El Discurso Correcto (samma-vaca, en pali) es uno de los pasos del Noble Óctuple Sendero enseñado por el Buda como el camino que lleva a la liberación de todo sufrimiento e insatisfacción. La «Correcta forma de hablar», como también se lo conoce, pertnece a la parte de la ética budista y el Ven. Piyadassi Mahathera analiza, en este artículo, lo que la misma signifca en la práctica.
Todas las religiones y filosofías abogan por moralidades o éticas de alguna clase u otra por el propio bienestar del hombre y por el bien de la sociedad en la cual vive. Estos códigos de conducta no son del mismo nivel o categoría, sino que varían. Lo que es la moralidad para unos, puede no ser así para otros; lo que uno condena como inmoral puede ser reconocido como moralidad por otro. Los principios de comportamiento sobre el bien y el mal dependen, de vez en cuando, del contexto de las diferentes personas en el mundo -sus condiciones geográficas, económicas, sociales, etcétera. En este sentido, los criterios de los principios de moralidad difieren.
Observe cómo si con paso del tiempo las personas parecen pensar que algunas moralidades establecidas por los maestros religiosos son anticuadas y, en su entusiasmo por una vida feliz, no vacilan en dejar de lado los principios de comportamiento si los consideran un obstáculo. Entonces adoptan nuevos modos de conducta que, más tarde, se convierten en convenciones, y una vez que esto ha ocurrido, nadie gusta de hablar mal de ellos. Sin embargo, hay muchos principios morales que toda la gente, independientemente del color, la raza o la religión, esperaría seguir.
El código moral que se enseña en el Budismo es muy amplio y variado, e incluso la función de la moralidad budista o sila es una y no muchas. Ésta es el control de las acciones verbales y físicas del hombre, su comportamiento; en otras palabras, pureza de discurso y acción. Todo el conjunto de moralidades en el budismo conduce a este final –el comportamiento virtuoso, aunque sila no es un fin en sí mismo, sino el medio para ayudar al samadhi o concentración. Samadhi, de otra parte, es el medio para la adquisición de panna, la sabiduría verdadera, que a su turno causa la liberación de la mente, el objetivo final de la enseñanza del Buddha. La virtud, la concentración y la sabiduría, por lo tanto, son una mezcla de las emociones del hombre y el intelecto. Es a ese fin al que el Maestro dirige a sus discípulos.
La actitud del Buddha hacia la vida no es simplemente racional, sino una realización práctica de todo lo que está bien –la perfección ética como la liberación mental. Esto implica que el Maestro quiere que nosotros cultivemos las emociones buenas y abandonemos las malas. El aspecto emocional debería desarrollarse aunque solo no nos conduzca a la liberación final. Las buenas emociones siempre deberían mezclarse con el entendimiento correcto. Entonces, es claro que la Virtud, la Concentración y la Sabiduría son los tres hilos de la cuerda que ayuda al hombre prudente a alcanzar el objetivo más alto y proclamar sus logros diciendo: ‘Lo que tuvo que habese hecho, se ha realizado’ (katam karaniyam). Así, el Dhamma guía al seguidor por la vida pura y correcta de comprensión para lograr la libertad de todo mal.
En este capítulo hablaremos del discurso correcto. En los dos siguientes capítulos, la acción correcta y el sustento correcto serán tratados respectivamente. Como estos tres están en el grupo de sila, todo el código de moralidad budista habla en el contexto del Óctuple Sendero, unas palabras pueden no estar en su sitio para explicar brevemente cómo los silas son expuestos en las escrituras budistas.
La emancipación final, el objetivo más alto en el budismo, no se logra de inmediato. Es un proceso gradual, un entrenamiento gradual. Como a menudo los discursos lo indican, la pureza mental se gana después de un entrenamiento cuidadoso en el comportamiento virtuoso. La pureza mental y los logros no son posibles sin la pureza moral. El Buddha exhorta a sus discípulos primero a establecerse en la virtud o hábitos morales antes de entrar en el camino de la meditación y la sabiduría [1]. De ahí la necesidad de comenzar a partir del mismo principio. El punto de partida en la Dispensación del Buddha es sila, el comportamiento virtuoso. Siendo soportado sobre la tierra firme de sila se debería procurar dominar la mente cambiante.
