Un artículo introductorio al budismo Theravada de John Bullit, en el cual se explican las características principales de esta tradición y el rol que cumple en ella el idioma pali con su Canon de las escrituras budistas. Además, el autor hace un breve recuento de las más importantes enseñanzas del Buda y narra cómo esta rama del budismo llegó al Occidente.
Por John Bullit
Muchos budismos, un Dhamma-Vinaya – Pali: el lenguaje del budismo Theravada – Un breve resumen de las enseñanzas del Buda: (1) Las Cuatro Nobles Verdades – (2) El Óctuple Noble Sendero y la práctica del Dhamma – “La seria búsqueda de la felicidad” – Theravada viene a Occidente
Theravada, la “Doctrina de los Ancianos”, es la escuela de budismo que basa su inspiración de las escrituras del Tipitaka o el Canon Pali, el cual los académicos generalmente concuerdan en que contiene los más tempranos registros de las enseñanzas del Buda [1]. Por muchos siglos, Theravada ha sido la religión predominante en el Sureste de Asia (Tailandia, Myanmar/Burma, Camboya, Laos) y Sri Lanka. Hoy en día los budistas Theravadas ascienden a 100 millones alrededor del mundo [2]. En décadas recientes Theravada ha comenzado a echar raíces en Occidente.
Muchos budismos, un Dhamma-Vinaya
El Buda –“el despierto”– llamó a la religión que él propio fundó como Dhamma-vinaya –la doctrina y disciplina. Para proveer una estructura social que sustentara la práctica del Dhamma-vinaya (abreviado como Dhamma [Sánscrito: Dharma], y preservar éstas enseñanzas para la posteridad, el Buda estableció la orden de los bhikkhus (monjes) y bhikkhunis (monjas) –el Sangha– que continúa hasta nuestros días para pasar sus enseñanzas en las generaciones subsecuentes de monásticos y laicos igualmente.
Diferentes interpretaciones de las enseñanzas surgieron y se difundieron a través de la India a partir de la muerte del Buda, las cuales condujeron a cismas dentro del Sangha dando lugar a 18 sectas distintas del budismo [3]. Una de estas escuelas eventualmente dio origen a un movimiento de reforma que se hizo llamar Mahayana (el “Gran Vehículo”) [4] y se refirieron a las otras escuelas indiferentemente como Hinayana (el “Vehículo Menor”). Lo que llamamos hoy en día Theravada es el único sobreviviente de aquellas escuelas tempranas que no eran Mahayanas [5]. Para evitar el tono peyorativo implicados en los términos Hinayana y Mahayana, es común hoy en día usar un lenguaje más neutral para distinguir entre estas dos grandes ramas del Budismo. Dado que el Theravada históricamente dominó el sudeste de Asia, es llamado en veces “Buddhismo del Sur”, mientras que el Mahayana, el cual emigró al norte desde India hasta China, Tibet, Japón y Korea es conocido como “Buddhismo del Norte” [6].
Pali: el lenguaje del budismo Theravada
El lenguaje de los textos canónicos del Theravada (lit., “textos”) está basado en un dialecto Medio Indio-ario que era hablado probablemente durante tiempos del Buda [7]. El Venerable Ananda, el primo de Buda y más cercano asistente personal, memorizó los sermones (suttas) y por consiguiente se convirtió en depositario viviente de las enseñanzas [8]. Poco después de la muerte del Buddha, hacia el año 480 antes de nuestra era, quinientos monjes –incluyendo Ananda– convinieron recitar y verificar todos los sermones que habían escuchado durante los 45 años de ministerio del Buda [9]. Muchos de estos sermones por consiguiente empezaban con la rectificación, “Evam me sutam” –“Así he oído”.
Después de la muerte del Buda las enseñanzas se transmitieron oralmente dentro de la comunidad monástica, manteniendo una tradición oral de la India que antecedió al Buda [10]. Hacia el año 250 antes de nuestra era el Sangha había arreglado y compilado sistemáticamente las enseñanzas en tres divisiones: el Vinaya Pitaka (la “canasta de la disciplina” –los textos concernientes a las reglas y costumbres del Sangha), el Sutta Pitaka (la “canasta de discursos” –los sermones y pronunciamientos del Buda y discípulos cercanos), y el Abhidhamma Pitaka (la “canasta de la doctrina especial/elevada” –una detallado análisis psico-filosófico del Dhamma). Juntas éstas son conocidas como El Tipitaka, las “Tres Canastas”. En el tercer siglo antes de nuestra era monjes de Sri Lanka empezaron a compilar una serie exhaustiva de comentarios al Tipitaka; que fueron ordenados y traducidos al Pali hacia el quinto siglo de nuestra era. El Tipitaka, además de los textos post-canónicos (comentarios, crónicas, etc.), juntos conforman el cuerpo completo de la literatura clásica Theravada.
