AN 7,63 Nagaropama Sutta – Discurso con la ciudadela.

A través de una serie de vivaces símiles, el Buda compara una ciudad bien fortificada con la mente de su discípulo.

“Monjes, cuando una ciudadela real está bien provista de los siete requisitos de la fortaleza, y puede obtener fácilmente y a voluntad las cuatro clases de provisiones, se dice que la misma es una ciudadela que no puede ser desecha por los enemigos externos ni por aliados traicioneros. ¿Y cuáles son, monjes, los siete requisitos de la fortaleza, de las cuales [una ciudadela real] debe ser bien provista?

“Monjes, he aquí que la ciudadela real debe poseer un pilar profundamente incrustado [1] , bien excavado, inamovible y estable. Este es el primer requisito de la fortaleza, de la cual una ciudadela real debe ser bien provista –para la protección de sus habitantes y para la advertencia de los intrusos.

“Monjes, he aquí que la ciudadela real debe ser rodeada por una fosa profunda y ancha. Este es el segundo requisito… debe tener una ruta alrededor de la ciudadela. Este es el tercer requisito… debe poseer un gran arsenal de lanzas y espadas. Este es el cuarto requisito… debe poseer un gran cuerpo de tropas estacionadas dentro de la ciudadela, como los cuidadores de los elefantes, los jinetes, los aurigas, los arqueros, los portadores de estandartes, oficiales de acantonamiento, cuerpos de solados reservistas, notables hijos del rey, tropas de asalto, hombres valientes como los poderosos nagas [2] , hombres valerosos, guerreros con la coraza y los esclavos nacidos en casa. Este es el quinto requisito… debe poseer a un guardia de la entrada, inteligente, sabio y atento quien rehúsa la entrada a los desconocidos y permite entrar solamente a los que conoce. Este es el sexto requisito… debe poseer una muralla alta y ancha, cubierta con una capa de yeso. Este es el séptimo requisito de la fortaleza, de la cual una ciudadela real debe ser bien provista –para la protección de sus habitantes y para la advertencia de los intrusos.

“Monjes, una ciudadela real debe estar bien provista de estos siete requisitos de la fortaleza.

“¿Y cuáles son, monjes, las cuatro clases de provisiones que se deben obtener fácilmente y a voluntad?

“He aquí, monjes, que en la ciudadela real debería haber gran cantidad de víveres, pastos, madera y agua, para la conveniencia de sus habitantes, para su confort, para su bienestar y para la advertencia de los intrusos.

“En la ciudadela real debería haber, monjes, una gran cantidad de arroz y granos… gran cantidad de sésamo, frijoles, arvejas y cereales… gran cantidad de medicinas, como la manteca, manteca fresca, aceite, miel, azúcar y sal, para la conveniencia de sus habitantes, para su confort, para su bienestar y para la advertencia de los intrusos.

“Éstas son, monjes, las cuatro clases de provisiones que se deben obtener fácilmente y a voluntad.

“Realmente, monjes, cuando una ciudadela real está bien provista de estos siete requisitos de la fortaleza, y puede obtener fácilmente y a voluntad, estas cuatro clases de provisiones, se dice que la misma es una ciudadela que no puede ser desecha por los enemigos externos ni por aliados traicioneros.

“De la misma manera, monjes, cuando el discípulo de un noble está bien provisto de las siete cosas y puede obtener fácilmente y a voluntad los cuatro jhanas que le ofrecen una confortable morada aquí y ahora, se dice que el discípulo de un noble no puede ser desecho por el Mara, no puede ser desecho por el Malvado. ¿Y cuáles son, monjes, las siete cosas de las cuales el discípulo de un noble debe estar bien provisto?

“Monjes, al igual que la ciudadela real debe poseer un pilar profundamente incrustado, bien excavado, inamovible y estable -para la protección de sus habitantes y para la advertencia de los intrusos- el discípulo de un noble debe poseer la fe: él tiene fe en la Iluminación del Tathagata de esta manera: ‘Realmente, el Bienaventurado es un Arahant perfectamente Iluminado, perfecto en sus acciones y el conocimiento, el Bienhechor, el conocedor del mundo, insuperable preparador de hombres que han de ser entrenados. Maestro de los devas y los seres humanos, el Buda, el Bienaventurado’. Con la fe como su pilar, el discípulo de un noble abandona los caminos equivocados y toma los correctos; abandona lo que es censurable y desarrolla lo irreprochable. Él se dirige a sí mismo con pureza. Ésta es la primera cosa, monjes, de la cual el discípulo de un noble debe estar bien provisto.