El Buddha indica a sus discípulos los modos de vencer el comportamiento verbal y físico malsano. Habiendo domesticado su lengua, habiendo controlado sus acciones corporales y haber purificado su cuerpo en cuanto al modo de ganarse la vida, el discípulo se establece así en los hábitos morales (silava). De esta forma, se entrena a sí mismo en los preceptos esenciales de refrenamiento observándolos escrupulosamente y viendo el peligro en el defecto más leve [2]. Mientras se refrena a sí mismo de palabra y obra, procura proteger las puertas de los sentidos [3], pues si carece de control sobre sus sentidos los pensamientos malsanos son obligados a llenar su mente. Viendo una forma, escuchando un sonido y así sucesivamente, no se aferra ni repele los objetos de tal sentido, sino que mantiene el equilibrio, dejando de lado todos los gustos y disgustos. Este control de los sentidos se toma con entusiasmo.
Se alimenta con moderación [4] y atención; no por autoindulgencia, no para embellecer el cuerpo, sino para mantenerlo ileso para vivir la vida santa (brahma cariya). Se dedica a la vigilia [5] y a limpiar su mente de corrupciones [6]. Este comportamiento o modo de vida se aplica al monje y no al laico.
Ahora, si el discípulo es serio y atento avanzará sin vacilar y comenzará la tarea más difícil de la meditación, obtener una calma concentrada (samatha) al tomar el objeto que satisface su temperamento [7] y continuando sin detenerse. Gradualmente, poco a poco, de momento a momento [8], purifica su mente venciendo los obstáculos [9] que obstruyen la meditación. De este modo, se esfuerza con atención en controlar su mente cambiante. Con su discurso, acciones y órganos sensoriales subyugados y su mente bajo control, ahora obtiene el dominio de sí mismo. Así se entrena a sí mismo en la Virtud y la Concentración (sila-sikkha y samadhi-sikkha), ahora trata de alcanzar la verdadera Sabiduría o Introspección mediante la observación de las cosas como realmente son (yathanhutam). Ver las cosas como son implica, como discutimos antes [10], ver lo transitorio, lo insatisfactorio y la naturaleza de no-yo de todos los objetos condicionados y compuestos. Para un discípulo meditativo del Buddha el ‘mundo’ no es un mundo externo o empírico, sino el cuerpo humano con su conciencia. Es el mundo de los cinco conglomerados del apego. Esto es lo que trata entender como lo efímero, lo insatisfactorio y lo no-yo o no-alma. Es a este mundo de cuerpo y mente al que el Buddha se refería cuando le dijo a Mogharaja: ‘Siempre atento, Mogharaja, mire el mundo como vacío (sunna) –habiendo abandonado la noción de un yo [11];- así puede vencer a Mara (la muerte)’.
Ahora, cuando un discípulo se entrena así en la sabiduría (pannasikkha) entiende correctamente, ‘de lo que es transitorio no merece regocijarse, no es digno de respeto, no merece apegarse’ [12].
No considera los cincos agregados del apego, los cinco órganos sensoriales y sus objetos del sentido correspondientes como ‘míos’, como ‘mi’ o como ‘mi ego’ y entiende la advertencia del Maestro:
‘Lo que no es de ustedes, monjes, no lo tomen; el dejarlo de lado será por su bien y su bienestar. ¿Qué, monjes, no es de ustedes? El cuerpo, monjes, no es de ustedes, déjenlo de lado; el dejarlo de lado será por su bien y su bienestar. La sensación no es de ustedes… La percepción no es de ustedes… las formaciones volitivas no son de ustedes… la conciencia no es de ustedes, déjenla de lado; el dejarla de lado será por su bien y su bienestar [13]‘.
Las cosas se comprenden tal como realmente son, comprendiendo la verdadera naturaleza de los cinco agregados del apego, ‘vive independiente, sin apegarse a algo en el mundo’ [14] – el mundo de los agregados y de los sentidos- y vive experimentando la dicha del Nirvana, la Felicidad Suprema. Esto, en breve, es el camino por el cual el noble (ariyan) discípulo mediante el entrenamiento gradual logra su objetivo.
El lector notará que en esta auto-purificación y dominio de sí mismo para la liberación final, mediante el entrenamiento gradual, no existe obligación o coacción alguna a una entidad externa, no hay recompensas ni castigos por lo hecho o no hecho; ninguna absolución mediante agua bendita [15], ni ofrecimientos a deidad alguna, ni adoración de dioses, al sol o al fuego. ¿Y por qué? Porque la pureza y la impureza dependen de uno mismo. Las cosas externas animadas o inanimadas no pueden y no conceden la purificación y la liberación.
‘Ni la desnudez ni el pelo enmarañado, ni la suciedad, ni el ayuno, ni la mentira sobre la razón, ni el polvo y el hollín ni agacharse, pueden purificar un ser que todavía está perplejo’ [16].
Ahora entramos en detalle con respecto a sila, el código budista de moralidad. En el primer discurso del Digha Nikaya, otra colección original en pali, encontramos una cuenta muy larga y exhaustiva de silas de la cual no hablaremos aquí.
