MN 146 Nandakovada Sutta – Consejos de Nandaka

El Venerable Nandaka ofrece un extenso discurso sobre la impermanencia a un numeroso grupo de monjas, ilustrando su exposición con vívidos símiles. En efecto, poco después, las monjas alcanzan la iluminación.

 

[Leer en pali]

[1]  Así lo he oído.

En cierta ocasión el Bienaventurado residía en Savatthi, en la arboleda de Jeta, en el Parque de Anathapindika.

[2] Entonces, Mahajapati Gotami, acompañada de quinientas monjas, fue donde estaba el Bienaventurado, se le acercó, le ofreció sus respetos y permaneció de pie a un lado. Estando allí dijo al Bienaventurado:

«Venerable Señor, ruego al Bienaventurado que adiestre a las monjas, Venerable Señor; que el Bienaventurado instruya a las monjas, Venerable Señor; que el Bienaventurado dé una charla sobre el Dhamma a las monjas».

[3] En aquel tiempo los monjes veteranos adiestraban a las monjas por turnos, pero el Venerable Nandaka no deseaba adiestrar a las monjas en su turno. Entonces el Bienaventurado preguntó a Ananda:

«Ananda, ¿a quién toca hoy adiestrar a las monjas?».

«A Nandaka, Venerable Señor, a él toca hoy adiestrar a las monjas, pero, Venerable Señor, el Venerable Nandaka no desea hacerlo».

[4] Entonces, el Bienaventurado dijo al Venerable Nandaka:

«Nandaka, adiestra a las monjas. Nandaka, instruye a las monjas. Brahmán, da una charla sobre el Dhamma a las monjas».

«Así sea, Venerable Señor», [respondió el Venerable Nandaka].

Entonces, temprano por la mañana, el Venerable Nandaka se vistió —tomando su cuenco y manto— y se adentró en Savatthi para recolectar la limosna. Habiendo recorrido Savatthi para recolectar la limosna y habiendo regresado, después de comer, se fue por su cuenta al parque del rey. Las monjas vieron venir de lejos al Venerable Nandaka y dispusieron para él un asiento y agua para lavarse los pies. Entonces el Venerable Nandaka se sentó en el lugar asignado y se lavó los pies, luego de lo cual, las monjas ofrecieron sus respetos al Venerable Nandaka y se sentaron a un lado. Una vez sentadas, el Venerable Nandaka dijo:

[5] «Monjas, la charla será en base a preguntas. Si entendéis, decid ‘entendemos’; si no entendéis, decid: ‘no entendemos’. Si tenéis dudas o incertidumbres, preguntadme: ‘¿Qué es esto, qué significa?'».

«Venerable señor, nos deleita y complace que el Venerable Nandaka nos invite a hacerlo así».

[6] «¿Qué os parece, monjas, el ojo es permanente o impermanente?».

«Impermanente, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, ¿es sufrimiento o felicidad?».

«Sufrimiento, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, sufrimiento y de naturaleza mutable, ¿es correcto considerarlo como ‘esto es mío’, ‘esto soy yo’, ‘ése es mi yo’?».

«No, venerable señor».

«¿Qué os parece, monjas, el oído… la nariz… la lengua… el cuerpo… la mente es permanente o impermanente?».

«Impermanente, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, ¿es sufrimiento o felicidad?».

«Sufrimiento, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, sufrimiento y de naturaleza mutable, ¿es correcto considerarlo como ‘esto es mío’, ‘esto soy yo’, ‘ése es mi yo’?».

«No, venerable señor».

«Y, ¿por qué?».

«Porque previamente, venerable señor, hemos visto bien tal y como son, con recta sabiduría: ‘Estas seis esferas internas de los sentidos son impermanentes’.

«Bien, monjas, bien. Así es, monjas, como el noble discípulo ve esto, con recta sabiduría, tal y como es.

[7] «¿Qué os parece, monjas, las formas visibles son permanentes o impermanentes?».

«Impermanentes, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, ¿es sufrimiento o felicidad?».

«Sufrimiento, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, sufrimiento y de naturaleza mutable, ¿es correcto considerarlo como ‘esto es mío’, ‘esto soy yo’, ‘ése es mi yo’?».

«No, venerable señor».

«¿Qué os parece, monjas, los sonidos… los olores… los sabores… los objetos tangibles… los objetos mentales son permanentes o impermanentes?».

«Impermanentes, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, ¿es sufrimiento o felicidad?».

«Sufrimiento, venerable señor».

«Y lo que es impermanente,, sufrimiento y de naturaleza mutable, ¿es correcto considerado como ‘esto es mío’, ‘esto soy yo’, ‘ése es mi yo’?».

«No, venerable señor».

«Y, ¿por qué?».

«Porque previamente, venerable señor, hemos visto bien tal y como son, con recta sabiduría: ‘Estas seis esferas externas de los sentidos son impermanentes’.

