Dar en el Canon Pali

Lily de Silva, que es profesora de Pali y Estudios Budistas en la Universidad de Peradeniya en Sri Lanka, además de ser una contribuyente regular de revistas de estudios budistas, explora,en este artículo la importancia de la generosidad que se desprende de los antiguos textos.

Por Lily de Silva

silva1Dana, el dar, es exaltado en el Canon Pali como una gran virtud. Es, de hecho, el inicio del camino a la liberación. Cuando el Buddha predicaba a un recién llegado él comenzaba su sermón gradual con una exposición de las virtudes de dar (danaktha) (Vin. i, 15,18). De las tres bases para la realización de obras meritorias (puññakiriyavatthu), dar es la primera, las otras dos son: la virtud y la cultura mental (A. iv, 241). También es la primera de las diez perfecciones (paramita) cultivadas por el Buddha. Por lo tanto, en la marcha hacia la liberación como un Arahant o un Buddha, uno inicialmente tiene que practicar dana.

 

La Función de Dar

Dar tiene una importancia primaria en el esquema budista de purificación mental porque es la mejor arma contra la codicia (lobha), la primera de las tres raíces insanas (akusalamula). La codicia está envuelta por el egoísmo, ya que sostenemos nuestras personalidades y nuestras posesiones como «yo» y «mío.» Dar ayuda a que el egoísmo se derrita: es el antídoto para curar la enfermedad del egoísmo. «Supera la mancha de la codicia y práctica el dar,» exhorta el Devatasamyutta (S. i, 18). El Dhammapada nos exhorta a conquistar al avaro mediante la generosidad (danena kadariyam jine, Dhp. 223).

La dificultad para ejercitar esta virtud de dar es proporcional a nuestra propia avaricia y egoísmo. Por lo que el Devatasamyutta iguala el dar a una batalla (danan ca yuddhan ca samanam ahu, S. i, 20). Uno tiene que pelear con las fuerzas demoniacas de la avaricia antes de que nuestra mente se decida a dar algo que nos es querido y útil. El Latukikopama Sutta muestra como un hombre carente de vida espiritual encontró difícil desprenderse de cosas a las que estaba acostumbrado (M. i, 449). Una pequeña codorniz puede llegar a morir cuando se enreda aun en una enredadera podrida. Aunque débil, la enredadera podrida es una gran atadura por un pájaro pequeño. Pero aún una cadena de hierro no es suficientemente grande para un gran elefante. De manera similar, un pobre desdichado hombre débil de carácter encontrará difícil separarse de sus andrajosas escasas pertenencias, mientras que un Rey de carácter fuerte podrá aun dar su reino una vez que esté convencido de los peligros de la avaricia.

La mezquindad no es el único impedimento a la generosidad. El descuido y la ignorancia sobre como trabaja el kamma y los efectos del kamma después de la muerte son también otras causas (macchera ca pamada ca evam danam na diyati, S.i, 18). Si uno conoce las ventajas morales de la generosidad, uno estará vigilante para medir las oportunidades de practicar esta gran virtud. El Buddha dijo en una ocasión que si la gente sólo conociera el valor de dar como él lo sabía, no tomarían un solo alimento sin compartir su comida con otros (It. p, 18).

 

Cualidades del donador

Los Suttas (por ej. D. i, 137) emplean un número de términos para describir las cualidades del donador. Él es un hombre con fe (saddha), él tiene fe en la nobleza de una vida moral, en las enseñanzas del kamma y supervivencia después de la muerte. Él cree en la posibilidad de una perfección moral y espiritual de los seres humanos. Brevemente, él no es un materialista, y él tiene fe en el Buddha, el Dhamma y el Sangha. Él no es meramente un dador (dayako) – él es un dador munificente (danapati). Los Comentarios explican el concepto de un dador munificente con las siguientes palabras: “Áquel que goza las cosas deliciosas pero que le da a otros lo que no es delicioso es un donador que es un esclavo de los regalos que da. Áquel que da cosas de la misma calidad de las que él mismo disfruta es uno que es como un buen amigo de su regalo. Áquel que se satisface a sí mismo con cualquier cosa que puede adquirir pero que da delicias a otros es un dador munificente, un señor y un maestro de los obsequios que da.”