Entre los elementos de recto comportamiento los más bajos son pancasila, los cinco preceptos para el entrenamiento, el A B C de la ética budista. Los principios básicos para el seguidor laico.
Estos son:
1. Asumo el precepto de entrenamiento para abstenerme de matar a cualquiera que respire [17].
2. Asumo el precepto de entrenamiento para abstenerme de tomar lo que no es dado.
3. Asumo el precepto de entrenamiento para abstenerme de la conducta sexual incorrecta.
4. Asumo el precepto de entrenamiento para abstenerme de hablar falsamente.
5. Asumo el precepto de entrenamiento para abstenerme del licor que causa intoxicación y desatención.
Sir Edwin Arnold en La Luz de Asia asienta los cinco preceptos en estas palabras:
‘Matar no –por el bien de la compasión- no sea que matéis
La cosa más insignificante en su camino ascendente.
De libremente y reciba, pero no tome de nadie
Por avaricia, o fuerza, o fraude, lo que es propio.
No tenga falsos testimonios, no difame ni mienta;
La verdad es el discurso de pureza hacia el interior.
Evite las drogas y bebidas, que conducen al abuso del ingenio;
Mentes claras, cuerpos limpios, no necesitan jugo de Soma [18].
No toque a la esposa de su vecino, ni se comprometa
con los pecados de la carne ilícita e inadecuada’.
Estos silas deben ser guardados y trabajados en la vida diaria, no son para la mera repetición, para la falsa alabanza o para aplicarlos a otros.
‘Quien conoce los preceptos de memoria,
Pero falla en practicarlos,
Es como quien enciende una lámpara
Y luego cierra los ojos’ [19].
El budismo no exige al seguidor laico todo lo que se espera que un miembro de la Orden observe. Pero si es monje o laico, los hábitos morales son esenciales para avanzar en el camino. Quien espera hacerse budista meditante la toma de los tres refugios [20], al menos, observa cinco preceptos básicos que son el punto de partida en el camino. No están restringidos a un día o lugar en particular, sino que están para ser practicados en todas partes durante la vida, siempre. Existe también la posibilidad de que siendo violados por todos salven a los que han alcanzado al menos la primera etapa de la santidad (sotapatti). Sin embargo, cuando ocurre una transgresión es inútil arrepentirse por las debilidades y defectos, ya que el arrepentirse no sirve o ayuda a uno mismo u otros. Esto solo molestará la mente. De nuevo, puede ser observado que de acuerdo con el budismo la maldad no sea considerada como un ‘pecado’, al ser esa palabra ajena a la enseñanza del Buddha. No hay tal cosa como ‘quebrantar las leyes del Buddha’, ya que el no fue un legislador o un árbitro que castigaba el mal y recompensaba las buenas acciones de los seres, de ahí que no haya arrepentimiento, dolor o pesar alguno por el ‘pecado’. Quien realiza el acto es responsable de sus acciones; sufre o disfruta de las consecuencias, y ésta es su preocupación, hacer el bien o ser un infractor. También debe declararse que todas las acciones, sanas o malsanas, no necesariamente maduran. El kamma bueno puede suprimir el mal kamma y viceversa.
Como lo muestra claramente la fórmula, no existen leyes o mandamientos. Voluntariamente promete observar los preceptos de entrenamiento y no hay obligación o coacción alguna; usted mismo es el responsable de sus acciones. Si usted viola aquello con lo que se ha comprometido a mantener, es muy necesario que luego haga la firme determinación no de repetirlo sino de corregir su debilidad y tratar de esforzarse para que no ocurra otra vez. Un pensador cuidadoso debería comprender que el único objetivo de guardar estos preceptos es el de entrenarse, controlar los impulsos, las malas inclinaciones y las malas acciones, para así pavimentar el camino hacia la purificación y la felicidad, dar seguridad a la sociedad y fomentar la cordialidad. Bajo el análisis cercano sabemos que la observancia de estos preceptos es el único modo de disminuir nuestra lujuria (avaricia), odio e ilusión, las causas que originan todo el mal en la sociedad. Por ejemplo, el primer precepto no puede ser transgredido sin entender los pensamientos de odio y crueldad, en el caso del tercero este es expresamente la lujuria, el segundo y el cuarto pueden deberse tanto a la avaricia como al odio, y el quinto a la avaricia, mientras la ilusión está detrás de los cinco preceptos.
Es importante notar que tomar licor embriagante genera ilusión. Esto previene del pensamiento claro, disminuye el poder de razonamiento y causa negligencia, encaprichamiento y una gran cantidad de otros males. Un bebedor no es responsable de sus acciones y puede cometer cualquier crimen. De ahí que, la violación de este precepto pueda conducir al hombre a quebrantar todo lo demás. Dice el Buddha:
‘Abandona esta base de todo mal
Que conduce a la locura,
Al abuso de la mente’ [21].
