Dependiendo de Alìnacitta, un poderoso ejército, gozoso, capturó con vida al rey de Kosala, insatisfecho con su propio reino. De la misma manera, un monje que ha obtenido apoyo, energético, desarrollando los buenos estados para alcanzar la seguridad de las ligaduras, consigue gradualmente la destrucción de todas las ataduras.
“Dependiendo de Alìnacitta …” Esto el Maestro relató mientras residía en (el monasterio) Jetavana con relación a un cierto monje que había abandonado el esfuerzo. Cuando el Maestro dijo: “¿Es verdad, monje, que usted ha abandonado el esfuerzo?” Él respondió: “Es verdad, Sublime.” Después el Maestro dijo: “Ciertamente, monje, usted en el pasado, sin abandonar el esfuerzo, consiguió y dio el reino de la ciudad de Baranasi, de doce leguas de extensión, a un niño príncipe del tamaño de un pedazo de carne. Y ahora ¿por qué habiéndose ordenado en esta enseñanza abandona el esfuerzo?” Y relató la historia del pasado.
En el pasado, cuando Brahmadatta reinaba en Baranasi, no lejos de Baranasi había un poblado de carpinteros. Allí residían quinientos carpinteros. Ellos iban río arriba con su nave, cortaban maderas para construir casas, en ese mismo lugar las agrupaban en maderas para casas de un piso, dos pisos, etc., marcaban todas las maderas comenzando con el poste principal, las transportaban hasta la orilla del río, las subían a la nave y venían a la ciudad río abajo. A aquellos que querían cierto tipo de casa se la construían y después de recibir su pago regresaban nuevamente al mismo lugar y traían maderas para casas. En una cierta ocasión, no lejos del campamento de ellos, que se ganaban la vida cortando madera, un elefante pisó una astilla de acacia. Esa astilla se incrustó en su pata; un dolor intenso surgió; la pata se inflamó y supuró. El elefante afectado por el dolor escuchó el sonido del corte de madera de ellos y pensó “por medio de estos carpinteros yo me curaré.” Con tres patas fue cerca de ellos y se recostó. Los carpinteros vieron la pata inflamada, la astilla en la pata, realizaron una incisión alrededor de la astilla con un cuchillo filoso, la ataron con una cuerda y tirando extrajeron la astilla, limpiaron el pus, lavaron la herida con agua caliente, aplicaron la medicina apropiada y en poco tiempo hicieron que la herida sanara.
El elefante, sano, pensó “por medio de estos carpinteros salvé mi vida, ahora es apropiado que los ayude.” Desde ese día él arrastró los árboles con los carpinteros, los movía cuando los estaban trozando, traía las hachas y otros instrumentos y sostenía el hilo para marcar de los carpinteros con la trompa. A la hora de la comida, los carpinteros le daban cada uno una porción de comida; él comía quinientas porciones. Ahora, el elefante tenía un hijo todo blanco, una cría de elefante de raza. El elefante pensó lo siguiente “ahora yo estoy viejo. Después de haber entregado a mi hijo a estos carpinteros para ayudarlos con su trabajo, es apropiado retirarme. Sin avisar a los carpinteros, fue al bosque, trajo su hijo y dijo “este joven elefante es mi hijo; ustedes salvaron mi vida; yo se los doy en forma de pago por haberme curado; a partir de hoy él hará el trabajo. Desde hoy, hijo mío, cualquier trabajo que yo debía hacer, tú lo harás.” Después de haber exhortado a su hijo de esa manera, se lo dio a los carpinteros y él mismo entró en el bosque.
Desde ese día, el joven elefante, obediente y fácil de dirigir, hizo todas las tareas. Ellos lo alimentaban con quinientas porciones de comida. Él, después del trabajo, bajaba al río, se bañaba, jugaba y luego regresaba. También los hijos de los carpinteros jugaban con él, tomando su trompa, en el agua y en la tierra. Ahora, los elefantes nobles, como los caballos nobles y los humanos nobles, no orinan o evacuan en el agua. Por lo tanto, él evitando el agua, orinaba y evacuaba solamente en la margen del río. Entonces, un día llovió río arriba. Una torta seca de excremento del elefante fue arrastrada por el agua hasta el río, fue con la corriente hasta el puerto de Baranasi y quedó depositada en un arbusto. Los cuidadores de los elefantes del rey pensando “bañaremos a los elefantes” llevaron al río a quinientos elefantes. Después de haber olido la torta del noble elefante, ni un elefante descendió al río. Todos levantaron sus colas y comenzaron a huir. Los cuidadores de los elefantes informaron a los entrenadores de elefantes. Éstos pensando “debe haber algún peligro en el agua” hicieron limpiar el agua y viendo en ese arbusto la torta del noble elefante comprendieron “aquí está la causa”. Hicieron traer un recipiente, lo llenaron de agua y después de haber molido allí la torta, asperjaron los cuerpos de los elefantes – los cuerpos olieron bien. Después descendieron al río y se bañaron.
