Se habla del corazón del conocimiento penetrante o perspicaz (vipassana): Cuando pongas a parte las diferentes piezas del laúd buscando su música, ¿qué encontrarás? Cuando pongas a parte los cinco grupos de los componentes (khandas) buscando al “yo” ¿qué encontrarás?.
“Monjes, cuando en la mente de cualquier monje o monja aparece el deseo, la pasión, el odio, la falsa ilusión o la aversión concerniente a las formas cognoscibles a través de los ojos, él o ella debería refrenar su mente de esto, de la siguiente manera: ‘este camino es aterrador, peligroso, cubierto de espinas, encubierto por la jungla, es un camino desviado, malo e impenetrable. Por este camino transitan las personas ordinarias; este camino no lo siguen las personas íntegras. Esto no es para ti’. De esta manera la mente debería ser refrenada de aquellos estados concernientes a las formas cognoscibles a través de los ojos.
“Monjes, cuando en la mente de cualquier monje o monja aparece el deseo, la pasión, el odio, la falsa ilusión o la aversión concerniente a los sonidos cognoscibles a través de los oídos… olores cognoscibles a través de la nariz… sabores cognoscibles a través de la lengua… sensaciones táctiles cognoscibles a través del cuerpo… fenómenos mentales cognoscibles a través de la mente, él o ella debería refrenar su mente de esto, de la siguiente manera: ‘este camino es aterrador, peligroso, cubierto de espinas, encubierto por la jungla, es un camino desviado, malo e impenetrable. Por este camino transitan las personas ordinarias; este camino no lo siguen las personas íntegras. Esto no es para ti’. De esta manera la mente debería ser refrenada de aquellos estados concernientes a los fenómenos mentales cognoscibles a través de la mente.
“Suponed, monjes, que la cebada ha madurado y el vigilante está desatento. Entonces, si un buey invadiera este campo, podría comer indulgentemente hasta intoxicarse. De la misma manera, monjes, una persona ordinaria y no instruida, que no se ejercita en la restricción de las seis bases de los sentidos, se vuelve indulgente con el contacto, hasta intoxicarse con las cinco cuerdas de la sensualidad.
“Pero suponed, monjes, que la cebada ha madurado y el vigilante está atento. Entonces, si un buey invadiera este campo, el vigilante lo agarraría firmemente por la amordaza. Siendo agarrado así firmemente por la amordaza, estaría inmovilizado para seguir adelante. Siendo inmovilizado para seguir adelante, [el vigilante] podría producir un sonido del bastón que golpea. Al escuchar el sonido del bastón que golpea, el buey podría ser sacado afuera. Si por segunda vez… por tercera vez el buey invadiera el campo, el vigilante lo agarraría firmemente por la amordaza. Siendo agarrado así firmemente por la amordaza, estaría inmovilizado para seguir adelante. Siendo inmovilizado para seguir adelante, [el vigilante] podría producir un sonido del bastón que golpea. Al escuchar el sonido del bastón que golpea, el buey podría ser sacado afuera.
“Como resultado, este buey –dondequiera que estuviera, en la aldea o en el campo, estando de pie o acostado- nunca más volvería a invadir el campo de cebada, porque se acordaría del sonido del bastón que golpea que previamente escuchaba.
“De la misma manera, monjes, cuando la mente del monje está pura, pura en referencia a las seis bases de los sentidos, la misma se vuelve internamente asentada, firme, unificada y concentrada.
“Suponed, monjes, que existiera un rey o alguno de sus ministros que nunca en su vida hubo escuchado el sonido del laúd. Entonces, el día en que lo escuchara, diría: ‘Buen hombre, ¿qué es lo que produce este sonido, tan placentero, tan hermoso, tan embriagante, tan encantador y tan cautivador?’ Entonces, le responderían: ‘Señor, este es el laúd que produce este sonido, tan placentero, tan hermoso, tan embriagante, tan encantador y tan cautivador’. A esto, él respondería: ‘Ve, hombre, y tráeme este laúd’.