Ahora, uno puede argumentar que beber con moderación es inofensivo, pero existe un refrán:
‘Primero un hombre toma un trago,
Luego el trago toma un trago,
Luego el trago toma al hombre’.
Y entonces es mejor tener en cuenta la advertencia del Buddha: ‘Estar atento, autocontrolado y sereno’. Evitemos las drogas y bebidas que ciegan tanto a las verdades de la vida como al camino de la liberación.
Recuerde que los preceptos tercero y quinto tienen cierta afinidad, se apoyan el uno al otro y ambos traen ‘placer’ (rasassada). En ocasiones en el Canon Pali es omitido el quinto precepto, incluyéndolo así en el tercero como en el caso del código moral mencionado en Óctuple Sendero. Entonces existen diez ‘preceptos, o elementos para entrenar’ que son propuestos a los novicios (samaneras) [22]. Están formados añadiendo cinco a los ya mencionados [23]. Ellos son:
6. Asumo el precepto de entrenamiento para abstenerme de comer inoportunamente.
7. Asumo el precepto de entrenamiento para abstenerme del baile, el canto, la música e espectáculos impropios.
8. Asumo el precepto de entrenamiento para abstenerme de usar guirnaldas, perfumes, cremas de belleza, y adornos.
9. Asumo el precepto de entrenamiento para abstenerme del empleo de sofás altos y lujosos.
10. Asumo el precepto de entrenamiento para abstenerme de aceptar oro y plata
Existen también los ocho preceptos de entrenamiento observados por los seguidores laicos durante días especiales, los que están cerca de la luna llena o los días de luna nueva, etc. son conformados mediante la combinación del séptimo y el octavo, y omitiendo el décimo.
Una persona que guarda los preceptos es, en palabras del Buddha, un hombre bueno o digno (sappurisa), y si además anima a otros a observarlos, es todavía más digno [24].
En el Noble Óctuple Sendero, bajo el factor de discurso correcto, se mencionan cuatro abstenciones: abstención de la falsedad, difamación, discurso áspero, y conversación ociosa.
Aunque estos preceptos de entrenamiento son redactados negativamente, no se debería pensar que el código de conducta budista es una mera prohibición negativa. Primero es necesario quitar los hierbajos y preparar el campo antes de la siembra. De igual forma, es muy necesario para el hombre primero esforzarse en purificar su discurso y acciones corporales y luego hacer el bien. Debemos admitir que nuestra mente a menudo es corrompida por pensamientos malsanos. Esto se quema con los tres fuegos de avaricia, odio e ilusión y es un estado malsano. Naturalmente las manifestaciones de tales pensamientos malsanos en la forma de actos verbales y físicos, no pueden ser sanas, de ahí la necesidad de primero contener el mal, de abstenerse del comportamiento holgazán. La abstención impulsa al hombre a hacer el bien, ser puro en el discurso y la acción. A menudo las personas que son cariñosas haciendo mucho bien a otros, no encuentran difícil abstenerse de hacer ciertas cosas impropias. Esto necesita una gran fortaleza mental, esfuerzo y determinación. De otra parte, es debido a la compasión y a la simpatía de alguien, las cuales no son virtudes negativas, que uno se abstiene de dañar a otros y de mentir, debido al amor de alguien por la verdad, etcétera.
Un lector cuidadoso de los discursos del Buddha encontrará que el Maestro también había establecido los cinco preceptos en términos positivos así:
‘Dejando de matar, el se abstiene de tomar la vida de cualquier criatura viva; el hecho de dejar de lado palo y espada, modesto y misericordioso, el vive gentil y compasivo hacia todas las criaturas vivas. Absteniéndose de tomar lo que no es dado, tomando (solo) lo que es dado… el mora purificado de las tendencias abusivas. Dejando la difamación… él vive en reconciliación con la oposición, y fortaleciéndose en aquellos que son amistosos, encantadores y se alegra en la concordia, pronuncia palabras conducentes a la reconciliación. Dejando el discurso rudo, dice lo que es apacible, complaciente al oído, cariñoso… dejando la conversación ociosa, él habla en el momento adecuado de acuerdo con los hechos, al propósito, de acuerdo a la doctrina (Dhamma) y la disciplina, las palabras dignas de atesorarse (en el corazón), convenientes, apropiadas, distinguidas y en el punto’ [25].
Así vemos cómo el Maestro también acentúa el aspecto positivo del lenguaje inequívoco. El esfuerzo, dirigido con sinceridad en el camino de la purificación, no obstante, no desecha momento alguno en la especulación improductiva, sino que en ‘la amonestación y la incitación a sí mismo, sigue la señal que indica el camino’ [26].
