Introducción del traductor
Mensaje inaugural del Bhikkhu Sujato para los usuarios del Bosque Theravada
Durante mi estadía en Malasia, una vez remarqué a un grupo de personas, que nunca me sentía sólo, excepto cuando estaba dentro de una muchedumbre. Por alguna razón, a ellos les pareció esto como algo gracioso, pero yo nunca entendí por qué y estoy tratando de encontrar la razón, hasta el día de hoy.
Pero aquello lo dije muy seriamente. Estando a solas, somos intocables. Somos autosuficientes. Somos dueños de nuestras propias vidas. Además, existe un consuelo en la soledad; hay una tranquilidad que se origina en haber mitigado las pretensiones relacionadas con las expectativas sociales y nuestras respuestas a ellas. Nos damos cuenta de que todo esto es fácil de resolver dentro de nosotros mismos, cuando seguimos nuestro propio ritmo. Cuando miramos la soledad con el corazón puro, tanto la meditación como la contención llegan a ser algo natural.
Sin embargo, este consuelo, hasta cierto punto, es una ilusión. No importa qué tan quietos y tranquilos estemos, aún así nuestras vidas inexorablemente están ligadas a los demás. Todos los días inhalamos el aire que ha sido exhalado por los árboles; tomamos el agua que se originó en el océano; nos alimentamos de la comida que produjo la tierra. Cada momento consciente de nuestras vidas, nos recuerda este profundo sentido de la conexión.
Y así la paradoja de la vida espiritual: el Buda nos alienta a buscar la soledad, a evitar la excesiva socialización, a buscar la paz en nuestros propios corazones. Y, sin embargo, él dijo su célebre frase, según la cual la amistad espiritual es la totalidad de la vida santa. Ésta es una de estas cosas, las cuales un observador casual mira como una paradoja, pero que se convierte en una profunda verdad, para un practicante espiritual.
En el sentido práctico, nosotros necesitamos a ambas cosas: la soledad y la compañía espiritual. Formar una comunidad budista, en gran medida, consiste en gestionar esta dinámica: ni excesivamente mucho, ni demasiado poco. Nuestros compañeros espirituales –sean ellos monjes o budistas de la Red Internet- velan por nosotros y nos ayudan cuando estamos en alguna necesidad. Y por otro lado, de nuestra soledad proviene la fuerza y la sabiduría que nos permite ayudar a otros, cuando se encuentran necesitados.
Bhante Sujato
Tradujo, para el Bosque Theravada: Isidatta