Del libro Las Cuatro Verdades Nobles, por Ajahn Sumedho.
¿Cuál es la Verdad Noble de la Cesación del Sufrimiento? Es el desvanecimiento sin residuos y la cesación de ese mismo deseo: el rechazarlo, abandonarlo, dejarlo y renunciar a él. Pero ¿dónde se abandona y se hace cesar este deseo? Donde sea que haya lo que parece deseable y gratificante, allí se abandona y se hace cesar.
Esta es la Verdad Noble de la Cesación del Sufrimiento: tal fue la visión, el entendimiento intuitivo, la sabiduría, el conocimiento y la luz que surgieron en mí sobre cosas nunca antes oídas.
Esta Verdad Noble debe ser penetrada comprendiendo la Cesación del sufrimiento…
Esta Verdad Noble ha sido penetrada comprendiendo la Cesación del sufrimiento: tal fue la visión, el entendimiento intuitivo, la sabiduría, el conocimiento y la luz que surgieron en mí sobre cosas nunca antes oídas.
La Tercera Verdad Noble en sus tres aspectos es: ‘Hay una cesación del sufrimiento, de dukkha . La cesación de dukkha debe ser comprendida. La cesación de dukkha ha sido comprendida’.
Todo el propósito de la enseñanza buddhista es desarrollar la mente reflexiva para dejar ir los engaños. Las Cuatro Verdades Nobles son una enseñanza sobre dejar ir por medio de la investigación o el análisis – contemplando: ‘¿Por qué es así? ¿Por qué es de esta manera?’ Es bueno cavilar sobre cosas como por qué los monjes se afeitan la cabeza o por qué las Buddha-rupas tienen el aspecto que tienen. Nosotros contemplamos… la mente no está formándose una opinión sobre si son buenas, o malas, útiles o inútiles. La mente está en realidad abriéndose y reflexionando. ‘¿Qué significa esto? ¿Qué representan los monjes? ¿Por qué llevan cuencos de mendicante? ¿Por qué no pueden tener dinero? ¿Por qué no pueden cultivar su propia comida?’ Nosotros contemplamos cómo esta forma de vivir ha sostenido la tradición y le ha permitido ser trasmitida desde su fundador original, Gotama el Buddha, hasta el presente.
Reflexionamos a medida que vemos el sufrimiento; a medida que vemos la naturaleza del deseo; a medida que reconocemos que el apego al deseo es sufrimiento. Estos entendimientos solo pueden venir por medio de la reflexión; no llegan a través de la creencia. No puedes hacerte creer o darte cuenta de una comprensión intuitiva como un acto de la voluntad; contemplando y reflexionando realmente sobre estas verdades, las compresiones llegan a ti. Solo llegan a través de la mente abierta y receptiva a las enseñanzas – la creencia ciega no es en absoluto aconsejada o esperada de nadie. En lugar de eso, la mente debe estar dispuesta a ser receptiva, reflexionar y contemplar.
Este estado mental es muy importante – es el camino de salida al sufrimiento. No lo es la mente que tiene ideas fijas y prejuicios y piensa que lo sabe todo o que solo toma lo que otros dicen como verdadero. Es la mente que está abierta a estas Cuatro Verdades Nobles y puede reflexionar sobre algo que podemos ver dentro de nuestra propia mente.
La gente pocas veces se da cuenta del no-sufrimiento porque requiere un tipo especial de voluntad para reflexionar e investigar e ir más allá de lo burdo y lo obvio. Se necesita voluntad de mirar verdaderamente a tus propias reacciones, ser capaz de ver los apegos y contemplar: ‘¿Qué se siente con el apego?’
Por ejemplo, ¿te sientes feliz o liberado al estar apegado al deseo? ¿Levanta la moral o deprime? Estas preguntas son para que tú investigues. Si averiguas que estar apegado a tus deseos es liberador, entonces haz eso. Apégate a todos tus deseos y observa cuál es el resultado.