«Bien, monjas, bien, así es, monjas, como el Noble Discípulo ve esto, con recta sabiduría, tal y como es».

[8] «¿Qué os parece, monjas, la conciencia visual es permanente o impermanente?».

«Impermanente, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, ¿es sufrimiento o felicidad?».

«Sufrimiento, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, sufrimiento y de naturaleza mutable, ¿es correcto considerarlo como ‘esto es mío’, ‘esto soy yo’, ‘ése es mi yo’?».

«No, venerable señor».

«¿Qué os parece, monjas, la conciencia auditiva… la conciencia olfativa… la conciencia gustativa… la conciencia corporal… la conciencia mental es permanente o impermanente?».

«Impermanente, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, ¿es sufrimiento o felicidad?».

«Sufrimiento, venerable señor».

«Y lo que es impermanente, sufrimiento y de naturaleza mutable, ¿es correcto considerarlo como: ‘esto es mío’, ‘esto soy yo’, ‘ése es mi yo’?».

«No, venerable señor».

«Y, ¿por qué?».

«Porque previamente, venerable señor, hemos visto bien tal y como son, con recta sabiduría: ‘Estas seis clases de conciencia son impermanentes’.

«Bien, monjas, bien. Así es, monjas, como el noble discípulo ve esto con recta sabiduría, tal y como es».

[9] «Monjas, es como una lámpara de aceite ardiendo. El aceite es impermanente y de naturaleza mutable, la mecha es impermanente y de naturaleza mutable, la llama es impermanente y de naturaleza mutable, la luz es impermanente y de naturaleza mutable.

«Monjas, si alguien dijera: ‘El aceite es impermanente y de naturaleza mutable, la mecha es impermanente y de naturaleza mutable, la llama es impermanente y de naturaleza mutable, pero lo que es la luz, eso es permanente, perpetuo, eterno y de naturaleza inmutable’. Monjas, ¿diría bien quien dijera esto?».

«No, venerable señor».

«Y, ¿por qué?».

«Venerable señor, el aceite por el que arde la lámpara de aceite es impermanente y de naturaleza mutable, la mecha es impermanente y de naturaleza mutable, la llama es impermanente y de naturaleza mutable, luego la luz ha de ser también impermanente y de naturaleza mutable».

«Del mismo modo, monjas, si alguien dijera: ‘Las seis esferas internas de los sentidos son impermanentes y de naturaleza mutable, pero las sensaciones placenteras, dolorosas y neutras que dependen de ellas, ésas son permanentes, perpetuas, eternas y de naturaleza inmutable». ¿Diría bien quien dijera esto?».

«No, venerable señor».

«Y, ¿por qué?».

«Pues, venerable señor, porque esta o aquella sensación surge en dependencia de esta o aquella condición, y al cesar esta o aquella condición, cesa esta o aquella sensación».

«Bien, monjas, bien. Así es, monjas, como el noble discípulo ve esto con recta sabiduría, tal y como es».

[10] «Monjas, es como un gran árbol, robusto y sano. La raíz es impermanente y de naturaleza mutable, el tronco es impermanente y de naturaleza mutable, las ramas y hojas son impermanentes y de naturaleza mutable, la sombra es impermanente y de naturaleza mutable. Si alguien dijera: ‘La raíz, el tronco, las ramas y las hojas son impermanentes y de naturaleza mutable, pero lo que es la sombra, ésa es permanente, perpetua, eterna y de naturaleza inmutable». ¿Diría bien quien dijera esto?».

«No, venerable señor».

«Y, ¿por qué?».

«Pues, venerable señor, porque la raíz, el tronco, las ramas y las hojas de este árbol robusto y sano son impermanentes y de naturaleza mutable, luego la sombra ha de ser también impermanente y de naturaleza mutable».

«Del mismo modo, monjas, si alguien dijera: ‘Las seis esferas externas de los sentidos son impermanentes, pero las sensaciones placenteras, dolorosas y neutras que dependen de ellas, ésas son permanentes, perpetuas, eternas y de naturaleza inmutable’. ¿Diría bien quien dijera esto?».

«No, venerable señor».

«Y, ¿por qué?».

«Pues, venerable señor, porque esta o aquella sensación surge en dependencia de esta o aquella condición, y al cesar esta o aquella condición, cesa esta o aquella sensación».

«Bien, monjas, bien. Así es, monjas, como el noble discípulo ve esto con recta sabiduría, tal y como es».

[11] «Monjas, es como si un diestro carnicero, o su aprendiz, sacrificara una res, la desmembrara con un cuchillo afilado y, sin estropear la masa de carne del interior ni el pellejo exterior, cortara, seccionara y separara con el cuchillo afilado de carnicero los tendones, los nervios y los ligamentos. Y entonces, habiendo cortado, seccionado y separado todo eso, tomara el pellejo, volviera a ponerlo sobre la vaca y dijera: ‘Igual que antes, esta vaca está unida al pellejo’. ¿Diría bien quien dijera esto?».

