«Sobre la meditación» es una compilación de extractos de las pláticas de Ajahn Chah, cuya temática se centra en las instrucciones sobre la práctica de la meditación.
Por Ajahn Chah
Para hacer la meditación sentada y la mente pacífica, no necesitas pensar demasiado. Ahora mismo, sólo céntrate en la mente y nada más. No dejes que la mente salga disparada a la izquierda o a la derecha, adelante o atrás, arriba o abajo. Nuestra única tarea ahora mismo es la práctica de la atención consciente en la respiración. Pero primero fija tu atención en la cabeza y direcciónala hacia abajo a lo largo de todo el cuerpo, hasta las puntas de los pies y, luego, retórnala a la coronilla. Pasa tu conciencia a través del cuerpo, observándolo con sabiduría. Nosotros lo hacemos para obtener la comprensión inicial sobre la forma en que el cuerpo está aquí presente. Entonces, empieza la meditación notando que, en este momento, tu única tarea consiste en observar las inhalaciones y exhalaciones. No fuerces la respiración para que sea más larga o más corta de lo normal, simplemente permite que fluya con facilidad. No pongas presión alguna en la respiración, en vez de eso, más bien permite que fluya de manera pareja, dejándola ir en cada inhalación y exhalación.
Tienes que entender que mientras la estés dejando ir, así como lo haces, aún debería permanecer la consciencia. Tienes que mantener esta consciencia, permitiendo que la respiración entre y salga confortablemente. No hay necesidad de forzar la respiración: simplemente permite que fluya fácil y naturalmente. Mantén la resolución de no tener otra tarea ni responsabilidad durante este tiempo. Los pensamientos acerca de lo que va a pasar, lo que vas a conocer o ver durante la meditación, pueden surgir de tanto en tanto, pero una vez que aparezcan simplemente deja que cesen por sí mismos, no te ocupes de ellos en exceso.
Durante la meditación no hay necesidad de prestar atención a nada de lo que surja en la mente. Siempre que la mente esté afectada por algún pensamiento o disposición anímica, dondequiera que surja el sentimiento o la sensación en la mente, simplemente déjala ir. Que estos pensamientos sean buenos o malos, no es importante. No es necesario hacer algo con ellos: sólo déjalos desaparecer y retorna tu atención a la respiración. Mantén la consciencia de la respiración entrando y saliendo, de una manera relajada. No te preocupes si la respiración es demasiado larga o corta. Simplemente obsérvala, sin tratar de controlar o suprimirla de manera alguna. En otras palabras, no te apegues a nada. Permite que la respiración continúe tal cual, y la mente llegará a calmarse. A medida que continúes, la mente gradualmente echará los pensamientos y vendrá a descansar. La respiración se volverá cada vez más liviana, hasta que llegará a ser tan débil que parecerá que no hay respiración alguna. Tanto el cuerpo como la mente se sentirán livianos y enérgicos. Todo lo que permanezca, será el conocimiento de un sólo punto. Podrás decir, entonces, que la mente ha cambiado y alcanzado el estado de calma.
Cuando la mente se agite, restablece la atención consciente e inhala profundamente hasta que no haya espacio para almacenar más aire, entonces libéralo todo por completo hasta que no quede nada. Continúa así con otra respiración profunda hasta que tus pulmones se llenen y, entonces, libera el aire otra vez. Hazlo dos o tres veces, después de lo cual, se restablecerá la concentración. La mente debería estar más calmada. Si algún otro sentido de impresión causase la agitación de la mente, repite el proceso cada vez que sea necesario. Lo mismo pasa con la meditación caminando. Si, mientras caminas, la mente llegua a agitarse, detenla, calma la mente, restablece la consciencia del objeto de meditación y, luego, continúa caminando. La meditación sentada o caminando, en esencia, son la misma cosa y sólo difieren en términos de la postura corporal que se utiliza.
Algunas veces pueden surgir dudas, por lo cual necesitas tener la atención consciente de ser uno que conoce [1], siguiendo continuamente y examinando la agitada mente en cualquiera de las formas que tome. Esto es lo que significa tener atención consciente. La atención consciente vigila y cuida de la mente. Tienes que sostener este conocimiento y no ser descuidado, ni tomar el mal camino, sin importar cuál sea el estado que la mente tome.
El truco consiste en tener la consciencia que supervisa a la mente. Una vez que la mente esté unificada con la atención consciente, emerge una nueva clase de consciencia. La mente que ha desarrollado la calma se mantiene bajo control por medio de aquella calma, al igual que la gallina se mantiene dentro del gallinero… La gallina es incapaz de vagar afuera, pero sí puede moverse de un lugar a otro dentro de gallinero. No importa si su caminar es de un modo u otro porque está dentro de gallinero. De la misma manera, la consciencia que aparece cuando la mente tiene la atención consciente y la calma no produce molestias. Ningún pensamiento ni sensación que surge dentro de una mente calmada causa daño o alboroto.
