Del libro «No Ajahn Chah: Reflexiones«, del venerable Ajahn Chah.
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Si usted quiere estar por aquí para conocer al futuro Buda, entonces no practique. Probablemente estará por aquí lo suficiente como para verlo cuando venga.
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He oído a la gente decir: «¡Oh!… este fue un año muy malo para mí». «¿Cómo es posible?», les pregunto. «Estuve enfermo todo el año», responden. «No he podido practicar para nada.» ¡Oh! Si no practican cuando la muerte anda cerca, ¿cuándo van a practicar entonces? ¡No! Se pierden cuando hay felicidad. Si están sufriendo, a pesar de eso no practican. Cuando eso pasa se pierden también. No sé cuándo cree la gente que va a practicar.
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Ya he formulado el horario y las reglas del monasterio. No transgredan las normas existentes. Cualquiera que lo hace es alguien que no ha venido con la verdadera intención de practicar. ¿Cómo puede, tal persona, tener la esperanza de comprender algo alguna vez? Aún si durmiese cerca de mí todos los días no me vería. Aún si durmiese cerca del Buda, no vería al Buda si no practicase.
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No piense que sólo sentándose con los ojos cerrados usted practica. Si piensa de esta manera, entonces cambie rápidamente su forma de pensar. La práctica sostenida consiste en mantener la atención plena en cada postura, ya sea sentado, caminando, parado o acostado. Cuando deja de estar sentado, no piense que está saliendo de la meditación, sino que sólo está cambiando de postura. Si piensa así, tendrá paz. Dondequiera que se encuentre, tendrá esa disposición de práctica constantemente.
Conservará una continua atención plena dentro de usted mismo.
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«Hasta tanto no haya alcanzado la Suprema Iluminación no me levantaré de este lugar, aún si mi sangre se seca completamente.» Leyéndolo así en los libros usted puede pensar en probarlo por sí mismo. Usted lo haría así como lo hizo el Buda. Pero no ha considerado que su automóvil es nada más que uno pequeño. El automóvil del Buda era, realmente, uno grande. Él podía hacerlo todo de una sola vez. ¿Cómo se le puede ocurrir que es capaz de comprenderlo todo de una sola vez con su pequeño, diminuto automóvil? Es una historia totalmente distinta.
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Fui por todas partes buscando lugares para meditar. No me di cuenta de que el lugar ya estaba allí, en mi corazón. Toda la meditación está allí, dentro de usted. Nacimiento, vejez, enfermedad y muerte, están justo allí, dentro de usted. Viajé por todas partes hasta que estuve a punto de caer muerto de cansancio. Sólo entonces, cuando me detuve, encontré lo que estaba buscando, dentro de mí.
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Nosotros no meditamos para ver el cielo, sino para terminar con el sufrimiento.
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No se apegue a visiones ni a luces durante la meditación, no vaya detrás de ellas para nada. ¿Qué es lo que hay de extraordinario en la luminosidad? Mi linterna la tiene. No puede ser de ayuda para liberarnos de nuestro sufrimiento.
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Sin la meditación usted está ciego y sordo. El Dhamma no puede ser observado con facilidad. Usted debe meditar para ver lo que nunca ha visto. ¿Nació maestro? No. Primero debe estudiar. Un limón es ácido sólo cuando lo ha probado.
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Cuando se encuentre sentado en meditación, diga, frente a cada pensamiento que pasa por ahí: «Ese no es asunto mío.»
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Debemos practicar cuando estamos desganados y no únicamente cuando nos sentimos llenos de energía o de humor para hacerlo. Eso es practicar de acuerdo a la enseñanza del Buda. De ser por nosotros, practicamos solamente cuando nos sentimos bien. ¿Cómo vamos a llegar a alguna parte de ese modo? ¿Cómo vamos a cortar la corriente de las impurezas cuando practicamos sólo de acuerdo a nuestros caprichos?
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En cualquier cosa que hagamos, debemos observarnos a nosotros mismos. La lectura de libros nunca origina nada. Los días pasan pero no nos observamos. Saber sobre la práctica es practicar para saber.