«No, venerable señor».

«Y, ¿por qué?».

«Pues, venerable señor, porque aunque el diestro carnicero o su aprendiz, sacrificara una res, la desmembrara con un cuchillo afilado y, sin estropear la masa de carne del interior ni el pellejo, cortara, seccionara y separara con el cuchillo afilado de carnicero los tendones, los nervios y los ligamentos, y entonces, habiendo cortado, seccionado y separado todo esto, tomara el pellejo y volviera a ponerlo sobre la vaca, diciendo: ‘Esta vaca está unida al pellejo igual que antes», la vaca seguiría estando desunida del pellejo».

[12] «Monjas, he hecho este símil para que toméis conciencia de su significado. He aquí el significado, ‘la masa de carne interior’, monjas, designa a las seis esferas internas de los sentidos; ‘el pellejo exterior’, monjas, designa a las seis esferas externas de los sentidos; ‘los tendones, nervios y ligamentos’ designan al deleite apasionado; ‘el cuchillo afilado’ designa a la Noble Sabiduría, sabiduría que corta, secciona y separa las contaminaciones, las trabas y los vínculos internos.

[13] «Monjas, he aquí que hay siete factores de iluminación cuyo cultivo y práctica constante aniquilan las corrupciones; y el monje, habiéndolos experimentado por sí mismo, con conocimiento superior, logra y permanece —en este mismo mundo— en la liberación por la sabiduría, en la liberación de la mente de corrupciones gracias a la aniquilación de las mismas. ¿Cuáles son estos siete? He aquí, monjas, que el monje cultiva (i) la atención como factor de iluminación que, basado en el apartamiento, desapasionamiento y cesación, madura en el desasimiento. El monje cultiva (ii) la indagación de la realidad… (iii) la energía… (iv) el gozo… (v) el sosiego… (vi) la concentración… (vii) la ecuanimidad como factor de iluminación que, basado en el apartamiento, desapasionamiento y cesación, madura en el desasimiento. 

«Monjas, he aquí los siete factores de iluminación cuyo cultivo y práctica constante, aniquilan las corrupciones… en la liberación por la sabiduría, en la liberación de la mente de corrupciones gracias a la aniquilación de las mismas».

[14] Una vez que hubo instruido a las monjas, el Venerable Nandaka las despidió:

 «Podéis retiraros, monjas, ya es hora». 

Entonces las monjas, llenas de gozo por las palabras del Venerable Nandaka y, habiéndole dado las gracias, se levantaron, le ofrecieron sus respetos y, manteniéndolo a su derecha, fueron donde estaba el Bienaventurado, se le acercaron, le ofrecieron sus respetos y permanecieron de pie a un lado. Y mientras permanecían de pie, el Bienaventurado les dijo: 

«Podéis retiraros, monjas, ya es hora».

Entonces las monjas le ofrecieron sus respetos y manteniéndolo a su derecha, se marcharon.

[15] No mucho después de que las monjas se hubiersen marchado, el Bienaventurado se dirigió a los monjes:

«Monjes, al igual que en los días festivos de luna incompleta, la gente no duda ni tiene incertidumbre sobre si la luna es llena o no, puesto que la luna no es evidentemente ni llena ni nueva, del mismo modo, monjes, las monjas se han complacido con la predica del Dhamma de Nandaka, pero su propósito no es todavía perfecto. 

[16-26] Entonces, el Bienaventurado se dirigió al Venerable Nandaka:

«Bueno, Nandaka, también mañana tendrás que adiestrar a las monjas del mismo modo». 

«Sí, Venerable Señor», contestó el Venerable Nandaka al Bienaventurado.

Al día siguiente, por la mañana temprano, el Venerable Nandaka se vistió —tomando su cuenco y manto— y se adentró en Savatthi… [se repite enteramente lo mismo que el día anterior, es decir, el contenido de los versos 4 al 14]… Entonces, las monjas le ofrecieron sus respetos y, manteniéndolo a su derecha, se marcharon.

[27] No mucho después de que las monjas se hubiesen marchado, el Bienaventurado se dirigió a los monjes:

«Monjes, al igual que en los días festivos de luna llena, la gente no duda ni tiene incertidumbre sobre si la luna es creciente o llena, puesto que ya es luna llena, del mismo modo, monjes, las monjas se han complacido de la predica del Dhamma de Nandaka y su propósito ya es perfecto.

«Monjes, aun la menos evolucionada de esas quinientas monjas, ha entrado ya en la corriente, no puede retroceder, sino que está destinada y encaminada a la perfecta iluminación».

Así habló el Bienaventurado. Y los monjes llenos de gozo, se complacieron con sus palabras.


 

FUENTE:

SOLÉ-LERIS, Amadeo y Abraham Vélez de Cea (2004) Majjhima Nikaya: Los sermones medios del Buddha. Versión digital


Edición: Anton P. Baron y Federico Angulo

Publicación de Bosque Theravada, 2011, 2019.