Algunas personas no quieren experimentar pensamientos o sensaciones, pero esto no es lo correcto. Las sensaciones surgen dentro del estado de calma. La mente experimenta ambas cosas: las sensaciones y la calma al mismo tiempo, sin que esto la alborote. Cuando hay calma como ésta, no hay consecuencias dañinas. El problema surge cuando «la gallina» sale del «gallinero». En un momento puedes estar observando la respiración entrando y saliendo, y de pronto, olvidarte de ti mismo permitiendo que la mente se aleje de la respiración: vuelve a casa desde las tiendas o desde las diferentes clases de lugares. Quizá hasta podría pasar media hora antes de que te percates, repentinamente, que estabas suponiendo hacer la meditación y pensases: «Oh, pero ¿qué es lo que estoy haciendo?». Es allí donde tienes que estar especialmente cuidadoso, porque es ahí donde la gallina se sale del gallinero: la mente deja el fundamento de la calma.
Tienes que tener cuidado de mantener la consciencia con la atención y tratar de empujar la mente de vuelta. Aunque usé la expresión «empujar la mente de vuelta», en realidad la mente no se va a ningún lado, solamente cambia el objeto de la consciencia. Tienes que hacer que la mente esté justo aquí y ahora. Todo el tiempo que esto sucede, la atención consciente va a estar presente en la mente. Esto se parece a empujar la mente de vuelta, pero en realidad la misma no se va a ninguna parte, simplemente cambia un poco. Parece como si la mente caminase de ahí para allá, pero de hecho el cambio ocurre en el mismo lugar. Entonces, cuando la atención consciente se restablece, vuelve instantáneamente. No es que venga de algún lugar, entiende esto: está justo aquí.
Cuando el conocimiento es total y la consciencia es continua e interrumpida en cada momento, a esto se llama presencia de mente. Si tu atención se desvía de la respiración hacia otros lugares, entonces el conocimiento se interrumpe. Mientras esté la consciencia de la respiración, también está la mente allí. Tan sólo con la respiración y esta constante y continua consciencia, tienes la presencia de mente.
Tienen que estar ambas: la atención consciente (sati) y la clara comprensión (sampajanna). La atención consciente es el recordamiento y la clara compresión, la autoconsciencia. Inmediatamente, estás consciente de la respiración. Este ejercicio de observar la respiración ayuda a la atención consciente y a la clara comprensión a desarrollarse en conjunto. Ellas comparten el mismo trabajo. Tener tanto la atención consciente como la clara comprensión, es como tener a dos obreros para levantar el pesado tronco de un árbol. Imagina a dos hombres que tratan de levantar algún tronco, cuyo peso, sin embargo, es para ellos excesivo. Entonces otra persona, de buena voluntad, les mira y se da prisa para ayudarles. De la misma manera, cuando hay atención consciente y clara comprensión surge la sabiduría en ese mismo lugar, para ayudar a ambas. Entonces las tres, en conjunto, se apoyan mutuamente.
Con la sabiduría habrá la comprensión de los objetos sensoriales. Por el momento, durante la meditación los objetos sensoriales se experimentan dando lugar a sensaciones y estados de ánimo. Podrías empezar a pensar sobre un amigo, pero entonces la sabiduría inmediatamente te estaría diciendo: «Esto no importa», «detente» u «olvídalo». O, si por ahí aparecen pensamientos sobre dónde vas a ir mañana, la respuesta hubiese sido: «Esto no me interesa, no quiero ocuparme en semejantes cosas». Quizá empiezas a pensar acerca de las otras personas, entonces, deberías pensar: «No, no quiero involucrarme con esto», «salgamos de aquí» o «esto es algo incierto, una cosa insegura». Ésta es la manera en la cual deberías lidiar con las cosas durante la meditación, reconociéndolas como «no seguras, inciertas» y manteniendo esta clase de consciencia.
Tienes que abandonar todos los pensamientos, el diálogo interior y la incertidumbre. No te dejes cautivar por esas cosas durante la meditación. Al final, todo lo que queda en la mente en su forma más pura, son la atención consciente, la clara comprensión y la sabiduría. Cuando estas cosas flaquean, surgen las dudas, pero trata de abandonar estas dudas inmediatamente dejando sólo la atención consciente, la clara comprensión y la sabiduría. Trata de desarrollar la atención consciente de esta manera hasta que puedas mantenerla todo el tiempo. Entonces comprenderás la atención consciente, la clara comprensión y la meditación, completamente.
Enfocando tu atención hacia este punto vas a ver la atención consciente, la clara comprensión, la mente concentrada y la sabiduría todas juntas. Ya seas atraído o repelido por los objetos sensoriales externos, vas a ser capaz de decirte a ti mismo: «Esto no es seguro». De cualquier manera, estos sólo son impedimentos que deben ser barridos afuera, hasta que la mente quede limpia. Todo lo que debe quedar es la atención consciente y el recordamiento, la clara comprensión y la consciencia, la concentración —una mente firme e inamovible— y la completa sabiduría. Por el momento, voy a decir sólo esto acerca del objeto de la meditación.
[1] Es la traducción literal de una expresión común dentro de la Tradición Tailandesa del Bosque «Poo Roo», que se refiere a la cualidad de la consciencia de uno mismo.
AJAHN CHAH (2010) On Meditation: Instructions from talks by Ajahn Chah. Ubon Rachatani, The Sangha of Wat Pah Nanachat.
Edición: Anton P. Baron y Federico Angulo