El donador también se describe como alguien que mantiene una casa abierta a los necesitados (anavatadvaro), un manantial (opanabhuto) para los monjes, brahmanes, desvalidos, viajeros, vagabundos y mendigos. Siendo así, él realiza obras meritorias. Es munífico (muttacago) y tiene interés en compartir sus bendiciones con otros (danasamvibhagarato). Es un filántropo que entiende las dificultades del pobre (vadañnu). Está con las manos abiertas y está listo para complacer las demandas del otro (payatapani). Él es apto para que se le pida (yacayogo). Se deleita en repartir regalos al necesitado (vossaggarato), y tiene un corazón inclinado a dar (cagaparibhavitacitto). Tales son los epítetos que se usan en los discursos para describir las cualidades del liberalmente-dispuesto.

Un dador noble es aquel que es feliz antes, durante y después de dar (A. iii, 336). Antes de dar él es feliz anticipando la oportunidad de ejercer su generosidad. Mientras da él es feliz de que está haciendo a otro feliz llenando una necesidad. Después de dar él esta satisfecho de que ha hecho una buena obra. Los Suttas enlistan a la generosidad como una de las cualidades importantes que se requieren para hacer a un caballero (A. iv, 220). El Buddha compara a un hombre que se ha ganado rigurosamente su riqueza y la da a los necesitados con un hombre que tiene dos ojos, mientras que uno que sólo gana riquezas pero no realiza méritos es como un hombre con un solo ojo (A. i, 129-1309). El hombre rico que disfruta sus riquezas él mismo sin compartir se dice que está cavando su propia tumba (Sn. 102).

 

Las Donaciones

Prácticamente cualquier cosa útil puede darse como regalo. El Niddesa (ND. 2, 523) da una lista de catorce artículos que son adecuados para darse como caridad. Ellos son túnicas, comida de caridad, lugares de vivienda, medicina y otros requerimientos para los enfermos, comida, bebida, ropa, vehículos, guirnaldas, perfumes, ungüentos, camas, casas y lámparas. No es necesario tener mucho para practicar la generosidad, por que uno puede dar de acuerdo a sus propios medios. Dar regalos de los propios escasos recursos, es considerado muy valioso (appasma dakkhina dinna sahassena samam mita, S. i, 18; dajjappasmim pi yacito, Dhp. 224). Si una persona lleva una vida virtuosa aunque en él sobrevive en espigueos, cuida a su familia según sus medios, pero él tiene como hábito el dar de sus limitadas reservas, su generosidad vale más que mil sacrificios (S. i, 19-20). Las limosnas dadas de la fortuna ganada correctamente es grandemente apreciada por el Buddha (A. iii, 354; It. p. 66; A. iii, 45-46). Un padre de familia que así lo hace se dice que es uno que es afortunado ahora y en lo futuro. En el Magha Sutta del Sutta Nipata (Sn. P. 87) el Buddha aprecia grandemente a Magha quien dice que gana por medios correctos y da con liberalidad a los necesitados.

Aún si uno da una pequeña cantidad con el corazón lleno de fe uno puede ganar felicidad en el más allá. El Vimanavatthu brinda amplio ejemplos. De acuerdo al Acamadayikavimanavatthu, las limosnas dadas consisten de pequeñas costras de arroz, pero como fueron dadas con una gran devoción a un eminente Arahant, la recompensa fue renacer en una magnífica mansión celestial. El Dakkhinavibhanga Sutta establece que una ofrenda es pura con respecto al dador, cuando el dador es virtuoso; con respecto al receptor, cuando el receptor es virtuoso; con respecto a ambos – el dador y el receptor – si ambos son virtuosos; para ninguno si sucede que ambos son impíos. Se dice que el Dhammadana, la diseminación del conocimiento del Dhamma, supera a todas las otras formas de dar (sabbadanam dhammadanam jinati, Dhp. 354).

