Miscelánea

Del libro «No Ajahn Chah: Reflexiones«, del venerable Ajahn Chah.

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Uno de los discípulos de Ajahn Chah tenía un problema en la rodilla que sólo podía ser corregido con cirugía. Aunque los doctores le aseguraron que su rodilla estaría mejor en un par de semanas, los meses pasaron y aún no se había curado en forma adecuada. Cuando vio de nuevo a Ajahn Chah, se quejó diciendo: «Dijeron que no tomaría tanto tiempo. No debería ser así.» Ajahn Chah se rió y le dijo: «Si no debiera ser así, no sería así.»

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Si alguien le ofreciese una linda y gorda banana amarilla, dulce y fragante, pero envenenada, ¿la comería? ¡Por supuesto que no! Sin embargo, aún cuando sabemos que el deseo es venenoso, seguimos adelante y lo «comemos» de todos modos.

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Observe sus impurezas, conózcalas como se conoce al veneno de la cobra. Usted no agarrará la cobra por que sabe que puede matarlo. Vea el peligro en las cosas peligrosas y el beneficio en las cosas beneficiosas.

157

Siempre estamos insatisfechos. En la fruta dulce echamos de menos el gusto ácido, en la fruta ácida, extrañamos lo dulce.

158

Si tiene algo que huele mal en su bolsillo, olerá mal dondequiera que vaya. No le achaque la culpa al lugar.

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Hoy en día el budismo, en Oriente, es como un gran árbol, que puede parecer majestuoso pero que únicamente puede dar fruto pequeño y desabrido. El budismo en Occidente es como un árbol joven, que no es capaz de producir frutos todavía, pero que tiene el potencial de dar frutos, grandes y dulces.

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La gente, en estos tiempos, piensa demasiado. Hay demasiadas cosas en las que puede tener interés, pero ninguna de ellas conduce a ninguna realización verdadera.

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Sólo porque usted vaya y llame al alcohol «perfume» no significa que éste se convierta en perfume, usted lo sabe. Pero ustedes, las personas, cuando quieren tomar alcohol, dicen que es perfume, entonces siguen adelante y lo beben. ¡Deben estar locos!

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Las personas siempre están mirando hacia fuera, a la gente y a las cosas que los rodean. Por ejemplo, miran este salón y dicen: «¡Oh, qué grande que es!» En realidad no es grande para nada. Si parece grande o no depende de la percepción del mismo. De hecho este salón tiene exactamente el tamaño que tiene, ni grande, ni pequeño. Pero la gente va detrás de sus sentimientos todo el tiempo. Están tan ocupados mirando alrededor y opinando sobre lo que ven, que no tienen tiempo para observarse en sí mismos.

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Algunas personas se aburren, se hartan, se cansan de la práctica y haraganean. Parece que no pueden conservar el Dhamma en su mente. Aún así, si usted va y los regaña, nunca lo olvidarán. Algunos pueden acordarse durante el resto de sus vidas y no perdonarlo nunca. Pero cuando llega la enseñanza del Buda, diciendo que seamos moderados, templados, que practiquemos concienzudamente, ¿por qué siguen olvidándose de estas cosas? ¿Por qué la gente no toma estas cosas con el corazón?

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Estar observando que somos mejores que otros, no es correcto. Estar observando que otros son iguales a nosotros, no es correcto. Estar observando que somos inferiores a otros, no es correcto. Si creemos que somos mejores que otros, aparece el orgullo. Si creemos que somos iguales a otros, dejaremos de mostrar respeto y humildad en el momento debido. Si creemos que somos inferiores a otros, nos deprimimos pensando en eso y tratamos de echarle la culpa de nuestra inferioridad al hecho de haber nacido bajo un mal signo y cosas por el estilo. ¡Sólo deshágase de todas esas cosas!

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Debemos aprender a liberarnos de las condiciones y no tratar de oponernos a ellas o resistirlas. Y sin embargo, apelamos a ellas para cumplir con nuestros deseos. Buscamos toda clase de medios para ponerlas en orden o llegar a un acuerdo con ellas. Si el cuerpo se enferma y duele, no queremos que así sea, de modo que buscamos varios suttas para cantar. No queremos controlarlo. Estos suttas se convierten en alguna clase de ceremonia mística, haciendo que nos enredemos más con el apego. Eso es porque los cantamos con el propósito de alejar la enfermedad, prolongar la vida y así. En realidad, el Buda nos dio estas enseñanzas con el objetivo de ayudarnos a conocer la verdad sobre el cuerpo, para que podamos dejar ir y abandonar nuestros anhelos, pero terminamos cantándolos sólo para incrementar nuestra ilusión.