“Monjes, al igual que la ciudadela real debe ser rodeada por una fosa profunda y ancha -para la protección de sus habitantes y para la advertencia de los intrusos- el discípulo de un noble debe permanecer consciente: se avergüenza de la conducta inapropiada realizada a través de las acciones, palabras o pensamientos; se avergüenza de los caminos torcidos e incorrectos. Con la conciencia como su fosa, el discípulo de un noble abandona los caminos equivocados y toma los correctos; abandona lo que es censurable y desarrolla lo irreprochable. Él se dirige a sí mismo con pureza. Ésta es la segunda cosa, monjes, de la cual el discípulo de un noble debe estar bien provisto.

“Monjes, al igual que la ciudadela real debe tener una ruta alrededor de ella -para la protección de sus habitantes y para la advertencia de los intrusos- el discípulo de un noble debe tener el temor de cometer error: él teme de tener una conducta equivocada en sus acciones, palabras o pensamientos; él teme a los caminos torcidos e incorrectos. Con el temor de cometer error como su ruta, el discípulo de un noble abandona los caminos equivocados y toma los correctos; abandona lo que es censurable y desarrolla lo irreprochable. Él se dirige a sí mismo con pureza. Ésta es la tercera cosa, monjes, de la cual el discípulo de un noble debe estar bien provisto.

“Monjes, al igual que la ciudadela real debe tener un gran arsenal de lanzas y espadas -para la protección de sus habitantes y para la advertencia de los intrusos- el discípulo de un noble debe escuchar mucho, retener mucho y almacenar mucho las enseñanzas del Dhamma que es agradable en el principio, agradable en el medio y agradable al final. Debe exponer su significado en detalle, cumplirlo a cabalidad mediante la vida santa, purificándola a la perfección, para que aquellos que fueran enseñados por él, sean resueltos a hacer [esta enseñanza] familiar, meditar en ella y penetrarla mediante el recto entendimiento. Con la enseñanza como su arsenal, el discípulo de un noble abandona los caminos equivocados y toma los correctos; abandona lo que es censurable y desarrolla lo irreprochable. Él se dirige a sí mismo con pureza. Ésta es la cuarta cosa, monjes, de la cual el discípulo de un noble debe estar bien provisto.

“Monjes, al igual que la ciudadela real debe tener un gran cuerpo de tropas estacionadas dentro de la ciudadela, como los cuidadores de elefantes, los jinetes, los aurigas, los arqueros, los portadores de estandartes, oficiales de acantonamiento, cuerpos de solados reservistas, notables hijos del rey, tropas de asalto, hombres valientes como los poderosos nagas, hombres valerosos, guerreros con la coraza y los esclavos nacidos en casa -para la protección de sus habitantes y para la advertencia de los intrusos- el discípulo de un noble debe permanecer ejercitando la energía para abandonar los perjudiciales estados mentales y permanecer en los estados mentales saludables; él es fuerte en esto, sólido en su esfuerzo, no eludiendo su tarea concerniente al cultivo de los saludables estados mentales. Con la energía como su gran cuerpo de tropas, el discípulo de un noble abandona los caminos equivocados y toma los correctos; abandona lo que es censurable y desarrolla lo irreprochable. Él se dirige a sí mismo con pureza. Ésta es la quinta cosa, monjes, de la cual el discípulo de un noble debe estar bien provisto.

“Monjes, al igual que la ciudadela real debe tener un guardia de la entrada, inteligente, sabio y atento quien rehúsa la entrada a los desconocidos y permite entrar solamente a los que conoce -para la protección de sus habitantes y para la advertencia de los intrusos- el discípulo de un noble debe estar conscientemente atento y poseer los altos grados de la atención consciente y discernimiento; él es capaz de recordar en su mente las cosas que fueron hechas y dichas aún en los tiempos muy remotos. Con la atención consciente como su guardia, el discípulo de un noble abandona los caminos equivocados y toma los correctos; abandona lo que es censurable y desarrolla lo irreprochable. Él se dirige a sí mismo con pureza. Ésta es la sexta cosa, monjes, de la cual el discípulo de un noble debe estar bien provisto.

“Monjes, al igual que la ciudadela real debe tener una muralla alta y ancha, cubierta con una capa de yeso –para la protección de sus habitantes y para la advertencia de los intrusos- el discípulo de un noble debe tener la sabiduría con la cual se dirige hacia el surgir y cesar [de los fenómenos] –una sabiduría noble, penetrante, que lleva correctamente al fin del sufrimiento. Con la sabiduría como su muralla cubierta con la capa de yeso, el discípulo de un noble abandona los caminos equivocados y toma los correctos; abandona lo que es censurable y desarrolla lo irreprochable. Él se dirige a sí mismo con pureza. Ésta es la séptima cosa, monjes, de la cual el discípulo de un noble debe estar bien provisto.

