El corazón y la mente

Del libro «No Ajahn Chah: Reflexiones«, del venerable Ajahn Chah.

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Solamente un libro vale la pena leer: el corazón

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El Buda nos enseñó que cualquier cosa que inquiete a la mente durante nuestra práctica da en el blanco. Las impurezas son inquietantes. ¡No es la mente la que se inquieta! No sabemos lo que son nuestras mentes e impurezas. Cualquier cosa con la que no estemos satisfechos, sencillamente no queremos saber nada con eso. Nuestro modo de vivir no es dificultoso. Lo que es difícil es no estar satisfecho, no armonizarnos con ello. Nuestras impurezas son lo dificultoso.

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El mundo se halla en un estado de ajetreo febril. La mente cambia de gusto a disgusto con el ajetreo febril del mundo. Si podemos aprender a aquietar la mente, esto será la mayor ayuda para el mundo.

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Si su mente es feliz, entonces usted es feliz en cualquier lugar al que vaya. Cuando la sabiduría se despierte dentro de sí, verá la Verdad dondequiera que mire, en todo lo que hay. Es como cuando usted aprendió a leer —usted ahora puede leer dondequiera que va.

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Si usted es alérgico a un lugar, será alérgico a todos los lugares. Pero no es el lugar externo el que le está causando problemas. Es el «lugar» dentro suyo.

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Preste atención a su propia mente. El que acarrea cosas sostiene cosas, pero el que sólo las observa sólo ve la pesadez de las mismas. Deshágase de las cosas, suéltelas y encuentre claridad.

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La mente es intrínsecamente tranquila. La ansiedad y la confusión nacen fuera de esta tranquilidad. Si uno observa y conoce esta confusión, entonces la mente se tranquiliza una vez más.

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El budismo es una religión del corazón. Sólo eso. El que practica el desarrollo del corazón practica budismo. 

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Cuando la luz es tenue, no es fácil ver a las viejas telas de araña en los rincones de la habitación. Pero cuando la luz es brillante puede verlas con claridad y por lo tanto puede deshacerse de ellas. Cuando su mente esté brillante, podrá ver sus impurezas claramente y limpiarlas.

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El fortalecimiento de la mente no se hace moviéndola de aquí para allá así como se hace para fortalecer al cuerpo, sino llevándola a detenerse, a aquietarse.

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Debido a que la gente no se observa a sí misma puede cometer toda suerte de malas acciones. No se fijan en sus propias mentes. Cuando la gente va a hacer algo malo tiene que mirar primero alrededor para ver si hay alguien observando: «¿Me verá mi madre?» «¿Me verá mi esposo?» «¿Me verán mis hijos?» «¿Me verá mi esposa?» Si no hay nadie observando siguen adelante y lo hacen. Esto es insultarse a sí mismos. Dicen que nadie está mirando y rápidamente terminan con su mala acción antes de que alguien los vea. ¿Y qué pasa con ellos? ¿No son ellos un «alguien» mirando?

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Use a su corazón para escuchar las Enseñanzas, no sus oídos.

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Están aquellos que batallan contra sus impurezas y las conquistan. Esto se llama  combatir interiormente. Los que combaten exteriormente se aferran a bombas y pistolas para arrojar y disparar. Conquistan y son conquistados. Conquistar a otros es la manera en la que lo hace el mundo. En la práctica del Dhamma no tenemos que combatir a otros, sino conquistar nuestras propias mentes, resistiendo pacientemente todos nuestros estados de ánimo.

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¿De dónde viene la lluvia? Viene de toda el agua sucia que se evapora de la tierra, así como la orina y el agua que usted arroja después de lavarse los pies. ¿No es maravilloso que el cielo pueda tomar esa agua sucia y transformarla en agua limpia y pura? Su mente puede hacer lo mismo con sus impurezas si usted la deja.

44

El Buda habló de juzgarse solamente a usted mismo, y no de juzgar a los otros, no importa cuanto bien o mal puedan hacer. El Buda sencillamente indica el camino diciendo: «La Verdad es así.» Ahora, ¿nuestra mente es así o no?