El Anguttara Nikaya menciona cinco grandes regalos que se han tenido en gran estima por los hombres de mente noble desde los tiempos antiguos (A. iv, 246). Su valor no tenía duda en los tiempos antiguos, no tiene duda en el presente, ni lo tendrá en el futuro. Los monjes sabios y brahmanes tienen el más alto respeto por ellos. Estos grandes obsequios consisten en la meticulosa observancia de los Cinco Preceptos. Al hacerlo así uno da seguridad (ausencia del temor), amor y benevolencia a todos los seres. Si un ser humano puede dar seguridad y libertad del temor a otros por su comportamiento, ésta es la forma más grande de dana que se puede dar, no sólo a los seres humanos, sino a todos los seres vivientes.

 

El Recibidor

Los Suttas también describen a la persona a la que se le deben dar las limosnas (A. iii, 41). A los visitantes, viajeros y enfermos se les debe tratar con la debida consideración. En las épocas de carestía los necesitados deben ser tratados con liberalidad. Los virtuosos deben ser los primeros agasajados con las primeras frutas de las nuevas cosechas. Hay una frase recurrente en los Suttas (D. I, 137, ii, 354, iii, 76) describiendo a aquellos que están particularmente necesitados de la generosidad pública. Ellos son los monjes (samana), brahmanes (brahmana), viajeros (addhika), vagabundos (vanibbaka) y mendigos (yacaka). Los monjes y brahmanes son personas religiosas que no ganan un sueldo. Ellos dan guía espiritual a los laicos y se espera que los laicos los mantengan. Los pobres necesitan la ayuda de los ricos para sobrevivir y los ricos se enriquecen espiritualmente ayudando a los pobres. En una época en la que las facilidades de transporte eran escasas y las facilidades para los viajeros no estaban adecuadamente organizadas, el público tenía que hacer algo para ayudar al viajero. El buddhismo considera una obligación moral de las personas el dar asistencia a este tipo de personas.

En el Anguttara Nikaya el Buddha describe, con una terminología relativa a los sacrificios, tres tipos de fuegos que se deben tratar con cuidado y honor (A. iv, 44). Ellos son ahuneyyaggi, gahapataggi y dakkhineyyaggi. El Buddha explica que ahuneyyaggi significa los propios padres, y que deben de ser honrados y cuidados. Gahapataggi significa la propia esposa e hijos, empleados y dependientes. Dakkhineyyaggi representa a las personas religiosas que han logrado la meta del Arahant o se han embarcado en un curso de entrenamiento para eliminar los rasgos mentales negativos. Todos estos deben estos deben ser cuidados y ver por ellos como se cuidaría un fuego de sacrificios. De acuerdo al Mahamangala Sutta, ofrecer hospitalidad a los propios parientes es una de las grandes obras que puede realizar un laico para obtener prosperidad (Sn. 262-63).

El Rey Kosala le preguntó una vez al Buddha a quién se le deberían de dar limosnas (S. I, 98). El Buddha replicó que las limosnas se les deberían de dar a aquellos a quienes darles nos produce felicidad. Entonces el Rey le hizo otra pregunta. ¿A quién se le deben ofrecer limosnas para obtener grandes frutos? El Buddha distinguió las dos como diferentes preguntas y le respondió que las limosnas ofrecidas a los virtuosos producían grandes frutos. Él aclaró aún más que los ofrecimientos rendían grandes frutos cuando se hacían a monjes virtuosos que habían eliminado los cinco impedimentos mentales (nirvana) y cultivado hábitos morales, concentración, sabiduría, liberación y conocimiento, y visión de la liberación (sila, samadhi, pañña, vimutti, vimuttinanadassana).

En el Sakkasamyutta (S. I, 233) Sakka hizo la misma pregunta al Buddha. ¿Los regalos dados a quienes darán los más grandes resultados? El Buddha respondió que los regalos dados al Sangha (la comunidad de monjes) producen los más grandes resultados. Aquí el Buddha especifica que lo que él quiere decir por el ‘Sangha’ es la comunidad de aquellos rectos nobles individuos que han entrado en el camino y que se han establecido a ellos mismos en el fruto de la santidad, y que están dotados de moralidad, concentración y sabiduría. Es importante notar que ‘Sangha’ de acuerdo al Vinaya significa un grupo suficiente de monjes que represente la Orden de monjes para varios propósitos eclesiásticos (Vin. I, 319). Pero en los Suttas ‘Sangha’ significa los cuatro pares de nobles individuos o los ocho individuos particulares (cattari purisayugani, attha purisapuggala), es decir, aquellos que están en el sendero del ganador-de-la-corriente, un-retorno, no-retorno y Arahant y aquellos que han obtenido las respectivas fruiciones.