El Pali era una lengua originalmente hablada sin algún alfabeto propio. No fue sino hasta el año 100 antes de nuestra era que el Tipitaka fue registrado en escritura por monjes de Sri Lanka quienes escribieron el Pali fonéticamente utilizando su propio alfabeto Singalés [11]. Desde entonces el Tipitaka ha sido transliterado a muchos diferentes alfabetos (Devanagari, Tailandés, Birmano, Románico, Cirílico, por nombrar solo algunos). A pesar de que las traducciones al inglés de las mas populares textos del Tipitaka abundan, muchos estudiantes del Theravada descubren al aprender la lengua Pali –aunque sea un poco– profundizan enormemente su entendimiento y apreciación de las enseñanzas del Buda.
Nadie puede probar que el Tipitaka contiene la palabra realmente pronunciada por el Buda histórico. Sin embargo practicar budismo no ha sido problemático en este sentido. A diferencia de las escrituras de muchas de las grandes religiones del mundo, el Tipitaka no es tomado como verdad incuestionable, como un inquebrantable establecimiento de verdad divina, revelada por un profeta, a ser aceptada puramente por la fe. En cambio, sus enseñanzas están para ser evaluadas en principio, a ser puestas en práctica en la vida de uno de tal manera que uno pueda descubrir por uno mismo si conducen a los resultados prometidos. Ésta es la verdad a la que apuntan las palabras del Tipitaka y a lo que ulteriormente importa, no las palabras por sí mismas. A pesar de que los académicos continuarán debatiendo sobre la autenticidad de los pasajes del Tipitaka en los años por venir (y por consiguiente perderán el meollo de estas enseñanzas); el Tipitaka continuará sirviendo como lo ha hecho por siglos –como una indispensable guía para millones de seguidores en su búsqueda por el despertar.
Un breve resumen de las enseñanzas del Buda
Las Cuatro Nobles Verdades
Poco después de su iluminación, el Buda pronunció su primer sermón en el cual él estableció el marco sobre el cual todos sus enseñanzas posteriores estarían basadas. Este marco consiste en las Cuatro Nobles Verdades, cuatro principios fundamentales de la naturaleza (Dhamma) que emergieron de la radicalmente honesta y penetrante evaluación de la condición humana realizada por el Buda. Él enseño estas verdades no como teorías metafísicas o como principios de fe, sino como categorías por las cuales nosotros debemos enmarcar nuestra experiencia directa de una forma que conduzca al Despertar.
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Dukkha: sufrimiento, insatisfactoriedad, descontento, estrés;
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El Origen de Dukkha: la causa de esta insatisfactoriedad es el anhelo (tanha) por la sensualidad, por los estados de devenir, y los estados de no devenir;
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La Cesación de Dukkha: la liberación de ese anhelo;
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El Sendero de Práctica que conduce a la Cesación de Dukkha, denominado El Óctuple Noble Sendero de Correcta Visión, Correcto Entendimiento, Correcto Lenguaje, Correcta Acción, Correcta Forma de Vida, Correcto Esfuerzo, Correcta Atención y Correcta Concentración
Debido a nuestra ignorancia (avijja) de estas Nobles Verdades, debido a nuestra inexperiencia en enmarcar nuestras vidas en estos términos, nos mantenemos atados al samsara, el fatigoso ciclo de nacimiento, envejecimiento, enfermedad, muerte y renacimiento. El anhelar mantiene este proceso continuamente, de un momento a otro y sobre el curso de incontables vidas, de acuerdo al kamma (Sánscrito: karma), la ley universal de causa y efecto. De acuerdo a esta ley inmutable, cada acción que uno perpetra en el momento presente –ya sea de cuerpo, lenguaje o mental– eventualmente da fruto de acuerdo a su naturaleza: actos inapropiados y dañinos acarrearán resultados infelices, y actos apropiados y beneficiosos acarrearán resultados felices [12]. Mientras uno permanezca ignorante de este principio, uno está condenado a una existencia sin objetivo: contentos cierto momento, descontentos al otro momento, disfrutando una vida en el cielo, la siguiente en el infierno.