No existe vaguedad alguna en la enseñanza del Buddha. Conociendo el mal como mal y el bien como bien, ¿por qué debería uno vacilar en evitar lo incorrecto y andar sobre el camino correcto? Para el budista abandonar el mal y hacer el bien es inevitable si ha entendido la enseñanza de su Maestro:
‘Abandonando por completo el mal,
Cultivando el bien
Limpiando la mente
Esta es la enseñanza del Buddha’ [27].
Como lo indica este muy importante verso, antes de hacer el bien, es esencial cesar (de hacer) el mal. Cuando un hombre ha hecho ambas cosas, y así ha se ha fortalecido en el comportamiento moral, puede entonces, si quiere, intentar la tarea más difícil de disciplinar su mente a través de la meditación. El intento, sin embargo, con el fin de entrenar la mente, sin un trasfondo moral, sin la moderación del comportamiento, es una mera esperanza e imaginación que nunca podrá ser realizada.
El Noble Óctuple Sendero, en el Budismo, es la primera y única forma de purificarse. Dice el Buddha:
‘Acción [28], conocimiento [29], Dhamma [30], y vida de noble moral, es mediante éstos que los seres son purificados, no por el linaje ni por la riqueza’ [31].
‘Independientemente de lo que haya de malo, conectado con el mal, que pertenece al mal –todo se deriva de la mente (literalmente, la mente precede a todos ellos: manopubbangama).Independientemente de lo que hay de bueno, conectado con el bien, que pertenece al bien –todo se deriva de la mente’ [32].
‘Cuando la mente o el pensamiento está protegido, la acción corporal también está protegida; la acción verbal también está protegida’.
‘Cuando la mente está indefensa, la acción corporal también está indefensa, la acción verbal también está indefensa’ [33].
El origen de todas estas acciones es la avaricia, la aversión y la ilusión o no-avaricia, no-rencor y no-ilusión. Las acciones realizadas bajo la influencia del primer trío no son provechosas, son censurables, su resultado es el dolor y conducen a futuras acciones, no al cese de la acción. Las acciones bajo la influencia del segundo trío son provechosas y loables, traen felicidad y conducen al fin de futuras acciones, no al surgimiento de esas [34].
Así existen tres formas de hacer el bien y el mal condicionadas por tres diferentes factores mentales, y ellos crean resultados o reacciones conformes al acto realizado. En este caso, la mente puede ser comparada a un embalse que necesita atención para mantener el agua intacta y pura. Si se descuida el embalse y el agua llega a contaminarse, el hombre que beba del grifo está en problemas. Si, sabiendo que el agua es mala, mantiene el grifo cerrado, no sufrirá aun cuando el embalse esté contaminado. Como no puede mantener el grifo cerrado para siempre, es su deber que el embalse sea cuidado de modo que pueda conectar el grifo y beber agua. La mente del hombre, que se parece al embalse, tiene dos salidas, el habla y la acción física. Lo que está en la mente se fuga por estas salidas. Si los pensamientos son puros, su poseedor experimenta buenos resultados; si son impuros experimenta resultados malsanos. Si se abstiene de permitir a los malos pensamientos escapar por los dos canales, su discurso y acción corporal no estarán contaminados, ya que aquellos dos canales estarán bien cerrados, sin embargo, la mente, el embalse, está sin protección. Debe hacer un esfuerzo genuino por observar su mente de modo que su contenido no sea contaminado, y para esto necesita de la meditación o de la concentración. Aunque su mente esté concentrada, recogida y protegida, de todas formas no se encuentra en un estado seguro, entonces necesita sabiduría, conocimiento perspicaz, mantenerla libre de contaminación. Una vez que ha logrado esto su mente es inmune a todas las corrupciones, contaminación y polución.
De este símil es posible entender que aunque sila o el comportamiento virtuoso que protege las acciones verbales y físicas sea el punto de partida del Camino, sin embargo, es igual de esencial para el desarrollo del hombre y la purificación.
Con esta breve introducción general al código de moralidad budista, consideremos ahora el discurso correcto. Que cosa tan maravillosa es el discurso, una sola palabra puede cambiar la perspectiva entera de un hombre hacia lo bueno y lo malo. ¿No somos realmente afortunados por este regalo que es negado a los animales? Ahora, pocos de nosotros gustan de usarlo para su propio bienestar y el de otros. Muchos problemas y malentendidos podrían evitarse sólo si las personas estuvieran más atentas y apacibles en lo que dicen y más acertadas y sinceras en lo que escriben.