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Por supuesto que hay docenas de técnicas de meditación, pero todas ellas se resumen únicamente en esto: dejar que todo sea. Colóquese aquí a un lado, donde hay calma, fuera de la batalla. ¿Por qué no prueba?
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Quedarse sólo pensando en la práctica, es como tratar de hacer un agujero en la sombra y no darse cuenta de lo esencial.
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Cuando había practicado tan sólo durante algunos pocos años, aún no podía confiar en mí mismo. Pero una vez que obtuve mucha más experiencia aprendí a tener confianza en mi propio corazón. Cuando usted posee esta profunda comprensión, cualquier cosa que pase, usted puede dejarla pasar, y todo sólo brotará y morirá. Usted llegará a un punto en el que el corazón en sí dice qué hay que hacer.
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En la práctica de la meditación, es peor, en verdad, estar atrapado en la serenidad que atascado en la inquietud, debido a que al menos usted querrá escapar de la inquietud, en tanto que se halla satisfecho con permanecer en la calma sin ir más allá. Cuando los estados de claridad gozosa se manifiesten durante la práctica de la meditación no se apegue a ellos.
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En la meditación se trata únicamente de la mente y las sensaciones. No es algo que usted tenga que perseguir o algo con lo que tenga que luchar. La respiración continúa mientras trabaja. La naturaleza cuida de los procesos naturales. Todo lo que tenemos que hacer es estar atentos, volviéndonos hacia nuestro interior para observar claramente. Así es la meditación.
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No practicar adecuadamente es estar desatento. Estar desatento es como estar muerto. Pregúntese a sí mismo si tendrá tiempo para practicar cuando muera. Pregúntese continuamente: «¿cuándo moriré?» Si lo contemplamos así, nuestra mente estará alerta en cada segundo, la cautela siempre estará presente y la atención plena y concentrada seguirá automáticamente. Surgirá la sabiduría al observar cómo son las cosas en realidad. La atención plena y concentrada protege a la mente de tal modo que ella sabe cuándo surgen las sensaciones a cada momento, noche y día. Tener atención plena y concentrada significa estar tranquilo. Estar tranquilo significa ser cuidadoso. Si uno es cuidadoso, entonces uno practica como se debe.
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Los fundamentos de nuestra práctica deben ser: primero, ser honesto y honrado; segundo, estar prevenido frente a las acciones incorrectas; y tercero, ser humilde dentro del propio corazón, ser discreto y estar satisfecho con poco. Si estamos satisfechos con poco en lo que atañe a nuestras palabras y a todas las otras cosas, nos veremos a nosotros mismos, no estaremos distraídos. La mente estará cimentada en la virtud, la concentración y la sabiduría.
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Al principio usted se apura para avanzar, se apura para regresar y se apura para detenerse. Usted continúa así con la práctica hasta que llega a un punto donde parece que no se trata de avanzar, ni de regresar, ¡ni tampoco de detenerse! Se terminó. No hay un detenerse, ni un ir hacia delante, ni un volver atrás. Se terminó. En ese momento usted se dará cuenta de que allí, en realidad, no hay nada de nada.
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Recuerde que usted no medita para «obtener» nada, sino para «quitarse» cosas de encima. Lo hacemos, no con deseo, sino con desprendimiento. Si «quiere» alguna cosa, no la encontrará.
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El corazón del sendero es bastante simple. No hay necesidad de explicar nada extensamente. Libérese del amor y del odio y deje que las cosas sean. Eso es todo lo que hago en mi propia práctica.
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Haciendo preguntas fuera de propósito revela que usted todavía está atrapado en la indecisión. Hablar sobre la práctica está bien si ayuda a la contemplación. Pero depende de usted mismo ver la Verdad.
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Meditamos para aprender cómo dejar ir, no para incrementar nuestro apego a las cosas. La iluminación se manifiesta cuando usted deja de querer absolutamente todo.
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Si tiene tiempo para estar atento, entonces tiene tiempo para meditar.
