Practicando el Dhamma en la vida ordinaria: la generosidad

«La principal cuestión para muchas personas es cómo practicar la meditación en la vida cotidiana. Cómo practicar el Dhamma en la vida diaria. La práctica de la meditación normal en un retiro es principalmente un entrenamiento intensivo en un entorno muy estructurado. Es útil e importante, pero la verdadera práctica de la meditación, si la meditación debe ser de un valor real cualquiera, está en nuestra vida cotidiana».

Por Bhikkhu Yogavacara Rahula

yogavacara_rahula2La principal cuestión para muchas personas es cómo practicar la meditación en la vida cotidiana. Cómo practicar el Dhamma en la vida diaria. La práctica de la meditación normal en un retiro es principalmente un entrenamiento intensivo en un entorno muy estructurado. Es útil e importante, pero la verdadera práctica de la meditación, si la meditación debe ser de un valor real cualquiera, está en nuestra vida cotidiana.

En la vida diaria, todo el camino y otros aspectos de cultivar la mente tienen que asumirse y practicarse también. Es realmente en nuestra vida cotidiana, en nuestras situaciones cotidianas que necesitamos la habilidad y el entendimiento para enfrentarnos con todos los desafíos que surgen: todas las situaciones conflictivas, el caos, los altibajos diarios.

Debemos tener un plan de juego para encontrar y afrontar las contaminaciones que surgen dentro de nuestras mentes así como las reacciones negativas y las contaminaciones que vienen a nosotros de parte de otros. Tenemos que desarrollar las cualidades de la mente además de la meditación.

Muchas personas quieren meditar y encontrar paz mental. Pero algunas de esas personas no quieren cambiar realmente el resto de su estilo de vida. Quieren tener su pastel y comerlo, también -ser capaces de meditar y obtener los «beneficios», tal como la paz mental, y todavía ser capaces de hacer cualquier cosa que surja en su mente de acuerdo con sus caprichos y fantasías.

Pero en realidad el proceso no funciona así. Para la mayoría de nosotros, la mente que encontramos cuando nos sentamos a meditar -todos los estados que surgen, las emociones difíciles, otros estados mentales negativos, e incluso la condición de nuestro cuerpo- es básicamente la suma total de lo que hemos estado acumulando toda nuestra vida. Estas acumulaciones son las consecuencias de nuestros patrones habituales de toda la vida, el estilo de vida, e incluso de nuestros puntos de vista.

Existen prácticas, además de la meditación, que podemos cultivar para ayudarnos a llevar el Dhamma en nuestros patrones habituales, en nuestros estilos de vida, y en nuestros puntos de vista. Exploremos algunos de estos otros aspectos de la práctica del Dhamma que debemos poner en práctica en nuestra vida cotidiana así las situaciones apropiadas surgen.

Sabemos que la Segunda Noble Verdad es que la fuente del sufrimiento es el deseo y el apego, el deseo desenfrenado. Debido a esto, una de las principales prácticas en el Dhamma se llama Dana. Dana mediante la práctica de dar a o compartir con otros. Es un antídoto al apego, a aferrarse fuertemente, a agarrarnos de nuestras cosas. Encontramos esta avaricia y este apego en todo lugar. Nos aferramos firmemente a nuestras posesiones, no queremos dejarlas ir. El problema es, entre más tenemos, más se convierte en una carga. Pero la práctica de dar ayuda. Esta es un antídoto a la tacañería, y al compartir las cosas que tenemos con otros, o dejando ir nuestro propio egocentrismo egoísta, también ayudamos a abrir nuestra mente hacia la bondad y la compasión. Es un antídoto para el apego y el deseo.

El dar tiene formas diferentes. Se podría decir que hay grados de dar. Uno es llamado dar una mano. Con este grado de dar, se dan cosas porque la gente lo pide, o porque es presionado para hacerlo, o porque las personas están mirando. Pero también está aferrado con una sola mano. No quiere dar realmente, sino que, a regañadientes, lo hace. Suponga que un mendigo continúa fastidiándolo. Para deshacerse de él, usted le da algo. Si alguna vez ha viajado a India probablemente se ha encontrado con situaciones en las que los mendigos lo siguen alrededor como una sombra y no lo dejan ir hasta que finalmente les da algo. Esa es una forma de dar, de compartir con otros. Pero tiene un valor limitado, porque, desde luego, todo el espíritu de dar realmente se deja ir. Este dejar ir es de algún grado, pero no completamente.

El segundo grado de dar es dar amistosamente. Esto significa que da debido a que quiere dar. Se siente bien. No tiene presiones para ello. Siempre que ve a alguien en una situación de necesidad, si tiene bastante para usted, si tiene dos unidades de algo, lo ofrece con amistad. Si tiene dos plátanos y alguien tiene hambre, usualmente le da uno. Este es dar en una forma más elevada porque no es presionado para ello -viene de su propia amistad, y no se aferra con firmeza.