El habla es un regalo de gran valor a través del cual podemos expresar pensamientos e ideas que pueden ser compartidos con otros. Pero si a la lengua, que es deshuesada y flexible, se le permite hacerse rebelde, esto puede causar estragos. ¿No es la responsable de muchas disputas y problemas de riñas entre familias hasta guerras entre naciones? Si el hombre pudiera domesticar su lengua, ¿no sería el mundo un mejor lugar para vivir?
El habla no debería estar dominado por pensamientos malsanos – por la avaricia, la cólera, los celos, el orgullo, el egoísmo, etcétera. Seguramente muchas conversaciones impiden la calma y el correcto pensamiento, y una lengua fácil conduce a los cuatro tipos de conversación incorrecta. Dice el Buddha: “Monjes, existen cinco desventajas y peligros en el discurso parlanchín: el hablador simplista pronuncia falsedades, difamaciones, pronuncia palabras duras y ociosas, y después de morir, renace en un mal estado de existencia [35].
1. En el contexto del discurso correcto la primera virtud es abstenerse de la falsedad y hablar la verdad. Tal como una persona, como dice el Metta sutta, es directa, más bien transparentemente directa (uju, saju) [36]. “Es sincera, correcta y seria. No se aparta de la verdad para ganar fama o el favor de otro. Puede parecer estricta, pero ‘la verdad es una, para eso no hay segundo” [37]. ‘El Buddha no dijo una cosa un día y lo contrario al siguiente’ [38]. ‘Debido a que él habla tal como actúa y actúa tal como habla, le llaman el Tathagata’ [39]. El Maestro también es conocido como Saccanama, ‘cuyo nombre es la Verdad’.
El Buddha fue muy enfático con respecto a este mal de la mentira, de modo que en su primera lección al pequeño Rahula, el novicio de 7 años [40], parece haber sido sobre la inutilidad de la falsedad (sabemos que los niños de tierna edad, deliberadamente o no, a menudo hablan falsamente).
Una vez el Bendito visitó al pequeño Rahula. Éste consiguió un asiento y agua para lavarle los pies. El Maestro lavó sus pies y se sentó. El pequeño Rahula rindió reverencia al Bendito y se sentó a un lado. Entonces, el Maestro, que había vertido un poco de agua en un recipiente, dijo:
– ¡Ves, Rahula, esta pequeña cantidad dejada en el recipiente?
– Si, venerable señor.
– Aún así, Rahula, insignificante es el estado de ermitaño para aquellos que no se avergüenzan de mentir.
Entonces habiendo el Maestro tirado el agua se dirigió al novicio:
– ¿Notas, Rahula, la pequeña cantidad de agua tirada?
– Si, venerable señor.
– Así, Rahula, desechadp, de hecho, es el estado del ermitaño para aquellos que no se avergüenzan de mentir.
Entonces el Maestro volcó el recipiente de agua y se dirigió al novicio:
– ¿Ves, Rahula, este recipiente que ha sido volcado?
– Si, venerable señor.
– Así, Rahula, volcado, es el estado de ermitaño para aquellos que no se avergüenzan de mentir.
Entonces el Maestro habiendo colocado bien el recipiente se dirigió al novicio:
– ¿Ves, Rahula, este recipiente de agua que está desocupado, vacío?
– Si, venerable señor.
– Así, Rahula, desocupado y vacío es el estado de ermitaño para aquellos que no se avergüenzan de mentir… Así, Rahula (citando al símil de un elefante de un rey), de alguien que no se avergüenza de mentir, yo digo que no existe mal alguno que él no pueda hacer. Por que, Rahula, de esta forma, de hecho, debería entrenarse: ‘Ni incluso por diversión querría yo decir una mentira” [41].
2. Difamación o comadrear (pusinavaca) es el siguiente mal que la lengua puede cometer. La palabra en pali literalmente significa ‘rompimiento del compañerismo’. La difamación de otro es el más peor al implicar la fabricación de una falsa declaración con la intención de dañar la reputación de alguien. El calumniador a menudo comete dos crímenes simultáneamente, dice lo que es falso porque su informe es falso y luego murmura.
En la poesía en sánscrito el murmurador es comparado con un mosquito que aunque es pequeño es nocivo. Este viene cantando, se instala en usted, extrae sangre y puede, si es una hembra, provocarle malaria. De nuevo, las palabras del chismoso pueden ser dulces como la miel, pero su mente está llena de veneno.
Déjenos entonces evitar el chisme y la difamación, que destruyen la amistad. En vez de causar problemas hablemos con palabras que hagan la paz y la reconciliación [42]. En vez de sembrar la semilla de la disensión, traigamos la paz y la amistad a aquellos que viven en discordia y enemistad. ‘Esté unido; no discordia’, dijo el Buddha. ‘La concordia sólo es recomendable’ (‘samavayo eva sadhu’) [43] fue escrito por Asoka en una roca. Ya que dependemos el uno del otro, debemos aprender a vivir juntos en paz, amistad y armonía.
