Del libro «37 cualidades mentales que llevan a Iluminación«, por Thanissaro Bhikkhu.
H. El discernimiento: la Recta Visión
iv. La Cuarta Verdad {239-240}
Pasajes del Canon Pali
SN 12,65
{240} En esta ocasión, un asceta errante de nombre Subhadda estaba en Kusinara. Y Subhadda, el asceta errante escuchó lo siguiente: «Hoy, durante la tercera parte de la noche, el asceta Gotama pasará a su Parinibbana».
Entonces este pensamiento surgió en él: «Escuché, por parte de los ancianos y los venerables ascetas errantes, maestros de los maestros, que la aparición de los Tathagatas, de los Arahants plenamente despiertos, acontece en muy contadas ocasiones. Y este mismo día, durante la última parte de la noche, va a ocurrir el Parinibbana del asceta Gotama. Ahora mismo, surgió una duda en mi corazón, y estoy seguro que el asceta Gotama, al enseñarme el Dhamma, podría disipar esta duda de mi corazón».
Entonces, el asceta errante Subhadda fue a la arboleda, al parque de recreación de los mallas y se acercó al Venerable Ananda para compartir con él su pensamiento. Le habló así: «Amigo Ananda, sería de gran provecho si me permitieras entrar en la presencia del asceta Gotama».
Pero el Venerable Ananda, le respondió con estas palabras: «Suficiente, amigo Subhadda. No importunes al Tathagata. El Bienaventurado está cansado».
Pero, por segunda y por tercera vez el asceta ambulante Subhadda pidió al Venerable Ananda lo mismo, y por segunda y por tercera vez, el Venerable Ananda se lo negó.
Y el Bienaventurado, al escuchar la conversación entre el Venerable Ananda y el asceta ambulante Subhadda, hizo llamar al Venerable Ananda y le dijo: «¡Basta ya, Ananda! No rehúses más a Subhadda. A Subhadda, Ananda, debe ser permitido entrar en la presencia del Tathagata. Todo lo que él va a preguntarme, será hecho con el propósito de buscar el despertar y no para molestar al Tathagata. Y todo lo que el Tathagata le responda, será para su pronta comprensión».
Entonces, el Venerable Ananda dijo al asceta errante Subhadda: «Ven, amigo Subhadda, el Bienaventurado te otorga el permiso».
Acto seguido, el asceta errante Subhadda se acercó al Bienaventurado y lo saludó respetuosamente. Habiendo intercambiado con él los saludos de cortesía, el asceta errante Subhadda, se sentó a un lado y se dirigió al Bienaventurado con estas palabras: «Venerable Gotama. Existen varios ascetas y brahmanes que son cabezas de numerosas comunidades de discípulos, que tienen grandes séquitos, que son líderes de escuelas, bien conocidos y renombrados, tenidos en gran estima por las multitudes, maestros como Purana Kassapa, Makkhali Gosala, Ajita Kesakambali, Pakudha Kaccayana, Sañjaya Belatthiputta, Nigantha Nataputta. ¿Todos ellos, señor, han alcanzado la realización, tal como cada uno de ellos lo hace creer, o, más bien, ninguno de ellos la alcanzó o, quizá, algunos la alcanzaron y otros, no?»
«¡Suficiente, Subhadda! Deja estos temas sin importancia sobre si han alcanzado todos ellos la realización o ninguno de ellos o, si algunos la alcanzaron y otros, no. Yo te enseñaré el Dhamma, Subhadda; escucha y presta bien la atención, que voy a hablar».
«Así sea, Venerable Señor».
