El Buda, inspirado por el informe sobre una batalla campal emprendida para conseguir los favores de una ramera, advierte sobre el peligro de los dos extremos: la religión y el sensualismo.
He aquí lo que yo he oído decir. Cierta vez el bhagavant [1] se encontraba en la ciudad de Rajagaha, en el Bosque de Bambús, en el Lugar-en-que-se-daba-comida-a-las-ardillas. En aquella ocasión, en Rajagaha, dos grupos estaban enamorados de cierta cortesana, apasionados por ella. Se peleaban, reñían, disputaban y se atacaban unos a otros a puñetazos, se atacaban a pedradas, se atacaban con garrotes, se atacaban con cuchillas. Y así morían o se infligían terribles sufrimientos.
Entonces numerosos bhikkhus, por la mañana, después de vestirse, tomando sus mantos y sus escudillas, entraron en Rajagaha en busca de limosna. Y habiendo recorrido Rajagaha en busca de limosna, retornando por la tarde de la recolección de limosnas, se acercaron a donde estaba el bhagavant y, habiéndosele acercado, saludando al bhagavant, se sentaron a un lado. Entonces, sentados a su lado, aquellos bhikkhus le dijeron al bhagavant: «Aquí, señor, en Rajagaha, dos grupos están enamorados de cierta cortesana, apasionados por ella. Se pelean, riñen, disputan y se atacan unos a otros a puñetazos, se atacan a pedradas, se atacan con garrotes, se atacan con cuchillas. Y así mueren o se infligen terribles sufrimientos».
El bhagavant, comprendiendo el sentido, dijo en aquella ocasión este udana [2]:
Lo que han obtenido y lo que pueden obtener, ambas cosas están compenetradas de impureza y son propias de un enfermo o de quien lo imita. Aquellos para quienes lo esencial es el estudio, la vida virtuosa, la vida religiosa y aquellos para quienes lo esencial es el culto: he aquí un extremo. Aquellos que dicen: ‘No hay nada malo en los placeres’: he aquí el otro extremo. Estos dos extremos alimentan los cementerios, los cementerios a su vez alimentan su opinión’. No conociendo la naturaleza de ambos extremos, unos se adhieren a ellos y otros van más allá. Pero aquellos que conociendo la naturaleza de ambos extremos, no persistieron en ellos y por tal razón no se llenaron de vanidad -se puede decir que para ellos no existe ciclo de reencarnaciones.
NOTAS DEL BT:
[1] Se refiere al Bienaventurado, el Buda.
[2] Una exclamación gozosa o emotiva.
FUENTE:
“Udana: La palabra de Buda”, traducción del pali de F. Tola y C. Dragonetti. http://www.oshogulaab.com/BUDA/TEXTOS/LISTADOLIBBUDA.htm
Publicado por el Bosque Theravada © 2009
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