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Conozca a su propio cuerpo, corazón y mente. Conténtese con poco. No esté aferrado a las enseñanzas. No vaya y se aferre a grandes emociones.

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Algunas personas le tienen miedo a la generosidad. Sienten que serán explotados u oprimidos. Cuando estamos cultivando la generosidad sólo estamos oprimiendo a nuestra codicia y a nuestro apego. Esto permite que nuestra verdadera naturaleza se exprese por sí misma y se vuelva más clara y más libre.

168

Si usted toma un tizón encendido en la casa de su vecino, el fuego lo quemará. Si usted se acerca al tizón encendido en su propia casa, ese fuego, también lo quemará. Por lo tanto, no se aferre a nada que pueda quemarlo, no importa qué sea o dónde esté.

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La gente de afuera puede decir que estamos locos por vivir así en el bosque, sentados como estatuas. ¿Pero cómo viven ellos? Se ríen, lloran, y están tan cercados por la codicia y el odio que de vez en cuando se matan a ellos mismos y unos a otros. Ahora bien, ¿quiénes son los que están locos?

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Más que simplemente enseñar a la gente, Ajahn Chah los entrenaba a través de la creación de un ambiente general  y situaciones específicas en las que ellos pudieran aprender sobre sí mismos. Él hubiera dicho cosas como: «De lo que yo le enseño, usted entiende, quizás, el quince por ciento» ó «Él ha sido monje durante cinco años, así que entiende un cinco por ciento.» En respuesta a esto último, un joven monje le dijo: «Entonces yo debo tener un uno por ciento ya que he estado aquí desde hace un año.» «No», fue la respuesta de Ajahn Chah, «los primeros cuatro años no tienes porcentaje, pero el quinto año tienes el cinco por ciento.» 

171

A uno de los discípulos de Ajahn Chah se le preguntó si alguna vez iba a dejar los hábitos o si moriría vistiendo la túnica amarilla. El discípulo dijo que era difícil pensar en ello y que, aunque no tenía planes de dejar los hábitos, en realidad no se hallaba en condiciones de decidir si alguna vez lo haría. Cuando lo analizaba, dijo, sus pensamientos parecían no tener sentido. Ajahn Chah, entonces, contestó diciendo, «Eso que no tiene sentido es el verdadero Dhamma».

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Cuando alguien le preguntó a Ajahn Chah por qué había tanto crimen en Tailandia, un país budista, o por qué en Indochina todo era un desorden, dijo: «No son budistas esos que están haciendo esas maldades. ¡Eso no es budismo! El Buda nunca enseñó nada como eso. ¡La gente está haciendo esas cosas!»

173

Una vez, un visitante le preguntó a Ajahn Chah si él era un Arahant. Él dijo: «Yo soy como un árbol en el bosque. Los pájaros vienen al árbol, se posan en sus ramas y comen de su fruto. Para los pájaros, el árbol puede ser dulce o amargo, o lo que sea. Los pájaros dicen dulce o amargo, pero desde el punto de vista del árbol, eso es sólo el parloteo de los pájaros.»

174

Alguien comentó: «Puedo observar al deseo y a la aversión en mi mente, pero es difícil observar la ilusión.» «¿Usted está montando un caballo y preguntándose dónde está el caballo?», fue la respuesta de Ajahn Chah. 

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Algunas personas se convierten en monjes a causa de su fe, pero después pisotean las enseñanzas del Buda. No se conocen bien a sí mismos. Los que realmente practican en estos días son muy pocos por que hay demasiados obstáculos que superar. Pero, si no es bueno, déjalo morir; si no muere, haz que sea bueno.

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Dice usted que ama a su novia en un cien por ciento. Bueno, déle vuelta de adentro hacia fuera (como un guante) y vea cuánto porcentaje de ella ama todavía. O, si extraña tanto a su amante cuando no está con usted, ¿por qué no le pide que le mande un frasco con sus deposiciones dentro de él? Así, en cualquier momento en el que piense en ella con nostalgia, puede abrir el frasco y olerlo. ¿Repugnante? ¿Qué es eso entonces, eso que ama? ¿Qué es eso que hace que su corazón golpee como una maza trituradora de arroz cada vez que una chica, con una figura de verdad atractiva, llega caminando por ahí o huele su perfume en el aire? ¿Qué es eso? ¿Qué fuerzas son esas? Lo atraen y lo aspiran, pero usted no presenta una pelea verdadera, ¿o no? ¡Hay un precio que pagar por ello al final, usted lo sabe!

