Recién he terminado de ver un documental corto sobre una fiesta budista en Pukhet, Tailandia, conocido como «Festival Vegetariano». Dura siete días, y aunque afectivamente no coman carne durante esos días y guarden preceptos… eso no es sobre lo que quiero escribir.
Para comenzar diré que, al menos, grité unas seis veces. Ya mi hermana estaba decida a que cambiara el canal… pero no, ese documental lo vería con y sin gritos. Lo que produjo tales alaridos fue que la gente se hiciera incisiones en su cara para introducir objetos… y no me refiero a pequeños objetos a través de la piel. Pero mejor voy en orden.
A ver, la gente habla del Buddha como si fuera (un) dios. Por si alguno tiene dudas, el Buddha nunca se consideró un dios.
Luego viene la parte histórica, resulta que el festival en cuestión viene de China, parece que allá no se mutilan pero tendré que preguntar a algún amigo. ¿Por qué lo trajeron los monjes chinos? Porque Pukhet hay una larga data de catástrofes, así que se considera a éste como auspicioso para la buena fortuna, el buen kamma y esas cosas. Adicional a lo anterior, resulta ser que hay «elegidos» (sólo hombres, por si las dudas) quienes llevan la procesión y hacen los sacrificios a Buddha (ah, se me olvida que son varios Buddhas…).
Los «elegidos», hacen rituales, se estremecen frente a un altar, hasta que entran en «trance», se les escurren los ojos y esas cosas. Y hay que llegar a ese estado, porque para lo que sigue estar consciente es una atrocidad, espantoso. Y lo que sigue es…. cha chan, cha chan: van a que les abran la piel del rostro, a la altura de la boca, sin anestesia, para que se introduzcan cosas metálicas: espadas, cuchillos, varas, machetes, y demás.. incluso con aquellas con las que «pecaron».
Luego de eso, salen a procesión, con una extensión aproximada de entre 2 y 7 kilómetros. Y a su paso, van pasando por mini-altares con ofrendas, toman un poco de ellas, recitan algo y bendicen la morada en cuestión. Así tales familias atraen el buen kamma, puesto que ellos son los elegidos.
Los pobladores se reúnen en una plaza, recitan, escuchan unos estallidos de pólvora, y sigue recitando, algunos se estremecen y esas cosas.
Todo lo anterior para… atraer la buena fortuna, el buen kamma a su familia, parientes y amigos… y (¿por qué no?) para curar las enfermedades de algún allegado (bueeeno, lo intentan). Como dicen ellos, un ofrecimiento de sacrificio personal por el bien.
Después de estos siete días, todo vuelve a su curso, la gente ya no sigue los preceptos, y los «elegidos» se sacan esas cosas de su rostro y les suturan (sin anestesia) y vuelven al trabajo.
De verdad, no sólo se me estremecieron las tripas, sino que algo me decía «no lo puedo creer». Pero la realidad no se niega, si lo puedo creer :D, sólo el malestar mental no se si me va a dejar meditar y/o dormir. Pero bueno, si ellos creen que así van a haber menos tragedias en su población, soy la menos indicada para afirmar lo contrario… sólo que no iría a ver como se desfiguran el rostro, hacen 7 procesiones con 7 Buddhas diferentes, ahuyentan el «mal» con pólvora y demás, ni para ver sangre. Y todo, para que al final, vuelvan a su vida con malos hábitos y demás.