El Buda descubrió que para liberarse del samsara se requiere asignar una tarea específica a cada Noble Verdad: la primer Noble Verdad está para ser comprendida; la segunda, abandonada; la tercera, realizada; y la cuarta, desarrollada. La completa realización de la tercera Noble Verdad prepara el terreno para el Despertar: el final de la ignorancia, anhelo, sufrimiento y del kamma mismo; la directa penetración a la trascendente liberación y suprema felicidad que se establece como meta final de todas las enseñanzas del Buda; lo Incondicionado, sin principio ni final, la liberación – Nibbana (Sánscrito: Nirvana).
El Óctuple Noble Sendero y la práctica del Dhamma
Dado que las raíces de la ignorancia están íntimamente relacionadas con nuestra mente, la mente dormida es capaz de engañarse a sí misma con sobrecogedora ingenuidad. La solución, por consiguiente, requiere más que ser simplemente bueno, amoroso, y atento en el momento presente. El practicante debe equiparse con un rango amplio de herramientas para ser más listo, perpetrar y eventualmente desenraizar las tendencias inapropiadas de la mente. Por ejemplo, la práctica de la generosidad (dana) erradica la tendencia habitual del corazón hacia el anhelo y enseña valiosas lecciones de las motivaciones que le anteceden, y de los resultados de la acción apropiada. La práctica de la virtud (sila) lo protege a uno contra el extravío descarriado fuera del buen camino y hacia uno perjudicial. El cultivo del amor benevolente (metta) ayuda a combatir el aferramiento hacia el enojo. Las diez recolecciones ofrecen maneras de erradicar la duda, soportar el dolor físico con compostura, mantener un sano sentido de auto-respeto, sobreponerse a la pereza y complacencia, y restringirse uno mismo de la lujuria desenfrenada. Y hay muchas más aptitudes que aprender.
Las buenas cualidades que emergen y maduran de estas prácticas no nada más suavizan el camino hacia el Nibbana; sino que a la postre tienen el efecto de transformar al practicante en uno más generoso, bueno, compasivo, pacífico y de mente clara como miembro de la sociedad. La sincera búsqueda del individuo por el Despertar es –entonces– un regalo sin precio ni tiempo para un mundo en una desesperada necesidad de ayuda.
Discernimiento (pañña)
El Noble Óctuple Sendero es mejor comprendido como una colección de cualidades personales a ser desarrolladas, mas que como una secuencia de pasos a lo largo de un sendero lineal. El desarrollo de Recta Visión y Recto Entendimiento (los factores clásicamente identificados con sabiduría y discernimiento) facilita el desarrollo de Recto Lenguaje, Recta Acción, y Recta Forma de Vida (los factores identificados con la virtud). Conforme la virtud se desarrolla, así también los factores identificados con la concentración (Recto Esfuerzo, Recta Atención y Recta Concentración). De igual manera, conforme la concentración madura, el discernimiento evoluciona hacia niveles más profundos. Y así se desenvuelve el proceso: el desarrollo de un factor promueve el desarrollo del siguiente, elevando al practicante en un espiral ascendente de madurez espiritual que eventualmente culmina en el Despertar.
El largo viaje hacia el Despertar comienza con una sincera primera tentativa o indicio de recta visión –el discernimiento por el cual uno reconoce la validez de las cuatro Nobles Verdades y el principio del kamma. Uno comienza viendo que el bienestar de uno no esta predestinado por el destino, ni tampoco por el capricho de un ser divino o por la simple suerte. La responsabilidad de la felicidad de uno descansa estrictamente en los hombros de cada uno. Viendo esto, los objetivos espirituales de uno se tornan claros: renunciar a las tendencias inapropiadas habituales de la mente a favor de las apropiadas. De manera que esta resolución crece y se fortalece, así también crece el sincero deseo de vivir una vida moralmente correcta, escogiendo las acciones de uno con cuidado.
Hasta este punto muchos seguidores hacen el compromiso interior de abrazar las enseñanzas del Buda, de convertirse en budistas a través del acto de tomar refugio en la Triple Gema: el Buda (tanto al Buda histórico como el potencial innato de uno para el Despertar), el Dhamma (tanto las enseñanzas del Buda como a la verdad última a la que apuntan), y el Sangha (tanto el inquebrantable linaje monástico que ha preservado las enseñanzas desde tiempos del Buda como todos aquellos que han alcanzado cuando menos un cierto grado de Despertar). Con los pies plantados en tierra firme, y con la ayuda de un admirable amigo o maestro (kalyanamitta) para enseñarnos el camino, uno está ahora bien equipado para proceder al camino o sendero siguiendo los pasos dejados por el Buda mismo.