El Magha Sutta (Sn. p. 86) da una cuenta detallada de las virtudes de un Arahant para mostrar a quién deben de dársele limosnas por uno que desea mérito. El Brahmanasamyutta (S. I, 175) sostiene que las ofrendas producen los más grandes regalos cuando se hacen a aquellos que conocen sus vidas previas, que han visto los cielos y los infiernos, que han puesto un fin al nacimiento y que han realizado el conocimiento último. Así es que el Sangha que consta de moralidad perfecta, personajes valiosos como son descritos en los Suttas constituyen el campo de mérito (puññakkhetta, M. i, 447). Así como las semillas sembradas en un campo fértil bien regado dan abundantes cosechas, las limosnas dadas a los virtuosos establecidos en el Noble Óctuple Sendero dan grandes resultados (A. iv, 238; I, 162). El Dhammapada mantiene que los campos tienen cizaña como su mancha; la avidez, el odio, la ignorancia y el deseo son la manchas de los hombres y por lo tanto lo que es dado a aquellos que han eliminado esas impurezas producen abundantes frutos (Dhp. 356-359). El resultado de la generosidad se mide más por la calidad del campo de merito que por la cantidad y el valor del regalo dado.

El Anguttara Nikaya (A. iv, 382-95) registra la fabulosa donación de limosnas del Bodhisatta cuando él nació como un brahmán llamado Velama. Abundantes regalos de plata, oro, elefantes, vacas, carruajes, etc., para no mencionar comida, bebida y ropa, fueron distribuidos entre todas las personas que vinieron a recibirlos. Pero esta magnificencia no fue muy valuada con respecto a sus méritos por que no había receptores valiosos. Se dice que es más meritorio alimentar a una persona con la visión correcta, a uno que ha entrado en la corriente (sotapanna), que dar grandes limosnas como las dadas por Velama. Es más meritorio alimentar a uno que retorna una vez que a cien individuos que han entrado en la corriente. Siguen en orden los que no retornan, los Arahants, los Paccekabuddhas (los Buddhas silenciosos) y los Sammasambuddhas. Alimentar al Buddha y al Sangha es más meritorio que alimentar al Buddha solamente. Es aún más meritorio construir un monasterio para el uso general del Sangha de los cuatro puntos cardinales. Tomar el refugio en el Buddha, el Dhamma y el Sangha es aún mejor. Observar los Cinco Preceptos es aún más valioso. Pero aún mejor es el cultivar metta, benevolencia, y lo mejor de todo, es la percepción en la impermanencia, que lleva al Nibbana.

 

La Motivación de dar

Los Suttas registran varios motivos para ejercitar la generosidad. El Angutttara Nikaya (A. iv, 236) enumero las siguientes ocho motivos:

  1. Uno da con incomodidad, o como una manera de ofender al recipiente, o con la idea de insultarlo (Asajja danam deti) [1].
  2. El temor también puede motivar que una persona haga una ofrenda (Bhaya danam deti).
  3. Uno da para regresar un favor que se nos hizo en el pasado (Adasi me ti danam deti).
  4. Uno también puede dar con la esperanza de recibir algo similar para uno en un futuro (Dassati me ti danam deti).
  5. Uno da por que el dar se considera bueno (Sadhu danan ti danam deti).
  6. «Yo cocino, ellos no cocinan. No es propio para mí que cocino no darle a aquellos que no cocinan» Algunos dan movidos por tales motivos altruistas (Aham pacami, ime ne pacanti, na arahami pacanto apacantanam adatun ti danam deti).
  7. Algunos dan limosna para ganar buena reputación (Imam me danam dadato kalyano kittisaddo abbhuggacchati ti danam deti).
  8. Otros dan limosna para adornar y embellecer la mente (Cittalankaracitta-parikkarattham danam deti)

El favoritismo (chanda), la mala voluntad (dosa) y la ignorancia (moha) también se encuentran entre los motivos para dar. Algunas veces con la intención de mantener una larga tradición familiar. El deseo de renacer en los cielos después de la muerte es otro motivo dominante. El dar agrada a algunos y ellos dan con la idea de ganar un estado de felicidad mental (A. iv, 236).