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Hace poco alguien me preguntó: «A medida que meditamos varias cosas se presentan en la mente; ¿deberíamos investigarlas o sólo notarlas yendo y viniendo?» Si usted ve pasar a alguien a quien no conoce, podría preguntarse: «¿Quién es? ¿Dónde va? ¿Qué hace aquí?» Pero, si conoce a la persona, es suficiente con notar su paso.
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El deseo en la práctica puede ser un amigo o un enemigo. Como amigo, hace que tengamos ganas de practicar, de comprender, de terminar con el sufrimiento. Pero estar siempre deseando algo que no ha surgido aún, querer que las cosas sean de otra manera, solamente causa más sufrimiento, y éste es el caso cuando el deseo puede ser un adversario. Al final, debemos aprender a deshacernos de todos nuestros deseos, aún del deseo de alcanzar la iluminación. Sólo entonces podemos ser libres.
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Una vez alguien le preguntó a Ajahn Chah sobre su manera de enseñar meditación: «¿Usa usted el método de entrevistas diarias para examinar el estado de la mente de una persona?» Ajahn Chah respondió diciendo: «Aquí yo enseño a mis discípulos a examinar sus propios estados mentales, a entrevistarse a sí mismos. Tal vez un monje hoy está enojado, o quizás tiene un deseo en mente. Yo no sé nada sobre eso pero él debería. No tiene que venir y preguntarme por ello, ¿no es así?
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Nuestra vida es un conjunto de elementos. Usamos convenciones para describir cosas, pero nos apegamos a las convenciones y las tomamos por algo real. Por ejemplo, las personas y las cosas tienen nombres propios. Podríamos retornar a los comienzos, antes de que las personas y las cosas recibieran un nombre y llamar a los hombres «mujeres» y a las mujeres «hombres», ¿cuál sería la diferencia? Pero nos aferramos a los nombres y a los conceptos, y así tenemos la guerra de los sexos y otras guerras también. La meditación es para ver a través de todo esto. Sólo así podemos alcanzar lo incondicionado y estar en paz, no en guerra.
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Algunas personas entran al monacato a través de la fe, pero después transitan a lo largo y a lo ancho de todo lo que el Buda enseñó. Saben más, pero se niegan a practicar como se debe. De hecho, hoy día no hay muchos que realmente practiquen.
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Teoría y práctica. La primera conoce el nombre de la planta medicinal y la segunda sale a encontrarla y la utiliza.
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Ruido. A usted le agrada el sonido de los pájaros pero no el de los automóviles. Le tiene miedo a la gente y a los ruidos y por lo tanto le gusta vivir sólo en al bosque. Libérese del ruido y cuide al bebé. El «bebé» es su práctica.
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Un novicio recién ordenado le preguntó a Ajahn Chah cuál era su consejo para los que eran principiantes en la práctica de la meditación. «El mismo que le doy a aquellos que han estado aquí desde hace tiempo», respondió. ¿Y cuál es? «Tan sólo persista en la tarea», dijo él.
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La gente dice que la enseñanza del Buda es verdad, pero que resulta imposible practicarla en el ámbito social. Dicen cosas como: «Soy joven, así que no tengo ocasión de practicar, pero cuando sea viejo, practicaré». ¿Diría usted: «Soy joven, así que no tengo tiempo para comer?» Si yo le clavase una estaca ardiente, ¿diría: «Estoy sufriendo, es verdad, pero debido a que vivo en el ámbito social no puedo sacármela de encima?»
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Virtud, concentración y sabiduría, juntos forman el corazón de la práctica budista. La virtud mantiene al cuerpo y al propio lenguaje intactos. Y el cuerpo es la morada de la mente. Así es que la práctica tiene la forma de la virtud, la forma de la concentración y la forma de la sabiduría. Es como un mismo pedazo de madera cortado en tres partes, aunque realmente es un solo tronco. Si queremos desechar el cuerpo y la mente, no podemos. Si queremos desechar la mente, no podemos. Debemos practicar con el cuerpo y la mente. De modo que, en verdad, virtud, concentración y sabiduría trabajan juntos en una sola unión armoniosa.