En mi práctica, he visto que el apego a mis deseos es sufrimiento. No hay ninguna duda sobre esto. Puedo ver cuánto sufrimiento en mi vida ha sido causado por apegos a cosas materiales, ideas, actitudes o miedos. Puedo ver todo tipo de miseria innecesaria que me he causado a mí mismo por el apego porque no sabía hacer nada mejor. Me crié en América – la tierra de la libertad. Te promete el derecho a ser feliz, pero lo que realmente ofrece es el derecho a estar apegado a todo. América te anima a intentar ser tan feliz como puedas consiguiendo cosas. Sin embargo, si estás trabajando con las Cuatro Verdades Nobles, el apego es para ser entendido y contemplado: Luego surge la comprensión intuitiva sobre el no-apego. Esta no es una posición intelectual o una orden de tu cerebro diciendo que no debes apegarte: Es solo una intuición natural sobre el no-apego y el no-sufrimiento.
La verdad de la impermanencia
Aquí en Amaravati, cantamos el Dhammacakkappavattana Sutta en su forma tradicional. Cuando el Buddha dio su sermón sobre las Cuatro Verdades Nobles, solo uno de los cinco discípulos que lo escuchó lo entendió de verdad; solo uno tenía la visión profunda. A los otros cuatro les gustó bastante, pensando: ‘Una enseñanza muy bonita, de verdad’, pero solo uno de ellos, Kondañña, tenía realmente la perfecta comprensión de lo que el Buddha estaba diciendo.
Los devas también estaban escuchando el sermón. Los devas son criaturas celestiales y etéreas, enormemente superiores a nosotros. No tienen bastos cuerpos como nosotros; tienen cuerpos etéreos y son bellos y encantadores, inteligentes. Ahora, aunque estuvieron encantados de oír el sermón, ninguno de ellos se iluminó por él.
Se nos cuenta que se pusieron muy contentos por la iluminación del Buddha , y que gritaron a través de los cielos cuando oyeron esta enseñanza. Primero, un nivel de devata la escuchó, entonces lo gritaron al nivel siguiente, y pronto todos los devas estaban regocijándose – directos al más alto, el reino de los Brahma . Resonaba la alegría porque la Rueda del Dhamma se había puesto a rodar y estos devas y brahmas se estaban regocijando por ello. Sin embargo, sólo Kondañña , uno de los cinco discípulos, se iluminó al oír este discurso. Justo al final del sutta, el Buddha le llamó ‘Añña Kondañña’. ‘Añña’ significa profundo conocimiento, así que ‘Añña Kondañña’ significa ‘Kondañña-el-que-sabe’.
¿Qué sabía Kondañña? ¿Cuál fue el entendimiento que el Buddha alabó al final de su sermón? Fue: ‘Todo lo que está sujeto al surgir está sujeto al cesar’. Ahora, esto puede no sonar como un conocimiento importante, pero lo que significa realmente es un patrón universal: todo aquello que esté sujeto al surgir está sujeto al cesar; es impermanente y sin entidad fija… Así que no te apegues, no te dejes engañar por lo que surge y cesa. No busques tu refugio, aquello en lo que quieres permanecer y confiar, en nada que surja – porque esas cosas cesarán.
Si quieres sufrir y malgastar tu vida, vete por ahí buscando cosas que surjan. Todas te llevarán al final, a la cesación, y no serás más sabio por ello. Simplemente vas por ahí repitiendo los mismos hábitos viejos y aburridos, y cuando mueras, no habrás aprendido nada importante de tu vida.
En vez de solo pensar en ello, contémplalo realmente: ‘Todo lo que está sujeto al surgir, está sujeto al cesar’. Aplícalo a la vida en general, a tu propia experiencia. Entonces lo entenderás. Simplemente fíjate: principio… final. Contempla cómo son las cosas. Este reino de los sentidos trata siempre del surgir y del cesar, el principio y el final; puede haber entendimiento perfecto, samma ditthi, en esta vida. No sé cuánto vivió Kondañña tras el discurso del Buddha, pero se iluminó en ese momento. Justo en ese instante, tuvo entendimiento perfecto.
Me gustaría enfatizar cuán importante es desarrollar esta manera de reflexionar. En vez de desarrollar solo un método para tranquilizar tu mente, lo que ciertamente es una parte de la práctica, ve realmente que la meditación correcta es un compromiso con la investigación sabia. Implica un esfuerzo valiente para ver las cosas en profundidad, no analizándote y haciendo juicios sobre por qué sufres en un nivel personal, sino tomando la decisión de seguir verdaderamente el camino hasta que tengas entendimiento profundo. Un entendimiento perfecto así está basado en el patrón del surgir y del cesar. Una vez que esta ley se comprende, todo se ve como encajando en ese patrón.
