Del libro «No Ajahn Chah: Reflexiones«, del venerable Ajahn Chah.
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Hay dos clases de sufrimiento: el sufrimiento que lleva a más sufrimiento y el sufrimiento que conduce al fin del sufrimiento. El primero es el dolor de aferrarse con vehemencia a los placeres efímeros y la aversión por lo desagradable, esa lucha constante de la mayoría de la gente, día tras día. El segundo es el sufrimiento que proviene de permitirse apreciar, en su totalidad, el cambio permanente de la experiencia – placer, dolor, alegría y enojo – sin temor ni represión. El sufrimiento de nuestra propia experiencia nos conduce a la ausencia de temor en nuestro interior y a la tranquilidad.
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Queremos tomar por el camino fácil, pero si no hay sufrimiento, no hay sabiduría. Para estar lo suficientemente desarrollado para la sabiduría, en realidad debe quebrarse y llorar durante su práctica, al menos tres veces.
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No nos convertimos en monjes o monjas para comer bien, dormir bien y estar muy cómodos, sino para conocer al sufrimiento:
1. cómo aceptarlo…
2. cómo liberarnos de él…
3. cómo no causarlo…
Por lo tanto, no hagan aquello que causa sufrimiento, como dejarse tentar por la codicia, o éste nunca los dejará.
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En realidad, la felicidad es sufrimiento disfrazado, pero de una manera tan sutil que usted no lo ve. Si usted se aferra a la felicidad es lo mismo que si se aferrase al sufrimiento, pero no se da cuenta. Cuando se apega a la felicidad resulta imposible deshacerse del sufrimiento intrínseco. Son así de inseparables. Es así como el Buda nos enseñó a conocer al sufrimiento, a verlo como un daño inherente a la felicidad, a verlos equivalentes. Por lo tanto, ¡cuídese! Cuando aparezca la felicidad no se ponga demasiado contento ni se entusiasme. Cuando surja el sufrimiento no se desespere, no pierda la cabeza. Observe que ambos tienen idéntico valor.
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Cuando el sufrimiento aparezca, entienda que no hay nadie para aceptarlo. Si cree que el sufrimiento es suyo, que la felicidad es suya, no será capaz de tener paz.
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Las personas que sufren, como consecuencia, lograrán obtener sabiduría. Si no sufrimos, no contemplamos. Si no contemplamos, no nace ninguna sabiduría. Sin sabiduría no conocemos. No sabiendo no podemos estar libres de sufrimiento – ése, precisamente, es el modo en el que son las cosas. Por lo tanto, debemos entrenarnos y persistir en nuestra práctica. Entonces, cuando reflexionemos sobre el mundo, no estaremos atemorizados como antes lo estábamos. El Buda no fue iluminado fuera del mundo sino dentro del mundo en sí mismo.
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La indulgencia sensorial y la auto-mortificación son dos caminos que el Buda desalentó. Ellos son, con exactitud, felicidad y sufrimiento. Nos imaginamos que nos hemos liberado del sufrimiento pero no lo hemos hecho. Si nos aferramos a la felicidad, sufriremos de nuevo. Así es, la gente piensa en sentido contrario.
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Hay personas que han sufrido en algún sitio, de modo que se van a alguna otra parte. Cuando el sufrimiento aparece allí, se escapan otra vez. Piensan que se están escapando del sufrimiento, pero no. Cargan con el sufrimiento para aquí y para allá sin darse cuenta. Si no conocemos al sufrimiento, no podemos saber sobre la causa del sufrimiento. Si no sabemos la causa del sufrimiento, entonces no podemos saber sobre el cese del sufrimiento. No hay manera de escaparle.
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Los estudiantes de hoy tienen mucho más conocimientos que los de antes. Tienen todas las cosas necesarias, todo está más a su alcance. Pero también tienen mucho más sufrimiento y confusión que antes. ¿Por qué?
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No sea un Bodhisatta; no sea un Arahant; no sea nada de nada. Si es un Bodhisatta, sufrirá. Si es un Arahant, sufrirá. Si usted «es»cualquier cosa, sufrirá.
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Amor y odio, ambos son sufrimiento a causa del deseo. Querer es sufrimiento, querer no tener es sufrimiento. Aún si usted consigue lo que quiere, todavía hay sufrimiento, por que cuando lo tenga vivirá con el miedo de perderlo. ¿Cómo ha de vivir con felicidad si tiene miedo?
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Cuando está enojado, ¿se siente bien o mal? Si se siente tan mal, ¿por qué no se deshace del enojo? ¿Por qué molestarse en mantenerlo? ¿Cómo puede decir que es sabio e inteligente si se aferra a esas cosas? Hay días en los que la mente puede dar pié a que toda la familia se pelee o puede hacer que llore durante toda la noche. Y, aún con todo eso, todavía queremos enojarnos y sufrir. Si usted observa el sufrimiento que causa el enojo, entonces sólo deshágase de él. Si no se deshace del enojo, continuará causándole sufrimiento indefinidamente, no tendrá respiro. El mundo de la existencia insatisfactoria es así. Si sabemos cómo es, podemos resolver el problema.
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Una mujer quería saber cómo manejarse con el enojo. Le pregunté de quién era el enojo cuando aparecía. Dijo que era de ella. Bueno, si realmente el enojo era suyo, entonces sería capaz de decirle que desapareciese ¿no? Pero en realidad no lo puede controlar. Aferrarse al enojo como si fuese una posesión personal causará sufrimiento. Si el enojo realmente nos perteneciese debería obedecernos. Si no nos obedece significa que sólo es un engaño. No se deje llevar por él. Ya sea que la mente esté feliz o triste, no se deje llevar por él. Todo es un engaño.
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Si usted ve certeza en lo que es incierto, entonces estará en vías de sufrir.
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El Buda siempre está aquí, enseñando. Véalo por usted mismo. Aquí hay felicidad y allí descontento. Hay placer y hay dolor. Y siempre están allí. Cuando usted comprende la naturaleza del placer y del dolor entonces ve al Buda, entonces ve al Dhamma. El Buda no está separado de ellos.
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Contemplándolos en conjunto, observamos que la felicidad y el sufrimiento son iguales, del mismo modo que el calor y el frío. El calor del fuego puede quemarnos hasta morir, así como el frío del hielo puede congelarnos hasta la muerte. Ninguno de los dos es más importante que el otro. Así ocurre con la felicidad y el sufrimiento. En el mundo, todos desean felicidad y nadie desea sufrimiento. En el Nibbana no hay deseo. Sólo hay tranquilidad.