3. La siguiente virtud es abstenerse de las palabras duras y ser agradable y cortés. Lo que decimos puede traernos beneficio o pérdida, bendición o culpa, buena o mala reputación, miseria o felicidad. Una palabra apacible puede derretir al corazón más duro, mientras que una palabra dura puede causar una agonía impronunciable.
Deberíamos pensar dos veces antes de hablar mal sobre alguien, ya que ello es una tentativa a dañar su carácter, su buen nombre. Pero esto no tiene importancia si, elogiando al otro, ligeramente sobrepintamos la imagen, ya que esto no conduce a un carácter desagradable y a la envidia. Como dice el Buddha:
‘En la boca de un hombre un hacha crece
Con la cual los tontos se cortarán
Cuando pronuncian malas palabras’ [44].
En el tiempo del Buddha un festival llamado “El Inocentón” (Balamakkhatta) en ocasiones era llevado a cabo, en el cual sólo el ingenuo participaba. Durante una semana untaban sus cuerpos con cenizas y estiércol de vaca y deambulaban abusando y gritando toscamente a la gente. Incluso amigos, parientes, ascetas y monjes no eran pasados por alto. Las personas podían arrojar cobre para liberarse de ellos. Los seguidores devotos del Buddha le suplicaron al Maestro que no entrara en la ciudad hasta que el festival hubiese terminado. Entonces el Buddha dijo: ‘Los tontos y no-instruidos son ofensivos de esa forma, pero el sabio cultiva la atención y alcanza el Nibbana Inmortal’ [45].
El habla de un hombre indica su carácter. Una palabra dura, un gesto displicente, una sonrisa deshonesta, puede convertir a un hombre bondadoso en un criminal, a un amigo en enemigo.
‘No hablar duramente a nadie,
Para aquellos abordados replicará;
Dolorosa es la conversación vengativa,
Pueden recibirse los golpes a cambio’ [46].
Una de las antiguas historias del Bodhisatta cuenta cómo el detestaba a su buena madre por el discurso áspero. Se dice que ella era grosera y mal hablada, pero que su hijo, conciente de la debilidad, no quería lastimarla hablando demasiado claro. Un día el Bodhisatta, quien era el rey de Benarés, fue al parque con su madre y criados. En el camino un arrendajo azul gritó tan discordantemente que todos cubrieron sus oídos y gritaron: ¡Que llamado tan duro, que chillido! No permitan que oigamos esto de nuevo’. Ahora sucedió que más tarde cuando el Bodhisatta daba un paseo con su madre y criados, un cuco indio llamaba tan dulcemente que la gente estaba feliz y esperaba a que cantara otra vez.
Este fue el momento por el cual el Bodhisatta había estado esperando. Dijo: ‘Madre querida, el llanto del arrendajo era espantoso y cubrimos nuestros oídos más bien que escucharlo. Nadie se deleita en el lenguaje ordinario. Aunque oscuro y sin belleza el cuco ganó el amor y la atención de todos con su llamado agradable. El discurso de alguien, por tanto, debería ser amistoso y sereno, tranquilo y lleno de significado…’. Así, exhortada por su hijo, la madre llegó a ser refinada en su habla y elegante en sus maneras [47].
El discurso placentero y cortés atrae y es un activo para la sociedad, aún cuando a menudo la belleza es estropeada por la conversación grosera. ‘El lenguaje del corazón, el lenguaje que viene del corazón, es siempre simple, cortés y lleno de poder’ [48].
4. La cuarta y última virtud concerniente al discurso correcto es abstenerse de hablar frívolamente o chismorrear el cual no trae beneficio alguno a nadie, en ninguna parte. Las personas son demasiado aficionadas a la conversación ociosa, de menospreciar maliciosamente a otros. Los periódicos en sus columnas de chismes son bastante malos. Hombres y mujeres con el tiempo sobre sus manos se complacen con la conversación continua, divirtiéndose ellos mismos a costa de otros. Como dijo J. L. Hollar: ‘El chisme siempre es una confesión personal de maldad o imbecilidad. Es un bajo, frívolo y, muy a menudo, un negocio sucio en el cual los vecinos se convierten en enemigos vitalicios’. El consejo de oro del Buddha es: ‘Cuando ustedes, monjes, se hayan reunido hay dos cosas que pueden hacer, conversar sobre el Dhamma (la Doctrina) o mantener el noble silencio’ [49].
