La gloria de los devas se opaca ante la de los arahants.
Así lo he oído. En una ocasión el Bienaventurado residía en el monasterio Jevatana de Anathapindika en Savatthi. En aquel tiempo el Bienaventurado se dirigió a los monjes diciendo:
“¡Monjes!”
Y ellos replicaron:
“Venerable Señor.”
Entonces, el Bienaventurado les habló de esta manera:
“Monjes, aquello que sucedió en el pasado fue que un cierto deva del reino deva de Tavatimsa, atenido por virgenes celestiales y disfrutando de la quintuple clase de placeres sensibles de los devas en el parque de Nandana, recitó este versó en aquel tiempo:
Aquellos que nunca han visto el parque de Nandana,
el refugio de los treinta devas con sus grandes séquitos,
no comprenden la gloria.
Cuando esto fue dicho, monjes, otro cierto deva recitó la siguiente réplica:
¡Loco! Tu no comprendes el significado de las palabras de los arahats:
‘Todas las cosas condicionadas y compuestas son impermanentes;
poseen la naturaleza del surgir y del cesar;
habiendo llegado a la existencia, cesan;
la realización del nibbana en su cese es pacífico, glorioso.”
FUENTE:
U Tin U (Myaung), Yangon.
Editado por el Comité Editorial de Tipitaka Association, Burma (Myanmar), 1998. http://www.dhammaweb.net/Tipitaka/read.php?id=190
Traducido del inglés por Albert Biayna Gea.
Publicación de Bosque Theravada, 2010.