Virtud (sila)
La Recta Visión y el Recto Entendimiento continúan madurando a través del desarrollo de los factores asociados con sila o virtud, es decir, Recto Lenguaje, Recta Acción, y Recta Forma de Vida. Éstos están condensados en una muy práctica formula en los Cinco Preceptos, los códigos básicos de conducta ética a la cual cada practicante budista se subscribe: abstenerse de matar, robar, conducta sexual ilícita, mentir, y usar intoxicantes. Incluso el complejo código de 227 preceptos de los monjes y 311 de las monjas tienen en su centro estos cinco códigos fundamentales.
Concentración (samadhi)
Habiendo ganado un punto de apoyo en la purificación de la conducta externa a través de la práctica de sila, lo esencial del trabajo preliminar ha sido establecido para profundizar en el más sutil y transformador aspecto del sendero: la meditación y el desarrollo de concentración (samadhi). Esto está expresado en detalle en sus tres factores del sendero: Recto Esfuerzo, por el cual uno aprende como favorecer cualidades apropiadas de la mente sobre las inapropiadas; Recta Atención, por la cual uno aprende a mantener la atención continuamente en la experiencia del momento presente; y Recta Concentración, por la cual uno aprende a involucrar la mente tan profundamente y sin vacilar en su objeto de meditación que entra en jhana, una serie progresiva de profundos estados mentales y tranquilidad física.
La Recta Atención y Recta Concentración son desarrolladas paralelamente a través de satipatthana (“marcos de referencia” o “fundamentos de la atención”), una aproximación sistemática a la práctica de la meditación que abarca un amplio rango de habilidades y técnicas. De estas prácticas, la atención al cuerpo (especialmente la atención a la respiración) es particularmente efectiva pues balancea las cualidades gemelas de tranquilidad (samatha) y la visión cabal (vipassana). Mediante la práctica persistente, el meditador se vuelve más apto de combinar los poderes de samatha-vipassana para dar a luz una exploración de la naturaleza fundamental de la mente y la materia [13]. Conforme el meditador perfecciona su habilidad para delimitar su experiencia inmediata en términos de impermanencia (anicca), insatisfactoriedad (dukkha), y no-yo (anatta), incluso la manifestaciones más sutiles de estas tres características de la experiencia son traídas a un preciso y extremo enfoque. Al mismo tiempo, el orígen de dukkha –el anhelo– es expuesto implacablemente a la luz de la atención. Eventualmente el anhelo es abandonado, el complejo proceso kármico que desemboca en dukkha es desenredado, el Óctuple Noble Sendero alcanza su clímax, y el meditador gana su primer inequívoco vistazo a lo Incondicionado –Nibanna.
El Despertar
Esta primera experiencia de iluminación, conocida como entrada en la corriente (sotapatti), es la primera de cuatro etapas progresivas del Despertar, cada cual conlleva el irreversible despojo o debilitamiento de varios encadenamientos (samyojana), las manifestaciones de la ignorancia que ciegan a la persona al ciclo de nacimiento y muerte. La entrada en la corriente marca un radical y sin precedente momento decisivo tanto en la actual vida del practicante como en la totalidad de su largo viaje en el samsara. En este punto cualquier duda persistente acerca de las enseñanzas de Buda desaparecen; es en este momento que cualquier creencia en la eficacia de la purificación por medio de ritos y rituales se evapora; y es en este punto que la larga anhelada noción de un yo personal se desvanece. El que ha entrado en la corriente se dice que esta asegurado por no más de siete renacimientos (todos ellos favorables) antes de eventualmente obtener el Despertar.