“Y los que le traerían el laúd dirían: ‘Señor, este es aquel laúd, cuyo sonido es tan placentero, tan hermoso, tan embriagante, tan encantador y tan cautivador’. Entonces, el rey diría: ‘Ya tengo suficiente con tu laúd: tráeme el sonido’. Así que le responderían: ‘Señor, este laúd está hecho de numerosos componentes, de una gran cantidad de componentes. Y es que, precisamente por la interacción de todos estos componentes, se produce el sonido. Es gracias al pergamino, el abdomen, la manga, la cara, las cuerdas, el puente [1] y el apropiado esfuerzo del músico que se produce el sonido. De modo que, señor, este laúd está hecho de numerosos componentes, de una gran cantidad de componentes y, precisamente por la interacción de todos estos componentes, se produce el sonido.
“Entonces, el rey partiría el laúd en diez piezas y luego, en cien piezas. Habiendo despedazado el laúd de esta forma, lo reduciría a un montón de astillas. Habiéndolo reducido a un montón de astillas, lo quemaría en el fuego. Habiéndolo quemado en el fuego, lo reduciría a cenizas. Habiéndolo reducido a cenizas, lo aventaría contra un fuerte viento o lo echaría a una corriente de aguas rápidas. Finalmente diría: ‘Realmente señores, qué cosa tan lamentable este laúd, o cualquier otra cosa que quiera llamarse así y por la cual la gente se ha vuelto embaucada y engañada.’
“De la misma manera, monjes, el monje investiga la forma hasta dónde se extiende el campo la forma. Investiga la sensación hasta donde se extiende el campo de la sensación. Investiga la percepción, hasta donde se extiende el campo de la percepción. Investiga las construcciones mentales hasta donde se extiende el campo de las construcciones mentales. Investiga la consciencia hasta donde se extiende el campo la consciencia.
“Y cuando él investiga la forma hasta donde se extiende el campo de la forma… conciencia hasta donde se extiende el campo de la consciencia, entonces cualquier noción del ‘yo’, del ‘mío’ o de ‘yo soy’, que se le ocurría antes, nunca más se le vuelve a ocurrir” [2] .
NOTAS:
[1] Se trata de los términos pali utilizados para indicar los componentes de un laúd (vina ), que son: camma, doni, danda, upavina, tanti, kona (Comp. Bhikkhu Bodhi, 2000:1430).
[2] Los Comentarios explican: Los cinco grupos de los componentes (khandas ) son como el laúd y el meditador es como el rey. Así como el rey no encontró sonido alguno en el laúd, aún cuando lo despedazó por completo y, entonces, perdió el interés por él, de la misma manera, el meditador, explorando los cinco grupos de los componentes no encuentra nada, de lo que podría agarrarse el “yo” o la noción del “mío”, por lo cual pierde el interés en estos grupos de los componentes.
Bhikkhu Bodhi (2000:1430) señala que existe una importante diferencia entre el rey y el meditador, que no se explicita ni en el sutta ni en los Comentarios: en la parábola, el rey, buscando el sonido en el laúd partiéndolo en miles de piezas, parece una persona tonta, mientras que el meditador que diseca los grupos de los componentes para dispar la falsa ilusión del “yo”, llega a ser sabio [NOTA del Trad.: Quizá esta aparente incongruencia podría entenderse, asumiendo que la destrucción de los cinco grupos de los componentes es igualmente tonta que la destrucción del laúd por parte del rey y, de lo que se trata en definitiva es, destruir sólo el apego hacia ellos. Por otro lado, cabe preguntar si al perder el interés por los componentes del laúd ¿el rey perdió el interés por el sonido también? O, lo que es lo mismo, el meditador, al perder el interés por los cinco grupos de los componentes ¿pierde también el interés por el yo?].
El comentario de este sutta termina con la cita del “Gran Comentario” (Maha-atthakatha):
En el principio, la virtud es discutida
En el medio, el desarrollo de la concentración,
Y al final, el Nibbana:
‘El símil del laúd’ es así compuesto.
FUENTES:
Bhikkhu Bodhi (2000) “The Simile of the Lute” en The Connected Discourses of the Buda: A Translation of the Samyutta Nikaya. Boston, Wisdom Publications. Pág. 1253-1255.
Thanissaro Bhikkhu [en línea] Vina Sutta- The Lute. http://www.accesstoinsight.org/tipitaka/sn/sn35/sn35.205.than.html (18/06/2006)
“Vinopamasuttam” en Chattha Sangayana , CD-Rom, versión 3.
Traducido y editado por Anton P. Baron
Publicación de Bosque Theravada, 2009.