El Buddha fue muy crítico de la conversación ociosa, el escándalo y el rumor ya que perturban la serenidad y la concentración. ‘Mejor que mil oraciones –un revoltijo de palabras sin significado- es una frase sensible escuchada de alguien pacífico’ [50].
Un sabio a veces es llamado por la palabra en pali muni que significa aquel que se mantiene en silencio. Si. ‘el silencio es oro’ así que no hable si no está seguro de que pueda superar al silencio.
‘Hablar mucho es fuente de peligro,
A través del silencio la desgracia es evitada.
El loro hablador en una jaula es encerrado,
Mientras que los pájaros que no pueden hablar vuelan libremente’ [51].
‘Uno no se convierte en un hombre sabio solamente hablando mucho [52]; ni es versado en la Doctrina (dhammadara) porque se hable mucho’ [53]. Y no sea que se malinterprete el silencio del muni, el Buddha dice también: ‘Mantenerse en silencio no lo convierte al tonto ignorante en un sabio, (muni)’ [54].
En conclusión escuchemos el discurso sobre ‘El Buen Discurso’ [55]:
‘El bueno dice:
- El Noble discurso es acertado,
- Hablar sobre el Dhamma, no del a-dhamma [56];
- Decir lo que es placentero, no lo no-placentero;
- Hablar sobre lo que es verdad, no mentir;
Pronunciar sólo palabras que no traigan remordimiento
Ni hieran a otros. Ese el buen discurso, por cierto.
La verdad es un discurso inmortal, es una ley antigua.
En la verdad, el bien y los sabios del Dhamma son establecidos.
Las palabras del Buddha de paz al Nibbanna conducen,
Al fin del sufrimiento. Tales palabras son muy buenas’.
NOTAS:
[2] Patimokkhasamvara, N. 107.
[7] Para temperamentos y sujetos de meditación ver capítulo 14.
[11] Attanuditthimuhacca, lit. extraer, remover de un atta, ego o alma. Sn.
[14] Satipatthana Sutta, ver capítulo 13.
[16] Dhp. 141. Aún hoy día en India uno encuentra personas que siguen este tipo de prácticas inútiles de purificación.
[18] Soma, ‘nombre de la planta avestan ahoma, el jugo del cual fue el ingrediente más importante en las ofrendas de sacrificios védicos y formaba la bebida de los dioses’.
[19] Citado en Tibetan Yoga and Secret Doctrine editado por W.Y. Evans-Wentz (Londres, 1935), pá. 65.
[20] Para la fórmula ver el capítulo 1.
[22] Un samanera es aquel que ha entrado a la Orden, pero aún no es un bhikkhu, un monje adulto, que observa los preceptos esenciales (patimokkha) que son 220 (227) en número. Ver Vin. Suttavibhanga, o Libro de Disciplina, I. B. Homer, Partes 1, 2, 3, P.T.S. Un novicio no observa el vassa, los tres meses de lluvia, Julio-Octubre, el cual se espera que el bhikkhu observe. Un novicio se hace bhikkhu u obtiene la ordenación más alta a la edad de 20 años. Pero, algunas veces, la edad por si sola no es suficiente. Si carece de inteligencia, no ha estudiado el Dhamma y el Vinaya lo suficiente para llevar la vida como bhikkhu, etc., no es un candidato apropiado. Ver también el capítulo 8.
[23] El tercer precepto, sin embargo, es cambiado a: ‘Emprendo el precepto que entrena en la abstención de la castidad (abrahmacariya)’.
[25] M. 27, 38, 51, D. 1 y passim
[28] Acción o kamma aquí significa volición o el deseo por el Camino (maggacetana), Com.
[29] Vijja, esa es la sabiduría para el Camino. Com.
[30] Dhamma aquí indica concentración (samadhi), Com. Este stanza en resumen habla de la división en tres partes del Camino: Virtud, concentración y sabiduría a través del cual la humanidad gana la purificación verdadera.
[34] A. i. 263, sutta 107, 108.
[38] ‘Advejjhavacana Buddha, Bv. p. 12 verso 110: cf. A. iii, 403 ‘Como, cuando he declarado definitivamente eso, ¿puede existir una alternativa (dvejjham)?
[40] Él se unió a la Orden a la edad de 7 años.
[48] C. N. Bovee, Wisdom of Ages, pág. 374.
[51] Ver “Tibetan Yoga and Secret Doctrine”, pág. 61.
[56] Dhamma aquí implica el discurso lleno de significado y libre de chisme: a-dhamma es su parte contraria.
Fuente:
http://www.buddhastation.org/english/book/buddha%20ancient%20path/p9.doc
Traducido del inglés y editado por Upasika para el Bosque Theravada © 2009.
Corregido por Isidatta
Edición de Bosque Theravada © 2009
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