pancavaggiyakatha (3V.1.6,10-24) – Porción con los integrantes del grupo de los cinco) relata lo contrario: todos ellos, paulatinamnete alcanzaron la meta final y llegaron a ser primeros monjes budistas ordenados por el Buda a través de la fórmula simple.
[3] Generalmente, el Dhammacakkappavattana Sutta (El discurso con la puesta en movimiento de la rueda del Dhamma) es considerado como el primer sermón ofrecido por el Buda. Probablemente, el autor hace referencia aquí al episodio sucedido casi inmediatamente después del Despertar del Buda, en el cual, mientras se dirigía hacia los cinco ascetas, encontró a un asceta desnudo de nombre Upaka, a quién reveló que ha sido plenamente despierto. Queda para la polémica si los versos ofrecidos en esta ocasión por el Buda, pueden considerarse realmente como un “sermón” (sutta). Para hacerse algún juicio de esto, podéis leerlos en esta parte del Vinaya (el verso 11).
[4] Mantengo la particular versión en la que el autor titula en pali y traduce este discurso. “Dhamma”, como vemos, es traducido aquí como “leyes naturales”. Las alternativas más comúnmente aceptadas de este término señalan que aquí se trata; sin embargo, tanto de la enseñanza del Buda, como de la realidad de los fenómenos en sí. “Cakka”, por otro lado, sólo significa “la rueda”. De modo que el nombre completo de este discurso es Dhammacakkappavattana Sutta.
Traducido del inglés por Isidatta
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