Esto no es una enseñanza metafísica: ‘Todo lo que está sujeto al surgir, está sujeto al cesar’. No trata sobre la realidad última – la realidad inmortal o imperecedera; pero si entiendes profundamente y sabes que todo lo que está sujeto al surgir está sujeto al cesar, entonces comprenderás la realidad última, lo imperecedero, las verdades inmortales. Esto es un medio hábil hacia el entendimiento último. Nota la diferencia: la declaración no es metafísica sino una que nos lleva hacia un entendimiento metafísico.
Mortalidad y cese
Con la reflexión sobre las Cuatro Verdades Nobles traemos a la consciencia el problema de la existencia humana. Observamos esta sensación de alineación y apego ciego a la consciencia sensorial, el apego a lo que está separado y a lo que se presenta en la consciencia. Por ignorancia, nos apegamos a los deseos por los placeres de los sentidos. Cuando nos identificamos con lo que está sujeto a la muerte o limitado por la muerte, y con lo que es insatisfactorio, ese apego es sufrimiento.
Los placeres de los sentidos son todos placeres sujetos a la muerte, mortales. Sea lo que sea lo que veamos, oigamos, toquemos, probemos, pensemos o sintamos está sujeto a la muerte – limitado por la muerte. Así que cuando nos apegamos a los sentidos mortales, nos apegamos a la muerte. Si no lo hemos contemplado o comprendido, simplemente nos apegamos ciegamente a la mortalidad esperando poder posponerla por un tiempo. Fingimos que vamos a ser realmente felices con las cosas a las que nos apegamos – solo para sentirnos finalmente desilusionados, desesperados, y decepcionados. Podríamos tener éxito en convertirnos en lo que queremos, pero eso también está sujeto a la muerte. Nos estamos apegando a otro estado limitado por la muerte. Después, con el deseo de morir, podríamos apegarnos al suicidio o la aniquilación – pero la muerte en sí misma es también un estado limitado por la muerte. A todo aquello a lo que nos apeguemos con estos tres tipos de deseo, nos estaremos apegando a la muerte – lo que significa que vamos a experimentar decepción o desesperación.
La muerte de la mente es la desesperación; la depresión es una especie de experiencia de la muerte en la mente. Al igual que el cuerpo muere físicamente, la mente muere. Los estados mentales y las condiciones mentales mueren; lo llamamos desesperación, aburrimiento, depresión y angustia. Siempre que nos apegamos, si experimentamos aburrimiento, desesperación, angustia y dolor, tendemos a buscar cualquier otra condición mortal que esté apareciendo. Por ejemplo, sentís desesperación y pensáis: ‘Quiero un trozo de tarta de chocolate’ ¡Adelante! Por un momento podéis quedaros absortos con el dulce y delicioso sabor a chocolate de esa tarta. En ese momento, hay un llegar a ser – ¡os habéis convertido en el dulce y delicioso sabor a chocolate! Pero no os podéis agarrar a ello por mucho tiempo. Os lo tragáis y ¿qué queda? Entonces tenéis que ir a buscar otra cosa. Esto es ‘llegar a ser’.
Estamos cegados, atrapados en este proceso de llegar a ser en el plano de los sentidos. Pero conociendo el deseo sin juzgar la belleza o la fealdad del plano de los sentidos, llegamos a ver el deseo tal y como es. Hay conocimiento. Después, al dejar a un lado esos deseos en vez de agarrarse a ellos, experimentamos nirodha , el cese del sufrimiento. Esta es la Tercera Verdad Noble que debemos comprender por nosotros mismos. Contemplamos la cesación. Decimos: ‘Hay cesación’, y sabemos cuándo algo ha cesado.
Permitiendo a las cosas surgir
Antes de que puedas dejar ir las cosas, tienes que aceptarlas con plena consciencia. En la meditación, nuestro objetivo es permitir hábilmente al subconsciente surgir en la consciencia. A toda la desesperación, los miedos, la angustia, las represiones y la ira se les permite hacerse conscientes. Hay una tendencia en la gente a aferrarse a altos ideales. Podemos llegar a estar muy decepcionados con nosotros mismos porque a veces sentimos que no somos tan buenos como deberíamos ser, o porque no deberíamos estar enfadados –todos los ‘debería’ y ‘no debería’. Entonces creamos el deseo de librarnos de las cosas malas – y este deseo tiene una cualidad honrada. Parece correcto librarse de los malos pensamientos, la ira y los celos porque una buena persona ‘no debería ser así’. De esta manera, creamos la culpa.