Los entrenadores de elefantes informaron de este incidente al rey. Ellos dijeron “después de buscar a ese noble elefante, es apropiado traerlo, su majestad.” El rey se embarcó con naves y balsas yendo río arriba y llegó al lugar de residencia de los carpinteros. El joven elefante, que estaba jugando en el río, cuando escuchó el sonido de los tambores fue y permaneció cerca de los carpinteros. Los carpinteros saludaron al rey y dijeron “su majestad, si usted necesita madera, ¿por qué usted viene aquí? ¿No es lo correcto enviar a alguien para llevarla?” “Yo, súbditos, no he venido por madera, he venido por ese elefante.” “Tómelo y lléveselo, su majestad.” Pero el joven elefante no deseaba ir. “¿Qué debo hacer, súbdito elefante?” “Páguele a los carpinteros por lo que gastaron por criarme, su majestad.” “Muy bien, súbdito.” El rey hizo colocar cien mil monedas en cada pata del elefante, en la cola y en la trompa. El elefante ni por esa cantidad se movió. Pero cuando se atendieron las necesidades de los niños con quien jugaba, cuando dieron ropa a las esposas de los carpinteros y un par de prendas para todos los carpinteros, el elefante giró, miró a los carpinteros, a las mujeres y a los niños y se fue con el rey.
El rey lo llevó a la ciudad. Hizo decorar la ciudad y el establo del elefante. Después hizo conducir al elefante alrededor de la ciudad y al establo. Adornó al elefante con todo tipo de adornos y lo consagró. Después de haberlo capacitado para montarlo, lo consideró como un amigo, le dio la mitad del reino y lo consideró como su igual. Desde el arribo del elefante, toda Jambudipa (India) vino a las manos del rey. Con el pasar del tiempo, el Bodhisatta fue concebido en el vientre de la reina principal. Cerca del momento de nacimiento, el rey murió. Si el elefante hubiese conocido de la muerte del rey, su corazón se hubiera partido en ese mismo lugar. Por lo tanto, lo mantuvieron sin informarle de la muerte del rey. El vecino rey de Kosala habiendo escuchado de la muerte de rey pensó “dicen que el reino está vacío”. Vino con un poderoso ejercito y sitió la ciudad. Los ciudadanos cerraron las puertas y enviaron el siguiente mensaje al rey de Kosala: “La reina principal de nuestro rey está por dar a luz. Los astrólogos dicen que un niño nacerá en siete días. Si ella da a luz a un niño, nosotros daremos batalla, no el reino. Espere este tiempo.” El rey aceptó diciendo “muy bien.”
A los siete días la reina dio luz a un niño. El día de nombramiento, porque nació favoreciendo la mente de determinación de la gente le dieron el nombre ‘Príncipe Alìnacitta’. A partir del día de su nacimiento los ciudadanos combatieron contra el rey de Kosala. Pero como carecían de un líder en la batalla, el ejército, no obstante grande, poco a poco fue cediendo. Los ministros informaron de este asunto a la reina “debido a que nuestro ejército está cediendo, tememos que perderemos la batalla. El elefante real, el amigo de nuestro rey, no conoce que nuestro rey ha muerto, que un niño ha nacido, que el rey de Kosala ha venido y que estamos en guerra.” Y preguntaron “¿Le decimos a él? Ella aceptó diciendo “muy bien”, ornamentó a su hijo, lo colocó en una tela muy fina arreglada en forma circular, descendió del palacio, rodeada por el séquito de ministros entró en el establo del elefante, colocó al Bodhisatta a los pies del elefante y dijo “señor, tu amigo ha muerto, nosotros no te informamos por temor a que se te partiera el corazón. Éste es el hijo de tu amigo. El rey de Kosala ha venido, sitiado la ciudad y está peleando contra tu hijo. El ejército está perdiendo. O mata a tu hijo o toma su reino para él.”
En ese momento, el elefante acarició al Bodhisatta con la trompa, lo levanto y lo colocó en su cabeza y lloró. Después bajó al Bodhisatta, lo depositó en las manos de la reina diciendo “capturaré al rey de Kosala” y salió del establo. Después, los ministros le colocaron la armadura, lo adornaron, abrieron la puerta de la ciudad y escoltándolo salieron. El elefante después de salir de la ciudad rugió y la gran multitud huyó aterrorizada. Destruyó la fortificación, capturó al rey de Kosala por el nudo de la cabeza, lo trajo y lo depositó a los pies del Bodhisatta. Cuando iban a matarlo, el elefante los detuvo y dejó en libertad al rey después de exhortarlo “a partir de hoy, debes ser cuidadoso; no trates de sacar ventajas porque el príncipe es joven”. Y a partir de ese día el Bodhisatta tuvo en sus manos a toda Jambudipa y ningún otro enemigo se levanto contra él. El Bodhisatta fue consagrado a la edad de siete años con el nombre ‘Rey Alìnacitta’, reinó de acuerdo con el Dhamma y al final de su vida se fue al cielo.
El Maestro, el Buddha Supremo, habiendo relatado esta historia del pasado, pronunció estos dos versos:
{11} Dependiendo de Alìnacitta,
un poderoso ejército, gozoso,
capturó con vida al rey de Kosala,
insatisfecho con su propio reino.
{12} De la misma manera, un monje que ha obtenido apoyo, energético,
desarrollando los buenos estados
para alcanzar la seguridad de las ligaduras,
consigue gradualmente la destrucción de todas las ataduras.
Así el Sublime llevando el discurso del Dhamma al punto máximo en el eterno Nibbana, revelando las transcendentes Verdades, mostró la conexión de la historia. Después de las Verdades, el monje que había abandonado el esfuerzo se estableció en el estado de Arahant. “En esa ocasión la madre (de Alìnacitta) era Mahàmàya, el padre (de Alìnacitta) era el gran rey Suddhodana, el elefante dado que tomó el reino era este monje que había abandonado el esfuerzo, el padre del elefante era Sàriputta, el rey vecino de Kosala era Moggallàna y el príncipe Alìnacitta era yo.”
Esta publicación ha sido tomada del sitio http://www.btmar.org/
Traducido del pali por Ven. Bhikkhu U Nandisena