Y el Bienaventurado tomó la palabra diciendo: «En cualquier Dhamma-y-Disciplina, Subhadda, en que no se encuentra el Noble Óctuple Sendero, tampoco se va a poder encontrar a un verdadero asceta, en ninguno de los cuatro grados de santidad. Pero, Subhadda, en cualquier Dhamma-y-Disciplina, en que se encuentre el Noble Óctuple Sendero, también se va a poder encontrar a un verdadero asceta, tanto de primero, segundo, tercero como de cuarto grado de santidad. Ahora bien, en éste Dhamma-y-Disciplina, se encuentra el Noble Óctuple Sendero, por eso también, se encuentran en él los verdaderos ascetas tanto de primero, segundo, tercero como de cuarto grado de santidad. Sin embargo, los sistemas de los otros maestros carecen de los verdaderos ascetas. Pero si en este sistema, Subhadda, los monjes tan sólo vivieran rectamente, el mundo no estaría privado de los arahants.
Tenía veintinueve años,
Cuando renuncié al mundo para buscar el bien.
Cincuenta y un años pasaron, desde entonces.
Y en todo este tiempo permanecí en la vida errante,
En el reino de la virtud y la verdad,
Fuera del cual, no hay ascetas verdaderos,
[de cualquiera de los cuatro grados].
Otras escuelas se ven privadas de ellos,
Pero si los monjes vivieran rectamente,
El mundo no estaría privado de los arahants».
Cuando esto fue dicho, el asceta errante Subhadda se dirigió al Bienaventurado con estas palabras: «¡Excelente, venerable señor, realmente asombroso, venerable señor! Esto fue, como si el Bienaventurado enderezara lo que estaba torcido, o como si revelara lo oculto, o como si mostrara el camino a alguien que estaba extraviado, o como si prendiera una lámpara en la oscuridad para que aquellos que tienen ojos, puedan ver; es así, como el Bienaventurado expone el Dhamma de diferentes formas. Es por eso, que yo tomo el refugio en el Bienaventurado, en el Dhamma y en el Sangha. Que el Bienaventurado me acepte, por favor, dentro del Sangha y me conceda la alta ordenación».
«Cualquiera, Subhadda, que anteriormente fue un seguidor de algún otro credo y pretende ser admitido para recibir la alta ordenación en este Dhamma-y-Disciplina, debe pasar por un tiempo de prueba por el periodo de cuatro meses. Al terminar el cuarto mes, si los monjes estén satisfechos con él, le conceden la admisión y la alta ordenación como monje. Pero en este caso, Subhadda, reconozco que puede haber distinción entre distintos casos de personas».
«Señor, si es que cualquiera que anteriormente fuera el seguidor de otros credos y que pretendiera ser admitido para recibir la alta ordenación en este Dhamma-y-Disciplina, debiera pasar por un tiempo de prueba por el periodo de cuatro meses y al terminar el cuarto mes, se le concediera la admisión y la alta ordenación como monje, si los monjes estuvieran satisfechos con él -en tal caso, yo pasaré por el tiempo de prueba por el periodo de cuatro años. Y al terminar el cuarto año, si los monjes están satisfechos conmigo, me concederán la admisión y la alta ordenación como monje».
Pero el Bienaventurado, llamó al Venerable Ananda y le dijo: «Ananda, admite a Subhadda dentro del Sangha». «Así sea», respondió el Venerable Ananda.
Entonces, el asceta errante Subhadda dijo al Venerable Ananda: «Amigo Ananda, esto es un gran beneficio para vosotros y bendición, que hayáis recibido la consagración como discípulos en la misma presencia del Maestro».
Y aconteció, que también el asceta ambulante Subhadda, fue admitido y recibió la alta ordenación en la presencia del Bienaventurado. Una vez ordenado, el Venerable Subhadda permaneció en soledad, recluido, atento, ferviente y resuelto. Y en poco tiempo alcanzó la meta suprema, por la cual el personaje ilustre abandona correctamente la vida hogareña, para vivir sin hogar, habiendo realizado la vida santa y el alto conocimiento por sí mismo. Supo: «Destruido está el nacimiento; la vida santa, ha sido vivida; no hay nada más por hacer ,y más allá de esta vida, nada más queda». Así, el Venerable Subhadda llegó a ser uno entre los arahants, y fue el último discípulo convertido por el mismo Bienaventurado.