Al reflexionar sobre esto, traemos a la consciencia el deseo de convertirnos en ese ideal y el deseo de librarnos de estas cosas malas. Y al hacer eso, podemos desapegarnos – así que en vez de llegar a ser la persona perfecta, dejas ir ese deseo. Lo que queda es la mente pura. No hay necesidad de convertirse en la persona perfecta porque la mente pura es donde la gente perfecta surge y cesa.
El cese es fácil de comprender a nivel intelectual, pero darse cuenta de ello puede ser bastante difícil porque esto conlleva convivir con lo que no podemos soportar. Por ejemplo, cuando empecé a meditar, tenía la idea de que la meditación me haría más amable y feliz y esperaba experimentar estados mentales dichosos. Pero durante los primeros dos meses, nunca sentí tanto odio e ira en mi vida. Pensé: ‘Esto es terrible; la meditación me ha hecho peor’. Pero entonces contemplé por qué había tanto odio y aversión apareciendo, y me di cuenta de que la mayor parte de mi vida había sido un intento de huir de todo aquello. Yo solía ser un lector compulsivo. Tenía que llevar libros conmigo adonde quiera que fuese. Siempre que el miedo o la aversión empezaban a acecharme, sacaba mi libro y leía; o fumaba, o me ponía a comer algo. Tenía una imagen de mí siendo una buena persona que no odiaba a la gente, así que cualquier indicio de aversión u odio era reprimido.
Esta es la razón por la que, durante mis primeros meses como monje, estaba tan desesperado por encontrar cosas que hacer. Estaba intentando buscar algo con lo que distraerme porque había empezado a recordar en la meditación todas las cosas que deliberadamente intentaba olvidar. Recuerdos de la infancia y la adolescencia no paraban de surgir en mi mente; entonces esta ira y odio se volvieron tan conscientes que simplemente parecían abrumarme. Pero algo dentro de mí empezó a reconocer que tenía que cargar con esto, así que seguí hasta el final. Todo el odio y la ira que habían sido suprimidos en treinta años de vida alcanzaron el pico en ese momento, y se apagaron y cesaron por medio de la meditación. Fue un proceso de purificación.
Para que este proceso de cesación funcione, debemos estar dispuestos a sufrir. Esta es la razón por la que hago hincapié en la importancia de la paciencia. Tenemos que abrir nuestras mentes al sufrimiento porque es al abrazar el sufrimiento cuando el sufrimiento cesa. Cuando nos damos cuenta de que estamos sufriendo, física o mentalmente, entonces vamos al sufrimiento real que está presente. Nos abrimos completamente a él, le damos la bienvenida, nos concentramos en él, le dejamos ser lo que es. Eso significa que debemos ser pacientes y soportar el desagrado de una condición particular. Tenemos que aguantar el aburrimiento, la desesperación, la duda y el miedo para entender que cesan en vez de huir de ellos.
Siempre que no dejamos a las cosas cesar, creamos nuevo kamma que solo refuerza nuestros hábitos. Cuando algo surge, lo agarramos y comenzamos con la proliferación mental a su alrededor; y esto lo complica todo. Entonces estas cosas serán repetidas y repetidas a lo largo de nuestras vidas – no podemos ir por ahí siguiendo nuestros deseos y nuestros miedos y esperar conocer la paz. Contemplamos el miedo y el deseo para que no nos engañen más; tenemos que saber lo que nos está engañando antes de que podamos dejarlo ir. El deseo y el miedo tienen que ser conocidos como impermanentes, insatisfactorios y sin entidad fija. Son vistos y penetrados para que el sufrimiento se pueda consumir por sí mismo.
Es muy importante aquí diferenciar entre cesación y aniquilación – el deseo que viene a la mente de librarse de algo. La cesación es el fin natural de cualquier condición que haya surgido. ¡Así que no es deseo! No es algo que creamos en la mente sino el fin de lo que empezó, la muerte de lo que ha nacido. Por tanto, el cese no es un ‘yo’ – no viene de una sensación de ‘Tengo que librarme de las cosas,’ sino de cuando permitimos cesar a lo que ha surgido. Para hacer eso, uno debe abandonar el ansia – dejarlo ir. Esto no significa rechazar o deshacernos de ello sino que abandonarlo significa dejarlo ir.