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Un día, Ajahn Chah se encontró con una rama grande y  pesada que yacía en su camino, la cual él quería quitar del sendero. Le indicó a un discípulo que la sostuviese por un extremo mientras él levantaba el otro. Entonces, cuando la sujetaban, ya lista para arrojarla, levantó la vista y preguntó: «¿Está pesada?» Y después de que la habían arrojado dentro del bosque, le preguntó de nuevo: «Ahora, ¿está pesada?» Era así como Ajahn Chah enseñó a sus discípulos a ver el Dhamma en cada cosa que ellos decían o hacían. En este caso, demostraba el beneficio de «dejar ir».

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Uno de los discípulos de Ajahn Chah estaba desconectando una grabadora cuando tocó accidentalmente uno de los aguijones de metal del empalme mientras todavía estaba conectada. Recibió una descarga eléctrica y la dejó caer de inmediato. Ajahn Chah se dio cuenta y dijo: «¡Oh! ¿Cómo fue que pudiste soltar eso con tanta facilidad? ¿Quién te dijo que lo hicieras?.»

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Era Navidad y los monjes extranjeros habían decidido celebrarla. Invitaron a algunos laicos, así como también a Ajahn Chah, a unirse a ellos. Los laicos, en general, estaban molestos y se mostraban escépticos. ¿Por qué, preguntaron, estaban celebrando la Navidad los budistas? Entonces Ajahn Chah dio una charla sobre religión en la que dijo: «Hasta donde yo entiendo, el cristianismo le enseña a la gente a hacer el bien y a evitar el mal, así como lo hace el budismo, así que, ¿cuál es el problema? No obstante, si la gente está molesta por la idea de celebrar la Navidad, eso puede ser fácilmente subsanado. No la llamaremos Navidad. Llamémosla «Navibudadád». Cualquier cosa que nos inspire a ver lo que es verdadero y a hacer lo que es bueno es una práctica adecuada. Ustedes pueden llamarlo con cualquier nombre que les guste.»

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Durante el tiempo en el que refugiados de Laos y Camboya estaban entrando a raudales en Tailandia, fueron muchas las organizaciones de caridad que salieron para brindar ayuda. Esto provocó que algunos monjes occidentales ordenados pensaran que no era correcto que los monjes y las monjas budistas únicamente estuviesen sentados en el bosque mientras que otras organizaciones religiosas estaban participando tan activamente en procura de aliviar las difíciles condiciones de los refugiados. De modo que se acercaron a Ajahn Chah para expresar su preocupación, y esto es lo que él les dijo: «Ayudar en los campos de refugiados es bueno. De hecho, es nuestro mutuo deber, natural y humano. Pero pasar a través de nuestra propia locura para que podamos guiar a otros a través de la suya, ésa es la única cura. Cualquiera puede distribuir ropas y erigir tiendas de campaña, pero ¿cuántos pueden internarse en el bosque y sentarse a conocer sus mentes? Hasta tanto no sepamos como «vestir» y «alimentar» las mentes de las personas, siempre habrá un problema de refugiados en alguna parte del mundo.»

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Ajahn Chah escuchó a uno de sus discípulos recitar el Sutra del Corazón. Cuando hubo terminado, Ajahn Chah dijo, «no-vacuidad tampoco… no Bodhisatta.» Entonces preguntó, «¿De dónde vino este sutra?» «Es célebre por haber sido dicho por el Buda,» contestó el devoto. «No Buda,» reconvino Ajahn Chah. Entonces dijo, «Este es un discurso sobre la sabiduría profunda, más allá de todas las convenciones. ¿Cómo podríamos enseñar sin ellas? Tenemos que tener nombres para las cosas, ¿no es así?» 

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Para convertirnos en un Noble, tenemos que padecer cambios de continuo hasta que sólo quede el cuerpo. La mente cambia completamente, pero el cuerpo todavía existe. Hay calor, frío, dolor y enfermedad, como de costumbre. Pero la mente ha cambiado y ahora ve nacimiento, vejez, enfermedad y muerte bajo la luz de la verdad.

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Alguna vez alguien le pidió a Ajahn Chah que hablara sobre su propia iluminación; ¿podría él describir su propia iluminación?. Frente a todo el mundo que esperaba ansiosamente escuchar su respuesta, dijo: «La iluminación no es difícil de entender. Sólo tome una banana y colóquela dentro de su boca, entonces sabrá cómo es su sabor. Usted tiene que practicar para experimentar la realización, y tiene que perseverar. Si fuera tan fácil llegar a estar iluminado, todo el mundo lo estaría haciendo. Comencé yendo al templo cuando tenía ocho años, y he sido monje por más de cuarenta años. Pero usted quiere meditar durante una o dos noches e ir directo al Nibbana. Usted no sólo se sienta y… ¡ya está!, ahí lo tiene, lo sabe. Usted tampoco puede hacer que alguien sople en su cabeza y lo convierta en un iluminado.»