Pero para el Despertar completo queda un largo trecho por recorrer. Conforme el practicante acomete con diligencia renovada, pasa por dos más etapas significativas: la de un solo retorno (sakadagami), el cual es acompañado por el debilitamiento de los encadenamientos del deseo sensual y el enojo, y el de no retorno (anagami), en el cual estos dos encadenamientos son desenraizados completamente. La etapa final del despertar –Arahatta– ocurre cuando incluso los más sutiles niveles de anhelo y arrogancia son irrevocablemente extinguidos. Hasta este punto el practicante –ahora un Arahant– llega al punto final de las enseñanzas de Buda. Con la ignorancia, sufrimiento, estrés, y renacimiento habiendo llegado todos a su fin, el Arahant puede pronunciar su victoria primeramente proclamada por el Buda en su iluminación:
“El nacimiento ha terminado, la vida santa completada, ¡la tarea hecha! No hay nada más adelante que hacer por el bien de este mundo.” (MN 36)
El Arahant vive la remembranza interior de su vida disfrutando la felicidad del Nibbana, seguro de que no habrá la futura posibilidad de un renacimiento. Cuando el largo viaje de eones de karma pasado eventualmente desemboca en su final, el Arahant muere y entra en el Parinibbana –desatadura total. Aunque el lenguaje falla completamente en describir este extraordinario evento, el Buda gustaba de explicarlo como lo que pasa cuando un fuego quema todo su combustible.
“La seria búsqueda de la felicidad”
El budismo es a veces superficialmente criticado como una “negativa” o “pesimista” religión y filosofía. Ciertamente la vida no es todo miseria y decepción: ya que ésta ofrece muchos tipos de felicidad y alegría sublime. ¿Por qué entonces esta triste obsesión budista con la insatisfactoriedad y el sufrimiento?
El Buda basó sus enseñanzas en una franca evaluación de nuestra grave situación como seres humanos: hay insatisfactoriedad y sufrimiento en el mundo. Nadie puede argumentar en contra de este hecho. Dukkha se oculta detrás incluso de las formas más elevadas de placer y alegría mundanas, ya que tarde o temprano con la seguridad que la noche sigue al día, aquella felicidad llegará a su fin. Si las enseñanzas del Buda se quedaran solo allí, sería pues justo mirarlas como pesimistas y la vida como totalmente sin esperanza. Pero, como un doctor que prescribe un remedio para la cura de una enfermedad, el Buda ofrece ambos, una esperanza (la tercera Noble Verdad) y una cura (la cuarta Noble Verdad). Las enseñanzas del Buda por consiguiente dan lugar a un optimismo y alegría sin paralelo. Las enseñanzas ofrecen como recompensa el más noble y verdadero tipo de felicidad, y dan profundo valor y significado a la otra inexorable existencia. Un maestro moderno lo resumió bien diciendo: “El budismo es la seria búsqueda de la felicidad”.
Theravada viene a Occidente
Hasta tardío el siglo 19, las enseñanzas del Theravada eran poco conocidas fuera del sureste de Asia, donde habían florecido por dos y medio milenios. En el siglo pasado, sin embargo, Occidente empezó a interesarse por el legado espiritual del Theravada en sus enseñanzas del Despertar. En décadas recientes este interés ha crecido, con la Sangha monástica de varias escuelas dentro del Theravada, estableciendo docenas de monasterios a lo largo de Europa y Norte América. Centros de meditación de laicos se han incrementado fundados y operados independientemente del Sangha monástico, para satisfacer las demandas de hombres y mujeres laicos – buddhistas y otros – buscando aprender aspectos selectos de las enseñanzas del Buda.
La entrada del siglo 21 presenta tanto oportunidades como riesgos para el Theravada en Occidente. ¿Será que las enseñanzas del Buda sean pacientemente estudiadas y puestas en práctica, y permitir que se establezcan fuertes raíces en suelo Occidental, para el beneficio de muchas generaciones por venir? ¿Será que el popular clima de apertura actual en Occidente y fertilización cruzada entre tradiciones espirituales conducirá a una nueva y fuerte forma de práctica budista única a nuestra era moderna? ¿O será que simplemente conducirá a la confusión y disolución de estas prácticas invaluables? Éstas son las preguntas abiertas a las que solo el tiempo contestará.
Enseñanzas espirituales de cualquier tipo inundan los medios y los mercados hoy en día. Muchas de las actuales enseñanzas espirituales, toman prestado liberalmente del Buda, aún cuando raramente sitúan las palabras del Buda en su contexto verdadero. Buscadores honestos están por consiguiente frente a una tarea desagradable de buscar a través de enseñanzas fragmentadas de dudosa precisión. ¿Cómo hacer sentido de todo esto?