Entonces, cuando ha cesado, experimentas nirodha – cese, vacío, desapego. Nirodha es otra palabra para Nibbana . Cuando has dejado ir algo y has permitido que cese, entonces lo que queda es paz.
Puedes experimentar esa paz por medio de tu propia meditación. Cuando has dejado que el deseo termine en tu propia mente, lo que queda es muy pacífico. Eso es la verdadera tranquilidad, lo Inmortal. Cuando realmente conoces eso tal como es, comprendes nirodha sacca , la Verdad del Cese, en la que no hay yo pero sigue habiendo un estado de alerta y claridad. El significado real de la dicha es esa tranquila y trascendente consciencia.
Si no permitimos el cese, entonces tendemos a obrar desde suposiciones que hacemos sobre nosotros mismos sin ni siquiera saber lo que estamos haciendo. A veces, no es hasta que empezamos a meditar que comenzamos a darnos cuenta cómo tanto miedo y falta de confianza en nuestra vida vienen de experiencias de la infancia. Me acuerdo que cuando era un niño pequeño, tenía un muy buen amigo que se volvió contra mí y me rechazó. Estuve afligido durante meses después de aquello. Dejó una impresión indeleble en mi mente. Entonces comprendí por medio de la meditación cuánto había afectado a mis relaciones futuras con los demás un pequeño incidente como ese – siempre tuve un miedo tremendo al rechazo. Ni siquiera había pensado en ello hasta que ese recuerdo concreto no dejó de aparecer en mi consciencia durante la meditación. La mente racional sabe que es ridículo ir por ahí pensando en las tragedias de la infancia. Pero si siguen apareciendo en la consciencia cuando eres adulto, quizás os están intentando decir algo sobre las suposiciones que se formaron cuando eras niño.
Cuando empiezas a sentir recuerdos o miedos obsesivos surgiendo en la meditación, en vez de frustrarte o disgustarte por ellos, velos como algo a ser aceptado en la consciencia para que puedas desapegarte de ellos. Puedes organizar tu vida de tal manera que no tengas que fijarte nunca en estas cosas; entonces las condiciones para que surjan son mínimas. Puedes dedicarte a un montón de causas importantes y mantenerte ocupado; entonces estas ansiedades y miedos innombrables nunca se harán conscientes – ¿pero qué pasa cuando dejas ir? El deseo o la obsesión se mueve – y se mueve hacia el cese. Termina. Y entonces tienes el conocimiento intuitivo de que existe el cese del deseo. Así que el tercer aspecto de la Tercera Verdad Noble es: el cese ha sido comprendido.
Comprensión
Esto está para ser comprendido. El Buddha dijo enfáticamente: ‘Esta es una Verdad a comprender aquí y ahora’. No tenemos que esperar hasta que muramos para descubrir si todo es verdad – esta enseñanza es para seres humanos vivos como nosotros. Cada uno de nosotros tiene que comprenderla. Yo puedo hablarte sobre ella y animarte a hacerlo pero ¡no puedo hacer que la comprendas!
No pienses en ello como algo remoto o más allá de tus posibilidades. Cuando hablamos del Dhamma o la Verdad, decimos que está aquí y ahora, y es algo que podemos ver por nosotros mismos. Podemos dirigirnos a ella; podemos inclinarnos hacia la Verdad. Podemos prestar atención a cómo son las cosas, aquí y ahora, en este momento y este lugar. Eso es la atención: estar alerta y llevar la atención a cómo son las cosas. A través de la atención, investigamos el sentido del yo, este sentido de mí y lo mío: mi cuerpo, mis sentimientos, mis recuerdos, mis pensamientos, mis puntos de vista, mis opiniones, mi coche, mi casa y demás.
Mi tendencia era la autocrítica, así que, por ejemplo, con el pensamiento: ‘Soy Sumedho’, pensaba en mí mismo en términos negativos: ‘No soy bueno’. Pero escucha, ¿dónde surge eso y dónde cesa?… o ‘Soy mucho mejor que tú, estoy más realizado. Llevo viviendo la Vida Santa durante mucho tiempo, así que ¡debo ser mejor que cualquier de vosotros!’ ¿Dónde surge y cesa ESO?