Pero se sostiene en los Suttas (A. iv, 62) que las limosnas se deben dar sin ninguna expectativa (na sapekho danam deti). Tampoco deben de darse las limosnas con apego al que las recibe. Si uno da con la idea de acumular cosas para usar después, ése es un acto de dar inferior. Si uno da con la esperanza de gozar de los resultados en un futuro después de la muerte, ése es también un acto inferior de dar. El único motivo válido para dar debe ser el motivo de adornar la mente, liberar a la mente de la fealdad de la avaricia y egoísmo.

 

La manera de dar

Los Suttas (por ej. A. iii, 172) ponen mucho énfasis en la manera de dar. La actitud del donador en el acto de dar hace un mundo de diferencia para la buena voluntad entre el donador y el que recibe independientemente de que el regalo sea grande o pequeño. Las limosnas deben de ser dadas de tal manera que quien las recibe no se sienta humillado, despreciado o herido (sakkaccam danam deti). El necesitado pide algo con una sensación de malestar y es la obligación del donador no hacer que se sienta más incómodo y hacer su ya pesada carga aún más pesada. las limosnas deben de ser dadas con la debida consideración y respeto (cittikatva danam deti). Debe de hacerse sentir al receptor bien venido. Cuando un regalo es dado con tal calidez es cuando surge una cordialidad mutua que une y enriquece al que da y al que recibe. Uno debe de dar con la propia mano (sahattha deti). El involucrarse personalmente en el acto de dar es enormemente benéfico. Esto promueve la relación entre el donante y el receptor y ése es el valor social de dar. La sociedad se enriquece en su unidad con cuidado y preocupación de uno por otro cuando la generosidad se ejerce con un cálido sentido de participación personal. Uno no debe de dar como limosna lo que es adecuado para tirarse (na apaviddham deti). Uno debe de ser cuidadoso de dar únicamente lo que es útil y apropiado. Uno no debe dar de una manera rasposa para hacer que él que recibe no sienta deseos de regresar (na anagamanaditthiko deti).

Dar con fe (saddhaya deti) esta muy ensalzado en los Suttas (A. iii, 172). Especialmente cuando se ofrecen limosnas a un clérigo uno debe de hacerlo con la deferencia y respeto debidos, tomando deleite en la oportunidad que se tiene de servirlos. Uno también debe de dar en el momento adecuado para coincidir con una gran necesidad (kalena deti). Esos regalos en el momento adecuado son los más valiosos y alivian la ansiedad y el estrés de los suplicantes. Uno debe de dar con preocupaciones altruistas, con la intención exclusiva de ayudar a otros en dificultad (anuggahacitto danam deti). En el acto de dar uno debe de tener cuidado de no herirse a sí mismo o a otro (attanan ca paran ca anupahacca danam deti). Dar con comprensión y discreción es alabado por el Buddha (viceyyadanam sugatappasattham). Si un regalo contribuye al bienestar del que lo recibe es sabio darlo. Pero si un regalo es en detrimento del bienestar del receptor uno debe de ejercer con cuidado la propia discreción. Dar como se describe arriba es altamente alabado como noble dar (sappurisadana). Más que lo que se da, es la manera de dar la que hace al regalo valioso. Uno puede no ser capaz de costear un regalo pródigo, pero uno puede siempre hacer que él que lo recibe se sienta cuidado por la manera en que se le da.

 

El valor de dar

Muchos suttas enumeran los diversos beneficios de dar. Dar promueve la cohesión social. Es el mejor medio de crear un puente para la brecha psicológica, mucho más que la brecha económica, que existe entre los que tienen y los que no tienen. El Magha Sutta mantiene que el odio se elimina cuando uno se encuentra establecido en la generosidad (Sn. 506). Áquel con un corazón generoso gana el amor de otros y muchos se asocian con él (A, iii, 40). Dar también cimienta la amistad (Sn. 187).

