El triunfo final y el camino medio

Del artículo Vida de Siddhattha Gotama, por Anton Baron

Por Anton Baron

El fin de la experiencia ascética de Gotama tuvo lugar en un pequeño pueblo llamado Senani, en el cual el mismo aceptó la comida, que consistía de un plato de arroz con leche, de manos de una bella muchacha de nombre Sujata. La comida fue deliciosa, porque según la leyenda, Sujata alimentaba sus mil vacas con una planta especial de sabor dulce, por lo cual la leche que las mismas producían también lo era. Una vez consumido el sabroso plato, Siddhattha tomó un baño en el río, el cual significativamente, iba a ser su último baño en las siete próximas semanas, como así también, el plato de arroz con leche que acababa de comer, iba a ser su último plato de comida por este mismo lapso de tiempo. Esto se debió a que Gotama, luego de haberse alimentado y tomado el baño, se sentó en la posición de meditación con la firme resolución de no moverse de ahí hasta encontrar la respuesta definitiva a su búsqueda. Con las piernas cruzadas, sentado debajo del árbol, que desde entonces se conocería con el nombre de “Árbol de la Iluminación» o “Árbol Bodhi”, Siddhattha empezó a meditar, para llegar finalmente a su ansiada meta.

 

01_07.jpg

La posición del Buda representada en esta imagen es una de las más frecuentes dentro del arte budista.
La escultura representa al Siddattha en el momento de conseguir la iluminación: la mano derecha descansa
en la rodilla derecha con los dedos en la dirección hacia la tierra.
Según la leyenda, Buda fue tentado en este momento por ´Mara´, la personificación del mal, el cual le preguntó:
“¿Quién testificará que tú realmente has alcanzado la iluminación?”.
El Buda tranquilamente tocó la tierra con los dedos y dijo: “La madre Tierra lo sabe”.
Este gesto simboliza la confianza indisputable y una firmeza absoluta en su propia experiencia que luego,
simplemente iba a ser autenticada por los hechos y la experiencia personal de cada uno de sus seguidores.

 

Empezó su última batalla. Se cuenta que durante la noche, en la cual llegó al supremo y último entendimiento o a la iluminación, Gotama practicó la meditación sobre la respiración: la entrada y la salida del aire (anapanasati, en el lenguaje pali). Durante la primera parte de la noche muchos inoportunos e insanos pensamientos, personificados por Mara, el maligno, atacaban su mente: deseos, ansiedades, miedos y apegos perturbaban su concentración. Pero gracias a su persistencia, en la segunda parte de la noche, en medio de la meditación percibió perspicazmente el rasgo esencial de las cosas mundanas, a saber, su impermanencia. Y en la tercera parte de su vigilia, descubrió la causa de todos los males y sufrimientos, como también la manera de liberarse de ellos: el excesivo apego a las cosas y el camino del desprendimiento, respectivamente. En otras palabras, descubrió cómo poner fin a la pena y desdicha, al sufrimiento e insatisfacción, a la vejez y la muerte. Descubrimiento que iba a formular luego como las Cuatro Nobles Verdades y el Óctuple Sendero hacia la liberación.

Gotama realizó su hallazgo durante la noche de la luna llena del mes de mayo, cuando tenía treinta y cinco años, lo cual significó para él la obtención del pleno y acabado conocimiento, la iluminación o el despertar de una falsa percepción del mundo. Desde este momento, nuestro protagonista ya no era más el príncipe Siddhattha, ni tampoco Gotama, el Asceta, sino que llegó a ser el Buda: el Iluminado o el Despierto.

El Buda tradujo su experiencia en una propuesta consistente en ensayar un camino hacia la liberación, que él mismo denominó como el «Camino Medio». Con esta expresión quiso significar su rotundo rechazo a los dos extremos que había experimentado en su búsqueda espiritual: por un lado, la excesiva indulgencia con lo sensual, con los placeres mundanos y con lo innoble que ocasiona severos daños en la vida de la gente, pero por otro lado, también la auto-mortificación, la cual de la misma manera, carece de eficacia para conducirnos al buen puerto. Consecuentemente, solo el Camino Medio, aquel que evita a ambos extremos, es capaz de llevar a un conocimiento que trae la calma, la realización y, finalmente, la iluminación o el despertar final: el Nibbana (Nirvana, en sánscrito).