Del artículo «La toma de refugio y la recepción de los cinco preceptos«, por Bhikkhu Bodhi.
Además de los cinco preceptos, el BudaDharma ofrece u código más elevado de disciplina ética para el laicado consistente en ocho preceptos (atthasila). Este código de ocho preceptos no difiere por completo en contenido del código quíntuple, sino que incluye los cinco preceptos con una modificación significativa. La modificación ocurre en el tercer precepto, donde la abstención de conducta sexual desviada es cambiada por la abstención del nocelibato. Así pues, el tercer precepto del grupo óctuple dice: Abrahmacharya veramani sikkhapadam samadiyami, «me comprometo con el principio de práctica de abstenerme del no celibato». A los cinco preceptos básicos se le añaden tres:
(6) Vikalabhojana veramani sikkhapadam samadiyami, «me comprometo con el principio de práctica de abstenerme de comer más allá del tiempo límite», es decir, desde el mediodía hasta el siguiente amanecer.
(7) Nacca gita vadita visukhadassana mala gandha vilepana dharanamandana vibhusanatthana veramani sikkhapadam samadiyami, «me comprometo con el principio de práctica de abstenerme de bailar, cantar, música instrumental, espectáculos indebidos y vestir guirnaldas, usar perfumes y embellecer el cuerpo con cosméticos».
(8) Uccasayana mahasayana veramani sikkhapadam samadiyami, «me comprometo con el principio de práctica de abstenerme de camas y asientos elevados y lujosos».
Hay dos modos de observancia para estos preceptos: permanente y temporal. La observancia permanente, con mucho la menos común de las dos, es practicada generalmente por personas ancianas que, tras haber cumplido con sus deberes familiares, desean profundizar en su desarrollo espiritual dedicándose los últimos años de su vida a la práctica espiritual intensiva. Incluso en estos casos, no es una costumbre muy extendida. La observancia temporal es usualmente practicada por el laicado bien durante los días de Uposatha o en ocasión de retiros meditativos. Los días de Uposatha son la luna nueva y llena de cada mes lunar, los cuales se dedican a la práctica de observancias religiosas especiales, siendo una costumbre absorbida por el BudaDharma proveniente del antiguo acervo cultural indio que se remonta al periodo prebudista de la historia india. Durante estos días los laicos de los países budistas suelen tomar los ocho preceptos, especialmente cuando se dirigen a pasar el Uposatha en un templo o monasterio. En estas ocasiones la observancia de los ocho preceptos dura un día y una noche. En segundo lugar, con ocasión de los retiros el laicado toma los ocho preceptos durante toda la duración de éstos, que puede variar de algunos días a cierto número de meses.
La formulación de dos códigos éticos distintos proviene de dos propósitos básicos de la disciplina ética del BudaDharma. El primero es el propósito ético fundamental de poner freno a las acciones no éticas, acciones que son dañan directa o indirectamente a otros. Este propósito se circunscribe al ámbito del quíntuple código de preceptos, que trata del control de las acciones que causan dolor y sufrimiento a otros. Al prescribir la abstinencia de estas acciones perjudiciales, los cinco preceptos protegen también al individuo de repercusiones indeseables sobre él mismo, siendo algunas inmediatamente visibles en la vida presente y otras que se manifestarán únicamente en vidas futuras, cuando el karma generado por ellas de su fruto.
El segundo propósito de la práctica ética del BudaDharma no es tanto ético como espiritual. Consiste en suministrar un sistema de autodisciplina que pueda actuar como base para lograr elevados estados de realización mediante la práctica de la meditación. Al servir a este propósito, el código funciona como una ascesis, una vía de conducta que implica el abnegación y la renuncia como principio para ascender a niveles elevados de consciencia. Este ascenso, que culmina en el Nirvana o liberación final del sufrimiento, depende sobre la atenuación y erradicación última de la sed (tanha), que con sus múltiples ramas de deseo es la fuerza primaria que nos mantiene encadenados. Para reducir y superar la sed es necesario regular, no sólo las transgresiones éticas nocivas, sino también los modos de conducta que no son dañinos para los demás pero que todavía dan salida a la sed que nos mantiene constreñidos.
El código de disciplina del BudaDharma expuesto en los ocho preceptos representa la transición del primer nivel de disciplina ética al segundo, esto es, de silâ como compromiso puramente ético a silâ como una vía de autocultivo ascético con el fin de progresar a lo largo del sendero de la liberación. Los cinco preceptos también cumplen esta función hasta cierto punto, pero lo hacen únicamente de manera limitada, no de un modo tan completo como los ocho preceptos. Con los ocho preceptos el código ético adquiere un pronunciado giro hacia el control de los deseos que no son socialmente dañinos ni inmorales. Esta extensión de la práctica se enfoca sobre los deseos centrados en el cuerpo físico y sus áreas de interés. El cambio del tercer precepto hacia la abstinencia del no celibato domina el impulso sexual, que no es contemplado como éticamente nocivo per se, sino como una poderosa expresión de la sed que ha de ser controlada para avanzar hacia elevados niveles de meditación. Los tres nuevos preceptos regulan los asuntos de comida, diversiones, embellecimiento personal y confort físico. Su observancia nutre el crecimiento de cualidades esenciales para una vida espiritual más profunda –contentamiento, pocos deseos, modestia, austeridad, renuncia. A medida que estas cualidades maduren, las contaminaciones mentales se debilitarán, ayudando en el esfuerzo por alcanzar serenidad (samatha) y visión penetrante (vipassana).