Las fuentes y las consecuencias de los malos y buenos pensamientos.
[12] En Savatthi.
“Monjes, el pensamiento sensual surge de una fuente, no sin una fuente; el pensamiento de animadversión surge de una fuente, no sin una fuente; el pensamiento sobre la nocividad surge de una fuente, no sin una fuente. Y, ¿cómo es esto así?
“En dependencia del elemento de la sensualidad, surge la percepción sensual; en dependencia de la percepción sensual, surge la intención sensual; en dependencia de la intención sensual, surge el deseo sensorial; en dependencia del deseo sensorial, surge la pasión sensual; en dependencia de la pasión sensual, surge la búsqueda sensual. Involucrado en la búsqueda sensual, el no instruido mundano se conduce a sí mismo de manera incorrecta de tres maneras: con el cuerpo, el habla y la mente.
“En dependencia del elemento de la animadversión, surge la percepción de la animadversión; en dependencia de la percepción de la animadversión, surge la intención de la animadversión; en dependencia de la intención de la animadversión, surge el deseo [conducido] por la animadversión; en dependencia del deseo [conducido] por la animadversión, surge la pasión [conducida] por la animadversión; en dependencia de la pasión [conducida] por la animadversión, surge la búsqueda [conducida] por la animadversión. Involucrado en la búsqueda [conducida] por la animadversión, el no instruido mundano se conduce a sí mismo de manera incorrecta de tres maneras: con el cuerpo, el habla y la mente.
“En dependencia del elemento de la nocividad, surge la percepción de la nocividad; en dependencia de la percepción de la nocividad, surge la intención de la nocividad; en dependencia de la intención de la nocividad, surge el deseo [conducido] por la nocividad; en dependencia del deseo [conducido] por la nocividad, surge la pasión [conducida] por la nocividad; en dependencia de la pasión [conducida] por la nocividad, surge la búsqueda [conducida] por la nocividad. Involucrado en la búsqueda [conducida] por la nocividad, el no instruido mundano se conduce a sí mismo de manera incorrecta de tres maneras: con el cuerpo, el habla y la mente.
“Imaginad, monjes, a un hombre con una antorcha encendida que cayera en medio de un matorral de hierba seca. Si no la extinguiera rápidamente con sus manos y pies, las criaturas vivientes en la hierba y en el bosque se encontrarían con la calamidad y el desastre. Así también, si un asceta o brahmán no abandonase rápidamente las incorrectas percepciones que surgen en él, no las aniquilase ni las borrase, moraría en la insatisfacción en esta presente vida, con la aflicción, la desesperanza y la fiebre, y con el quiebre del cuerpo después de la muerte, se esperaría un mal destino para él.
“Monjes, el pensamiento del renunciamiento surge de una fuente, no sin una fuente; el pensamiento de la no-animadversión surge de una fuente, no sin una fuente; el pensamiento sobre la inocuidad surge de fuente, no sin una fuente. Y, ¿cómo es esto así?
“En dependencia del elemento del renunciamiento, surge la percepción del renunciamiento; en dependencia de la percepción del renunciamiento, surge la intención del renunciamiento; en dependencia de la intención del renunciamiento, surge el deseo del renunciamiento; en dependencia del deseo del renunciamiento, surge la pasión por el renunciamiento; en dependencia de la pasión por el renunciamiento, surge la búsqueda del renunciamiento. Involucrado en la búsqueda del renunciamiento, el instruido noble discípulo se conduce a sí mismo de manera recta de tres maneras: con el cuerpo, el habla y la mente.
“En dependencia del elemento de la no-animadversión, surge la percepción de la no-animadversión; en dependencia de la percepción de la no-animadversión, surge la intención de la no-animadversión; en dependencia de la intención de la no-animadversión, surge el deseo de la no-animadversión; en dependencia del deseo de la no-animadversión, surge la pasión por la no-animadversión; en dependencia de la pasión por la no-animadversión, surge la búsqueda de la no-animadversión. Involucrado en la búsqueda de la no-animadversión, el instruido noble discípulo se conduce a sí mismo de manera recta de tres maneras: con el cuerpo, el habla y la mente.
“En dependencia del elemento de la inocuidad, surge la percepción de la inocuidad; en dependencia de la percepción de la inocuidad, surge la intención de la inocuidad; en dependencia de la intención de la inocuidad, surge el deseo de la inocuidad; en dependencia del deseo de la inocuidad, surge la pasión por la inocuidad; en dependencia de la pasión por la inocuidad, surge la búsqueda de la inocuidad. Involucrado en la búsqueda de la inocuidad, el instruido noble discípulo se conduce a sí mismo de manera recta de tres maneras: con el cuerpo, el habla y la mente.
“Imaginad, monjes, a un hombre con una antorcha encendida que cayera en medio de un matorral de hierba seca. Pero la extinguiera rápidamente con sus manos y pies, [de tal modo] las criaturas vivientes en la hierba y en el bosque no se encontrarían con la calamidad y el desastre. Así también, si un asceta o brahmán abandonase rápidamente las incorrectas percepciones que surgen en él, las aniquilase y las borrase, moraría feliz en esta presente vida, sin la aflicción, la desesperanza ni la fiebre, y con el quiebre del cuerpo después de la muerte, se esperaría un buen destino para él”.
FUENTE:
Bodhi, B. (2000). With a Source en The Connected Discourses of the Buddha: A Translation of the Samyutta Nikaya. Boston: Wisdom Publications, (versión digital), pp. 793-794.
Sanidanasuttam en Digital Pali Reader
Traducción: Anton P. Baron
Edición: Federico Angulo y Anton P. Baron
Publicación de Bosque Theravada, 2015.