Una experiencia virtual

Ya llevo dos semanas participando activamente en Second Life,  en las actividades programadas por un monje theravada amigo mío a través del centro budista que agrupa también a otras escuelas.
Cuando Bhante lo comentó hace un mes realmente no entendía qué hacía un monje con un personaje virtual… y como me cuesta no decir lo que pienso, pues se lo pregunté y sencillamente contestó «¿Y por qué no?»… y lo pensé durante la siguiente media hora sin concluir claramente al respecto. Pero cuando vi las fotos que tomó al lugar de conferencia me alenté a entrar, después de todo si no me gustaba sólo había que borrar el usuario.

Dos semanas después ya estaba dentro, conociendo mi nuevo «juguete»… y sus múltiples usos. Cuando por fin pude conocer el Centro Budista, me maravillé, no sólo por lo hábil que puede ser el ser humano para recrear espacios sino también por lo bien que se veía todo. Finalmente conocí el lugar de conferencias y el resto del centro budista (incluida la biblioteca ^^), la vivienda que le fue regalada a mi amigo (igualita a los kutis de Australia), y otros regalitos como hábitos y cama, porque allí entendieron que él no tiene dinero y no puede tener dinero por lo que han procurado brindarle todo aquello que él necesite para realizar su labor. La visita guiada cerró con una invitación a 20 minutos de zazen en una sala de meditación, a la que asistimos Bhante y yo.

Entrando en materia, mi primera vez formalmente fue con una invitación a la recitación de los cánticos nocturnos… y si que estaba nerviosa. Cuando vi el lugar, algo dentro de mí se sentía allá y una vez comenzó la recitación mentalmente desdibujé ese «allá» virtual del «acá» en mi habitación. Seis personas más aceptaron a la invitación que cerró con una conversación sobre el MN 2 (después de leerlo, claro está). He de confesarles que mi corazón rebosaba de alegría por estar-y-no-estar allí, por la oportunidad de escuchar el Dhamma «en vivo y en directo». Por fin entendí aquel «¿y por qué no?».

Posiblemente para muchos, así como para mí lo fue en su momento, es un poco extraño oir de un monje que tiene vida virtual que también dedica al Dhamma. Cuando le dije a unos de mis amigos, me respondió «¿QUÉ?!! Pero es que si los monjes se tienen que dedicar a meditar y a enseñar, no a masificarse por internet porque eso no es una necesidad.. Es que hay monjes que no saben respetar el hábito amarillo». Bhante Yutth, como le decimos en SL, no le falta el respeto al hábito amarillo, ni ha olvidado cuáles son sus deberes como monje budista, creo que ahora tiene uno más… que realiza con amor y dedicación como si se tratara de conversación en la vida real.

Ya veremos qué pasa cuando vuelva a Tailandia a residir en el bosque…

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