Redefiniendo (y la confusión asociada)

El martes pasado maté a un pollito.

Llevo un tiempo queriendo escribir esto, pero la falta de tiempo y el pensar que el dilema estaba superado hicieron que no me pusiese a ello. Hoy, mientras me duchaba, me he visto envuelto y atrapado en la maraña de dudas que todavía me asaltan, y he decidido contároslo.

 Cuando empecé a estudiar Theravada, lo veía como una doctrina que englobaba todos los aspectos de la vida: la moral, el cognitivo, etc. Pero, desde hace un tiempo, vengo dudando de esa visión «dogmática» del budismo, y lo he tomado más como un medio para obtener un fin (que no es otro que el Nibbana). Pero eso conlleva una gran confusión.

No me voy a extender ahora sobre esta confusión, pero os diré que uno de los puntos más conflictivos (sobre el cual os escribo hoy) es el primer precepto, no hacer ningún daño.

Como muchos de vosotros sabéis, estudio Biología, la ciencia de los seres vivos. Esta implica, en ocasiones, la manipulación de estos compañeritos para descubrir sus secretos y que de alguna manera puedan servir de ayuda a la humanidad (y mejorar nuestra manera de relacionarnos con ella, salvando a la larga más vidas de las que tomamos, quizás).Desde que he empezado la carrera, he asesinado a unas cuantas plantas (para mi herbario de botánica y en las prácticas de fisiología vegetal), a unos hongos (en un experimento en genética, tras cultivarlos y recoger su DNA), muchos millones de bacterias y, el otro día, un pollito (lo sacamos del huevo fecundado y murió al poco tiempo asfixiado, supongo). Todo esto sin contar las perrerías a las pobres ratas, a las plantas, etc etc etc.

En un primer momento, esto me llevó a reflexionar sobre la profesión de biólogo: si inevitablemente tengo que fastidiar a algunos seres vivos, quizás no sea el mejor trabajo que pueda coger. Pero entonces vi que cualquier profesión (incluso estar vivo) conlleva hacer daño, directa o indirectamente, a otros seres vivos. Para que nosotrso vivamos, otros tienen que morir; así es la vida.

Esto me causó gran sufrimiento y aflicción. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué puedo hacer? Tras un tiempo de agobios continuos, encontré una respuesta que creí satisfactoria: que mientras respete y honre la vida que estoy tomando, estará bien. Agaradeceré las vidas que tome, y seré consciente de todos los seres que, con su muerte, están permitiendo mi vida.

 La experiencia con el pollo el otro día me volvió a atormentar. Me planteé a partir de qué punto es «lícito» tomar la vida de otro ser vivo. Sí, podría decir, la ciencia ayuda a que nuestra vida sea «mejor». Y me podría creer eso. Pero sé que, de no existir la ciencia, el Nibbana podría ser alcanzado igualmente (considero necesario aquí solamente lo que es imprescindible para alcanzar el Nibbana). Entonces, ¿qué me queda? ¿Soy egoísta por estudiar a los seres vivos? ¿Debería dedicarme a la pastelería?

 Lo peor de todo es que el sufrimiento no viene de quitar esas vidas en sí, proque no sentí crueldad en mí cuando lo hice, y agradezco inmensamente a estos compañeritos que me dejen sus vidas para que pueda aprender. El sufrimiento viene del miedo a ser juzgado por mis amigos budistas, como vosotro; del apego que le tengo a la Biología, y el miedo que me da plantearme empezar otra profesión ahora (cuando además no estoy convencido de que otras sean mejores); y del miedo a equivocarme con esta decisión (¿y si genera tanto mal kamma que no puedo alcanzar el Nibbana?).

 Quizás para vosotros esto sea una tontería, pero es un dilema muy importante para mí ahora mismo, y que no acabo de saber resolver (quizás porque no me creo lo que digo del todo)…una parte de mí dice: «Evita matar, y si lo haces, respeta esa vida». Pero tengo miedo de ser arrogante, de querer interpretar lo que dijo el Buda a mi manera, de estar obviando algo importante…y el miedo no lleva a ninguna parte.

 Os escribo porque la catarsis funciona en ocasiones, y porque confío en vuestro buen consejo, mis amigos en el Dhamma. Ahora voy a meditar, y a quitarme un poco este apego que tanto me incomoda.