Afortunadamente el Buda nos dejo algunos simples lineamientos para ayudarnos a navegar en esta corriente desconcertante. Sea dondequiera que usted se halle cuestionando la autenticidad de una enseñanza particular, siga bien el consejo de Buda a su madrastra:
Las enseñanzas que promueven las cualidades que le harán saber, “estas cualidades conducen a la pasión, no a la ausencia de pasión; a estar encadenado, no a estar libre; a acumular, no ha despojarse de; al auto-engrandecimiento, no a la modestia; al descontento, no al contentamiento, a estar en líos, no aislado; a la pereza, no a hacer surgir la persistencia; a estar con cargas, no sin cargas”. Entonces usted definitivamente sustentará. “Esto no es el Dhamma, este no es el Vinaya, éstas no son las instrucciones del maestro”.
Y las enseñanzas que promueven las cualidades que le harán saber, “estas cualidades conducen a la ausencia de pasión, no a la pasión; a estar libre, no a estar encadenado; a despojarse, no a acumular; a la modestia, no al auto-engrandecimiento; al contentamiento, no al descontento, al aislamiento, no a estar en líos, a hacer surgir la persistencia, no a la pereza; a no estar con cargas, no con cargas”. Entonces usted definitivamente sustentará, “Esto es el Dhamma, esto es el Vinaya, éstas son las instrucciones del maestro”.
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La verdadera prueba de estas enseñanzas, desde luego, es si los resultados prometidos benefician su propio corazón. El Buda presenta el reto, el resto está en usted.
Notas
[1] Buddhist Religions: A Historical Introduction (fifth edition) by R.H. Robinson, W.L. Jonson, and Thanissaro Bhikku (Belmont, California: Wadsworth, 2005), p.46.
[2] Este estimado está basado en datos que aparecen en CIA World Factbook 2004. Las poblaciones Theravada del sureste de Asia se encuentran en Tailandia (61 millones de Theravadas), Myanmar (38 millones), Sri Lanka (13 millones, y Camboya (12 millones).
[3] Buddhist Religions, p.46.
[4] Mahayana incluye hoy en día al Zen, Ch’an, Nichiren, Tendai, y Buddhismo de la Tierra Pura.
[5] Guía a través del Abhidhamma Pitaka por Nyanatiloka Mahathera (Kandy: Buddhist Publication Society, 1971), pp. 60ff.
[6] Una tercera ramificación del budismo surgió mucho después (siglo ocho de nuestra era) en India: Vajrayana, el “Vehículo del Diamante”. El Vajrayana elaboró un sistema de iniciaciones esotéricas, rituales tántricos, y recitaciones de mantras que eventualmente se propagaron al norte en Asia Central y Oriental, dejando un particular impresión en el budismo tibetano. Ver Buddhist Religions, pp 124 ff y capítulo 11.
[7] Los modernos académicos sugieren que el Pali probablemente nunca fue hablado por el Buda. En los siglos posteriores después de la muerte del Buda, y conforme el budismo se expandía a lo largo de India dentro de regiones con diferentes dialectos, los monjes budistas dependían cada vez más en una lengua común para sus discusiones acerca del Dhamma y recitaciones de textos memorizados. Fue por esta necesidad que el idioma que hoy conocemos como Pali surgió. Ver la Introducción en Numerical Discourses of the Buddha (Walnut Creek, CA: Altamira Press, 1999), pp. 1ff. Y no.1 (p 275) de Bhikkhu Bodhi y “The Pali Language and Literatura” por la Pali Text Society (http://www.palitext.com/subpages/lan_lite.htm; 15 de Abril del 2002).
[8] Great Disciples of the Buddha by Nyanaponika Thera and Hellmuth Hecker (Somerville: Wisdom Publications, 1997), pp. 140, 150
[9] Buddhist Religions, p.48
[10] The Hindu Vedas, por ejemplo, predatan al Buddha por al menos un milenio (Buddhist Religions, p.2).
[11] Buddhist Religions, p.77.
[12] Ver Dhp 1-2.
[13] Esta descripción del rol de samatha y vipassana unificado esta basado sobre las enseñanzas de meditación del Buda presentados en los suttas (ver “One Tool Among Many” por Thanissaro Bhikkhu). El Abhidhamma y los comentarios por el contrario, establecen que samatha y vipassana son dos distintos senderos de meditación (ver, por ejemplo, “The Jhanas in Theravada Buddhist Meditation” por H.Gunaratana, ch.5). Es difícil reconciliar estas dos visiones sólo estudiando los textos; cualquier duda y cuestiones acerca de los roles de samatha y vipassana son mejor resueltos a través de la práctica meditativa.
Esta publicación ha sido tomada del sitio http://www.btmar.org/
Copyright © 2005 John Bullit
Traducción al español para Publicaciones Fondo Dhamma Dana © 2005 Juan Sebastian Oliver