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La manera terrenal es hacer las cosas con el objetivo de obtener algo a cambio, pero en el budismo hacemos las cosas sin ninguna idea de ganancia. Pero, si no queremos nada de nada, ¿qué obtendremos? ¡No obtendremos nada! Cualquier cosa que obtenemos es tan sólo una causa de sufrimiento, así que practicamos no obtener nada. Sólo pacifique la mente y dése por satisfecho con eso.

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El Buda enseñó a dejar aquellas cosas que están ausentes de esencia verdadera y permanente. Si usted abandona todo verá la verdad. Si no lo hace, entonces no la verá. Así es como son las cosas. Y cuando la sabiduría despierte dentro de sí mismo, verá la Verdad por donde mire. La Verdad es todo lo que verá. 

186

Un corazón «vacío» no significa que esté vacío como si no hubiese nada dentro de él. Está vacío de maldad, pero está lleno de sabiduría.

187

La gente no reflexiona sobre la vejez, la enfermedad y la muerte. A ellos sólo les gusta hablar sobre el no-envejecimiento, la no-enfermedad, la no-muerte, de este modo, ellos nunca desarrollan el sentido correcto para la práctica del Dhamma.

188

La felicidad de la mayoría de la gente depende de que las cosas vayan del modo en el que a ellos les gusta. Tienen que tener a todo el mundo diciendo sólo cosas agradables. ¿Es así como usted encuentra la felicidad? ¿Es posible tener a todo el mundo diciendo únicamente cosas agradables? Si es así, ¿cómo es que alguna vez encontrarán felicidad?

189

Árboles, montañas y viñas, todos viven de acuerdo con su propia verdad. Surgen y mueren siguiendo su naturaleza. Permanecen impasibles. Pero nosotros, las personas, no. Hacemos alboroto sobre todo. Aún el cuerpo sigue sólo a su propia naturaleza: nace, crece hasta hacerse viejo, y con el tiempo, muere. Así, sigue a su propia naturaleza. Quienquiera que desee que esto sea de otro modo sufrirá.

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No ande pensando que aprendiendo mucho y sabiendo mucho conocerá el Dhamma. Eso es como decir que lo ha visto todo sólo por que tiene ojos, o que lo ha escuchado todo sólo por que tiene oídos. Usted puede ver, pero no ve completamente. Usted puede ver únicamente con el «ojo externo», no con el «ojo interno». Usted escucha con el «oído externo» pero no con el «oído interno». 

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El Buda nos enseñó a abandonar todas las formas de maldad y a cultivar la virtud. Éste es el camino correcto. Enseñando de esta manera es como el Buda está levantándonos y colocándonos en el principio del sendero. Habiendo alcanzado el sendero, tanto si caminamos a lo largo de él o no, depende de nosotros. El trabajo del Buda ha terminado justo allí. Nos muestra el camino, eso que es correcto y eso que no es correcto. Este tanto es suficiente, el resto depende de nosotros. Usted debe conocer el Dhamma por usted mismo. Puede depender de un maestro sólo el cincuenta por ciento del camino. Aún la enseñanza que yo le he dado es completamente inútil en sí misma, aunque haya valido la pena escucharla. Pero si usted fuera a creer en toda ella sólo por que yo lo digo así, no estaría usando la enseñanza adecuadamente. Si me ha creído absolutamente, entonces ha sido un tonto. Para escuchar la enseñanza, ver sus beneficios, póngala en práctica usted mismo, véala dentro suyo… eso es mucho más útil.

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Algunas veces, cuando estoy realizando meditación caminando, una suave lluvia empieza a caer y quiero ir adentro para dejar de hacerlo, pero luego pienso en los tiempos en los que solía trabajar en los campos de arroz. Mis pantalones estaban húmedos del día anterior pero tenía que levantarme antes del amanecer y ponérmelos de nuevo. Entonces tenía que ir debajo de la casa para sacar al búfalo de su corral. Era muy fangoso ahí. Tenía que agarrarlo de la soga que estaba cubierta de estiércol de búfalo. Entonces, la cola del búfalo se sacudía toda y me salpicaba con estiércol hasta el tope. Mis pies estaban llagados con pié de atleta y caminaba pensando, «¿Por qué la vida es tan miserable?» Y ahora aquí, yo querría detener mi meditación caminando… ¿qué sería un poquito de lluvia sobre mí? Pensando así me estimulo a mí mismo en la práctica.

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No sé como hablar de eso. Hablamos sobre cosas a ser desarrolladas y cosas a ser abandonadas, pero realmente no hay nada que desarrollar ni nada que abandonar.