MN 51 Kandaraka Sutta – Discurso a Kandaraka

El Buda fustiga, en este sutta, el rigorismo de la auto-mortificación, por tratarse de una práctica ascética que no conduce a la Iluminación, tal como él mismo lo experimentó cuando hizo abandono de su condición de príncipe para buscar la verdad, aún a costa de su vida y luego la descubrió en el ‘camino medio’ lejos tanto del propio tormento como de la auto-indulgencia.

[Leer en pali]

 

Versión abreviada

Esto he oído: En cierta ocasión el Bendito se hallaba en Campa sobre las orillas del estanque de Gaggara, junto a sus discípulos. Entonces se le aproximaron Pessa, el hijo del conductor de elefantes y Kandaraka, el asceta errante. El primero de ellos brindó al Buddha una muestra de gran respeto y luego se sentó a un lado, en cambio Kandaraka lo saludó amistosamente y se quedó de pie.

Desde su posición, Kandaraka se dirigió al Iluminado en estos términos:

¡Es maravilloso, amigo Gotama, cómo entrenas a tus monjes! ¿De la misma forma has conducido a la Iluminación a los que, en el pasado acudieron a ti buscando la Doctrina?.

Así es, Kandaraka. También de la misma manera he de entrenar a los que en el futuro vengan a mí con idéntico propósito.

Existen -continuó el Buddha- entre estos discípulos, aquellos que son santos, es decir, que han extinguido las corrupciones que han plasmado la vida ascética, que han depuesto las cargas de su personalidad profana, que se han emancipado de los grilletes, que han destruido los obstáculos y que son guiados por una correcta visión.

Pero también están, Kandaraka, los que aún se hallan en el Sendero, virtuosos en su conducta, prudentes en su manejo, discretos en sus actos y que viven con la mente firmemente establecida en la atención sobre el cuerpo, sobre las sensaciones, sobre la conciencia y sobre los objetos de los sentidos, a fin de superar la sed, que sólo provoca sufrimientos.

Después de estas palabras, Pessa dijo:

“¡Es maravilloso, Señor, cómo has resumido la disciplina necesaria para purificarse y alcanzar así el Nirvana!. Tú, Bendito; sabes lo que trae ventajas al hombre y lo que retrasa su Liberación, porque es más fácil conocer la llaneza de un animal que los vericuetos de un ser humano, en el elefante, por ejemplo, es posible ver cómo despliega sus artificios y mañas, pero las personas se comportan de una manera en sus actos, de otra distinta en sus palabras, de una tercera en sus sentimientos y finalmente, más disímil aún en sus pensamientos”.

Así es, Pessa; existen, en este mundo, cuatro tipos de individuos:

1. los que se atormentan a sí mismos-

2. los que atormentan a otros-

3. los que se atormentan a sí mismos y a los demás-

4. los que no se atormentan a sí mismos ni a los demás.

Estos últimos carecen de deseos, han apagado el fuego de sus pasiones, experimentan la felicidad y viven noblemente.

¿Cuál de estas categorías cuenta con tu simpatía, Pessa?

La cuarta Señor.

¿Y, por qué, Pessa, las otras tres te desagradan?

“Porque aquellos que se atormentan a sí mismos, a los otros o a ambos, codician la felicidad ajena a costa de la miseria propia o de la de los demás”.

Concluida su respuesta, Pessa se disculpó ante el Buddha por tener obligaciones laborales que cumplir, y partió, rodeando al Maestro por su derecha.

El Iluminado dijo a la audiencia:

“Pessa es muy inteligente, un hombre de gran comprensión, por ello, aunque sólo escuchó resumidamente mi explicación, sin duda sabrá adquirir grandes beneficios de ella”.

Entonces, todos los allí congregados le pidieron al Buddha que expusiera con mayores detalles la Enseñanza acerca de los cuatro tipos de individuos.

El Iluminado accedió a este requerimiento, expresándose con las siguientes palabras:

“Monjes, si una persona carece de hábitos sociales, si anda desnudo o sólo se viste con prendas hechas de cáñamo o quitadas a los cadáveres, si no acepta limosnas ni invitaciones a comer, alimentándose sólo con hierbas, semillas, raíces, arroz silvestre, frutas y agua que encuentra en los bosques, si se arranca los pelos de la cabeza y de la barba, si nunca se sienta, sino en cuclillas, si duerme sobre un lecho de espinas, etc., entonces podemos decir que ese individuo practica la auto-mortificación y el tormento de sí mismo.

“Monjes, si una persona es un carnicero de ovejas, un carnicero de chanchos, un pollero, un cazador, un pescador, un ladrón, un verdugo, un carcelero o se dedica a cualquier ocupación que implique crueldad hacia otro ser viviente, entonces podemos decir que ese individuo practica la mortificación y el tormento a los demás.

“Monjes, si una persona es un rey ungido, un guerrero de casta o un rico brahmán y hace construir en la región oriental un altar donde sacrifica animales en ofrenda a sus dioses, con todos los rituales que requiere esta ceremonia, entonces podemos decir que ese individuo practica la mortificación y tormento de sí mismo y de los demás.