“Éstas son, monjes, las siete cosas de las cuales el discípulo de un noble debe estar bien provisto.

“¿Y cuáles son, monjes, los cuatro jhanas que ofrecen al discípulo de un noble una confortable morada aquí y ahora, y que deben ser obtenidos fácilmente y a voluntad?

“Monjes, al igual que en la ciudadela real debe haber gran cantidad de víveres, pastos, madera y agua, para la conveniencia de sus habitantes, para su confort, para su bienestar y para la advertencia de los intrusos, así también, monjes, el discípulo de un noble, separado de la sensualidad, separado de los perjudiciales estados mentales, entra y permanece en el primer jhana, acompañado por el pensamiento inicial y analítico, lleno del arrobamiento y placer, nacidos de la reclusión –para su conveniencia, para su confort, para su bienestar y para poder dirigirse hacia el Nibbana.

“Monjes, al igual que en la ciudadela real debe haber una gran cantidad de arroz y granos para la conveniencia de sus habitantes, para su confort, para su bienestar y para la advertencia de los intrusos, así también, monjes, el discípulo de un noble, a paciguando el pensamiento inicial y analítico, logrando la calma mental y la unificación de la mente, entra y permanece en el segundo jhana. Lleno de arrobamiento y placer nacidos de la concentración, posee la confianza y la unificación de la mente libre del pensamiento inicial y analítico –para su conveniencia, para su confort, para su bienestar y para poder dirigirse hacia el Nibbana.

“Monjes, al igual que en la ciudadela real debe haber una gran cantidad de sésamo, frijoles, arvejas y cereales para la conveniencia de sus habitantes, para su confort, para su bienestar y para la advertencia de los intrusos, así también, monjes, el discípulo de un noble, al extinguirse el arrobamiento, permanece ecuánime, con atención consciente y clara comprensión, sensible a la sensación del placer, del cual los Nobles declararon que ‘Feliz es aquel que mora en la ecuanimidad y en la atención consciente’ y, de esta manera, entra y permanece en el tercer jhana –para su conveniencia, para su confort, para su bienestar y para poder dirigirse hacia el Nibbana.

“Monjes, al igual que en la ciudadela real debe haber una gran cantidad de medicinas, como la manteca, manteca fresca, aceite, miel, azúcar y sal, para la conveniencia de sus habitantes, para su confort, para su bienestar y para la advertencia de los intrusos, así también, monjes, el discípulo de un noble, al abandonar tanto el placer como la pena –con la anterior desaparición de las alegrías y las tristezas- entra y permanece en el cuarto jhana, el cual va más allá de los placeres y las penas, purificado con la ecuanimidad y atención consciente –para su conveniencia, para su confort, para su bienestar y para poder dirigirse hacia el Nibbana.

“Éstos son, monjes, los cuatro jhanas que ofrecen al discípulo de un noble una confortable morada aquí y ahora, y que deben ser obtenidos fácilmente y a voluntad.

“Monjes, cuando el discípulo de un noble está bien provisto de estas siete cosas y puede obtener fácilmente y a voluntad estos cuatro jhanas que le ofrecen una confortable morada aquí y ahora, se dice que el discípulo de un noble no puede ser desecho por el Mara, no puede ser desecho por el Malvado.”


NOTAS:

[1] De acuerdo a ciertos pasajes del Canon Pali (DN i,14 N iii200) este tipo de pilar, que se encuentra por ejemplo en la ciudad de Kusavati (DN ii,171) era símbolo de la estabilidad.

[2] Espíritus mitológicos indios adoptados luego por el budismo como seres poderosos que aparecen en forma de serpientes y habitan el cielo de los Cuatro Monarcas Celestiales, donde se desempeñan como sirvientes de uno de ellos.


FUENTES:

HARE, E (2001) “The citadel” en The Book of the Gradual Sayings (Anguttara-Nikaya) or More-Numbered Suttas.

Vol. IV: The Books of the Sevens, Eights and Nines. Oxford, Pali Text Society. Págs. 69-75.

“Nagaropamasuttam” en Chattha Sangayana . CD-Rom, versión 3.


Traducido y publicado por Isidatta para el Bosque Theravada © 2009

Edición de Bosque Theravada © 2009

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Revisado: 10/06/2009 (Isi)