El tercer grado es llamado dar generosamente. En el dar generosamente, se da cualquier cosa en cualquier momento. Da la camisa de su espalda. Da el último alimento que posee a quien está más hambriento. Como no hay pensamiento alguno -da lo mejor que tiene. No hay espera alguna ni siquiera pensar en un «yo» involucrado en el dar.

Dar cosas materiales puede ser la forma más fácil de dar, especialmente si tiene más de lo suficiente. La mayoría de las personas, especialmente en Occidente, tienen más de lo suficiente. Tenemos armarios y garajes llenos de cosas; tenemos ropa que no usamos. Quizá nos despojamos de cosas una vez al año y las damos al Ejército de Salvación o la Caridad como una forma de dar y de generosidad. Desde luego, muchas veces, vaciamos nuestros armarios de cosas que no necesitamos porque tenemos que hacer sitio para más cosas que vamos acumulando. Dando objetos materiales, dando alimento, dando dinero a la caridad, éstas constituyen formas de dar o de compartir materialmente.

Otra forma de dar es ofreciendo nuestro tiempo. Esto va un poquito más profundo, porque el propio tiempo esta más cerca de su ego. Es muy fácil darle un dólar a un mendigo o algún alimento extra si tiene bastante, pero compartir su tiempo podría ser un poquito más difícil. Imagínese que su vecino viene y dice: «Oh, sabe, estoy realmente en un aprieto, en realidad necesito de su ayuda este sábado para ayudarme a pintar mi casa».

«¡El sábado! Oh, por dios. Es el partido de fútbol, el encuentro de fútbol. ¿Podemos hacerlo el domingo?» O, «Contrataré a mi sobrino. Le daré diez dólares y se lo enviaré para que le ayude».

Nos aferramos a nuestro valioso tiempo y a nuestro deseo de hacer solo lo que queremos. Dejar ir está en contra de nuestros propios deseos y el tiempo para ayudar a otra persona en la necesidad es una forma más profunda de dar.

Compartir nuestro conocimiento o talentos con otros es otra forma de dar. Todas estas formas de dar -desde lo material hasta lo mental- son formas de despojarse.

La meditación también es una forma de dar, de renunciar. En realidad se puede decir que meditar es la forma más elevada de dar, porque renunciamos a lo que sea que venga a través de nuestros sentidos, especialmente en la meditación atenta. Estamos renunciando al sonido que viene a nuestro oído, si es un sonido agradable o es un sonido molesto, solamente le dejamos surgir y desaparecer sin apego. Si nos aferramos a él, tratamos de dejarlo ir. Tratamos de dejar ir nuestros pensamientos, dejar que se vayan los dolores en nuestros cuerpos. Y, por supuesto, en última instancia, cada uno de nosotros trata de dejar ir el ego. Dejamos ir el sentimiento de yo para comprender el Dhamma no condicionado y la verdadera liberación de la mente. Para eso, incluso el sentido de yo tiene que dejarse ir.

Seguramente si no podemos dejar ir los objetos materiales, los objetos mentales, de emociones como la cólera, de otros estados negativos o incluso de estados positivos, entonces cuando llega el momento para ello, no seremos capaces de dejar ir el ego en la meditación, de hacer aquel salto cuántico a la experiencia no condicionada. Por lo tanto, la práctica de dar es un todo y la práctica en sí misma.

En nuestras vidas cotidianas puede encontrar muchas oportunidades para practicar el dar. Especialmente puede ofrecer su tiempo cuando alguien lo necesite, por ejemplo alguien en el trabajo dice: «¿Puede mostrarme cómo funciona este estúpido computador?» Muéstrele cómo hacerlo, o ayúdele a hacerlo, o dé de otros modos.

Existen tres fundamentos del Dhamma que pueden ayudarnos a practicar el dar. Ellos son Entendimiento Correcto, el primer aspecto del Noble Óctuple Sendero; Atención Correcta, el séptimo aspecto; Esfuerzo Correcto, el sexto aspecto. Estos tres trabajan juntos.

El Entendimiento Correcto comprende el egoísmo y la avaricia como estados negativos. La Atención Correcta asegura que cuando el egoísmo regresa o interviene, lo veamos; notamos cuando nuestras mentes se aferran fuertemente a algo. Habiendo estado atento al egoísmo y el apego como estados insanos de la mente, usamos el Esfuerzo Correcto para abandonarlos cuando surjan. Practicando el Esfuerzo Correcto, hacemos el esfuerzo de prevenir y abandonar los estados malsanos, el esfuerzo de cultivar y perfeccionar los estados sanos.


FUENTE:

Bhavana Society, Virginia Occidental, EEUU.


Traducido del inglés por Upasika para el Bosque Theravada © 2009

Edición de Bosque Theravada © 2009

Términos del uso del Bosque Theravada: Puedes copiar, reformatear, reimprimir, volver a publicar y redistribuir este trabajo a través de cualquier medio, siempre que (1) hagas que estas copias, etc. sean disponibles de manera libre de costo; (2) indiques claramente que cualquier derivación de esta obra (incluida la traducción) debe señalar como fuente éste documento e (3) incluyas el texto completo de esta licencia en cualquier copia o derivación de esta obra. Por lo demás, todos los derechos reservados.