Se mantiene que si una persona hace una aspiración de nacer en un lugar particular después de dar limosna, la aspiración se cumplirá sólo si uno es virtuoso, pero no de otra manera (A. iv, 239). De acuerdo a un Sutta (A. iv, 241-243), si uno practica el dar y la moralidad en un grado muy limitado y no tiene idea acerca de la meditación, uno obtiene un nacimiento desafortunado en el mundo humano. Áquel que realiza obras meritorias tales como el dar y la moralidad con gran amplitud pero sin ningún conocimiento de la meditación, encuentra renacimiento en uno de los cielos. Ellos superan a otras deidades en la longitud de su vida, placer, fama y las cinco ramas de los placeres sensuales.

El Anguttara Nikaya (A. iv, 79) enumera un número de estos beneficios mundanos de dar. La persona generosa, y no el avaro, gana las simpatías de otros. Los Arahants se le aproximan, aceptan limosnas y rezan por ellos primero. Una buena reputación se extiende acerca de ellos. Él puede atender a cualquier grupo con confianza y dignidad. Él renace en un estado de felicidad después de la muerte. Otro Sutta (A. iii, 41) agrega que una persona generosa gana popularidad, las personas de carácter noble se asocian a él y él tiene la satisfacción de haber cumplido con los deberes de una persona laica (gihidhamma anapeto hoti).

Se dice que un dador de limosnas confiere vida a los demás, belleza, alegría, fortaleza e inteligencia. Habiéndo conferido esto a otros, él mismo se convierte en un beneficiario (A. iii, 42). La misma idea es expresada por la sucinta afirmación de que uno cosecha lo que siembra (yadisam vapate bijam tadisam harate phalam, S. i, 227).

Dar con fe tiene como resultado alcanzar riqueza y belleza en cualquier lugar que el resultado del ofrecimiento ocurra. Dando limosna con el debido respeto, uno obtiene, también, hijos, esposa, subordinados y asistentes que son obedientes, cumplidores y comprensivos. Dando en el momento oportuno, uno no sólo obtiene gran riqueza sino también la oportuna satisfacción de sus necesidades. Dando con el deseo genuino de ayudar a los demás, uno obtiene gran riqueza y la inclinación a disfrutar los mejores placeres sensuales. Dando sin dañarse a uno mismo ni a los demás, uno gana seguridad de peligros tales como fuego, inundaciones, ladrones, reyes y malos herederos (A. iii, 172).

La limosna dada a los monjes y brahmanes que siguen el Noble Óctuple Sendero da magníficos resultados así como las semillas sembradas en campos fértiles, bien preparados y bien regados producen abundantes cosechas (A. iv, 238). La limosna dada sin ninguna expectativa puede conducir a un renacimiento en el plano de los Brahmas, y después uno podría alcanzar el estado del que no retorna (A. iv, 62).

El Sutta Dakkhinavibhanga enumera una lista de las personas a las que se les puede dar limosna y el mérito aumenta en orden ascendente. Una cosa dada a un animal trae una recompensa de cien. Un regalo dado a una persona normal de hábitos morales pobres produce una recompensa de mil; un regalo dado una persona virtuosa da una recompensa de cien mil. Cuando se le da un regalo a una persona fuera de las enseñanzas del budismo que no tiene apego a los placeres de los sentidos, el rendimiento es de un billón. Cuando el regalo se le da a uno que ha alcanzado el sendero de entrada en la corriente el rendimiento es incalculable e inmensurable. Así es que, ¿qué puede decirse de un regalo dado a uno que retorna una vez, uno sin retorno, un Arahant, un Paccekabuddha, y un Buddha totalmente iluminado?

El mismo Sutta enfatiza que un regalo dado al Sangha como un grupo es más valioso que un regalo ofrecido a un monje en su capacidad individual. Se dice que en un futuro distante habrá monjes budistas que usarán únicamente un collar amarillo como su marca clerical distintiva, que son inmorales y de mal carácter. Si se ofrece un regalo aun a esos monjes a nombre de la orden, éste rinde muchos más méritos que uno a un monje en su capacidad individual. Pero debe de ser observado que esta afirmación contradice las ideas expresadas en otra parte, que lo que es dado a un virtuoso es grandemente benéfico pero no lo que es dado a un inmoral. Es evidente aquí que una interpolación posterior no puede ser completamente descartada.