Cuando hay arrogancia, vanidad o autocrítica – lo que sea – examínalo; escucha internamente: ‘Yo soy…’ Se consciente y estate atento al espacio antes de que piensas en ello; después piénsalo y date cuenta del espacio que le sigue. Mantén tu atención en ese vacío al final y mira a ver por cuánto tiempo puedes mantener tu atención en él. Mira a ver si puedes oír una especie de sonido de timbre en la mente, el sonido del silencio, el sonido primordial. Cuando concentras tu atención en eso, puedes reflexionar: ‘¿Hay algún sentido del yo?’ Ves que cuando estás realmente vacío –Dhamma : Pienso: ‘Esto es justo como es. Este cuerpo de aquí es simplemente de esta manera’. Puedo darle un nombre o no pero ahora mismo solo es de esta manera. ¡No es Sumedho! cuando solo hay claridad, alerta y atención – no hay yo. No hay sensación del yo y lo mío. Así que voy a ese estado vacío y contemplo el
No hay un monje buddhista en el vacío. ‘Monje buddhista’ es meramente una convención, apropiada al tiempo y al lugar. Cuando la gente te alaba y dice: ‘Qué maravilloso’, puedes verlo como alguien alabando sin tomártelo como algo personal. Sabes que no hay un monje buddhista ahí; es solo Eso (lo que es tal como es). Es así simplemente. Si quiero que Amaravati sea un sitio exitoso y es un gran éxito, soy feliz. Pero si todo falla, si nadie se interesa, si no podemos pagar la factura de la electricidad y todo se desbarata – ¡fracaso! Pero en realidad, no hay Amaravati. La idea de una persona que es un monje buddhista o un lugar llamado Amaravati – son solo convenciones, no realidades últimas. Ahora mismo es justo de esta manera, es justo como se supone que es. Uno no lleva el peso de tal lugar en sus hombros porque uno lo ve como realmente es y no hay nadie que esté involucrado en ello. El que tenga éxito o fracase ya no es importante de la misma manera.
En el vacío, las cosas son solo lo que son. Cuando somos conscientes de esta manera, no significa que seamos indiferentes al éxito o al fracaso y que no nos molestemos por hacer nada. Podemos aplicarnos. Sabemos lo que podemos hacer; sabemos lo que tiene que hacerse y podemos hacerlo de la manera correcta. Entonces todo se convierte en Dhamma, el modo en que son las cosas. Hacemos las cosas porque es lo que está bien hacer en este momento y este lugar en vez de por un sentido de la ambición personal o del miedo al fracaso.
El camino hacia el cese del sufrimiento es el camino de la perfección. La perfección puede ser una palabra bastante sobrecogedora, ya que nos sentimos muy imperfectos. Como personalidades, nos imaginamos cómo nos podemos atrever a siquiera entretenernos con la posibilidad de ser perfectos. La perfección humana es algo de lo que nadie nunca habla; no parece posible en absoluto pensar en la perfección respecto al ser humano. Pero un arahant es simplemente un ser humano que ha perfeccionado la vida, alguien que ha aprendido todo lo que se puede aprender a través de la ley básica: ‘Todo lo que está sujeto al surgir, está sujeto al cesar’. Un arahant no necesita saberlo todo sobre todo; sólo es necesario saber y entender completamente esta ley.
Usamos la sabiduría del Buddha para contemplar el Dhamma , el modo en que son las cosas. Tomamos Refugio en el Sangha, en aquello que está haciendo el bien y absteniéndose de hacer e mal. El Sangha es una cosa, una comunidad. No es un grupo de personalidades individuales o personajes distintos. La sensación de ser una persona individual o un hombre o una mujer ya no es importante para nosotros. Este sentido del Sangha es comprendido como un Refugio. Existe esta unidad de tal manera que, aunque las manifestaciones sean todas individuales, nuestra comprensión es la misma. Al estar despiertos, alerta y no apegados más, comprendemos el cese y moramos en el vacío donde todos nos fusionamos. No hay persona allí. La gente puede que surja y cese en el vacío, pero no hay persona. Solo hay claridad, consciencia, paz y pureza.