“Pero Monjes, también están aquellos que no se mortifican ni se atormentan a sí mismos ni a los demás, si no que, dotados del conocimiento perfecto y la conducta pura constituyen una guía incomparable para los hombres y los dioses.

“Ellos, con su sabiduría, exponen la Verdad, en el cuerpo y en el espíritu, haciendo conocer con su ejemplo la vida de santidad y pureza.

“Entonces, Monjes, los legos, al ver esta imagen, por comparación con sus vivencias domésticas, deciden abandonar los quehaceres mundanos, se rapan, se visten con el hábito amarillo y comienzan a poner en práctica los Preceptos de la Orden, se abstienen de dañar a cualquier criatura viviente, cambiando la espada y el garrote por la compasión, renuncian a tomar lo que no les es dado y aguardan a que algo les sea entregado para recibirlo con un corazón honesto, evitan las formas groseras de la sexualidad, no incurren en calumnias para no crear la discordia entre individuos o grupos sociales, alejan de sus labios la falacia, pronuncian palabras que sólo puedan llevar concordia, que no sean frívolas ni vanas y que se justifiquen rememorarlas como una enseñanza, se contienen de comer a horas inapropiadas, de bailar, de cantar, de usar perfumes, adornos y atuendos no imprescindibles, desechan el uso de camas lujuriosas, como así también el oro, la plata, los bienes agrícolas y ganaderos, los muebles, y las viviendas, se niegan a la especulación mercantil, el uso de pesos y medidas fraudulentas y a las prácticas pervertidas. “En suma Monjes, el discípulo se contenta con su túnica, con su escudilla y con la limosna que le depositan en ella.

Y así como un ave lleva sus alas doquiera que vaya, de la misma manera el discípulo porta la prenda que protege su cuerpo y la escudilla que satisface su estómago, siendo su mayor posesión el Código de moralidad que le permite experimentar la bendición de una conducta sin tacha.

“Además, Monjes, un discípulo cuando ve algo no se deja llevar por las apariencias generales ni por los detalles en particular, no queda atrapado por la codicia, sino que se impone el autocontrol de la visión, de la misma forma, establece la sujeción de todos sus sentidos para no ser un autómata, víctima de los objetos.

“Por otra parte, Monjes, cada acto que realiza el discípulo, caminar, sentarse, acostarse, comer, beber, hablar, etc., él es plenamente consciente por la atención que en ello pone. “Asimismo, Monjes, el discípulo que ya ejercita el Código de Moralidad, el control de los sentidos y la atención, también se sienta en soledad para meditar acerca de los obstáculos, así, abandonando la codicia, se desapegará de la avidez, abandonando la malevolencia, tendrá compasión por todos los seres vivientes, abandonando la pereza mental, adquirirá lucidez y tendrá plena conciencia, abandonando el desasosiego y la ansiedad, su carácter se volverá apacible, abandonando la duda, perderá el escepticismo. “También, Monjes, la meditación le permitirá atravesar sin problemas sus cuatro etapas progresivas, a saber,

1. Concentración sobre temas espirituales.

2. Arrobamiento.

3. Tranquilidad.

4. Ecuanimidad.

“Así, Monjes, tranquilo, purificado, libre de corrupciones, y obstáculos, alerta, firme e inconmovible, el discípulo dirige su mente hacia el reconocimiento de sus existencias anteriores”.

“Primero, rememora una, luego dos, tres, diez, cien, mil vidas, incluso las transcurridas en varios ciclos cósmicos, y de cada una puede decir su anterior nombre, familia, casta, profesión y demás circunstancias hasta la muerte.

“Incluso, Monjes, el discípulo que fue dando estos pasos hacia el perfeccionamiento, desarrolla la clarividencia, ve cómo los seres desaparecen de este mundo y reaparecen en otros o viceversa, de acuerdo con el mérito o demérito de sus actos.

“Finalmente, Monjes, el discípulo que ha llegado a este punto realiza la Verdad:

· La vida es sufrimiento.

· El sufrimiento está causado por las pasiones.

· Extinguiendo las pasiones cesa el sufrimiento.

· La Óctuple Noble Vía es el Sendero que conduce a la extinción de las pasiones.

“Luego, el discípulo puede proclamar: » Me he liberado», lo cual equivale a decir que ya no renacerá más en esta esfera de dolor porque ha hecho todo lo que tenía que hacer para alcanzar la santidad, el Nirvana.

“Este individuo, Monjes, no es adicto al tormento y la mortificación de sí mismo, ni de los demás, es una gran persona sin deseos insaciables, que ha apagado el fuego de sus pasiones, que experimenta la felicidad y vive noblemente.

Así habló el Buddha y los Monjes se regocijaron con estas palabras en lo más profundo de sus corazones.


Digitado en Camagüey, Cuba y presentado para Acharia por Henry Binerfa Castellanos