El Buddha explicó en una ocasión que es meritorio aun tirar el agua después de lavar el propio plato con el pensamiento generoso: «Que las partículas de comida en el agua de lavado sirvan de alimento para las criaturas en el piso.» Cuando es así, ¡Cuánto más meritorio será alimentar a un ser humano! Pero el Sutta se apresura a agregar que es más meritorio alimentar a una persona virtuosa (A. i, 161).

Otro Sutta (A. iii, 336) mantiene que no es posible estimar la cantidad de mérito que corresponde a una ofrenda cuando está dotada de las siguientes seis características particulares. Tres de las características pertenecen al donador mientras que las otras tres pertenecen al receptor. El donador debe de estar feliz de dar antes de hacer la ofrenda. Él debe de estar complacido en el momento de hacer la ofrenda, y él debe de estar satisfecho después de que la ofrenda es hecha. Por lo tanto la nobleza de pensamiento – sin una traza de envidia antes, durante o después de la ofrenda – hace al regalo verdaderamente grande. Los que reciben deben de estar libres de avidez, aversión e ignorancia, o se deben haber embarcado en un curso de entrenamiento para eliminar estas impurezas mentales. Cuando una limosna de comida está dotada de estas cualidades del donador y del receptor, se dice que el mérito es inconmensurable como las aguas del mar.

En una ocasión Visakha dio una erudita explicación de los beneficios que ella esperaba de su magnificencia cuando el Buddha le pregunto que era lo que ella veía como una ventaja de su gran generosidad (Vin. i, 293-294). Ella le dijo que cuando ella escuchaba que un monje o una monja en particular había logrado cualquiera de los frutos de la vida monástica, y si ese monje o monja había visitado Savatthi, ella estaba segura de que él o ella habían recibido las ofrendas que ella constantemente hacía. Cuando ella reflexionaba que ella había contribuido en alguna medida a la distinción espiritual de él o ella, surgía un gran deleite (pamujja) en ella. La alegría (piti) surge en la mente complacida. Cuando la mente está alegre el cuerpo se relaja (kayo passambhissati). Cuando el cuerpo se relaja se experimenta una sensación de bienestar (sukha) que ayuda a la mente a concentrarse (cittam samadhiyissati). Eso ayudará al desarrollo de las facultades espirituales (indriyabhavana), poderes espirituales (balabhavana), y factores para la iluminación (bojjhangabhavana). Éstas son la ventajas que ella esperaba por su munificencia. El Buddha se sientió tan complacido con su erudita respuesta que dijo «Sadhu sadhu sadhu» (muy bien, muy bien, muy bien) en aprobación.

Es evidente que el dar por sí solo no es suficiente para que uno llegue al fin del sufrimiento. Anathapindika, quien fue nombrado por el Buddha como el principal entre los filántropos, alcanzo solamente el estado de ganador-de-la-corriente. Se dice especialmente que el dar (dana) tiene que ser fortalecido con la moralidad (sila) si va a producir buenos resultados. Aunque Anathapindika practicaba una virtud sin tacha, en ninguna parte se dice que él practicara la cultura mental o meditación (bhavana). Por lo tanto a pesar de su magnífica munificencia, él tuvo que permanecer como un ganador de la corriente.

El Ghatikara Sutta (M. ii, 52) registra una caridad única en donde el donador no estaba presente. Chatikara el alfarero era el principal benefactor del Buddha Kassapa. Él era un uno que no retorna que no quería entrar a la Orden ya que se encontraba cuidando a sus ancianos padres ciegos. Él había ganado ampliamente la confianza del Buddha por la nobleza de su conducta y devoción. Un día el Buddha Kassapa fue a su casa en su ronda por limosnas pero Ghatikara había salido. Él preguntó a sus padres ciegos donde se encontraba el alfarero. Ellos le contestaron que el alfarero había salido, pero invitaron al Buddha a servirse él mismo de las ollas y cacerolas y compartir una comida. El Buddha lo hizo así. Cuando Ghatikara regresó y preguntó quién había tomado de la comida, sus parientes le informaron que el Buddha había venido y que ellos le habían pedido que se ayudara él mismo con la comida. Ghatikara estaba sobrecogido jubiloso de escuchar esto ya que sintió que el Buddha le tenía mucha confianza. Se dice que la alegría y la felicidad (pitisukha) que experimentó no lo abandono por dos semanas, y la alegría y felicidad de sus padres no se desvaneció por una semana completa.

El mismo Sutta reporta que en otra ocasión el techo del monasterio del Buddha Kassapa comenzó a gotear. Él envió a los monjes a la casa de Ghatikara a recoger algo de paja, pero Ghatikara estaba afuera en ese momento. Los monjes regresaron y le dijeron que no había paja disponible ahí excepto la que había en el techo. El Buddha les pidió a los monjes que tomaran la paja del techo allá. Los monjes comenzaron a quitar la paja del techo y los ancianos padres de Ghatikara preguntaron quien estaba removiendo la paja. Los monjes le explicaron el problema y los padres les dijeron, «Por favor tomen toda la paja.» Cuando Ghatikara escucho esto él se sintió profundamente movido por la confianza que el Buddha depositaba en él. La alegría y felicidad que surgieron en él no lo dejo por una quincena completa y la de sus padres no menguó por una semana. Por tres meses la casa de Ghatikara permaneció sin techo tan solo con el cielo sobre ella, pero se dice que la lluvia no la mojaba. Tan grande era la piedad y generosidad de Ghatikara.

Como se mencionó en el comienzo de este ensayo, dar (dana) es la primera de las obras meritorias. Es también una de las cuatro maneras benevolentes de tratar a otros (cattari sangahavatthuni, A. iv, 219). Pero es digno de ser notado que en la lista de virtudes requeridas para la liberación tales como aquellas incluidas entre los treinta y siete requisitos de la iluminación (bodhipakkhiya dhamma), el dar (dana) nunca aparece como una virtud requerida. En lugar de dar (dana), la generosidad (caga) se incluye en algunas de las listas, tal como las cinco cualidades – fe, virtud, aprendizaje, generosidad y sabiduría. Quizás exista una pequeña diferencia entre dar (dana) y generosidad (caga) cuando se consideran como virtudes arraigadas en la mente. Dana es el acto muy práctico de dar, caga es la actitud generosa que se inculca en la mente por la práctica repetida de dana. La palabra caga significa literalmente darse por vencido, abandono, y es una indicación de que el dominio egoísta cerrado que uno tiene sobre sus posesiones está siendo aflojado por caga. Es posible dar limosnas aún por motivos negativos tales como favoritismo (chanda), mala voluntad (dosa), miedo (bhaya), ignorancia (moha), deseo de una buena reputación, etcétera, pero caga es la virtud positiva de una disposición generosa.

El Buddhismo enseña un proceso gradual de vaciarse a uno mismo. Comienza con dar nuestras posesiones externas. Cuando la cualidad de la generosidad se ha establecido y se fortifica con una visión profunda de la naturaleza real de las cosas, crece un desencanto por los placeres sensuales (nibbidanti). En esta etapa uno deja la vida en familia y busca la ordenación. A continuación sigue el vaciado de los impulsos sensoriales protegiendo la puerta de los sentidos. A través de la meditación (bhavana) uno se vacía a uno mismo de las impurezas profundamente arraigadas y se llena de cualidades positivas nobles. Pero este proceso completo de mermar nuestros aspectos negativos comienza con dana, la práctica de dar.


Notas

[1] Aunque la traducción PTS (Pali Text Society) dice «uno da limosnas de acuerdo a uno mismo» la certeza de esta traducción es cuestionable. El Sutta parece registrar los motivos para dar en orden ascendiente de refinamiento. Si la traducción PTS es aceptada, el orden es perturbado. Más aún asajja es el gerundio de asadeti, que significa golpear, ofender, asaltar, insultar.

Traducción al español por Jesús Valdés-Martínez © CMBT 1999